Soy un caballero y cumplo lo que prometo (25)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(25-30 )

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Nos separamos. Yo me fui a una esquina y confirmé que Vita y el maromo se iban juntos de la fiesta. Luego esperé a que Jenny y su marido también se fueran a follar como locos en su primer día de casados, porque aún era de día. Luego salí tras ellos. Aquello parecía una caravana, pues había un auto al principio, ellos. Dos autos con los escoltas de él y de ella. Más el mío detrás con mis escoltas detrás mío. Sí, toda una caravana. Eso, sin contar con los paparazzi que tiraban fotos a diestro y siniestro desde motos al lado del auto de los recién casados. Suerte que no pasaron de la recepción, ni los paparazis, ni los escoltas, los míos incluidos.

Cuando ellos entraron, yo toqué en la puerta un par de minutos después. Al llegar a la habitación de la mano de su marido, allí ya estaba ella toda desnuda y sonriente una Jenny que más parecía una ramera de a cinco euros el polvo en espera de un rabo decente, más que una dama de la alta sociedad china.

Las folladas se sucedieron en los culos de los dos contrayentes, en las bocas de los dos contrayentes y en la vagina de la contrayente femenina. Solo faltó correrme en su vagina, pero no podía hacerles eso, pues saldría un chino europeo y la cosa no estaba como para joder el negocio de tener un lugar donde follar a gusto. Verdad es que tenía otros lugares, pero a uno le gusta la variedad y eso es lo que tenía y quería.

Hablando de variedad, al día siguiente me llegué a la casa de Juanita. Vivía en un edificio de calidad mediana. Según toqué, me abrió, pues me esperaba como agua de mayo. Iba en bata que la hacía muy pechugona ella. Se me eché encima llorando. La tranquilicé y nos sentamos en el sofá. Su criatura estaba en su canastilla. Iba tan arreglada y guapa como lo estaba en la fiesta donde se había colado y no para comer, como me había dicho, sino para buscar un maromo que la cuidara y alimentara y aquí estaba yo para ello y mucho más.

. - vamos a cuidar el uno del otro hasta que te encuentre una solución. De momento vivirás a mi costa.

. - ¿cómo puedo agradecértelo, Salvador?

. - Ya te lo he dicho, tú me cuidas a mí y yo a ti –y con la misma le abrí la bata y fui a por mi primera mamada alimenticia del día-.

Ella ya sabía que tenía que pagar un precio y lo pagaba de muy buen grado, pues no era noticia que le caía muy bien a aquella mejicana de grandes tetorras. Su leche me entraba a borbotones garganta abajo y era de una fina calidad mejicana. Pronto abrí más la bata y viendo sus braguitas, no tuve ningún impedimento para meter mi mano izquierda bajo ellas. Su vagina rebozaba lubricante, pues ya estaba bien corrida antes de que me abriera la puerta.Ya había pasado la cuarentena por la cría y no me impedía en absoluto hurgarle allí abajo, así que profundicé y sus gemidos me llegaron al alma mientras cambiaba de mama y chupaba como su bebé, pero en mayores cantidades.

. - ¿te hago daño, querida? –era una frase retórica, pues no dejaba de jugar con su clítoris-.

Ella me apretó aún más mi mano allí abajo, diciéndome que quería más, mucho más. Y claro, aquí estaba yo para darle todo lo que necesitara y mucho más.

Me aflojé el cinto y me bajé los pantalones. Pronto mi polla estuvo fuera de su cárcel. Ella vio lo que tenía entre mis piernas, así que, cogiéndole de la cabeza, la puse a mamarme y mira si era buena chupando pollas, que me puso a cien por hora en un segundo.

. - muy bien, querida. Así me gusta. Ahora ábrete de piernas, que voy a succionarte todo tu zumo.

Dejó mi polla para sentarse mejor y abriéndose de piernas, se agarró con ambas manos del sofá. Yo ya estaba allí, donde fabricaba criaturas para este perro mundo. Con sus piernas encima de mis hombros, metí mi cabeza allí donde sus jugos abundantes eran una fuente inagotable y sus gemidos también. Pronto me hinché de zumo y más pronto que tarde, ya le tenía mi polla dentro de ella. Sin duda, aquella vagina era un pozo necesitado de alimento, un alimento que yo tenía de la mejor calidad del mercado.

. - aaaaahhhhh…, aaaahhhh…, oooohhhh…, me estás matando…, aaaahhhh…, aaaahhhh…

Viendo que era pura retórica sus palabras de muerte, seguí dándole polla y más pollas hasta hacerla correr y mojar la alfombra del zumo que soltaba aquella hembra de campeonato.

Pero aún tenía que metérsela por el culo y que supiera quien mandaba en esta relación de dos, yo, solo yo.

. - date la vuelta, querida, vas a ver cómo me gusta disfrutar de una hembra como tú.

. - Salvador, ni a mi marido le permitía entrarme por ahí.

. - lo sé y por eso es posible que se haya ido tan lejos de ti. ¿Quieres eso para mí también?

. - no, tú no te vayas también, por favor.

. - gírate y hazme disfrutar, querida.

. - sí, sí. Lo que tú quieras, Salvador.

Se dio la vuelta y agarrándose bien del respaldo del sofá, tuve a mi merced el culamen ancho y frondoso de la mejicana. Era un culo sonrosado como su cara y era todo para mí, solo para mí y para nadie más que para mí…

Le aparté ambas nalgas y allí metí mi lengua hasta todo lo que daba de larga. Luego un par de dedos excavadores y finalmente la madre de todas las pollas, la mía.

. - aaaaaaaaaahhhhhhhhhh…, aaaaaaahhhhhhh…, que dolor…, aaaaaahhhhhh….

. - aguanta querida, acabo pronto -y una mierda, le di polla y más polla hasta hartarme. Su culo enrojecido era la puta leche y estaba disfrutando como Dios. Lo que se había perdido el tal Emilio. Hasta yo me hubiese largado si no me hubiese dejado entrarle por detrás, las mejores puertas del mercado sexual-.

Cuando se la saqué, respiró hondo la mejicana. Estuvo en la misma posición un tiempo infinito, así que me senté y moviéndola hacia mi polla, la puse a mamármela hasta que acabé corriéndome en aquella gran boca que tanta leche se iba a tragar de un servidor. No dejé que la sacara hasta que se tomara cuanta leche me salía de los huevos, vía polla, hacia su boca. Solo cuando ya no sacó ni gota más, la senté y de nuevo me puse a mamarla hasta que le dejé un pecho flácido y vacío del mejor alimento del mundo mundial.

. - espero no haberte hecho mucho daño, querida –dije por decir, porque la verdad, su opinión me importaba una mierda. Si quería ayuda, tenía que pagar y vaya si estaba pagando. Desde luego, cuando uno no quiere, dos no follan y ella nunca se negó, así que no se podía decir que la había obligado a nada que no quisiera, aunque parezca lo contrario-.

