Soy un caballero y cumplo lo que prometo (21)
Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada. Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.
SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO
(21-30)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados
Mientras la chica se fue al baño, atisbé en la cocina y la nevera, sobre todo. Estaba llena de casi todo. Cogí unas uvas y me las estuve comiendo sentado a la mesa mientras esperaba.
. - cuando quiera –dijo Tzu-.
. - se te olvida algo.
. - ¿el qué? –se miró ella-.
. - los dos botones que te bajaste. Tus compañeros, ya sabes…
. - vaya olvido. Creerán que usted y yo….
. - si lo creen, peor para ellos. Aunque no me disgustaría nada.
. - Salvador, ante todo soy una profesional.
. - lo siento. El comentario ha estado fuera de lugar.
. - disculpado. ¿Me da un par de uvas?, llevo todo el día en ayunas.
. - mujer, haberlo dicho antes. Olvídate de la dirección que te di antes. Primero iremos a comer algo y luego, como tengo un almuerzo con quien ha puesto la pasta para montar la empresa de arquitectura, me dirás qué puedo regalarle a un compatriota chino, que además es rico y tendrá de todo.
. - será difícil encontrar algo. Como dice, tienen de todo.
. - por eso necesito de tu ayuda.
. - haré lo que pueda.
. - ah…, y cuando te digan tus superiores por qué fuiste aquí o allá, diles que es cosa mía. Así te dejarán tranquila.
. - gracias, no es mala idea.
. - vamos entonces a comer. Elige tú el sitio que esté entre este punto y la dirección que te di, para no perder mucho tiempo.
. - conozco el lugar ideal.
. - pues vamos. Mira, tienes una mota aquí –puse un dedo bajo su barbilla y al mirar hacia abajo, subí el dedo y le rosé la nariz– sabía que picarías-.
. - pero bueno… -y sonrió-.
El pequeño restaurante estaba molón. Ella pidió unos espaguetis con carne, y yo, para no desentonar, pedí lo mismo. La carne no me gustaba mucho, pero hice como que estaba de puta madre. Siempre he sido algo capullo con la comida. Eso sí, si ella se come un potaje de rábanos, que no me lo pongan a mí, pues sería peor que comer sesos de mono, como en la película de Indiana Jones. Qué asco.
. - sí que tenías hambre, chica. No has dejado nada.
. - ¿estoy siendo una glotona?
. - no, mujer. Da gusto ver que te gusta comer. Supuse que comerías como los pajarillos, por eso de cuidar la línea y demás tonterías.
. - yo me cuido, pero los espaguetis es algo que no puedo dejar de lado, por mucha dieta que haga.
. - me alegro por ti y por mí. Me gusta ver comer a la gente, aunque yo luego no me coma lo que ellos se coman, pues soy muy raro en las cosas del comer. Solo espero comer algo en casa del ricachón para no desentonar, pero como me pongan sesos de mono…
. - ya no comemos de esas cosas. Los monos están protegidos.
. - entonces, que me pongan un gato o un perro, tampoco podría comérmelos.
. - tampoco comemos eso. Es una patraña de los occidentales.
. - anda ya, en mi barrio abrieron un restaurante chino y desaparecieron todos los gatos. Mas nunca se vio uno.
. - serás mentiroso –rio ella-.
. - oye, te digo la verdad, ni un gato. Hasta el siamés de la vecina un día desapareció. Seguro que estará en la barriga de algún compatriota tuyo.
. - mira que eres malo.
. - bueno, a lo mejor he exagerado un poco. ¿Quieres comer algo más?
. - no, por mí ya está bien.
. - entonces vamos a comprar ese regalo.
Del restaurante pasamos a un centro comercial inmenso como la misma ciudad. Se cogía todo un rascacielos, pero ella se manejaba como si hubiera nacido allí.
. - si en esta planta no encontramos algo adecuado, no lo encontraremos en ningún sitio. ¿En qué habías pensado?
. - la verdad es que nunca he sido de regalos a tíos ricos, así que tu elige algo que a tu cultura le guste.
. - yo tampoco soy ninguna experta. Miremos un poco para ver si se me ilumina alguna bombona.
. - querrás decir, bombilla.
. - sí, eso, bombilla. ¿Bombona no es un tipo de barrica?
. - más o menos.
Nos recorrimos varios pasillos, cuando me cansé, me senté en un sofá de esos que te dan masajes y te ponen las pilas. Al segundo después, apareció una empleada echándome la bronca, supuse por el tono, pues me hablaba en chino y a mí, era como se me hablaran en chino…
. - no puedes sentarte en los sillones. Son para vender, no para sentarse.
. - ¿y cómo sé que me gustan, si no los pruebo antes?
Tzu le habló a la dependiente y la otra sonrió, asintiendo.
. - ya los puedes probar todos, te ha dado permiso.
. - será cabrona esa tía. Pues se va a joder, me siento, pero no pienso comprárselo.
Tzu rio por lo bajini. Mientras estaba sentado, ella miró más pasillos. Al rato trajo una figura de buda.
. - ¿qué te parece un buda?
. - no me gusta. Es un clásico y no deseo regalarle algo que tendrá a patadas. Oye, ¿qué es eso que tienes ahí? –le dije señalando el interior del brazo-.
. - es una espada, una espada árabe. Siempre me han llamado la atención y me tatué una bien pequeña. Vaya vista que tienes.
. - ¿y si le compro una de esas de verdad, pero que sea española?, ¿las habrá aquí en este edificio?
. - seguro que sí. Tienen una armería bien surtida. Tenemos que subir un par de plantas.
. - pues vamos, que se nos está haciendo tarde.
A paso largo salimos de aquella planta y subimos las dos que nos separaba de la armería. Al llegar, nos recibió una copia de una estatua de terracota. Sí, aquello era una armería y las demás, una tienda de juguetes. Joder, la de armas que había allí dentro. Eso sí, había seguridad en cantidad. De inmediato Tzu buscó un empleado y le habló en chino. El empleado nos llevó a una pared que estaba llena de espadas de diferentes tipos y tamaños. Señaló un expositor con unas diez espadas.
. - será posible. ¿Por qué no podía haber una sola?, ¿ahora cual compramos?
. - ¿me dejas elegir a mí?
. - adelante. Busca una buena y que no sea falsa, no tengo ganas de que le intente cortar la cabeza a un gato para echarlo en el caldero y la espada se rompa en dos.
. - que no comemos gatos, hombre –dijo riendo-.
. - lo que tú digas, pero a mí no me engañas.
Sonriendo, Tzu cogió una de las espadas y la sacó de su funda. Le pasó el dedo por ambas puntas y sonrió. Habló con el dependiente sobre la espada y se vino hacia mí.
. - es una espada original de Toledo. Pero cuesta un ojo de la cara, nada menos que unos 1.365 dólares americanos.
