Soy un sumiso

Relato ficticio

Me pirra estar bajo las órdenes de una mujer de armas tomar, de una auténtica y genuina "femme fatale".

Estar a plena disposición de una mujer, adorarla, servirla... no tiene comparación con ninguna otra cosa.

¿Existe 
mayor placer en este amargado mundo?. Una maravilla de la naturaleza hecha mujer y capacitada sobradamente para disponer de cualquier hombre representa 
la perfección absoluta,
 una obra de arte indiscutible.

La veneración a tal monumento" debería ser de obligado cumplimiento.

De hecho, ¿acaso no esnuestra misión en este mundoel ensalzar y rendir culto al cuerpo femenino?,¿es que el hombre no ha nacido con la misión de adorar y servir a la mujer?,¿en realidad, no son Ellas las que mandan en definitiva?

Incluso, os planteo el retrato ideal de Ama:

(espectacular, arrebatadora, resplandeciente).Qué maravilla ese vestuario de cuero, esas escenas de acción, esa invencibilidad. Una heroína para caerse de espaldas, señores.

¿Qué os parece la súper-mujer vestida con corsé o sujetador negro, bragas negras, ligas, medias o pantys, zapatos de tacón o botas?

Sólo imaginarlo me
pone en el éxtasis absoluto.
¿No haríais casi cualquier cosa con tal de
estar a sus pies, adorándola
 con total entrega?

Es, sin lugar a dudas, impresionante 
esa imagen altiva de las mujeres 
dominantes, con esos puntiagudos 
tacones listos para chupar, que estilizan a
la mujer y que la colocan un palmo 
por encima del suelo terrenal.

Esos 
tacones ya denotan que están 
por encima de nosotros, los presuntos machitos 
de turno que se arrodillan ansiosos 
por ser utilizados para satisfacer sus
deseos erótico-sexuales.

En definitiva, considero que los tacones son una 
suerte de soporte indispensable 
para los fetichistas.

Sus maravillosos pies adoptan 
una forma arqueada cuando calzan 
tales zapatos y, entonces, es imposible 
reprimir el deseo de besar y lamer 
lentamente el empeine, los laterales, los 
talones...

Pero, ¿sabéis lo
que más me excita? Pues, su cara de satisfacción y diversión que adoptan nuestras Diosas cuando estamos sometidos a Ellas. Materializan su infinita superioridad.

Yo, que me siento sumiso, también soy fetichista 100\%. Es posible que ambas condiciones sean inseparables, que estén unidas necesariamente.

Comer bajo la mesa, al lado de sus pies o incluso, comer sobre sus pies.- Ser montado o cabalgado. - Ser pisado con calzado o sin. En definitiva, fetichismo absoluto.

En ocasiones, me premia cogiendo parte de su comida y ofreciéndomela. La coge con su mano y me la da a laboca. Yo, arrodillado, aprovecho para chupar los dedos de la mano de
 mi Ama.

No sé cómo agradecerle todo el tiempo en el que me siento feliz y contento. Su felicidad es mi alegría, al mismo tiempo.

Son juegos fetichistas que me reportan un placer incomparable.

¿Qué conclusión saco de todo esto? Pues que estoy convencido de que la dominación femenina/sumisión masculina no es una desviación, ni una 
perversión, ni una obsesión patológica.

Sencillamente, es una opción tan respetable como cualquier otra.

El erotismo y el sexo es una cuestión muy personal, donde tienen cabida distintas opciones, eligiendo cada uno la que más le guste.

No hay que darle más vueltas ni buscarle posibles frustraciones sexuales ni complejos psicológicos.

Creo que debemos aceptartodas las tendencias (dentro de un límite y de un orden lógico), sin buscar causas ni explicaciones a todo.

Tan sólo es cuestión de gustos, colegas. Haced, simplemente, lo que más os satisfaga.

A veces, he llegado a pensar que todos los hombres llevamos un sumiso dentro, porque... reitero que ¿quién es capaz de no derretirse como un azucarillo ante un monumento femenino provisto de sus incontestables armas de seducción?.

Además, a estas alturas ¿alguien duda de que son Ellas y sólo Ellas las que nos eligen?

Así que, no lo dudéis, y apuntáos a una máxima de obligado cumplimiento: A los pies de Ella.