Desde luego su culo sería la estrella, junto con sus pechos lecheros que me alimentarían el estómago uno y el alma lo otro.

. - vayamos a la ducha, querida –dije cogiéndola de la mano, pues estaba como agilipollada aun del dolor culero.

En el baño la senté en un banco que tenía para personas mayores. Una vez allí, la duché, usando mis manos para lavarle bien su vagina primero y luego su ano. No salió del baño sin volver a mamarla un tercio de su teta medio llena y sin que me la volviera a mamar y tragarse mi propia leche natural de hombre de pelo en pecho. Cuando la sequé y la llevé a su dormitorio, la acosté. Luego le llevé a la cría en su canastilla y se la puse junto a ella.

. - querida, cuida de tu hija. Yo vendré de vez en cuando. Espero que seas tan receptiva como lo has sido hoy. Tú cuidas de mí, yo cuido de ti. Cuando no estés de acuerdo con esta premisa, me lo dices, cortamos y tan amigos. Si quieres un billete para tu país, te lo consigo. Solo depende que quieras volver o no a tu tierra. Me voy, pero antes déjame comerte un poco más tu chichi, me pierden las vaginas tan húmedas como la tuya.

Ella apartó la manta y se abrió de piernas. Allí metí mi boca con mi lengua por delante. Succioné un buen tazón de zumo de calidad superior. Luego un morreo infinito y una mamada lechera de un par de segundos y la dejé en paz. Con el dinero que le había dado en la fiesta tendría para un mes al menos. Vamos, que era mi puta particular, que además se lo pasaba de miedo con mi tranca y yo con su cuerpazo.

. - hola, hola. ¿Eres tú, Salvador?

. - Vita, ¿eres tú?, dónde diablos estás, oigo sirenas de barcos.

. - estoy en Venecia.

. - coño, ¿tan lejos de aquí?, ¿con quién de los ricachones estás?

. - con el primero. Fue un flechazo a primera vista. Presentarme a su familia y pedirme matrimonio, fue un visto y no visto. Aún no me lo creo y todo en una semana. Ahora mismo estoy de luna de miel en Italia, hoy estoy en Venecia, mañana vamos a Roma.

. - me alegro, querida. ¿Cómo se comporta en la cama?

. - está muy bien dotado, Salvador. Es todo un artista.

. - que la disfrutes. ¿Dónde vas a vivir?

. - aún no lo sé. Tiene casas por todo el mundo. De Italia saltaremos a Nueva York. Allí tiene un apartamento, me dijo. Le sale el dinero por las orejas.

. - no sabes cuánto me alegro, te lo mereces. Vita, te lo mereces todo.

. - y tú, ¿cómo te va?

. - no me puedo quejar. Tengo trabajo, tengo sexo y estoy ganando dinero para pagar las deudas. Me va de puta madre. Tengo que dejarte, me cogiste entre las piernas de Jenny y se está impacientando.

. - vale, te dejo que sigas disfrutando. Cuando vuelva a Shanghái, te haré una visita sorpresa.

. - la estaré esperando, querida. Adiós y un beso donde ya sabes.

. - otro allí también.

Corté y me puse a comer chumino del bueno. Pronto le di polla también a una Jenny caliente como siempre. Su cornudo marido había sido desplazado por otro chino que éste sí que la tenía bien grande. Cuando se la metíamos los dos, la muy puta gritaba de puro placer. El cornudo se contentaba con pajearse delante de nosotros. Al final, hasta me daba pena el tío y le daba buena polla culera para que no se sintiera tan desplazado. Así iban transcurriendo los días, las semanas y los meses.

Cuanto le entregué el ultimo cheque al padre de Xia, casi me corro delante suyo.

. - aquí tiene el ultimo cheque, sr. Yan. Con esto queda pagado con intereses lo que puso en nuestra empresa.

. - quédatelo, Salvador. Lo que tú has hecho por mi hijo, no se paga con dinero.

. - no señor. El dinero es suyo. Lo que yo haga o deje de hacer con su hijo, es cosa mía y de él. –Le puse el talón sobre la mesa y me di la vuelta-.

. - un momento, por favor, Salvador.

. - dígame.

. - no sé cómo decírtelo... Ya eres como un hijo para mí. Has cuidado de mis dos retoños. Sí, ya sé que con Joan no has querido tener relaciones, pero ella habla muy bien de ti y de lo que has hecho y haces por Xia. Eso me ha hecho recordar lo que hiciste por mí aquel día tan aciago para mí, al menos al principio.

. - ¿a dónde quiere llegar a parar, sr. Yan?

. - la necesito de nuevo.

. - ¿a quién necesita de nuevo?

. - pasa la llave, por favor –estábamos en su despacho, en su casa-.

Cerré con la llave y me di la vuelta. Cuando lo hice, el viejo estaba con los pantalones bajados y agachado sobre su mesa por su parte delantera.

. - no me hagas pedírtelo de nuevo, por favor…

Me acerqué y no dije ni pío. Pasé mi mano por su nalgar. El viejo tembló un segundo. Luego le pasé la mano por sus huevos y más temblores. Me bajé los pantalones y con mi polla que ya estaba endureciéndose hacía rato, se la endilgué de un solo trallazo. Gritó, pero fue un grito apagado. Lo agaché un poco más y más polla le di. Así estuve hasta que se la saqué y dándole la vuelta, le invité a mamármela. Lo hizo con muchas ganas hasta que me corrí en su boca, tragando leche de la buena. Una vez dejado seco, me puse a mamarle la polla hasta dejársela bien dura. Después me giré y agachándome, esperé lo que se dice nada, pues el viejo me la clavó de un solo viaje. Me dio bien por culo hasta que se iba a correr y se lo impedí, agarrándole de la polla y apretándola para que no soltara leche. Me giré y me tragué aquel mandoble viejo que acabó corriéndose en mi garganta seca. Mamé y mamé hasta que no saqué nada más de allí, quedando toda esmirriada en mi boca.

Me alcé y le cogí la boca. Me sacié del viejo hasta secárseme la saliva. Me limpié la polla con un clínex y luego me subí los pantalones. El viejo hizo lo propio.

. - gracias, lo necesitaba. De verdad, que lo necesitaba.

. - me alegro de haberle ayudado.

. - puedes llevarte el talón, si quieres.

. - ya le dije que no, pero se agradece el detalle –antes de darme la vuelta, volví a cogerle la boca y nos besamos y besamos hasta que me separé y salí de allí. Xia no debía de saberlo y no era que me importara, pero mejor que no lo supiera.

