Soy un caballero y cumplo lo que prometo (29)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(29-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Como ya estaba limpio mi culo de leche, me puse entre las piernas de Anita y allí me quedé para tomarme sus jugos. Gritaba de placer con cada orgasmo que le venía encima. En eso, llamaron a comer. Dejé de comer chumino y de la mano, pasamos al comedor, donde todo el mundo se limpió las manos, no así el coño o la polla, tampoco los anos, por si después, había más ganas o nos íbamos a reposar la cena a la piscina, previo a irnos a la cama. Allí, en la cocina, nos pusieron a cada uno una ración de tortilla. Duró menos que una papelina de droga en la puerta de un instituto.

Luego marchamos todos a la piscina. Allí nadamos todo el grupo, menos Raúl, que no sabía nadar. Al final, lo convencimos para, entre todos, ayudarle a mantenerse a flote. Casi se nos ahoga, pero no fue así. Lo que pasó fue que la juguetona de Begoña, no paró de comerle los huevos y su seca polla y al hombre casi le da algo, pues no estaba acostumbrado a flotar en agua y mucho menos, a ser mamado sus huevos y polla, mientras intentaba no ahogarse.

Como la noche estaba muy buena, cada uno se tendió en una hamaca y disfrutó de las estrellas y de la buena temperatura que allí hacía. Varias horas después, el grupo se disolvía poco a poco, no sin antes pasar por mi boca, pues la cosa marchaba tan bien, que hasta yo me extrañaba. Cuando solo quedábamos Flora, Anita y yo, mi culo había sido profanado por Raúl y por Diego y yo chupado jugo vaginal de las tres mujeres que no dormirían esta noche conmigo. Mi polla seguía intacta y estaba cargada al máximo de su potencial potencia.

De la mano, marchamos los tres a mi dormitorio y de nuevo hubo una noche loca, ahora con una madre de lo más receptiva, con ganas de juerga y de su hija, una virgen de 18 años que estaba dispuesta a tragarse mi polla en sus agujeros más hondos y oscuros, para dejar de ser la única virgen de aquella casa de putas y putos, donde yo mi incluía, claro que sí. Me tiré en la cama cogiéndome la polla con la mano. La sonrisa de mis dos nuevas amantes lo decía todo. Solo cuando me iban a meter mano, las paré en seco.

. - quietas.

. - ¿qué ocurre? –dijo Flora-.

. - me gustaría veros haciendo un 69 entre las dos y poder disfrutar con ello.

. - ¿qué es eso, madre? –dijo la virgen y pronto ex virgen. ¿Tenía 18 tacos y no sabía que era un 69?

. - hija, pareces tonta. Cada una se pone a comerle el chochín a la otra.

. - mamá, ¿eso está bien?

. - pruébalo y verás lo bueno que es, Anita –dije-.

. - venga hija, no seas tonta. Hagámoslo. ¿Nunca has tenido el sueño de comerte el chochito de mamá?

. - bueno, mamá. Alguna vez…

. - pues ahora lo vas a experimentar y no será un sueño.

Flora se puso a mi lado con sus piernas bien abiertas.

. - anda, súbete encima de mí, pero al revés.

. - ay, madre, no sé…

. - hija. ¿Quieres o no quieres dejar de ser virgen?

. - claro que sí, madre.

. - pues haz lo que te digo, que parece que nunca has visto una película porno.

La chica tragó saliva y se puso encima de su madre como ella le había dicho. El chumino de su mamá lo tenía allí mismo, delante de las narices y claro, el suyo en las narices de su madre, que pronto se puso a comérselo.

. - oh, madre…

. - ¿a qué te gusta?

. - sí, sí mamá.

. - pues haz lo mismo con mi chichi, que yo también quiero disfrutar. Esto es un 69, querida.

No preguntó más, con los ojos cerrados y la lengua por delante, se la pasó por la vagina a su madre, que estaba bien húmeda. El coño de su madre no es que oliera a rosas, pero pensó que su chumino tampoco olería a gloria. Se dejó de gilipolleces y se empleó a fondo. Ahora sí, ambas mujeres disfrutaban de orgasmos creados a partir de una lengua de lo más folladora.

Aquello me la puso bien dura y me puse a pasarles la lengua allí por donde me daba la real gana, como en el mismo chichi que ellas estaban comiéndose, al igual que el ojete de la chiquita virgen, que resopló cuando le tuve varios dedos metidos en su culito.

. - hija, no pares, por favor -dijo su caliente madre-.

Anita volvió a agachar la cabeza y obedecer a su putativa madre.

. - muy bien, chicas, ahora seguid dándoos gusto chichi con chichi, mientras os penetro a ambas.

La madre, como siempre, fue la primera en disfrutar del chichi de su hija con su chichi. Mientras restregaba su conejo con el de su hija, le comía los pechos y por antonomasia, sus pezones súper sensibles. La chica gritaba con cada orgasmo que le hacía tener su madre con el roce y la comida de pezón. Yo, detrás de Flora, ya la tenía preparada y se la clavé hasta los huevos. Gritó como una zorra en el gallinero. Le di polla y más polla mientras ella seguía restregándose contra su hija.

Me salí de Flora y sin que se separaran aún, las puse a las dos a mamarme la polla recién salida de un culo. Cuando la tuve bien limpia de desechos culeros, hice que Anita se pusiera encima de su madre para lo mismo, que le diera placer vaginal a su madre y yo podérmela encular, antes que envaginarla. Cuando la hija le restregaba su chumino a la madre, mi pene se fue a por su culo joven y virgen. Gordo, pero joven y virgen.

La polla le resbaló culo adentro, pero no a velocidad de crucero, sino de primeriza. Despacio, pero seguro. Aun así, gritó y no como el zorro en el gallinero, sino como las gallinas cuando se las folla el gallo, mientras el zorro entraba a por ellas.

. - hija, respira hondo y aguanta los embates de la penetración anal.

Era muy fácil decirlo, pero una virgen no tenía el aguante de una veterana como ella, que había sido ya enculado su trasero en infinidad de veces, aunque ya hacía tanto tiempo, que casi se le había cerrado el ojete de tanto no usarlo, solo para cagar. Al final me explayé en aquel culo bien hermoso de Anita y claro, tuve que salirme o me iba a correr allí mismo y no, quería su vagina, donde su himen intacto era para mí, solo para mí.

Las separé y previamente a disfrutarlas vaginalmente, me puse un condón. Luego, ya sí, empecé por la madre, a la que me follé vaginalmente como si me debiera algo, a lo bestia bestial. Con cada clavada, la cama se movía un rato. Así, hasta que pisé el freno y saliéndome, me puse a comerme su chumino, que era como una catarata de zumo saliendo de sus entrañas.

Una vez me hube servido de la madre, iba a por la hija. La coloqué bien y para comprobar sus jugos, le pasé la lengua. Su clítoris explotaba de placer con solo rosárselo. Su vagina rezumaba buen zumo y sí, estaba bien lubricada aquella parte de su anatomía que iba a disfrutar como Dios. Sin decirle nada, se la enterré esta vez con más alevosía y nocturnidad que con su culo y con más velocidad también, me la comencé a disfrutar directamente, sin pensar en nada más, pues estaba que iba a explotar en cualquier momento y no quería dejar de disfrutar de su virginidad que estaba caducando a marchas forzadas.

