¿Soy una buena madre?

Una historia para los más desenfrenados.

Querido lector/a, ante todo quiero aclarar que esta historia es producto de la imaginación del autor. No dudo que los hechos aquí narrados pudiesen suceder pero de momento transcurren enteramente en una hoja. Si tienen una duda, quieren dar un consejo o sólo pretenden hacer alguna que otra amistad no duden en escribir a mi correo.

No es usual que gente como yo se siente a escribir una de estas historias, pero las excepciones son buenas de vez en cuando.

Soy una mujer bastante común dentro de lo que yo considero común, tengo pelo corto y negro, rulos naturales y ojos grandes color marrón. Desde joven me caractericé por ser una chica muy linda, una cintura delgada, cola firme y buenos pechos lo confirman. Digamos que mi nombre es Sofía. Lo que les voy a contar ahora pasó hace un par de meses en la época de navidad, desde entonces la relación con mi hijo dio un giro considerable, desde aquella vez que tuvimos sexo por primera vez.

Nosotros vivimos juntos en una apartamento dentro del auge de la ciudad, la parte más habitada y por lo tanto la parte más indiscreta. Una mañana entré a su pieza para recoger la ropa sucia que estaba desparramada en el suelo y allí me llevé una sorpresa. Mi niño estaba acostado boca arriba con una erección que se hacía notar a través de la sábana, es normal entre los varones que suceda eso pero que una madre lo observe no lo es. Me quedé admirando la torre que se formaba entre las sábanas, de pronto mi hijo se movió un poco, temí que despertase y salí de allí tan rápido como pude.

Llegué al living y tomé una revista que estaba sobre la mesa. Me senté a hojearla para olvidar aquello, pero aún estaba agitada por la emoción y de sólo pensar me sonrojaba como una tonta (si me hubiesen visto). Déjenme explicarles, como mi hijo es casi un hombre hasta hace poco no tenía oportunidad de saber como crecieron sus partes, hacía mucho tiempo había perdido el privilegio de cuidarlas yo misma. Me cuesta admitirlo pero sentí algo de curiosidad, pensé que podía tomar provecho de la situación para pispiar un poco, y aunque dude por unos instantes al final me decidí.

Volví a su habitación sin hacer mucho ruido, afortunadamente la erección aún se mantenía en pie. Mi hijo seguía dormido, aproveché para inspeccionarlo un poco más de cerca. Sin perder detalle de su miembro me senté lentamente a su lado en la cama, pensar lo que se escondía detrás de esa tela tan insignificante... sentía como el sudor se escurría por mi cuerpo, pero no sabía si era por el nerviosismo u otra cosa más interesante. Entre las sábanas se notaba más o menos el tamaño de su virilidad pero yo quería verlo directamente, pensé que no tendría otra oportunidad como esa. Observé a mi hijo nuevamente para estar completamente segura de que no se había despertado, mis ojos se desviaron por unos segundos pero rápidamente volvieron a su entrepierna. Levanté la sábana y ¡por fin pude verlo!. Su pene se había escapado por la abertura del bóxer y estaba en todo su esplendor, alto y fuerte. Tengo que admitir que me sentí algo atraída a él, muchas ideas pasaron por mi cabeza pero las retuve por ser su madre. Rápidamente lo cubrí de nuevo y me retiré con las mejillas coloradas.

Unos días después, con la situación un poco más tranquila, estaba recostada en el sillón leyendo un libro con mis lentes puestos, cuando mi hijo volvió del colegio y se puso a dar vueltas por la casa, hasta que se acercó a mí. Confieso que cada vez que mi hijo me saludaba con un beso o con un gesto de cariño yo sólo podía pensar en lo que vi esa mañana, cosa que me tenía preocupada ya que se supone no debería pensar así.

"Mamá ¿puedo hablar con vos un segundo?"

"Si hijo, sentate al lado mío"

"Tengo una curiosidad"

"¿Qué curiosidad?"

"Hace rato que te quiero pedir algo pero me da cosa"

"Decime que queres, a ver que puedo hacer"

"Está bien pero no te enojes"

"¿Por qué me voy a enojar? dale, contame"

"No sé... no sé si tengo un pene de buen tamaño o muy chico, quiero que vos me digas"

¿¿Qué?? ¿¿Cómo?? ¿¿De dónde había sacado semejante idea?? Me sentí helada por la pregunta, Dios, no me esperaba algo así. Respiré profundo en silencio y le respondí con otra pregunta.