. - ¿y de que está hecha?, ¿acero inoxidable?, ¿tiene incrustaciones de diamantes?
. - no lo creo. No brilla, pero tiene un filo que no veas.
. - ¿tú crees que le gustará al amigo?
. - si no le gusta, es que es tonto.
. - no creo que sea tonto, pero aún no le he visto el careto. Nos la llevamos. Que la pongan en una bonita caja con un lazo.
Con la caja con la espada bajo el brazo, salimos de aquellos grandes almacenes. La puse en el maletero como si fuera de oro macizo y salimos del edificio con destino al sur.
. - ¿Conoces esta zona a la que vamos a ir, Tzu?
. - por encima. Solo un poco. Sé que está algo depauperada por los continuos desbordamientos del río.
. - entiendo. Llévame primero al ayuntamiento o como aquí se les llame a las autoridades.
Una vez ante las autoridades, saqué los requisitos del trabajo a realizar. No era moco de pavo lo que pedían aquellos chinos del sur de Shanghái.
. - llévame al río. A la zona donde se va a hacer el puente.
Una vez junto al río, hice fotos de todo el entorno y del puente viejo, que apenas se veía pues el agua estaba a punto de desbordarlo. Los obreros ya estaban reforzando la zona donde todos los años el agua anegaba la zona. Un taxi llegó y se detuvo junto a nuestro coche. Tzu y yo, que estábamos cerca, lo vimos llegar. Al bajarse una moza de cuerpo deseado y sonrisa cantarina, saludó en nuestra dirección. Tzu le devolvió el saludo sonriendo.
. - ahí llega mi hermanita, la cascarrabias.
. - ¿y dices que solo tiene 18 años?, joder como crecen aquí las chinas.
. - igual que en todas partes.
Las dos hermanas se abrazaron y besaron.
. - ven, te presento a nuestro cliente, Salvador Morales.
Ella se inclinó levemente y yo hice lo mismo.
. - con que tú eres la hermana cascarrabias de Tzu.
. - ¿cascarrabias, Tzu?, serás cabrita.
. - era una broma, mujer -dije sonriendo-.
. - ah, bueno. Tzu, ya te puedes largar a comer y descansar.
. - ya hemos comido y no estoy cansada –dijo la hermana mayor-.
. - pues te vas al cine. Salvador es mío ahora.
. - Li, respeta al cliente, que no estás con tus amigotes.
. - ha sido un desliz, disculpe, sr. Morales.
. - no le hagas caso, llámame Salvador. Pero no lo hagas cuando haya extraños delante o compañeros tuyos, no le vayan con el cuento al estirado de vuestro jefe.
. - lo ves, hermanita, Salvador es de los míos.
. - no te pases y has tu trabajo. Cogeré el taxi en que viniste. Hasta mañana, Salvador.
. - hasta mañana, Tzu. Ah, perdona. ¿Quién de las dos irá conmigo a la fiesta del padre de Xia?
. - iré yo, estaré en su casa a las 7.00.
. - perfecto. Ponte guapa, recuerda que es un ricachón.
. - pero si ésta no tiene sino pantalones –dijo Li-.
. - ¿es verdad eso, Tzu?
. - es lo que más me gusta y lo que va con mi profesión de protección.
. - no me gusta. Acércate a una boutique y compra un bonito traje y luego me pasas la factura.
. - ¿estás seguro?
. - claro, mujer.
. - como quieras. Ahora me voy, hasta mañana entonces.
Tzu se subió al taxi y desapareció.
. - oye, ¿y a mí que me parta un rayo?
. - ¿a qué te refieres?
. - yo también quiero estar guapa para cuando vaya a uno de esos sitios tan elegantes.
. - ¿tampoco tienes un traje bonito?
. - hombre, como para ese tipo de fiestas, no.
. - vale, cómprate también uno tú y me pasas la factura.
. - gracias, muchas gracias, te daría un beso si no nos estuvieran mirando.
. - sí, será mejor que ni lo intentes. Vamos a trabajar un poco. ¿Ves aquel abuelo de allí?
. - sí, ¿qué le pasa?
. - nada, no le pasa nada. Quiero que le hagas varias preguntas que te iré diciendo y me las traduces –dije sacando una grabadora-.
. - ¿lo vas a grabar?
. - así es, por lo que no digas tacos.
. - yo no digo tacos nunca, joder.
. - pues acabas de soltar uno. Haz lo que te dé la gana, pero hazle las preguntas y traduce, lo demás, me importa un bledo.
. - okey.
Nos acercamos al viejo que fumaba en pipa y tenía una larga barba blanca. La chica le preguntaba según le decía y traducía. Así, hasta unos 20 minutos, pues los chinos en general y los ancianos en particular, eran lentos de cojones para la mentalidad occidental. Después de darle las gracias, caminamos un poco más.
. - ahora hazle las mismas preguntas a otro anciano. Elige tu uno que parezca del lugar.
. - ¿lo mismo otra vez?, ¿para qué?
. - quiero comparar las respuestas, pues puede que alguno nos mienta en la cara.
. - los ancianos y los niños no mienten.
. - ni los borrachos –añadí-. Oye, niña. Eso es una patraña. Si pago a alguien para que mienta, sea niño o viejo, miente y listo. Anda, vamos a preguntar a otro.
. - está buena la hermanita de Tzu, le podría hacer un favor sin problemas.
. - cómo te oiga Tzu, te da de ostias. ¿Ya no recuerdas la paliza que te dio en los últimos entrenamientos?
Los que hablaban eran los escoltas que me cuidaban y estaban en el auto que estaba a un tiro de piedra.
. - ¿qué pasa?, ¿la vieja ya no te deja mojar?
. - ni mojar, ni nada. Está preñada y es como si le hubiera cambiado el humor. El otro día quise enculármela y casi me rompe la cabeza con una figura. Así estoy a paja a todas horas.
. - joder, pobrecito. La debes tener sin piel –dijo con sorna el compañero, cambiándose de dirección la polla, pues estaba empalmando, aunque no quería-.
. - oye, por qué, mientras estamos aquí sin hacer nada, no me la mamas un rato. Te lo agradecería infinito.
. - que te la mame tu madre.
. - no te pases, que está muerta.
. - ya no me acordaba. Lo siento, chico.
. - olvídalo. Bueno, ¿me la mamas entonces?, estoy desesperado.
. - creí que lo decías en broma.
. - ¿tú crees que se puede bromear con esto? –dijo sacándose la churri toda endurecida y con poca piel-.
. - la puta. Oye, mejor que vayas al médico y te dé algo.
. - ni hablar. Esto se cura metiéndola en un culo o mamándomela un amigo. Ese amigo eres tú. ¿O no eres mi amigo?
. - oye, soy tu amigo, pero mamarte la polla…, que no soy maricón, joder.
. - ni yo tampoco. Pero esto es una necesidad hasta que pueda retornar al trasero de mi vieja.
