Soy una esposa aburrida

Una esposa aburrida, sale con unas amigas y encuentra ...

Me llamo Carla y les voy a contar la historia de me ocurrió hace unos años.

Todo esto comenzó cuando tenía 35 años.

Vivía con mi marido y 1 hijo; estábamos bien acomodados. Mi marido tenía un buen trabajo y yo no me podía quejar, salvo que me sentía aburrida, mis días eran todos iguales por lo que nuestra relación pasaba por un momento delicado. Mi marido decía que la monotonía nos había dominado y pienso que era verdad. No manteníamos relaciones más que un par de veces al mes y mi deseo sexual no daba para más.

Un día unas amigas me invitaron a salir a cenar y tomar luego unas copas; al principio les dije que no pero mi marido me insistió que saliera y me divirtiera por lo que me animé.

Ese día estaba bastante ilusionada, me compré un traje muy atrevido, fui a la peluquería, me di un masaje y esperé a que se hiciera de noche. Mis amigas me recogieron en mi casa y fuimos a cenar.

En la cena algunas bebimos mucho por lo que entre el alcohol y que no queríamos que la noche se acabara yo y otra amiga nos fuimos a una discoteca.

Conocimos a unos chicos y estuvimos hasta las 4 de la mañana bailando y bebiendo. A esta hora mi amiga estaba súper derrotada por lo que quiso irse. Yo no quería que la noche se acabara y sin pensarlo 2 veces le dije que se fuera sola que yo me quedaría un ratito más.

Esta decisión me éxito sobremanera. Yo una mujer casada, sola en la discoteca, borracha y a las 4 de la mañana, bailando con un chico. En la pista me desmelené y sin darme cuenta empecé a contonearme, besando a mi pareja. Al verme tan desinhibida empezó a meterme mano por todos lados. Estaba como loca, no pensaba en si me podían ver sino en disfrutar del momento. Me llevó a una mesa y empezó a besarme profundamente; como solo lo había hecho mi marido.

Llegado a este punto, me corté un poco y le dije que era una mujer casada y que era mejor que me fuera.

El no insistió pero me dijo que para dejarme ir tenía que acceder a 2 peticiones:

Una que tenía que tomar una última copa con él.

La segunda era que él me llevaría a casa, que era la mujer más maravillosa que había conocido.

La manera de decírmelo, entre bromas y sus halagos me hizo acceder a su proposición.

Me trajo una copa, proponiéndome un brindis, por la mejor noche que había pasado nunca.

Me la bebí rápidamente y le dije que ya era hora. Él galantemente dijo que si y salimos de la discoteca. Al dirigirnos a su coche me sentí muy rara. Iba como en una nube. Por momentos, perdí la noción de lo que hacía, sintiéndome muy eufórica por lo que le pregunté que me había dado de beber.

¡¡ Es una receta especial cariño. Te vas a sentir en el séptimo cielo!!

Subimos a su coche y me dijo que le diera un último beso.

Le contesté, que no, que era una mujer casada y que por favor arrancara ya.

El insistió, llamándome reina y muchos piropos más.

Al final accedí. Miré por la ventanilla y al ver que estábamos solos, acerqué mis labios para que me besara.

Metió su lengua en mi boca, recorriendo todo el paladar y entrelazándola con la mía. Yo respondí intensamente

Mientras me metía mano por todos lados. Mi cuerpo ardía, y me dejé hacer.

El muy excitado me dijo que por que no hacíamos el amor. Sólo por una vez. Que yo era el amor de su vida; y mucho más.

Le contesté que si estaba loco.

El insistía, me decía que estaba muy enamorado. Cogió mi mano y la llevó a su paquete. Lo sentía duro a través de la tela del pantalón.

Suavemente comencé a masajearlo, pero rápidamente, retiré la mano y le dije que no, que por favor me llevara a casa.

Estaba a punto de acceder a sus peticiones y no quería seguir.

El suplicantemente me dijo que por favor le hiciera algo, pues no aguantaba el dolor de huevos.

Sin darme cuenta, desabrochó su bragueta y sacó su pene, era gordo, con una gran cabeza y brillaba a la luz de la luna.

Me entró dolor de estómago. No podía apartar la vista de su capullo.

El siguió con sus suaves palabras.

Cariño, sólo una mamadita. De verdad, es que no puedo aguantar el dolor. Mientras decía esto, suave pero firmemente fue acercando mi cabeza a su pene.

Sin darme cuenta, como en un sueño, se me humedecieron los labios, tenía la boca hecha agua. Apenas hice resistencia y cuando, su capullo, llegó a la altura de mis labios, cerré los ojos y me la introduje, comenzando a mamar como una auténtica desesperada.

Introdujo su mano bajo mis bragas, Con la punta de los dedos acariciaba mi vulva y sin poderme contener tuve un orgasmo.

  • "sigue ahí mi amor". Dijo arrancando el coche.

Yo sólo gemía: Mmmmm, Slup, slup., estaba fuera de mí. Le mamaba el rabo como nunca lo había hecho con mi marido.