"¿No tendrías que saber vos eso ya?"

"Por supuesto que sí, lo que pasa es que no tengo nada con que comparar"

"¿Cómo que no? ¿nunca viste una revista o una película para mayores?"

"Sí, pero los hombres allí tienen miembros muy grandes comparados con el mío. No te lo pediría a vos pero no hay nadie que pueda verme sin que me de mucha vergüenza. Además es un vistazo nada más, no te cuesta nada"

En eso tenía razón, al ser el único varón de la casa no tenía con quien hablar de estas cosas ni con quien consultar sus inquietudes. Yo ya había visto su pene y podía contestarle con toda sinceridad que su tamaño era perfecto, pero si lo hacía tendría que darle ciertas explicaciones que no tenía... pensé un poco en las consecuencias y me decidí a ayudarle.

"No creo que sea muy normal lo que me pedís hijo, pero si puedo ayudarte aunque sea un poquito, mientras que esto quede entre nosotros dos ¿si?"

"Claro"

"De esto a nadie, en serio"

"Te lo juro"

"A ver, mostrame"

Algo apurado mi hijo bajó sus pantalones hasta el piso, luego corrió su bóxer lo suficiente como para que quedase a la vista su pene, por desgracia estaba dormido.

"Tendrías que estar erecto para que pueda ver bien el tamaño natural que tenés, tocate un poco para que se te pare"

"Me da vergüenza tocarme frente a vos"

"Vamos, ya te vi como es, además te lo voy a ver parado sí o sí ¿o no?"

"Si"

"¿Entonces?"

"(suspiro) Está bien"

Con su mano derecha comenzó a tocarse el miembro, pasaba los dedos por la cabeza y por sus testículos, pero de una forma ruda y poco placentera. Me dio pudor porque lo que hacía no parecía darle mucho placer, era como si estuviese enojado con su parte eréctil.

"Así no tenés que tocarte hijo lo estás haciendo mal, tenés que ser más suave, más delicado"

"Pero para mí así está bien, siempre lo hago así"

"No, te podes lastimar de esa forma, es muy sensible esa parte sabías ¿querés que te enseñe como tenés que hacerlo?"

"¿Cómo sabés vos de esto?"

"Chiquito, aparte de ser tu madre también soy una mujer y en su momento, bueno, adquirí cierta experiencia con los hombres"

"Está bien, mostrame"

Me levanté del sillón y me arrodillé enfrente de el, por las dudas le dije

"Si te vienen ganas de soltar tu leche avisame ¿si?"

"Bueno"

"Relajate un poco, no te preocupes, no penses mucho"

Acerqué mis manos a su pene y comencé a acariciarlo, despacito, se sentía el calor típico de esa zona. También aproveché para acariciar sus huevos que se endurecieron al acto. Su pene comenzó a crecer en mi mano, de a poco fue perdiendo su vergüenza y se dejó llevar por mis manos de mujer. En poco tiempo se lubricó y alcanzó su máxima plenitud.

"¿Ves? tenés que hacerlo lento, para que sea más placentero ¿te gusta?"

"Si, tenías razón, me gusta mucho"

"Muy bien hijo, ahora si te puedo decir que tenés un pene de buen tamaño"

"¿En serio?"

"Si, en serio, sentite orgulloso de él, no creo que nadie te diga que es chico"

"Gracias mamá"

"¿Eso es todo, no?"

"Si"

"Una cosa más, masturbate un poco vos para ver si aprendiste a tratarte suavemente"

"¿Así se hace?"

Mi hijo comenzó a tocarse de manera lenta y placentera, los estaba haciendo bien pero por alguna razón le dije que seguía haciéndolo mal. No sé que me sucedió en ese momento, no me justifico pero al ver su pene tuve muchas ganas de terminar lo que había empezado, quería hacerlo acabar para cerrar la lección con moño.

"No así no, dejame seguir probando a mí"

Tomé su pene con naturalidad y continué corriendo su piel hacia arriba y hacia abajo, cubriendo y descubriendo la cabeza llena de líquido preseminal.