. - ¿sabes que eres un hijo de la gran puta?, vale, pero como le digas a nadie que te la he mamado, ni amigos ni ostias, te pego un tiro.
. - tranquilo, mi boca esta sellada. Tampoco quiero que sepan que me la has mamado. O que te la he mamado yo a ti.
. - ah, ¿pero me la vas a mamar también?
. - pues claro, así ninguno podrá decir nada, pues la mamó y se la mamaron. ¿No te parece?
. - bueno, tienes algo de razón, pero todavía…
. - no lo pienses más, hombre –le puso un brazo encima de su hombro-.
Al final el aludido miró a todas partes y sobre todo hacia Li y hacia mí y como estábamos enfrascados hablando con un abuelo, agachó la cabeza y se puso a mamarle la polla a su amigo del alma. El mamado apoyó su cabeza en el reposacabezas y cerró los ojos. Nada como una mamada para refrescarse un poco. Al final y al no avisar, metió su corrida en la boca de su amigo, que no la esperaba y tosió.
. - serás cabrón, tenías que haberme avisado.
Sacó la boca por la ventana y escupió.
. - no seas tan fino, hombre –dijo pasándose un dedo por la punta de su polla y recogiendo la leche allí acumulada, se la llevó a su boca y se la tragó-.
. - ¿te gusta tragar semen?, joder, qué asco.
. - pues no sabes lo que te pierdes. Anda, sácatela, ahora me toca a mí.
. - ¿te vas a tragar mi corrida?
. - pues claro. Venga, que no me va a dar tiempo.
El colega se la sacó y no se lo pensó dos veces el conductor y se puso a mamar a su amigo, el cual ya estaba cambiando de opinión en esto de las mamadas entre amigos, pues estaba bien rico que te la mame alguien con quien trabajas días tras día, aunque hubiera preferido que se la mamara la compañera cachas, sin tetas, pero bueno, su compañero también lo hacía bastante bien.
La corrida fue toda para el mamador, para disfrute suyo y del mamado, que descargaba. Luego una limpieza rápida y se las guardaron. La chica preguntó al otro anciano y tras otros 20 minutos más, nos despedimos del viejo.
. - nos regresamos. ¿Sabes volver a la ciudad?
. - sí, claro. En taxi.
. - ¿cómo que en taxi?
. - ¿no vine en taxi?, pues eso. Yo no tengo el carnet aun y no se conducir.
. - no jodas –dije-.
. - ahora eres tú quien dice tacos.
. - tendré que conducir yo el auto entonces -Hice una señal a los escoltas y los llamé-.
El conductor salió del auto arreglándose los pantalones y se vino hacia mí, mientras miraba a los lados.
. - ¿me llamaba, señor?
. - si. Por lo visto, aquí, la figura, no sabe conducir.
. - ¿cómo dice?
. - lo que oyes, así que conduciré yo el auto hasta casa.
. - señor, tengo que consultar, esto no es normal.
. - pues consulte usted. Por cierto, se ha manchado usted comiendo –dije guiñándole un ojo y señalándole una mancha de semen junto a la bragueta, al chino casi le da algo. Había sido cogido in fraganti haciendo guarrerías mientras estaba de servicio-.
Como pudo, se disculpó.
. - lo siento, señor –y se dio la vuelta. Se sacó el pañuelo y mientras se limpiaba, llamaba a su jefe-.
Medio minuto después, volvió conmigo, aún rojo de vergüenza.
. - mi jefe dice que está de acuerdo con sus deseos.
. - perfecto. Ahora solo tienen que ir delante de mí. Conduzcan despacio, sin prisas. Que yo siempre esté detrás y haga las maniobras con el indicador con antelación y sin brusquedades, así no habrá problemas y no me perderé. Si ve que nos separamos, frene un poco. ¿Me ha entendido?
. - sí, señor.
Cada pareja se subió a su auto. Arranqué el mío y me puse detrás de ellos. Luego arrancaron y los seguí. Lentamente, pero seguros, llegamos a mi edificio. Ellos se quedaron fuera y yo entré con Li. Antes de subir en el ascensor pregunté a Li qué pensaba hacer.
. - subir con usted.
. - no voy a salir más hoy.
. - tengo órdenes. Por si se le ocurre salir y no estoy a su lado, me despiden.
. - ¿eso te han dicho? –la invité a subir al ascensor y pulsé mi planta- entonces tendrás que pasar la noche en mi casa.
. - eso me temo. ¿Tiene sitio para mí?
. - ya lo creo. ¿Trajo ropa?, no vi que bajara nada del taxi.
. - duermo desnuda. Es como mejor se duerme, ¿no cree?
. - lo creo y lo practico yo también.
Una vez en mí planta, saqué las llaves y entramos.
. - ¿has comido algo?
. - no gran cosa, pero yo soy de poco comer.
. - pues yo no. Veremos que tenemos para cenar.
Abrí la nevera y fui sacando hortalizas para hacer una ensalada. Zumo de mango y frutas variadas. Lo puse todo sobre la mesa.
. - ¿puedo hacer la ensalada?
. - ¿sabes hacerla? -le pregunté-.
. - es fácil. Se cortan las hortalizas y se mezclan.
. - vale. Se me había ocurrido hacer una tortilla de papas, ajos, huevos y perejil, pero no veo ni papas, ni perejil y no tengo ganas de volver a salir para cenar. Nos comeremos la ensaladilla y el resto que nos guste. Mañana compraré algunas cosas y si no, pasado mañana, que no sé si tendré tiempo.
. - me puedo encargar de llenarte la nevera y la despensa, si quieres.
. - ¿no tienes que descansar o hacer otras cosas?
. - mi trabajo es enseñarle chino y cuanto más tiempo esté contigo, más aprenderás.
. - a mí me parece bien, a tu hermana, no lo sé.
. - a mi hermana, que le den. Ella hace su vida y yo la mía.
. - ¿no tienes padre y madre con quien regresar?
. - los tengo, pero están en el pueblo, lejos de aquí. Tzu y yo vivimos juntas, pero independientes.
. - ¿ya eres independiente?
. - así somos las chinas.
. - bueno, no tengo ganas de discutir contigo. De momento estás a cargo de la despensa.
. - bien. Si quieres me quedo a vivir contigo también.
. - ¿en calidad de qué?
. - de profesora de chino y ama de casa.
. - ¿te dejaran tus superiores?
. - eso es lo que me plantearon cuando me contrataron. Por lo visto eres alguien importante y quieren tenerte contento.
. - vaya, no sabía que me tenían en tan alta estima.
. - porque sueltas la pasta, que si no…
. - sí, eso me temo. Siempre el puto dinero. En fin, por mí, no hay problema.
. - me alegro, porque no me caes mal para ser un extranjero.
. - no sé si es un cumplido o lo contrario. Mejor no pregunto.
