Soy un caballero y cumplo lo que prometo (20)
Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada. Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.
SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO
(20-30)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados
En una de las paradas publicitarias, regresé a la habitación y las vi allí, dormidas y tan alegres sus caras, que tuve ganas de follármelas de nuevo a cada una, pero no, no tocaba. Las arropé y cerré la puerta un poco para que no se despertaran con el sonido de la televisión.
. - ¿A que huele? –dijo Guadi, despertando a Adelaida- ¿a qué huele? –repitió-.
Adelaida olió y sonrió.
. - es la especialidad de Salvador. Tortilla de papas con huevo, ajo y mucho perejil. Dejémoslo que nos la traiga, por una vez… -y rieron las dos-.
Al rato y después de haber disfrutado la una de la otra de nuevo, pues las mujeres son incombustibles para soltar orgasmos, tras orgasmos, llegué yo con mi tortilla XXL cortada en tres trozos.
. – hola, dormilonas. He hecho una tortilla para los tres. Cada una se comerá una porción y solo una porción. Adelaida, que te conozco… –dije riendo-.
Me metí en la cama y con la bandeja, me puse entre las dos. Así nos comimos la tortilla entre los tres, con un poco de refresco para cada una, pues solo llevé un bote. Nos lo repartíamos como buenos amantes que ya éramos.
. - está bien buena, Salvador -dijo la negrita-.
. - es lo mejor que habrás probado nunca, además de la sopa de pollo y mariscos, claro.
. - eso es. Te deja el sabor del perejil varias horas después de habértela comido –añadió Adelaida-.
. - es verdad. ¿Cómo estás de los dolores? -pregunté-.
. - el calmante hizo milagro y casi no me duele, pero aún no vuelvas a usar mi puerta trasera, por favor.
. - no te preocupes, no la usaré. Usaré la de Adelaida, ¿verdad mi amor?
. – por supuesto, mi amor –y todos reímos-.
Con tanta follada y tanto dormir se me había olvidado enviar los correos electrónicos con las fotos y la petición de averiguar donde se encontraba el hijo del capataz para hacerle llegar a su padre e informara al hermano de Guadi para que se desplazara a la embajada de otro país.
En cuando Guadi pudo moverse, un par de horas después, envié toda la información que necesitaban, a Exteriores, al correo electrónico facilitado por Diana. A ella la llamé y le dije lo de localizar al chico del capataz. Ella dijo que se encargaba. De algo tendría que servir ser una de las compañías que hacía más trabajos en los cinco continentes. Las relaciones con el Ministerio de Exteriores eran constantes por los intereses de la empresa constructora y de la misma España para afianzar sus relaciones comerciales.
El sexo con mis dos chicas era constante conmigo y entre ellas. Pasó una semana sin noticias de Exteriores. Pasaron dos semanas más y nada, tampoco. Cuando un mes después sonó el móvil, las noticias llegaron a borbotones. Eran noticias que, al juntarlas, era una gran noticia.
Primero, que el chico había llegado hasta Bindong en Camerún y que había llamado a la embajada española del país. Desde allí enviaron a alguien a recogerlo y directamente lo llevaron al aeropuerto internacional más cercano. Segundo, que había salido con destino a España en un avión de Air France. Tercero, que ya estaba en España, pero debido a su debilidad y que además debía pasar por una revisión obligatoria, lo habían ingresado en un centro hospitalario especializado en enfermedades tropicales, donde le harían una revisión completa de otras enfermedades infecciosas peligrosas, como Sida, Hepatitis B, etc.
Por supuesto, fuimos al hospital. Adelaida no quiso ir.
. - Id vosotros, últimamente me canso demasiado. Ya no soy tan joven como vosotros.
. - ¿te encuentras bien, mi amor?
. - sí, querido. Solo es cansancio. Iros…, iros ya.
. - como quieras. ¿Nos vamos, morena?
. - sí, vamos a ver a Pedro, mi hermanito Pedro –dijo ella esperanzada-.
Pero no pudo ser. Lo mantuvieron en cuarentena, pero no cuarenta días, sino quince días aislado. Tenía unas fiebres tropicales que le trataron. Solo cuando estuvo totalmente recuperado, permitieron que lo visitaran familia y amigos.