"Esto no está muy bien pero ya llegamos hasta acá te quiero mostrar que bien que se siente un ####### cuando las caricias son las correctas ¿me dejas mi vida?"

"¡Si!"

"Está muy tenso, tranquilizate un poco, dejate llevar"

"Voy a tratar"

Continué masajeando su pene a estas alturas muy lubricado. Hacía tiempo que no disfrutaba de tanta excitación, podía sentir como mi vagina hervía y mis pezones se endurecían a punto de romperse, pero no me toqué porque mis dos manos estaban ocupadas en Don pene.

"Mamá, esto es muy rico, mmmm"

"Si, disfruta mi amor"

"Ahhh aahhh me gusta mucho"

El se movía cada vez más rápido, y gemía, y gemía, y gemía. Entre tanto alboroto supuse que no tardaría mucho en llegar al clímax así que comencé a agitarlo con más rapidez para que largara todo el jugo.

"Quiere pelea" le dije.

Apuré mis movimientos concentrándome en el glande un poco más hasta que logré mi objetivo. Su miembro palpitaba en mi mano a medida que el ####### lo colmaba, está de más decir que estaba completamente tenso. Mi hijo levantó su cola y se dejó llevar por el placer que le estaba obsequiando ¡Splash! ante mis ojos la pegajosa leche comenzó a rebalsar en dirección a mi mano, aunque algo se salpicó hacia mis lentes. Me detuve a admirar mientras salía entrecortadamente, en verdad le estaba sacando la leche a mi propio hijo y de que manera. Cuando sus espasmos terminaron cobré conciencia.

"¿Lo sentiste? ¿sentiste un rico #######?"

"Si mamá, fue exquisito"

"Espero que haya aplacado tus dudas, si te surge otra vení a preguntarme"

"Como vos digas, gracias"

"Me voy a lavar las manos, me ensuciaste bastante"

"Perdoname"

"No te sientas mal, es bueno que tengas tanto para dar"

Con su semen chorreando de mi mano me alejé hacia el baño temblando. ¿De donde había sacado los nervios para semejante atrevimiento? ¿había perdido la razón por un momento de calentura?. De una forma u otra las cosas no serían las mismas.

Algunos días pasaron y llegó noche buena, entre nosotros dos las cosas seguían normal al menos por la superficie. Me di cuenta que había disfrutado mucho el haber masturbado a mi querido hijo, peor que eso era aún tener ganas de tocarlo, de llegar a algo más extremo, pero nada de mostrarme deseosa ante el, eso nunca. Luego de cenar en la casa de mis padres por las fiestas volvimos a nuestro hogar algo mareados culpa de las bebidas de más que tomamos. Quizás eso me dio el coraje para hablar con mi hijo, necesitaba desahogarme con el, así que le dije que fuéramos a mi pieza para aclarar unas cosas que me inquietaban. Me senté junto con él en la cama y abrazándolo le dije.

"Sabés, lo que hice el otro día estuvo muy mal hijo"

"Para mi no estuvo mal"

"Por supuesto que no hijo ¿no te arrepentiste después?"

"No mamá, me sentí muy afortunado de estar con una mujer tan linda como vos"

"¿En serio me decís esto?"

"Si"

"Bueno hijo, si seguís diciéndome esas cosas vas a hacer que repita lo del otro día, así que más cuidado que no respondo de mis actos"

"¿No?"

"No"

Hubo un pequeño silencio por parte de ambos, hasta que dije

"Bueno, quería aclarar eso nada más. Me parece que me voy a dormir, tengo sueño"

"Espera un poco"

"¿Qué pasa?"

"La otra vez vos me viste desnudo a mí, creo que es justo que vos te desnudes frente a mí ahora"

"Que pícaro que sos, mira lo que me estás pidiendo"

"No es nada del otro mundo, somos madre e hijo ¿no? qué es lo pero que podría pasar"

"¿Hablas en serio?"

"Si"

En algo tenía razón, no era justo que yo lo viese desnudo a el y él no a mí, aproveche la situación para tocar terreno.

