Soy un caballero y cumplo lo que prometo (23)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(23-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Salí solo de mi apartamento, iba a pasar el fin de semana con la familia del chico accidentado. En la calle me bajé del auto y me dirigí hacia los escoltas.

. - hola chicos. Voy a pasar todo el fin de semana en casa de unos conocidos. No tenéis que estar todo el día vigilando la casa, no pienso salir.

. - ¿y si entran a por usted, jefe?, nos pondrían a parir si no estamos en nuestro sitio.

. - como queráis, pero pasaré todo este sábado, hasta el mediodía de mañana domingo. Si me quedo más tarde, os daré un toque. ¿Habéis cambiado el número del móvil?

. - no, sigue siendo el mismo.

. - de acuerdo. Espero que disfrutéis de una velada tranquila y placentera.

. - eso haremos, jefe. ¿Cuándo nos va a acompañar?

. - después de mañana estaré unos días sin actividad, pues pienso follarme todo lo que se menea en la casa que voy. Deseadme suerte.

. - suerte, jefe –me dijeron ambos sonriendo-.

Vivian en el ático y allí pulsé el botón adecuado. La voz del chico me respondió y me abrió. Entré y cogí el ascensor hasta el último piso. Cuando toqué, salió el mismo chico con una toalla a la cintura, que según entré, dejó caer sobre una silla. Se alzó de puntillas y besó mi boca. Sonreí y le cogí de los hombros y volví yo a besarlo a él con más intensidad.

. - ¿te ayudo a quitarte la ropa?

. - claro –me senté y me saqué los zapatos. Luego me aflojé el cinturón y tiró el chico de mis pantalones. Después me quité el resto de la ropa. Como tenía tan cerca su polla, la acerqué a mi boca y le di una somera mamada, para luego ponerlo a mamarme la mía, a la que el chico no le hizo ningún asco, tragándose la que podía. Luego me levanté con su boca aun con mi polla- después continuamos-.

Sonriendo, llegamos al salón y salimos por una cristalera hasta una piscina al aire libre, con una hilera de hamacas a un lado. Allí estaba todo el mundo desnudo, esperándome.

. - bienvenido a nuestra casa, querido –dijo la mujer que me había invitado, la cual me dio un morreo- ven, te presentaré a todos-.

Uno a uno, fueron diciendo sus nombres y dándonos un beso en la boca de cada uno. Luego me acompañaron a una de las hamacas y como si fueran pulpos, me rodearon y comenzaron a comerme todo el cuerpo. La verdad es que estaba en la gloria puta, por lo que me dejé querer. Muy pronto tuve el rabo del marido en mi culo mientras yo me follaba a su mujer vagina adentro. No era por nada, pero tenía un buen polvo aquella liberal mujer. Hasta los viejos disfrutaron de mi culo y mi polla. Eran como unos sirvientes en aquella casa con derecho a roce por el resto de la familia. Sin duda, aquella casa será el descanso del guerrero donde no había un no por respuesta en sus bocas.

. - súbete, cariño –le dije a Han, el chico. Estábamos en su habitación-.

Ya me la había mamado durante un rato y ahora tocaba tragársela y a fe mía que se la tragó como si se bebiera un vaso de agua. Subía y bajaba sobre mi polla mientras gemía de puro placer. Sin duda, su padre y su abuelo ya le habían dado bastante polla antes de tenerlo yo enculado.

. - ¿podemos intervenir? –era su padre y su abuelo, como no-.

. - claro, adelante y sírvanseme –dije-.

Con un acto de contorsionismo digno de un mago, puse al chico debajo de mí. Todo ello sin sacársela de su culo. Ahora lo tenía a cuatro patas y esperando una polla en mi culo, mientras yo seguía follándome al hijo pródigo. El abuelo fue el más rápido y pronto me la encajó en todo el ano. Su hijo, el padre del chico, ya estaba sobre la cama dándome su polla para que se la mamara y eso hice.

Desde luego, era una buena follada a cuatro bandas. Un rato después, el padre cambió y se la entregó a su hijo que se la mamó mientras era follado por mí y mi culo por el abuelo. Cuando el padre del chico la tuvo cercana a correrse, se colocó detrás de su padre y se lo enculó también. Las corridas fueron sucediéndose en los culos del que se tenía delante. Hasta Han se corrió encima de las sábanas, pues estaba que explotaba y explotó.

Una vez producidas las corridas, tocó tomarse la leche de los culos enlechados, algo que había dado a conocer a aquella familia tan folladora, para después hacer una somera limpieza de polla, eso sí lo hacían. Yo me dediqué al chico y el chico se encargó de la mía. Así como el abuelo a su hijo y viceversa. Cuando culos y pollas fueron succionados y dejados todo lo limpios que se podían dejar, pasamos a las duchas y nos dimos una limpieza general, para después volver el chico y yo a la cama después de cambiar las sábanas.

Esa noche fui despertado en un par de ocasiones por el chico, pues me daba polla por el culo hasta que se corría, para luego yo hacerle lo mismo. Cuando amaneció, allí olía a leche agria que tiraba para atrás. Una última follada y nos duchamos de nuevo los dos, con otro nuevo cambio de sábanas y todo lo demás manchado.

Cuando los escoltas me vieron salir de aquella casa, tenía unas ojeras de caballo que no veas. Lo curioso era que ellos también estaban ojerosos, pues entre las mamadas y las horas de guardias, estaban como yo mismo. Cuando llegamos a casa les informé que iba a dormir a pierna suelta hasta la noche por lo menos. Las chicas no estaban y eso fue hasta mejor todavía. Una ducha y a la cama.

. - Está en su cama, Tzu –dijo Li a su hermana- tiene cara de haber estado follando todo el fin de semana-.

. - déjalo que duerma, Li.

. - ya no aguanto más. Ya estoy harta de hacerme pajas, pudiendo follar todos los días.

. - ¿ya te vas a echar atrás?

. - no va a dar su brazo a torcer. Mientras tenga con quién follar, no nos necesita a nosotras, Tzu. ¿Qué te parece si cedemos nosotras?, ¿no quieres follar con Salvador, acaso?

. - claro que quiero follar, pero tendría que follar contigo también. Eso nos dijo.

. - pues me follas. Una polla es una polla, ¿o no?

. - ¿estás segura?

. - ya no aguanto más. A lo mejor hasta me gusta mamártela y hacérmelo contigo.

. - será mejor que pruebes antes de decírselo.

. – sí, será lo mejor.

Estaban en la cocina. Tzu se acercó a su hermana. Li le levantó la falda y bajándole las bragas, le cogió el pene que tenía ya su dureza de fábrica. Comenzó a mamarla poco a poco, para luego aumentar el ritmo, lo que hizo que Tzu gimiera del placer que le estaba dando.

. - dígame a mi ahora, Li.

