Soy un caballero y cumplo lo que prometo (22)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(22-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Un par de perrazos atados con cadenas eran conducidos hasta la verja. A su lado había otro guarda que fue el que abrió la puerta.

. - buenos días, ¿qué desean? –dijo en chino-.

. - buenos días, se llama Salvador Morales y está invitado a comer con el señor Yan. –Habló Tzu en chino-.

. - disculpe un segundo –el tío miró una lista que llevaba bajo el brazo y allí vio mi nombre- sí, aquí está. ¿Y usted es?

. - su traductora, Tzu-Yeh.

. - usted no está en la lista, lo siento.

. - pues llame al hijo del sr. Yan, pues donde va el sr. Morales, voy yo.

. - un segundo –se apartó y llamó por la emisora-.

Viendo que había algún tipo de problema…

. - ¿qué le pasa a éste, Tzu?

. - no estoy en la lista y le dije que le preguntara a su socio. Le dije que donde vas tú, voy yo.

. - muy bien. Hasta estoy deseando que no te deje entrar conmigo para darme la vuelta.

Pero no tuve esa suerte. El guarda volvió y sonriendo con esa sonrisa de hipócrita, abrió la puerta.

. - pasen ustedes. Sean bienvenidos. Sigan al empleado, ellos le llevaran ante el sr. Yan.

Los perros fueron alejados y entramos. De la casa vino un sirviente que nos invitó a seguirle. Una vez en la casa, nos llevó por un pasillo lleno de cuadros de ancestros y budas y más budas por todo el pasillo. En los cuadros había varios hombres vestidos como si fueran samuráis o parecido, cosa que, si fueran militares, me lo hubiese creído también, pues no distinguía un huevo de gallina de uno de avestruz, si no fuera por el tamaño Antes de terminar el pasillo, apareció Joan, la hermana de Xia, que, sonriendo, me dio un par de besos en las mejillas.

. - bienvenido a mi casa. Seré tu cicerone en esta comida de hoy –y se enganchó de mi brazo. Le entregué su ramo de flores y me dio otro beso, ahora en los labios. Fue un beso robado, como si dijéramos. Luego me llevó hacia el salón donde estaban todos reunidos. A Tzu, ni caso.

Allí fui presentado a los presentes, menos a los socios, incluido su hermano, aunque los saludé con la mano a todos ellos. A la esposa del mejicano le di sendos besos en sus mejillas.

La madre, que parecía tener una edad de unos 20 años, no muchos más, sin duda era una madrasta. Le entregué el segundo ramo de flores. Estaba muy buena ella y no vestía como las locales, sino con un traje suelto a lo occidental, que dejaba a la vista la raíz de sus prominentes pechos. En la comilona también había un hermano del anfitrión. Iba vestido de militar y se cuadró antes de tenderme la mano. Todo ello siendo traducido por Tzu detrás de mí. Se le entregó la caja con la espada al anfitrión que la puso junto con los demás regalos para abrirlos más tarde. Terminadas las presentaciones, marchamos hacia la mesa a comer. Éramos los últimos.

Me tocó junto a la preñada Juanita Valderrama. A mi otro lado, Joan, que no se me separaba. En las partes estrechas de la mesa, la esposa en un lado y el viejo en el otro. En total había 10 personas, la décima era la esposa del hermano del anfitrión. No habría la boca ni para respirar. Eso sí, no se perdía detalle de las diferentes conversaciones, las que entendía, al menos. El anfitrión hablaba un perfecto inglés que me extrañó y no sé por qué. Debía estar muy viajado o tener un buen profesor.

. - mi hijo me ha dicho que presentarán un proyecto conjunto para un puente al sur de Shanghái.

Nadie de los socios habló y me sentí obligado a decir algo en nombre de los cuatro.

. - así es, señor.

. - joven, ¿Morales me dijo que se llamaba?

. – sí, señor.

. - ¿aún se mantiene en pie el acueducto de Segovia?

. - buena parte de él, sí señor. Los romanos sabían hacer buenas construcciones para canalizar el agua.

. - sí, los actuales aguantan poco. Su acueducto es como nuestra Gran Muralla, para toda la vida. Incluso nuestra muralla se ve desde el espacio. ¿El puente que van a hacer cuanto va a durar?

. - espero que mucho tiempo sr. Yan. Pero me temo que no tanto como su Gran Muralla y nuestro acueducto de Segovia.

. - es lo que creo yo también.

. - querido, ¿comemos ya? –le dijo su joven esposa-.

. - sí, que traigan la comida.

La esposa dio una palmada y empezaron a salir de una puerta los sirvientes con bandejas. Por suerte, no había sesos de monos, ni gatos a la plancha. Aquello más bien parecía comida occidental y nada china, pues hasta había rosbif. Lo único que vi en la mesa que me pareció chino era pato a la naranja, que, por cierto, estaba delicioso. El pato y la sopa de pato fue lo que mayormente comí y más me gustó. Fue una comida nada traumática para los occidentales que allí estábamos. En general, el viejo no nos jodió mucho con preguntas delicadas, como ¿cuándo le íbamos a devolver el dinero puesto en la empresa?

La comida acabó y era hora de abrir los regalos. Iban desde una pitillera de su hermano a un libro de la esposa de éste. Por la cara que puso el viejo, no le acababan de gustar una mierda, pero nada les dijo. Luego su esposa, un reloj que costaba más que una casa. Claro, con el dinero del viejo, hasta yo. Su hija, junto con su hermano, le regalaron un cuadro al óleo del viejo, sus dos hijos y la madre fallecida de ellos, su anterior esposa. Esta vez le gustó el regalo, besando en la frente a la Joan de los cojones, pero esta vez no le gustó a su linda esposa, que no estaba pintada en el cuadro.

Llegó el regalo del mejicano y su mujer. Cuando lo abrió y vio que era un buda, no disimuló su malestar, pues tenía de sobra. Yo podía dar fe de ello. Eso sí, no dijo nada, muy respetuoso él. Cuando abrió el regalo del catalán, Jordi tenía una cara que presagiaba ventolera. Al quitarle el envoltorio y aparecer otro buda, la cara del viejo cambió, pero tampoco dijo nada por respeto.

Al ver que mi regalo no podía ser un buda a no ser que hubiera adelgazado cantidad, lo abrió con ansia.

. - vaya, esto si es un regalo. Una espada española.

Leyó la procedencia y sonrió.

. - Toledo, buenos herreros donde los haya.

. - ¿conoce el arte toledano, sr. Yan? –le pregunté-.

. - acérquense a mi despacho un segundo –todo el grupo salió detrás, solo sonreían sus hijos, los demás estaban expectantes. Su esposa, su hermano y su cuñada, ni fu, ni fa-.

Al abrir la puerta de su despacho, señaló la pared de la derecha. Allí había desde un tío de hierro, hasta hachas, lanzas y espadas. Algunas de las armas las había visto en cuadros de españoles antiguos.