Como ya casi Adelaida no salía, fuimos su hermana y yo como siempre el día del alta.
. - vamos a ver si esta vez es la vencida y nos lo traemos a casa.
. - si le dan el alta, es porque ya está bien –dije-.
Nos llegamos al hospital y directamente subimos a planta. Allí, en la habitación 829ª, estaba alojado. Toqué en el bastidor de la puerta y una voz apagada nos dio el pase. Dejé pasar a Guadi y según vio a su hermano, corrió hacia el chico para abrazarse, besarse y llorar los dos como dos magdalenas.
. - hermanito, hermanito mío. Por fin juntos de nuevo.
. - sí, hermanita. Ha pasado mucho tiempo, pero ya estamos juntos otra vez.
El chico me vio allí plantado detrás de su hermana.
. - ¿No me presentas a tu amigo?
. - ay, sí. Perdona. Salvador, éste es mi hermano Pedro. Pedro, este es Salvador, el que ha hecho posible que hayas vuelto conmigo.
. - le doy las gracias, señor.
. - no me las des a mí. Es a unos amigos míos que tienen contactos. Sé bienvenido y llámame Salvador.
. - de todas maneras, gracias, Salvador. ¿Sois pareja los dos?
Antes de que Guadi metiera la pata, intervine.
. - Solo amigos con derecho a roce. ¿Se dice así también en vuestra tierra?
. - más o menos. Allí se dice que son pareja sin final de boda (inventado).
. - podría llamarse así también. ¿Nos vamos ya o aún tienen que darte el alta?
. - no, ya la tengo –nos enseñó unos papeles firmados por el médico- nos podemos ir. Les estaba esperando.
. - pues nos vamos entonces. ¿Puedes caminar o te ayudamos?
. - puedo caminar. No muy bien aún, pero me mantengo de pie.
. - perfecto. Entonces cuando quieras, nos vamos.
Su hermana ayudó a Pedro a llegar al ascensor.
. - estás delgadito, hermano.
. - sí, entre el viaje y las fiebres que cogí, me dejaron en los huesos.
. - eso lo arreglamos rápidamente –dije- Guadi, ¿qué te parece si lo llevamos a comer algo?, estará hambriento, pues en estos hoteles no dan buena comida, precisamente.
. - Pedrito, ¿quieres comer algo o ir a casa y descansar?
. - ya he descansado bastante. Vayamos a comer.
. - ¿qué te apetece comer? –pregunté-.
. - ¿podría ser en uno de esos sitios de comida rápida? Nunca he podido ir a ninguno.
. - eso está hecho.
Salimos a la calle y cogimos un taxi, pues no quise ir en mi auto por la mala situación para aparcar cerca del hospital. Le dimos la dirección de un antro de comida rápida y allí nos aposentamos. El chico no sabía qué pedir de tantas cosas que ofrecían.
. - empieza por una hamburguesa. Es mejor que no comas mucho ahora, hasta que tu cuerpo se acostumbre o tendrás que ir al baño corriendo.
. - tengo mucha hambre. Quiero de esto, esto y esto también.
. - hazle caso, Pedro.
. - estoy bien. Si no, no me hubieran dado el alta.
. - como quieras. Ya estás avisado.
Cuando le trajeron lo pedido, comenzó a comer y comer. A la media hora, salió por patas hacia el baño.
. - hay que joderse. Mira que se lo dijimos. Será mejor que vayas a echarle una mano. Yo no puedo entrar en el baño de los chicos.
. - ya voy, y mira que se lo dijimos –repetí-.
Al entrar en el baño, oí que el chico estaba arrojando en uno de los excusados. Entré y allí estaba inclinado, arrojando.
. - ¿cómo va eso?
No respondió porque tuvo una nueva arcada y soltó más pota. Grandes trozos de hamburguesa salían de su boca. Pronto su barriga comenzó a hacer ruido.
. - mierda –dijo y se sacó los pantalones y se sentó en la taza.
. - será mejor que te deje solo un rato.
. - no, no me dejes solo ahora.
