Soy un caballero y cumplo lo que prometo (6)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(6-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Llegamos en cinco minutos y la metieron en una de las habitaciones de curas. Nunca dejó que la dejaran sola y mi mano parecía una extensión de la suya. No le importó que le hicieran la cura desnuda como estaba y delante de mí, puesto que se lo había visto ya todo. Le dieron unas cremas por todo el cuerpo. Luego unos calmantes y unos días de descanso absoluto y nada de sexo. Sí, nada de sexo durante unos días. Joder.

Antes de irme tuve que dar los datos de la paciente. Resultó tener la doble nacionalidad. Vaya, una china española o una española china. Eso importaba una mierda. Una vez medicada, nos informó el médico que las quemaduras eran superficiales y pronto desaparecerían con los días o semanas, que no debía preocuparse mientras se diera las cremas. Su marido, o sea yo, debía de extendérselas con sumo cuidado por toda su piel abrazada. Les dimos las gracias y sin siquiera poder vestirse, nos devolvieron en otra ambulancia a casa, con tan solo la sábana de rigor.

Ya en casa, la bajaron de la camilla y después de mil gracias a los enfermeros, se fueron y la llevé desnuda a su cama, después de apartar la ingente metralla femenina que allí había.

. - parece que vas a pasar unos días a mi cuidado, niña oriental.

. - ¿no te molesta?

. - para nada. Además, ¿tú sabes lo que disfrutaré dándote masajes por todo el cuerpo con mis manos?, no está pago, créeme.

. - acuérdate, con suavidad.

. - oh, sí, muy suave. Ahora de verdad, ¿cómo te sientes?

. - como si me hubiese abrasado viva en el baño.

. - ¿cómo diablos se te engancharon los pelos en el soporte de la pared?

. - eso quisiera yo saberlo –dijo tocándose el cuero cabelludo- ¿me has dejado calva?

. - déjame ver –la observé y respondí- no, para nada. Con un injerto de pelo, quedarás como nueva-.

. - mira que te doy…

. - mujer, no estás para modelos de peinados, pero si uno no se fija, ni nos damos cuenta. Tienes una buena mata de pelo que lo ocultará hasta que vuelva a crecer. Por cierto, ¿tienes hambre?

. - la verdad es que sí. Me comería una vaca entera. Ni siquiera probé el plátano.

. - sí, el plátano, menudo cuento. ¿A que es un consolador vegetal para las noches frías?

. - vale, me has cogido. Es mi mejor amigo por las noches solitarias.

. - ya lo sabía yo, no soy yo nada cogiendo a mentirosillas como tú.

. - oye, ¿qué me vas hacer para comer?

. - bueno, había pensado hacer una tortilla.

. - ah, muy bien, a mí me gusta con cebolla y con…

. - para, para, para. La tortilla es para los dos, no pienso hacer dos tortillas y a mí la cebolla, ni en pintura. Solo le pondré papas, huevos, ajo, perejil y sal y para de contar. Por cierto, que no tenemos nada de nada en la despensa.

. - es verdad. ¿Y entonces?

. - pues entonces tendré que salir y dejarte sola. ¿Podrás quedarte sola el tiempo que tarde en ir y traer algo del súper?

. - claro, no soy una niña, ¿o no te has dado cuenta? –dijo apartando la sábana y enseñándome su cuerpo serrano-.

. - no, creo que una niña no eres, precisamente. Vale. Lo que voy a hacer es darme una ducha rápida e ir al súper. Ya mañana o pasado compraremos el resto de cosas que necesitemos para el día a día, ¿no te parece?

. - ¿cómo es que siempre me consultas las cosas?, no es normal en un chico.

. - pues la verdad, no lo sé. Siempre he sido así desde que tengo uso de la razón. Entonces voy a ducharme. Te dejo. Será mejor que eches un sueño, si puedes, con los dolores.

. - no sé si podré. Me arde la piel pese a los calmantes.

. - claro, casi te asas a la parrilla en el baño. Hasta a mí me dolería. No te muevas de donde estás –dije y le di un beso en la frente-.

. - como si pudiera moverme –oí que decía al salir, sonreí, buena chica-.

Cuando regresé del súper, traía lo de la tortilla y también para hacer una comida decente al día siguiente, lentejas. Me pasé por la habitación y dormía. Le subí la sábana, pues tenía ambos pechos fuera y no quería que cogieran frío. Salí y me puse a preparar la tortilla. Cuando la puse en el plato, olía a gloria. Como me ponía la tortilla llena de perejil. Le ponía tanta, que casi era verde toda ella. La repartí entre dos platos. Cogí una bandeja grande y puse allí las dos mitades, dos refrescos, pan y los tenedores. Seguía durmiendo, así que puse la bandeja sobre una silla y la desperté moviéndola un poco.

. - Jenny, querida. Despierta. Jenny, Jenny.

. - ah, ¿ya está la cena?

. - sí, ¿puedes ponerte sentada?, así no se te caerá la bandeja.

. - ayúdame, por favor.

La ayudé y la sábana se quedó por el camino. Se la subí y le tapé los pechos.

. - gracias, pero no te preocupes tanto por mis pechos.

. - debo hacerlo, no soy de piedra.

. - entiendo. Veamos cómo está esta tortilla tan rara tuya.

Le puse la bandeja y quité mi tortilla, mi refresco, pan y tenedor. Luego me senté en la silla. Jenny cogió un trozo y la probó. No parecía muy convencida.

. - ¿tortilla verde?

. - es el perejil, me gusta echarle cantidad.

. - pues vamos a estar varios días con olor a perejil.

. - no me disgusta. Me recuerda a casa.

. - ¿la añoras?

. - no, mujer, pero el olor de la tortilla de perejil me retrotrae a cuando mamá me las hacía. Ya hace tiempo que no las hace, aunque a mí nunca se me ha olvidado que es uno de mis placeres favoritos, después del sexo, claro.

. - sí, claro. El sexo. Buena cosa, el sexo.

. - ¿no serás virgen?

. - ¿virgen yo a mis 19 años?, qué va. Está buena tu tortilla –dijo para cambiar de tema-.

La cena fue despachada y volví a ayudarla a acostarse. Me llevé la bandeja y limpié la cocina. Luego volví con ella.

Volvía a estar dormida y la volví a subir y cubrir sus bellos pechos. Ya era tarde y tenía también sueño, pero no podía dejarla sola esta noche, al menos, no fuera que se despertara y tuviera dolores, así que decidí acostarme a su lado, no en la cama, que con el simple rose, le dolería el cuerpo, sino en el suelo. Me traería mantas y almohada y allí me acostaría. Esperaba que no me visitara ningún vecino roedor o de la familia de las putas cucarachas. Les tenía asco a ambas.

A eso de las tres de la mañana sentí que me zarandeaban. En la oscuridad noté que era una mano y supuse que de la chinita.

. - ¿qué te ocurre, niña?

