Soy un sucubo

Elena, una joven desafortunada en el amor, descubre en su cumpleaños de mayoría de edad, que nos es una joven normal y puede cambiar su suerte con los hombres.

Esta saga está inspirada en mitos y religiones, no es una reproducción exacta y la opinión de los personajes no es la del autor.

Voz masculina – esta historia va sobre una joven que descubrió que no era normal. Todo empezó…

Voz femenina - ¡Quita! Esta es mi historia–ruido de objetos metálicos– vaya…creo que me he pasado. Bueno, sigamos: Todo empezó el día de mi decimoctavo cumpleaños, después de mucho rogar a mi amiga Marta que me prestara a su novio ese día, para calmar la excitación que llevaban semanas acosándome.

-Gracias tía, te juro que te compensaré algún día –le dije mientras íbamos a buscar a Daniel,  su novio.

-No ha sido fácil hacer que colaborará, he tenido que prometerle que haría un trío con el y una amiga suya, que es bi - Me aclaro ella disgustada.

¿Pero él no sabe que nunca te liarías con una mujer, porque eres adicta a las pollas? – bromee para animarla.

-Oye, mira quién habla, la salida morbosa –me respondió sonriendo y me dio un ligero empujón.

Continuamos hablando por el camino hasta que llegamos a la casa de Daniel. El cual nos abrió, es un joven de veintidós años con las típicas pintas de macarra y el cuerpo ligeramente musculado.

-Hola nena – le dijo a Marta y le dio un móreo de campeonato mientras la agarraba del culo, sin ninguna vergüenza.

-Reserva algo para esta noche – increpe molesta.

-Tranquila zorrita, con un buen ciego te haré correr en un santiamén.

-No te pases, recuerda el trato – le amenazo mi amiga.

-Siiiii, seré amable y la haré disfrutar todo lo posible –respondió cansado.

-Vale, me voy con unas amigas, ya nos veremos mañana –informo Marta y le volvió a besar.

En cuanto la perdimos de vista, Daniel saco unas llaves y se puso a andar hacia su coche. Yo le seguí y me senté de copiloto.

Condujo en silencio hasta una tienda donde compramos un par de botellas de alcohol fuerte y refrescos para mezclar. Yo solo esperaba que no me vomitara encima mientras me follaba.

Volvimos al coche, puso música y nos dirigimos al motel donde teníamos reservada una noche. No nos dirigimos la palabra en todo el trayecto, yo por los nervios y el por desprecio.

Al aparcar cogimos la compra y entramos en la recepción. Nos atendió un joven, que nos solicito los carnets y nos dio la llave de la habitación 667.

Al entrar yo comprobé que la cama fuera cómoda, para follar en algo duro mejor hacerlo en el campo y ahorrarse los 60€ del motel, pero era muy mullida y olía muy bien. Daniel por otro lado se centró en sacar la bebida y empezar a tomarse las tres primeras copas. “Bien cargadas no vaya a ser que recuerde algo” pensé malhumorada y también me tomé una copa.

Después

se sentó en la cama y me hizo un gesto de que me acercara, yo nerviosa le obedecí y me senté en la cama pero dejando una distancia.

-Elena, tía, o te dejas de timideces o voy a lo rápido – me aviso él.

-Vale vale – conteste rápido, me acerqué a él temblado y le puse una pierna a cada lado. Me bajo las bragas y empezó a acariciarme la vagina, se me escaparon unos gemidos cuando me metió los dos primeros dedos. Me abrí la camisa y quite el sujetador, ocultando el relleno.

-No hace falta que lo ocultes, salta a la vista que usas relleno – comentó aburrido.

Me sonroje avergonzada y lleve una mano temblorosa a su entrepierna y con la otra agarre su nuca. El adivino lo que quería y me comenzó a lamer un pezón, por otra parte yo no notaba ninguna clase de bulto en sus pantalones. «No le excito lo más mínimo» pensé decepcionada, con ropa sabía que no pondría duro ni al más desesperado, pero que no se empalmara mientras me  comía las tetas y me metía dedos en el coño, ya me deprimió. Las caricias de Daniel dejaron de gustarme y me iba a retirar, pero algo despertó en mí. Mi depresión se volvió determinación, «Este no se va sin dejarme agotada», me separe de el brusca y antes de que haga algo le empuje para que se tumbe, le desabroche los pantalones y saque su miembro flácido.