Tzu sentó sobre la mesa a su hermana y le bajó las bragas. La polla se fue hacia la vagina y allí entró como Pedro por su casa. Le estuvo dando polla durante un rato, para después salirse y ponerla a comer polla de nuevo. Pronto descargó una leche largamente acumulada semanas atrás. Li tragó y no dejó ni gota, pues siguió mamando hasta secarle el pozo.

Al final y frente a frente, ambas hermanas se besaron, no como hermanas, sino como dos amantes que iban a ser de ahora en adelante. Ambas se emplearon a fondo con la boca de la otra, hasta que casi asfixiadas, se separaron.

. - ¿entonces estamos de acuerdo en ceder?

. - sí, hagámoslo de una puta vez. Se lo diremos cuando se despierte.

Cuando abrí los ojos eran las siete de la noche y estaba como si me hubieran dado una mano de palos. Me dolía hasta el duodeno. Crucé los dedos tras mi cabeza y mirando al techo, hice cábalas sobre el futuro del trabajo que estábamos haciendo en la oficina los cuatro socios para el puente de los cojones. Ni por un momento pensaba que nos lo fueran a dar, aun así, era un ejercicio práctico de altura el llevar a cabo el trabajo y presentarlo. Ya con eso, sería bueno para los cuatro socios. Con los brazos cruzados, me cogieron Li y Tzu y así seguí.

. - por fin despiertas, marmota –dijo Li- Tzu y yo queremos decirte algo-.

. - adelante, soy todo oídos.

. - adelante, Tzu.

. - dilo tú, vas muy bien.

. - vale. Bueno, Salvador. Tzu y yo queremos cambiar nuestra postura.

. - ¿en cuanto a qué?

. - ¿en cuanto a qué?, pues en cuanto a tener sexo entre los tres.

. - ya. ¿Sabéis cuál es el problema?, que antes decidisteis no aceptar mis propuestas y dejarme de lado y yo, como un caballero, lo acepté. Ahora aceptad las mías. Ya no me interesa tener sexo con vosotras dos. Estoy más que servido en cuanto a sexo y me voy a dedicar a lo que tengo ahora mismo y proseguir con mi trabajo, que para eso vine a este país.

. - hemos probado y lo hemos hecho entre nosotras, con pnetración incluida. ¿Eso no te dice nada?, hemos cedido a tus peticiones.

. - un poco tarde, ¿no os parece? Ahora mismo, no quiero añadir más sexo al que ya tengo. De hecho, hasta tengo demasiado diría yo, pero, en fin, eso es cosa mía. Con vosotras no quiero nada que no sea aprender chino. Punto.

. - ¿y más adelante? –preguntó Tzu-.

. - más adelante, no lo sé, Tzu. No te diré que de esta agua no beberé, pero ahora mismo, no lo tengo en mente. Sería aumentar a más sexo y no puedo, ni quiero, pues con vosotras dos aquí, no iba a parar y tengo que echar el freno. Lo siento. Si como habéis dicho, ya lo habéis hecho, no diré nada si os encuentro frente al televisor haciéndolo entre vosotras las veces que queráis. Ahora voy a dar una vuelta para coger un poco de aire y hacer un poco de ejercicio de paso. No hace falta qué me acompañéis ninguna.

Me bajé de la cama desnudo y saqué de mi armario ropa de correr. Luego salí y avisé a los escoltas para que me acompañara uno a correr. Esperé a que se cambiara uno de ellos y cuando estuvo con ropa deportiva, salimos juntos. Estuvimos corriendo al trote durante una hora por los alrededores, tomándonos algo por el camino. Cuando regresamos, no los invité, los obligué a ambos a darse una ducha en mi casa.

. - de paso, podéis disfrutar el uno con el otro el tiempo que queráis.

. - ¿nos va a acompañar?

. - no, tengo que recuperarme un poco, estoy hecho polvo de lo que follé en aquella casa. Lo más una mamada rápida, pero nada de culo, lo tengo rojo de tanta polla que me dieron. Esa es la verdad.

Veinte días después se supo que el puente se le dio a una empresa multinacional, como no podía ser menos. Los trabajos empezarían dos meses después cuando el río empezara a bajar su caudal. Los cuatro socios iban cogiendo trabajos no muy grandes, pero poco a poco, íbamos pagando las deudas. Las chicas siguieron con sus enseñanzas y de tener sexo, no volvieron a hablarme. Eso sí, lo tenían entre ellas en sus habitaciones, siendo alguna que otra vez cogidas frente al televisión, no haciéndoles caso y siguiendo con lo mío. Cierto día recibí una llamada y el número me parecía conocido, pero no acababa de reconocerlo. Cuando cogí el móvil me abroncaron antes de saber con quién hablaba.

. - bonito caballero castellano. ¿No dijo que me iba a llamar para salir a cenar una noche?

. - ¿eres Susi?, ¿Susi, la cuñada de mi amiga?

. - ni siquiera sabe quién soy. Pues claro. ¿Qué tienes que decir en tu descargo?

. - perdona, se me fue el santo al cielo. Me enfrasqué en el trabajo –y la folladera, que no se olvide-, que se me olvidó. Lo siento. ¿Cómo puedo compensarte?

. - para compensarme me tendrás que llevar a un caro restaurante. ¿Te lo puedes permitir?

. - no ando muy boyante, pero para una cena, aún llego.

. - pues apunta. En el restaurante que está en la parte alta del edificio más alto de Shanghái. Recógeme a las 7 de la tarde. ¿Aún tienes mi dirección?

. - pues la verdad…, no sé dónde la metí.

. - será posible. Anota de nuevo… -me soltó su dirección-.

. - anotado.

. - cómo no aparezcas, verás cómo me las gasto. Te mando a uno de mis guardaespaldas y le digo que te parta una pierna.

. - joder, tía. Si aún ni somos novios para esas familiaridades.

. - ¿qué novios ni que echo cuarto?, solo salgo contigo para hacerle un favor a tu amiga, mi cuñada Jenny, que si no…

. - bueno es saberlo. Pues no me esperes, no iré a recogerte. Con ese plan tuyo, no me interesa tenerte cerca. Eres capaz de que, si miro a otra mujer delante tuyo, de darme un guantazo y me quiero mucho. Abur, búscate a otro, cuñada de Jenny –y colgué, joder, que bien me he quedado y mira que me hizo tilín nada más verla, pero era verdad, el puto trabajo hizo olvidarme de todo, aparte de echar unos polvos aquí y allá-.

El teléfono volvió a sonar, era ella de nuevo.

. - ¿otra vez tú?

. - oye, a mí, ningún tío, me cuelga el teléfono.

. - ¿y eso por qué?, ¿por ser rica?, sé una dama y compórtate. Estás dando pataletas como una niña malcriada.

. - oye, pero ¿tu quien coño te crees que eres?, jodido capullo. Ahora soy yo quien te cuelga el teléfono –y me colgó, sonreí y apagué el mío-.

El móvil otra vez sonó. Y sí, era ella de nuevo. Sonreí y lo cogí.

