Soy un caballero y cumplo lo que prometo (27)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(27-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - sé que su empresa más importante no vale una mierda hoy, pero, aun así, cogerá todas y cada una de sus empresas y sé las que tiene y cuánto valen y las vende al mejor postor. Con ese…

. - pero ¿qué dice?

. - no me interrumpa o le doy de ostias aquí mismo. Como decía, las vende al mejor postor y con lo que saque con ellas y pague lo que debe a empleados y proveedores, hace tres partes. Una para Marisol, otra para Irma, su otra hija y la tercera parte para usted y su mujer. Si hace eso, le extiendo ahora mismo un cheque por 12 millones a cobrar en el banco que quiera.

. - ahora que se quién es, usted no tiene ese dinero. Solo es un vulgar arquitecto que ni es conocido.

. - tengo ese dinero y más. De donde lo haya sacado, no le importa. Si no acepta mis condiciones, pondré el dinero y haré que les llegue a los secuestradores. Una vez esté en casa Marisol, le pondré la grabación que acaba de escuchar.

. - no le creerá, a mí sí, cuando le diga que todo es una patraña.

. - es que no solo tengo esa grabación. También tengo otra que concierne a su hija Irma. Escuche y dígame si no lo tengo cogido por los huevos…

. - violamos a la hija del sr. Joaquín por orden suya para que tuviera un escarmiento y no volviera a las andadas. Un día la drogamos y la llevamos a un descampado. Entre los tres la violamos repetidamente.

. - ¿le dijisteis quien os había mandado?

. - no, eso no. Era un escarmiento del padre por no obedecerle y casarse con un don nadie busca-perras.

De nuevo la cara del padre era todo un poema. Apagué la grabación y seguí comiendo mi sopa de pollo con mariscos.

. - y bien, ¿qué ha decidido?

. - ¿si hago lo que dice, no les entregará las grabaciones a mis hijas?

. - no lo haré. Ya bastante han sufrido por su culpa, sobre todo Irma. Hay que ser un hijo de puta muy grande para hacerle eso a una hija.

El hombre no sabía dónde meter sus manos, pues se las sobaba de lo sudadas que las tenía.

. - de acuerdo. Y claro, querrá que Marisol sepa de donde he sacado el dinero, de usted.

. - pues no, se equivoca de cabo a rabo. No podrá decirle nada de mí. Si pregunta, que lo sacó de vender todas sus propiedades y que le quedó dinero para repartir la herencia en vida y retirarse de los negocios. Que no lo sabía, pero que lo importante son los hijos. Eso le hará ganar algunos enteros con sus hijas, a lo mejor hasta de Irma, aunque creo que, si lo supiera, se iba a arrepentir.

. - pero usted dijo que no le diría nada.

. - yo nada le diré. Cumpla y cumpliré.

. - ¿y cómo sé yo que después de vender todo, usted no se raja y me deja en la estacada?

. - porque yo soy un caballero y cumplo lo que prometo, no como usted, una sabandija de cuidado. Le daré el talón a un notario con la condición de que haya hecho lo que le he dicho, venderlo todo y pagar y repartir. Entonces y solo entonces, el notario le dará el talón conformado por el banco. Y si aún no se fía, el notario le enseñará el talón y le confirmará que es legítimo. ¿Cuándo vence el plazo de los secuestradores?

. - El 15 de este mismo mes.

. - pues tiene 12 días para hacer lo que le he dicho.

. - ¿también tengo que vender la casa donde vivo?

. - hay que joderse. Sí, todas sus propiedades, tiene que venderlas. Luego se compra una más pequeña y listo. ¿Vamos al notario o no?

. - de acuerdo.

Pagué la comida y marchamos ante el notario. Había elegido el restaurante cerca de uno de éstos. Allí hice entrega del talón y de las condiciones para que se lo entregara a Echevarría. El notario hizo unas llamadas y confirmó que tenía liquidez dicho talón de 12 millones de dólares. Luego salimos de la notaría y cada uno se fue por un lado de la calle.

Debido a la rapidez de las ventas, apenas le pagaron lo justo por sus propiedades mercantiles. Ni por la cervecería, la niña de sus ojos. Por su casa sí que consiguió un buen pastón, pues era enorme y muy codiciada por sus espectaculares vistas y terrenos que contenía. Cuando el notario confirmó, en un tiempo récord, que había pagado a empleados y proveedores con el dinero de las ventas de los inmuebles, hizo entrega del talón conformado. Por aquel trabajito, el notario se embolso 3.675 euros el muy cabronazo.

Echevarría y los suyos se fueron a vivir a un hotel de momento, mientras hacía entrega, mediante intermediarios, del dinero para el rescate. Hubo de esperar 13 días hasta que las noticias daban por liberados, no sé dónde, a los tres empleados de la ONG Médicos Sin Fronteras. Dos días después llegaban a España, esperando a Marisol, sus padres y su hermana a los que abrazó llorando. El avión con el médico y la otra enfermera continuó hasta Bélgica, destino final de estos últimos.

Los periódicos hablaron durante días de lo que tuvo que hacer el padre para conseguir el dinero. Fue puesto en un pedestal por venderlo todo para salvar a su hija secuestrada. Los más listos en económicas sacaron cuentas e hicieron notar algún que otro fallo en la información, pero no trascendió como debía y pronto se olvidó todo, pues las nuevas noticias empujaban a las viejas al cubo del olvido.

Mi polla se enterraba una y otra vez en el chumino súper caliente y lubricado de mi hermana. Los jadeos de uno y otro eran bestiales y no había ganas de silenciarlos. No nos daba la gana, pues estábamos fabricando algo que sería un gran follador en el futuro. Eso, sí era macho, que, si era hembra, sería una gran receptora de pollas como su madre. La leche le entraba a raudales y para más seguridad, se quedaba con la vagina bien alta para que la fuerza de la gravedad y los putos espermatozoides de mis huevos, llegaran a destino sin cansarse mucho.

Estuvimos hasta el domingo al mediodía follando y follando sin parar. Acabé con la polla despellejada, aunque ella no quedó mucho mejor, pues el solo roce de una polla más, la hacía saltar de dolor. Solo de pensar que tendría que seguir follando con su cornudo marido, le entraba el canguelo, así que, sin decirme nada, decidió que su marido no la iba a tocar un pelo de su chumino hasta una semana después.

. - Por fin llegas, Clara de mi alma -le dije-.

. - vete a la mierda.

. - hija, no seas maleducada -dijo su madre-.

. - no vino a mi boda.

. - lo sé y parte de la culpa fue vuestra por no llamarme y decírmelo.

Llorando se me abrazó. Su madre respiró hondo. Detrás venía el marido cargado de maletas y regalos, el extremeño que se habría follado a Clara la de Dios.

. - ¿por qué lloras, querida?

. - ven y dale un abrazo a Salvador.

. - el Salvador que…

. - sí, ese Salvador.

El tío alargó la mano y se la cogí. Luego le di un abrazo, aunque el tío no estaba muy por la labor.

. - Si llego a saber que veníais hoy, os habría comprado un regalo –dije-.

. - toma, mamá, la tarjeta que nos diste. Casi no se puede leer la cinta magnética.

. - pues sí que la habéis usado. ¿No habéis fabricado un bambino? –dije sonriendo-.

. - no, listillo. Aún no.