. - como quieras –cogí papel higiénico y le di un buen trozo. Se limpió la boca y lo echó por entre sus piernas en la taza, levantándose un poco-.
Soltó una buena cagada, pues impregnó todo el excusado de ese olor a mierda que tiraba para atrás.
. - ahora sí que te dejo.
. - no, por favor. No quiero que vengan a por mí.
. - ¿quién viene a por ti?
. - los del gobierno de mi país.
. - no te preocupes. Nadie sabe dónde estás. Ni a donde irás. Vivirás conmigo, tu hermana y una señora muy amable. Allí nadie te hará daño.
. - ¿me lo prometes?
. - sí, te lo prometo –dije por decir- Ahora acaba y no tengas prisa. Estaré fuera esperando. Nadie te hará daño o le corto los huevos.
. - gracias. ¿Por qué me ayudas?
. - porque había que hacerlo, solo por eso. Estoy fuera.
Salí del excusado y del baño. Respiré hondo y me llegué junto a su hermana.
. - ¿cómo está?
. - cómo te lo puedes imaginar. Echa por arriba y por abajo.
. - pobrecito.
. - sí, pero no veas como está dejando el baño.
. - no seas malo, hombre.
. - perdona. Otra cosa, mariposa. Tu hermano tiene miedo de que vengan los del gobierno a llevárselo o algo peor.
. - es comprensible. Lleva mucho tiempo huyendo. Hasta que no pase un tiempo, no comprenderá que está seguro entre nosotros.
. - calla, ahí llega.
La cara del moreno Pedro ahora estaba peor que cuando lo sacamos del hospital.
. - será mejor irnos a casa. Allí descansarás y Adelaida te hará sus sopitas que lo curan todo –dije-.
. - es verdad –dijo Guadi-.
Pagué y nos fuimos de allí. Cogimos un taxi y nos dejó en casa. Adelaida le dio un achuchón de los suyos que casi lo parte en dos.
. - Guadi, será mejor que duermas con Adelaida, y tu hermano y yo lo hagamos en tu habitación. La otra habitación la tienes con tus cosas de costurera.
. - sí, será lo mejor, pero nos visitarás, ¿verdad?
. - claro, mi amor –dije sonriendo y le di un beso en la boca delante de su hermano- vente, Pedro. Primero de nada, te darás una ducha bien calentita. Luego te metes en la cama, mientras Adelaida te prepara una sopa calentita que revive a los muertos, ¿verdad, Adelaida?
. - claro que sí, te veo con mala cara.
. - es que acaba de echar la pota y lo que no es la pota en una hamburguesería.
. - vosotros también llevarlo a uno de esos sitios tan pronto…
. - fue por petición expresa del chico, ¿no es verdad Pedro? –pregunté-.
. - sí, fue una mala idea por mi parte.
. - vamos, dejemos a las chicas.
Llevé al chico al baño.
. - ahí tienes de todo. Luego sales para la habitación de al lado. Las chicas ya la estarán arreglando un poco.
. - no tengo ropa que ponerme.
. - no te hace falta para dormir. Aquí nadie duerme con ropa, tu hermana tampoco.
. - ah, ya… Bueno, si es así...
Salí del baño y entré en la susodicha habitación. Guadi estaba terminando de cambiar las sábanas.
. - ¿está todo bien con Pedro?
. - lo dejé en el baño. Luego se meterá en cama. Necesita descansar.
Guadi se me abrazó y lloró una vez más.
. - nunca podré agradecerte lo suficiente lo que has hecho por mi hermano y por mí.
. - no seas tonta. No llores o tu hermano se va a dar cuenta y no quiero que sepa que aquí te tenemos de esclava y te damos latigazos.
Conseguí que sonriera y besé cada ojo que cerró previamente.
. - anda, fuera esas lágrimas –y se las quité con un dedo-.
Al rato llegó el chico con la toalla alrededor de su cintura.
. - ¿es ésta mi cama?
. - sí, más adelante la pondrás a tu gusto.
. - y al tuyo, ¿no?
. - también, pero yo dormiré muchas veces con las dos chicas.
. - ¿las dos?