. - sí, será lo mejor –dijo riendo-.
. - mientras acabas, voy a darme una ducha, ¿te importa?
. - no, qué va. Adelante.
. - muchas gracias –le hice el saludo chino y sonreí-.
Mientras yo estaba en el baño, Li revisó por todos lados y encontró la puerta que daba a la despensa, encontrando papas y perejil. Sonrió y cogió el material necesario y comenzó a hacer la tortilla que había dicho que quería hacer yo. Ya desde el baño me llegó el olor de los huevos y pensé que la chica se iba a comer unos huevos fritos. Pero cuando salía del baño con una toalla rodeándome el torso, el olor a perejil ya era demasiado evidente.
. - ¿qué estás haciendo?, ¿encontraste las papas y el perejil?
. - así es. Tienes una despensa bien surtida y está tras esa puerta camuflada.
Fui hacia ella y entré. Joder, había una habitación de 3x4 con estantes y comida variada.
. - parece que no tendré que comprar material para comer.
. - ¿te gusta cómo está quedando la tortilla?, le añadí cebolla en cantidad, como a mí me gusta.
. - ¿le añadiste cebolla?, mierda.
. - ¿no te gusta la cebolla?
. - la odio. Lo siento, pero comeré solo la ensaladilla y lo demás que hay en la mesa.
. - joder y yo que quería darte una sorpresa.
. - perdona, pero la cebolla puede más que yo y siempre estoy apartándola de los platos y nunca, nunca he hecho una tortilla con cebolla.
. - bueno, entonces me la comeré yo toda.
. - ¿no te hará daño tanta tortilla?
. - no, ya estoy acostumbrada. Oye, ¿llevas algo debajo de la toalla?
. - sí, el resto de mi cuerpo.
. - ah…, como la tortilla ya está hecha, mientras se enfría un poco, me daré yo también una ducha. ¿Te importa?
. - no, por favor. Adelante.
. - gracias, mi señor –y se agachó, saludando en chino-.
Aparté la tortilla lo más lejos de mí e iba a empezar a comerme la ensaladilla, cuando aquel olor... Joder, le había puesto vinagre, que también odiaba. Me cago en todo lo que se menea, me dije. Busqué en la despensa y encontré botes de melocotones de medio kilo. Cogí uno y me volví a sentar en la mesa. Cuando iba por la mitad, llegó Li con una larga toalla cubriéndole el cuerpo.
. - no has probado la ensaladilla. ¿Tampoco te gusta?
. - lo que no me gusta es el vinagre que le echaste, así que comeré melocotones, zumo de mango y uvas.
. - joder, vaya suerte la mía, con el trabajo que me dio.
. - lo siento. La próxima vez hazla solo para ti en esas condiciones. Yo me haré mis propias ensaladillas y tortillas.
. - no, la próxima vez la haré como te gustan a ti. Yo me las puedo comer así también.
. - por mí no lo hagas. ¿Oye, llevas algo debajo de la toalla?
. - sí, el resto del cuerpo –y se quitó la toalla. Dios mío bendito, que cosa más bonita-.
. - tápate, anda. Y come, que se te enfría la tortilla.
. - ¿no te gusta mi cuerpo desnudo?
. - ¿acaso quieres que tu hermana me aostie?, déjate de exhibicionismo y siéntate a comer.
. - ah, claro, eres de la acera de enfrente.
. - no sigas por ahí, Li. Te estás pasando cuatro pueblos.
. - solo dime si me encuentras guapa y me pongo a comer.
. - ¿seguro?
. - verdad de la buena.
. - vale. Estás rebuena. ¿Te vale?
. - ¿entonces no eres marica?
. - ¿es que no cumples tu propia palabra, Li?
. - vale, vale. Ya me callo.
. - recoge la toalla y tápate, que no me dejas comer.
. - ahora sí –dijo sonriendo la muy cabrona-.
Comenzó a comerse la tortilla. Era para dos personas y no dejó nada en el plato. Luego empezó con la ensaladilla.
. - no comas tanto, que es malo hasta para los chinos.
. - que te den –y siguió comiendo-.
Yo ya había acabado con los melocotones y me tomé un par de vasos de rico zumo de mango. Luego acabé con un pequeño racimo de uvas y allí lo dejé, no pensaba comer nada más. Ella seguía, dale que te dale, con la ensaladilla.
. - que te va a sentar mal...
. - ya no quiero más. No me cabe, que si no…
Antes de que terminara la frase, salió corriendo hacia el baño.
. - te lo dije, cabezota –no pude callármelo, el comentario lo tenía a huevo-.
Recogí todo y lo fregué. Después me llegué al baño.
. - ¿cómo va eso? –pregunté desde fuera del baño-.
. - aún no he acabado....
Oí que arrojaba la comida y me preocupé.
. - ¿te ayudo?
. - no, no hace falta –y de nuevo ese sonido inconfundible de alguien que echa la pota-.
No pude aguantar más y entré. Estaba desnuda ante el inodoro inclinada y arrojando.
. - baja más la cabeza –le dije y siguió arrojando. Así estuvo un buen rato hasta que dejó de hacerlo- será mejor que… -y arrojó de nuevo y tuve que esperar-.
El problema surgió a continuación. Al tener arcadas, no solo le salió la comida por la boca, sino por el ano y claro, no solo me puso perdido a mí, sino que ella misma se lo echó encima, pues era esa caca aguada que todo lo mancha.
. - Dios mío, ¿qué he hecho?
. - no pasa nada. Siéntate en la taza y excreta si aún tienes que hacerlo.
. - cómo te he puesto –decía como ida-.
. - olvídate de mí por ahora. Siéntate.
Se sentó y poco más echó por abajo. Cuando no salió más por arriba, ni por abajo, abrí la puerta de la mampara del baño y la metí dentro. Me saqué de encima la toalla cagada y enrollándola, la puse en la papelera como pude. Luego me metí con ella en el plato de ducha. Allí usé la manguera de la grifería y nos quitamos lo más grueso de encima. Ella solo lloraba avergonzada y se dejaba hacer.
Desde luego, quitar el olor de la mierda de encima de uno, costaba la de Dios. Gasté todo un bote de champú y la mitad de otro entre los dos, pues le froté todo su cuerpo, ano, vagina, piernas y resto del cuerpo, hasta que el olor fue desapareciendo. Al final acabé también con el segundo bote de champú. Con cuidado, la sequé y me sequé yo, luego salimos del baño, cuidando de no pisar la mierda que había caído al piso y la llevé a mi cama, pues no quería dejarla sola al menos esta noche. Allí la arropé bien y salí apagando la luz. Ella seguía llorando sin hacer ruido.