. - ¿sí?, ¿quién es?

. - vete a la mierda. Te espero a las 7 en punto.

. - pídeme perdón, y a lo mejor, te llevo a un Burger.

. - ¿por qué tengo que pedirte perdón yo?, Eres tú quien tiene que hacerlo.

. - fue lo primero que te dije cuando supe que eras tú la que llamaba la primera vez, ¿ya no lo recuerdas?, hace solo unos minutos.

. - sí, es verdad. Perdón.

. - ¿cómo dices?, no se te oye bien.

. - que te pido perdón, cabronazo.

. - no me ha gustado eso último y menos que me mandes a un gorila a partirme las piernas.

. - solo era una pierna.

. – y una mierda, necesito las dos.

. - bueno, vale. Lo siento mucho. No quería decir lo que te dije. Perdóname. Llevo días esperando tu llamada y nada y ya no aguantaba más, por eso te llamé toda enfadada para ponerte a parir.

. - de acuerdo, pero nada de restaurante en lo alto de ese edificio. Te llevaré a una hamburguesería.

. - como quieras.

. - y los escoltas, bien lejos de mis piernas.

. - ¿no creerías que te los iba a mandar?

. - chica, aun no te conozco lo suficiente, pero por la mala leche que te gastas…

. - solo era para joder un poco. ¿Cómo quieres que vaya vestida? ¿Tienes algún gusto especial?

. - sí, sin bragas y sin sostén.

. - anda ya…

. - me has pedido mis gustos.

. - ¿de verdad?, mira que eres un depravado.

. - pues a Jenny bien que le gustaba complacerme.

. - ¿de verdad?, me han dicho que antes era gordita.

. - no gordita, rellenita, pero con un cuerpazo de miedo. Aunque ahora está mejor, menos carnes, pero los mismos pechos.

. - vamos, que te gustan grandes los pechos. Los míos no son muy grandes, que digamos.

. - pero tienes otros alicientes y una mala leche que tira para atrás.

. - ¿y te gusta eso?, ¿que tenga mala leche?

. - prefiero que la leche sea de primera calidad, ya me entiendes.

. - serás mamón…

. - sí, eso sí que te lo puedo asegurar. Me gusta mamar y si tuvieras leche, más aún.

. - pues te vas a joder, no tengo leche, sino mala leche. Si quieres un poco más de esa, estoy dispuesta a darte otra ración.

. - mejor no, por hoy ya tengo bastante. ¿A las siete, dijiste?

. - sí, en punto.

. - pues no puede ser.

. - y eso ¿por qué?, ¿ya te me estás echando de nuevo atrás, calzonazos?

. - tu sigue insultándome y te va a buscar tu abuela si la tienes.

. - es que me tienes liado. ¿Vienes o no vienes a buscarme?, mira que, si no, me busco a otro.

. - iré, pero no a las siete. Hasta las siete y cinco no podré irte a buscar.

. - serás cabrito. Bueno, va. Cuando te dé la gana, pero ven o entonces…

. - mejor no lo digas o ya sabes quien te va a buscar.

. - me callo. Te dejo, aquí viene papá.

. - hasta las siete y cinco, entonces.

. - sí, eso mismo.

. - ¿con quién hablabas de esa manera, hija? –Dijo su padre, acercándosele-.

. - con un chico con el que voy a salir esta tarde.

. - ¿lo conozco?

. - no, es occidental. Occidental de España.

. - ¿un español?, ¿y cómo lo has conocido?

. - me lo enganchó Jenny para que vaya a su boda acompañada. Lo conoció cuando estuvo en España estudiando.

. - ¿y por qué gritabas?

. - el muy cabrito se había olvidado de mí y tuve que llamarle yo.

. - ¿que se olvidó de ti?, ¿cómo es eso posible?

. - dice que estuvo enfrascado en su trabajo y no se acordaba de mí.

. - vaya, qué poca vergüenza. Pues yo le haría lo mismo y vería ese español como las gastamos en China.

. - ¿tú crees, papá?

. - yo lo haría. ¿Cuánto te gusta ese chico?

. - la de hoy sería la segunda vez que nos vemos.

. – entonces, ni te molestes. Dale puerta y búscate a otro para ir a la boda de tu hermano o ve sola.

. - pero vendrá a buscarme.

. - que se joda. ¿Él no se olvidó de ti?, pues tú te olvidaste de él. ¿Y encima, extranjero?, que le den.

. - sí, dígame –me habló una sirvienta en chino-.

. - vengo a buscar a la señorita Susi, me llamo Salvador Morales.

. - la señorita Susi me dejó dicho que, si venía, le dijera que se le había olvidado la cita y que, además, no tenía pensado salir con usted a ningún Burger. Que le cerrara la puerta en las narices –y me la cerró en las narices. Me quedé con cara de tonto. Al final sonreí, para no gritar. Me di la vuelta y me marché por donde había venido-.

Susy estaba tras la puerta, bien oculta. Se dijo que pronto le sonaría el móvil y sería su momento. Pero yo no la llamé, ¿para qué?, ¿para qué me pusiera a parir de nuevo y yo mandarla a la mierda?, mejor dejar las cosas como estaban, ya nos veríamos las caras en la boda. Tan ensimismado estaba, que casi atropello a una chica ciega y a su perro lazarillo. Debía estar por los 21. Me estampé contra una farola que dejé bien torcida, para no llevármela por delante. La chica, del susto, se cayó al suelo, cayendo sobre un charco de agua. Yo estaba atontado y me sacaron los escoltas.

. - jefe, ¿cómo se encuentra?, ¿tiene algo roto?

. - no, gracias, chicos. Solo ha sido un maldito despiste. No tengo nada roto. Atended a la chica.

Mientras me despejaba de los pajaritos que me rondaban aún por la cabeza, uno de los escoltas se quedó conmigo y el otro fue a ayudar a la chica a levantarse, pero el perro casi le da una mordida en un tobillo, cosa que hizo que se lo pensara un segundo.

. - ¿se encuentra bien, señorita? –le dijo a distancia-.

. - sí, ha sido el susto más que otra cosa. ¿Cómo está el del auto que casi me atropella?

. - un poco conmocionado, pero está bien. Le iba a ayudar a levantarse, pero su perro casi me muerde.

. - sí, le gusta protegerme –apoyándose en el perro, se levantó por sí misma-.

. - está muy mojada. Permítame que le lleve a su casa para cambiarse.

. - ¿es amigo del conductor?

. - iba con él –mintió-.

Pasé al auto de los escoltas y la ciega subió también con su perro. Uno de los escoltas se quedó con mi auto esperando la grúa y arreglar el papeleo por si aparecía la policía.

. - ¿cómo está, señor?, oí ruidos de hierros retorciéndose. ¿Se hizo daño? –se preocupó la ciega, yo no dejaba de mirar al perro que no me miraba con buenos ojos, ojos perrunos, claro-.