. - sí, hermanito. Tienes que aprender muchas cosas aún. Adelaida y yo nos acostamos con Salvador todos los días.
. - ah, ya… –repitió el chico, al no saber qué decir-.
. - Anda, métete en la cama.
El chico lo hizo y una vez dentro y bien arropado por su hermana, sacó la toalla y la puso sobre una silla, la cual cogió Guadi y la llevó con la ropa sucia.
. - aquí está la sopita para el enfermito –entró Adelaida con una bandeja-.
Adelaida le puso la bandeja con la sopa en sus piernas, después de que el chico se sentara con su espalda en el respaldo de la cama.
. - es una sopa muy suave. Así te irás reponiendo. Luego duermes hasta mañana. Y poco a poco, con mis calditos, te pondrás como nuevo.
. - gracias, señora. Es muy buena conmigo.
. - llámame Adelaida o mamá, como prefieras. Yo también me voy a descansar. Hoy tengo un cansancio encima que no puedo ni con mi alma.
. - mamá, ¿seguro que no te pasa nada?, últimamente siempre estás cansada -dije-.
. - nada en absoluto. Que soy vieja, eso es lo que pasa. Bueno, os dejo. Hasta mañana, jovencito.
. - hasta mañana, señora. Digo, Adelaida. Gracias por la sopa.
. - dale la bandeja a tu hermana o a Salvador cuando termines. Hasta mañana a todos.
Adelaida se metió en la ducha y luego se acostó, quedándose dormida como una tronca enseguida.
. - Salvador, vete a ver la televisión un rato, yo voy enseguida. Con Adelaida durmiendo, no deberíamos molestarla. Ya sabes por qué.
. - te espero fuera, querida. Hasta mañana, Pedro.
. - gracias otra vez, Salvador.
. - a mandar –salí y encendí la televisión. Me puse los cascos y empecé a ver una película en blanco y negro, pues eran mis preferidas-.
Cuando no había acabado aun la película, salió Guadi despacio, cerrando la puerta casi toda. Dejó la bandeja en la cocina y se vino hacia donde estaba yo. Por el camino se desnudó, yo ya lo estaba, con mi polla en la mano, pajeándomela, para mantenerla bien durita. Guadi se acercó y se sentó encima de mi polla. Subiendo y bajando sobre ella. Sus gemidos no podía ocultarlos, así que su hermano los oyó perfectamente, pero nada hizo, ni dijo. ¿Qué iba a hacer?
Pronto la tuve a cuatro patas y le di polla culera que aumentó sus gemidos de placer, puro placer. Cuando descargué en su boca y me la limpió, le hice una limpieza vaginal que la dejé como nueva.
Aun nos quedamos un buen rato bien abrazados viendo la televisión. Solo cuando acabó la película, apagamos el aparato y nos dimos una ducha mutua. Luego ella se fue a dormir con Adelaida y yo, con Pedro. Al sentirme entrar en la habitación, Pedro se hizo el dormido. Me metí bajo las mantas y me arropé bien, dándole la espalda al chico, pues yo también tenía ganas de dormir la mona.
Pedro apenas podía dormir teniendo un cuerpo desnudo tan cerca de su cuerpo también desnudo. Poco a poco, fue acercándoseme a mi espalda. Llegó un momento que desperté sintiendo su cara en mi espalda y sus brazos rodeándome el torso. No hice un movimiento, ni nada dije. Solo cuando sentí que su pene intentaba entrarme por el culo, me di la vuelta, quedándome cara con cara con el chico. Sus ojos brillaban ante la escasa luz que entraba por la ventana.
Acerqué mi boca a la suya y se la besé. El chico debía de estar muy desesperado, pues contraatacó con más besos y más fuertes que el mío. Pronto fue una guerra de lenguas y cuando mi polla no podía ponerse más dura, le hice bajar la cabeza hacia ella. Al chico aquello era como ganarse la lotería sin haber jugado un puto número.
Me la mamó y mamó hasta que me hizo correr en su garganta. Se lo tragó todo y más, pues siguió mamándome hasta que se le escurrió de la boca. Una vez descargado, su polla era mi objetivo y como el chico antes, bajé a los infiernos y tragué aquella polla súper negra que me dio un placer inusitado. Era como si regresara a mis primeras mamadas, que me volvía loco tragármelas sin fin.