. - hijos, os veo un poco canijos. ¿Es que no comíais bien allí donde ibais? –preguntó diana-.

. - mamá, no teníamos tiempo. Había tantas cosas que ver que nos olvidábamos y comíamos cualquier cosa.

. - pues mal hecho, hija.

. - os invito a comer. A los tres –dije-.

. - ¿en el restaurante que quiera? –dijo Clara-.

. - el que quieras.

. - pues al Excélsior. Una amiga mía dice que allí es donde mejor se come.

. - no será para tanto, pero si quieres ir allí, vayamos pues.

En el trayecto conducía yo, los escoltas fueron en un tercer vehículo. Creí que Clara se había ido a la zona oscura de mi polla, pero me equivoqué. Iba a mi lado, su marido y su madre detrás. Su mini falda quedó en cero faldas, pues entre que al sentarse se le hacía un poco para atrás y que ella, con una sonrisa de zorra de aquí no te meneas, se la hizo para arriba, me dejó ver todo lo que podía enseñar un exiguo tanga. Más si con un par de dedos se lo apartó para que disfrutara de la almeja que tantas veces había disfrutado en el pasado.

Le quiñé el ojo y sonreí. Atrás no era muy distinta la cosa. Cuando le pregunté a Diana si yo conocía o me había tirado al novio y ahora marido de Clara y me dijo que ella sí, lo decía de verdad. Lo conocía muy en profundidad, pues las sonrisas de ambos atrás que veía por el retrovisor, no eran de suegra o nuero. Diana ya tenía su mano dentro de los pantalones de su nuero, que se llamaba, por cierto, Silverio Gutiérrez, de una abolenga familia extremeña.

Silverio no era manco y ya puestos, alargó su mano y buscó el chumino, que hacía aguas, de su suegra. Allí metió cuantos dedos pudo, sacándolo bien surtido de fluidos vaginales, que, con una sonrisa, se los llevó con disimulo a la boca, chupándose cada dedo. Antes de que se corriera el chico, que estaba a punto, llegamos al restaurante, sito en el hotel de mismo nombre. Cada uno se recompuso la ropa, Clara incluida. Allí, el que no corría, volaba.

Ya sentados los cuatro en una hermosa mesa, ya íbamos por el segundo plato. Entonces y solo entonces, le ofrecí el puesto de encargada de la Fundación Lidia Delgado de la empresa, para personas discapacitadas.

. - te lo agradezco, pero no. Por cierto, ¿por qué me lo ofreces tú y no mamá, que es la presidenta de la empresa?

. - hemos diversificado la empresa y ahora Salvador es uno de los jefes –dijo Diana mirándome a los ojos mientras sonreía-.

. - vaya, sí que es un ascenso rápido.

. - no creas. Aparte de que hizo prácticas en la empresa durante varios años, ya sabes que estuvo en China de arquitecto y le fue muy bien. ¿Qué mejor que Salvador para trabajar en nuestra empresa?, ya no es ningún novato.

. - Diana, que conste que le he ofrecido primero a ella la fundación, luego no me vengas con que se lo diese a otra persona.

. - no, si ya veo. Hija, ¿por qué no has aceptado?

. - prefiero ir por libre y hacer cuanto se me antoje. A Silverio sí que le puedes ofrecer el puesto.

. - lo siento, pero será una mujer quien la lleve. Y perdona, Silverio, pero las mujeres tienen más sensibilidad que nosotros los tíos. ¿Te interesa trabajar en una obra? –le pregunté-.

. - ¿en una obra?, pero ¿qué dices? –dijo la esposa-.

. - si te parece lo hacemos vicepresidente de la corporación –dije sonriendo-.

. - de vicepresidente no, pero de obrero de la construcción, tampoco.

. - Silverio, di algo –le dije-.

. - ni lo uno, ni lo otro. En mi tierra me esperan para dirigir la finca, así que tengo trabajo de sobra. ¿De obrero?, ¿de verdad me ibas a ofrecer un puesto de obrero en vuestra empresa?

. - Diana, dile de qué estuve yo trabajando en la empresa.

. - estuvo de chico para todo. Se recorría todo el edificio llevando papeles y lo que hiciera falta. También estuvo de fontanero arreglando baños y de aprendiz de arquitecto. Así que no fue directamente a la cumbre como mi hija ha dicho. Primero por abajo, luego se va ascendiendo y no al revés. Aunque yo creo que Salvador ya sabía que no ibas a aceptar, teniendo una finca que administrar en Extremadura.

. - es verdad. No te veo yo como obrero, sino como jefe, pero en tu tierra, claro. Aquí tendrías que empezar desde abajo como lo hice yo.

. - hija, ¿entonces vas a dejarme sola aquí?

. - mamá, tengo que ir donde vaya Silverio, tu harías lo mismo.

. - sí, hija. Lo sé. Pero visítame y no te pases mucho tiempo sin hacerlo, eres mi única hija.

. - porque no quieres, mamá. Aun eres joven y puedes darme un hermanito.

. - ¿pero qué cosas dices, mujer?, ¿has oído a mi hija, Salvador?, ¿a mis años?

. - ni que fueras una vieja, Diana. Claro que puedes tenerlo, ¿por qué no?, una italiana lo tuvo a los 65 o más años y tú ni te acercas ni de lejos. Lo más, 25 años, ¿no te parece, extremeño? –Dije con una sonrisa-.

. - qué va, 24 le pongo yo.

. - vale ya chicos. Dejar de decir tonterías. Comamos, que esto está muy rico.

Ella se puso a comer y al mismo tiempo no podía dejar de pensar en lo que su hija le había dicho. No, que va, ni que estuviera loca, se dijo. La noche la pasó Clara y su marido en casa de su madre, al día siguiente se iría a Extremadura, a la finca de la familia de su marido. Diana me invitó a quedarme y le hice caso. Cuando estaba en mi cama, esperaba a Clara o a Diana para pasarlo bien, pero no, me equivoqué. Vinieron Clara, Diana y también Silverio. Clara apartó la manta y me dejó en pelotas, pues estaba en pelotas, como siempre estaba yo en una cama.

. - hemos venido a visitarte, querido –dijo Clara-.

. - ¿tu marido también?

. - quería ver si decían la verdad Clara y su madre de lo bueno que eras dando por culo.

. - vaya, gracias chicas. Se hará lo que se pueda. Acércame esa boca tuya.

Con una sonrisa de mamonazo, se sacó la bata de encima, dejándome ver una polla curvada cantidad de grados, pero igual de sabrosa a primera vista. No se fue a por mi boca, sino a por mí polla, que pronto la tuvo en su gaznate mamándomela.

. - exquisita, chicas.

Clara y Diana se sacaron también la bata de encima y se subieron a la cama. Diana fue la más rápida y me puso su chumino en la cara, cosa que pronto comencé a pasarle la lengua a todo lo que daba. La mujer se agarraba del respaldo mientras subía y bajaba su cuerpo para disfrute de ambos. Clara se puso a mamarle la polla a su marido, curvándose un poco más aún. Cuando no se puso más dura, el chico me levantó las piernas lo justo para encasquetarme la polla.

Sin duda era una polla diferente, pues le costó enderezarse lo suficiente para que me pudiera entrar y disfrutarla. Cuando lo consiguió, me dio leña culera mientras su suegra soltaba jugos por su chumino. Clara mamó un rato de mi polla, para luego Diana salirse de encima de mí y ser sustituida por su hija, cuyo jugo tan bien conocía y que no había probado desde hacía tanto tiempo.