Cuando volví al baño, respiré hondo. Aun me quedaba por limpiar el baño y no era moco de pavo. Busqué los útiles de fregar el piso y cuando di con ellos, me puse a la faena. Me pasé casi una hora para que el olor desapareciera. Casi me asfixio de tantos productos de limpieza que usé, pero al menos, ya no olía a mierda, pero yo sí y no tenía más champú, por lo que tuve que usar el jabón que encontré en el armario del baño y que, por cierto, olía a rosas. Cuando la pastilla la había dejado por la mitad, me di por satisfecho, me sequé y salí del baño.
Revisé las luces de la casa y me fui a la habitación. Con cuidado de no despertarla, me metí en la cama y le di la espalda. Pronto me entró el sueño, pues había sido un día como para no olvidar en mi puta vida. El timbre sonó insistentemente hasta que desperté y me acordé de donde estaba. El timbre no dejaba de sonar y tuve que levantarme. Al estar desnudo, cogí lo primero que encontré y que fue una manta. Me la puse en la cintura. Cuando abrí, allí había una Tzu acalorada.
. - ¿estás bien?, ¿por qué no habrías?, iba a echar la puerta abajo.
. - no te oí. Tenía un sueño que no veas. Pasa, voy a darme una ducha.
. - ¿has visto a mi hermana después de que estuvo contigo ayer?
. - nunca se fue. Está en mi habitación.
. - ¿en tu habitación?
. - sí, hemos dormido juntos.
. - pero ¿cómo has podido?, solo tiene 18 años, degenerado.
. - oye tú, que aparte de que es mayor de edad, tampoco es lo que tú crees.
. - voy a denunciarte si le has hecho algo malo –dijo corriendo hacia la habitación. Di por inútil seguir discutiendo y me fui al baño-.
Cogí el resto de jabón que quedaba y me di la ducha. Luego salí con la toalla en la cintura hacia la cocina, donde puse la cafetera a trabajar. Oía hablar en chino en la habitación y no puse más atención, pues el café ya estaba. Me eché un buen tazón, luego azúcar y para adentro.
Cuando estaba con la taza en las narices, llegó Tzu.
. - lo siento, te pido perdón. No sé cómo disculparme por creer que tu…
. - piensa antes de hablar, ¿quieres?
. - no volverá a suceder. Gracias por cuidar de ella. Me lo contó todo.
. - espero que te dijera toda la verdad. No le toqué un pelo sexualmente, pero sí la duché.
. - me lo dijo y que te llenó de mierda –y se echó a reír la muy cabrona-.
. - serás desgraciada, ¿encima te ríes?
. - lo siento, lo siento, ya me callo.
. - ¿cómo está?
. - avergonzada.
. - por no hacerme caso. Será mejor que la dejes dormir cuanto quiera.
. - sí, ya se lo dije. ¿Te falta mucho?, llegas tarde al trabajo.
. - oye Tzu, ¿vas a controlar mi vida, acaso?, ya soy mayorcito. Iré al trabajo cuando me dé la gana y si no quiero, no voy. Así que no intentes mangonearme, por favor.
. - perdona, no volverá a suceder más. Tienes razón, no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer.
. - ni más, ni menos. ¿Has traído la ropa que te dije que te compraras?
. - sí, la tengo en una bolsa. Me la pondré cuando regreses del trabajo, porque volverás a esta casa antes de ir a comer para cambiarte. ¿No es así?
. - sí, así es.
. - pues en ese momento, me pondré la ropa.
. - vale. Confío en ti. Me cambio y estoy contigo.
Li aún no había salido de la cama cuando yo entré para cambiarme, pues tenía allí toda la ropa. No le dije nada, aunque ella me miraba con esos ojos llorosos que parecía un gato abandonado. Fui al armario y saqué mi ropa más elegante y fui poniéndomela. Cuando iba a salir de nuevo, habló la encamada.
. - lo siento. Tenía que haberte hecho caso.
. - creo que sí. Demasiada comida para un cuerpo tan pequeño.
. - ¿aún quieres que me quede como profesora y ama de casa?
. - claro, eso no ha cambiado.
. - gracias, no volverá a pasar.
. - te creo. Si se diera el caso de que te hubieras levantado antes de que yo regrese para vestirme e ir a la comilona, te rogaría que compraras champú, se nos acabó anoche. Aquí te dejo dinero para que compres lo que haga falta en la casa y de paso, cómprate el vestido que quedamos.
Dejé dinero suficiente y salí del dormitorio. No me olvidé de la grabadora y los apuntes que había ido tomando la tarde anterior. Durante todo el camino, Tzu apenas habló. Solo cuando subíamos hacia mi oficina en el ascensor, lo hizo.
. - ¿es verdad que Li va a vivir contigo?
. - eso me pidió y me pareció interesante.
. - mi hermana y yo nunca nos hemos separado.
. - me dijo que erais independientes las dos, aunque vivierais bajo el mismo techo. Pero si tú no quieres que ella viva conmigo, le digo que se vuelva a tu casa.
. - no puedes hacer eso. Los jefes se lo pidieron expresamente. Te quieren contento.
. - eso me ha dicho tu hermana.
. - ¿sería mucha molestia que yo también viviera contigo y así poder cuidar de mi hermana?, mis padres me matarían si le sucede algo. Aunque seamos independientes como dice ella, siempre seré su hermana mayor y cuidaré de ella, quiera o no quiera.
. - por mí estás invitada. Puedes quedarte el tiempo que quieras tú y tu hermana –habíamos llegado a mi planta- ¿querías hablar de alguna cosa más?
. - no, eso era todo.
. - de acuerdo, voy a trabajar un poco entonces –y salí del ascensor. Pasé por delante de la oficina de la entrada sin pronunciar palabra, aún me duraba el cabreo con aquella chica. El problema era que no estaba Joan en su puesto.
Tzu se sentó en la recepción, cogió una revista y se puso a ojearla para que el tiempo volara.
. - buenos días a todos –dije al grupo ya reunido, ellos me devolvieron el saludo. Sobre la mesa había diferentes fotos del entorno de la próxima construcción del puente. Yo me llegué ante una impresora multifunción y mediante Wifi, fui imprimiendo las fotos de mi cámara. Luego las cogí, una a una y las añadí a la mesa.
Xia se me acercó algo nervioso.
. - te pido disculpas en nombre de mi hermana.
. - ¿por lo de ayer?
. - sí, está avergonzada por lo que os dijo a ti y a tu traductora.
. - ¿y por qué no está en su puesto?
. - por eso, porque está avergonzada.
. - acepto sus disculpas. Que regrese a su puesto, nos hace falta.
. - ¿aún quieres que vuelva?
. - no soy rencoroso. Si se ha disculpado, por mí ya no hay problema. Que vuelva, por favor.
. - gracias, se lo diré enseguida.
Xia llamó a su hermana a su casa y hablaron unos segundos. Luego se giró hacia mí.
. - ya viene. Se ha puesto muy contenta. Gracias, a papá le hubiera dado un infarto si se entera de lo que os dijo.