"Está bien, te voy a mostrar mi cuerpo, pero no se te ocurra decir que es feo ni nada por el estilo"

"No voy a decir nada malo"

"Confío en vos"

Mi pieza no es muy grande, por lo que no me alejé demasiado de el para desnudarme. Desabroché mi pantalón y me lo saqué lentamente, luego comencé a quitar mi panty de a poco, hasta que mi vello púbico se hizo presente. Mi hijo tragaba saliva mientras miraba como me iba desvistiendo delante de el, que emocionante. Luego me quité la remera hasta que lo único que me cubrió fue mi corpiño. Estiré éste hacia abajo y mis senos saltaron por sobre las copas, mi hijo los miraba con fascinación y asombro, yo temblaba.

"Tenes un cuerpo muy lindo, me gustan mucho tus tetas"

"Gracias, son del tamaño justo"

"¿Puedo chuparlas un poquito?"

"¡Hijo! me parece que eso sería irse por las ramas ¿no crees?"

"¿En serio?"

"En serio, ya está bien por hoy, ahora estamos a mano"

"No te vayas todavía"

"¿Qué vas a hacer? no se te ocurra pensar eso, ¡basta!"

"¿Qué cosa?"

"Ya sabes que cosa"

"¿Esto quizás?"

Mi hijo se acercó hacia mí y colocó sus labios en uno de mis pezones, mientras me rodeaba con sus brazos. Sentí su lengua, sus dientes claramente, me hizo recordar esos momento cuando era chiquito y se alimentaba de mí.

"No, dejame por favor, saca tu boca de ahí, dejame"

"Vamos mamá, sé que te gusta, si no no te hubieses desnudado frente a mí"

"Sii... pero ay, no deberíamos hacer estas cosas"

"Yo quiero ¿vos querés?"

"Mmmm ¿sabés? este pantalón es medio molesto, dejame que te lo saque"

"Si, me siento incómodo con el"

Comencé a desnudarlo con desesperación, no tardé mucho en sacarle toda su ropa que era un estorbo innecesario. Y su miembro, su miembro estaba allí otra vez, llamándome por mi nombre, sonriéndome orgulloso. Fui sincera con él, las mentiras habían quedado en el piso junto con nuestras ropas.

"Te quiero chupar el pene hijo, ya no aguanto más, dejame meterlo en mi boca. Desde que sentí tu miembro caliente en mi mano no pude dejar de pensar en tenerlo nuevamente a mi merced"

"Yo también quiero mamá"

"Entonces acostate en la cama que te voy ordeñar como la mejor"

Mi hijo se recostó y yo lo hice también.

"Esto te va a gustar mucho"

Me acerqué un poco y metí el extremo de su pene en mi boca, comencé a comerlo lentamente, disfrutando recorrer sin prisa el orgullo que poseía mi hijo. Su cuerpo se retorcía de gusto y se movía levemente para acompañarme, le gustaba lo que estaba haciendo. El capullo rozaba mi garganta a medida que lo iba comiendo, a medida que me alimentaba de él. No quería respirar, no quería dejar de chupar el miembro de mi hijo pero debía hacerlo. Cuando sentí que llegaba su ####### me detuve y apreté fuertemente la base de su pene, no estaba dispuesta a terminar tan pronto, esa noche iba a gastar todos su recursos.

"Ya es hora de que pasemos a algo más apropiado" dije.

"¿Sí?"

"Oh si ¿querés probar mi conchita?"

"Más que nada"

Comencé a trepar por el cuerpo de mi hijo hasta que mi sexo quedó a la altura del suyo. Acomodé su herramienta y comencé a sentarme sobre el, que sensación, mi vagina succionó su miembro por primera vez, apretándolo a medida que entraba, haciéndolo sentir en casa nuevamente.

"Uf, no es tan malo estar adentro de nuevo ¿no?"

"Para nada mamá, ahhh, que lindo es tu agujero"

"Disfrutalo mi amor, así, me gusta montarte, como a un caballito, te monto como un lindo caballito ¡ico ico ico!"

Comencé a moverme sin pensar, el instinto me decía que debía coger, coger a mi hijo. Su pene se abría paso en mi vagina y yo me abría paso hacia el pecado. Me elevaba y descendía sobre su pene resbaladizo, lo montaba con mucha fuerza, esa verga se metía imponente por mi hoyo, esa verga me dominaba y me hacía hacer cosas sucias.