. - necesito ir al baño, me olvidé ir antes de quedarme dormida-.

. - espera que enciendo la luz.

Cuando la luz se hizo, casi me da algo.

. - la ostia puta, niña. Estás sangrando –dije al ver la sábana manchada de sangre, la aparté y creí, aunque no estaba seguro, que era sangre menstrual-.

. - Dios, la puta regla y yo sin nada para evitar manchar.

. - Jenny, no te pongas nerviosa. Son cosas que pasan y no es nada del otro mundo. Lo más, tendremos que tirar esas sábanas y nada más.

. - soy una idiota –dijo con lágrimas en los ojos-.

. - no, para nada. Eres una chica muy valiente. Si yo me hubiese quemado como tú, estaría dando gritos aún y tú, nada de nada. Eres más fuerte que yo. Lo de la regla lo solucionamos enseguida y lo de orinar, también.

Sabía lo que pesaba, pero también sabía que podía con ella, pues no era la primera vez que llevaba una chica gordita en brazos, aunque las otras veces era para clavarle la polla en toda la vagina, pero eso ahora no venía a cuento. La cogí en brazos y la llevé al baño. La deposité en la vasija y dejé que hiciera sus necesidades. Luego la ayudé a levantarse y ella misma se limpió. Después la ayudé a entrar en la puta bañera. Fue mirar el soporte y echarse a llorar.

. - no te preocupes, mañana lo arrancaré de cuajo de la pared.

. - te has manchado con mi sangre.

. - mierda, mis mejores mini-pantalones. Bueno, ¿qué se le va a hacer?, ya me compraré otros.

. - lo siento, soy una desgracia para ti. Solo te doy problemas, que si urgencias, que si tienes que alimentarme como una niña chica, que si me desangro y encima te echo a perder tus mejores pantalones de dormir.

. - no seas tonta. No me molesta ayudarte. Solo espero que tu hagas por mí lo que yo por ti.

. - sí, por supuesto. No te preocupes por eso. Yo te cuidaré cuando tú estés enfermo, puedes confiar en mí.

. - lo sé, niña. Lo sé –y le di un beso en la frente-.

. - ¿por qué no me los das un poco más abajo?

. - sin comentario.

. - ya, ¿por ser gorda y encima oriental?

. - pero serás tonta... –volví a besarla, esta vez en la nariz y por dos veces- ¿contenta?

. - no decía ahí, pero de momento está bien. Ahora debo limpiarme la sangre.

. - sí, lo sé. Por eso te metí en la bañera. No te pongas nerviosa. Lo de la otra vez no volverá a pasar. Yo estoy aquí para impedirlo, ¿de acuerdo, niña?

. - gracias. Pero no puedes seguir con esos pantalones con sangre. Quítatelos y límpiate tú también.

. - ¿los dos juntos y desnudos?

. - ¿me vas a violar?

. - mujer, ¿cómo puedes pensar eso de mí?

. - no me hagas caso, claro que no. Anda, desnúdate, así tendré algo que mirar mientras me limpio.

. - serás guarrilla..., vale, pero no mires mucho o te quedarás bizca, porque ahora mismo sí que estoy empalmado y no me preguntes por qué.

. - vale. Veámosla.

. - serás cabrona…

Me desnudé rápido, pues solo llevaba el pantaloncito y nada más, ni camiseta, ni calzoncillos, pues me gustaba dormir desnudo y me había puesto el pantaloncito, no solo porque hacía un frío que helaba las pelotas, sino por deferencia a ella.

. - la leche. Así me gustan a mí, bien gordas.

. - oye, que no estamos para eso ahora. Que son más de las tres de la mañana.

. - para disfrutar siempre es hora.

. - bueno, ¿te vas a limpiar o qué? –dije limpiándome la sangre que había manchado mi estómago-.

Ella se limpió su vagina con delicadeza. Cuando no salió más sangre de allí abajo, se dio por contenta.

. - ahora llévame a la cama. Tienes que ayudarme a ponerme el tampón y una compresa, bragas incluidas.

. - ¿todo eso?, joder con las tías y sus putas menstruaciones.

. - pues bien que os dais gusto con nosotras.

. - serás cabrona, ni que vosotras no disfrutarais tanto o más que nosotros. Oye, a tu cama no podrás ir. Mejor en la mía, recuerda cómo está la tuya.

. - mierda, es verdad. Vale, gracias por dejarme tu cama. Puedes dormir conmigo si quieres.

. - no, que, si te roso, pondrás el grito en el cielo.

. - ¿a qué te refieres?

. - pero que mente más calenturienta tienes. Me refiero a que con lo quemada que estás, si te roso, te dolerá el cuerpo y no vas a dormir ni tú, ni yo.

. - ah, era eso. Sí, claro. Qué tonta soy.

. - eso no te lo crees ni tú. Tú no corres, vuelas. ¿Lista para tele transportarte a mi dormitorio?

. - lista, capitán. No recuerdo como era su nombre.

. – a estas horas, ni yo tampoco.

Cogí a Jenny y la llevé a mi cama. Una vez allí, la deposité con cuidado. Antes, ella apartó la manta y solo quedaron las sábanas. Aparté una y allí sobre la otra la deposité.

. - ¿y donde dices que están todas esas cosas guarras que os ponéis en las partes bajas?

. - en mi bolso hay de todo. Ya sabes, como en botica.

. - ya, como en botica –salí refunfuñando, ella reía-.

Le llevé la bolsa con sus cosas y se la di en las manos.

. - oye, ¿no tenías que darme la crema por todo el cuerpo?

. - ¿no era cada ocho horas?

. - no, el primer día cada cuatro horas y el segundo y demás días, cada ocho horas.

. - ¿estás segura?, yo no oí nada de eso. Cada ocho horas dijo el médico cubano.

. - tu hazme caso a mí. Anda, sóbame bien, pero suavemente.

. - sí, suavemente, que me estás matando..., ¿dónde está la crema que nos dio el medico?

. - tú sabrás. ¿Dónde pusiste la bolsa con la ropa y zapatos que llevaste?

. - mierda, eso digo yo. Joder, la dejé en la ambulancia que nos trajo.

. - valiente enfermera estás hecha.

. - oye, en todo caso, enfermero, que somos unos cuantos, pocos, pero honrados. Y en cuanto a la crema, se jodió. Ya te la daré mañana cuando compre más en la farmacia.

. - ¿sin receta médica?, ja, tendrás que llamar al 112 y preguntar dónde está mi bolsa con mi ropa y mi crema.

. - pero tía, ¿a esta hora de la noche?, ni hablar.

. - anda, porfa… no te hagas de rogar. Me está doliendo de veras.

. - ¿me estás diciendo la verdad o te quieres quedar conmigo?

. - verdad de la buena.

. - ¿y qué pasa con las pastillas que te dio?, tómatelas otra vez.

. - no, que esas son cada 8 horas.