El primer año pasó y el segundo ya iba por la mitad. La empresa funcionaba a pleno rendimiento. Xia y yo contratamos a dos nuevos arquitectos y a los que se decidió no informar de su enfermedad, no fueran a salir corriendo también. Sí, era una mala idea, pero no pude sacárselo de la cabeza a Xia, que era el enfermo. Yo era de informar y si salían corriendo, pues a la mierda con el tío, pero no pude o no quise llevarle la contraía, ya estaba sufriendo demasiado, pese a mis atenciones y los de su familia, pues recaía de vez en cuando.

Cuando recayó por una puta neumonía, estuvo todo un mes encamado, informándose a los compañeros que solo era una neumonía algo cabrona. Allí, en su misma casa, le di sexo anal varias veces. En la casa todos lo sabían y nada decían pues cuando me marchaba, el chico tenía otra cara, hasta que volvía a recaer. Cuando falleció Xia en su casa y al lado de los que le querían, yo incluido, se informó que la neumonía se lo había llevado, nada se dijo de Sida ni ostias. No era necesario hacer leña del árbol caído y que se le recordara como lo que no era, sino como lo que era, una persona buena, que tuvo mala suerte, donde las cartas que le tocaron jugar no eran nada buenas.

Con la empresa en mis hombros, daba la parte que les correspondía a sus padres cada mes. No sería yo un cabrón que no lo hiciera. Joan al final maduró y me ganó el corazón, pero solo para tener sexo, un sexo rápido y pasajero, por el que nunca le prometí matrimonio, solo sexo para pasar el rato.  Con el tiempo encontró a uno de su altura económica y social y nos dejó en la empresa, que ya iba sola como un obús. No hacíamos rascacielos, ni nada parecido, pero éramos bien considerados en las viviendas de tamaño medio-grande.

El sexo era de lo más satisfactorio. Cuando pasaba el fin de semana con Linsy Fu y su familia hippie, luego tenía que recuperarme durante varios días, pero me gustaba visitarlos y lo seguiré haciendo. Lo mismo con la mejicana, con la que estuve follando y mamando hasta tres meses después de verla en la boda de Jenny. Luego recibió una carta de su familia y le entró la morriña. Le pagué el billete como le había prometido y después de una noche loca de sexo, marchó al día siguiente a su Guadalajara querida con un poco de dinero extra para que viviera un tiempo, hasta que encontrara un trabajo. Si no, la iba a pasar canutas.

Con Jenny las relaciones se fueron enfriando, pues no tenía con dos amantes y se buscó a un tercero y allí yo ya no hacía nada o no quería hacer nada. Aquello era ya una bacanal en toda regla. En cuanto a su marido, me dio pena y hablándole a solas, nos citábamos en cierto hotel cada jueves de cada semana y pasábamos un par de horas dándonos por culo, yo más que él, pero, en fin, así el hombre levantaba un poco la cabeza, que no la podía tener más baja con el actuar de su perra mujer, mi Jenny, que se había echado a perder.

Le insistí que se divorciara, pero el muy idiota aun la quería demasiado para eso. Al menos cuando salía del hotel, la cabeza no la tenía tan baja y se llevaba el culo bien caliente y sin gota de leche en sus pequeños huevos. Algo es algo, se dijo y no era para menos. En cuanto a mis dos intérpretes que tenía en casa, les di la baja. Ya no las necesitaba, pues me desenvolvía bastante bien con el chino mandarín de los cojones, leído y escrito. No era ningún profesor de literatura china, pero para mi trabajo era más que suficiente. Además, el ambiente se había puesto chungo entre los tres, así que les di un buen extra y las despedí.

El sexo con mis dos escoltas era de lo más fluido, pues me los llevaba a ambos a casa y allí lo pasábamos de miedo soltando leche a destajo. El jefe de los escoltas o no se enteraba o no quería enterarse de que sus empleados se corrían de gusto con el extranjero al que protegían. Sin duda, follarse un culo masculino, mientras te follan el tuyo, es algo que espero que todo tío con dos cojones pruebe alguna vez. A lo mejor, repite. En cuanto a Chao, lo visité varias veces hasta que se echó novio y los dejé follar en paz. Me lo agradeció haciendo que me la mamara su novio. Luego no volví más por allí.

En la empresa de arquitectos ya no solo hacíamos proyectos, sino también construimos. De momento, pequeñas casas para aprender el oficio. Adquirí una pequeña constructora local que sería la que me haría las edificaciones aceptadas. Así todo el negocio estaría en nuestras manos, a pequeña escala, eso sí.

Cuando uno de los tres arquitectos contratados con el tiempo me llegó con una carta certificada de una ciudad al sur de Shanghái, fue ver el membrete y ponérseme los huevos por corbata. Una semana antes, el monzón se había llevado por delante el puente que habían hecho y pagado para cruzar el río de su ciudad.

. - ¿no la abres? -preguntó otro de los arquitectos. Hasta la nueva secretaria de la entrada estaba esperando a que la abriera-.

. - vale, vale, ya la abro.

La rasgué y saqué la única hoja que contenía. Leí su contenido y las piernas me temblaron. Luego dejé la carta sobre la mesa. Otro de los arquitectos la cogió y la leyó.

. - la ostia puta…

. - ¿qué dice?, por el amor de Dios –dijo la secretaria que también estaba allí.

. - nos piden que hagamos el nuevo puente, con el dique que habíamos puesto en el proyecto enviado la otra vez. ¿Qué significa esto, jefe?

. - lo que has leído. Cuando licitaron el puente concursamos con un proyecto con un dique antes del puente para amansar un poco las aguas. No nos lo dieron porque era aumentar el costo y fue para la empresa que al final lo hizo sin el dique. Ahora nos piden que lo hagamos nosotros.

. - pero eso es fabuloso, jefe. Son muchos millones.

. - lo sé y eso me preocupa. Antes teníamos el aval del padre de Xia, ahora ya no.

. - ¿entonces no lo vamos a hacer?, nos lo piden por favor y todo –dijo el que había leído la carta.

. - primero que nada, tenemos que revisar de arriba abajo todo el proyecto y actualizarlo. Hay que volver allí y fotografiarlo todo y ver por qué se fue a pique el puente. Sacar de nuevo los cálculos y buscar una aseguradora que nos pague todo el puente y el dique al ciento por ciento si se lo vuelve a llevar el agua. La empresa que lo hizo ha ido a la bancarrota porque solo tenían asegurado la mitad del trabajo, teniendo que pagar la empresa el resto del costo y yo no voy a arriesgarme, aun somos una empresa pequeña.

. - pero solo nos piden el proyecto, jefe, el ayuntamiento hace las obras.