. - son algunas armas que he ido adquiriendo en mis viajes por Europa y medio mundo. ¿Cómo sabía que me gustaban las armas antiguas?

. - no lo sabía. La encontré por casualidad, me gustó y la compré. Me alegro de que le guste.

Después de aquello, la reunión se dio por terminada, pero solo de momento, pues se invitó al grupo a hacer la digestión del almuerzo en algunas de las habitaciones antes de regresar a sus lugares de origen.

Por educación, no se fue nadie, yo tampoco. Los dos matrimonios en una habitación cada uno y el resto en habitaciones separadas, incluida Tzu. A los diez minutos de estar echado, pensando, pues sueño no tenía ninguno, tocaron en la puerta con los nudillos. Me senté en la cama y di el pase a la habitación. Era una sirvienta. Ninguna de las que había visto en el día de hoy, pues era súper vieja y súper seca.

. - el señor Yan ruega se acerque usted a su habitación, por favor –me dijo en un inglés que casi no entendía-.

. - ¿dónde está su habitación? –dije calzándome-.

. - está al otro lado de la casa. Le acompaño.

. - gracias, le sigo.

Nos recorrimos toda la inmensa casa hasta llegar a una puerta muy repujada con motivos de dragones dorados. La mujer tocó con respeto y habló en chino con el viejo después de que éste le hablara. Supuse que estaría enfermo, por el tono que empleaba.

. - pase usted, por favor. Yo me quedo aquí fuera para que no les molesten y luego devolverle a su habitación.

. - gracias señora, es usted muy amable –le dije a la anciana mujer-.

Abrí y entré. Me quedé pasmado sin saber qué decir o hacer.

. - pase, por favor y cierre la puerta.

Allí estaban marido y mujer en la cama. El viejo tenía enculada a su joven y tetuda esposa, desnudos ambos. Me acerqué por el lado de ella, que estaba abochornada ante la presencia de un extranjero en su alcoba mientras tenía en su ojete la polla de su viejo marido que no podía sacarse. Vamos, que estaban atascados.

. - cómo podrá ver, estamos avergonzados mi mujer y yo. Aunque lo hemos intentado todo, seguimos igual de pegados.

. - ¿y por qué me ha llamado a mí, sr. Yan?

. - a mis hijos no puedo llamarlos, como comprenderá. Sus otros dos socios no me parecen los indicados, no tienen mucha imaginación. Usted es el único que le ha echado cojones al hablar abiertamente y de paso, no regalarme más budas.

. - por lo que oigo, espera de mí que los separe.

. – a ver si se le ocurre algo que a nosotros no se nos haya ocurrido ya.

. - difícil me lo pone. Nunca se me ha dado el caso. ¿Tomó la pastillita azul?

. - sí que la tomó –explotó la esposa follada-.

. - calla mujer. La tomo para llevar tu ritmo y no busques fuera lo que puedes tener en casa.

Por la cara que puso la mujer, el viejo debía de tener unos cuernos que no podría pasar por las puertas de doble hoja. Inspeccioné la polla o la parte de la polla que podía ver. Me metí bajo sus huevos y vi que estaba súper encajada en el ano de la hembra.

. - Solo veo dos maneras posibles y no es seguro que funcionen.

. - dígalas, ya puesto, me apunto a cualquier cosa –dijo el hombre-.

. - espero que no lo tomen a mal mis sugerencias, pero una de las posibles soluciones es penetrar a su mujer por su vagina, para así lubricarla bien y que su ano, al lubricarse también por el deseo, se abra lo suficiente para que salga.

. - ¿y si eso no funciona? –preguntó el viejo-.

. - el Plan B, penetrarlo a usted para que se corra en su mujer y así disminuir el tamaño de su pene y liberarlo.

. - Dios…, ninguno de las dos soluciones me gusta una mierda. ¿No habría otra manera de salir de este problema?

. - sí, llamar una ambulancia y que lo lleven a urgencias. Allí le pondrían una inyección y saldría de su mujer.

. - nada de ambulancias, no quiero ser el hazmerreír de Shanghái.

. - querido –dijo la zorra de su mujer- probemos y veamos si funcionan sus ideas-.

. - ¿estas dispuesta a ser penetrada por el sr. Morales?

. - si no hay más remedio… –dijo ella guiñándome un ojo la muy puta-.

. - joder…, joder... Vale, está bien. Fóllese a mi mujer.

. - ¿Están seguros los dos? –ante el movimiento afirmativo de ambos, me senté en la cama y me saqué los pantalones, quedándome con la polla fuera. La camisa no hacía falta quitármela, ¿para qué?

Me subí a la cama y pregunté.

. - necesito que alguien me la ponga dura.

. - yo, yo misma –se adelantó la mujer antes de que el viejo me pidiera que me hiciera una paja-.

No miré al viejo, por si acaso y se la puse a mamar a su zorrona esposa. Me la mamó pero que muy bien, así me la dejó como una piedra, ante la mirada del viejo.

. - Pónganseme de lado los dos, por favor.

Se tendieron y sin preámbulo, abracé a la tía buena para clavársela a las primeras de cambio. Se dolió, pues se la enterré hasta los huevos. Luego comencé a follarme aquel cuerpo de diosa puta. Los gemidos de la mujer salían de la habitación y la sirvienta comenzó a respirar hondo. Miró a ambos lados del pasillo y abriéndose de piernas, se metió un par de dedos en su viejo y arrugado chichi, gimiendo en silencio, mientras oía a la señora de la casa siendo follada por el extranjero. Después de un buen rato, avisé al viejo que intentara salirse del ano de su esposa, pero no hubo manera, así que me salí y volví a inspeccionar el pegue de ambos. Seguían en la misma posición. No había cambiado nada. La que mermó, fue mi polla.

. - esto no funciona, sr. Yan.

. - la ostia puta, tenía que pasarme a mí.

. - llamo a la ambulancia o…

. - esposo mío, dale el visto bueno ya. No podemos estar todo el día así, yo ya he cumplido, ahora hazlo tú.

El problema era que ella había disfrutado con mi polla, el viejo no lo iba a hacer tanto, ¿o sí?

. - vale, de acuerdo, de acuerdo –acabó diciendo el viejo-.

. - okey. Por favor… –le enseñé la polla menguada, el hombre casi se caga encima, pero cerrando los ojos, me la cogió y se la metió en la boca. Yo me la follé, su boca, mientras el tío intentaba que no le diera arcadas para arrojar. Cuando la tuve bien dura de nuevo, se la saqué-.

. - es mejor que se pongan como al principio, el marido encima de la esposa.

Lo hicieron y yo me puse detrás del viejo.

. - ¿preparado? –le pregunté-.

Asintió y me olvidé de que era un tipo importante que me podía joder vivo, simplemente, ahora lo estaba jodiendo yo a él y así me lo follé. Joder, como sería que se la metía al tío, que sus gritos debieron llegar a oídos de los perrazos de la entrada, pero eso no hizo que aflojara, pues estaba en racha y quería correrme en aquel culo viejuno que nunca había tenido algo tan sofisticado como la polla de un tío tan caliente como era yo en aquel momento.