"Ay como me gusta ver que te metas adentro mío, ay hijo, aaahhh aahhh"

Una y otra vez nuestros cuerpos chocaban entre sí, sudorosos, incestuosos, buscando el #######. El entraba y salía entre chapoteos y suspiros que no debían existir, empujando su pelvis contra mí pelvis. Los movimientos eran repetidos pero no me cansaba de ellos, adentro y afuera, más adentro que afuera debo decir.

"¿Querés cambiar de posición hijo, querés ver mi culo?"

"Si"

Con el consentimiento de mi hijo me moví para un costado mientras que él se acariciaba el pene para no perder la sensación. Totalmente en llamas apoyé mis manos y rodillas hasta ponerme en posición de perrito.

"Ahora si, vení y meteme esa cosa gorda que tenés, la quiero adentro mío de nuevo, hasta el útero"

El se acercó hasta ponerse casi sobre mí, su pene entró en mi vagina y los movimientos comenzaron de nuevo. Pausados al principio, luego rápidos, luego pausados para prolongar el acto, era un juego muy divertido. Mi hijo sacudía mi trasero, penetrándome sobre la ruidosa cama, que junto con las paredes era la único testigo de nuestro prohibido encuentro. Mis tetas se movían de aquí para allá, un movimiento por cada embestida que mi hijo me regalaba.

"Si, llename el agujero con tu herramienta, llena a mamita, estás tan duro ¡estás tan duro! ¡¡me encanta!!"

"¡Uuuuh, uuuhhh! ¡¡mmmmm!!"

Gemidos y más gemidos se escapaban de nosotros, se mezclaban con el golpeteo de nuestros cuerpos, estábamos totalmente entregados. En medio de todo estiré mi mano hacia el clítoris y comencé a frotarlo para acompañar el placer, mientras mi hijo seguía penetrándome con fuerza y vigorosidad. El goce se intensificó y dejó mi boca seca, desconfíe al principio pero no había duda de lo que iba a suceder. De la nada un ####### me tomó y no me dejó ir tan fácilmente, me ahogó en agitación, espasmos y conmoción, cosas que no pude guardar dentro mío.

"¡¡Ahh ahhh!! ¡mamá está acabando, estás haciéndome gozar, me estás haciendo acabar! ¡¡mmmmm!!"

Era un gran regalo el que me estaba dando, y lo disfrutaba al máximo, el característico escalofrío colmo mi cuerpo y me llevó de la mano a un exquisito momento.

"¡Mamá está soltando sus jugos en tu rica verga, sentilo! ¡sentí como tiemblo, uuuuyyyy, siiiii!"

Mi imaginación era mi éxtasis, quizás lo tabú de la situación me ayudaba a gozar de maneras que no creía posible. Mi hijo tampoco tardó mucho en llegar a su propio #######, aunque tuve que preguntárselo, cuando estuve más lúcida.

"¿Vas a acabar chiquitito?"

"Si mamá, ya no me puedo retener, está tan apretado y mojado, ya me sale... ya me sale"

"Está bien... pero adentro no, quiero verla cuando salga"

"¡Ahora, ahora!"

Mi hijo se separó de mí toscamente y puso su pene por sobre mi cabeza mientras se masturbaba como un desenfrenado, yo me coloqué boca arriba para recibir el dulce néctar que saldría a mi encuentro.

"Dame, damelo todo en mi boquita que lo quiero saborear"

"Si mamá, ya te lo doy, todo... todo para vos... aahh"

Al segundo su pene comenzó a echar semen como una manguera, un baño caliente de esperma que hacía tiempo clamaba por mi recibimiento. Un gran chorro se desplomó de lleno en mi lengua, los demás cayeron en mi mejilla y comenzaron a escurrirse por mi piel. Más por deseo que por razón comencé a tragar su jugo, lo sentía bajar por mi garganta, caliente y espeso. Miré de reojo a mi hijo y saqué la lengua mostrándole que ya me había tragado lo que tenía en la boca. El morbo era intenso, tremendamente embriagante.

"Mira cuanta leche tenías, dejame que te chupe un poquito más"

Acercó su pene a mi boca y me dejó chuparlo mientras se hacía pequeño de nuevo. Pensar que había vivido toda mi vida con él y no había decidido hacer esto antes... estaba dispuesta a recuperar todo el tiempo perdido de la única forma posible, follando hasta el cansancio.