. - por mí no lo sabrá. Bueno, ¿nos ponemos a trabajar o qué?, me iré una hora antes de la comida con tu padre. He de ir a casa para ducharme y cambiarme. Venga, que se nos va el tiempo.
Los cuatros nos pusimos manos a la obra. Las discusiones subían y bajaban de tono como un tobogán, cuando me tocó a mí.
. - hay problemas con ese río.
. - ¿a qué te refieres, manito? –dijo Emiliano-.
. - A esto –y pulsé el grabador –la voz de Li traduciendo a uno de los ancianos era bien elocuente-.
. - “si no controlan la fuerza del agua cuando lleguen los monzones, no habrá puente que aguante sus embates”.
Pulsé de nuevo y apagué el aparato.
. - esto lo decía un anciano del lugar. Luego se lo pregunté a otro anciano que había más lejos y me vino a decir algo parecido. Así que antes de hacer los planos del mismo puente, necesitamos saber la fuerza del monzón en esa zona en concreto para poder darle seguridad al cliente de que el próximo monzón no se lleve el puente por delante.
. - eso es una jodienda y de las grandes –dijo el catalán-.
. - cada año no es igual de fuerte el monzón –dijo Xia-.
. - habrá que hacer un estudio de la fuerza de las aguas antes de meterle mano y eso demoraría los planos y tenemos un tiempo establecido para presentar nuestro trabajo –añadió el mejicano-.
. - yo tengo una solución, pero encarecería el costo y han puesto una cantidad como máxima –dije yo-.
. - dinos tu solución y la discutiremos –dijo Xia-.
. - un dique. Hacer un dique a todo lo ancho del río. Unos 200 metros antes del puente o los metros que los expertos nos digan. Así el agua bajaría con mucha menos fuerza, cuando haya monzón.
. - no me parece mal, pero como dices, encarecería el presupuesto -dijo el catalán-.
. - la pregunta es –dije- ¿queremos hacer una obra ajustada al presupuesto y que se la lleve la fuerza del agua? o ¿presentamos un presupuesto donde añadimos el dique y aseguramos que el puente aguante lo que le echen?
Todo el mundo se quedó pensativo. Saltó el catalán.
. - podemos hacer dos presupuestos.
. - ¿por qué dos? –pregunto Xia-.
. - uno con el presupuesto a la baja del puente mismo con todas las medidas de seguridad posibles y otro del dique, separado del puente. Informaríamos que lo mejor es que se añada el dique por la seguridad del mismo puente. Que decidan ellos.
. - ¿y si no aceptan el dique y si el puente y el monzón es muy fuerte y se lleva el puente?, los seguros nos comerían vivos, no estoy de acuerdo. Prefiero presentar el puente y el dique conjuntamente y que no me lo acepten, que lo hagan solo con el puente sin dique. Es nuestra primera presentación y no debemos jugar con fuego, por lo menos aún -dije-.
. - me apunto a tu idea, español –me dijo el mejicano- correr riesgos con el primer trabajo, es de locos y no quiero acabar en la cárcel.
. - ¿qué dices, Xia? –preguntó Jordi al chino-.
. - si le digo a papá que tiene que sacarme de la cárcel por habernos cargado un puente de 290 millones de dólares, le da algo. Prefiero no arriesgar con tanto dinero. Yo añadiría el precio del dique al del puente y lo presentaría junto, como si fuera uno indivisible. Si no lo acepta, pues nada, pero si lo acepta, seremos ricos y famosos, como quien dice.
. - veo que estoy solo. Tendré que amoldarme a la mayoría y entraré en el juego. Todo en un paquete -dijo el catalán-.
. - bien, pero, aun así, tenemos que informarnos de la potencia de los tifones en esa zona.
. - de eso me encargo yo –dijo Xia- tengo un conocido de mi padre que lleva esas cosas de la meteorología. Hasta puede que no nos cobre si sabe que papá es quien pone la pasta, pues le debe unos favores.
. - no metas a tu padre más en la empresa. Ya bastante ha puesto.
. - no lo meteré, pero si ese amigo de papá cree que sigue poniendo, yo no soy quién para decirle lo contrario.
. - serás cabrito… –dijo el mejicano y todos reímos-.
Continuamos con otros temas del puente. Eso nos llevó hasta las once, en que dejamos las discusiones para cada uno irse a duchar y cambiar de ropa para ir a la comilona. Al salir, allí estaba Joan Yan en su sitio. Se levantó en cuanto me vio.
. - ya le he pedido perdón a tu traductora y ahora a ti, que te lo pido también.
. - estás perdonada, Joan. No lo hagas más y todo irá de perlas entre nosotros. Te dejo, aún tengo que cambiarme para ir a tu casa a la comida de tu padre.
. - de acuerdo, allí nos vemos. Hasta después.
. - hasta luego, entonces.
. - Bienvenidos a casa –dijo Li-.
. - hola, ¿compraste el champú?
. - sí, Salvador. Compré varias marcas y dos de cada una por si acaso se nos acaba de nuevo.
. - has hecho bien. Tu hermana –dije señalándola- se queda a vivir con nosotros. ¿Podéis llevar entre las dos la casa? ¿No os pelearéis?
. - ¿por qué nos vamos a pelear? –dijo Tzu-.
. - lo digo de antemano para que estéis avisadas. Si hay follones entre las dos, os vais las dos. Cuando regreso a casa, quiero descansar, cuando quiero descansar, quiero descansar y no es una perogrullada.
. - ¿qué significa esa frase, hermanita? –preguntó Li a Tzu-.
Fue respondida en chino.
. - ¡aaahhh…! –dijo sonriendo-.
. - os daré un extra cada mes por llevar la casa, no quiero que digan que os tengo esclavizadas. Tzu, dúchate antes tú.
. - no, tu primero. Ya sabes que tardamos más que vosotros los chicos.
. - como quieras. Li, Tzu, elegid una habitación cada una. Hay suficientes para los tres.
. - yo prefiero dormir contigo, Salvador –dijo Li-.
. - pero ¿qué dices, Li?, duermes desnuda –dijo su hermana, ruborizada-.
. - Salvador también y ya nos hemos visto todo, ¿verdad, Salvador?
. - eso último es verdad, pero no es buena idea, Li. Coged una habitación cada una y se acabó la discusión. Si estás enferma, no me importará que lo hagas, cuidaré de ti. Os dejo, el tiempo vuela.
Una vez en el baño, me metí en la ducha. Fuera, las dos hermanas discutían.
. - ¿estás loca o qué?
. - de loca nada, me gusta Salvador y lograré acostarme con él. Cuando me vea con el traje que pienso comprarme con su dinero, flipará.
. - ¿ya no te acuerdas de Chauen-Lee?
. - Salvador no es como ese cabrón. No intentó nada anoche cuando estaba junto a él dormida y desnuda.
. - no te fíes Li, te lo ruego.