El esposo consorte se salió y se corrió sobre mi ombligo, para de inmediato ponerse a tomarse su propia leche, mientras su suegra ya estaba comiéndole el rabo para succionarle cuanta leche en su polla quedase. Me salí de aquella posición y poniéndome de rodillas, le cogí al fin la boca al chico y me lo pasé por la piedra. Nuestras lenguas se peleaban por disfrutar más la una que la otra.

Bajé hasta su polla y me la zampé, aunque estuviese descargada y flácida. Diana y Clara ya estaban haciéndose un 69 entre ellas. Yo ya tenía ganas de clavársela por primera vez a este nuevo miembro de la familia y así lo coloqué. Le di la vuelta y lo puse a cuatro patas. Con una pre-mamada de huevos, continué hacia su orto, pasándole la lengua para después y sin perder tiempo alguno, pues él tampoco lo hizo, se la endilgué cuan larga la tenía. Solo mis huevos impidieron que siguiera entrándole más polla.

Por la no estrechez de su culo, calculé en cuarenta las pollas que aquel buen mozo ya se había tragado antes que la mía. Le di polla hasta que me corrí, no en su ano, sino en su boca, para que disfrutara lo que era una leche de primera calidad y no las leches light de otros posibles amantes o la suya misma.

La noche no se disolvió sin que cada hembra y de nuevo el macho, no tuvieron mi polla en sus distintos agujeros. Sin duda fue una noche de boda repetida con un par de invitados más. Una vez confirmado que Echevarría dividió en tres el dinero que le quedaba, después de pagar a empleados y proveedores, cogí las grabaciones y les pegué fuego literalmente en mi chimenea. Soy un caballero y cumplo lo que prometo y como el viejo hijo de puta cumplió, yo no podía ser menos.

Buscando en mi cabeza alguien que se mereciera ser la encargada de la fundación, solo me daban un nombre mis neuronas, pero lo veía harto difícil, por ser de quien era hija. Pero, aun así, sin duda era la más indicada y tendría que hablar con ella. Pero el tiempo pasaba y no me decidía a dar el paso.

. - hola Salvador, te veo muy bien.

Salía yo de una sucursal bancaria después de hablar con el director sobre negocios mutuos, pues allí donde haya un dinero a ganar, también estaban los putos bancos. Mis escoltas estaban a mi lado y uno se interpuso entre ella y yo.

. - dejadnos, chicos. Es una amiga.

. - sí, señor –eran dos escoltas nuevos puestos por Víctor, mis chicos habituales estaban haciendo un trabajo especial, se estaban follando a la novia de Adrián, la gordita de grandes tetas.

. - ahora eres un tío importante, Salvador. ¿De quién tienes miedo?

No le respondí, no era necesario. Era pura retórica.

. - hola Marisol. Debiste pasarlo mal.

Tampoco me respondió ella, también era pura retórica.

. - quisiera hablar contigo si no te importa.

. - claro. ¿Te parece bien en esa tasca de ahí enfrente?

. - sí, ahí está bien.

. – disculpe, señor Morales, le espera la presidenta –me dijo uno de los escoltas-.

. - tendrá que esperar, ahora estoy con otra dama.

. - sí señor, pero no le gustará.

. - agente, ¿cuánto lleva en la empresa?

. - me acabo de reincorporar, señor.

. - lo suponía. ¿Nos vamos, Marisol? –le entregué mi brazo, ella lo tomó y cruzamos la calle. Nos sentamos en una mesa solitaria. Como todo un caballero, le moví la silla y se la acomodé en su trasero-.

. - ¿no tendrás problemas con tu presidenta por llegar tarde?

. - no, ningún problema. Dime que querías decirme, Marisol.

. - ¿tienes un trabajo para mí?

. - ¿por qué a mí, Marisol?, ¿cuánto hace que no nos vemos?

. - has alcanzado una posición y había pensado que ayudarías a una antigua amiga.

. - Marisol, ¿qué sabes hacer, además de poner inyecciones?

. - soy enfermera y muy buena.

. - sí, eso lo sé, pero no tenemos una clínica en nuestra empresa, al menos aún.

. - ¿no tenéis un dispensario?, ¿un puesto de socorro?, ¿algo donde pueda yo trabajar?

. - Marisol, he sabido que tu padre vendió todo y os dio la herencia en vida. ¿De verdad necesitas trabajar?

. - lo vendió todo por recuperarme, ya lo sabes. Sí, nos dio la herencia, pero, aun así, no soy de las que se quedan en casa, ya me conoces. Si no tienes nada para mí, buscaré en otro sitio.

Se levantó y la hice sentarse de nuevo.

. - siéntate, Marisol. Puede que tenga algo para ti.

. - ¿sí?, ¿el qué?

. - has hecho que pensara en lo de un dispensario o similar para los empleados de la empresa. Normalmente enviamos a los accidentados a un hospital concertado, pero si tuviéramos algo de asistencia médica de urgencia en la empresa, sería más rápido atenderlos y hasta algunos, no tendrían que ir al hospital, al ser pequeñas cosas. Las más graves sí que habría que derivarlos a otras instalaciones más cualificadas. ¿Te interesa?, tendrías que empezar desde cero.

. - ya lo creo. Sería trabajar de lo que sé. Tendrías que contratar a un médico también, yo podría ser su enfermera.

. - perfecto. Otra cosa, ¿tienes interés en ser médica?

. - ¿por qué lo dices?

. - la empresa pondrá unas becas para los empleados e hijos de empleados para estudiar. ¿Te interesa?

. - ¿tendría tiempo para estudiar mientras trabaje?

. - se buscaría compaginarlo.

. - me gustaría al menos intentarlo. En Sudamérica y África aprendí mucho, pero no puedo aplicarlo al no ser médica colegiada.

. - ¿entonces te gusta la idea del dispensario?

. - sí, mucho, ¿pero puedes hacer todo eso que has dicho sin contar con la presidenta de la empresa?

. - puedo hacer eso y más. Ahora mismo estoy con una parte de la empresa a mi cargo y además estoy haciendo una fundación para ayudar a los discapacitados. Necesitaría alguien que me aconsejara al respecto.

. - ¿qué quieres saber?

. – pues, todo, no tengo ni idea de cómo repartir el dinero.

. - si os sobra, dádmelo a mí. No, es broma. La solidaridad es mi fuerte. Si me dejas, te ayudo.

. - eso es lo que te acabo de pedir, que me ayudes. ¿No serán muchas tareas para ti?, enfermera, estudiar para médica y ahora la fundación.

. - no será fácil, pero soy rápida de reflejos.

. - si lo haces bien, puede que te ponga al frente de la fundación y así yo pueda dedicarme a otra cosa más prosaica, como ganar dinero.

. - no te las des de malo. Nunca lo has sido. ¿Desde cuándo nos conocemos, Salvador?

. - no quiero ni recordarlo.

. - ¿aún odias a mi padre?

. - ¿yo odiar a tu padre?, que va.

. - sigues odiándole, te lo veo en los ojos.

. - no mujer. Mi estancia en China me hizo pensar que no valía la pena pasarme toda la vida odiando a alguien.

. - ¿y entonces?