. - ¿y a quién crees que le echarán la culpa si se viene de nuevo abajo? a los arquitectos, como esta última vez. Así que actualizar todo y si sube más de lo presupuestado anteriormente, se le da la nueva cantidad y con el 100 por 100 asegurado. Poneros todos a trabajar en este proyecto, tendremos que posponer por unos días el resto de trabajos. Yo me haré cargo de los que tenemos andando.

Repartí el trabajo entre los tres. Entonces llegó un cliente al que ya le habíamos hecho un proyecto de su nueva casa.

. - Salvador, ha venido el señor Yuan Ban y quiere hablar con el arquitecto que lleva su casa.

. - lo hice yo, Salvador –dijo uno de los arquitectos-.

. - dejame los papeles, por favor. Ya me encargo yo, tú dedícate a lo que te he dicho.

. - sí, jefe. Le traigo el trabajo del sr. Yuan.

Fui en busca del cliente y lo saludé a la manera china, inclinándome un poco.

. - por favor, venga a mi oficina.

. - cómo no –dijo el hombre, vestido con ropa militar.

. - ¿en qué trabaja usted? –le dije mientras caminamos hacia mi despacho-.

. - soy funcionario del ministerio de inmigración y emigración.

. - ah, mucha responsabilidad es esa –dije por agradarle el oído-.

. - sí, aunque algunas veces no es nada agradable, no crea usted. Pero, en fin…

. - ya llegamos. Tome asiento, por favor.

. - gracias, es usted muy amable.

. - aquí estamos para servir a nuestros clientes. ¿En qué puedo ayudarle, camarada Yuan Ban?

. - disculpen, aquí tiene lo que me pidió, jefe –llegó el de los papeles del funcionario-.

. - gracias. Déjenos solos, por favor.

. - sí, señor.

. - ¿es usted el dueño de todo esto?

. - socio. Mi otro socio falleció, ahora lo es su familia. Dígame que puedo hacer por usted.

. - vera. Cuando encargué el proyecto de mi nueva casa, no tenía pensado tener hijos y pedí que me lo hicieran lo justo para mi mujer y yo, sin habitación extras que aumentaran el presupuesto, pues no estamos muy boyantes que digamos.

. - y ha cambiado de idea.

. - qué remedio. Mi señora ha quedado embarazada y vienen dos en camino.

. – entiendo, y quiere ampliar su casa, ahora que aún está a tiempo.

. - así es, pero que no suba mucho, por favor.

. - déjeme que les eche un vistazo a los planos para ver qué se puede hacer.

Extendí los planos en la mesa y les eché un vistazo. Era una edificación sencilla y solo iban por los cimientos, era uno de los trabajos que tendría que supervisar al dejar en manos del resto el trabajo del puente.

. - como yo lo veo, no se puede ampliar a los lados, el solar no lo permite. Solo hacia arriba.

. - no me importa.

. - perfecto. ¿Y había pensado en una o dos habitaciones más?

. - con una es suficiente. Ya más adelante…

. - bueno, le diré lo que vamos a hacer. Como solo está aún por los cimientos, los reforzaremos para el peso extra que le vamos a poner y las columnas las engruesaremos lo suficiente para que no se vengan abajo y quede como una roca de fuerte. Pero deberán ser dos habitaciones, para que la casa no se nos desequilibre. Sí, dos habitaciones en la parte alta y quedará perfecta.

. - pero eso subirá mucho el presupuesto inicial.

. - no le vamos a cobrar nada por las dos habitaciones añadidas, ni los cimientos, ni las columnas más gruesas.

. - ¿no?

. - no. De vez en cuando nos gusta ayudar y no cargamos todo en el cliente final y usted se merece esa ayuda, pues como ha dicho, no está muy boyante y sus hijos se merecen una habitación cada uno.

. - oh, muchas gracias. Muchas, muchas gracias, sr…

. - Salvador Morales.

. - cuando se lo diga a mi mujer, no se lo va a creer.

. - pues dígaselo. Yo mismo supervisaré su casa en los próximos días. Informaré a la constructora para que paren las obras hasta que rehaga los nuevos planos de su casa y nos los autoricen.

. - mi mujer y yo le estaremos muy agradecidos.

. - ya sabe, hoy por ti, mañana por mí. A lo mejor un día voy y le pido un puesto de trabajo –sonreí-.

. - no lo creo, pero gracias por el cumplido –el hombre agradecido, no paraba de inclinar la cabeza una y otra vez, hasta que lo hice levantar y acompañar a la puerta-.

Un mes después se enviaron los nuevos proyectos al ayuntamiento que quería hacer el puente. Nos respondieron una semana después, la habían aceptado. Hubo que esperar a que la temporada de monzones acabara y bajara el nivel del agua.

Una vez la cosa se tranquilizó, el ayuntamiento dio comienzo a los trabajos. Esta vez fueron más rápidos, pues ya habían aprendido de sus errores. Aun así, casi nos coge de nuevo la nueva temporada de monzones. Solo faltaba un mes para que volvieran las aguas a toda velocidad río abajo. Sí, ya no eran dos años en china, iba por los dos años y medio, pues no podía irme hasta que el puente fuera inaugurado de nuevo, hasta estaba tentado de quedarme allí. Los chinos eran gente afable, aunque como en todas partes, hay hijos de la gran puta, pero en general, el chino es agradable, incluso con los extranjeros como yo.

Era una obra de ingeniería monumental, por lo que prácticamente vivíamos los cuatro arquitectos en la ciudad donde hacíamos el susodicho puente. Dejamos de lado coger más trabajos hasta terminarlo, solo lo justo para tener a la pequeña empresa constructora en funcionamiento y no tener que echar a la calle a los empleados.

Con el tiempo, el chino mandarín se me daba de cojones. Según los locales, lo hablaba muy fluido y apenas tenía acento español, algo que no me gustó oír de boca de un extranjero, aunque estuviera en su propia casa. Con mi inglés y ahora el chino, podía hablar con casi la mitad de la población de la tierra, no olvidándome de mi querido español que no lo practicaba con nadie, a excepción del catalán Jordi y los mejicanos, pero eso, solo durante el tiempo que estuvieron en la empresa, ya después, nada de nada de español.

A una semana de la inauguración del puente, salí con uno de mis empleados arquitectos a comer algo fuera en un mercadillo local. Había que ver la cantidad de comidas diferentes que allí se exponían. Algunas harían vomitar al más pintado, pero a los chinos les gustaban toda clase de bichos. Yo sigo diciendo que donde se instala un restaurante chino, los gatos desaparecen, por algo será.

Allí, sentado en una mesa provisional, como todo era allí, nos comíamos unos espaguetis con carne que decía de vaca, pero lo dudaba, aun así, sabía de puta madre.

En uno de los callejones aledaños al restaurante, había una chica de unos 25 años, delgadita y alta. Estaba agachada lavando en una pila de cemento algo de ropa. Al poco llegó el dueño que me había servido los espaguetis minutos antes con una vara y le empezó a dar en la espalda a la pobre chica. Aquello podía más que yo y me levanté caliente.