. - tampoco soy tonta. Ya hace tiempo que perdí la virginidad, cosa que tú no lo has hecho aún, Tzu.
. - sabes perfectamente por qué.
. - lo sé, lo siento –ambas hermanas se abrazaron y así las encontré.
. - así me gusta. Que las hermanas se quieran y no se estén todo el día peleando. Te toca, Tzu y no te demores mucho.
. - me daré prisa, pero no mucha, ¿eh…? –sonrió-.
Estaba con una toalla en mi cintura y se vislumbraba la punta de mi polla detrás de la toalla. Tzu no pudo evitar mirar allí. Luego se fue a la ducha a paso largo. Li me siguió a mi dormitorio y se sentó en una silla.
. - ¿qué coño haces, Li?
. - quiero vertela de nuevo.
. - serás morbosa –me saqué la toalla sonriendo. Tenía mi pene hacia arriba- ¿es esto lo que querías ver?, ya me lo viste bien anoche.
. - pero no así, empalmada. ¿Puedo verla de cerca?, nunca he visto una en vivo y en directo de un tío tan guapo como tú.
. - ya se las verás a tus novios. Ahora déjame vestirme y no seas niña.
Aun así, se sentó junto a mí en la cama y miraba y miraba la condenada.
. - ¿no te duele?
. - solo cuando me pongo unos pantalones ajustados, pero hoy no es el caso.
. - si quieres, puedo…
. - ni lo sueñes. ¿No tienes un novio al que dejar seco?
. - no desde que me violaron.
. - joder, Li. ¿Es cierto eso?
A la chica se le humedecieron los ojos.
. - era mi novio, o eso creí yo. A la semana de conocernos, me violó en un descampado.
. - vaya, lo siento, Li –le cogí del hombro y la atraje hacia mi pecho- lo siento de veras, pequeña. Esta noche ponte guapa, te llevaré a comer fuera para que alegres esa carita de ángel que tienes-.
. - gracias –se alegró de repente- me pondré el traje que me compré con tu dinero-.
. - muy bien. Ahora déjame vestir, que tu hermana se me va a adelantar habiendo salido yo antes del baño.
. - déjame elegirte la ropa para que vayas bien guapo a esa comilona con el ricachón.
. - bueno, vale. Adelante.
Abrió el armario y fue mirando la ropa allí depositada, que, por cierto, no era mucha.
. - tienes que comprar más ropa. Mira, éste es el más guapo de los tres trajes que tienes. Irá bien con estos pantalones.
Me puse los slips y los calcetines. Luego me ayudó a ponerme los pantalones. Era como una madre aquella joya de chica. Una vez puesto el cinto por ella, me dio la camisa y me la puse.
. - ¿Te pones chaqueta?
. - hace demasiado calor para chaquetas. Pero me pondré una corbata. Elígeme una de esa media docena de ahí –le señalé el comodín-.
Li abrió y apartó corbatas hasta elegir una que le gustó, era de lunares.
. - no, mujer. Esa es para una fiesta y esto es un almuerzo.
. - es verdad, qué tonta soy. Entonces una azul, ¿te gusta el azul?
. - me gusta, si no, no estaría ahí.
. - entonces la azul. Tiene algo de blanco también. Sí, es la ideal para una comilona de ricachones.
Cuando me la estuve colocando, oímos un grito desgarrador desde el baño.
. - ¿qué pasará ahora? –dije yendo con Li al baño. Estaba cerrada y Li le gritó desde la puerta-.
. - Tzu, ¿qué te ha pasado?, ¿por qué has gritado?
. - no puedo ir a esa comida.
. - ¿por qué?, ¿qué ha ocurrido?, ábreme la puerta.
. - ¿está Salvador contigo? –dijo llorosa-.
. - sí, aquí estoy, Tzu –dije-.
. - abriré, pero no entres tú, por favor, que sólo entre Li.
. - como quieras, me quedaré fuera.
Abrió la puerta y se quedó tras ella. Li entró y solo oí un joder de su boca, pues cerraron la puerta. Entre ellas solo hablaron en chino, sabiendo que no entendía ni papa.
. - como la tienes... ¿No puedes bajarla?
. - no quiere, lo intento, pero no puedo.
. - pues hazte una paja y listo.
. - yo no hago esas cosas. Siempre se ha bajado sola, pero hoy no quiere hacerlo la maldita.
. - ¿y qué quieres que haga?, no pienso hacerte una mamada.
. - entonces tendrás que sustituirme en la comida.
. - no tengo que ponerme y la comida está cercana.
. - mierda, es verdad –dijo Tzu-.
. - ¿y entonces?, alguna tiene que ir con Salvador.
. - yo solo veo una solución, si no te haces una paja.
. - ni hablar, sería rebajarme demasiado.
. - tu misma. Venga, que se estará poniendo nervioso porque ninguna de las dos salimos del baño.
. - ¿y si me la ve y llama al jefe pidiendo otra agente o hace que me expulsen?
. - Salvador no es de esos. Lo máximo es que no quiera hacerlo, pero no dirá nada, seguro que no.
. - no sé qué hacer. Dios mío, vaya putada. Soy una idiota.
. - hermanita, no eres idiota, eres así y nada más. ¿Lo llamo o no?
Después de pensárselo un momento, se decidió.
. - llámalo, pero no me dejes sola con él.
. - como quieras. Pasa, Salvador, por favor –gritó en inglés para que la oyera desde fuera-.
Entré y me encontré con un panorama que no daban crédito mis ojos. Tzu tenía un cacho rabo y, además, lo tenía por las nubes.
. - repito lo que tu antes, Li. Joder…
. - por esto, no puedo ir contigo. No hay manera de que baje.
. - pues hazte una paja mujer ¿o tengo que decir, hombre?, ¿Que eres, Tzu?
. - una mujer, pero con pene.
. - pues eso, hazte una paja entonces y vayamos a la comida, que llegamos tarde.
. - ¿no te importa que tenga pene?
. - la verdad es que me he llevado un susto de muerte, pero ya recuperado, no voy a hacer que te la cortes.
. - ¿no me denunciarás a mi jefe?, no lo saben en la empresa.
. - para nada, eres como eres y listo. Bueno, ¿qué vas a hacer entonces?
. - mi hermana… –dijo Li- …no es de las que se hacen una paja y habíamos pensado si tu…
. - anda ésta, hacela tú, es tu hermana. Hace un momento me querías mamar la mía en el dormitorio.
. - ¿Li, es cierto eso?
. - bueno, bueno, eso no viene ahora al caso –quiso despejar balones fuera la pequeña de la familia- eres mi hermana y yo no le hago mamadas a mi hermana. Hacela tú, porfa, Salvador.
. - ¿tú que dices, Tzu?, ¿estás de acuerdo?, que no llegamos, leñe.
. - ¿puedes hacérmela tú, por favor?
. - ¿cómo sabes que me gustan los penes?