. - entonces, nada. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Lo siento, Marisol, no puedo estar más contigo. Pásate por la empresa y hablamos largo y tendido sobre lo que vamos a hacer.

. - ¿dime cuándo y dónde?

. - mañana mismo, pregunta por mí en la entrada, te enviarán donde estoy. ¿Te va bien sobre las 9 de la mañana?

. - perfecto. Allí estaré.

. - okey, hasta mañana entonces.

. - adiós y gracias, Salvador.

Subí al auto y salimos disparados. Marisol cogió un taxi y regresó con su familia. Habían adquirido una casa adecuada a sus nuevas posibilidades ella y su hermana Irma, que vivirían juntas. Sus padres se mudaron a otra casa de similares características, pero separados, varios kilómetros.

. - ya tengo trabajo, hermanita.

. - ¿sí?, ¿de qué y dónde?

. - ¿te acuerdas de Salvador?, ¿el que estudiaba para arquitecto cuando estaba yo en la universidad?

. - sí, el que estaba emperrado con papá y bebía los vientos por ti y tú por él.

. - ese mismo. Ahora es un alto cargo en la empresa Continental Building . Le pedí trabajo y ya lo tengo en el bolsillo.

. - ¿así?, ¿sin más?, ¿qué te pidió a cambio?, ¿qué te acostaras con él?

. - para nada, ¿Por qué dices eso?

. - ¿no odiaba tanto a papá?

. - ya no, eso me dijo.

. - sí, y yo voy y me lo creo.

. - Irma, ¿qué tienes contra Salvador?

. - ya sabes el qué. Dijo que sabía quiénes me violaron y no me lo quiso decir.

. - ¿no es mejor que olvides, Irma?, si no lo haces, seguirás sufriendo. Pasa página, ya hace mucho tiempo de eso.

. - no es tan fácil, no señor. ¿Cuándo lo vas a ver de nuevo?, me refiero a Salvador.

. - mañana mismo tenemos una reunión.

. - vuélvele a preguntar por lo que me hicieron aquellos malnacidos. Necesito saberlo.

. - se lo preguntaré. Aun no te he dicho de qué voy a trabajar.

. - espero que de enfermera.

. - pues sí, pero, además, voy a estudiar para médica y, además, voy a asesorarle en una fundación que tiene la empresa. Nada menos.

. - vaya, ese aún te quiere.

. - ¿tú crees?, no lo parecía. Hasta tiene guardaespaldas y todo.

. - créeme, Salvador aun bebe los vientos por ti. ¿Y tú?

. - ¿cuántos novios he tenido?

. - ¿ninguno?

. - ahí tienes la respuesta.

Llegué al despacho de la presidenta. No estaba sola.

. - buenos días a todos, siento el retraso.

Me senté y escuché.

. - empecemos –dijo Diana-, repita lo que nos dijo antes, sr. Tamames –este hombre era el ex dueño de la empresa constructora que se añadió a la corporación y que la lleva en nuestro nombre-.

. - tenemos un ladrón en la empresa. O para ser más exactos, dos ladrones. Vean estas imágenes de las cámaras de seguridad.

Pulsó un botón de un mando a distancia y de la televisión de 50 pulgadas que había en la pared, aparecieron dos personas de espaldas sacando algo de un archivo. Era un hombre y una mujer. Se notaba que eran fajos de billetes y no pocos. Ella lo saco del archivo y se lo dio al hombre que se lo metió en los pantalones, en unos grandes bolsillos que tenía. Cuando salían de allí, la cámara recogió sus caras. Eran Fati y Toni.

. - la madre que los parió –fue inevitable que lo dijera o reventaba- ¿Cuánto nos falta?

. – 9.300 euros justos –dijo el tal Tamames-.

. - pero ¿cómo es posible, si solo llevan unos días trabajando?

. - es de la remesa que nos trajeron del banco para pagar a dos proveedores.

. - sí, pero ¿cómo llegó el dinero a sus manos?, no trabajan de cajeros.

. - tuve que ponerla a ella de cajera un par de días por enfermedad de la empleada habitual –dijo el hombre apesadumbrado- lo siento-.

. - no es culpa suya, sino mía. Mi propia familia robando. Joder. Yo hice que los contratara y yo los echaré a la calle. ¿Alguna cosa más?

. - no señor, eso es todo.

. - muchas gracias. Le enviaremos dos nuevas personas, espero más decentes, para sustituir a estos dos capullos. También le restituiré el dinero robado. Yo me encargo. Gracias por venir. ¿Algo más, presidenta?

. - no, nada más. Gracias, sr. Tamames.

. - buenos días -dijo el tal Tamames-.

. - buenos días –respondió Diana-.

Una vez el constructor se fue, Diana lo preguntó.

. - ¿qué vas a hacer?, es de tu sangre.

. - no importa, Diana. Serán despedidos de inmediato, tenemos que dar ejemplo.

. - lo sé y lo siento Salvador.

. - gracias. ¿Me necesitas para algo más?

. - no, solo era para esto.

Llamé a recursos humanos y pedí dos personas para los puestos que ocupaban Fati y Toni. Una vez los obtuve, fueron conmigo a la constructora. Una vez allí, hice venir al auto a los dos delincuentes, Fati y Toni, mientras Dámaso, que era el conductor de hoy se pasó al auto de atrás.

. - ¿qué ocurre, hermanito? –dijo después de darme un beso en la boca-.

. - subid los dos, nos vamos de aquí.

Una vez en el auto, Fati preguntó dónde íbamos-.

. - os llevo a vuestra casa, estáis despedidos.

. - ¿cómo?, ¿por qué? –dijo Toni-.

. - lo sabe, Toni. Salvador lo sabe. ¿Verdad?

. - verdad. Las cámaras os grabaron. Se necesita ser unos gilipollas y unos desagradecidos, para hacerme esto. ¿Dónde está el dinero?

. - ya no lo tenemos.

. - ¿que habéis hecho con más de 9.000 euros?

. - pagar una deuda de juego. Fuimos a jugar a una timba y perdimos. Nos dieron dos días para devolver el dinero o nos hacían daño –dijo Fati-.

. - ¿esa es vuestra disculpa?, ¿qué jugasteis y perdisteis? Habéis hecho dos cosas que nadie en su sano juicio hace. Una, es jugar en esas timbas y dos, robar para pagar una deuda. ¿Por qué no viniste a mí, Fati?

. - no queríamos que te enteraras que habíamos perdido un dineral.

. - Fati, Toni, lo siento mucho, pero no quiero volveros a ver más. Ya está bien de que viváis a mi costa y no conforme con eso, robáis también. Como sé que no tendréis dinero, os daré los últimos diez mil euros que sacaréis de mí y no quiero que toquéis más en mi puerta, no se abrirá más. ¿Lo entendéis?

. - lo entendemos, hermano. Lo siento, si vale de algo.

. - ya son demasiados lo siento y no aguanto más. Me habéis dejado hecho una mierda al robar en la empresa. Habéis caído demasiado bajo y me estáis arrastrando a mí, así que, ya está bien. Os enviaré un correo con el dinero y no quiero saber nada más de vosotros dos. Punto.

El resto del viaje fue en silencio. Cuando se bajaron, aceleré y me fui a casa, no tenía ganas de nada. Cuando llegué, me pareció vacía y demasiada grande para mí solo. Heredé parte de la servidumbre del viejo, pero me seguía sintiendo solo en aquella casa.