. - mierda, tía. No me hagas esto, que me estoy cayendo de sueño.

. - porfa…, porfa….

. - será posible. La madre que te parió. Vale, coño, veré que me dicen los del 112.

Cogí aire y me serené. No tenía ganas de salir a buscar un puto tubo de crema. Cogí el móvil y llamé de nuevo. En resumidas cuentas, allí no sabían una mierda, como si no lo viera venir. Me pasaron con urgencias donde estuvimos y allí el de la ambulancia estaba fuera. Le llamaron y voilá, la puta bolsa estaba en la parte delantera, bajo el sillón. ¿Que si podían traérmela?, como no. Fin del mensaje. Media hora larga después tocaron en la puerta. Les di mil gracias y les hubiera comido el morro si fueran maricas. Me ahorraron un largo viaje en busca de la crema perdida. Cuando llegué triunfal con mi crema en las manos, va la tía y se queda dormida. La madre que la parió. Solo la visión de su cuerpo desnudo me calmó un poco, pues estaba para comérmela.

La tapé y fui en busca de la ropa que había dejado en el suelo de su habitación. Me tendí y quedé grogui de inmediato. Por la mañana temprano llegó Isaac con un chico guapísimo, con unas plumas de pavo real. Vamos, que estaba buenísimo. Entraron ambos, el chico con un par de maletas y un bolso al cuello, cruzándolo.

. - Salvador ya debe estar por aquí. Voy a ver si está durmiendo.

. - ¿cuál es mi habitación?

. - la tercera, pero espera un momento…

Ni momento, ni ostias. El guapo bujarra se fue con maletas y todo a la tercera habitación. El grito que soltó nos despertó a Jenny y a mí.

. - la cama está llena de sangre. Han matado a alguien. Yo me voy de aquí.

. - pero espera, mujer…

Pero la “mujer” ya estaba trasponiendo por la puerta y dando un portazo, desapareció de la vista de un nervioso Isaac. Fue corriendo a la tercera habitación y cuando vio la sangre, soltó un taco.

. - la ostia puta. ¿Qué ha pasado aquí?

. - Isaac, ¿eres tú?

. - sí, ¿qué ha pasado aquí? –repitió- ¿A quién has matado? –dijo llegando hasta mi habitación. Cuando se encontró con el panorama de la chinita en la cama, tetas afuera y a mí, recién despertado en una cama provisional en el suelo, casi vuelve a soltar otro taco-.

. - ¿qué pasa aquí, Salvador?

. – primero, buenos días, ¿no te parece?

. – perdona. Buenos días.

. - eso está mejor –dije abriendo los brazos y estirándome-.

Vi que Jenny seguía con los pechos fuera y se los guardé bajo la almohada que le puse delante. Ella, como si viera llover.

. - te presento a Joan Chen.

. - Jenny, Jenny Chen, pesado.

. - eso mismo, Jenny Chen, nuestra nueva compañera en la casa. Punto.

. - de punto, nada. ¿La sangre de la cama de la habitación tercera?

. - eso lo dejo para que ella te haga una breve explicación y demás andanzas de anoche, que yo me voy al baño. Jenny, ponlo al día, please.

Me di una ducha, me afeité y regresé a mi cuarto. Ellos seguían dale que te dale. Allí mismo, junto al armario donde tenía la ropa, me dejé caer la toalla que cubría mis vergüenzas y como si tal cosa, me vestí, ante la mirada sonriente de Jenny y de extrañeza y por qué no, de admiración al verme la polla como la tenía, como la de un caballo y no es por presumir, que también, joder.

. - bueno, Isaac, ¿te has enterado meridianamente de lo que me hizo sufrir ésta, anoche?

. - sí, meridianamente. Vaya nochecita tuvisteis. Una pregunta, Salvador. ¿Cómo no me dijiste que traías a alguien para ocupar la tercera habitación?

. - quedamos que cada uno buscaría por si encontraba alguien para bajar los gastos de cada uno, pues la amiga Joan me llamó y quedamos en la puerta de la casa y listo.

. - yo vine hoy con un amigo para ocuparla.

. - pues mala suerte para tu amigo. Ella llegó antes y el primero es quien gana. ¿Dónde está tu amigo?

. - salió dando un portazo cuando vio la sangre en la cama, que según me ha dicho Jenny, es suya.

. - pues ya lo sabes todo. Ahora, si no te importa, sal un momento, voy a darle a la amiga unas friegas para sus quemaduras de la ducha.

. - sí, claro. Os dejo solos.

. - gracias, Isaac. -dijo Jenny-.

. - de nada, de nada –salió y cerró tras él.

. - estarás contenta, anoche tanta tabarra para la crema y te quedas dormida.

. - lo siento, lo hice sin querer.

. - solo faltaba que lo hubieras hecho adrede. Anda, ahora sí, destápate toda.

. - sí, señor capitán.

. - Jenny, Jenny, no me toques los cataplines.

. - ¿a qué te gustaría?

. - tu sigue, que te aostio.

Jenny se echó a reír. Se tendió y se dio la vuelta. Luego se abrió de piernas.

La crema resbalaba por todo su cuerpo. Cuando estaba en partes delicadas, oía como su respiración se aceleraba cantidad. Su nalgar era impresionante y me perdía allí. También entre las dos nalgas, para bajar y sobar, como ella había dicho, su comienzo de la vagina, para luego bajar piernas abajo, interior y exterior.

. - por aquí ya está, date la vuelta, please.

Ella se giró y toda su anatomía vibró un segundo cortísimo. Mi mano se deslizaba por sus pechos a cámara lenta, como también lo hacía por su cara, frente, cuello y bajando de nuevo a sus mamas por su parte inferior. Luego sus brazos, los dos.

. - ¿te hago daño?

. - no, pero tengo que decirte un secretito.

. - tú dirás.

. - he tenido varios orgasmos.

. - bueno, son cosas que pasan –dije sonriendo-.

. - me los has producido tú –dijo mirándome a los ojos-.

. - también lo sé.

Bajé hasta el ombligo y alrededores, luego a sus piernas, para subir por su parte interna. Tembló. Continué hacia su vagina, donde jugué alrededor de ella, sin meterle un solo dedo allí, no me atrevía todavía.

. – lista, Joan.

. - gracias, Salvador. Podías haber profundizado un poco más y no lo has hecho.

. - te refieres a… -dije mirándole la vagina-.

. - sí. Solo por eso, para ti me llamaré Joan, pues veo que te gusta esa actriz china, Joan Chen.

. - esta buenísima, pese a que ya tiene sus años.

. - sí, es verdad. Es muy bella.

. - tú te pareces un poco a ella. Sobre todo, en la nariz respingona, mi Joan Chen –y le puse crema en la punta de la nariz- ¿qué sueles desayunar?

. - un vaso de leche desnatada es suficiente.

. - tendré que ir al súper otra vez, no traje leche anoche.