Al final acabé corriéndome en su culo y a su vez, el viejo en el culo de la puta de su mujer.

Antes de que yo me saliera de su culo, se salió antes él de su esposa, para de inmediato, despegarse de mi polla y bajándose de la cama, correr que las patas le llegaban al culo, meterse en el baño que había en la habitación. Joder, cómo corría el tío. Su mujer respiró hondo y al girarse y veme la polla chorreando leche, no dijo ni pío, simplemente se fue hacia ella y se la tragó toda ella, mamándomela que era una delicia tenerla en su boca.

Una vez no sacó más leche, la tendí de espaldas en la cama y abriéndole de piernas, me di un festín con sus jugos acumulados. Ella se tragó los gemidos, pues el viejo estaba demasiado cerca. Luego, cuando terminé, comencé a comérmela toda ella, pezones incluidos, hasta llegar a su boca, que, durante unos segundos, disfruté. Al oír al viejo que iba a salir, ella se bajó de la cama y entró al baño, mientras el viejo salía y se ponía el camisón y una bata encima, saliendo de la habitación con destino al rincón más oscuro de la casa donde esconderse y no salir en todo el día.

Visto lo visto, me saqué la camisa y me metí en el baño. Allí estaba la hembra duchándose ambos agujeros. Entré junto a ella y recomencé donde lo habíamos dejado, comiéndonos la boca. De allí salimos bien lavados todo el cuerpo con la lengua del otro. Al final decidí salir, secarme y vestirme, no tenía ganas de que nos cogiera el viejo de nuevo jodiendo. Abrí la puerta y allí estaba la mujer esperándome. Su respiración no era normal, pero allí nada era normal y no le hice mayor caso. Me llevó de regreso a mi habitación y cuando creí que se marchaba, pasó el cerrojo.

. - mi chumino también está muy hambriento.

Dijo sacándose la ropa. Yo la miraba sonriendo. Aquel cuerpo esmirriado por los años que tenía encima subió a la cama y se tendió, abriéndose de piernas.

¿Qué podía hacer?, pues comerle la vieja almeja a la abuela y eso fue lo que hice. El problema era que gritaba demasiado la muy cabrona y tuve que ponerle lo primero que encontré y que no fue otra cosa que mi descargada polla, dándome la vuelta para ponérsela en la boca y tener su chumino ante la mía. Una vez acabé con su zumo, la recorrí toda ella, siendo sus escuálidos pechos lo único que había de interesante, finalizando con la vieja boca desdentada de la mujer. Cuando se iba la abuela, iba tambaleándose, pero contenta.

. - gracias buen mozo. La próxima vez espero que no la hayas descargado antes –dijo y desapareció-.

. - joder con la vieja puta.

El golpeteo insistente en la puerta me despertó. Vaya, me dije, me había dormido. Miré la hora y eran las 4 de la tarde.

. - pase –medio grité-.

Tzu entró y cerró tras ella.

. - por favor, tienes que descargarme, no me pueden ver así.

. - ven, princesa. Súbete a la cama.

La verdad, es que era mentira. Con aquel kimono que llevaba tan lindo, ni la polla de un caballo empalmada se notaría, pero si ella quería que se la mamara, ¿quién era yo para no satisfacerla?, aparté y aparté tela y más tela, hasta dar con sus braguitas. La polla sobresalía por encima. Le bajé un poco las bragas y sin preámbulo que valiera, me la tragué toda ella. Como comenzaba a gemir, le puse la mano en su boca y seguí mamando hasta que la dejé seca de toda leche de huevos. Una última comida de vagina y lo di por finalizado. No tenía ganas de seguir por más tiempo en aquella casa, pues solo faltaba que tocara en la puerta Joan para que le hiciera un favor extra y ya estaba bien por ahora.

. - ¿se han ido los demás?

. - eres el último que queda, -dijo limpiándose la polla y el chumino con una servilleta. Se subió las bragas y se bajó el kimono, para arreglarse la ropa después- ¿nos vamos entonces o te queda algo más que hacer aquí?

. - nada más, nos vamos.

De camino a casa nos encontramos con un accidente de auto. Tzu, que iba detrás como antes, casi sale volando hacia delante al no llevar el cinturón, pues frené de golpe al encontrarme los dos autos siniestrados a la salida de una cerrada curva. En eso, salí corriendo y mirando detrás de la curva por donde había venido, comprobé que el auto que me seguía más próximo se acercaba y lo mandé parar, si no, le daba al mío con Tzu dentro aún. Entre chirridos de frenos, paró el conductor. Le dije con señas que pusiera las luces de emergencia, cosa que hizo de inmediato. Luego los autos de atrás se fueron deteniendo uno tras otro. Yo me fui hacia el primero de los autos accidentados. El conductor era un joven imberbe que apenas habría sacado el carnet recientemente. Estaba desmayado, pero con el cinturón puesto.

Poco a poco se iba acumulando gente alrededor de los dos autos. Al chico le di unos cachetes para que despertara. Cuando lo hizo no sabía ni cómo se llamaba hasta que se recuperó. También con señas, le dije que lo iba a sacar. Le aflojé el cinturón de seguridad y con cuidado, lo saqué del auto, alejándolo hacia un sitio seguro de la carretera. Lo senté junto a una farola. Luego me fui hacia el otro auto, donde ya atendían a una pareja de unos treinta años. El hombre tenía una brecha en la cabeza, pero apenas ya manaba sangre. La mujer estaba como ida y no era para menos, pues el auto estaba hecho mierda por detrás.

Por lo que pude ver y comprender, a la salida de la curva había un desvío a la izquierda, lugar por donde pretendía ir el primer auto y el chico, que iría rápido, no los vio parados y les dio un buen golpe por detrás. Cuando la policía llegó, puso orden y nos hizo mover los autos, mientras llegaban las grúas para desalojar los que estaban siniestrados. Un rato después nos acercábamos a casa.

. - ¿tienes todos los días un accidente? –preguntó Tzu-.

. - ¿yo?, no. ¿Por qué?

. - has manejado la situación como si tuvieras uno cada día.

. - no, lo hice por propia conveniencia. Si no salgo y detengo a los que vienen detrás de nosotros, nos iban a dar para el pelo. Solo supervivencia, nada más.

. - aun así, eres la leche. ¿No se dice así en tu idioma? -me habló en español-.

. - así se dice. Pero olvídalo, ya llegamos. Por cierto, ¿dónde están los escoltas?, no eran los de atrás, ni los de más atrás.

. - ¿seguro que no los viste?

. - no, no los vi.

. - lo comprobaré –conectó el pinganillo y llamó a los escoltas. No respondían. Tuvo que insistir para que respondieran- ¿dónde estáis?