Cuando recibí en mi boca su lechada, la saboreé y tragué. Sin duda había hecho una buena adquisición amatoria. Su culo sería lo siguiente, pero ahora no tocaba y nos quedamos dormidos el uno junto al otro después de un morreo interminable. En toda la acción mamadora y besucadora, ninguno dijo una palabra. Ni falta que hacía, pues solo éramos dos tíos que nos dábamos placer y que, ya puestos, nos lo daríamos posteriormente, nada más y nada menos. La luz que entraba por la ventana me despertó, luego estiré los brazos. Ello despertó a Pedro, que sonrió enseñándome sus blancos dientes.
. - hola –dijo-.
. - hola –me giré hacia él- ¿cómo está ese cuerpo?
. - estoy bien, muy bien. Me gustó lo que hicimos anoche.
. - me alegro, a mí también –estiré la mano derecha y le pasé un dedo por sus labios, luego él se metió el dedo en la boca, chupándomelo. Sonreí y acerqué mi boca a la suya, que besé después de sacar el dedo-.
Aparté la manta de encima de nosotros y llevé mi mano a su polla, que estaba cogiendo consistencia. El chico respiró hondo y me dejó hacer. Le fui pasando mi lengua por el pecho y bajando. Noté como se tensaba. Cuando llegué por su ombligo suspiró más hondamente, para luego mantener el aire. Me posicioné entre sus piernas y empecé besándole los huevos, que me metía en la boca, uno y otro, para luego pasarle la lengua por toda la piel de su negro pene.
. - aaaahhhh… –suspiró el chico-.
Sonreí y me tragué su polla, toda ella. Lo miré y me aguanté, solo usando mi lengua internamente en su punta. Luego ya me olvidé de todo y todos y comencé a mamársela con cierta violencia.
. - ah…, ah…, aaaaahhhhh…, aaahhh…
Aquella polla era bien sabrosa y no solo la quería en mi boca, por lo que dejé de mamársela y alzándome, me senté sobre ella, tragándose mi culo la polla del chico. Moví el trasero para recolocármela mejor y cuando la tuve de puta madre, comencé a disfrutarla, tragándomela una y otra vez, inclinándome y comiéndole su boca mientras lo hacía.
El calentón del chico era tal que se corrió en mi culo dejándome bien enlechado. En eso se oyó un grito que me puso los huevos por corbata. Venía de la habitación de Adelaida y Guadi y era de la chica morena, su hermana. Como estaba, todo follado y corrido, me levanté como una exhalación y salí hacia la habitación en cuestión. Guadi lloraba desconsoladamente arrodillada en el suelo.
. - ¿qué ha pasado, Guadi?
. - es Adelaida. Adelaida está fría. Está… muerta.
. - pero ¿qué dices?
Me llegué por el otro lado hasta Adelaida. La toqué y fue como si me diera una descarga, pues estaba muy fría. Volví a ponerle la mano encima, sobre el cuello y sí, estaba fría y no tenía pulso. Caí de rodillas. Era cierto, estaba muerta.
. - ¿qué ha pasado, Salvador? –preguntó Pedro-.
. - nuestra querida Adelaida, ha muerto mientras dormía. Salgamos todos. Guadi, aquí ya no tenemos nada que hacer.
Llevé a Guadi fuera de la habitación.
. - Será mejor avisar al 112 –dije e hice. Luego y antes de que llegaran las ambulancias, pedí que nos ducháramos y vistiéramos para la ocasión.
. - Acompáñame, Pedro. Démonos una ducha, te pondrás ropa mía de momento. Vente tú también, Guadi.
Guadi vio que de la polla de su hermano goteaba semen y al mirar mis muslos por su parte trasera, vio una lechada que aún no había sido succionada y comprendió. Habíamos tenido sexo. En silencio, entramos en la ducha y nos duchamos. Yo mi culo y mi polla principalmente, luego el resto del cuerpo. Los demás se ducharon ellos mismos.