Sus gritos de dolor-placer sobrepasaron a los de su culo, cosa rarísima, pues detrás lo tenía mucho más estrecho que delante, por donde podía salir la cabeza de un nuevo futuro parado. O me salía ya o me iba a correr en el condón. En cuanto la tuve fuera, su madre, una mamadora compulsiva donde las haya, me saco el condón y después de tirarlo a la papelera exprofeso puesta allí para ello, se la tragó. Pero no, la quería en la boca de mi nueva concubina, su hija.

Se la saqué y se la di a comer a la otrora antes hija virgen. Tragó, como no podía ser de otro modo. Aun así, su madre no quería desperdiciar la posibilidad de un escape de semen de la boca de su hija y se colocó con su boca y su lengua al lado de la boca de su hija, en espera de recibir algo de mi lechita de polla.

Efectivamente. De tan caliente que estaba, tenía los huevos repletos de leche de la mejor calidad, pues exploté y fue como si se llenara su boca, pues de sus comisuras salía a borbotones mi corrida. Su madre se aprovechó y se tomó cuanto salía de allí. Luego la chiquita se recompuso y tragó, pasándose la lengua por los labios. No era algo que fuera un manjar, precisamente, se dijo. Solo el tiempo haría que la disfrutara como Dios manda, como lo hacía su puñetera madre, que no se perdía una, pues después de estar chupando leche de la boca de su hija, se fue a por mi polla, que, aunque la hija ya había mamado, siempre quedaba algo que llevarse al estómago.

Flora me succionó hasta los huevos y sacó su ración láctea que tragó sin preguntar si tenía copyright o no, mi leche. Una comida al chumino de Anita y nos quedamos los tres mirando al techo color beige del dormitorio.

. - ha estado bien este primer round, chicas.

. - tiene una leche que es puro deleite tragarse, señor. Creo que no va a poder dormir esta noche -dijo la madre-.

. - ¿y quién quiere dormir, Flora?, entre los tres, lo estamos pasando de miedo y pienso seguir hasta que las fuerzas me acompañen, así que, si en medio de la noche os estoy penetrando, espero que me dejéis terminar.

. - con mi culo y mi vagina puedes servirte durante toda la noche, si quieres.

. - ¿y tú, Anita?, ¿dejarás que disfrute de tus agujeritos?

. - hasta que se harte, señor. ¿Qué podía decir después de lo de mi madre? –dijo con una sonrisa, que no era ni eso, sino una mueca de dolor. Ella sabía que una vez había dado el visto bueno para ser desvirgada, ya todo valía y no habría límites para nadie. Tendríamos barra libre para sus agujeros, su madre y yo y el resto de la casa también, ¿por qué no? -.

La noche fue eso, una noche que bien podía haber sido de día, pues apenas se dormía un poco, alguien o te la mamaba o yo se la metía, siempre por sus culos, a una de las dos. Así no habría problemas de infección urinaria por sus partes, a las que eran tan afines las mujeres de aquí y de acullá. Así, los tres inter-actuamos, incluso Anita, que, ya puestos, se puso a comerme la polla y los huevos, cada vez que podía y quería, vaya si quería.

El despertar fue apoteósico. Allí estaba Anita encima de mi polla haciendo el caballito, mientras su madre mamaba de su pezón izquierdo. Previamente, alguna, no lo sabía quién, me había puesto un capuchón en el rabo. Yo sonreí y metí mano al chumino de Flora y la penetré con ella, hasta casi meterle la mano allí por donde paría. Los gemidos de las dos era algo que me la ponía dura y vaya si la tenía dura dentro de la vagina de la Anita, que había despertado para toda su puta vida al mundo sexual de éste, mi castillo, donde les iba a dar por todos lados a todos los habitantes de él.

. – Salte, cariño, quiero disfrutarte tu culito respingón, antes de que me corra–le dije-.

Se salió y dándose la vuelta, me alcé para enculármela. Esta vez le di bien fuerte hasta hartarme, corriéndome en su culito cagón o, mejor dicho, dentro del condón que me habían puesto.

Después de haber descargado, me quité el condón y se la llevé a la boca de mi chica recién enculada para que me la mamara y dejara limpia de toda leche. Flora, la madre, me había pedido el condón corrido y dándole la vuelta, se tomó toda mi caliente lechita. Así de hambrienta estaba esta mujer. Luego se puso a comerle el culamen a su hija. Sin duda, aquellas dos hembras iban a follar y disfrutar como Dios, entre ellas, cuando no estaba yo dándole polla a una u otra.

Con la polla colgando de lo muerta que estaba, me bajé de la cama y me puse la toalla encima. Directamente me fui a desayunar a la cocina. Hoy no podía disfrutar de la piscina, debía ir a cierto lugar a visitar a un cliente que vendía la empresa y estaba algo lejos.

. - buenos días, Natalia –dije según la vi junto a la cafetera- no te muevas, por favor-.

Y no se movió, con una sonrisa de consentimiento explícito, se abrió de piernas. Cuando me llegué hasta ella, le levanté la falda y apartando las bragas a un lado, metí allí mi lengua. Al mismo tiempo le metía mano a su chumino enterrándole los cinco dedos en su vagina, pero sin brusquedades. Comía coño y mis dedos profundizaban, todo en uno.

. - gírate, por favor –dije mientras sacaba mi lengua y mi mano de su anatomía. Una vez echo, volví a meter la lengua ahora en su ojete anal y le di una comida que la dejó sudando. Me salí y le di a chuparme los dedos untados con su zumo vaginal. Me cogió la mano y no dejo ningún dedo sin metérselo en su boca- pero qué rica estás, cariño-.

. - eso se lo dirá usted a todas.

. - solo a las que se lo merecen –dije sacándole uno de sus pechos descomunales y disfrutándolo como Dios manda-.

Diego entró y se sentó en una silla esperando a que terminara. Cuando lo vi, sonreí.

. - buenos días, Diego.

. - Buenos días, jefe.

. - ¿la tienes dura, querido?

. - para usted, siempre, jefe.

. - pues disfruta de mi culo y hazme disfrutar también –dije dejando a la cocinera y cogiéndome de una silla, me saqué la toalla y me agaché lo suficiente para que pudiera enterrármela sin dificultad-.

Diego se llegó hasta mi culo y me la endilgó, dándome polla culera.

. - no te corras, dale a Natalia tu leche, por favor.

. - claro, jefe –dijo y siguió dándome por culo. Al rato se salió y se giró hacia Natalia que ya estaba preparada. Se había cogido un pecho y allí se corrió Diego. Luego ella se encargó de tomarse la leche mamándose el pecho para no dejar ni gota de semen-.

La polla de Diego fue cosa mía. Me la tragué y disfruté su chorrera lechera hasta dejarla sin gota.

. - gracias, chicos. Así me gusta a mí desayunar, con amigos que les guste follar sin problemas de conciencia. Sírveme el café, querida. No te olvides de la leche y las galletas.

Una vez desayuné y desnudo, me fui a mi habitación a ducharme. Allí estaba el jardinero esperándome con la polla en su mano, pajeándosela. Me sonrió y le sonreí.