. - fuera de la casa, esperando que salgáis.

. - pero ¿qué dices?, si ya casi llegamos a su casa.

. - ¿Qué?, ¿Cómo?, Dios, nos hemos dormido. Donde estáis ahora mismo.

. - tengo el edificio de su casa a la vista. Será mejor que deis la cara o se va a armar la gorda.

. - vale, vamos para allá-.

Se cortó la comunicación.

. - esos se quedaron dormidos.

. - joder, vaya fallo –dije-.

. - ¿los vas a denunciar?

. - ¿tú lo harías? –le repregunté-.

. - son buenos chicos. Es un fallo, sí, pero no es habitual en ellos. Te pediría que no lo hicieras, los echarían de la empresa.

. - como quieras. No diré nada, pero si les pasa de nuevo…

. - si pasa de nuevo, yo mismo hablo con los jefes.

. - de acuerdo.

. - la hemos cagado, tío, la hemos cagado. Nos hemos quedado dormidos los dos y ya está el auto en la casa del cliente.

. - mierda. Eso te pasa por habernos mamado las pollas. Después de que me corro, me entra una morriña y los ojos se me cierran. Y aún estoy pagando la hipoteca, joder. Tenemos que hablar con el cliente para que no se lo diga al jefe o nos echan.

. - sí, será lo mejor.

. - casi no llegáis, parejita –dijo Li al vernos entrar en el apartamento. Se nos acercó y poniéndose de puntillas, me besó. Aguanté el beso mirando a su hermana con media sonrisa-.

. - voy a cambiarme, Salvador. ¿Me acompañas, Li? –dijo Tzu-.

. - ¿no te vestiste tu sola?, pues desvístete tu sola. Me quedo con Salvador. Voy a darles unas clases particulares en mi habitación.

Me cogió del brazo y tiro de mí. Pero no me moví un centímetro.

. - oye, Li. ¿De qué vas por la vida, chica? siéntate frente al televisor, vas a enseñarme desde el sillón y me enseñarás chino, no tus pechos.

. - ¿no quieres disfrutar de mi chichi?

. - Li, me gustaría muchísimo, pero no se puede estar todo el santo día pensando en lo mismo. Quiero aprender chino, realmente necesito aprender chino y como solo piensas en el sexo, no voy a aprender una mierda.

. - ¿estás enfadado conmigo?

. - la verdad es que sí. Al menos tu hermana disimula mejor que tú y no es tan directa –me giré hacia la habitación de su hermana y levanté la voz- Tzu, cuando estés vestida, vente, tenemos que hablar seriamente de las clases. Quiero un plan de estudio aquí en casa cada día, menos en domingos y festivos y otro en la calle. ¿Me has oído, Tzu-Yeh? -levanté aún más la voz-.

. - sí, enseguida voy, Salvador.

. - sentémonos, Li.

Me fui al sillón y puse el televisor sin voz. Li, cabizbaja, se sentó a mi lado. Tzu llegó con una ajustada camiseta que oprimía las cerezas que tiene por pechos. Venía en bragas de seda en las que se notaba perfectamente el pene a un lado. Se sentó a mi otro lado. Le cogí una mano a cada una y las puse sobre mis rodillas.

. - chicas, me caéis muy bien. De fábula, diría. Quiero que la relación entre los tres sea de amistad y de sexo, por qué no, pero no todo debe ser sexo. Vine a este país a formarme como arquitecto y una de las patas de esta formación, es poderme comunicar con mis clientes estos dos años que voy a estar aquí y también posteriormente. Deseo poder hablar directamente con los clientes en su idioma, el chino, en este caso y veo que no ponéis ninguna de las dos todo vuestro empeño en que lo consiga y ello tiene que acabar.

. - tienes razón y lo siento –dijo Tzu-.

. - al menos lo reconoces, ya es algo, Tzu. ¿Tú no tienes nada que decir Li?

. - estoy perdidamente enamorada de ti, Salvador. Solo pienso en lo mismo, disfrutar contigo y que tú lo hagas conmigo.

. - cariño. Eso está bien –le di un beso en la frente- Yo también te tengo mucho cariño, pero aparta el sexo de tu cabecita para cuando proceda. Necesito que hagáis un plan de estudio. Lo hacéis o me apunto a una academia local de chino y asistiré cada tarde. Entonces os apartarán de mí, pues no os necesitaré. A ti Li, ya no más y a ti, Tzu, de aquí a poco tiempo, tampoco. Me gustáis las dos y mucho, pero ni voy a casarme con ninguna, ni voy a tolerar que obstaculicéis mi aprendizaje aquí en China. Quiero una respuesta y la quiero ya de lo que vais a hacer para solucionar el problema que tenemos encima. Ah… y no intentéis mangonearme, por favor, nunca he sido hombre de una sola mujer u hombre, pues me gustan también, por eso me gusta disfrutar de tu pene, Tzu. Así que esto hay que arreglarlo aquí y ahora.

El silencio se podía cortar con un cuchillo de carnicero sediento de sangre.

. - mi hermana y yo haremos un plan de estudio como has pedido –dijo Tzu- ¿verdad, Li?

. – sí, Tzu. Salvador, ¿podemos hacer otro plan para lo otro?

. - ¿para tener sexo, dices?

. - sí.

. - chica, tú eres de ideas fijas. Está bien, por mí no hay problema, pero ha de prevalecer el estudio del chino. Eso o nada.

. - ¿quién se encarga de hacer ese plan de sexo? –dijo Tzu, que no era tonta-.

. - encargaros las dos. Yo daré el visto bueno o no a dicho plan de sexo y al de estudio, pues soy quien paga vuestros sueldos y, además, estoy en minoría.

. - Salvador, puedo… -decía Li mirándome el paquete-.

. - antes quiero saber el tipo de relación que queréis tener conmigo, no quiero que digáis de mí que me he sobrepasado en mis atribuciones. Por ejemplo, tú, Li, dime hasta dónde quieres llegar, luego tú, Tzu, si solo deseas que te descargue de tu pene o deseas algo más.

. - yo quiero follar todo el santo día contigo. Y me refiero a follar, no ha que solo me comas el chichi y yo mamarte. ¿Se me entiende?

. - como un libro abierto, Li. ¿Y tú, Tzu?

. - yo… quiero aprender.

. - ¿aprender?, tú eres la profesora.

. - quiero aprender a disfrutar del sexo. Li no lo es, pero yo si soy virgen y quiero dejar de serlo.

. - ¿qué opinas de que tenga relaciones completas con tu hermana en tu presencia?

. - que estáis en vuestro derecho. Li es Li, y no puedo cambiarla a estas alturas. Solo deseo que me quieras tanto como la quieres a ella.

. - y así es, querida –le dije atrayendo su boca hacia la mía. Luego besé a Li también en la boca- os invito a las dos a comer fuera-.

. - pero… -empezó a decir Li-.