-Elena ¿qué te pasaaa…?– se interrumpe alargando la última sílaba ya que me metí su polla en la boca y comencé a lamérsela con rápidos movimientos de mi lengua. Rápidamente crece su miembro y pase a mover mi cabeza también – joder, Elena, que bien la chupas… ¡me voy a correr!

Aunque hubiera querido no me habría dado tiempo a sacarla, pero yo no quería sacarla. Su semen inundó mi boca y yo lo fui bebiendo con ansia, ya que sentía que llevaba años sedienta y aquello era la bebida más deliciosa del mundo, succione hasta la última gota y me relamí los labios al terminar.

Daniel me miraba con cara asombrada - ¡Que puto morbo! ¿Enserio te lo has tragado todo? Ha Marta le da un asco que flipas.

Sonreí lasciva y me puse en pie para quitarme las bragas, el miro mi vagina con lujuria. Pense «Ya es mío» me puse encima de él, coloque su polla entre mis nalgas y le quite la camisa. Con un dedo recorrí de arriba abajo su torso ligeramente definido, me incline y le bese su cuello, mientras frotaba su miembro con un suave movimiento de mi cadera.

El agarro mi culo con fuerza y lo masajeo – ¡Quiero follarte ya! ¡Quiero reventarte el coño!

Sin mirar, levante mi culo y me ensarte de un solo golpe su dura polla. El dolor de romper mi himen me hizo dar un respingo y quedarme paralizada unos segundos, pero el fuerte dolor se transformó rápidamente en placer y empecé a moverme suavemente.

-Sí que eras virgen, estaba ya empezando a dudarlo –comentó Daniel excitado.

-¡Calla y fóllame duro! – ordene ansiosa de mas placer.

El obedece al instante, se mueve a mi ritmo y lo aumenta progresivamente. Yo empiece a gemir desbocada por el placer y le presione las uñas sobre sus pectorales. El también jadeaba del esfuerzo y la excitación.

-¡Elena! ¡Elena! ¡Me voy a correr! – Grita alarmado - ¡Quita de encima!

-¡Ni se te ocurra! ¡Tienes que llenarme con tu semen! –respondí enfadada, porque desperdiciada mi preciado liquido.

El trata de quitarme pero sorprendentemente mi fuerza es mayor y no lo consigue a tiempo. Se queda quieto mientras riega mis entrañas y yo contraigo y relajo mi vagina. Una sensación de fuerza me llena y me siento completa.

-Elena – escucho al salir de mi trance – Elena, tía, ¿estás bien?

Me di cuenta de que estaba jadeando frenéticamente tirada bocarriba en la cama – como nunca –respondí sonriendo como una loca, me incorpore y me puse a cuatro patas – toca el segundo plato –canturreé y me separe los labios vaginales.

-Pero déjame descansar un poco, no soy una maquina –protesta cansado – no sé que me ha pasado, sentía que perdía las fuerzas –se paso una mano por la cara y se fue al mueble donde dejamos las botellas.

«Pues vaya blandengue» pensé «me acabo de estrenar y no es capaz de llevarme al orgasmo ni de follarme dos veces sin descanso». Vuelve con una copa en cada mano y me ofrece una, estaban muy cargadas, pero para mí era fácil de tragar.

-En la cama pareces otra – me dijo y yo le mire extrañada – normalmente eres muy… mojigata, no luces tu cuerpo, aunque no hay mucho que enseñar, no bebes más de dos copas, ni la chupas a cambio de nada.

Esas palabras me ofendieron de mala manera –vaya gracias por los piropos – dije irónica.

-Perdona, si te ofenden pero es la verdad, hoy en día no  te ligaras a nadie así. Tienes que ser mas lanzada, más dominante, como ahora mientras follabamos–me aconseja.

Me bebí de un golpe lo que me quedaba de cubata y me puse a cuatro patas,  con mi vagina enfrente de el  – enséñame mientras me das duro – pedí y me abrí las nalgas.