. - será mejor que te apunte algunas cosas o vas a estar todo el día yendo y viniendo del súper. Solo será para estos primeros días, luego ya haremos una compra más completa, ¿te parece?

. - buena idea. Voy a buscarte las pastillas, un vaso de agua y lápiz y papel. No te vayas de aquí.

. - no me moveré, te lo prometo.

. - no estaría yo muy seguro de ello. Contigo no se sabe lo próximo que vas a hacer para joderme el día.

. - pero si soy buena chica -sonrió-.

. - ja, eso no te lo crees ni tú.

Salí y regresé con lo que dije. Ella se tomó las pastillas y luego me anotó lo que necesitaba.

. - antes de que te vayas, necesito ir al baño. Orinar y cambiarme el tampón.

. - vaya, el puto tampón.

. - ¿te da repelús? –preguntó-.

. - esa no es la palabra, más bien…, déjalo. ¿Te pones algo por encima?, puede estar Isaac fuera.

. - ¿no te has dado cuenta?

. - ¿de qué?

. - le van los tíos. ¿No te fijaste como te miraba el pene antes?

. - ¿y qué?, a mí me van los tíos y las tías. Cada uno es como es. ¿A ti qué te va?, ¿los tíos o las tías?

. - a mí, los tíos como tú, que tengan una buena tranca.

. - gracias por lo que me toca, pero yo creo que tu…, lo dejo ahí.

. - que yo, ¿qué?

. - que hablas de esa manera tan rara porque eres virgen y quieres aparentar algo que no eres y no es malo ser virgen, créeme. Cada cual tiene la opción de ser lo que sea, mientras no joda al prójimo, ya me entiendes.

. – entonces, eres bisexual.

. - déjalo estar. Entonces ¿no te tapo?

. - no hace falta.

. - okey.

La cogí en brazos y pasé por delante de Isaac que se nos quedó mirando. Ya en el baño, se cambió el tampón y orinó lo que le dio la gana. Luego nuevo tampón y otra vez a mi habitación.

. - ¿prefieres quedarte en la cama o te pones algo y te sientas en el salón?

. - si me traes un camisón te lo agradecería. Así dejaría la cama, que cansa.

Se lo traje y le ayudé a ponérselo. Luego la llevé en brazos al sofá más mullido y la dejé allí. Salí y estuve un rato en el súper, cuando regresé me encontré a tres orientales hablando con Joan, la antigua Jenny.

. - mira, mamá. Este chico es Salvador, la persona que me ha ayudado en todo.

Aun con las bolsas del supermercado en la mano, se me acercaron los tres. Supuse que eran los padres y una hermana pelirroja chinita de un año menos que la Joan.

. - mi familia le está sumamente agradecido que atendiera tan bien a nuestra hijita Jenny.

. - no ha sido nada –dije y puse en el suelo las bolsas, pues lo próximo, fueron besos de los tres en ambos carrillos, seis besos en total-.

Eran gente afable aquella familia de Joan, pero no me parecieron pobres, ni mucho menos. El viejo tenía un peluco, o séase, un reloj, que era una pasada. Valía lo que un cochazo y la madre lucía cadenas y pulseras que seguro sería un buen botín para los rateros. En cuanto a la chica, era súper tímida y apenas me miraba a los ojos. No era gorda, al contrario, más bien flaca y con unos pechitos que me recordaron a los de Fati cuando comenzaba a mamárselos. Cuando se iban, más besos, seis más, más otros seis para Jenny. Sí, era muy besucona aquella familia. Una vez se fueron, respiré hondo, pues imponía aquella familia de ricachones con sus joyas y modales. Llevé las cosas a la despensa y en silencio, vacié leche para llenar un vaso, que le llevé a Joan. Ella cogió el vaso y me miró.

. - lo siento.

. - ya lo puedes sentir –dije y regresé a la cocina-.

Isaac estaba a su lado y le picó la curiosidad.

. - oye ¿y por qué dices que lo sientes, Jenny?

. - llámame Joan, como Salvador. Lo de que lo siento es porque mentí a Salvador.

. - ¿en qué?

. - le dije que era más pobre que las ratas y ya has visto, soy de familia rica, muy rica.

. - ¿y por qué le dijiste tal cosa?

. - no quiero que me traten como una niña de la alta sociedad, que solo compra en la zona alta. Estoy harta de que me traten como lo que no soy.

. - como ¿el qué?, ¿cómo una mentirosa? –salté desde la cocina-.

. - no, como una niña rica, tonta y presumida, que solo sabe pintarse las uñas.

. - pues eso si lo has conseguido. Has conseguido reírte de un idiota que se volvía loco por cuidarte, cuando con una simple llamada te hubiesen llevado al mejor hospital privado de la ciudad y curarte mejor que con una simple crema y unas pastillas. Lo que me ha extrañado aún más es que tu familia no te haya sacado de aquí y llevado a un hospital.

. - sé que estás dolido, pero nunca he querido reírme de ti y de tus cuidados. En cuanto a lo del hospital, les dije que no, que aquí estaba bien cuidada y atendida. Ahora, si no deseas seguir cuidando de mí, los llamo y me llevarán a un hospital.

. - yo no dejo a nadie en la estacada, seguiré cuidándote hasta que te valgas por ti misma, luego buscaré otra casa donde vivir. Eso es lo que haré.

. - veo que estás dolido de verdad. Lo siento mucho Salvador. Perdóname si te he ofendido tanto que no quieres ni verme. No te preocupes, seré yo quien se vaya, tú estabas aquí antes.

. - chicos, chicos. Estáis sacando ambos esto de madre. Ha estado mal que le mintieras, Joan, pero no tanto para que te pongas así, Salvador. No te he tratado apenas, pero solo con lo que hiciste con Joan ayudándola cuando lo necesitaba, sé que eres una bella persona y no debes tomarte lo de mentirte de Joan como una ofensa tan grave, que no lo ha sido. Daos la mano y aquí paz y en el cielo gloria.

No me moví de la cocina. Joan vio que no cedería y unas lágrimas brotaron de sus marrones ojos.

. - no llores, mujer. ¿Lo ves?, ya la has hecho llorar.

. - ¿yo?

. - sí, tú. Acércate, hombre. ¿No ves lo buena que está esta chica?

. - pero ¿tú qué sabes?, ella dice que te gustan los tíos.

. - pues me caló mejor que tú. Sí, me gustan los tíos. Tíos como tú, por ejemplo. Fue verte el pene todo empalmado y empalmar yo de golpe.

. - oye, oye, ¿cómo hemos pasado de hablar de Joan, a hablar de pollas?

. - me he dejado llevar y claro…

. - sois tal para cual, una mentirosa compulsiva y un… y un… ¿qué coño eres tú?

. - ¿un amante de los tíos?

. - eso, un amante de los tíos. Me cago en todo lo que se menea. Tú, vente a mi habitación –dije yendo donde dije, mientras me limpiaba las manos en un paño-.