. - estoy bien, gracias. Solo tengo un poco de dolor en el pecho por el cinturón de seguridad. Dejé torcida una farola, ¿sabe?

. - vaya, cuanto lo siento. Usted no es chino, ¿verdad?

. - no, soy occidental.

. - si quiere le hablo en inglés. No siempre fui ciega.

. - estudió ingles antes de quedarse ciega –afirmé, más que pregunté-.

. - sí, nos gustaba viajar con la mochila a la espalda a mi hermano y a mí y nos metimos en una escuela de idiomas para facilitarnos la comunicación, pues el inglés lo hablan muchos ciudadanos extranjeros. Fuimos hasta Japón, una vez.

. - ¿Cómo está usted?, ¿está herida?

. - no, solo un poco mojada.

. - cuanto lo siento. Le pido disculpas. Me despisté y casi la atropello.

. - bueno, la próxima vez conduzca con más cuidado.

. - sí, descuide. Me llamo Salvador.

. – yo, no –sonrió ella-.

. - tiene sentido del humor y unos bonitos dientes, pero la cara la tiene manchada de barro.

. - cuando llegue a casa me lavaré. Puede subir y tomarse un analgésico para ese dolor si quiere.

. - no quisiera molestarla más. Ya le he hecho bastante mal por hoy.

. - no, insisto. Usted se llevó la peor parte. Seguro que el auto lo dejó bien chafado y no digamos del dolor de su pecho. ¿No será mejor que vaya al hospital y lo miren?

. - no, con el analgésico estará bien. Se lo agradezco.

El escolta aparcó ante un edificio de media altura y bastantes años.

. - tengo que irme, Salvador. ¿Te espero? –me guiñó el ojo el escolta-.

. - no, gracias, amigo. Ya cogeré un taxi. Nos vemos otro día.

. - hasta más ver. Adiós, señorita.

. - gracias por traernos y buenas noches.

Cuando la chica avanzó lo suficiente, el escolta me habló al oído-.

. - estaré aquí abajo hasta que salga. Deme un toque si se queda a dormir.

Le puse cara de extrañeza. A lo que el escolta, sonrió, guiñándome un ojo, asentí y fui tras la ciega y su perro. Abrió con su llave y entramos en el ascensor, colocándome lo más lejos posible de las fauces del pastor alemán.

. - tienes un buen guardián, vaya dientes que tiene.

. - es un buen perro. Lo traje de Vietnam. Nos seguía a todas partes a mi hermano y a mí. Luego, cuando me quedé ciega, lo llevé a uno de esos sitios donde los adiestran para que me ayudara por la calle. Hace muchas más cosas, claro –sonrío ella-

. - no quisiera estar delante cuando se enfade.

. - no intentes violarme, porque si lo haces, te come vivo.

. - me lo creo. Ya lo creo, que me lo creo.

Llegamos a destino y salimos, yo el último. Luego se fue resuelta a una puerta y metió la llave, entramos. Era una casa sencilla. Ella se movía como si nada por entre los muebles.

. - ¿vives sola?

. - ¿por qué lo dices? –dijo algo nerviosa-.

. - porque sorteas todos los obstáculos sin tocar nada.

. - tengo los muebles a mi manera y se dónde está todo. No los muevas por favor.

. - no, descuida. Si me das el analgésico, me voy.

. - no hay prisa, no todos los días tengo un invitado con quien hablar. Vente a la cocina, te daré el calmante para el pecho.

. - perdona, son más de las ocho y apenas se ve en la casa. ¿Puedo encender una luz?, o eso, o me voy a dar un batacazo en tu casa.

. - oh, vaya, perdona. Ya ni me acordaba que no eras ciego. Busque el interruptor y encienda la lámpara que quiera. Perdone, nunca las enciendo. Tengo luz solo por el aire acondicionado, la nevera y la placa eléctrica.

. - sí, se entiende. Déjeme ver si encuentro un interruptor que pulsar –la oscuridad aún no era total en la casa, pero encontrar el interruptor, no me fue fácil. Cuando lo encontré y pulsé, no se encendió ninguna luz, pero si oí un golpe seco. Me giré y no vi a la chica ciega- oye, ¿ha sido eso un golpe?, la luz no funciona.

A tientas avancé hacia la cocina y la vi en el suelo toda espatarrada, junto al perro que no se movía de su lado, solo le lamía la cara para que despertara. Cuando me agaché para socorrerla, el perro hizo ese sonido de querer asustarte y a fe mía, que lo estaba consiguiendo, pues me enseñó los colmillos.

. - tranquilo perrito, solo quiero ayudar a tu dueña. Se bueno y déjame ayudarla.

Mano de santo. El perro dio un paso atrás y pude acercarme a la chica.

. - oye, oye, despierta, chica –le toqué la cabeza y la noté manchada detrás de la oreja derecha. Me acerqué a ella un poco más y supe que era sangre. Joder, joder-.

No me lo pensé dos veces. Cogí el primer trapo que vi y se lo puse en la zona que manaba sangre para procurar taponarle un poco la brecha y la cogí en brazos, saliendo de la casa. Eso sí, el perro se quedó allí, que no quería que me mordiera. Cuando llegué a la calle, el escolta se desaló al verme con la chica en brazos.

. - ¿qué ha pasado?

. - abre la puerta, nos vamos a urgencias. Se resbaló en la cocina y se hizo una brecha del carajo.

Sin tiempo que perder, me abrió la puerta y entré con ella. Luego arrancó el auto raudo y veloz. Tardamos cinco minutos en llegar a un lugar donde la podían atender. La dejé en una camilla y se la llevaron dentro. Yo la esperé en la sala de espera con su bolso en mis manos, pues aún lo llevaba encima cuando se dio el tortazo. Miré dentro del bolso y vi un teléfono de emergencia para por si pasaba algo, supuse. Pulsé el botón, pues solo tenía uno y esperé a ver quién salía al otro lado. Si era urgencias, había perdido el tiempo.

. - hola hermanita, ¿te ocurre algo?

. - disculpe –le dije despacio en chino y buscando las palabras –su hermana ha tenido un accidente y está en urgencias-.

. - ¿quién es usted y que le ha pasado a mi hermana? –se alarmó al otro lado de la línea-.

. - venga al hospital Mao Zedong, le estaré esperando.

Era una noche tranquila y apenas habían accidentados en urgencias. Entonces me dio un golpe de dolor en el pecho y me acordé de que no me había dado tiempo de tomar el calmante. Entonces me dije, ya que estoy aquí, ¿por qué no me echa un vistazo un médico? y con la misma, me inscribí para que me atendiera alguien.

Cuando lo hicieron, mi hicieron una radiografía. Solo era el golpe y me recetaron paracetamol o algo parecido. Allí mismo me pusieron un vendaje alrededor del pecho y me dieron a tomar el analgésico. Cuando salí, había un chico todo preocupado que se parecía enormemente a la ciega. Parecía un par de años mayor que ella. Me fui hacia el chico y como sabía por su hermana que hablaba inglés, así lo hice pues no era momento de practicar el idioma local.