Pasaba tan poco tiempo en ella, que apenas conocía a los que allí trabajaban y decidí conocerlos, pues no tenía otra cosa que hacer. Tenderme en la cama, no me serviría, pues no tenía sueño. Tenía una mala leche encima, que seguro que estaría agria. El mayordomo era eso, un mayordomo estirado con librea. Lo llamé.

. - ¿sí, señor Morales?

. - mande reunir a toda la servidumbre, incluidos los jardineros. Los guardas y escoltas, no, por favor.

. - sí señor. ¿Los mando a su despacho o…?

. - sí, allí estará bien. Allí les espero.

. - sí, señor.

El mayordomo fue recogiendo el ganado como si dijéramos. A los tres minutos llegaron todos y todos estaban nerviosos. A lo mejor pensaban que los iba a despedir. Se pusieron en fila como si fueran a inspeccionarlos un sargento mayor. Solo había una cosa en común entre todos ellos, menos en el mayordomo. Eran gorditos.

. - buenos días a todos, veo que aquí se come muy bien, lo digo por lo sanotes que se les ve –dije-.

El grupo respondió con una sonrisa algo vergonzosa, pues no era un halago que digamos el que estuvieran gorditos. Tampoco era una gordura mórbida, pero estaban gordos. El mayordomo tampoco estaba en su peso, muy al contrario. Era alto y delgado, casi traslúcido.

. - no tengáis miedo, no se va a despedir a nadie, solo os he reunidos para conocernos un poco más. El tiempo que llevo con vosotros ha sido escaso y apenas sé vuestros nombres. Que cada uno diga su nombre y a qué se dedica y si quiere decir algo más, que lo diga. No me enojaré si es algo en contra mía. Algo que he hecho o dejado de hacer. Empezaremos por este lado. La cocinera, ¿verdad?

. - sí, señor –se medió arrodilló como si fuera yo un rey-.

. - no haga eso, por favor. No soy vuestro amo. ¿Lo hacías con el sr. César Delgado?

. – sí, señor, aparte de otras cosas.

. - ¿cómo qué?

. - bueno…, cosas.

. - vamos mujer. Téngame confianza. No le voy a regañar. No voy a regañar a nadie –dije mirando al resto-.

. - bueno, es que… me visitaba algunas noches en mi habitación.

. - entiendo. ¿La obligaba a tener relaciones con usted?, ¿eso me está diciendo?

. - oh, no. A mí también me gustaba y lo hacíamos de mutuo acuerdo.

. - ¿y que decían sus compañeros en la casa?

. - no podían decir nada, porque también tenían relaciones con él, día sí y día también. Éramos una gran familia.

La cara que puso el mayordomo era todo un poema. Según su parecer, aquella cocinera estaba hablando demasiado y dando demasiados detalles.

. - ¿es eso cierto? –dije preguntando al resto-.

Ninguno habló y sí miraron al suelo, el mayordomo incluido.

. - entonces doy como cierto lo que ha dicho aquí la cocinera. ¿Solo una pregunta, puedo yo también visitarla alguna noche?

El nerviosismo y la sorpresa abrazó a todos los presentes.

. - ¿quiere tener usted relaciones conmigo?

. - con usted y con el resto de la casa que lo desee. Solo con una condición, que no se tenga ninguna enfermedad que me puedan pegar, aparte de eso, estaría encantado. Solo voluntarios, nadie que se sienta perseguido o ignorado por pensar de diferente manera. Yo también traeré alguna vez amigos y amigas a la casa y espero que seáis discretos y no difundir nada. Lo que se haga en la casa, se queda en la casa. Si hay alguno que le guste hablar fuera de aquí lo que se haga o diga aquí, será despedido sin contemplaciones, aparte de que mis abogados se los comerán vivos. Si vosotros cuidáis de mí, yo lo haré de vosotros. Y no tengan miedo de hablar tranquilamente conmigo si necesitan algo en que yo pueda ayudaros. Eso va para todos, tengan o no relaciones conmigo. Como no sé quién desea relacionarse sexualmente conmigo, dejaré que deis el primer paso y os metáis en mi cama, ya luego lo haremos según nos convenga a los dos. Recordadlo, no es obligatorio, ni mucho menos, pero sí me gustaría, eso sí lo admito. Bueno, aún no se su nombre –dije a la cocinera-.

. – Natalia, señorito. Llevo desde los 20 años al servicio de la antigua casa y quisiera seguir contando con su favor.

. - lo tienes de antemano. No soy de grandes y raras comidas. Me irás conociendo culinariamente. Con unas papas fritas, unas tortillas, unas sopas de pollo con mariscos y poco más y estoy encantado de la vida. Ahora usted. La camarera, la que hace y limpia las habitaciones, ¿cierto?

. - no solo yo, ella también –dio señalando a una hembra de apenas 18 años- es mi hija-.

. - vaya, ¿cómo os llamáis?

. - yo Flora –dijo la madre- y ella Anita.

. - tienes un pecho más arriba que el otro –le dije a la chica camarera.

. - oh, lo siento –y se colocó uno de los pechos, el izquierdo.

. - ¿cáncer?

. - sí, tuvieron que extirparle todo el pecho a mi pobrecita hija.

. - cuanto lo siento. Cuando te sientas mal, no tengas problema de quedarte en la cama. Nadie te lo echará en cara, ¿verdad? –dije mirando al mayordomo-.

. - por supuesto, señor –dijo el mayordomo-.

. - no os daré mucho trabajo –dije mirando a madre e hija-, suelo ser limpio, pues he estado mucho tiempo solo y solía hacerlo yo casi todo, incluso la lavadora. Las sábanas y las fundas de las almohadas son lo único que quiero que me cambiéis cada día. Ah, se me olvidaba, para el que quiera saberlo, siempre duermo desnudo. A veces sin nada de ropa encima. Si estoy durmiendo y sin nada que me cubra, mientras no hagáis ruido y me despertéis, podéis entrar y hacer lo que tengáis que hacer en la habitación. Menos fotos, claro -Dije sonriendo, más de uno y de dos sonrieron también- ahora usted, el jardinero. ¿Qué edad tiene?

. - 66 años señor.

. - ¿no debería estar ya jubilado, hombre?

. - no tengo donde ir, si pudiera seguir a sus órdenes…

. - ¿se siente con fuerzas?

. - sí, señor. Aún me encuentro perfectamente bien.

. - me alegro. ¿No tiene familia?, ha dicho que no tiene con quien ir.

. - sí, un hijo y nietos. Está casado con una oriental, pero no sé por dónde andan.

. - ¿los ha buscado?

. - no tengo recursos para ello-.

. - ¿no cobra por trabajar en la casa?

. - no señor.

Me dirigí al mayordomo.

. - ¿por qué no cobra este hombre?

. - fue un acuerdo entre él y el sr. Delgado. Lo dejaba vivir y no cobraba.

. - pues eso me parece muy mal. Si trabaja, debe cobrar. Me deja cuando puedas sus cuentas. Se las actualizaré hasta el día de hoy y, además, le daré un extra por ese abuso del que ha sido objeto. El que trabaja, tiene derecho a cobrar y punto. Cuál es su nombre.

. - Raúl Ramos, señor.