. - ay, yayay… -dije-.

. - ¿uno rapidito, señor?

. - claro, ¿por qué no?, sígueme al baño, cariño.

Según entré al plato de ducha, me siguió, desnudo ya, mi jardinero sesentón. Nuestras bocas, de inmediato, entraron en acción. El viejo estaba tanto o más caliente que yo, pues se empleó a fondo. Era como si le fuera la vida en ello, por lo que apoyé su moción, entregándome a comernos mutuamente la boca. Luego se agachó y se hizo dueño de mi polla muerta. Sabía que no iba a sacar gran cosa de ella, pero también, que era un morbo del carajo comerse la polla de otro tío ya descargada, lo mismo que pensaba yo. Y, sí, me gustó que me la mamara bien mamada, incluyendo mis huevos en el pack.

Cuando, sibilinamente, me hizo girar, sonreí y lo hice, inclinándome lo justo para que el viejo me lengüeteara el ojo del culo. Luego y sin mucho tiempo de por medio, se me agarró de la cintura con las dos manos y sin casi apuntar, me la enterró en todo el culo. Sí, el viejo estaba hambriento y yo y mi culo, éramos su alimento. Pues que se alimente bien, me dije, dejando que disfrutara cuanto quiso. Tanto lo hizo, que acabó corriéndose dentro de mí. Cuando se le salió, me agaché y su deslechada y goteante polla fue un deleite tragármela toda, para así, hacerle una limpieza fina.

Chorreando semen de mi culo, nos comimos la boca, para luego darme la vuelta yo, por mi cuenta y poniendo el ojete, hacerle tomarse su lechita, que gustosamente me lengüeteó cuanto le dio la gana. Después, una ducha decente por ambas partes y de un buen morreo mutuo, se secó y sin decir ni pío, pero con una sonrisa perpetua en su cara ¿y por qué no?, también en la mía, se vistió y salió a cortar el césped del jardín.

Yo, vestido de guapo, aun tuve que hacer una mini parada y es que Begoña estaba sentada en mi cama, con su chumino a la vista y bien abierta sus piernas. No pude decirle que no, no soy así, pues soy un gran comedor de coños y me gustan todos, todos los coños de este mundo cabrón.

Después de darle unos buenos lengüetazos allí abajo, me zampé también sus pechos, que descubrí, para luego, un morreo en profundidad y sí, ahora sí, cepillarme los dientes y salir de casa por pastas o no podría salir en todo el día y es que allí, se estaba de puta madre entre los brazos de mi querida y nueva familia putativa…

Cuando regresé de hacer la compra de la empresa que nos ofrecían, me esperaba Víctor con una carpeta.

. - buenos días, jefe. ¿Está ocupado?

. - no, pasa querido y siéntate. ¿Qué me traes?

. - malas noticias de la persona que me dijo que buscara. Aquí tengo unas fotos que se le hizo sin saberlo.

Sacó las fotos de la carpeta y las fue poniendo en la mesa, una al lado de la otra. Eran de un mendigo barbudo que estaba de lo más andrajoso. Las diferentes instantáneas eran del mendigo en varios sitios, entrando en su casa de cartón, en una esquina pidiendo limosna, en otra, siendo apaleado por unos jovenzuelos y también follándose a un chapero al que le dio una radio a cambio del polvo. Sin duda, robada.

. - vaya, vaya. ¿Y de su esposa?, ¿tienes algo?

. - se separó hace años. La mujer vive en un apartamento sencillo. Tenemos una hija ya adulta. Es mezcla de oriental y española. Vive con un señor, un tanto sobón, la verdad.

Sacó dos fotos más y en ella había una señora oriental, muy guapa ella. En otra, se le veía con un tío, que le metía mano, descaradamente, a las tetas en la misma puerta de la calle y a ella, no parecía molestarle, al contrario, si hasta sonreía y seguro, que se corría patas abajo. En otra foto había una chica saliendo de un instituto o universidad, no estaba claro.

. - ¿qué edad tiene la hija?

. - déjeme ver -dijo Víctor cogiendo unos apuntes que tenía en la cartera- sí, aquí está. 22 años, y es capricornio, por si le sirve de algo.

. - eso no hacía falta, pero gracias por el detalle.

. - ¿qué quiere que haga, jefe?, me dijo que le preguntara, pero viendo el panorama de cómo estaba el hombre, decidí no hacerlo hasta verlo a usted.

. - hiciste bien, Víctor. Destruye las fotos del varón, me quedo con las de las chicas y el sobón. Dame la dirección donde paran ambos, ya me encargo yo del resto.

. - ¿necesita algo más, jefe?, ya me entiende…

. - tengo un poco de prisa, pero para una mamada rápida… -sonreí- Ve sacándotela –dije mientras le decía a la secretaria que no nos molestara con gilipolleces-.

Me fui hacia Víctor. Tenía su polla en la mano y se la pajeaba para darle forma. Aparté su mano y me la metí en la boca. Mamé su polla como había que mamar una polla, con maestría, haciendo disfrutar al dueño y al mamador, tanto, que se me puso dura. Una vez tragué su leche, me levanté y sacándomela, se puso a devolverme el favor.

Sí, Víctor también era un gran mamador y sabía cómo había que hacerlo para hacerme disfrutar. Me corrí y de igual manera, me la dejó seca. Una comida de boca y nos guardamos las pollas.

. - eres la reostia, Víctor. No me canso de mamarte la polla.

. - algo bueno de usted se me tenía que pegar, jefe.

Nos morreamos de nuevo y se marchó la mar de contento. Luego me metí en el baño y me di una ducha rápida y un lavado de dientes. Luego me vestí y me fui a mi mesa, que tenía que papelear un rato. Al poco, tocó en la puerta la secretaria. La hice entrar.

. - jefe, tengo una queja contra usted.

. - pues tú dirás.

. - ¿que tienen los demás que no tenga yo? –dijo señalándose el cuerpo-.

. - pues no sé, ¿a qué te refieres Mary Cielo?

. - con el debido respeto, tengo que decirle que yo también quiero follar con usted, jefe.

. - pero chica. ¿Desde cuándo te me has insinuado? Yo no voy por ahí violando secretarias. Si no me dices nada, ¿cómo quieres que sepa que deseas tener relaciones sexuales conmigo?

. - ¿tenía que decírselo, jefe?, ¿es que mis indirectas no las cogía?

. - lo siento, pero debo ser tonto. Con el cuerpazo que tienes y no he sabido verlas. Acércate, querida.

Ella se fue hacia su jefe.

. - ¿por qué? –fue una pregunta sencilla y directa que le hice-.

. - ¿por qué deseo tener relaciones con usted?

Asentí.

. - Cada vez que estoy cerca de usted, tengo que ir al baño luego a pajearme un rato. ¿Le parece suficiente respuesta?

. - Mary Cielo, creo que no debes hacerlo. Tengo relaciones con muchas personas y no me voy a casar con ninguna de ellas, contigo tampoco.

. - ¿y quién le ha pedido matrimonio?, solo un poco de lo que les da a los demás, solo eso.