El dejo su cubata en la mesilla y se me acerco con su dura polla apuntándome. La froto un poco con mi coño y me ensarto de un golpe, solté un gemido de placer y me puse a mover las caderas, el también empezó a moverse, sacándomela casi entera para volver a empalarme de un fuerte golpe. Poco a poco subíamos la velocidad y yo me inclinaba mas dejando mi culo levantado, mis tetas se frotaban con la cama y me encantaba.

-Dame más duro –le rogué extasiada.

-Sí que eres una puta, recién estrenada y ya pides que te follen fuerte –respondió, pero me la clavaba con más fuerza.

-Así… así, follame todo lo que quieras e inunda mi coño de semen –grite.

Me coge el pelo y me tira de él con una mano, mientras que con la otra me da un brutal azote en el culo.

-Tranquilo, domíname todo lo que quieras, pero no me destroces las nalgas – le dije.

-Perdona, me he emocionado – se disculpo, pero no suelta mi pelo.

Mientras follabamos yo volvía a sentir esa necesidad de sentir su corrida dentro de mí y para acelerar la llegada contraía las paredes de mi vagina.

-¡Joder, que coño tan genial! ¡Me voy a correr otra vez!–grita excitado.

-¡Córrete muy dentro de mí!  ¡Sino no te dejo volver a follarme!  -le amenace deseosa de su leche.

Sin dudar, me la clavo entera y note como salía el líquido de mi deseo. Esta vez sentí como la sensación de fuerza me inunda desde ni vagina al resto de mi cuerpo, pero, después de un rato, se corta de repente y escucho un golpe detrás de mí. Al girarme vi a Daniel tirado en el suelo, parecía débil.

Sonreí maliciosa – Vaya Dani que poca Energía tienes –dije mientras me metía los dedos en la vagina y me frote buscando llegar al orgasmo.

El respiraba agitado y su mirada cuando se enfoco reveló un profundo miedo. Se dio la vuelta, lentamente por el agotamiento, y se fue a buscar su ropa.

-¿Qué crees que haces? ¡Yo no me he corrido! ¡Teníamos un trato! –grite enfadada.

El me miro más asustado - ¡Monstruo! –me llamo y salió corriendo desnudo y sin la ropa.

«Es una presa estúpida si cree que escapara de mi sin que le quite toda su Energía» pensé y me prepare para perseguirle, pero otro pensamiento surgió en mi « ¿”presa” “quitarle la Energía”? ¿Qué me pasa? No tiene sentido» confundida me senté en la cama y la sensación de fuerza me abandono. Un enorme cansancio me abatió, me envolví en las sábanas, calientes y mojadas por sus fluidos mientras follabamos, y me dormí profundamente.

Esa noche, fui perseguida por unas imágenes de mí con alas, cuernos y cola de demonio mientras hacía cosas sexuales con distintas personas y en distintos lugares.

La alarma del móvil me despertó, lo apague medio dormida y al ver la hora me asuste, eran las 11:30, debía de llevar horas soñando. Me levante rápida y me fui directa al baño para ducharme. El cuarto de baño era pequeño pero bien distribuido, me metí en el plato de ducha, abrí el agua caliente, un chorro frío al principio y caliente después me cubrió y me dispuse a limpiarme. Limpio rápido mi entrepierna y trate de sacarme algo del semen que me metió Daniel « ¡Que se corriera dentro! ¡Soy gilipollas, ha ver que hago si quedo embaraza!» pensé enfada conmigo misma, no saque nada y decidí desistir y rezar que no pasara. Subí a mis pechos y me asuste, por algún motivo habían crecido y estaban enormes, pero sin ser demasiado grandes. Me incline para vérmelos bien y algo de mi cabeza golpeo con la pared, me quede extrañada ya que la pared no estaba tan cerca, así que lleve mis manos a mi pelo para comprobar que no hubiera nada. Pero toque no una sino dos protuberancias que tenían una textura dura y áspera, ya asustada salí de la ducha y me mire en el espejo, el susto que me lleve fue el mayor de mi vida, en el espejo no se reflejaba mi rostro exactamente, sino que era yo pero mucho más guapa, con un hermoso busto, figura seductora y con un cola de disfraz de demonio. Lo malo fue que no lo era, ya que los cuernos eran duros y salían de mi piel, las alas brotaban de forma natural de mi espalda y podía sentirlas y la cola que salía de encima de mis nalgas y se movía con vida.