Media hora después paró el coche, cogió mi cabeza por el cuello delicadamente y empezó a correrse. Me acariciaba la nuca a la vez que mi oreja izquierda.

Al principio intenté sacarla de mi boca, pero no me dejó. Tragué hasta la última gota y seguí lamiendo.

Al levantar la cabeza vi que estábamos en las afueras de la ciudad, en el jardín de una casa.

Le dije que quería ir a mi casa. El ya no me hizo caso. Saliendo del coche con los pantalones por las rodillas, tiró de mí hacia el exterior haciéndome caer al suelo.

Sobre mí, arrancó mis bragas, destrozándolas. Seguidamente, me levantó y apretándome contra el capó del coche terminó de quitarme toda la ropa, dejándome totalmente desnuda en el jardín.

Hice ademán de salir corriendo, pero era más fuerte que yo. Pegó todo su peludo corpachón contra mi pecho, apoyando su polla en el exterior de mi vagina.

Cogiéndome por los brazos hizo que esta entrara hasta la mitad, pues de lo mojada que estaba no había forma de evitar la penetración.

La encontré dura y caliente.

Forcejeé entre sus brazos, pero lo único que conseguí fue que terminara de entrar hasta el fondo, golpeando con mi matriz y haciéndome tambalear de gusto.

Abrazándome a el, levanté mis piernas alrededor de sus caderas para facilitar que me follara.

Al verme totalmente entregada, se destrabó y me dijo que de irme nada, que esta noche era su hembra y que después de lo que le había hecho, iba a estar follándome hasta por la mañana.

La calentura que tenía, y el dolor de mi estómago eran tales, que las piernas no me aguantaban, por lo que caí de rodillas, totalmente desmadejada.

Me cogió en brazos y me dejé llevar a la casa. Justo antes de entrar, recordé a mi marido. Nunca le había sido infiel, pero esta noche deseaba que me follaran. Quería sentirme hembra; puta.

Llevándome directamente a su habitación, me tiró en la cama y sin más preámbulos me metió su polla hasta el fondo.

Yo me babeaba de gusto, nunca me había sentido así y sin pensarlo me volví a correr. Era imposible, nunca me había corrido más de 1 vez y esta noche cada vez me sentía más excitada.

Le dije "" dame caña cabrón, follameeeeeeeee. Soy tu hembraaaa. Me la metió una par de veces más y tras meter su lengua, en mi boca, se corrió. La vulva me latía desesperadamente. Fantaseaba que me iba a dejar preñada. Me relamía, me contorsionaba en la cama, sintiendo como, la leche caliente que soltaba el semental, inundaba mi útero.

Después de correrse, siguió bombeándome.

¿Cómo podía ser? Me iba a echar otro polvo sin descansar. Mi marido nunca podía hacerlo más de 2 veces y él iba, a por su tercera corrida.

Jadeando sensualmente le dije:

¿Vas a joderme otra vez?

¿ Es que acaso tu marido no te folla así? Preguntó.

Nunca. Se cansa rápidamente.

Pues yo te voy a follar toda la noche.

Ummmmmm. Cacho de polla tienes machote.

Diciéndole esto, no me pude aguantar. No sabía si me estaba corriendo de nuevo o si el orgasmo era continuo.

Me puse de cuatro patas y contoneándome, le dije:

"Mi amor dame por el Culo".

Si mi marido me estuviera oyendo, seguro me mataba. A el siempre le decía que me dolía mucho, y aunque me lo había dejado follar alguna vez, siempre le ponía impedimentos.

Después de lamérmelo, me dijo "te lo voy a reventar"

  • "Eres la hembra más increíble que he conocido nunca"

No le costó mucho metérmela. De dos empujones me la introdujo hasta el fondo y empezó a bombearme de una manera brutal. Sentía que mi culo se abría totalmente cuando me la sacaba.

Perdí la noción del tiempo que estuvo dándome por el culo.

En una de estas, me cogió por las caderas, atrayéndome hacia él y tras clavármela hasta el fondo, se corrió bestialmente.

Los chorros, de su caliente leche, me bañaban todo el intestino.

  • Ahhhhhhhhhhhhhhh.

  • "Mi amor. ¿Que me haces? Ummmmmmmmmm.

Cayó rendido en la cama.

Como pude, me levanté del suelo y fui gateando hasta su entrepierna, ronroneando como una gatita. Notaba ambos agujeros, dilatados y encharcados.

Cogió mi cabeza y me obligó a mamarle las últimas gotas que salían por la cabeza de la polla.

Luego, rendida, me dejé dormir en esta posición.

Durante la noche volvió a montarse sobre mí y me follo de nuevo. Entre sueños, me dejé hacer, hasta que acabó muy dentro, y sin sacarla se durmió.