. - ya le diré algo Raúl. Cuando tenga sus cuentas en mis manos, lo haré llamar. Ahora usted, el mayordomo. Dígame algo.

. - me llamo Diego Castaño y llevo diez años de mayordomo en la anterior casa.

. - exactamente, ¿qué lleva de la casa?

. - el control y pago de todos los empleados. Aún falta una, la única persona que vive fuera, la masajista. Lo hace desnuda.

. - ¿masajista?, para qué necesito una masajista.

. - ¿no le interesa una masajista?

. - la verdad es que nunca la he necesitado. Cuando me haga falta una, acudiré puntualmente a alguna de ellas, pero no tengo ganas de tener una todos los días pegada a mi espalda. Eso no va conmigo. Así que puede despedirle y pagarle lo que corresponda.

. - es una señorita muy hermosa.

. - como si es mi madre, que alguna vez me ha dado un masaje, pero no desnuda, claro. Los masajes, cuando los necesite.

. - como usted ordene.

. - ¿Hay alguien por aquí hoy? –entró una hembra de campeonato metiendo la cabeza tras la puerta –ah, están todos aquí-.

Se arregló el vestido y entró.

. - buenos días. Usted debe ser el nuevo dueño de la casa. Soy Matilde, su masajista. He venido otras veces, pero no coincidíamos.

. - Matilde –dijo el mayordomo- el señor Morales ya no necesita de tus servicios-.

. - oh, vaya. No lo sabía. ¿Es cierto eso sr… Morales?

. - así es, señorita. Diego le abonará lo que le deba.

. - ¿está usted seguro de que no me necesita? –dijo la tía despampanante bajándose la cremallera y dejando ver buena parte de su pechamen sin sujetador-.

. - no siga, no necesito de sus servicios.

. - no creo que lo diga de verdad –dijo terminando de bajarse toda la cremallera y quitándose la prenda. Sí, desde luego era una hembra que cualquier hombre hubiera saltado sobre ella para tirársela, aunque estuvieran en una iglesia. Si es que estuviera en pelotas en la iglesia, por supuesto.

. - estoy seguro de que tampoco lleva bragas, pero si continúa desnudándose, llamo a seguridad y la ponen de patitas en la calle, tal como está. ¿Capichi, señorita?

. - perfectamente –dijo y volvió a colocarse la prenda, quedándose como había llegado, despampanante, pero sin trabajo en aquella casa-.

. - Diego, acompañe a la señorita a la puerta y páguele si le debe algo. Buenos días, señorita.

. - buenos días –dijo de mala gana-.

La cocinera y la Anita rieron por lo bajini.

. - no te rías, hija. Acaba de ser despedida.

. - por eso me río. Era una jodida…, perdón.

. - yo también lo creo, Anita. No hace falta desnudarse para que te hagan un masaje decente. En fin, chicas y chico. Podéis volver a vuestros puestos de trabajo.

. - señor, en cuanto a mí… -decía Raúl, el jardinero-.

. - Raúl, usted se quedará en la casa el tiempo que quiera y podrá seguir viviendo con nosotros. Ya arreglaré lo del dinero y en cuanto a su familia, veré si puedo dar con ellos, al menos para que le diga su hijo por qué no visita a su padre.

. - gracias, señor. Es usted muy amable.

. - no hay de qué.

. - señor, ¿va a comer algo?, ¿quiere que le prepare algo de comida? –dijo Natalia, la gordita y madura cocinera-.

. - sí, Natalia. Por favor, con dos huevos fritos para mojar con pan, es suficiente. Le acompaño a la cocina.

Ella iba delante. Su ancho culo se movía que no veas. Se notaba que era todo grasa su cuerpo. En ese momento me acordé de mi segunda madre. Que buen culo perdí cuando me dejó solo. Una vez en la cocina, una señora cocina, cogí una sartén y la puse sobre uno de los quemadores eléctricos.

. - ¿qué hace, sr. Morales?, ese es mi trabajo.

. - siéntese y descanse. Seguro que ha estado todo el día cocinando para los demás.

. - así es –dijo sentándose en una de las sillas de la mesa que allí había- cocino para todo el personal de la casa, incluidos los guardas y hay muchos gustos diferentes, créame-.

. - le creo. ¿No tiene alguien que le ayude un poco?

. - no necesito a nadie.

. - venga, no me diga que algunas veces necesita descansar y no puede.

. - bueno, algunas veces no crea. A veces salgo cansada de la cocina.

. - pues ahí lo tiene. Le diré a Diego que busque a una chiquita para que le ayude. ¿No tiene un familiar próximo?, así lo podrá controlar mejor que si es una desconocida.

. - tengo una nieta que cursa estudios de cocina. Quiere ser cocinera de postín.

. - pues que practique con usted, ¿no le parece?, que vea como cocina la abuela, las mejores cocineras del mundo.

. - mira que es usted un zalamero. Podría hablarle y preguntarle si le interesa, aunque sea solo por las mañanas, que es cuando más trabajo tengo.

. - entonces lo dejo en sus manos. Cuando sepa algo, hable con Diego y dígale que la contrate sin mirarla. Si es como la abuela, seguro que es buena en la cocina.

. - gracias. No creí que fuera así el nuevo dueño del imperio de mi querido Delgado.

Me senté junto a ella y cogí un poco de pan y un refresco y empecé a mojar y comerme los huevos, con un sorbo de refresco detrás.

. - me ha convencido –dijo ella-.

. - ¿a qué se refiere, Natalia?

. - ya sabe, a lo que dijo antes.

. - antes dije muchas cosas, acláremelo.

. - a esto –dijo aflojándose un par de botones. La raíz de sus grandes pechos asomó-.

. - me alegro, pues me recuerda a una querida amiga con la que pasé muy gratos momentos –dije apartando el plato de los huevos y moviendo la silla hasta casi pegarme a ella-.

Le aflojé un par de botones más y ya era la ostia, dos más y el sujetador estaba que reventaba. Ella sonreía algo nerviosa. Cuando le desenganché el sujetador XXL, los pechos rebosaron que era un disfrute solo verlos salir de allí. Con una sonrisa en mis labios, pegué los ídem y le di la primera mamada doble a aquellos súper pechos que tenían dos soberbios pezones tan hermosos. Mamé de cada uno de ellos, mientras Natalia cerraba los ojos y me dejaba hacer, suspirando con cada mamada.

. - Natalia, está el sr. Salva… -era Diego, el mayordomo a preguntarme algo-.

. - largo –dije mirándole a la cara sin dejar de mamar a Natalia-.

. - perdón, no es importante –y se largó de allí-.

. - quizás deberíamos… -decía Natalia, nerviosa-.

. - no se preocupe. Ese ya no vuelve.

Le terminé de sacar la parte superior y también el sujetador que lo tenía desenganchado, pero aún sin quitar del todo. Cuando iba a por la falda que llevaba, ella se puso roja.

. - sr. Salvador, ¿qué dirán de mí?

. - que ha sido la más lista al ser la primera, eso es lo que dirán. –acabé por sacarle la falda y la hice sentarse en la mesa, apartando previamente todo el material allí colocado. Estaba hermosamente gorda y rebosante de grasa por todos lados, como mi segunda madre.