. - hasta ahora has sido discreta, ¿lo sabrás seguir haciendo?

. - por supuesto. Soy leal a la empresa y a usted.

. - querida, tengo que decirte una cosa antes de comenzar nada. Estoy detrás de una chica que me vuelve loco y posiblemente, me case con ella.

. - creo que sé de quién me habla. La nueva adquisición para el centro médico y la fundación. ¿A que sí?

. - eres lista. ¿Y qué piensas al respecto?

. - yo solo quiero que me folle y poder disfrutar con usted. Cuando no le interese, me lo dice y punto en boca. Pero si me dejara ser la otra, no me disgustaría seguir sirviéndole, aparte de ser su secretaria.

. - ser la otra es muy duro, lo sabes, ¿verdad?

. - no, si disfrutamos. Y si a ella le van las chicas, aquí me tiene para hacer un trío o lo que haga falta.

. - lo tendré en cuenta. A lo mejor es una solución. Aun así, habrá otros y otras.

. - ya lo supongo, jefe. Me remito a lo dicho.

. - ¿no tienes novio, amante, esposo?, ahora veo que no sé nada de tu vida.

. - les doy miedo a los hombres. No están acostumbrados a tratar con cuerpos como el mío. He tenido novietes, pero no me duran mucho, salen por patas.

. - si no es indiscreción, ¿qué edad tienes, Mary Cielo?

. - 37 años. Sí, ya no soy una niña, pero me conservo muy bien, ¿no cree? –dijo señalándose de nuevo-.

. - desde luego que te conservas muy bien, pero que muy bien. Déjame verlas –le dije con una sonrisa-.

Yo mismo la desabotoné y cuando el sujetador era lo que me molestaba, le saqué un pecho por encima, luego el otro.

. - preciosos –dije acercando mis labios a sus pezones. Sabían a almíbar pura. Volví a guardárselas y a abotonarla de nuevo. Luego le abrí el cinturón del pantalón y se los bajé. Sus braguitas eran escuetas. Se las bajé y sentándola en mi mesa, me puse a comerle la almeja. También era puro almíbar y se corría que era un gusto oírla. Su zumo era exquisito. Cogí papel desechable y le limpié el chumino. Luego le subí las bragas y los pantalones, cremallera arriba y cinturón.

. - ¿le ha gustado, jefe?

. - ya lo creo, querida. Mary Cielo me parece demasiado largo, ¿qué te parece si te llamo Chelo para abreviar?

. - me puede llamar como quiera, mientras me llame –dijo sonriendo y algo azorada por lo ocurrido-.

. - Anda, ahora lárgate a tu mesa. Ya disfrutarás de mi verga en otro momento, ahora mismo no hay por dónde cogerla, ya me entiendes. Ah, y me gustaría que no llevaras bragas en mi presencia, me pone cachondo –dije besándole los labios color carmesí un segundo-.

. - eso está hecho, jefe –dijo sacándose las bragas y tirándolas a la papelera que tenía junto a mi mesa. Sonreí, aquella mujer madura y que era toda una hembra de campeonato, me iba a hacer muy feliz, pero que mucho.

La chica se fue de lo más contenta. Pobrecilla, no sabía dónde se metía. ¿O era yo el que no lo sabía…?

Pasó una semana y el sexo era maravilloso. Tanto en casa, como en la oficina y fuera de ella. No me cansaba de practicarlo, con machos o hembras, el disfrute era igual de sabroso, tanto para mi culo, como para mi polla y no digamos para mis huevos y mi mente también. De hecho, ahora mismo tenía apoyada con una mano en la mesita del salón de una habitación de hotel cualquiera, a Chelo, mientras ella se sujetaba su falda con la otra mano para podérmela encular mejor.

Y es que Chelo, era mucha Chelo, como ya sabía antes de comenzar a disfrutarla. Y ahora, que sabía lo que me gustaba su culo, siempre decía que sí, ya fuera a un trabajo rápido. O, por el contrario, al de toda la noche, como iba a ser el día de hoy y es que me la llevaba a las reuniones de trabajo fuera de la oficina y claro, yacíamos juntos en la misma cama, para darnos mutuamente placer.

Ella estaba contenta de tener mi atención sexual y yo, más, que no tenía que buscarme una pelandusca cualquiera. Ella era mi pelandusca particular, sabiendo que no era la única donde descargaba. Sí, era una secretaria como las que siempre se quiere tener en una oficina, diligente en el trabajo y diligente en el placer que le daba a su jefe.

Los ejercicios en casa seguían su ritmo. Así como el negocio de la compraventa de empresas. No contento con ello, me vino un chino para que le hiciera los planos y la construcción de un edificio de 5 plantas. Era un rico oriental de aquel país. No sé cómo supo que estuve allí y vino con una intérprete por si acaso. Cuando vio que yo hablaba mejor el chino, que la intérprete, el español, la hizo salir y nos pusimos a hablar de negocios.

. - tengo una empresa de importación y no me van mal los negocios. Quiero un edificio al estilo occidental su exterior, pero oriental el interior con cinco plantas.

. - entiendo. ¿Trajo algún boceto de lo que tenía en mente?

. - no, quiero que me sorprenda y me haga varios bocetos. Elegiré el que más me guste.

. - perfecto. La próxima vez que nos veamos le enseñaré varios y ya me dirá cual le gusta.

Me levanté y el cliente también. Luego un saludo a lo chino y le abrí la puerta para que se marchara. La intérprete me miró y creí ver algo en ella que me era conocido, pero no, debía de estar confundido. Había tantas chinas en China…, estaba seguro de que no me la había tirado, o ¿sí?

. - jefe, es una zona algo peligrosa para ir solo.

. - no voy a estar solo. Me tendrás a la vista en todo momento. Solo voy a hablar con un mendigo, no con un mafioso. Tranquilízate Dámaso. Necesitas que alguien te la mame, pero ahora mismo, no puedo. Así que quédate en el auto o fuera de él, pero no vengas detrás mío, lo que harás es ponerse nervioso si vamos los dos.

. - como quiera, jefe, pero si le pasa algo…

. - ya…, ya…, no es culpa tuya. Mira que eres capullo.

Salí del auto y me metí en el callejón. Era todo basuras por todas partes en aquella parte de la ciudad. Recordé la cara del mendigo y lo busqué con la mirada. No daba con el tío, pero cuando vi una caja de cartón, supe que era su casa. Como si todas las cajas no fueran iguales. Pero se me metió en la cabeza que era aquella y hacia allí me dirigí. Cuando iba a agacharme para llamar si había alguien, apareció detrás de mí una sombra que intentó darme con un palo. Si no estoy listo, me abre la cabeza.

. - esa caja es mía –dijo el tío todo nervioso-.

Tuve que hacerle señas a Dámaso para que no interviniera.

. - tranquilo, no le voy a robar la caja. ¿Se llama usted Iker, el hijo de Raúl, un señor mayor que es jardinero?

El tío bajó el palo al oír su nombre y el de su padre.

. - ¿quién es usted?

. - soy amigo de su padre. Trabaja en mi casa y le está buscando.

. - no puedo presentarme ante mi padre, no puedo.

. - me mandó que lo buscara.