. - ¿es el hermano de la chica ciega y su perro?

. - sí. ¿Es usted el que me llamó? –me dijo también en inglés, aunque no tan bien como lo hacía su hermana y yo mismo-.

. - sí, aquí tiene su bolso. Sentémonos, la están atendiendo. Le explicaré lo que ha pasado…

Cogió su bolso y nos sentamos en una esquina para hablar tranquilamente. Le conté lo del accidente estúpido por mi parte y el de su casa y que la había traído a urgencias.

. - ¿estaba muy mal cuando la traía?

. - la verdad es que no abría los ojos y tenía una buena brecha detrás de la oreja derecha.

Al poco llamaron a los familiares de la chica. El hermano se levantó y fue tras unas puertas, rápidamente. Allí estuvieron el chico y su hermana, unos 40 minutos más hasta que aparecieron juntos por la puerta. Me levanté y fui hacia ellos.

. - ¿cómo está, señorita?

. - tengo la cabeza como un bombo. Aparte de eso, algo mareada y nada más. Gracias por traerme aquí.

. - es lo menos que podía hacer. ¿Tiene auto para llevarla a su casa? –pregunté al hermano-.

. - tengo, pero vine en taxi, era más rápido, pues lo tenía bastante lejos de donde me encontraba cuando me llamó.

. - entonces lo llevaremos nosotros.

. - ¿nosotros?, ¿no se había ido su amigo?

. - y lo hizo, pero le dije que volviera porque él conoce mejor que yo la ciudad.

. - tendré que darle también las gracias.

. - ¿decía? –dijo el escolta-.

. - muchas gracias por volver y llevarme a urgencias.

. - a mandar. ¿Volvemos a su casa?

. - sí, por favor, gracias.

Todos en el auto con destino a la casa, la chica se entristeció.

. - siento que hayas tenido que salir del trabajo, hermanito. Ya me dijiste que tenías hoy guardia.

. - no te preocupes. Lo malo es que no puedo llamar a nadie para que me sustituya. Hay varios de vacaciones y tendré que volver y no podre cuidar de ti esta noche.

. - no te preocupes, una vez en casa, dormiré toda la noche.

. - aun así, es bueno vigilarte, por si acaso –le replicó su hermano-.

. - si me lo permitís los dos, cuidaré yo de su hermana. Me siento responsable de todo lo sucedido. Si no hubiera tenido el accidente de auto, no tendría que volver a su casa y allí se accidentó después. No me importa quedarme toda la noche, mañana no tengo que ir a trabajar a la oficina, es sábado.

. - no sé si debiera… -decía su hermano preocupado de dejar a su hermana con un desconocido extranjero. Lo malo era que tampoco podía estarse él mismo por estar de guardia.

. - no te preocupes, hermanito. Hasta ahora se ha preocupado por mí más que algunos compatriotas cuando he necesitado ayuda. Y, además, tengo a Toby para cuidar de mí, si…

. - bueno, vale. Pero cuidado con lo que hace.

. - no se preocupe, soy un caballero español.

. - aun así, subiré con vosotros. Quiero ver cómo diablos has podido romperte la cabeza en el suelo.

Llegamos a la casa. El perro corrió junto a su dueña que lo acarició. El hermano pulsó varias veces los interruptores y nada.

. - no hay luz –de su bolsillo sacó una pequeña linterna de varios leds e iluminó por dónde íbamos. Ya en la cocina, supimos el motivo- la nevera está descongelando y el agua está por toda la cocina. Te resbalaste y te diste el golpe. ¿Por qué se habrá ido la luz?, fuera la hay. Veré las palancas. No os mováis de donde estáis-.

El chico regresó a la puerta de entrada y abrió la caja de las palancas. El diferencial estaba bajado. Le dio y no se encendió ninguna luz, pero si se oyó la nevera desde donde yo estaba, en la puerta de la cocina.

. - ya hay luz. La nevera ya funciona –dije-.

El chico le dio a varios interruptores más y dio luz a toda la casa.

. - debió saltar por algún motivo. Si vuelve a pasar, habrá que llamar a un electricista. Al no haber luz, hizo descongelar la nevera, de ahí el agua en el suelo. Gracias a que estaba usted con ella, que si no… -se entristeció-.

. - lo ves, hermanito. Gracias a Salvador estoy vivita y coleando. Anda, vete a trabajar, ya lo limpio yo.

. - no, nada de eso. Usted se va a la cama, ya me encargo yo de limpiar la cocina. Además, le haré una de mis especialidades. Tortilla con papas, ajos, huevos y mucho perejil.

. - bueno, hermanita. Parece que te dejo en buenas manos. Ahora os dejo, tengo que volver al tajo.

Le dio un beso a su hermana y una mirada de hombre a hombre para que me comportara bien con su hermana ciega. Un saludo y se marchó.

. - al fin, solos –dijo ella-.

. - no lo dije en broma. A la cama, ya te llevaré tu parte de la tortilla a tu cama.

. - pero antes me daré una ducha, ¿no te parece?

. - sí, claro. Estás en tu casa.

. - ¿a qué sí?, ven Toby, nos vamos a dar una ducha juntos.

. - dejará el baño hecho una birria –dije-.

. - no, que va. Nos bañaremos dentro de la mampara y allí después de bañarnos los dos, quito el tapón del fondo y ya se puede sacar toda el agua de encima que no va a mojar mucho la casa.

. - bueno, tú sabrás lo que haces. Yo, mientras tanto, voy a secar el piso y luego, hacer la tortilla.

. - me gusta con bastantes ajos.

. - le echaré bastantes, descuida.

La ciega se fue al baño y se desvistió. Una vez dentro de la mampara, se duchó y duchó al perro, sobándole bien los huevos, polla y culo. Así como su boca. Un segundo después, cogió agua y le echó bastante en las partes bajas del animal, para luego ponerse ella misma por todo su cuerpo champú, que luego se sacó de encima con abundante agua.

La ciega terminó de ducharse ella y al perro. Una vez el perro se sacó el agua de encima, se secó y se puso el albornoz la ciega. Luego se fue a su habitación, mientras el perro se iba a la cocina a comer en su esquina. Cuando vi al perro allí, en la esquina mientras comía sus granos, sonreí, estaba bien enseñado el muy cabrito.

Acaricié la cabeza del perro y volvió a agachar la cabeza para comer y beber en su esquina. Me terminé de sacar toda la ropa y desnudo, acabé la tortilla. Luego y mientras la puse dentro del microondas para que no se me enfriara, me fui al baño a darme una ducha para quitarme el estrés post-traumático.