Con un morreo en toda su boca, volví a por sus tetorras gordas y caídas. Le llegaban al ombligo, pero aquello me ponía y me la ponía dura. Sus grandes bragas no me impidieron que mientras mamaba y besaba a su dueña, metiera mi mano y allí disfrutara de su enorme vagina, con su también enorme clítoris la mar de sensible, pues se puso a gemir como una loca. Poco me importó que saliera su voz fuera de la cocina, así todos sabrían que el que no corre, vuela en aquella casa.

Saqué mi mano chorreante de su jugo vaginal. Le pasé la mano por sus labios. Ella me la chupó, pues eso era lo que se esperaba de ella. Con la destreza que me caracteriza, me bajé los pantalones, los calzoncillos fueron detrás. Ya la tenía más que dura, así que apartando aquellas súper bragas lo justo para encajársela, le enterré en su chumino mi polla por primera vez.

Mientras le daba mandanga, Flora casi nos interrumpe, pero fue vernos en aquella postura tan maravillosa, que se dio la vuelta sin decir nada. No me enteré, pues estaba a lo que estaba, a follarme a aquella hembra de grandes carnes y más grande chochín. Cada vez que le daba, la mesa se movía y se movía cantidad, pues le daba fuertemente, haciendo que sus pechos bambolearan a todos los lados.

Un buen rato después, me salí de su chumino y sí, le pedí que se diera la vuelta, pero no hubo manera y no quise forzar la primera follada, así que la puse a mamarme la polla hasta que exploté y me dejó seco de leche masculina. Una comida de chumino en profundidad y dejé como nueva a aquella mujer ya sexagenaria que era tan complaciente con éste, su nuevo jefe y amante.

. - vistámonos y acompáñeme a la ducha de mi habitación.

. - mejor que no, señor. Me ha dejado para los restos y como me dé otra como ésta, mañana no voy a poderme levantar si además accedo a que disfrute de mi parte trasera, que sé que cederé, pues soy muy de ceder cuando alguien me gusta.

. - entonces lo dejaremos para otro día más propicio. Hoy solo ha sido el precalentamiento previo.

. - pues si no llega a ser precalentamiento… -dijo sonriendo. Besé sus labios y sus pezones de nuevo. Me arreglé la ropa y esperé a que ella, con mi ayuda, se volviera a vestir. Me costó meter aquellas enormes tetas en el sujetador, pero al final entraron, pues ambos eran XXL y allí habían estado encarcelados ambos pechos antes de yo sacárselos.

. - nos vemos, querida –le di un beso en los labios. Ella estaba por la labor y más, pero había que cortar ya-.

Se fue a su dormitorio y se duchó, usando su dedito para disfrute extra. Yo al mío y también lo hice, ducharme, me refiero. Una vez con la barriga llena y los huevos vacíos, me acosté y quedé grogui, pues había sido un día de perros, solo mejorado sustancialmente con la follada de la cocinera Natalia.

Abrí los ojos y un rayo de luz mañanero que entraba por la ventana me deslumbró. Cerré los ojos y los volví a abrir. Respiré hondo. Repasé los hechos acaecidos el día anterior y la depre casi mi inunda, pero no, a la mierda todo. No tenía ninguna culpa de que Fati fuera una ladrona y su marido también, que con el cuento de que ella la arrastraba, hacía lo que quería. Eso nunca es una disculpa. Si uno no quiere, dos no roban. Me levanté, comprobando que mi rabo volvía a por sus fueros. Tenía ganas de desentumecer los músculos en la piscina y hacia allí me dirigí. Me puse una toalla tapándome mis vergüenzas y salí de la habitación.

. - buenos días –dijo Natalia desde la cocina, cuando estaba a su altura-.

. - ¿ya despierta?

. - y tarde es. ¿Le sirvo el café ya?

. - voy a nadar un poco. Haga el favor de acercármelo allí.

. - cómo no, señor Morales-.

Cada vez me gustaba más aquella gordita cocinera. Sabía cuál era su sitio y el modo de comportarse y no como si la tarde-noche anterior me la hubiese follado en la misma cocina. Sí señor, todo un encanto. Le guiñé un ojo y me fui hacia la piscina-.

Flora llegó para desayunar.

. - ¿era el jefe, Natalia?

. - sí, va a nadar un poco. Antes de que te sientes, llévale el desayuno.

. - claro. ¿Cómo te fue ayer?

. - calla, tonta y compruébalo por ti misma –y le habló al oído de la camarera mayor- fue divino. Cacho polla se gasta y como te mete la lengua…-.

. - ¿y la gordura de nuestros cuerpos?

. - eso es lo mejor. Le pone. Tuvo relaciones con otra de buenas carnes y se la recordaba, así que no le da ningún asco. No veas como me la metía –dijo también al oído, hasta que llegó Diego y se calló-.

. - ¿qué son esos cuchicheos?, ¿ha desayunado el señor?

. - está en la piscina. Ahora mismo le iba a llevar el desayuno.

. - pues dejad de parlotear y llevárselo de una vez.

. - ya voy, pero qué mala leche tienes, chico.

. - venga, Flora. No me jodas. Aún no sabemos de qué pie cojea el nuevo jefe.

. - ¿aún lo dudas?

. - todavía no las tengo todas conmigo. Anda, dame un poco de café.

Flora cogió la bandeja que le había preparado Natalia y salió hacia la piscina. No me vio por ningún sitio. Solo cuando de la piscina salía yo todo desnudo, casi se le cae la bandeja al suelo. El temblor hasta yo lo noté.

. - será mejor que te coja la bandeja o te veo recogiendo los trozos –dije quitándosela de las manos- ¿nunca has visto a un tío en pelotas, Flora?

. - sí, claro, señor. Pero me cogió tan de sopetón, que…

. - pues vete acostumbrando. Así me verás siempre en la piscina. El que quiera de la servidumbre usarla, también lo puede hacer, pero de igual manera, desnudo o desnuda. Así que, si deseas darte un baño, ahí la tienes –dije sentándome en una de las hamacas y mojando una galleta en el café-.

. - no, gracias. Ahora mismo tengo mucho que hacer en la casa y solo somos dos para limpiarla.

. - entiendo. ¿Necesitas más empleadas para que te ayuden?

. - se lo agradezco, pero no. Es una manera de hablar.

. - siéntate, anda. Me duele el cuello de mirar hacia arriba para hablar contigo.

. - si quiere, vuelvo luego a por la bandeja.

. - no tengas prisa. ¿Ha desayunado ya?

. - no, precisamente iba a hacerlo cuando Natalia me dijo que le trajera su desayuno.

. - vaya, cuanto lo siento. Vuelva a la cocina y desayune. Luego recoja la bandeja. Vaya por favor.

. - no tengo mucha hambre. ¿Le puedo hablar de algo?

. - claro, mujer. Siéntese en la hamaca.

Flora se sentó y cerró sus piernas, pues estaba frente a mí. La polla la tenía oculta bajo la bandeja, pues la tenía encima de mis huevos.

. - ya me dirá.

. - mi hija es aún virgen, pese a sus 18 años.

. - creí entender anoche que todos habían copulado anteriormente con el sr. César. Si no es así… ¿por qué me lo dice, Flora?, nadie está obligado a tener relaciones conmigo. Nadie, ya lo dije ayer. Ella está en su perfecto derecho de conservarse virgen hasta que ella quiera.

. - ¿no la va a obligar, entonces?, ¿no tomará represalias por no…?