. - Li, te diré un proverbio que siempre se me ha quedado gravado en la cabeza. El que mucho abarca, poco aprieta . No tengas celos de tu hermana, Li, pues os quiero por igual a las dos. Además, ambas deberéis hacer algo por mí.

. - ¿el que, Salvador? –dijo Tzu-.

. - quiero que Li te la mame también y tú puedas penetrarla también, tanto anal, como vaginalmente. También lo harás conmigo.

. - tú estás loco, Salvador. Contigo, pase, pero Li es mi hermana –se asombró ella-.

. - ah, no. Eso no –dijo Li-.

. - me dais ese gusto las dos o solo me daréis clases de chino. Ahora voy a ducharme, cuando salga, espero una respuesta definitiva.

Mientras yo iba a ducharme, Tzu se acercó a su hermana y le cogió la mano y se la besó. Ambas se quedaron mirando la pantalla insonora de la televisión pensando y repensando el próximo paso a dar.

. - Tzu, ¿qué podemos hacer?

. - Li, hermanita. No lo sé. Es muy fuerte lo que nos pide Salvador. Creo que se ha pasado en sus pretensiones.

. - Tzu, tú y yo nos queremos, ¿verdad?

. - pues claro, somos hermanas y siempre nos hemos querido.

. - solemos darnos muchos besos.

. - sí.

. - ¿no es lo mismo un beso que otro beso con más sentimiento?

. - eso puedo admitirlo, pero que te haga el amor como si fueras mi amante, va un abismo.

. - tienes toda la razón, yo pienso lo mismo que tú. Le diremos que no y veremos quien aguanta más, si él, sin sexo o nosotras. Le daremos las clases de chino como si nada hubiera pasado.

. - ¿precisamente tú, Li?, ¿eres capaz de no tocar ese tema, tú que siempre estás encima de Salvador?

. - lo haré. Me abstendré de tocarlo siquiera. Al final cederá y nos pedirá que lo haga con él sin que tengamos que hacerlo entre nosotras. Es un tío y los tíos son todos iguales, no pueden estar sin meterla en algún sitio.

. - ¿desde cuándo eres tan experta en hombres?

. - aprendo sobre el terreno –dijo riendo, la risa se le contagió a Tzu- ¿lo hacemos así?, ¿podrás estar sin que te descargue el pene?

. - de acuerdo. Así lo haremos. Veremos quien aguanta más –dijo abrazándose a su hermana. Así las encontré al salir del baño sin toalla alguna que cubriera mi miembro empalmado-.

Me puse frente a las dos. Ambas miraron mi pene, pues estaba bien hermoso.

. - ¿y bien?, ¿qué habéis decidido?

. - no aceptamos tus condiciones de que tengamos sexo mi hermana y yo. Solo te daremos las clases de nuestro idioma.

. - perfecto. Es vuestra decisión y la respetaré. De hoy en adelante, nada de sexo, solo me enseñaréis chino. Mañana quiero el boceto del plan de estudio. Hacerlo de manera que sea compatible con mi trabajo y tiempo de descanso.

. - mañana lo tendrás –dijo Tzu-.

. - la comida fuera, se anula, me pondré a trabajar en el proyecto que tenemos mis socios y yo en marcha. Una sola pregunta más, ¿la comida y el cuidado de la casa, la seguís haciendo vosotras o contrato a alguien de fuera?

. - no, de eso nos encargamos nosotras. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.

. - perfecto. Ahora os dejo.

Me fui a mi dormitorio y me vestí. Luego me encerré en una habitación que había elegido como oficina para mis trabajos. Al sentarme en mi asiento, tocaron en la puerta de la calle. Li abrió, eran los escoltas y querían hablar conmigo. Le dijeron dónde estaba y hacia allí fueron los dos. Al tocar en la puerta, les di paso.

. - cerrad la puerta chicos y pasad. Os voy a matar por lo que habéis hecho hoy.

. - lo sentimos señor, lo sentimos muchísimo. Fue un despiste estúpido –dijo uno-.

. - no volverá a suceder, señor -dijo el otro-.

Me levanté y me apoyé en mi mesa por su parte delantera.

. - ¿desde cuándo os la mamáis, chicos?

. - ¿cómo dice, señor?

. - no sois, ni sordos, ni tontos. ¿Desde cuándo?

. – bueno, señor, no es que seamos maricas… -dijo uno-.

. - no, señor, no lo somos –dijo el otro-.

. - nadie ha dicho que seáis maricas. Eso es algo que no me importa, como si os queréis dar por culo todo el santo día, pero no lo podéis hacer mientras me protegéis.

. - no, no podemos, señor. Tiene razón y lo sentimos mucho.

. - ¿qué hago con vosotros?, si se lo digo a vuestro jefe, os da la patada.

. - no, por favor. No volverá a suceder nunca más –ambos se arrodillaron con la cabeza gacha-.

. - levantaros, no seáis niños.

Cuando se levantaron, vieron que me había bajado los pantalones y me cogía la polla con la mano. Se quedaron mirando mi cacho rabo y no sabían qué hacer, ni decir.

. - bueno, ¿a qué esperáis?, no sois maricas, yo tampoco, pero ahora mismo tengo ganas de que alguien me la mame y me saque la leche. ¿Cuál de los dos me la mama y cual se pone a cuatro patas para ser enculado?, será vuestra penitencia por haberme desprotegido hoy.

Los escoltas se miraron. Sudaban cantidad. Tragaron saliva y el más cercano a mi derecha, se arrodilló y comenzó a mamarme la polla. El otro se bajó los pantalones y poniéndose a cuatro patas, se abrió el ano. Lo tenía bien abierto por la polla de su colega.

Hice levantar al que me la mamaba y le di un morreo que lo dejó sin aire. Luego me agaché y comiéndome el ojo del culo de su colega, se la metí lentamente hasta mis huevos. Miré al que me la había mamado y con señas, le dije que me enculara. Se bajó los pantalones y me la endilgó, no tan lentamente como yo con su amigo. Aun así, fue una follada a tres bandas de lo más placentero. Los gemidos traspasaron la puerta y llegaron a oídos de las dos hermanas.

. - ¿es lo que yo creo? -dijo Li-.

. - es lo que parece. Se lo están pasando muy bien.

. - será cabrón. Y a nosotras nos tiene a pan y agua.

. - debemos ser fuertes y aguantar. Ya cederá.

. - pero ¿hasta cuándo?

Las leches pasaron de las pollas a las bocas de uno u otro hasta quedar sin gota, ninguno de los miembros. Luego un morreo final y listo.

. - chicos, esto no ha pasado. Ahora volved a vuestros puestos y no volváis a dejarme desprotegido o la próxima vez no seré tan magnánimo y tendré que avisar a vuestro jefe.

. - no tendrá que hacerlo, señor. ¿Podremos seguir mamándonos en nuestro auto? –preguntó uno-.

. - ¿vais a volver a dormiros?

. - no señor, nunca más.