. - ¿qué ocurre, jefe?

. - el cabronazo del dueño de este antro le está dando leña a una chica con una vara –y lo señalé-.

. - es mejor que no se meta, jefe. Seguro que es su esclava, no podemos hacer nada.

. - ¿su esclava?, creía que en china la esclavitud estaba abolida.

. - lo está, pero en la práctica, se hace cotidianamente.

. - pues no me da la gana que siga maltratando a la chica.

Me dirigí hacia el callejón y le cogí la mano donde tenía la vara. La chica estaba en el suelo, llorando.

. - ¿qué haces, desgraciado?, no pegue más a la chica.

. - no se meta, extranjero. Es de mi propiedad. Además, me ha pegado ladillas en el pito.

. - será hijo de puta. ¿Cuánto ha pagado por ella?

. - trescientos yuanes me costó y si la quiere, le costará quinientos.

. - ¿y por qué quinientos?

. - desde entonces ha comido mucho.

. - ah, ¿sí?, ¿y por qué está tan delgada?

. - siempre ha sido delgada.

No tenía ganas de seguir discutiendo con aquel mamarracho y conté quinientos yuanes.

. - deme un recibo y son suyos.

. - ¿un recibo?, aquí no hacemos recibos.

Miré a mi empleado y afirmó. Joder con la economía sumergida. Aquello sí que era sumergida.

. - está bien. Aquí tiene y deme todas sus cosas, me la llevo de aquí.

. - toda suya y ropa, la que tiene puesta, que bastante es.

. - será… -me contuve. Ayudé a levantarse a la chica y entre mi empleado y yo nos la llevamos y nos fuimos de allí-.

Al salir del mercado con la chica, vi un dispensario de emergencia y hacia allí me dirigí.

. - ¿a dónde va, jefe?

. - voy a que la miren los médicos. Entre los golpes y las ladillas que decía que le pasó al granuja aquel, la chica no debe estar muy bien.

La chica era como un autómata. Iba rapada al cero y al verla más de cerca, estaba plana y delgada de cojones. Llegamos al puesto y me tocó una enfermera regordeta.

. - disculpe, enfermera.

. - doctora, si no le importa.

. - perdone, doctora. ¿Puede atender a esta chica?

. - ¿es su hija?

La miré por si era una broma, pero la cara que ponía no era de broma.

. - no, la he sacado de un restaurante. Estaba siendo maltratada. Según parece, era su esclava.

. - entiendo.

. - ¿qué es lo que entiende?

. - se la ha comprado para llevársela a su casa y tener su propia esclava.

. - pero ¿qué dice?, la liberé para eso, para que sea libre. Se la entrego a usted para que se encargue de mandarla con sus padres.

. - no nos dedicamos a eso. Solo curamos y devolvemos a quien nos traen, o sea, a usted.

. - pero…

. - ¿lo toma o lo deja?, no tengo todo el día.

. - ¿pero no le importa que sea una esclava?

. - hay cosas peores, caballero. ¿Se la vuelve a llevar o no?

. - sí, sí, vale, pero atiéndala, por favor. Creo que tiene ladillas y ha sido golpeada en la espalda.

. - y seguro que violada, siempre es lo mismo. Deme a la chica y espere por ahí.

La doctora se la llevó dentro, a una especie de casa ambulante.

. - oye, ¿tú crees que esta doctora es humana o parte del problema?, apenas le importa la chica.

. - no lo vea así, jefe. Hay demasiados esclavos y ya estará a tope de tenerlos que reparar un poco y devolverlos de nuevo para que sigan violándolos, como a esa chica. Ahora va a tener un problema, jefe.

. - ¿y eso por qué?

. - la chica no querrá volver con su familia, si es que se acuerda quienes son, pues volverían a venderla. En las aldeas es de uso corriente vender a los hijos para salir adelante.

. - Dios, pero ¿qué barbaridades estás diciendo?

. - es lo que hay. En Shanghái todo reluce, pero en los pueblos, no tienen ni donde caerse muerto.

Al cuarto de hora apareció la doctora no-humana con la chica.

. - Le he aplicado un ungüento en la espalda. Dele esta crema una vez por las noches. Y para las ladillas, esta otra crema cada noche también por ambos agujeros, ya me entiende. Así, durante una semana. Son 50 yuanes.

. - ¿pero esto no es de la beneficencia?

. - también tenemos que comer, caballero. Solo es una ayuda para pagar los medicamentos.

Joder, me dije. En España vivíamos en la gloria. Aquí, hasta por respirar, seguro que te cobran o tienen pensado cobrar. Le pagué a la regordeta y le pedí el recibo. Esta vez me fui con un papel, algo es algo, me dije. Luego nos fuimos los tres. Cuando me despisté un segundo, la chica salió corriendo como alma que llevaba el diablo.

. - ¿pero a dónde va esta chica? –dije viéndola trasponer tras una esquina-.

. - es lo mejor que le ha podido pasar, jefe. Ya no tendrá cargos de conciencia, hizo lo que pudo.

. - espero que no vuelva con aquel capullo y sea más lista.

Marchamos hasta los apartamentos donde teníamos el cuartel general los cuatro arquitectos. Cuando estábamos cerca, mi colega me dio un golpe en el hombro.

. - ahí está la chica. Parece que no va a tener suerte, jefe.

La chica estaba en una esquina. Nos había seguido a distancia. Le hice señas para que se acercara. Tuve que insistir y hacer como que me iba, para que se acercara como un perro herido. Cuando estuvo ante nosotros, le levanté la cabeza. Había llorado de nuevo.

. - ¿te vas a ir de nuevo corriendo?

Negó con la cabeza.

. - ¿Has comido?

Negó de nuevo.

. - me la llevo a comer y comprarle algo de ropa –le dije al colega arquitecto. Se fue y nos dejó solos-.

Le eché el brazo por encima de los hombros y caminamos hasta el primer bar que encontramos.

Allí pedí el menú del día, que se comió a todo correr.

. - no comas tan rápido, te va a doler el estómago.

Me miraba a hurtadillas. Aún me tenía miedo.

. - ¿cómo te llamas?, yo me llamo Salvador.

. - Liu.

. - ¿qué edad tienes?

. - creo que 24 o 25.

Le pedí un refresco al camarero y se lo tomó como si fuera agua, que mayormente era así.

. - ¿sabes dónde están tus padres?

. - sí, lo sé.

. - te llevaré con ellos en cuanto hayas comido y te compraré algo de ropa.

. - no quiero ir.

. - ah, ¿no?

. - no.

. - ¿es verdad que tus padres te vendieron por dinero?

. - sí.