Isaac, sonriendo, se vino tras de mí. Cuando entró, cerré la puerta. Luego me encaré con Isaac y pese a que el tío me superaba en años bisiestos, en kilos y en altura, lo lancé a la cama. El muy cabrón seguía riendo. Me saqué los pantalones y la camisa y antes de tirarme encima de Isaac, el maricón de los cojones ya estaba en pelotas y qué pelotas. Allí dio comienzo una follada a dos bandas, donde hubo polla para dar y tomar. Se la metí por el culo, me la metió por el culo, me la tragué, se la tragó. Aquello llevó afuera los gemidos de ambos hasta Joan, que fuera de aterrarse, sonreía y hasta tuvo un par de orgasmos.

Cuando salimos, ambos en toallas, nos fuimos directamente al baño. Allí nos comimos el uno al otro y una vez duchados, volvimos a salir. Luego él a su habitación y yo a la mía.

Cuando salí y me enfrenté a una sonriente Joan, se lo solté.

. - y tú, ni una palabra.

Joan hizo como que tenía una cremallera en la boca, sin dejar de sonreír.

. - cuando te cures, te voy a desvirgar, me oyes, cabrona mentirosa…

. - a la orden, mi capitán –dijo levantándose la parte de arriba del camisón y enseñándome los pechos- puede empezar ahora mismo, señor-.

. - de eso nada, que soy muy legal y cumplo lo que prometo. Cuando estés curada, te comeré viva, mentirosa compulsiva-.

Regresé a la cocina y me puse a hacer las lentejas. Quería tener el puchero preparado, para cerca del mediodía pegarle fuego y listo. En el siguiente masaje, ya no evité la parte más íntima de Joan. Profundicé y profundicé con mis dedos allí donde el clítoris solo era una parte más del receptor del placer femenino.

. - aaaaahhhhh…, aaaaahhhhh..., Oooooohhhhhh…, Aaaaaaahhhhhhh..., Cabronazo, que bien lo sabes hacer, aaaaahhhhh…, oooohhhh…

La hice correr de gusto.

. - por favor, déjame mamártela.

. - de eso nada. Se la prometí a Isaac.

. - ¿y a mí, para cuándo, joder?

. - ya lo sabes, cuando te cures y aún faltan días, si no semanas.

. - Isaac, ven aquí, por favor.

. - ¿qué pasa, tortolitos?

. - éste, que no me deja mamársela. Déjame la tuya, por favor.

. - ni hablar, ya sabes que no me van las tías. Además, se la tengo prometida a Salvador en cuanto termine contigo.

. - sois un par de maricones cabrones. No tenéis piedad de una pobre impedida.

. - oye, Isaac, ¿qué te parece si le metemos las dos pollas al mismo tiempo a esta para ver si se caya de una puta vez?

. - bueno, si es para ver si se calla, acepto.

La cara de Joan cambió de repente. Abrió la boca al máximo aun antes de tenerla yo e Isaac fuera de los pantalones. Cuando las sacamos, se las metimos juntas. La jodida parecía que no podría, pero abrió tanto la boca que se tragó las dos. Entonces nos miramos Isaac y yo y después de comernos la boca, nos follamos a una bocazas como era Joan.

Fue una corrida no muy placentera, la verdad, pues Joan no podía mamarnos las pollas como se deben mamar una polla decente, pero, aun así, explotamos y le dejamos la boca llena de nuestra leche que tuvo que tragarse sin aun haber sacado nuestras pollas. Luego sí, primero una y luego la otra, nos la mamó como Dios manda.

. - la ostia puta, que par de pollas que me he comido. Y lo siguiente por la vagina y las dos también.

. - que no, coño. Que las vírgenes como tú solo pueden tragarse una sola polla y cuando te cures y no antes –le dije-.

. - pero qué pesado con curarme. Si yo las quiero ahora.

. - Joan, querida –dijo Isaac- haz caso a Salvador. Cúrate y recibirás su polla donde tú quieras-.

. - ¿incluida la tuya?

. - sí, incluida la mía. ¿Contenta?, me vas a convertir en algo que no tengo ni idea que es, pero sí, te follaré por donde más te guste y ahora quítate de la cabeza ser desvirgada tan pronto.

. - vale, pero mamadas sí, que eso también me gusta cantidad.

. - Salvador, como dices, esta tía no tiene remedio. Lo dejo por imposible –y salió de la habitación. Yo lo seguí al baño. Allí me comí su culo para después su boca y de nuevo la polla, de la que poco o nada había dejado la cabrona de Joan-.

Al tercer día de convalecencia y uno antes de que comenzaran las clases en la universidad, Jenny estaba preparada para su primera salida.

. - ¿qué te parece nuestra chinita, Isaac? ¿no está para comérsela?

. - y que lo digas, chico.

Joan se giraba para enseñarnos su cuerpo cubierto con finas telas traídas del lejano oriente, sin duda.

. - es lo que hace el dinero, chicos.

Estaba rellenita, eso sí, pero de tonel, nada.

. - bueno, es hora de llenar por fin la despensa. Luego nos dividimos los gastos como buenos amigos.

. - oye, que los caprichos se los pague cada uno, que no soy rico como esta tía buena.

. - bueno, si se sale de lo común, estoy de acuerdo, si no, no vale la pena estar discutiendo por unos euros más o menos. Además, si nos falta pasta, podemos dejar de comer unos días sin problema –dije sonriendo-.

. - eso tú, yo no puedo hacerlo. Tres comidas al día y si me apuras, cuatro –dijo Joan Chen-.

. - ¿a qué tiene mejor cara, Isaac?

. - sí, apenas tiene rojeces en la cara, aunque en el resto del cuerpo…

. - sí, sobre todo en los pechos, al ser más salientes, recibió más agua y más directo.

. - bueno, dejemos de hablar de mis rojeces. ¿Nos vamos o qué?

. - sí, nos vamos –dije-.

Fuimos a una gran superficie cercana. Cogimos un par de carros, pues íbamos a comprar para varios meses, sobre todo, laterío. Joan era la mandona, la que sabía qué había comprar para limpieza e higiene, lavadora, fregadero, etc. Solo con eso, se llenó uno de los carros, el cual se dejó cerca de una de las cajas y continuamos con el otro solamente. Luego el laterío, legumbres y demás alimentos, como fideos, espaguetis. Por último, higiene personal. Aquí se complicó la cosa, pues Isaac, de la vieja escuela, nos abandonó, pensando y no con cierta razón, que aquellas cosas le daban asco solo de tocarlas. Se refería, claro, a lo que usaba Joan. Pedimos que lo enviaran a casa a una hora determinada. Nosotros nos fuimos a tomarnos algo a una tasca cercana. Allí y estando con un vaso de zumo de mango y papaya en la boca, oigo una voz que no había oído desde hacía mucho tiempo. Aparté el vaso y allí estaba y sin muletas, Clara.