Me di un baño rápido. Luego me sequé y salí del plato de ducha. Vi un albornoz y me lo puse. Hasta me calcé unas cholas que serían de su hermano. Fui a la cocina y cogiendo una bandeja grande, puse la tortilla cortada en dos mitades con pan, cuchillo y tenedor para cada uno. Vi unos refrescos y cogí dos también. Con todo ello, marché hacia su dormitorio, que aún no sabía cuál era, pero con mirar dentro, sería fácil averiguarlo. El sonido de un televisor me guio y hacia allí fui.

. - ¿estás visible?, voy a entrar.

. - puedes pasar.

Estaba en la cama con una bata igual a la que yo tenía.

. - aquí estoy. Para que lo sepas, me he dado una ducha y tengo puesto un albornoz que encontré en el baño. ¿Te molesta?

. – no. debes estar muy mono, es de mi hermano.

. - lo supuse. ¿Comemos en la cama o te sientas en el borde?

. - sube a la cama. Aquí estaremos más cómodos y calentitos.

. - como quieras. Hazte un poco a tu izquierda, por favor.

Una vez se movió, me subí y me puse a su lado.

. - ten cuidado, está caliente. Tienes la mitad para ti. Comprueba la frontera de los dos trozos, están separados. Hay pan y refresco.

. - veamos cómo está esta especialidad tuya.

. - espera, se me olvidó coger un paño.

. - no lo necesito –con el tenedor tanteó y supo dónde estaba su parte de la tortilla. Luego cortó un trozo y se lo llevó a la boca. Esperé su veredicto y al verla sonreír, vi que había triunfado-.

. - está muy buena. El sabor del perejil es bastante fuerte, yo no suelo ponerle tanto.

. - así me gusta a mí. El sabor se le queda a uno durante bastante tiempo después. Yo, sin embargo, no suelo ponerle tanto ajo, pero como fue una petición tuya, así la he hecho.

La tortilla duró poco en la bandeja, pues de lo buena que estaba, desapareció pronto. Cuando acabó con el refresco, retiré la bandeja y todo lo demás.

. – ahora, a dormir. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

. - Vita me llama mi hermano.

. - ¿Vita?, significa vida, en latín.

. - dice mi hermano que tengo una vitalidad endiablada.

. - pues te sienta muy bien. Otra cosa, ¿dónde voy a dormir yo?

. - junto conmigo.

. - ¿en tu misma cama?

. - pues claro. Así podrás cuidar mejor de mí.

. - ¿estás segura?, yo duermo desnudo.

. - yo también –dijo y se abrió el albornoz. Su cuerpo blanquecino lechoso era todo un bombón. Volvió a taparse sonriendo-.

. - muy hermoso, sí señor –me saqué el albornoz y me metí bajo la manta. Ella también se metió, una vez dejó el albornoz fuera de la cama-.

. - no eres nada tímida, Vita.

. - no me vale de nada. ¿Quién eres, Salvador?

. - nadie del otro mundo.

. - ¿puedo pasarte la mano por tu cara para saber con quién voy a dormir esta noche?

. - claro, mujer.

Ella metió la mano bajo la manta y se fue directamente a mi polla.

. - mi cara está más arriba, mucho más arriba, Vita.

. - sí, perdona.

Alargó la mano y se la cogí para llevarla a mi cara. Luego me la pasó por toda ella, orejas incluidas. Me pasó un par de dedos por los labios y finalmente apartó sus manos de mi cara.

. - ya está.

. - ¿y el veredicto?

. - me lo guardo para mí.

. - apagaré la luz de la habitación y dormiremos un poco.

. - sí, apaga la luz. Así estaremos a la par.

. - eso.

Con la luz apagada, me acurruqué de espaldas a ella. Un momento después, ella pegó sus pechos a mi espalda y me abrazó, poniendo su cara también en mi espalda.

. - ¿estás cómoda?

. - sí, mucho. ¿Te incomoda?

. - para nada.

. - me alegro –y alargó su mano cogiéndome el rabo. Comenzó a pajeármelo suavemente, mientras me besaba el cuello.

. - ¿estás segura, vita?

. - ¿tú qué crees?

Me di la vuelta y me puse frente a ella. Le pasé un dedo por sus labios, para luego besarla. Ella no se echó para atrás, al contrario, apretó sus labios contra los míos. Al final se desplegó entre nosotros el deseo de comerse al otro. Me la folle vaginalmente, como si me debiera algo, muy al contrario. Su cuerpo era algo que disfruté todo él. Cuando la tuve a cuatro patas y la penetré como me encantaba follarme un culo, gritó cantidad, pues fue algo que la dejó media desmayada.

Antes de correrme, le di la vuelta y después de mamar su coño chorreante, y disfrutar de sus suculentos pechos de nuevo, exploté. Me corrí en sus pechos y lengüeteándola toda, pasé luego a tomarme mi propia leche. Fue una actividad bien placentera para ambos, pues ella también se tragó mi rabo, dejándome sin leche de huevos. Fue tanto el placer que nos dimos, que volvimos a disfrutar varias veces antes de que el amanecer nos golpeara en la cara.

. - oye, ¿has oído algo de una boda entre una heredera de la cerámica y otro de las fundiciones?, se casan dentro de poco.

. - algo he oído. Se dan de tortas para asistir los ricachones de turno. Será una boda sonada.

. - ¿te gustaría asistir a esa boda?

. - no tengo bastantes millones para que me inviten. De hecho, no tengo ningún millón.

. - yo estoy invitado.

. - anda ya. ¿No dices que no eras nadie?, entonces no estarás invitado.

. - pues te equivocas. Soy amigo de la novia, de cuando estudiaba en una universidad de mi país.

. - ¿te estás cachondeando de mí?

. - para nada. Iba a ir con la cuñada de mi amiga, pero a última hora, me falló. Si quieres, te llevo como mi acompañante.

. - ¿de veras?, ¿no te estás riendo de mí?, no tengo que ponerme.

. - eso no es problema. Vamos a una bonita tienda y salimos con un bonito vestido. Tendrás que dejar el perro en casa, pues yo seré tu lazarillo ese día.

. - cogido de tu brazo sería la leche. Acepto si no es una broma pesada.

. - claro que no, no me atrevería a hacer tal cosa. No veas lo que voy a presumir cuando me vean del brazo de la chica más guapa de la fiesta.

El perro llegó y saltó a la cama, lamiendo a su dueña.

. - vete, Toby. Baja de la cama.

Cuando el perro se largó con viento fresco, me acerqué a ella y lo volvimos a hacer al completo, le di por la vagina y por su ano hasta hartarme y darle finalmente mi leche, introduciéndosela en su boca para que la tragara. Cuando disfrutamos esta última vez, la cogí de la mano y la llevé al baño. Allí la duché a base de lengua y ella a mí, del mismo modo. No salimos hasta tener sexo de nuevo. Le hice un desayuno a base de café con leche y pan bombón que tenía en la despensa. Luego se vistió y se arregló un poco, dejando una nota a su hermano de que nos íbamos a comprar un vestido para una boda.

. - en esta tienda estuvo mi amiga mirando el vestido de novia que iba a lucir en su boda.