Solté un grito y casi me caí al suelo, pero me agarre a un toallero con fuerza. Al soltarlo este estaba deformado según el contorno de mi mano, me mire la mano aterrada y me alejé de él. Mi cabeza daba vueltas y no lograba pensar en lo que me estaba pasando, de repente me vino el recuerdo de Daniel asustado  y llamándome monstruo «el me vio así, normal que me lo llamará» intente tranquilizarme y de pronto escuche unos golpes en la puerta de la habitación.

-¿Señorita, está todo bien?  Me pareció escuchar un grito- preguntaron.

Me acerque a la puerta desnuda – si si, me ha sorprendido… el… agua fría – logre decir.

-de acuerdo, señorita,  la próxima deje correr un poco el agua – me aconsejo.

-De acuerdo muchas gracias – agradecí apresurada y me vuelvo al baño, cerré el grifo de la ducha y me quede mirándome fijamente en el espejo sin saber qué hacer. Desee poder quitarme esas cosas y volver a ser como antes, por algún motivo se cumplió mi deseo y todos esos cambios empezaron a revertir, las tetas se me fueron haciendo más pequeñas, los cuernos, la cola y las alas igual hasta que desaparecieron, mi cara también cambio y volví a ser igual de fea. Mas aliviada pero igual de asustada, me toque la cara y me volví a examinar, todo estaba bien. Me vestí rápido, recogí la ropa de Daniel, la metí en la mochila y salí corriendo de la habitación, intente bajar por el ascensor, pero estaba en uso y tardaba una eternidad en bajar, así que baje corriendo por las escaleras. Al llegar abajo no me encontré nada cansada y corrí al mostrador, eran las 11:57, y no vi al recepcionista, el cual apareció por el ascensor y al verme sonrío.

-Buenos días, señorita, ¿en qué puedo ayudarla? – me pregunto amable.

-Quiero informar de que ya está libre la habitación 667 – le informe. El gesto de su cara de que algo le extrañaba - ¿hay algún problema? He llegado antes de las doce.

-Si si, tranquila, es solo que creo que acabo de hablar con usted sobre el grito de dio por el agua fría –me explico - Debe ser usted muy rápida para bajar seis pisos en un minuto.

-Si… sí, soy rápida –dije poco convencida, pero él lo acepto y se puso a teclear en el ordenador.

-Bueno, pues ya está todo, si no le importa le hemos enviado un correo que contiene un enlace para que evalúe nuestros servicios –me comento sonriendo y me recogió la llave – Que tenga un buen día y esperamos volver a verla.

-Adiós –me despedí y salí del motel. Me encaminé hacia la parada de autobús y espere al mío.

Llegue a mi casa a las 13:49 y solo estaba mi hermano echándose una de sus típicas partidas de Lol.

-Mario, ¿Dónde están papá y mamá? – le pregunte.

-Han ido a buscar al cura, ¿no recuerdas que hoy venia a comer? – me explico molesto.

-¿Ya estás jugando con esa chica? Te vuelves un desagradable cuando juegas con ella – le pregunte ya que mi hermano está obsesionado con alguien que usa el nick de “Nerdalye”.

-Sí, ya sabes que tengo que hacerlo bien para llamar su atención y me suba a oro –responde concentrado.

Aprovechando que estaba concentrado me acerco despacio y lentamente llevo mis manos a sus costados. Sonrió maliciosa y comienzo a hacerle cosquillas sobre la ropa. El soltó un grito de sorpresa, pero fue seguido por su risa. Intento retorcerse para librarse y suplicaba que parara, pero yo hice caso omiso a sus peticiones.

Pare un rato después, pero el seguís riéndose – ¡eres mala!