Fui a mi dormitorio y sin mirar a Adelaida, cogí ropa para Pedro y para mí. Luego pasé a la habitación que antes era de Guadi, que ya se estaba vistiendo. Le di la ropa al chico y nos vestimos. Cuando los tres estuvimos vestidos, nos sentamos en el salón, en silencio. Todo el rato que esperamos, mantuve el brazo encima de Guadi para consolarla un poco, aunque a quien había que consolar realmente, era a mí, porque la conocía desde hacía años y la tenía como una verdadera madre, pero en fin…
. - debía de estar enferma y debí obligarla ir al médico.
. - ella no quería, Salvador. Siempre decía que era solo cansancio por su edad. No es culpa tuya, mi amor.
Tocaron en la puerta y Pedro abrió. Señaló la habitación sin decir nada. Los sanitarios entraron y solo pudieron certificar la defunción de la mujer. Se la llevaron y me dieron unos papeles que tuve que firmar.
Dos días después, con la autopsia hecha, supimos que tenía una enfermedad terminal que no quería tratarse por ser complicado su pronóstico y no quería irse muriendo poco a poco entubada en un hospital. Fue enterrada en la máxima intimidad. No avisé a nadie. Solo Guadi, Pedro, el cura, dos enterradores y mis escoltas a lo lejos. Le pagué la mejor caja y una buena lápida. Hice inscribir una frase sencilla, pero contundente. “ Te recordaré siempre, mamá. ”
El regreso a casa fue triste y silencioso. Una vez dentro, fui a darme una ducha para acostarme y pensar un poco. Cuando me estaba sentado en el borde de mi cama, pensando, llegó Guadi.
. - ¿te hago algo de comer, Salvador?
. - no, cariño. No tengo hambre.
. - no tienes hambre de nada, mi amor. ¿Ni de mí?
. - de ti siempre, cariño.
. - ¿puedo participar? –dijo Pedro-.
. - anda, vente con nosotros también, donde comen dos, comen tres.
Aparté la manta y la puse sobre una silla y subimos los tres. Ambos me comenzaron a besar la cara, cuello y resto del cuerpo. Yo era el invitado en aquella fiesta y me lo hacían todo. Guadi ya estaba sentada en el trono mientras sobaba bien sus pinchosos senos. Pedro no paraba de ofrecerme su pene que mamé bien mamado hasta que me entregó el fruto de sus huevos.
. - Pedro, ya es hora de que le regales algo más.
. - te refieres a…
. - así es. Él te lo dio el primer día que lo hicisteis.
. - tienes razón.
. - ¿de qué habláis?
. - voy a dejar que me desvirgues de mi ano. Ya va siendo hora. Tú me lo entregaste y yo aún no.
. - no te sientas obligado, Pedro. Cuando tú creas que debes entregármelo, hazlo, no antes.
. - ha llegado el momento. Guadi, no hagas que se corra dentro de ti y deja que me desflore.
Guadi se salió y le dio un par de mamadas preliminares, para después Pedro colocarse a cuatro patas con su culo en dirección a mí. Me fui hacia el chico y metiéndole un dedo en el culo, le pasé mi lengua. Tenía un culito respingón y confirmé que era más que follable aquel culo, no en balde era ya un experto en culos de tíos y de tías. Me puse sobre su espalda con mi polla lista para embestirle el ano. Con suavidad, se la metí hasta los huevos. Se dolió, pero no como para gritar como un poseso. Aguantó el tipo, pero no cuando comencé a darle polla a todo meter.
. - ah…, ah…, ah…, ah…
Se quejaba de mi tranca y así continué mientras su hermana me comía los huevos desde atrás. Al final exploté, pero no en su culo, sino en la boca de su hermana que supo sacármela antes de que me corriera. Luego entregué los restos de mi polla a un dolorido Pedro que se la tragó como si fuera un pirulí.
Pasamos la tarde-noche follando hasta que el sueño nos venció a los tres. Habíamos perdido el día de clases, pero poco me importó, Adelaida se lo merecía. Eso y mucho más. Cuando regresé a las clases al día siguiente y subsiguiente, siempre iba acompañado de Guadi, su hermano se quedaba en casa trabajando con la máquina de coser, pues era un consumado estilista que gustaba de hacer bocetos para su hermana.