. - entonces debe ser una tienda carísima.

. - ahora no te preocupes de eso. Quiero que estés bien guapa y presumir de acompañante. Entramos en la tienda, cuidado, que hay un escalón.

Una vez sorteado el escalón, entramos dentro. Olía a perfume de coco, confirmado cuando uno de esos aparatitos automático echó un chorro al aire él solito.

. - buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? –apareció una chinita de generosas tetas que no me importó mirárselas descaradamente-.

. - buenos días. ¿Me vio usted el otro día con la señorita Jenny y su cuñada Susi?, ¿las dos familias que van a unir sus hijos?

. - sí, señor. De hecho, me habló algo de usted.

. - ¿sí?, ¿de qué le habló?

. - de los tiempos que pasó en su país.

. - esta Jenny siempre ha sido muy parlanchina. Bueno, de acuerdo. Entonces sabrá que estoy invitado a su boda. Solo quiero saber si las damas que asistirán irán al estilo chino u occidental. No tiene que decirme qué vestido compró o le gustó. ¿Me lo puede decir, usted?

. - no hay problema. La boda será al estilo de occidente. Fue un deseo de la señorita Jenny.

. - muchas gracias, ahora quiero que le busque el vestido más bonito que tenga en la tienda de estilo occidental para mi amiga.

. - ¿sabe lo que cuesta?

. - de eso no se preocupe. Usted tráigalo. Que parezca una dama en todos los sentidos. ¿Me entiende?

. - sí señor. Enseguida se lo traigo.

La dependienta, con la sonrisa en su cara, desapareció de mi vista.

. - Salvador, ¿estás loco?, ¿tú sabes lo que valen esos trajes de copete?

. - tampoco valdrá tanto. Quiero que deslumbres allí por donde vayas. Oye, Vita, aun no me has contado… no, déjalo. No es el momento.

. - ¿qué querías preguntarme?

. - te lo preguntaré después que salgamos de aquí. Aquí llega la dependienta.

. - aquí está el vestido, caballero.

. - parece bonito, ¿pero le quedará bonito a mi amiga? Llévesela y ayúdela a ponérselo, por favor.

. - como no. ¿Me acompaña, por favor?

. - ¿no sería más fácil que ella la coja del brazo? Es ciega, lo sabe, ¿verdad?

. - disculpen, no estoy acostumbrada a tratar con personas invidentes –se acercó a Vita y le dejó que la cogiera de su brazo, luego se metieron en un probador. Al momento y no sé de dónde, salió un guardia jurado que no me quitaba la vista de encima. Sonreí y me senté en un sofá a esperar-.

Ya tenía que ser mala suerte. No era que Jenny volviera a la tienda, sino que volvía con su cuñada, la cabrona de Susi.

. - Salvador, ¿qué haces tú aquí? –dijo después de besarnos en las mejillas-.

. - ya, ves. Me dejaron plantado para asistir a tu boda. He conocido a otra dama y hemos venido a comprar un vestido. ¿Verdad, Susi?

. - ¿es verdad eso, Susi?, ¿le diste plantón?

. - sí y no. Primero fue él quien me dio plantón, luego fui yo.

. - no mientas. A mí se me olvidó por estar trabajando, pero tú lo hiciste adrede. Jenny, necesito otra invitación para mi acompañante.

. - no te preocupes. Dame su nombre y la pondré junto a ti.

. - se llama Vita y es invidente.

. - ¿es ciega?, ¿me dejas por una ciega? –dijo Susi-.

. - no te pases, Susi. Es toda una dama –recalqué enojado-.

. - Susi, no digas esas cosas de una persona que no puede ver. Haya paz entre los dos, chicos –dijo Jenny contemporizando-.

. - aquí viene mi acompañante.

Vita venia sonriendo y algo nerviosa. Aunque la que más sonreía, era la dependienta.

La cara de Susi y Jenny eran todo un poema.

. - joder, Vita. Pero qué guapa estás, chica.

. - ¿te gusta? –dijo dándose la vuelta-.

. - ya lo creo. Estás preciosa. Señorita –me dirigí a la dependienta- ¿qué le faltaría para estar completa?

. - unos zapatos, un bolso y alguna joya –dijo por si picaba el cliente, o sea, yo-.

. - pues ya está tardando en traerlo. Hoy es su día, aprovéchelo.

. - ahora mismo le traigo las cosas –salió corriendo. Se había corrido encima, del placer de vender lo más caro que tenía en su tienda-.

. - Salvador, no gastes más, por favor.

. - es lo último, te lo prometo, querida. Acércate un poco. Aquí han llegado dos personas que quiero presentarte.

Vita dio unos pasos y se frenó cerca de mí.

. - Jenny, Susi, os presento a mi acompañante, Vita. Vita, esta Jenny es la que se casa y Susi, su cuñada, hermana del novio.

. - vaya, es un honor asistir a su boda, señorita Jenny –dijo ella inclinándose-.

. - el honor es el mío que asistas, querida. Las amigas de Salvador son mis amigas también. Oye, ¿te ha contado algo de mis andanzas en su país?

. - no, Salvador es muy discreto con sus cosas.

. - no como algunas, Jenny –dije- Hasta la dependienta sabe de tus andanzas en España. Mira que eres cotilla…-.

. - de algo tengo que presumir. Ya sabía que tú no dirías nada, por lo que seré yo quien te cuente algo de esta buena pieza… –dijo cogiendo a Vita del brazo y llevándosela a una esquina. Allí se quedó Susi conmigo-.

La miré y noté que no sabía que decir, ni hacer.

. - estabas detrás de la puerta, ¿verdad?

. - ¿cómo dices?

. – encima, haciéndote la tonta. ¿Por qué cambiaste a última hora?

. - seguí el consejo de papá y me equivoqué. Esperaba que me llamaras suplicándome.

. - se nota que no me conoces. Debiste consultar con Jenny, ella sí que me conoce bien. Yo nunca suplico. Lo más, pido perdón si me he equivocado, pero suplicar, no.

. - ¿no podríamos retomarlo donde lo habíamos dejado?

. - un poco tarde. Vita va a asistir conmigo a la boda y eso no va a cambiar. ¿Aún no tienes acompañante?

. - aún no.

. - falta una semana. Si quieres, le digo a un amigo que te invite ir con él. Es otro heredero de tu país y también es arquitecto como yo. Quizás lo conozcas, se llama Xia Yan.

. - lo conozco, pero solo le van los chicos. No me interesa.

. - lo siento, tengo más amigos que…

. - no, solo quería ir contigo. Antes de verte aquí la otra vez, iba a asistir sola, eso es lo que haré si no voy contigo.

. - chica, me lo pones difícil. Pedirte que vengas conmigo y con Vita, no lo veo factible.

. - entonces nos vemos en la fiesta.

Susi y yo fuimos hacia las otras chicas, que ya se estaban probando los zapatos y demás adminículos femeninos.