. - ¿y por eso no quieres volver con tus padres?

. - por eso.

. - ¿tienes más familia aparte de tus padres?

. - una hermana.

. - ¿y donde esté esa hermana?

. - no lo sé exactamente.

. - ¿y cómo es eso?

. - mis padres la vendieron.

. - ¿también la vendieron?

. - sí.

. - ¿qué edad tendrá ahora tu hermana?

. - unos 35 años, más o menos.

. - ¿la reconocerías si la vieses hoy?

. - mamá decía que me parecía a ella.

. - ¿y seguirá siendo una esclava?

. - esclavo se es siempre, a no ser que se pague por él para liberarlo como has hecho tú por mí.

. - haremos una cosa. Voy a cuidar de ti. Tú llevarás mi casa y cuando esté trabajando, buscas a tu hermana y cuando la encuentres, si la encuentras, la liberaré como a ti. Luego os instaláis juntas y vivís vuestra vida. ¿Qué te parece?

. - ¿por qué lo haces?, no me conoces a mí, ni a mi hermana.

. - tengo mis razones. ¿Hacemos trato?

. - ¿tengo que hacer como con mi anterior amo?, ¿dormir cada noche contigo y que me uses como quieras?

. - no, dormirás en una habitación tú sola, nadie te tocará un pelo. Cuando encuentres a tu hermana, te vas con ella y listo. De momento estaremos una semana más aquí, en esta zona. Luego volveremos al centro de Shanghái, allí es donde vivo. Solo te diré que me vuelvo a mi país dentro de un tiempo, aún no lo tengo claro. Te avisaré antes.

. - de acuerdo entonces.

. - ¿ya has comido?

. - si.

. - entonces vamos a comprarte ropa, pero no creo que debas ponértela si tienes ladillas, pues la ropa limpia se infectará también y no acabaremos nunca con ellas.

. - no me importa. Soy un manitas con la ropa, sobre todo la ropa de los demás, porque lo que es la mía… –dijo señalándose- no tengo otra-.

. - ya lo veo y la huelo, también.

. - lo siento.

. - no es culpa tuya. Salgamos de aquí.

Nos llegamos a una tienda cercana y compramos a ojo de buen cubero, varias ropas, calzados y bragas. Luego me pasé por una farmacia y compré lo que creía que podía usar. Una vez con todo, regresamos al cuartel general. Allí ya sabían que vendría con la chica. Se quedaron mirándola.

. - chicos, os presento a Liu. Se mira, pero no se toca. A quien se sobrepase, le doy una patada en los huevos. Usará mi habitación, yo dormiré en el sofá. Liu, primero que nada, date una larga ducha. Luego vas a esta habitación de aquí y te acuestas. Luego te daré las cremas que nos dio la doctora para tus heridas y las ladillas.

. - de acuerdo.

. - La ropa la echas en esta misma bolsa –le di una-, la tiraremos a la basura mañana-.

Con la bolsa, se fue al baño.

. - vosotros, largaros a vuestras habitaciones, es hora de dormir, mañana hemos de levantarnos a las 5 de la mañana. ¿Quién tiene el despertador?

. - yo, jefe –dijo uno-.

. - no te olvides de ponerle la alarma-.

. - no, jefe.

Todo el mundo se retiró. Yo, mientras tanto, cogí un par de mantas de mi dormitorio y una sábana. Las coloqué en el sofá. También cogí una de las dos almohadas y la dejé junto al sofá. Esta noche debía dormir en pijama, aunque no me gustaba mucho. Cuando terminaba de arreglar el sofá, salió Liu del baño con una toalla alrededor de su cintura, sin taparse la parte de arriba. Estaba totalmente plana, no tenía nada de pechos, pero lo que se dice nada. Yo tenía más que ella.

. - Liu, cariño. Aunque no tengas pechitos, tápate también la parte de arriba.

. - ¿para qué?, no tengo nada que ocultar, estoy plana.

. - lo sé, pero eso a los hombres nos pone calientes, aunque no tengas nada que ocultar. La imaginación es la leche. ¿Me harás eses favor, querida?

. - sí, claro. Como tú quieras. Pero si me la subo, se me ve de abajo.

. - sí, eso es porque la toalla es pequeña. La próxima vez coge la más grande, hay varias bajo el lavabo.

. - vale. ¿Me vas a dar ahora las cremas?

. - sí, vete al dormitorio, ya voy.

Cogí las cremas de donde las había puesto y fui hacia mi antigua habitación. Ella estaba desnuda y acostada, me daba la espalda. Los golpes estaban marcados a sangre y fuego. Lo malo era que había otros más viejos debajo. La pobrecilla había sufrido muchos más golpes antes del día de hoy, muchos más. Me llegué a la cama y abrí el tubo de la crema de la espalda. Eché un chorro allí y con dos dedos, fui extendiéndosela.

. - ¿te hago daño?

. - no, puedo aguantar. Me hace menos daños que la doctora aquella.

. - a esa doctora deberían ponerla cuidando vacas –dije-.

. - sí, es verdad –dijo riendo por primera vez-.

. - vaya, si hasta sabes reír.

. - es que me haces gracia. No suelo reír mucho, más bien poco desde hace mucho tiempo.

. - bueno, tu vida va a cambiar para mejor, ya lo verás.

Con toda la espalda con la crema, acabé esa parte.

. - date la vuelta, Liu. Ahora la otra.

Ella se giró y se quedó mirando al techo, algo nerviosa.

. - ¿estás nerviosa?

. - un poco.

. - no lo estés. ¿Me dejas echarte la crema?, si no, tendrás que hacerlo tú.

. - no, confío en ti.

. - gracias.

Cogí crema y eché un chorro en la zona púbica. No tenía pelo alguno, así que embadurné toda su vagina y alrededores con la crema anti-ladillas. Ella gimió. Paré y después continué. De nuevo gimió. Lo hacía lo más rápido posible, no quería importunarla en demasía. Le eché cantidad de aquella crema en ambos agujeros, el anal y el vaginal, según me había dicho la bruja de la doctora gorda aquella.

. - ya está. Mañana por la noche, de nuevo te daré de las dos cremas otra vez. Ahora descansa, nadie vendrá a importunarte, yo cuidaré de ti.

. - gracias, Salvador.

. - descansa -la arropé y le di un beso en la frente, luego salí y apagué la luz-.

. - no la apagues, por favor.

. - como quieras. Entonces dejaré la de la mesita de noche.

. - vale.

Salí y apagué todas las luces del apartamento. Me fui al sofá y caí rendido, había sido un largo, largo día.

. - Arriba jefe, las cuatro y media.

. - gracias, no oí el despertador.

. - mire a quien tiene a su lado.

Miré al suelo y allí estaba Liu en una manta, en el mismo piso, junto al sofá.