Con una sonrisa le contesté – es mi labor como hermana – le revolución el pelo y salí de su habitación. Fui a la cocina y me prepare un bocadillo ya que estaba hambrienta y me encamine a mi cuarto, donde cerré la puerta y encendí el ordenador. Mientras arrancaba mire el móvil y vi que tenía un mensaje de Marta «Elena, ¿Qué tal te ha ido? ¿No ha sido muy distante?», le respondí «Esta tarde te cuento», me senté en la silla y desbloquee mi usuario. Conecte mis cascos al ordenador, puse algo de música celta para relajarme y me recline en mi silla con los ojos cerrados. No tardaron en venir a mi mente las imágenes mías con aquellas cosas de demonio, las alas de murciélago con ese un pequeño gancho en la articulación, la larga cola acabada en punta de flecha y los grandes cuernos que apuntaban hacia adelante pegados a mi cabeza. También vinieron a mí los recuerdos y las sensaciones del sexo, lo que hizo que mi cuerpo se calentara y notara ya húmeda mi vagina.

-¡Elena! –me gritaron mientras me quitaban un casco, asustándome.

Di un salto en la silla y me quite los casco – ¡¿Qué pasa?!

Mi madre me miraba molesta - ¿Qué horas son estas para venir?

-Perdona, nos quedamos dormidas en su casa – me justifique.

-Santo dios, el padre Antonio ya está aquí y tu vestida con estas pintas –me recriminó – vístete rápido y ve al salón a saludar.

La obsesión de mis padres por la perfección siempre me molesto, el cura es amigo de mis padres desde hace que eran pequeños y es un hombre muy campechano, pero mis padres me obligan a vestir la ropa más formal que tengo. De cualquier modo me cambie de ropa y, al bajarme el pantaloncito, descubrí lo mojadas que tenia las bragas, así que me las cambien también. Me decanté por un vestido de una pieza que me gustaba por su comodidad y salí de la habitación para encontrarme con mi familia.

Mis padres estaban sentados en un sofá y el padre Antonio en el otro.

-Buenas, padre –salude alegre.

-Hola Elena, estas muy guapa – me dijo su típico elogio, para que me sintiera bien con mi aspecto.

-Padre, por favor, recuerde que está comprometido con Dios –solté yo.

El se rio, se levantó y me dio un beso en cada mejilla, los cuales respondí de igual forma y lugar y nos sentamos.

Las conversaciones que siguiera fueron aburridas, ya que no tocaron el tema en que yo quería informarme “Demonios y posesiones”, luego no paso nada hasta que me fui por la tarde y me encontré con Marta.

-Hola –dije yo incomoda, pues no sabía si ella había hablado con Daniel.

-Hola – me responde y nos quedamos en silencio.

La tensión se podría cortar con un cuchillo – Marta… yo… siento haberte pedido lo de Daniel, a sido una gilipollez por mi parte y ahora me arrepiento de hacértelo pedido.

Ella sacude la cabeza – no si te entiendo, yo también hay veces que me tiraría al que sea. ¿Al menos lo disfrutaste?

-Pues no sé qué decirte, estaba bien mientras lo hacíamos, pero yo no llegue a… - me sonroje y desvié la mirada, me costaba admitir que su novio no consiguió hacer tener un orgasmo a una virgen.

-¿no te hizo córrete? – me pregunto,  yo sin poder mirarla afirme con la cabeza, con un grito de alegría, me abrazo - ¡Muchas gracias!

-¿Qué te pasa? – pregunte confundida.

-¡No tengo que cumplir mi parte! Te quiero -me dijo y me empezó a dar besos en las mejillas.

-¡Para, para! – grite entre risas y la separé de mi - ¿Por qué no tienes que cumplirlo?

-El trato que era que te hiciera correrte una vez al menos, pero si no tuviste un orgasmo se rompe – me explico y me abrazo fuerte – te adoro, tía.

-Vale, vale, que me apastas las tetas –bromee y la toque el codo.

-¡Ay! –exclamó y me lo retiro. Al ver mi cara desconcertada me dijo – perdona, es que anoche me caí de la cama y me di un fuerte golpe.

-Te he dicho mil veces que te pongas barreras en la cama, que das muchas vueltas – la pique amistosa.

-A ti te molesta que te diera aquel tetazo en la cara mientras dormíamos –replico ella sonriendo pícara.

Yo la di un golpe suave en los pechos y las dos nos reímos felices como hacía un tiempo que no lo estábamos. Pero mi felicidad era algo efímera ya que se avecinaba una tormenta de descubrimientos que volvería mi vida patas arriba.

Continuara…