. - entonces podéis follar cuanto queráis, pero que no se entere ni Dios, si no, ya sabéis…

. - gracias, señor. Me ha gustado darle por culo, señor.

. - y a mí, tenerla dentro de mi culo. Ahora largaros y punto en boca.

Me la limpié con toallitas húmedas desechables, luego me quedé trabajando un par de horas y no salí ni para echar una meada. Solo cuando llamaron a comer dejé lo que estaba haciendo, eché una meada y luego me fui a la cocina. Apenas se habló. Luego de cenar, me fui a la cama y no desperté hasta el día siguiente.

A partir de ese día, comencé a recibir clases diariamente en casa y de prácticas en la calle, con una u otra de las hermanas. Estando en el despacho con mis socios, nos llegó el primer cliente con una petición de un trabajo pequeño. Solo era una casa, pero era el comienzo. Se decidió que el mejicano se pusiera con él, sin abandonar del todo el proyecto del puente. Al final Xia me endilgó a su hermana.

. - no seas cabrón y dale gusto a mi hermana. Esta loquita por tus huesos y no le haces ni caso.

. - Xia, coño. Que tenemos mucho trabajo entre manos como para preocuparme por tu hermana ahora.

. - mira, échale un polvo rápido y listo.

. - Tu hermana no va con un solo polvo, me temo.

. - pues échale dos o diez, pero quítamela de encima.

. - Échasela a Jordi, también es soltero.

. - ese es de la acera de enfrente, creo yo.

. - nunca me lo ha parecido. Pero, en fin, que busques a otro para tu hermana, coño.

. - vaya amigo que estás hecho. Por una vez que te pido un favor…

. - mira que eres mamón. Está bien, pero solo será sexo, nada de complicarme la vida y querer casarse. Ni loco me caso yo todavía. ¿Qué edad tiene tu hermana?

. - 20 tacos tiene.

. - vale, dile que no se enamore de mí y le daré lo que está buscando. Pero díselo clarito, no quiero malentendidos.

. - ¿cuándo empezamos? –sonó la voz Joan en la puerta del despacho de Xia, donde estábamos-.

. - hija de…, serás cabrona.

. - sí a todo lo que tú quieras. Hoy me llevas a bailar, que van a inaugurar otra una nueva discoteca. Quiero bailar y luego… ya sabes.

. - ¿no tienes un amigo al que joder un poco, niña? –le dije-.

. - sí, que lo tengo. Está delante de mí.

. - por si no lo oíste todo, nada de enamoramientos, solo sexo.

. - solo sexo. ¿En tu casa o en la mía?

. - en tu casa, ni loco, que nos coge el viejo. Mejor en la mía.

. - bueno chicos, ya que está todo arreglado, largaros de mi oficina y dejadme trabajar un poco. Tú, Joan, lárgate a tu sitio y deja de incordiar el resto del día.

. - vale hermanito, ya he conseguido lo que quería… -sonrió la jodida-.

Me fui a mi despacho y entró ella también. Me dio un beso de tornillo y tuve que quitármela de encima. Era como una lapa, de pegajosa, aquella mocosa.

. - lárgate, Joan.

. - recógeme en casa esta noche sobre las 22.00 horas.

. - a tu casa no pienso ir a buscarte. Nos vemos en esa discoteca. Estaré esperándote fuera.

. - vale, pero me devuelves a casa cuando terminemos de follar.

. - cuida ese lenguaje, o te doy plantón.

. - vale, finolis. Me devuelves cuando hayamos copulado.

. - y lo lista que parecías –dije para joderla un poco-.

. - no cuela. A las diez, no te olvides o verás cómo me las gasto.

. - encima con amenazas, serás...,

. - toma la dirección de la nueva discoteca. Nos vemos allí.

Ya en casa…

. - Debo ir contigo, son mis órdenes –dijo Li-.

. - no cuando soy yo quien te dice que no vengas. Voy a bailar y luego a follar, así que no me haces falta para traducirme nada.

. - ¿quién es la desgraciada?

. - la desgraciada, como dices, es alguien que conoces. Ya la verás cuando la traiga a casa y no quiero ni un comentario. Solo vendrá a casa a follar, nada más.

. - más claro, agua. ¿Cenarás en casa?

. - no, esta noche no. Comeré algo por ahí.

Encima se puso relleno, me dije al verla descender de un taxi. Fue directamente hacia mí, pero entre medio, fue piropeada con un mal gusto que rayaba en lo obsceno por un par de mozalbetes descarados y con una botella en la mano. No entendí gran cosa, pero no hacía falta ser ningún políglota para saber de qué iban los piropos.

. - ¿qué es eso que te has puesto debajo de los pechos?

. - joder, para dar ánimos eres la leche. Esos al menos me han piropeado, aunque con un mal gusto de cojones, pero lo han hecho y tú, en cambio, lo primero que me dices es ¿qué me he puesto encima de las tetas?

. - sacátelo, conmigo no tienes que fingir.

Ella se dio la vuelta y se sacó los aumenta-tetas y me los puso en la mano. Los cogí y los eché en una papelera. Luego le cogí la mano y entramos en la disco. Uno de los escoltas entró detrás de mí. El otro se quedó en el auto. Joan llevaba una ropa que era como una segunda piel, su culo y resto de su cuerpo, se vislumbraba sin mucha imaginación de por medio, pues estaba cañón la muy puta. No era muy asiduo a las discotecas, más que nada, porque allí no se podía hablar dos palabras seguidas sin tener que repetirlas por el alto volumen de la música, aparte del olor nauseabundo que algunos y algunas desprendían, ya fuera a sudor, cigarrillos o droga.

Que no se acostumbre la putilla de Joan asistiendo conmigo a discotecas. Aun así, al ser el primer día de marcha, le di cuerda y bailó toda la noche. Salió sudando de la disco de tanto bailoteo moderno. Suerte que de vez en cuando le echaba algún que otro maromo caliente por su culito, que, si no, me deja tieso con tanto baile. Lo que aguantaba la cabrona…

. - vamos ahora a otra discoteca.

. - ni que estuviera loco. Ya es muy tarde y ya has bailado bastante por esta noche. Será mejor que te lleve a tu casa.

. - de eso nada, yo quiero follar contigo.

. - no esta noche, Joan. Son las 4 de la mañana. Es muy tarde y mañana tengo que madrugar y si no duermo, no rindo.

. - me lo prometiste.

. - sí, pero se suponía que no estarías toda la puta noche bailando. Si nos acostáramos, no iba a encontrar tu ombligo, con eso te lo digo todo. Nos vamos y no seas niña o no habrá más salidas entre tú y yo, aunque me lo pida tu padre.

Al final la convencí y la llevé a su casa, enfurruñada, pero la llevé. Una vez entró en su casa, salí de allí, parando un par de kilómetros después en un oscuro solar. Me bajé y me subí en el auto de los escoltas. Me recibieron con una sonrisa. Ambos se pasaron atrás, donde ya estaba yo sin los pantalones.