. - hola Salvador.

. - hola Clara, ¿cómo tú por aquí?

. - ya ves, voy a cursar estudios de pediatría. ¿Y tú, a que te dedicas? –dijo mirando a Isaac y sobre todo a Joan-.

. - yo también voy a seguir estudiando. Arquitectura, nada menos.

. - vaya, vas a construir casas como mi madre.

. - sí, más o menos, pero en menor escala, claro. Mira, te presento a unos amigos, Joan Chen e Isaac Newton.

. - ¿estarás de cachondeo?

. - no le hagas caso a este cafre. Me llamo Isaac y nada de Newton –alargó la mano y Clara se la saludó-.

. - yo me llamo Jenny Chen, pero me lo he cambiado por Joan Chen. Está que flipa con una actriz china y no para de llamarme así. Siéntate, mujer.

. - no puedo. Estoy con unos amigos en esa otra mesa –dijo girándose y vi a dos chicos y una chica, bien guapos, todos ellos-.

. - ¿cómo está tu madre?

. - muy bien. Siempre al pie del cañón de la empresa.

. - dile que cuando tenga los papeles de arquitecto pienso irle a pedir trabajo. Es la única persona que conozco del ramo que voy a estudiar.

. - ¿ya no te acuerdas del dueño de la empresa, tu amigo, el sr. César Delgado?

. - no sé si será mi amigo o no, pues solo lo vi en tres ocasiones. Del que era amigo y muy amigo, ya lo sabes, era de su hija. Prefiero tratar con tu madre, parece la jefa.

. - entiendo. Se lo diré en cuanto la vea o hable con ella.

. - gracias. Veo que ya no usas muletas.

. - sí, la rehabilitación es lo que tiene. Bueno, te dejo con tus amigos.

. - cuídate.

. - igualmente.

Clara se fue con sus amigos y allí se sentó.

. - qué mujer más guapa tienes por amiga, Salvador. ¿Cojeaba imperceptiblemente o son cosas mías?

. - sí a la primera observación y sí, a la segunda. Le falta una pierna.

. - vaya, pobrecita.

. - no te preocupes, de pobrecita no tiene nada. Bueno, es hora de largarnos, ¿no os parece?, recuerda que se acerca la hora de darte la puta crema de los cojones.

. - pero que mal hablado eres, cariño. Con lo que me gusta cuando me das la crema.

. - no, si a mí también me gusta, no creas. Hasta se me pone dura, pero en vez de que me la mames, quiero meterla en un lugar más calentito.

. – coño, y a mí. Ya tengo ganas de perder la virginidad. Con eso de que nada hasta que me cure, me tienes a mamadas todo el día.

. - pues algunas ni eso, así que date con un canto en los dientes. Anda, vamos.

Nos levantamos y Joan se cogió de mi brazo muy acaramelada ella. La muy puta lo hacía para darle celos a Clara y Clara no nos quitaba los ojos de encima, hasta el punto de que se mordió los labios y se hizo un poco de sangre. Una llaga, seguro que le saldría.

. - ¿Quién era ese chico con el que hablabas, Clara? –le preguntó uno de los chicos, el más cercano a ella-.

. - un chico que conozco hace tiempo.

. - la chinita seguro que lo tiene bien abastecido –rio y el otro también-.

. - no seas bruto, José. ¿Qué me importa a mí si se la tira o no?

. - entonces ¿por qué te has mordido el labio?, ¿era tu novio?

. - no llegamos a tanto. Solo me salvó la vida.

. - vaya, esa sí que es buena. Entonces no estabas enamorada, solo era agradecimiento por tu parte.

. - eso decía él.

. - mira, ya me gusta más tu amigo. Tiene la cabeza en su sitio y sabe dónde está su sitio y no junto a la heredera de un imperio.

. - eso a Salvador no le interesa. En cuanto le hablas de dinero, te echa de su lado.

. - pues para ser solo un amigo de la infancia, lo tienes muy metido dentro de ti.

. - hay cosas que no se olvidan y Salvador es…, dejémoslo, vámonos, está haciendo frío, lo siento en mi pierna que no tengo.

. - joder, ni que fueras una meteoróloga móvil. ¿Aún sientes tu pierna después de tantos años?

. - Salvador te hubiese partido la cara si hablases delante de él de mi pierna.

. - uf, que miedo. Pero si no tiene ni donde caerse muerto, según tú.

. – a ver si te enteras, hay más cosas que el puto dinero.

. - pues la verdad, ahora no veo cuales.

. - cuando lo pierdas, ya lo sabrás.

. - lo veo complicado, mi padre tiene los mayores astilleros del norte de España y la pasta entra que es un gusto gastárselo.

. - pero que superfluo eres, chico. ¿Con quién me has emparejado, Susana?, no quiero volver a verte más, niño engreído.

. - será cabrona esta tía, ni que ella fuera pobre, precisamente.

. - pero no alardeo de mi dinero, como tú, que te pavoneas siempre que tienes oportunidad. Te pareces tan poco a Salvador, que hasta me das asco. Me largo sola, quiero pensar.

. - sí, ¿en quién?, ¿en ese muerto de hambre?, la tienes clara. La chinita ya se lo folla bien follado, ¿me oyes, Clara?

. - que te den, José. Que te den.

Clara se alejó de la mesa y caminó un rato para ver si se le aclaraban las ideas.

Fue verme y acelerársele el corazón. Aunque quería olvidarme, no podía. Era superior a ella. Con lágrimas en los ojos, se sentó en un banco público. Cogió su móvil y llamó a su madre, que estaba en una reunión.

. - hola mamá, soy tu hija.

. - hija, ¿por qué estás llorando?

. - mamá, he vuelto a ver a Salvador.

. - entiendo. Espera un segundo, hija. Señores, un receso de cinco minutos, luego continuamos –les dijo a los de la mesa de reunión, que se levantaron y salieron de la sala, luego regresó con su hija del alma- hija, no llores, por favor. Creía que lo de Salvador ya lo tenías superado-.

. - mamá, no puedo. Es superior a mí. Si lo vieras, esta tan guapo, que me lo comería a besos. Estaba con una chica china y un señor mayor.

. - ¿te dijo algo que te molestase?

. - no, mamá. Fue muy amable. Me dijo que se iba a convertir en arquitecto y que sería a ti la primera a la que le pediría trabajo. Se acuerda de ti.

. - hija, cuando venga a pedirme trabajo, se lo daré sin dudarlo, te lo prometo.

. - se lo diré, gracias mamá.

. - hija, ¿qué ha pasado con ese amigo tuyo de los astilleros?

. - mamá, es un estúpido engreído. No le llega ni a la suela de los zapatos a Salvador.

. - hija, ¿qué voy a hacer contigo?, no tienes remedio. Te enamoras de quien no te hace ni caso.