Por la mañana, al abrir los ojos, me encontré desorientada. Estaba sola en la cama, disfrutando de la luz que entraba por la ventana, pensando en las cosas cotidianas. Regodeándome con la dilatación y la humedad de mí entrepierna. Me sentía alegre y feliz; como una hembra satisfecha.

Al mirar a la habitación noté algo raro. "Esta no era mi casa", que hacía yo en esa cama, desnuda

Todo lo pasado en la noche anterior me vino a la mente. Volví mi cabeza hacia la mesilla de noche y vi un reloj. Eran las 10:00 a.m.

¡Mierda!. Mi marido me va a matar.

¿Qué le digo ahora?

"¡COÑO!". Que he hecho".

Fui al baño corriendo. En el camino, de mis agujeros salían litros de semen, que bajaban por los muslos.

Me duché, pero al ir a ponerme la ropa, no encontré nada.

Poniéndome una toalla por encima y bajé las escaleras. El no aparecía por ningún lado. Asomándome a la ventana vi mi ropa tirada donde me la había arrancado la noche anterior y salí a hurtadillas, a recogerla, pues se veían algunas personas en la calle. Entré rápidamente.

Cuando me ponía el sujetador, entró él. Iba con una toalla en la cintura, y le dije:

"! Dios mió! ¿Qué he hecho? Me van a matar. Por favor llévame a mi casa.".

El me cogió entre sus brazos y me metió la lengua directamente en la boca, diciéndome:

¿De que tienes miedo? "Eres mi hembra".

Forcejeé con él pero no tenía nada que hacer, era mucho más fuerte que yo. Me tiró sobre el sillón, poniéndome boca a bajo, arrancando la toalla.

Se quitó la toalla y puso su rabo en la abertura de mi culo.

Te voy a demostrar quien es tu macho.

Comenzó a ha hacer movimientos circulares haciendo fuerza hacia adentro.

Mi culo, dilatado y húmedo, del semen que aún quedaba dentro, se encontraba muy lubrificado, por lo que sin ningún esfuerzo, me tragué el rabo enterito.

Gemí como una cerda:

  • AGGGGGGGGG.

  • MMMMmmmmmm. Gemí de nuevo dejándome hacer.

Estuvo dándome polla durante más de una hora.

Me sobajaba los pechos duramente, casi hasta hacerme daño.

Mientras que el bombeaba yo abría mis nalgas con ambas manos, y empujaba hacia atrás para que me entrara más.

Sentía que mi culo latía, con unas ganas locas de ser follado salvajemente. En ese momento lo único que quería era que no acabara nunca, que me siguiera follando hasta que se me reventara. Fantaseaba con que me tuviera que llevar al médico a darme algún punto.

Mugía como una vaca en celo, cuando su toro se la folla.

Era tanto lo que berreaba que él sin poderse aguantar más, se corrió.

Por mi parte, al sentir su leche, de nuevo, llenándome el culo, entendí que de verdad era su hembra. Ya nunca podría oponerme a sus deseos. Con este pensamiento, me corrí con él. Fue un orgasmo tan intenso que sentí calambres por todo el cuerpo.

Se quedó abotonado sobre mí, agotado, durante un buen rato, hasta que tiré hacia delante como pude, para despegarme y caí tendida sobre el sillón, viendo, mi imagen, a través de unos espejos que decoraban el salón.

Su pene, al salir de mi culo, hizo un ruido "CHOFF" quedando muy dilatado y abierto.

Me volteé, contoneándome hasta llegar a su pinga y se la mamé. La mamé como nunca lo había hecho. La metía hasta mi garganta y succionaba, sacándole un chorro de leche por la punta, miraba su capullo, cogía su leche con mi lengua, me saboreaba y tragaba. La encontraba buenísima. Mi estómago hacía ruiditos agradecido. Notaba el calor en mi interior, llenándome, reconfortándome.

"Soy una cerda ramera, pensé. Volví a notar mi vulva latiendo y me corrí.

Agggggg ummmm "Dios que me está pasando".

Al rato me levanté y le dije que por favor me prestase algo de dinero para pagar un taxi.

Llamó por teléfono y vinieron a buscarme. En la puerta le di un largo beso. Tras darme una llave de la casa, me fui.

En el taxi pensaba en mil y una excusas para decirle a mi marido.

Cuando llegué a casa, había decidido decirle que me había quedado en casa de una amiga; pero al entrar, no encontré a nadie.

Resulta que mi marido había recibido esa noche una llamada de su empresa.

Había tenido que coger el avión para Sevilla a las 12 de la noche.

Como yo no había llevado el móvil por consejo de él ("No lleves el móvil cariño, de esa manera nadie te molestará esta noche").

Tuvo que ir a dejar a nuestro hijo con sus padres y marcharse sin poder localizarme.

Mi noche loca había pasado de la mejor manera y nadie se había enterado. Fue la mejor noche de mi vida.

Cuando volvió me preguntó que si me lo había pasado bien y le dije que si.

En eso quedó todo.

Me he apuntado a estudiar en la universidad. De esta manera puedo ir a contentar a mi verdadero MACHO.