. - dígale que estoy muerto. Le deshonré y no quiero que me vea de esta guisa, a punto de abrirle la cabeza a una persona por una caja de cartón que es ahora mi casa.

. - yo le doy la oportunidad de cambiar de vida.

. - ¿me va a dar un puesto de trabajo?, es lo único que necesito para recuperar a mi familia.

. - sé que tiene esposa e hija.

. - esposa y dos hijos.

. - ah, lo siento, creí que solo tenía una hija. Aquí tengo sus fotos –dije enseñándoselas, aunque solo donde estaba su esposa y la chica que salía de estudiar. Enseñarle la foto donde estaba un tío con el que convivía su mujer y que le metía mano en las tetas en la misma puerta de entrada, sería ya demasiado para el pobre diablo-.

Cuando el hombre, tras aquella espesa y sucia barba vio a su esposa y a la chica, le salieron las lágrimas. Casi se me ponen los huevos por corbata. Debía de quererlas mucho y no poder acercarse a ellas por su estado actual. Una pena, su mujer ya lo había olvidado, sospeché yo. Se sentó sobre una caja y no dejaba de mirar las fotos.

. - le ofrezco la oportunidad de darle un cambio a su vida.

. - ¿como?

. - primero que nada, una ducha, un afeitado, un corte de pelo y un traje decente, después una revisión médica. Luego verá a su padre. Podrá vivir con él hasta que se sienta fuerte y pueda presentarse ante su ex mujer y sus hijos.

. - yo no me he divorciado. Aún es mi mujer.

. - pues mejor me lo pone.

. - ¿por qué hace esto?

. - su padre me lo pidió y yo cuido de mis amigos. ¿Le interesa o no, cambiar de vida?

. - sí, si me interesa –decía mirando las fotos- ¿me las puedo quedar?

. - claro, son suyas. Tenía pensado llevarlo directamente a mi casa para allí hacerle todo lo dicho anteriormente, pero su padre no se merece verlo en estas condiciones. Iremos a un hotel cercano. Cuando esté presentable, le llevaré a un médico para que lo revise de arriba abajo por si tiene algo reparable. Luego podrá ver a su padre.

. - gracias…, gracias… ¿Y dice que me va a dar un trabajo?

. - así es. El jardín de mi casa es mucho jardín para su padre, que ya es mayor. Le ayudará hasta que Dios quiera. A no ser que desee, más adelante, quedarse con su padre, pero eso ya lo verán ustedes. De momento, acompáñeme a mi coche.

. - cogeré mis cosas –dijo metiéndose en la caja de cartón. Sacó una cajita de 20x10 y se la puso bajo el brazo. Luego me siguió al coche-.

Cuando llegó al auto, el olor que desprendía el hijo del jardinero casi hace que Dámaso echara la pota, pero yo ni le había puesto caso, hasta ahora, que sí, olía francamente mal, pero me hice el loco y aguanté el embate maloliente cuando nos sentamos el hombre y yo en la parte de atrás. Abrí ambas ventanas y puse en marcha el ventilador. Así, al menos, uno podía respirar dentro del auto.

. - Dámaso, llévanos a un hotel medianamente decente con ducha. Luego haz que nos envíen a la habitación a un peluquero y alguien de una boutique cercana.

. - sí, señor –dijo Dámaso intentando respirar por la boca-.

Alquilé la habitación y con la llave en la mano, hice entrar al mendigo por una puerta trasera, pues si lo veían entrar con aquella facha, no lo dejaban pasar de la puerta de la calle.

. - vaya al baño y deje toda su ropa en una esquina. Báñese y no tenga prisa, pues huele francamente mal, amigo Iker.

. - si llevara tanto tiempo como llevo yo en la calle, también olería así.

. - le creo. Ande, vaya. Pediré algo de comida. ¿Qué le gusta?

. - lo que sea, no como bien ni se sabe desde cuándo.

. - vale, déjelo en mis manos.

Una vez traspasó la puerta del aseo, esperé un poco y entré yo después. Ya estaba en la bañera cuan largo era.

. - eh, ¿qué hace aquí? ¿viene a cobrar tan pronto?

. - van a venir de la boutique y necesito darle algunas medidas de su ropa y lo mejor será mirar las etiquetas de la ropa que se ha quitado.

No dije nada más. Me agaché y tomé nota de las medidas de los pantalones y la camisa. Volví a dejar todo donde estaba.

. - cuando salga, no se le ocurra volverse a poner la misma ropa, a esa le pegaremos fuego –Salí sin esperar respuesta-.

Tocaron en la puerta y abrí. Era el peluquero y una chica, supuse de la boutique.

. - pase usted, señorita. Usted, por favor –le dije al peluquero- venga dentro de tres cuartos de hora, está bañándose-.

Entró la chica y no tardé dos minutos en despacharla. Tomó nota de las medidas y de lo que necesitaba de ella. Se marchó, para regresar media hora después con lo pedido. Le pagué en efectivo, más una propina. Cuando se largó, salía Iker del baño.

. - un segundo –dije, le olí la cabeza y bajé por todo su cuerpo. Hasta le saqué la toalla para olerle el cipote, que por cierto era de calidad superior-.

. - pero oiga usted…

. - vuelva al baño. Aun huele a diablos.

. - se me acabó el champú.

. - haberlo dicho, hombre. Métase en la bañera de nuevo, pediré más.

. - ¿es necesario?

. - ya lo creo, el peluquero y el médico no tienen por qué oler su cuerpo en este estado.

De mala gana y sin ponerse la toalla, el hombre se metió de nuevo en la bañera. Oí el agua y llamé a recepción, preguntando por la comida y de paso pedí más champú. Prometieron que en cinco minutos ya estaban tocando en la puerta. Puse el reloj y hasta los quince, no aparecieron. Es lo que pasa por elegir un hotel de poca categoría. Le solté otra propina, en vez de un vainazo por la tardanza. Por supuesto, pedí para dos, pues yo también tenía hambre. Le llevé el champú y se lo entregué en propia mano.

. - dese prisa, la comida ya está fuera.

. - ¿de prisa y que siga oliendo mal o con paciencia y salir bien limpio?

. - le doy diez minutos o empiezo sin usted. En cinco debería quedará como nuevo.

. - vale, vale. Ya me doy prisa –dijo echándose un buen chorro en los huevos. Mientras me miraba, se restregaba bien la polla y los huevos. Me la puso dura el muy cabronazo- ¿le gusta lo que ve?

. - ¿no querrá que le lave la polla y el culo?

. - ¿le gustaría?, aunque estoy casado, para desahogarme he tenido que pagar a chaperos para meterla en un agujero calentito. Así que no me importaría que me lavara usted, si gusta.

No le respondí de viva voz, sino con acción. Le aparté la mano de su polla y fui yo quien esta vez le sobó bien la polla y los huevos. Luego seguí por su culo, donde metí varios dedos, cosa que no le importó una mierda al tal Iker. Continué por todo su cuerpo y todo ello desde fuera de la bañera. Cuando terminé de pasarle la mano por todo su cuerpo, cabeza incluida, regresé a su polla y mirándole a la cara, le comencé a hacer una paja como Dios manda. El tiro de leche la dirigí dentro de la bañera, pues aún no sabía si podía tragármela o no, pues podía estar contaminada y no había que arriesgarse sin tomar las debidas precauciones.