. - ¿te gustan? –Dijeron ambas hermanas al mismo tiempo-.
. - pues así es. Los penes, los pechos y las vaginas y, sobre todo, ¿sabéis el que?
. - no queda más que el trasero –dijo roja como una guinda, Li-.
. - tú lo has dicho. Esta chica está muy adelantada para su edad. ¿Seguro que solo tienes 18 años?
. - segurísima –dijo la aludida- Bueno, métele mano ya o como más te guste hacerlo-.
. - ¿vas a presenciarlo?, ¿vas a estar de mirona?, -miré a Tzu-, ¿La dejas aquí, Tzu?
. - sí, le dije que se quedara.
. - como tú quieras. Vente hacia aquí –le dije sentándome en la taza del inodoro. Ella se me acercó y me puso su pene y vagina delante de las narices. Tzu miró hacia otro lado-.
Era un buen rabo lo que tenía aquella chica entre las piernas. Mi polla estaba queriendo reventar y como estaba allí Li de espectadora, ¿por qué no darle un poco de trabajo?
. - oye Li, ¿no tenías ganas de comerme el rabo?
. - sí, ¿quieres que te lo coma ahora?
. - es que antes la tenía dura, pero ahora con esta herramienta delante de mis narices…, -señalé el pene de Tzu- creo que voy a reventar y si pudieras hacerle los honores, te lo agradecería…
. - sí…, sí... Sácatela.
. - ponte entre las piernas de tu hermana y sírvete tú misma.
. - oh…, gracias.
. - pero bueno, chicos. ¿Qué hacéis?
. - tú calla, hermanita –dijo Li metiéndose bajo su chumino. Pronto comenzó a bajarme la cremallera y sacando mi polla, se puso a pasarle la lengua a todo lo largo, lo mismo que ya estaba haciendo yo con la polla de Tzu, que se tensó y volvió a mirar a un lado indeterminado-.
Pronto la puse a gemir de placer, lo mismo que me hacía su hermana bajo ella, pues ya la tenía toda en su boca o casi toda. Mientras mamaba a Tzu, le metía un par de dedos en la vagina, pajeándola y consiguiendo que se corriera vaginalmente. Mi lengua estaba allí para pasársela por sus labios vaginales y al mismo tiempo, pajeaba su pene.
Al rato me metí la polla en la boca y no la saqué hasta que explotó súper excitada la chica de nulas tetas, lo más, un par de cerezas por pechos. La seguí mamando y su fluido seminal pasó de sus huevos a mi boca, lo mismo ocurría un poco más abajo con mi polla y la boca de Li, que tragaba leche a destajo.
. - no pares Li, déjamela seca –le apreté la cabeza contra mi polla para que no parara-.
La polla de Tzu ya no soltaba más leche, pero, aun así, le di una mamada extra que la dejó sudando.
. - lista Tzu. ¿Necesitas algo más?
. - no, gracias, Salvador. Es bastante. Acabaré de ducharme, si no os importa.
Mientras ella se metía en la ducha, Li acabó de secarme el pozo de mis huevos. La alcé y sentándola entre mis piernas, me comí su boca, buscando leche que encontré en abundancia que pasé a la mía. Luego le levanté la camiseta y sus pechos desnudos, los disfruté mientras ella gemía de puro placer, pues sus senos eran pura excitación.
. - cómeme el chichi, Salvador por favor.
. - sácate los pantalones, pequeña.
Se quedó en tanga y aun sentado en la taza de inodoro, aparté la parte que molestaba y allí metí mi lengua para succionarle el zumo de la chica que sabía a gloria. Su hermana no perdía detalle, hasta que respiró hondo y acabó de ducharse, saliendo del baño desnuda hasta donde tenía su ropa nueva recién adquirida.
Yo dejé de comerme el chichi de Li, pues el tiempo es oro y me quedaba poco. Me fui al lavabo y empecé a lavarme el pito, para luego interrumpirme Li y hacerlo ella. Solo cuando me hubo metido bien mano a todo mi paquete y lo que no era paquete, dejó mis partes en paz. Me sequé y me subí los pantalones. Luego me lavé los dientes y arreglándome un poco, me peiné y salí del baño.
Silbé, pues Tzu estaba verdaderamente preciosa con aquel traje tradicional chino.
. - estás preciosa, Tzu. Serás la más guapa de la fiesta.
. - no digas tonterías -dijo sonriendo-.
. - bueno, entonces para mi serás la más guapa de la fiesta.
. - vale, gracias por el piropo. ¿Nos vamos ya?
. - sí, nos vamos.
. - ¿no os despedís de mí?
Llegó Li, desnuda. Se me abrazó y me dio un beso de tornillo. Luego le dio otro a su hermana, pero solo fue un beso de hermana.
. - que lo paséis bien los dos.
. - vístete, no vayas a coger un resfriado –le dijo Tzu-.
. - Li, sé una señorita y no vayas así por la casa. No tengo ganas de follones con los vecinos.
. - vale, vale. Pero esta noche dormiremos juntos.
. - de eso nada. Cada uno en su cama y Dios en la de todos.
. - serás cascarrabias. Venga, largaros ya.
De camino a la casa del padre de Xia, tuve que conducir yo, pues el traje típico local que llevaba mi intérprete y escolta, le hacía imposible el conducir el vehículo. Busqué una floristería y compré dos ramos de flores del color que le pareció adecuado a Tzu. Una para Joan y otra para su madre. La casa estaba en el distrito de los ricos, donde ver mansiones millonarias aquí y allá, era fácil, pues había cantidad de ellas. Para que luego digan del comunismo. Sí, pero no para todo el mundo. Siempre habrá ricos y pobres, sea donde sea.
Aparqué donde el GPS me dijo que estaba la dirección de la casa que buscábamos. Era una mansión estilo chino, pero a lo bestia. Con grandes zonas ajardinadas y la casa en medio. Ayudé a bajar a Tzu y antes de ir hacia la puerta enrejada, saqué del maletero la espada en su coqueta caja con un lazo. Luego nos acercamos a la puerta.
. - Salvador, para que no tengas problemas, sé afable, pero correcto. No hagas chascarrillos de los tuyos. No lo entenderán y pensarán que te estás riendo de ellos. Inclínate un poco y luego saluda si te tiende la mano para ello. Con las mujeres, solo inclinas la cabeza.
. - las mujeres no estáis muy bien consideradas, me parece a mí.
. - eso hay que solucionarlo, pero llevará tiempo. De momento es lo que hay. A mí me presentas como tú intérprete personal, nada más. Yo estaré pendiente para traducirte. Ya puedes tocar el timbre.
. - ¿y si nos damos la vuelta?
. - mala idea.
. - sí, es verdad. Bueno, al toro y pa´lante –toqué el timbre y sonaron ladridos de perros que se acercaban-.
(Parte 21 de 30)
FIN