. - vaya, seguro que le entró miedo durante la noche. Será mejor que la lleve de nuevo a la cama. No hagáis ruido, para no despertarla.

La cogí por los hombros y los pies con cuidado, con manta y todo y la llevé a la cama. Allí volví a arroparla. Cuando salí, cerré la puerta, apagando la luz de la mesa de noche. Los demás ya estaban desayunando.

. - ¿la va a dejar sola aquí, jefe?

. - sí, qué remedio.

. - ¿y si nos roba, jefe?

. - ¿qué nos va a robar?, ¿los calzoncillos?

. - cualquier cosa, con tal de joder…

. - lo que os robe, os lo pago yo nuevo. Tened un poco de fe, chicos.

. - por si acaso, me llevaré lo que más quiero, la foto de mi mujer y mi hijo.

. - haz lo que te dé la gana. ¿Nos vamos?

. - ¿no desayuna, jefe?

. - no tengo ganas. Ya comeré algo fuera.

Marchamos a la obra. Liu se quedó sola. Los últimos retoques de cualquier obra siempre son esos, últimos retoques. Nunca se acaban. Estuvimos revisando cada cosa que se había hecho para asegurarnos que se había hecho según los planos presentados.

De hecho, el día de hoy era el último en la obra, pues el resto de días hasta el sábado, eran de espera hasta que los políticos de turno rompieran la cinta como que se volvía a inaugurar el dichoso puente. Así que, cuando regresamos a casa, la suerte ya estaba echada. Ya en la casa, me extrañó no ver a la chica por allí.

. - Liu, hemos llegado. Liu, ¿dónde estás? –grité-.

Como si fuéramos uno, buscamos en primer lugar en mi antigua habitación. La sábana estaba ensangrentada y Liu estaba en una esquina, en el suelo, desnuda, temblando de miedo.

. - pero por el amor de Dios, ¿qué te ha pasado?

Ella señaló a uno de los arquitectos que estaban a mi lado. Me giré y vi que se ponía nervioso.

. - yo no he hecho nada, os lo juro.

. - ¿a dónde fuiste hace dos horas?, no aparecías por ningún lado –le dijo otro arquitecto-.

La chica levantó la mano de nuevo. En su mano tenía un trozo de camisa que le había arrancado al agresor. Me acerqué a ella y le cogí la tela. Solo con verla, supe que era del acusado de haberla violado. Aun así, me fui hacia él y abriéndole la camisa, se pudo comprobar que le faltaba el trozo que tenía en mi mano. Le di un puñetazo que lo mandó al suelo. Luego fui hacia él de nuevo y de nuevo le di más puñetazos. Tuvieron que sacarme de encima del cabrón aquel o lo hubiese matado.

. - no siga, jefe. Que lo mata –dijo uno-.

. - hijo de la gran puta. Es solo una chica indefensa, cabronazo.

Cuando me tuvieron bien sujetados los dos arquitectos, el tío se levantó y salió corriendo hacia la calle. Aunque salieron detrás de él los dos compañeros, se les escapó.

. - se nos escapó, jefe.

. - llamad a la policía, voy a llevar a Liu a urgencias. Decidles que allí estaremos.

Con lágrimas en los ojos, cogí a Liu. El cabrón aquél la había violado por delante y por detrás. Al menos, habrá cogido las ladillas que la chica tenía, me dije. La envolví en una manta y salí con ella a la calle. Vi a mis escoltas y los mandé llamar.

. - a urgencias, rápido.

La ingresaron de inmediato. Cuando se presentó la policía, informé de lo acaecido. Desde que la encontré en aquel restaurante de mercadillo siendo azotada, hasta que la violó aquel malnacido. Les entregué la factura de la doctora que tenía en mi cartera para que lo pudieran confirmar.

Cuando supo el policía que el violador era uno de los cuatro arquitectos que habían hecho el nuevo puente, se apartaron de mí y llamaron a la central. Allí, a su vez, llamaron a la alcaldía. La cosa era que no querían que nada enturbiara la inauguración del puente el sábado próximo y no se le dio publicidad al asunto, pero sí se buscó y encontró al desgraciado violador, que confesó después de que le apretaran las cuerdas un poco. Nunca más supe de él. Era como si hubiera desaparecido del mapa. Las autoridades cuando quieren ocultar algo, lo hacen a conciencia.

A Liu la dejé toda la semana en la clínica. Allí era donde debía haberla llevado desde un primer momento y no hacer de enfermero que no tenía ni puta idea.  Después de la inauguración, me despedí de los políticos y marché hacia la clínica. Liu me abrazó cuando me vio llegar.

. - ¿nos vamos ya a casa? –preguntó, llorando-.

. - sí, ya nos vamos a casa.

Como ya tenían la experiencia anterior, no se nos ingresó el pago de nuestro trabajo hasta después de que los monzones se hubieran marchado hasta el próximo año. No querían pagar y luego tener que pedir el dinero abonado. Así son los políticos, siempre tienen la sartén por el mango. Hay que aguantarse, nada se podía hacer, sino a esperar.

. - aquí vas a vivir de ahora en adelante, Liu –ella se recorrió todo el apartamento. A los escoltas, que dormían en mi casa mientras nos dábamos gusto, les tuve que pedir que volvieran a su auto a vigilar o dormir en mi casa sin follar. Decidieron el auto, donde los dos podían follar sin ser molestados-.

. - Me quedo la más grande.

. - de eso nada. La más grande es para mí, que soy más grande. Elige cualquier otra.

. - anda, porfa.

. - ni porfa, ni nada. Cuando encuentres a tu hermana, te la cambio, antes no.

. - bueno, vale. Tengo hambre, ¿qué tienes en la nevera?

. - vamos a verlo.

La nevera estaba actualizada. Era algo que le había pedido a uno de los escoltas antes de salir del sur de Shanghái.

. - ¿quieres que te prepare algo?

. - ¿qué sabes hacer?

. - lo que quieras. Yo ayudaba en la cocina del restaurante, recuerda.

. - ¿sabes hacer una tortilla con huevos, ajo y mucho perejil?

. - va, eso es fácil.

. - pues veamos si te sale buena. Adelante. Mientras tú haces la comida, voy un momento a la calle, compro el periódico y vuelvo.

. - no te irás a marchar, ¿verdad?

. - no, mujer. Solo voy a por el periódico. Quiero saber que dicen del puente que se inauguró hoy.

. - vale, pero si un día te largas, dímelo.

. - claro, fue lo que dije cuando nos conocimos, serás la primera.

. - vale, te creo- dijo abrazándose de mi cintura. No me soltaba-.

. - anda, mujer, déjame. Haré un poco de tiempo, así haces la tortilla sin prisas. Luego te das una ducha y te pones la bata. Según comamos, nos acostamos, mañana tengo que madrugar.