. - ¿qué te parece, Salvador? –dijo Jenny dándole la vuelta a Vita-.

. - perfecta. Parece una diosa bajando del cielo.

. - pero que exagerado eres, Salvador –dijo Vita-.

. - es verdad. Vas a deslumbrar, allí por donde vayas. ¿Lo llevas puesto o te cambias?

. - pero ¿qué dices, Salvador?, no sabes nada de modas. Esto es para lucirlo en las fiestas o en reuniones de alto copete. Cámbiate, querida, que estos hombres son unos inútiles en cuanto a trapos femeninos.

La dependienta se llevó a Vita a cambiarse.

. - bueno, ¿ya habéis hecho las paces vosotros dos? –dijo Jenny-.

. - juntos no vamos a ir a tu boda -dijo Susy-.

. - es una pena, hacéis muy buena pareja y quería tenerte en la familia, Salvador.

. - si corres tanto, te vas a dar un batacazo, Jenny. No me estés casando ya –dije yo- por cierto, tienes que reservarme un baile-.

. - claro, los que tú quieras.

. - con uno es suficiente, no quiero acapararte.

. - ¿y conmigo no vas a bailar? –dijo Susi-.

. - claro, mujer. Que me hayas dado plantón en las narices no es óbice para bailar una pieza musical –dije sonriendo-.

Cuando nos íbamos Vita y yo, hubo besos entre todos. Cuando lo hice con Jenny, noté que me metía mano a un bolsillo. Una vez fuera, busqué y encontré una de las tarjetas de la tienda. Ponía una fecha y el nombre de un hotel con el número de la habitación. Jenny…, Jenny... ¿Querías echar una última canita al aire antes de casarte…?

. - Salvador, no debiste gastarte tanto en mí.

. - ¿y por qué no, Vita?, ah, casi se me olvida. Sentémonos en un banco. Quiero hablar contigo de una cosa.

Nos sentamos en un banco cercano. Puse las bolsas entre mis piernas y me giré hacia ella.

. - quiero que me cuentes cómo te quedaste ciega y por qué no has vuelto a ver. Me dijiste que no siempre habías sido ciega.

. - ¿por qué?

. - porque quiero conocerte mejor.

. - bueno. –Cogió aire- fue en mi último viaje con mi hermano con la mochila a la espalda hace cuatro años. Íbamos a subir a una montaña sagrada en Tailandia. No era muy alta, pero mi hermano estaba cansado y nos montamos en uno de esos taxis tan simpáticos que tienen allí. La cosa fue que nos accidentamos por un barranco. Solo eran unos diez metros escasos, nadie murió, solo algún que otro hueso roto, yo me golpeé en la cabeza y me quedé ciega. Así, hasta ahora. Mi hermano se siente culpable y cuida de mí desde entonces.

. - ¿y por qué no has vuelto a ver?, si te quedaste ciega con un golpe, a lo mejor si te damos otro golpe…

. - las cosas no funcionan así y lo sabes, ¿verdad?

. - sí, lo sé. Lo dije por poner algo de broma en medio de tu oscuridad. ¿No ves nada?, ¿nada de nada?

. - nada en absoluto.

. - ¿te has puesto en manos de especialistas?, ¿te han hecho todas las pruebas que se pueden hacer?

. - pruebas, un montón, pero no me puedo operar.

. - ¿y eso, por qué?

. - el gobierno no me paga la operación por habérmelo hecho en el extranjero y el seguro del taxi apenas dio para repatriarme. Además, los centros privados son muy caros para este tipo de operaciones. Se tienen que hacer con un láser muy preciso y en China los hay contados con los dedos.

. - ¿entonces me estás diciendo que todo se basa en que, al no tener dinero, no puedes operarte y curarte?, ¿qué porcentaje te han dado de éxito si te operas con ese tipo de laser?

. - si estás pensando en lo que yo, olvídate. No puedo pedirte eso y no lo voy a hacer. Ya has hecho bastante por mí.

. - ¿no quieres volver a ver, Vita?

. - claro que quiero, pero no que te gastes tu dinero en mí. Es demasiada cara la operación hasta para ti.

. - dime el porcentaje, querida, por favor.

. - está bien. En torno al 80 % de seguridad.

. - eso es mucho, Vita. Te vas a operar. Por mis cojones, que te vas a operar.

. - pero…

. - no hay pero que valga. Te voy a decir un secreto, pero tienes que prometerme no contarlo a nadie, solo a tu hermano, si se empeña en saber de dónde sacaste el dinero.

. - ¿qué secreto es ése, Salvador?, ¿No serás un delincuente de guante blanco?

. - no, querida. Ni guante blanco, ni guante negro. Es más sencillo que eso. Aun no me lo has prometido.

. - vale, te prometo no difundir tu secreto. Que me muera si lo difundo.

. - querida. No lo sabe nadie en China y en mi país, lo saben muy pocos.

. - vale, adelante. ¿Qué es ello?

. - soy un millonario de incógnito.

. - anda ya. ¿Es otra de tus bromas pesadas?

. - esta no es una broma. Es verdad. Ese traje y los complementos que te he comprado, valen un pastón, ¿no es así? Pues te puedo comprar diez y veinte también. Además, hasta tengo dos guardaespaldas siempre siguiéndome los pasos. Ni tu hermano los verá, porque les tengo dicho que no se dejen ver. Así que, como puedo permitírmelo, voy a pagarte esa operación en la mejor clínica del país. Si todo sale bien, iremos a esa boda de postín con tu vista intacta y si solo puedes ver la mitad, pues bienvenida sea. Por dinero no será que no lo hayamos intentado.

. - Salvador. ¿Estás diciéndome la verdad?, ¿no es para reírte de mí?

. - no podría, pequeña –le cogí la cara y le besé los labios. Ella me correspondió-.

. - ¿eres un ángel, Salvador?

. - no, solo un loco que casi te atropella, querida –sonreí-.

. - pues locos como tú, hay pocos y me fue a tocar uno.

. - eso sí es verdad –y nos volvimos a besar más prolongadamente, luego le hablé al oído un momento-.

. - ¿es lo que quieres?

. - es lo que quiero –y la volví a besar-.

Al entrar en su casa, su hermano ya estaba dentro.

. - hermanita, ¿fuiste a comprarte un traje de bodas para casarte con él?, si solo lo conoces de un día.

. - hola a ti también, hermanito. No digas tonterías, por favor.

. - ¿entonces eso de ir a comprar un vestido para una boda?

. - para una boda, no para mi boda. Serás tonto.

. - ¿tanto dinero tenemos para comprar un vestido para un solo día?, yo no gano tanto.

. - tu hermano no es tonto, Vita. Tendrás que decírselo o va a seguir preguntando sobre lo mismo y dile lo que te hablé en el banco –dije-.

. - vale. Sentémonos en el sofá los tres. Tengo que hablarte, hermano.

(Parte 23 de 30)

FIN