¿Soy un monstruo?
La hermana de su pareja es una chica descarada, dispuesta a romper la felicidad de su familia si con ello consigue lo que quiere.
Nuria (33 años) llevaba varios casi tres años sin pareja, yo desconocía si se había tenido relaciones cortas durante ese tiempo, pero si sabía que no había tenido nada serio.
Nuria era la hermana mayor de mi pareja, Sofía (29 años). A menudo Sofía invitaba a Nuria a pasar un día con nosotros, para ir a la playa, piscina, al campo o simplemente tomar algo en casa mientras jugábamos a algo. Aquel sábado por la tarde, Nuria vino a casa a jugar a VIRUS , un juego de cartas con un nombre muy irónico en la situación de pandemia que vivimos. Habíamos comprado unas cervezas artesanales para probarlas, con una graduación de alcohol bastante alta.
La tarde transcurrió entre risas, cerveza y algo de picoteo. Al llegar la noche Sofía y Nuria estaban un poco borrachas. A mí me tocaba llevar a Nuria a casa así que tan solo bebí dos cervezas y después de eso refrescos.
La conversación en el coche fue agradable, sobre quien ganó más o perdió en las partidas. Nuria vivía en una casa con un patio de altos muros, una tenue luz en el patio se encendió al entrar, mientras acabábamos la conversación Nuria se sentó en el escalón de la puerta interior y yo me apoyé en la puerta del patio. Mientras charlábamos, Nuria recogió una de sus piernas para sentarse encima de ella, levantando la falda que llevaba dejando a la vista su ropa interior. No pude evitar mirar.
- Nuria, la falda, que se te ve todo mujer jajaja
- Son solo mis bragas – Dijo arqueando una ceja – No es para tanto, además está muy oscuro como para que se vea.
- Bueno… yo diría que si se ve… Por suerte llevas las bragas sí.
Hubo unos segundos de silencio incómodo, miré el móvil como diciendo “es tarde” y vi de reojo que Nuria se levantaba. Pero para mi asombro, se quitó las bragas por debajo de la falda y se volvió a sentar, mirándome fijamente.
Se sentó como estaba antes, dejando parcialmente al descubierto su entrepierna. Sin darme cuenta, tenía la vista fija en ella.
- Si le haces una foto te durará más… - Dijo Nuria como si nada.
No supe que decir, la miré a la cara y ella me sonrió, pero fue una sonrisa de chica mala, de esas que solo sonríen con la mitad de la boca. Entonces subió su falda un poco más, dejando que la luz del patio mostrase al completo su entrepierna. Mi polla estaba dura y ella lo sabía. Nuria miró mi abultado pantalón e hizo un gesto con la cabeza, como diciendo “adelante”.
Inconscientemente saqué mi polla y la dejé ahí, dura, a la vista. La vi sonreír y humedecerse los labios, bajó su mano y comenzó a acariciar su coño suavemente mientras miraba mi polla. Hice lo mismo, agarré mi polla y comencé a acariciarla suavemente. Aquello era una locura.
Nuria enterró uno de sus dedos dentro de su coño y exhaló un suspiro. Comencé a masturbarme más rápido, ella arqueo su espalda mientras se tocaba cada vez más rápido también. Echó la cabeza hacia atrás, se mordió el labio y cerró las piernas mientras seguía tocándose. Mi polla estaba chorreando y sin aviso previo comencé a echar toda la leche. Salió disparada hacia donde estaba ella, como si quisiera alcanzarla. Pero apenas llegó al primer escalón.
Me quedé con la respiración entrecortada, mirándola. Ella se levantó, recogió sus bragas dejando que viese su culo y sus piernas mojadas, me miró y entró a su casa.
Aquella noche, al llegar a casa, Sofía estaba en la ducha, entré con ella y follamos como locos. Pero yo pensé en Nuria.
Me sentía como un monstruo.