. - quítese la espuma de encima y salga a comer –dije lavándome las manos en el lavabo, luego me saqué el rabo para echar una meada. La tenía bien empalmada, cosa que no le pasó desapercibido al hombre. Una vez pude mear, me la guardé, volví a lavarme las manos y salí de allí-.

Cuando volví a verlo, venía con la toalla en la cintura. Se sentó en la mesita donde yo estaba comiendo. Sin decir nada, empezó a comer y comer. Realmente, estaba hambriento. Hasta tuve que darle parte de mi comida, pues se me había quitado el apetito viendo a aquel hombre comer con aquella desesperación.

. - nadie le va a quitar la comida.

. - lo siento. Pero de dónde vengo, te rajan por un plato de lentejas, créame que lo he visto y muchas cosas peores más.

. - le creo, pero aquí nadie le va a quitar nada.

Cuando dejó los platos brillando, se levantó, para ir corriendo al baño a cagar. De cajón, se había pasado comiendo y no solo eso, sino también por la rapidez con que comía, no masticó bien la comida y eso traía consecuencias. Al rato salió. El olor que salía del baño era cojonudo.

. - lo siento, algo me debió sentar mal.

. - sí, la cantidad y la rapidez. ¿Habrá tirado de la cisterna?

. - claro, ¿por quién me toma?

. - pues entonces cierre la puerta del baño, hasta aquí llega el olor de sus tripas.

. - sí, claro. Ahora mismo la cierro.

Una vez cerrada, se acercó a la cama donde estaban las ropas que había comprado para el tío. Sonrió y se sacó la toalla de encima. No tenía mucha prisa, por lo que podía ver. Se dio el gusto de elegir la ropa estando en cueros. Cuando eligió, se sentó en una silla y parsimoniosamente, se fue vistiendo. Una vez estuvo vestido, cogió el resto de la ropa e hizo un atado con ella para llevársela. Chico previsor.

. - es para que no se nos quede atrás nada.

. - no se preocupe. Es toda suya. Coja una de esas bolsas y eche su ropa sucia. Haga un nudo y déjela en el baño hasta que nos vayamos y tirarla. Hágame ese favor.

. - claro, por supuesto.

Estando en el baño, tocaron en la puerta. Era el camarero y el peluquero. Uno se llevó el material y al otro lo dejé entrar.

. - ¿ya está listo el señor?

. - sí, enseguida sale. Iker –llamé- ha llegado el peluquero-.

Cuando el peluquero vio a quien tenía que afeitar y pelar, casi sale por la puerta. Suerte que yo la había cerrado con anterioridad. El hombre tragó saliva y como buen profesional que se le suponía, se puso a ello. Apartó mobiliario y puso un plástico en el suelo. Luego una silla e invitó a Iker a sentarse. Una vez comenzó, pasó una hora larga, que se dice pronto y el tío aún seguía con las tijeras en la mano. Estaba sudando a chorros con aquel harapiento de Iker.

Cuando acabó al final, tenía toda la camisa húmeda por el esfuerzo sobrehumano que había tenido que hacer para cumplir con su cometido. La buena propina que le di, pues se la merecía el jodido, le alegró el día al pobre diablo. Cuando se marchó, lo había recogido todo. Incluso le di la bolsa con la ropa sucia para que la tirara. Con asco la cogió y desapareció.

. – ahora, hasta parezco una persona –dijo-.

. - sí, no hay nada como un cambio de look para mejorar la imagen de uno. ¿Está con fuerzas para ir a la revisión médica?

. - ¿podría posponerla un poco?, aun me dura el dolor de estómago.

. - entonces será mejor que se tienda y duerma un poco. Lo vendré a buscar a eso de las 5 de la tarde. Pospondré la hora de la cita que tenía para dentro de una hora.

. - gracias, buena idea. Hace años que no duermo en una cama decente.

Apartó la ropa que había atado y la colocó con cuidado en una silla. Luego se desnudó del todo, colocando bien la ropa para que no se le arrugara. Después se metió bajo la manta y se quedó dormido en menos de medio minuto. Los ronquidos así lo atestiguaban. Me largué de allí y regresé a la oficina. Me polla estaba que explotaba y sabía quién podía hacérmela descargar. Cuando llegué a la oficina, invité a entrar a mi secretaria jefe, pues tenía varias más desparramadas por allí.

. - pase Chelo, tengo que redactarle algo.

. - sí, señor.

Entré y ella detrás mío. Cerró tras ella como era su costumbre y también, sus órdenes. Me senté en mi mesa y me bajé la cremallera, escapándose la churri. Chelo se sentó en su silla y cogió lápiz y papel, como debía hacer una secretaria eficiente como ella.

. - usted dirá, señor Morales –dijo abriéndose bien de piernas, cuidándose que le viera bien la almeja que tantas veces ya me había comido-.

. - pues le digo. Estoy que no aguanto más. Voy a explotar de un momento a otro y quisiera saber si se podía meter entre mis piernas y descargarme mientras repaso unos papeles.

. - por supuesto, jefe. Soy una secretaria de lo más eficiente, ya lo sabe usted -dijo sonriendo-.

Se vino hacia mí, rodeando la mesa y al verme el cipote en todo lo alto, sonrió. Se aflojó tres botones de la blanca blusa, saliéndole ambos pechos fuera, aun protegidos por unos potentes sujetadores acordes con la calidad del material que custodiaban. No hizo falta decirle nada más. Pasó un pie por encima de mis muslos y se sentó sobre mi tranca, tragándosela toda.

. - gracias, querida. Que buena secretaria que eres. Tendré que subirte el sueldo.

. - y hará bien. Y no se preocupe de preñarme, ya he puesto los medios para que ello no suceda –dijo sonriendo la muy cabrona-.

Yo ya estaba sacándole los pechos, para de inmediato, ponerme a comerme sus pezones mientras ella subía y bajaba sobre mi cipote. Era una hembra, que, joder, joder, estaba impresionante. Qué tetas, qué culo, qué clítoris más grande y mamable, qué todo. Y lo mejor era que sabía estar en su sitio y no subírsele a la cabeza el ser la amante del jefe. Era discreta y eficiente, como deben ser las secretarias putativas como ella. El puto interfono sonó. Joder, vaya momento. Era otra de las secretarias, una gordita que un día más pronto que tarde, la tendría donde ahora a Chelo.

. - dígame –dije modulando la voz como pude-.

. - señor, la señorita Marisol pide verle.

. - hágala pasar.

Según corté, hice la silla hacia atrás y me saqué de encima a Chelo.

. - métete bajo la mesa, rápido.

No preguntó nada, como debía ser. Me coloqué dé nuevo bien en mi mesa, aun con la polla fuera.

. - buenos días, Salvador. Te traigo lo que me pediste.

. - muy bien, querida. Perdona que no me levante, tengo un poco de agujetas. Siéntate por favor y déjame la carpeta.

Mientras Marisol llegaba y me alargaba la carpeta, acerqué más aun la silla a la mesa y cogiendo la cabeza de Chelo, la puse a comerme la polla, pues aún la tenía como una piedra y quería descargarla. Chelo se empleó a fondo. Eficiente, como siempre.