. - vale, te chuparás los dedos.

. - ya veremos.

Me bajé al kiosko, con un escolta detrás de mí. Compré varias revistas del sector y con ellas bajo el brazo, regresé al garaje y entré en el auto de los escoltas.

. - hola, chicos –dije besando al que ya estaba allí y luego al que iba detrás de mí-.

. - ¿uno rapidito, jefe?

. - a eso he venido, chicos.

Se tintaron los cristales, incluido el delantero, algo prohibido en España y me enculé en silencio a mis dos queridos escoltas. Ellos también probaron mi ojete para disfrute del enculador y del enculado. Unas mamadas rápidas y de nuevo nos guardamos las herramientas, después de limpiados culo y polla con papel húmedo de bebé que ya teníamos para estas ocasiones de entretenimiento personal.

. - chicos, quiero que uno sirva de chofer a mi nueva amiga, se llama Liu como sabéis y buscará a su hermana por todo Shanghái y sus arrabales. Cuando la encontréis, me lo decís y yo iré a buscarla.

. - ¿qué le diremos a la chica que somos?

. - que os pago para que seáis su taxi particular. Con eso debe bastar. Protegedla si alguien intenta hacerle daño. Le diré que no se separe de vosotros. Mientras uno está con ella, el otro lo hará conmigo y no le pongáis un dedo encima, ya ha sufrido demasiado siendo esclava de uno que tenía un restaurante de mala muerte y violada por uno de mis arquitectos.

Al regresar a casa, el olor a perejil impregnaba toda la vivienda. Era un olor que me la ponía dura.

. - ya estoy en casa, Liu.

La chica salía del baño en aquel momento. Desnuda, sin toalla, ni chica, ni grande.

. - ¿dónde está la toalla?

. - en su sitio. ¿No te gusta verme así?

. - regresa al baño y póntela y no bromeo, Liu.

. - serás aguafiestas.

. - venga, Liu, no me hagas enfadar, cariño.

. - bueno, vale. Pero porque me lo pides tú –dijo sonriendo-.

Cuando salió venía con la toalla corta.

. - vuelve a entrar y sal con la grande. Ya te lo dije la otra vez.

. - pero ahora no están tus empleados. Solos tú y yo.

. - es igual. Venga, a por la toalla larga.

. - será posible…

Regresó y salió con la toalla grande.

. - ¿así está bien?

. - perfecta. Ahora llégate a tu habitación y ponte la bata. Yo me doy una ducha rápida y estoy contigo en la cocina para probar la tortilla.

Me fui al baño y me metí en el plato de ducha. Cuando estaba todo enjabonado, entró ella desnuda.

. - Liu, ¿qué haces aquí?

. - voy a ducharme contigo.

. - ¿otra vez?, anda, lárgate o me voy a enfadar.

. - pero qué grande la tienes, Salvador. ¿Te hago un apaño?

. - déjate de apaños y vete, joder.

. - ¿no quieres que te haga una mamada?, a mi otro amo se las hacía cada dos por tres por toda la casa.

. - ni yo soy ese otro amo, ni tú eres ya una esclava. Liu, por favor, vete.

. - bueno, vale, pero cuando quieras, no tienes más que decírmelo.

Me la quedé mirando seriamente y de mala gana, salió. Cerré la puerta y acabé de ducharme. Suerte que la había descargado con los chicos abajo, que, si no, la tendría por las nubes. Me llegué a la cocina con una toalla en la cintura. En casa sí que pensaba dormir en pelotas, no faltaría más. Liu no llevaba la bata, sino la toalla grande. No dije nada más al respecto.

. - siéntate, te vas a chupar los dedos –me dijo-.

Cuando cortó la tortilla, que por fuera parecía buena, al ver que del interior salía hacia el plato el huevo sin hacer, casi me da algo.

. - ¿qué es esto? –dije tocando con el cuchillo el huevo líquido de la tortilla.

. - el huevo de la tortilla.

. - pero no está hecho.

. - ¿cómo que no está hecho?, es así como se hacen las tortillas.

. - será en tu casa o en ese restaurante, en la mía toda la tortilla tiene el huevo hecho, por dentro también.

. - ¿no te gusta?

. - la verdad es que no.

. - oh, mierda. Y yo que creía que la había hecho bien –dijo empezando a llorar-.

. - bueno, mujer. No es para que te pongas a llorar ahora por una tortilla mal hecha.

. - pero ahora, ¿qué cenamos si no sirve la tortilla?

. - mira, no es que vaya a ser la mejor tortilla, pero nos la comeremos si la cortamos por la mitad y freímos ambas mitades. Se podrá comer, aunque no estará perfecta. Otro día te enseño como se hace y las harás mejor. Todo es cuestión de aprender.

Cuando corté la tortilla y la volví a freír, la verdad, no había por dónde cogerla. Era una puta mierda de tortilla, aun así, tuve que comérmela para que la chica no volviera a ponérseme a llorar. Sin duda estaba asquerosa, muy asquerosa. Una vez le di las buenas noches con un beso en la frente, le informé de que tenía mañana un chofer para ella sola.

. - a eso de las diez vendrá y te llevará donde le digas. Busca a tu hermana por donde creas que pueda estar. No te separes nunca del conductor. Le dije que te protegiera. Confía en él.

. - ¿cómo en el otro que me violó?

. - ya te pedí perdón y está en la cárcel.

. - perdona, lo siento. Sé que hiciste todo eso. Soy una tonta. Gracias por ayudarme a buscar a mi hermana.

. - lo hago para que os reunáis las dos y podáis vivir en libertad. Os merecéis un poco de felicidad para variar.

. - eso suena muy bien, Salvador. ¿Tú crees que la encontraré?

. - no lo sé, cariño. Shanghái es la urbe más poblada de la china continental. No sé si Hong-Kong la supera, aun así, hay mucha gente aquí. A lo mejor hasta está en otra ciudad próxima. No lo sé.

. - bueno, al menos lo intentaré. Anda, dame otro beso.

. - claro, cariño.

Y le di otro beso en la frente.

. - ¿solo sabes dar besos en las frentes de los demás?

. - sí, solo ahí –dije tocándole la punta de la nariz- ¿dejo la luz encendida?

. - no, ya no tengo miedo. Aquí, contigo, me siento segura.

. - vale, buena chica. Hasta mañana.

. - hasta mañana.

Desperté con un fuerte dolor en mis bajos. Era como si me la tuvieran agarrada, junto con los huevos. Cuando estiré los brazos para despejarme un poco, vi que tenía compañía. Aparté la sábana y allí estaba ella desnuda acurrucada a mi lado con su mano derecha atenazando mi polla y mis huevos. Joder, con la chica. Era de ideas fijas.

(Parte 25 de 30)

FIN