Tenía que descargar en alguien y allí estaban aquellos dos cabrones que disfrutaron de mi culo cuanto quisieron, lo mismo yo de los suyos. Buena leche y mejor culo, sí señor. Al final, llegué a casa a las 05.30 horas de la mañana. Me acosté con ropa y todo. Llegué a la oficina con una mala leche que tiraba para atrás, pues no dormí una mierda. Fue cerrar los ojos y ya tenía allí a Tzu despertándome y diciéndome que eran ya las 06.30 horas. Solo una maldita hora de sueño.

. - tú al menos has venido. Joan no ha aparecido aún. ¿Qué hicisteis anoche?, ¿follar horas y horas? -me dijo su hermano, una vez en la oficina-.

. - nada de eso. Se pasó toda la noche bailando y así hasta que cerraron la disco. Apenas he dormido. Desde luego, entre semana, no pienso estar hasta tan tarde con tu hermana o cualquier otra tía.

Joan llegó con unas gafas oscuras y con pocas ganas de hablar. Mejor que mejor. Tzu la vio malhumorada y se alegró, por puta, se dijo. Llevaba un empalme de polla que hasta le dolía el alma. Por suerte el día siguiente era sábado y dormí a pierna suelta hasta el mediodía sin que nadie me tocara los cojones para despertarme.

La semana siguiente me la tomé con filosofía. Joan seguía enfadada conmigo y yo no hacía nada por reconciliarme con ella. Así era mejor para mi integridad física, pues nunca me ha gustado una tía tan pegajosa como ella, aunque esté tan buena como lo estaba. Aquella chica era de las que daban más problemas que otra cosa, me dije acordándome de la loca Carlota.

No sé cómo, hasta tuve suerte. El que decía Xia que era marica, Jordi, invitó un día a Joan a tomar algo y desde aquel día, eran inseparables. Joder, respiré hondo. Gracias, Jordi, mariconazo, toda para ti y los millones de su papá, también. Con Joan lejos de mi polla, hasta me entraron ganas de buscar una hembra con quien follar regularmente y la encontré donde menos me lo esperaba.

. - mamá, es él. Es él –aquello, dicho en chino ya lo entendía y me extrañó que un chico al que no conocía me señalara y dijera que era yo, que era yo, repetía el tío. Mi cara de extrañeza hizo que se lo repitiera de nuevo a su madre, una dama china con ropas occidentales, igual que su hijo, un chico de unos 18 años.

Yo iba hacia la cafetería que estaba debajo de nuestro edificio, con Tzu a mi lado y uno de los escoltas más allá. La madre del chico me interceptó cerca de la puerta de la cafetería.

. - disculpe, caballero –dijo en inglés-.

. – dígame, señora –le dije en chino, pues quería practicar todo lo que aprendía-.

. - ¿habla chino?, -se maravilló la mujer-.

. - solo un poco, estoy aprendiendo –le respondí en chino también-.

. - entonces le hablaré en inglés, que veo que sí lo habla perfectamente.

. - gracias, señora. ¿En qué puedo ayudarle?

. - ¿no se acuerda de mi hijo?

Miré de nuevo al chico, pero no creía haberlo visto en mi puta vida.

. - lo siento, señora. Ahora mismo, no me acuerdo.

. - usted le ayudó cuando tuvo el accidente de auto, deteniendo los vehículos detrás del suyo y sacándolo a él a un sitio seguro.

. - empiezo a recordar. Recuerdo el accidente, pero no la cara del chico. ¿Era su hijo?

. - así es. Mi niño le debe la vida.

. - no me debe nada, señora. Le ayudé como le hubiera ayudado a otra persona cualquiera.

. - aun así, gracias. Le invito a tomar algo en esta misma cafetería, no nos diga que no, por favor.

. - de acuerdo, señora. No le diré que no. -Tzu comprendió que debía hacer mutis por el foro y entró para sentarse en una mesa cercana. La misma mesa donde se sentó el escolta que venía detrás de nosotros. Los dos pidieron café-.

En otra mesa nos sentamos el chico, su madre y yo. Ella pidió un café, el chico un zumo de naranja y yo un café con leche y un par de donuts. Al tener más de cerca a la mujer y notar a través de su camisa aquellos pechos tan hermosos, hasta le puse más atención a lo que me decía.

. - somos una familia libre de prejuicios sociales, donde el sexo es solo algo más con qué convivir.

. - ¿a qué se refiere con eso de convivir?

. - pues aquí, mi hijo, donde lo ve, duerme con su padre y conmigo y practicamos sexo sin tapujos entre nosotros, así como con los padres de mi marido, que viven con nosotros. La libertad de elegir con quien practicar sexo es total entre nosotros.

. - ¿tienen alguna similitud con los antiguos hippies de los años 60 de Europa y América del Norte?

. - no lo creo, ellos no practicaban sexo con sus padres y nosotros sí, al menos mi marido con sus padres y mi hijo con el suyo.

. - ¿y que dice la sociedad china y sus dirigentes?, no creo que lo vean con muy buenos ojos ese modo de vida suyo.

. - es que no lo saben y espero que no diga nada.

. - por mí, no lo sabrán.

. - díselo, mamá. Díselo -habló el chico en chino-.

. - hijo, sé respetuoso y hablale en inglés, que para eso te mandamos a Irlanda.

. - eso sí lo he entendido, señora. ¿Qué tiene que decirme?

. - mi hijo desea invitarle a casa y que pase un fin de semana entre nosotros para conocernos mejor.

. - ¿cuánto conocimiento, señora?

. - el más placentero que hay. No conocemos otro –dijo sonriendo-.

. - ¿me está invitando a practicar sexo con usted, su hijo y resto de su familia, en su casa?, ¿es eso lo que me están ofreciendo?

. - eso es exactamente lo que le ofrecemos. ¿Le interesa?

. - sin duda.

. - muy bien. Le anotaré la dirección y pásese este fin de semana, dormirá con mi hijo –la mujer anotó una dirección y me la entregó. Por cierto, me llamo Linsy Fu y mi hijo Han.

. - yo me llamo Salvador Morales, español.

. - no le robo más tiempo. Le esperamos este sábado. Ya sabes, sin formalismos en cuanto pises nuestra casa. Los demás estarán avisados.

. - pues lo mismo digo, podéis disponed de mí para lo mismo. El sábado estaré sobre las 11 de la mañana.

Nos levantamos los tres y le di un par de besos a ella y un saludo de hombre al chico. Luego se marcharon. Curiosa familia aquella. Por ir, no iba a perder nada y si resultaba que era lo que parecía, sería una fuente de muchas descargas lácteas en uno y otro culo.

Una vez solo, Tzu se sentó junto a mí, dejando al otro escolta solo.

. - ¿los conoces?

. - ¿Te acuerdas del chico que saqué del auto accidentado en aquella curva?, pues eran su madre y él mismo. Me invitaron a pasar este fin de semana con ellos y he aceptado.