. - soy una tonta, ¿verdad, mamá?

. - en el amor no rige lo mismo que para los negocios, hija.

. - mamá, ¿qué puedo hacer?

. - hija, ¿qué quieres que te responda a eso?, eres tú y tu corazón quienes deben coger el toro por los cuernos. Querida, me has cogido en una reunión, tengo que dejarte.

. - vale, mamá. Un beso muy grande.

. - y otro para ti. Cuídate y no llores, por favor, que me partes el alma.

. - lo intentaré, madre. Lo intentaré, al menos.

Ya en la vivienda…

. - bueno, ya sabes lo que tienes que hacer –decía Joan mientras se desnudaba para recibir la crema-.

. - aún no sé por qué tengo que desnudarme yo también cuando eres tú la que va a recibir la crema. Con sacármela al final para que la disfrutes, tengo suficiente.

. - de eso nada. En la cultura china, tanto la enferma como tú, el enfermero, se desnudan para así no parecer de diferentes clases sociales.

. - eso te lo has inventado sobre el terreno.

. - es verdad. Yo soy española.

. - sí, eso vi en tu carnet.

. - sí, nací aquí. Mis padres son chinos, pero llevan viviendo en España toda la vida.

. - ¿y tu hermana?

. - otra españolita más.

. - ¿sabes que tu hermana tiene un polvo que no veas?

. - oye, que solo tiene 18 años.

. - ¿y qué?, es la mejor edad para disfrutar del sexo.

. - cómo le toques un pelo…

. - no me jodas Joan, que me gusta la variedad, ya lo sabes.

. - sí, con Isaac y conmigo, pero ¿también con mi hermana?, ¿no ves que es muy tímida y no sabe nada de sexo?

. – ¿a los 18 años?, no seas tonta, Joan, seguro que tu hermana ya lo ha practicado y si no, aquí estoy yo para enseñarle todo lo que haga falta.

. - ¿y si la dejas preñada?

. - eso no va a pasar. ¿Por quién me tomas?, he tenido muchas relaciones diferentes, aun nadie se ha quedado preñada de mí, ni yo lo quiero tampoco –dije acordándome de mi pobre madre y su pérdida- además, eres una abusona. Tú eres virgen y estás loca porque te desvirgue de una vez y no dejas que tu hermana despierte un poco. Eso no es ser buena hermana, lo que no quieras para ti, no lo quieras tampoco para tu hermana. Seguro que, con un poco de sexo, despertará y será mejor chica.

. - y que se vuelva puta. Una ninfómana de ésas.

. - pero serás bestia. Coño, que es tu hermana, no una de la esquina. Para ser puta, hay que nacer o tener mucha necesidad y ni tu hermana ha nacido puta…, pero ¿qué digo?, mejor me callo. Deja de lado esa barbaridad que has dicho y déjame despertarla un poco y de paso disfrutar yo también.

. - oye, como le hagas daño a sabiendas, te mato.

. - si fuera así, no estaría dándote crema en pelotas y ya te habría desvirgado la primera vez que me lo pediste y, sin embargo, quiero que estés bien para que lo disfrutes o al menos, lo intentes, que ya sabemos cómo son las primeras veces.

. - vale, te doy permiso, pero cuídamela, por favor.

. - te lo prometo.

Sonó el timbre e Isaac fue a abrir. Al poco se acercó a la puerta de nuestra habitación.

. - Joan, tienes visita, tu hermana.

. - joder, antes la nombramos, antes viene –dije- dile que entre y que… -le hablé en susurros a Joan en su oreja derecha, ella sonrió-.

. - pasa, hermanita –gritó ella-.

. - ya lo has oído, pasa, están en esa habitación -le dijo Isaac-.

La chica iba primorosamente vestida, hasta parecía que los pechitos le habían crecido dos días después. Cuando entró, se quedó parada en la puerta al ver el panorama de su hermana desnuda y su enfermero también, mientras le daba la crema para las quemaduras.

. - pasa, no te quedes en la puerta.

. - ho…la, hermanita. Ho…la Salvador.

. - hola, Gisela Chen, pasa –así se llamaba aquella preciosidad-.

Gisela se acercó a su hermana y le dio un beso en los labios. Luego otro a mí. Y se fue a sentar.

. - hermanita, no te puedes sentar así.

. - ¿cómo que así?

. - vestida. Tienes que desnudarte. Los microbios que traes de la calle pueden hacerme daño a mi sensibilizada piel tras la quemadura.

. - ¿es verdad eso, Salvador?

. - fíjate como me tiene a mí.

. - ¿entonces también tendré que desnudarme?

. - me temo que sí.

. - bueno, no quiero hacer enfermar más a mi hermanita.

La chica fue desnudándose. Cuando llegó a la parte de su sostén, no se atrevía a quitárselo, por la sencilla razón que se había puesto un relleno.

. - hermanita, ¿no me digas que eso es un relleno?

. - bueno, yo…

. - Gisela, que no te dé vergüenza tener los pechos pequeños, a algunos como yo, nos gustan tanto los pequeños como los grandes, como los de tu hermana.

. - ¿de verdad?

. - claro, mujer.

Ella al final se los quitó y sí, eran pequeños, pero bien sabrosos.

. - son preciosos tus pechitos.

. - gracias. ¿También las bragas?

. - claro y no te olvides también del tampón si lo tienes lleno.

. - me lo he puesto según salí de casa.

. - entonces no hará falta, puedes dejártelo.

Se sacó las bragas y pude verle una pezuña de camello preciosa. Tenía unos labios vaginales de lujo y yo sabía de labios vaginales. Ella intentaba tapárselos.

. - no seas tonta, hermanita. Quítate las manos de ahí. ¿No ves cómo estamos Salvador yo?

. - sí, claro.

. - Joan, tu hermana es una chica preciosa –dije echándole la crema delicadamente en uno de sus pechos-.

. - sí, mi hermana siempre ha sido muy guapa.

. - Gisela, ¿por qué no le das tú la crema a tu hermana?

. - claro, hermanita. Aprende a darme la crema, Salvador no estará siempre y tú sí.

. - bueno, pero no sé cómo…

. - no te preocupes, Salvador te enseña.

. - claro, es fácil.

Rodeé la cama y me fui hacia la parte donde Gisela estaba sentada.

. - vente y pon las manos para echarte un poco de crema.

Gisela extendió las manos y en ambas, le eché crema.

. - Ahora ponlas sobre el cuerpo de tu hermana.

Las puso sobre la barriga y yo me puse detrás de Gisela y le cogí las manos. Ella temblaba.

. - hermanita, no tengas miedo de Salvador. No te va a hacer nada que tú no quieras –dijo Joan mirando a Gisela a los ojos-.

Gisela cogió aire en los pulmones y se abrió un poco de piernas. Aquello me desconcertó un poco. En fin.

. - mira, lo importante y para no hacerle daño a tu hermana, es hacerlo con delicadeza. Sin prisas, como en cámara lenta. Déjate llevar de mis manos.