. - no, mujer. No soy un violador, ni nada parecido. Ayer tuve relaciones con Natalia en la misma cocina, ya se lo dirá ella, porque ambos lo quisimos, solo por eso. ¿El señor delgado no tuvo nada con su hija?

. - mi hija ha empezado a trabajar con nosotros cuando nos trasladamos a esta nueva casa. No lo conoció.

. - entiendo. ¿Eso era todo?

. - sí, sí señor.

. - bueno, pues me alegro el haberle despejado las dudas que tenía. Ahora sí que he terminado. Puede llevársela.

. - sí, señor.

Al coger la bandeja y volver a verme el rabo en todo su apogeo, se corrió de gusto, sin poder apartar su vista de mi polla. Sonreí.

. - no es para tanto, mujer.

. - sí, sí señor –y se retiró-.

Me volví a tirar al agua y después de unas cuantas vueltas, salí. Allí estaba el mayordomo con una toalla para taparme y secarme. Más allá estaba Natalia con una moza también gordita, era desconocida y supuse que era su nieta, pues tenía cierto parecido, aunque no mucho. Tendría 18 años. Hice caso omiso de la toalla y cogí la mía.

. - Diego, no soy manco y no tiene que esperarme a la salida de la piscina con una toalla, pero se lo agradezco cantidad. Hola, -me dirigí hacia la chica que estaba junto a Natalia- tú debes ser su nieta-.

. – sí, señor –dijo roja como un tomate, pues me había visto el paquete al completo. Ahora lo tenía tapado con la toalla que había llevado hasta allí-.

. - ¿podéis dejarme solo con la chica, por favor? Quisiera hablar con ella.

. - sí, por supuesto, señor Morales –dijo Diego llevándose a Natalia fuera de allí.

. - siéntate, por favor –le señalé la hamaca, ella la miró y se sentó, cerrando las piernas-.

Yo también me senté frente a ella.

. - ¿cómo te llamas?

. - Begoña, señor.

. - ¿qué edad tienes?

. – 18 años, señor.

. - me dijo tu abuela que cursas estudios para ser cocinera.

. - bueno, no exactamente. Mientras estudio los cursos normales, voy a una escuela del barrio para aprender recetas y demás. Quiero ser cocinera, pero cuando termine de estudiar.

. - ah, pues me alegro de que pienses así. Los estudios son muy importantes para todo el mundo. ¿Entonces te gusta la cocina?

. - sí, me encanta.

. - ¿qué te dijo tu abuela exactamente?

. - que necesitaba alguien que la ayudara en su cocina.

. - ¿puedes compaginar los estudios con el trabajo en la cocina con tu abuela?

. - sí, por supuesto. Estudio formación profesional por las tardes. Las mañanas las tengo libres, si no, no podría hacerlo.

. - buena chica. ¿Te dijo algo más tu abuela de mí?

. - bueno, sí, algo me dijo.

. - ¿el qué?

. – que, sexualmente era muy activo.

. - ¿y eso qué significa para ti, exactamente?

. - pues eso, que le gusta tener sexo y de hecho ya lo tiene con mi abuela.

. - ¿y ello te molesta?

. - no, para nada. Me alegro de que la abuela disfrute, ahora que está sola.

. - ¿y qué te dijo con respecto a ti y el sexo conmigo?

. - que no estaba obligada a tener sexo con usted si no quería.

. - pues eso es todo, creo yo.

. - ¿puedo… mamársela?

. - ¿quieres hacerlo?, ¿por qué?

. - ¿le digo la verdad?

. - si te parece…

. - soy una gran mamadora de pollas y no me canso de mamarlas.

. - ¿me estás diciendo que eres una prostituta?

. - oh, no señor Morales. Solo me gusta mamarlas, nada más. Soy virgen y quisiera seguir siéndolo.

. - ¿cuántas pollas habrás mamado en tu vida?

. - bueno, no sabría decirle, pero al menos quince o veinte, seguro.

. - ¿a quienes?

. - ¿tengo que decirlo?

. - si te vas a tragar mi polla, quisiera saber dónde tuviste metida la boca. No quiero sorpresas.

. - ah, ya. Por lo de las enfermedades esas.

. - ni más, ni menos.

. - entonces no debe preocuparse.

. - ¿y bien?, ¿dónde?

. - solo una polla, pero muchas veces.

. - ¿de quién?

. - no puede decírselo a la abuela, por favor.

. - descuida. Soy como una tumba.

. - pues… a mi hermano. Es bastante más mayor que yo y se la suelo mamar cuando estamos solos.

. - ¿y no ha intentado nada más tu hermano contigo?, ya me entiendes…

. - oh, no, señor. Le van los chicos. Pero es muy tímido y aún sigue virgen. Lo de las mamadas es cosa mía. La primera vez lo vi haciéndose una paja en el baño y desde aquella vez descarga en mi boca, pero no, no le gustan las chicas, solo yo para descargarlo y yo disfrutar con ello, que no soy tonta.

. - no, no lo eres. ¿Qué pasaría si la abuela te ve mamándome la polla?

. - pues nada, que estará encantada, supongo.

. - ah, ¿sí?

. - cuando me dijo que tuvieron sexo entre los dos y si me gustaba a mí también, al decirle que me gustaba mamar pollas, casi se entusiasmó, pues me pidió que se la mamara si me gustaba su cara y me gusta mucho.

. - pues me alegro de que te guste. Ya está bien de cháchara, me la has puesto por las nubes –dije sacándome la toalla. Sí, estaba bien hermosa- adelante, es toda tuya-.

. - gracias, gracias.

La chica acercó la hamaca donde estaba sentada y sin pensárselo dos veces, comenzó a mamarme la polla. Al inclinarse, el tanga se le vio y también el principio de su raja del culo. La mano se me fue hacia allí y un dedo por delante se metió entre la falda y el tanga. Ella rezongó.

. – espero, que al menos, me dejes meterte mano, no te penetraré, pero dejame disfrutar un poco más.

. - vale, pero nada de follarme.

. - solo con mis dedos y mi lengua.

. - vale, con los dedos y la lengua, sí.

Y se volvió a tragar mi polla. La chica se notaba que era ya toda una experta mamando pollas, pues lo hacía francamente bien y el placer que me estaba dando, pocas hembras y machos me lo sabían dar tan bien.

. - déjame comerte un poco el chumino, querida.

. - pero nada de penetrarme.

. - nada de penetración, solo te daré placer bucal.

Ella misma se tendió en la hamaca, se abrió de piernas y levantándose la faldita que llevaba, se hizo a un lado el tanga. Tenía una bonita almeja vaginal. Le sostuve el tanga apartado de su raja y allí metí mi lengua para disfrutar de un torrente de jugos vaginales que ni su abuela fabricaba. Los gemidos de la chica al recibir mis lengüetazos, hacía que se corriera bien sonoramente, llegando a oídos de Diego y Natalia tras la puerta de la piscina.

. - sí que es rápido, nuestro señor Morales –dijo Diego-.

. - solo espero que no la viole.

. - por los gritos de placer que oímos, no lo creo, Natalia. Tu nieta está disfrutando.

. - sí, eso me parece a mí también, sus gritos así lo dicen. ¿La habrá contratado? –dijo medio sonriendo-.

. - si eso no es un contrato en toda regla, ya me dirás qué lo es –dijo también riendo-.

(Parte 27 de 30)

FIN