. - iré contigo –afirmó más que preguntó-.

. - no hará falta. Hablan inglés. Además, quiero practicar por mí mismo el chino que he aprendido estos días.

. - pero…

. - no hay pero que valga. Solo iré con los dos escoltas, nadie más y ahora, déjame desayunar, por favor.

De regreso al despacho creí ver tras la luna de un escaparate a una persona conocida comprando un vestido de novia, pero no podía ser, aquella chinita que recordaba era bien rellenita y la que estaba viendo a través del espejo estaba en su peso y para mojar con pan. Tzu miró hacia donde yo lo hacía a través del escaparate. Era una tienda de vestidos de novia.

. - disculpa un momento, Tzu –le dije y entré en la tienda. Fui hacia la chica que estaba de espaldas mirando uno de los vestidos-.

. - ¿eres tú, Joan Chen?

Aquella persona se dio la vuelta al oír su nombre de guerra, como si dijéramos. Su cara sonriente me dijo que había acertado.

. - Salvador, ¿cómo es posible…?

Sin hacer caso a mi instinto al estar en una sociedad tan cerrada como la china, avancé hacia ella y la levanté en el aire, dándole una vuelta. Luego le di sendos besos en sus mejillas.

. - ¿qué diablos haces en China, Salvador?

. - ya tú ves, trabajando de lo mío.

. - al final, sacaste el título. Pero qué bueno. ¿Vives aquí, en Shanghái?

. - sí, aquí cerca tengo la casa y el despacho. Estoy de socio con tres compañeros más de la universidad. Te vas a casar, por lo que veo.

. - así es.

. - casi no te reconozco, si estás hecha una princesa de novela. Estás bien hermosa.

. - gracias, siempre me has mirado bien, aun cuando estaba con aquellos kilos de más.

. - ¿qué es de tu hermana?, la cabra loca.

. - no me hables. Ya tiene cuatro niños.

. - ¿cuatro?, pues sí que va rápido.

. - y tanto. Papá la repudió. Ya sabes que aquí no se puede tener más de un hijo o dos pagando, pero cuatro…

. - lo siento, por ella.

. - yo también. Es mi hermana y la quiero, pero no puede ir por casa. Ni siquiera he podido invitarla a mi boda, papá dice que no.

. - es una pena.

. - sí, es una verdadera pena. Anda, ven, que te presento a mi cuñada. Está soltera, está buenísima y sin compromiso, para que lo sepas –dijo hablándome al oído-.

. - deja de echarme adefesios, querida, que conmigo ya tengo bastante.

. - ¿adefesio?, sí, ya verás qué adefesio. ¿Dónde se habrá metido?

Tzu desde el escaparate no perdía detalle.

En cuanto Joan Chen me señaló a su cuñada, el corazón me comenzó a bombear más rápidamente que si me hubiera follado a un regimiento de legionarios o ellos a mí, que, para el caso, era lo mismo.

. - Susi, ven. Te voy a presentar al hombre más atento de España con que me topé en la universidad.

Los ojos de ella y los míos se enfrentaron. Ambos sonreían y hablaban por los codos. Qué cosa más bonita tenía delante.

. - hola, encantada de conocerle –me dijo alargándome la mano-.

Se la cogí y besé como todo un caballero español y sin soltársela, le hablé a Joan.

. - ¿dijiste que estaba soltera y sin compromiso?

. - ya me descubriste, Salvador. Mira que eres malo. Susi, Salvador. Salvador, Susi.

. - hoy es mi día de suerte. He encontrado a mi amiga Joan Chen y he descubierto que tiene una cuñada muy hermosa.

. - gracias, pero no es para tanto. Jenny, te ha llamado Joan Chen, ¿no te extraña?

. - no, para nada. Para Salvador, soy Joan Chen, así me llamaba en la universidad, hasta que lo adopté como mi segundo nombre. Ya lo echaba de menos. ¿Vas a estar mucho tiempo en china, Salvador?

. - al menos, un par de años. ¿Para cuándo es la boda?

. - para dentro de un mes. Estoy con los vestidos. Tienes que venir a mi boda. A lo mejor puedes ir con alguien que no tenga acompañante. ¿Qué me dices, Susi?

. - Jenny, no seas cabrita. No me puedes imponer a la gente.

. - me gustaría mucho ir acompañado de una beldad como la cuñada de mi amiga.

. - ¿quién es aquella chica tan guapa que no para de mirar hacia nosotros?, ¿tu novia, acaso? –dijo Susi-.

. - es Tzu, mi traductora. Estoy aprendiendo chino y es mi traductora y mi profesora al mismo tiempo.

. - ¿y por qué no vas con ella a la boda de Jenny?

. - si no puedo ir contigo, seguramente vaya con ella.

. - Susi, ¿ya tienes acompañante?

. - no, pero…

. - no seas tonta. ¿No ves lo bueno que está este chico español? –dijo echándome el brazo por la cintura-.

. - veo que Jenny te sabe vender muy bien.

. - es que Jenny es mucha Jenny.

. - de acuerdo, me has convencido. Iremos juntos a la boda.

. - perfecto. Ahora solo me faltan vuestras direcciones y si me dais el teléfono particular de cada una, sería genial.

. - ¿para qué quieres mi teléfono particular?

. - para invitarte a comer un día de estos tú y yo, solos.

. - ¿sin tu traductora?

. - claro, solos tú y yo –y mis guardaespaldas, me dije-.

. - tienes una labia que te la pisas, pero voy a fiarme de Jenny, más que de ti. Jenny, ¿puedo confiar en tu amigo que me respetará en lo bueno y en lo malo?, digo, ¿qué me respetará?

. - mujer, de Salvador te puedes fiar como si fuera tu mejor amigo.

. - de acuerdo –de su bolso sacó un papel y un boli y anotó su dirección y su teléfono-.

. - anota también el de Jenny y su dirección, por favor. Yo haré lo mismo con mi teléfono y mi dirección.

Una vez nos intercambiamos las notas, me la guardé en el bolsillo. Con besos a las dos, nos despedimos hasta más ver. Ya en la calle, Tzu me siguió detrás.

. - ¿las conoces?

. - siempre preguntas lo mismo. Sí, al menos a la primera que saludé. A la otra, voy a conocerla muy pronto. ¿Satisfecha?

. - lo siento, pero si tengo que protegerte, necesito saber si son amigos tuyos o enemigos potenciales.

. - oye, que no soy Al Capone, pero puedes que tengas razón, perdona. A la primera la conocí en España, en la universidad. La otra es su cuñada y voy a pedirle que salga conmigo. Iré con ella a la boda de mi amiga. ¿Algo más?

. - no, es suficiente información, gracias. ¿Te la piensas tirar? –añadió-.

. - pues sí, la verdad es que sí. ¿Celosilla?

. - no, para nada.

(Parte 22 de 30)

FIN