Sus manos fueron recorriendo el cuerpo de su hermana. Cuando se las puse en los pechos y se las fui llevando por todos ellos, aureolas, sobre todo, Joan llenó el pecho de aire. Luego le llevé las manos hacia la vulva de Joan y de nuevo los pulmones de las dos hermanas, insuflaron aire en cantidad. Pegados como estábamos y con mi polla toda empalmada, no podía impedir que la tocara con ella, cosa que la chica intentaba impedir al principio, pero que, poco a poco, lo buscaba, pero yo no iba a follármela en aquel momento, eso, para más adelante, así que mi polla se pegaba de lado a su nalgar precioso.

. - ahora continúa tu sola, Gisela.

. - hermanita, vas a ser una buena enfermera si te lo propones, aaaaahhhhh... Aaaaaahhhhhh...

. - ¿qué te ocurre, Jenny? ¿te hago daño?

. - no, mi amor. Lo que pasa es que he tenido un orgasmo.

. - Oooohhhh…

. - no te preocupes, Gisela, es normal y más en tu hermana, que es muy caliente ella. Creo que ya está bien por ahora, Gisela. Toma la toalla y límpiate.

Cuando se limpió, se quedó mirando para mi polla toda empalmada.

. - Gisela, esa no es para ti.

. - ¿cómo dices?

. - que no te hagas ilusiones. El pene de Salvador no es para ti, es para mí.

. - ¿para ti?

. - sí, para mí.

Me acerqué a Joan y me la cogió y comenzó a mamármela, ante la cara de sorpresa de su hermana.

. - lo siento, Gisela. Tu hermana es insaciable.

. - ¿no podría probarla un poquito, hermanita?

Ella dejó de mamarme un segundo.

. - no, que aún eres muy niña.

. - solo un año menos que tú.

. - Joan, no seas avariciosa. Deja que tu hermana la pruebe, al menos.

. - mierda, Salvador. Vale, pero devuélvemela rápido.

Me giré hacia Gisela, la cual sonrió con aquella cara que ponen las putas redomadas al ver algo que les gusta. Se agachó y cogiéndomela con las dos manos, se la metió en la boca y me la mamó a 200 por hora.

. - Gisela, si se la mamas así, le vas a hacer daño.

. - tu hermana tiene razón. Mámamela con delicadeza. Disfruta y déjame disfrutar.

. - perdona, no estoy acostumbrada.

Pero aprendía rápido la jodida chupapollas.

. - Joan, ¿le damos a tu hermana el premio final?

. - no, es para mí.

. - Joan, tú ya has tragado bastantes veces. No seas mala con tu hermana.

. - vale, pero que no se acostumbre, que tu polla es mía.

. - eso lo decidiré yo, si no te importa. Ni que fuera de tu propiedad. Sigue mamando, Gisela y prepárate para tragar mi leche. No dejes nada sin tragar o tu hermana se hará cargo de mi polla.

Ella, sin dejar de mamar, me miró y afirmó. Entonces solté el grifo y me corrí en su boca. La chica casi se me asfixia, pues polla y leche a la vez en la boca hasta para una experta, era demasiado. Al final se lo tragó todo y no pensaba sacársela hasta que me la dejara bien limpia de leche de huevos.

. - Mira como sois, ya no avisáis a uno cuando termináis con la crema –dijo Isaac entrando en la habitación con la polla en la mano y en pelotas. Se fue hacia Joan y ella se la tragó toda, comenzando a mamársela. Gisela, aún con mi polla en la boca, no se lo podía creer. Aquello era un lupanar y ella era la primera puta, pues no sabía cómo coño estaba ella mamándole la polla un tío que casi ni conocía-.

. - gracias, querida. Ya puedes dejar de mamármela -le dije a Gisela-.

Ella abrió la boca y mi polla salió por sí sola.

. - siéntate, por favor.

. - ¿como?

. - por favor –y le señalé la silla-.

Una vez lo hizo, me acerqué y abriéndole de piernas, me agaché y me puse a comerme su chichi tan delicioso.

. - oooohhhh…, aaaaaaahhhhhhh…, Oooooohhhhhh…, qué rico… –gemía la chica-.

. - qué suerte tienes, hermanita, a mi aún no me ha comido el chichi –dijo Joan y siguió mamando-.

Los jugos de Gisela sabían a gloria y me los tomaba según los fabricaba. Luego me levanté y quitándola de la silla, me senté yo y la puse en mis muslos. Su boca ante la mía estaba y me la comí. Ella no era tonta y llegados hasta este punto, se comía también mi boca. Luego bajé hacia sus pechitos y vaya si disfruté comiéndomelos. Ella gemía como Dios manda, con su cabeza hacia atrás, mientras continuaba mamándole sus sabrosas tetitas.

Allí dejé a Gisela, para irme junto a Isaac y su cacho polla. Él mismo se la sacó a Joan de su boca y dándose la vuelta, me la dejó cerca de la mía. No tuve más que tragármela toda ella. Gisela se pasmó, pero ya no podía decir nada más, pues pasara lo que pasara en aquella habitación, seguro que sería algo diferente a lo anterior y aquello lo era. Dos tíos, hechos y derechos, le mamaba la polla uno al otro, mientras el otro, Isaac, le metía varios dedos en su culo.

. - acércate, hermanita -dijo Joan apoyándose sobre su nalgar. Gisela se acercó a ella y nada más llegar, Joan le pasó la mano por la espalda, hasta rodearla, luego le cogió un pecho y se puso a sobárselo, mientras con la otra mano libre, le metió mano a su vulva, introduciéndole reiteradamente un par de dedos.

. - pero Jenny…

. - calla y disfruta, hermanita.

. - aaaaaaahhhhhhh…, oooohhhh…, aaaaaaaaaahhhhhhhhhh…

Mientras las dos hermanas disfrutaban, porque Joan también disfrutaba metiéndole mano a Gisela, Isaac ya me la estaba clavando en todo el culo. Era un disfrute bestial sin duda tener su polla toda dentro de mí. Una vez disfrutada, la sacó y metiéndomela en la boca, se me corrió dentro. Tragué y disfruté de su rabo hasta hartarme y quedarse hecha una piltrafilla.

Una vez acabada la follada culera y viendo que Gisela no podía disfrutar más, a no ser que nos la folláramos Isaac y yo, cosa que no íbamos a hacer, cogí de la mano a Isaac y luego a Gisela y nos fuimos al baño. Allí, en la ducha, nos pasamos por la piedra a una encantada Gisela. Nuestras lenguas le recorrieron todo su cuerpo, cada uno por su lado. Cuando salió del baño, además de duchada a lengüetazos, salió sin posibilidad de fabricar ni un solo orgasmo más, pues le habíamos hecho vaciar el bote para toda una semana.

(Parte 6 de 30)

FIN