. - no te has pasado, Marisol. ¿Cuántas hojas hay aquí?

. - me dijiste un informe exhaustivo. Llevo días sin dormir y ahí está el motivo. ¿Qué me dices al respecto?

. - déjame que le eche un vistazo antes, querida. Cuando lo haya leído, te llamo y hablamos. ¿Te parece?

. - claro, por supuesto. ¿Te gusta el teatro?

. - depende de qué teatro. ¿De ese que cantan tan raro o una obra de Lope de Vega y compañía?

. - de la primera, me temo.

. - ni loco voy a aaaaahhhhh…, digo, ni loco voy a ir yo. Odio ese tipo de obras, no la entiendo, ni hago por entenderlo. Si fuera de Lope de Vega…

. - bueno, veré si hay algún teatro que ponga algo de ese autor o uno contemporáneo de él.

. - gracias, te lo agradezco.

. - ¿entonces irás conmigo a una obra si encuentro alguna que te guste?

. - oh, dios… –me había corrido en la boca de Chelo. Ella seguía mama que te mama, dándome un placer inmenso- pues claro que sí, mujer. Para que veas que no solo me gustan las películas del espacio con monstruos. ¿Pagas tú?

. - bueno, claro, sí.

. - era una broma.

. - no, si puedo pagarlo.

. - entonces yo pongo las palomitas.

. - en esos sitios no hay palomitas.

. - pues vaya mierda de sitio.

. - ¿no quieres ir entonces?

. - iré. ¿Y si las llevo en mi bolsillo y nos las comemos allí?

. - bueno, pero si nos cogen, nos echan.

. - es igual, así nos alegramos un poco. Oh, Dios…

. - ¿qué te ocurre?, te veo raro.

. - son las malditas agujetas, ya te dije. Pero ya se me pasará. Bueno, entonces quedamos en eso. Ya me avisarás. Ah, y duerme el resto del día y mañana también si quieres. Puedes quedarte en casa, porque tengo que consultar tus datos y eso me llevará al menos uno o dos días.

. - vale, ya te aviso para lo de la obra, entonces.

. - de acuerdo. Hasta la vista –dije haciendo que leía su informe-.

Ella se fue, no sin mirar atrás una vez más. Se dijo que yo estaba raro, muy raro. Una vez desapareció, hice la silla hacia atrás.

. - joder, Chelo. Casi nos coge.

. - ¿qué le ha parecido la mamada?

. - ¿no me oíste?, casi me vuelvo loco. Que boca tienes, chica y no digamos de tu chichi. Anda, vente al sofá, es justo que te devuelva el placer que me has dado.

Con la polla colgando y muerta, marchamos al sillón. Allí se puso con las piernas abiertas y me metí entre ellas con mi lengua por delante. Le di una comida de chumino de las que hacen época. Suerte la insonorización de la oficina, que si no.  Cuando se marchaba, iba tambaleante la Chelo. Le hice descansar un momento o se iban a dar cuenta las compañeras.

Una vez se fue, me di una ducha y dejé el recado de que me iba a tender un rato y que no me despertaran si no era porque se hundía el edificio. Cuando desperté, a eso de las cuatro, tenía la cabeza como un bombo. Un calmante y una nueva ducha y me dejó como nuevo. La polla había recargado pilas y ya estaba lista otra vez. Avisé que me iba y me fui. El ex mendigo Iker yacía en la cama aun sobando. Su desnudo cuerpo estaba a la vista. Necesitaba un afeitado de huevos. Lo zarandeé un poco y despertó bruscamente. Al verme y saber dónde estaba, se serenó.

. - disculpa, creí que estaba en aquel callejón.

. - no se preocupe. –Miré su polla- ¿No le parece que tiene demasiado felpudo en los huevos?, ¿no habría que afeitarlo también?

. - ¿lo cree necesario?

. - ¿se lo ha visto?, es un bosque.

. - ¿tenemos tiempo antes de ir al médico?

. - sí, lo pedí para dentro de un par de horas, por si acaso no despertaba.

. - bueno, todo sea para estar algo más presentable ante la revisión.

. - perfecto. Pediré a recepción el material para afeitárselo.

. - ¿usted mismo?

Cogí el teléfono y llamé. Me enviarían el material en un par de minutos. Como siempre, mintieron como bellacos, no llegaron hasta quince después.

Con el material en mis manos y una propina al recadero, invité a Iker al baño.

. - ¿me lo va a afeitar usted?

. - ¿llamo al peluquero de nuevo?

. - no, prefiero que lo haga usted. Ya me la ha visto y me la sigue viendo, qué coño –dijo sonriendo mientras se cogía el rabo el tío-.

Nos desnudamos ambos y nos metimos en la bañera. Metí en la bañera la papelera y lo hice sentarse encima. Yo, con una rodilla en el fondo de la bañera, me puse a afeitarlo. Empecé por usar las tijeras y cortar cuanto podía con ellas. Su polla empalmada la tenía en la mano.

. - ¿no es mejor descargarla antes? –preguntó-.

. - mejor no, al afeitarlo es mejor que no haya arrugas o puedo cortarle.

. - es verdad, mira que soy tonto. Pero si me corro en su mano…

. - me hago cargo –dije pajeándole la polla, pues eso, que me gustaba tenerla en mi mano bien dura y para que no decayera-.

Cuando apenas tenía pelos altos que cortar, usé la afeitadora, usando varias cuchillas antes de dar por terminado el trabajo. Lo dejé como el culito de un niño chico, así de suave. Al final y sin que pudiera aguantarme, le hice una paja como Dios manda, corriéndose en mi mano. Le di a tomársela poniéndosela en su cara. El tío, sonriendo, se tomó su leche, no sin un poco de asco, pues la costumbre en el ex mendigo era metérsela en los culos a los chaperos y no tragársela, pero, en fin, todo sea por agradar a este benefactor que, además, estaba muy bueno, según su parecer.

. - gracias por los dos trabajos.

. - a mandar. Será mejor que nos duchemos como Dios manda y salgamos de aquí para ir a la revisión.

Ante la consulta, esperamos un cuarto de hora después de llegar. Una vez le tocó, lo metieron dentro y me quedé fuera con una revista médica en mis manos. Una chinita se sentó frente a mí, venía con una mujer entrada en carnes y en años.

. - mamá, no hace falta que me vea el médico –decía la hija, en chino. Tenía unos 25 años, aproximadamente-.

. - hija, no seas tonta. No haberte metido bajo tu tío, seguro que te pegó algo.

. - mamá, no fui yo. Me obligó él. Me violó.

. - no digas mentiras. Tu tío no haría algo así. Es un buen hombre.

. - ¿por qué le haces caso al tío y no a mí?, le diré al médico que me violó y lo meterán en la cárcel.

. - ni se te ocurra. Los trapos sucios se lavan en casa.

No pude aguantarme más e intervine, hablando en chino.

. - señora, eso no son trapos sucios. Una violación es algo muy grave ¿o no le importa que violen a su hija en su casa?

Las dos mujeres se aterraron que hablara tan bien el chino y las hubiese oído.

. - no entiende –dijo la madre nerviosa-.

. - sí, perfectamente, señora. Chica, denúncialo o ese tío tuyo volverá a hacerlo, pues tu madre no hará nada al respecto.

. - señor, no se meta en donde no le llaman –dijo esta última-.

. - si no hace la denuncia al médico cuando entren, la denuncio yo a usted, señora.

La mujer se quedó callada temblando. Su hija, ya más serena, se sentó a mi lado.

. - no es mi madre.

. - pero antes dijiste…

. - lo sé, soy lo que aquí llamáis una esclava. Mis padres le deben dinero y me dejaron en préstamo hasta que se lo devuelva-.

Ante esta declaración, la mujer se levantó y salió por patas. La chica se levantó e iba a ir tras ella. La detuve.

. - no irás a irte detrás de ella…

. - tengo que ir, no tengo donde vivir. Al menos con ellos…

. - no tienes que volver con ella. ¿Cuánto dinero le debéis a esa mafia?

. – 7.600 euros. Es mucho dinero. Si no vuelvo con ellos, les harán daño a mis padres –se aterró la chiquita-.

. - déjame ayudarte.

. - ¿cómo?, ¿con dinero?, es la única manera.

. - ¿dónde viven tus padres?

. - a 60 kilómetros de Shanghái.

. - mira, te diré lo que haremos. Me das la dirección de tus padres y si es conforme a lo que has dicho, os daré el dinero para que os dejen en paz. Luego te compro un billete para tu país para reunirte con tu familia.

. - no tengo pasaporte, me lo quitaron nada más llegar.

. - eso lo arreglaremos después. Ahora deja que te miren los médicos y te curen. Mientras te atienden, haré unas llamadas, por lo que necesito tus datos, los de tu familia y te haré una foto para enviarla a unos amigos en China –dije haciéndole la foto directamente con el móvil-.

Anoté en un papel los datos que me daba y los iba anotando en el móvil, luego, mientras llamaba a Shanghái, salió un facultativo chino de la sala de enfrente e invitó a la chinita a entrar, en su idioma. Ella entró en la consulta para ser atendida.

Hablé con el jefe de escoltas que habían cuidado de mi en China y le pedí como favor, eso sí, pagable, que se informara si era cierto o no lo que la chica me había dicho de la deuda con la mafia. Le envié la foto y los datos de sus padres y ella misma. Quedaron en informarme lo antes posible. Luego y si todo encajaba, ellos mismos pagarían la deuda en mi nombre, ya luego arreglaríamos cuentas. Iker, el ex mendigo salió por fin. Le dije que se sentara.

. - ¿no nos vamos?, tengo aquí todos los informes que me entregó el médico.

. - no tengas prisa. Regresamos con una chica a la que he medio adoptado por unos días.

. - vamos, como a mí.

. - más o menos –dije sonriendo-.

Le cogí los papeles del médico y les eché un vistazo. Nada de Sida, nada de venéreas, raquitismo, eso era solucionable y debilidad, solucionable igualmente con lo mismo, comida. Por lo demás, estaba bien para ser un mendigo. Al final salió la chica, la chinita. Ming se llamaba. Se llegó hasta donde yo estaba, mirando a Iker.

. - Iker, Ming –le dije a Iker-, Ming, Iker, un amigo –en chino. Iker se me quedó mirando al oír que hablaba el chino-.

Se saludaron en sus respectivos idiomas con un hola escueto. Iker mirándola de arriba-abajo.

. - Ming –en chino- ya he hablado con Shanghái y he puesto en marcha la cosa. Cuando me informen de que todo marcha como debe ser, tus padres recibirán el dinero. De momento, te vienes conmigo a casa. Hay muchas habitaciones. Espero que solo sea un par de días o menos, dependiendo de lo que tarden mis amigos chinos-.

. - ¿me puedo fiar de ti?

. - de mí, sí. ¿Me puedo fiar yo de ti de que me has dicho la verdad?, ¿toda la verdad?

. - sí, te lo juro. ¿Cómo te llamas?, aún no sé tu nombre.

. - perdona, se me había olvidado. Salvador me llamo. ¿Nos vamos, entonces?

. - sí.

. - perfecto. Pasaremos por secretaría, tengo que abonar la factura de mi amigo Iker –siempre en chino-.

Una vez salimos del hospital, marchamos hacia casa. Al ver a Iker y a Ming junto a mí al entrar en casa, la servidumbre debía de abstenerse de hacer o decir algo que les delatara que allí había tomate. El problema era que había clases de adelgazamiento y claro, allí todo el mundo estaba en pelotas. Eso en la habitación de deportes, fuera de la vista de Iker y Ming, al menos, por ahora. Para ponerles en antecedentes y que la cosa no les cogiera de improviso y quisieran salir por patas de aquel lupanar, los senté en mi despacho y les hablé. Primero a Iker en español.

. - Iker… -le expliqué por encima que en aquella casa era de lo más liberal y el sexo no se escondía en ninguna parte. Que incluso su padre me hacia las mejores mamadas de la casa, etc., etc. Al final hasta se le puso dura. También le hablé de las clases de adelgazamiento en la que se estaba en pelotas todo el rato. No pareció mosquearse, así que lo dejé así. Insistió en ver a su padre, por lo que le dije que esperara un minuto que debía informar también a Ming de lo mismo que le había dicho a él para que no tuviera miedo-.

Me dirigí hacia Ming y le conté más de lo mismo, añadiendo alguna que otra cosa.

. - …Ming, aunque tenga sexo con el resto de la casa, tú estás exenta de practicarlo. Nadie te tocará un pelo. ¿Me entiendes?

. - ¿es normal esto en España?

. - no, ni mucho menos. Pero es lo que hemos querido los de la casa, nadie es obligado. No te sientas cohibida por verme practicarlo delante de ti. Puedes entrar y salir de la casa siempre que quieras, pero no te vayas muy lejos, no sea que me llamen con la respuesta de China. En cuanto tenga los datos, te devuelvo con tus padres.

. - vale, gracias por lo que estás haciendo.

. - no hay de qué.

Y luego en español y señalando a Ming.

. - Iker, no le toques un pelo a Ming o cualquiera de la casa que no quiera nada contigo. ¿Me oyes?

. - no hay problema, así será. ¿Vamos a ver a papá?

. - ahora sí.

Abrí la puerta del gimnasio y allí estaban sudando como cerdos, perdón. Los ojos del grupo se fijaron en mis compañeros. Raúl, el jardinero y padre de Iker, se avergonzó de estar desnudo y se tapó sus vergüenzas.

. - hijo, estás aquí… –dijo el viejo acercándose a su chico-.

. - papá, lo siento… –dijo y se abrazaron. Ambos lloraron durante un momento-.

. - perdona, no estoy presentable –se dijo señalándose-.

. - no te preocupes, padre. Salvador ya me habló de los ejercicios de adelgazamiento y de lo otro.

. - ¿de lo otro?

. - sí, de lo otro, pero no me importa. Quiero que seas feliz.

. - gracias, hijo.

. - chicos y chicas, un momento de atención, por favor –dije adelantándome-.

Cuando todos se me acercaron, menos los profesores…

(Parte 29 de 30)

FIN