Un día llegó un correo con los papeles de su hermana y suyos. Oficialmente, eran españoles. Firmó el recibí y se fue el correo especial. Cuando su hermana lo supo al regresar de clase, lo celebramos en una hamburguesería. Pero esta vez no fue tan cabrito y comió lo justo para alimentarse y poco más. El sexo entre los tres, conforme avanzaban los días y semanas, mejoraba en cantidad y calidad. Al final Guadi no aguantó más y añadió a su hermano en el juego sexual, pues un día los cogí teniendo sexo frente al televisor.
. - no paréis por mí, chicos –dije nada más verlos. Me acerqué y antes de llegar a ellos, ya estaba desnudo. Entre Pedro y yo ocupamos los dos agujeros de abajo de ella. El anal y el vaginal, haciendo disfrutar el doble a una Guadi que cada vez necesitaba más pollas dentro de ella-.
Cuando solo faltaba un mes para licenciarme con matrícula de honor, el cartero dejó una carta de un notario cercano. Intrigado, la abrí. Era una copia del testamento de Adelaida. No sabía que había hecho uno, pero allí lo tenía delante de mis narices. Cuando lo leí, una lágrima se me escapó, pues seguía siendo la más amable de las madres que uno pudiera tener. Siempre lo daba todo.
. - chicos –dije esa noche después de que hubiéramos estado disfrutando los tres en la cama-, tengo algo que deciros.
. - ¿el qué, Salvador?
. - me llegó una carta del notario. Es una copia del testamento de Adelaida.
. - ¿y qué pone? –preguntó Pedro, que apenas la conocía-.
. - os deja su nueva casa para que podáis arrancar con la empresa de costura que tenéis in mente.
. - a nosotros, ¿por qué?, ¿a ti no te dejó nada?
. - sí, me dejó mucho más que a vosotros. Me dejó su amor, que recordaré siempre. Yo ya tengo casa y vosotros no. Es vuestra. En cuanto Guadi tenga el diploma de corte y confección, podrás ser lo que tú quieras en los asuntos de trapos y tú, Pedro, la podrás ayudar con tus bonitos bocetos.
. - ¿nos estás echando de tu vida, Salvador? –dijo Guadi triste-.
. - querida Guadi y querido Pedro, cuando termine el curso, acabaré la universidad y tendré mi título. Vuestras vidas y las mías se separarán. Os dejaré dinero para que salgáis adelante hasta que levantéis el negocio. Sé que lo conseguiréis. Solo si tenéis un problema grave que no podáis solucionar, me buscáis.
. - pero cómo, si no sabremos donde estarás.
. - lo sabrás con el tiempo.
Ayudé a trasladarse a los chicos y sus cosas. La casa que le había comprado a Adelaida no era muy grande, pero suficiente para los dos hermanos y poder trabajar con holgura con sus trapos y hacer ropa étnica, como decía la morena. A una semana del fin de carrera, hicimos una fiesta de despedida. Los chicos se entristecieron, pero no había más remedio. Un día después les abrí una cuenta conjunta y les metí 20.000 euros para que salieran adelante, junto con los papeles de la casa. Más, no podía hacer, ¿o sí?
El día de mi graduación asistieron Fátima y Toni, Diana y Clara, Guadi y Pedro. Los escoltas y también… Marisol. Al recibir los diplomas los alumnos, se armó un follón y una algarabía que casi me pierdo entre el gentío que fue a abrazar a sus seres queridos. Cuando pude escapar y buscar a los míos, pasaron segundos interminables.
Una vez lo celebré con los míos, con lágrimas en los ojos de los dos morenos, se fueron cabizbajos. Besé a mi hermana por haber venido y también a Diana y su hija Clara. Lo pensaba celebrar con Fátima y Toni en un céntrico restaurante. Al final invité también a Diana y su hija. A Fátima pensaba darle otra sorpresa. Cuando vi que me miraba Marisol, pedí disculpas y me acerqué a ella.
. - ¿cómo es que has venido a mi graduación?
. - tenía que venir. Intenté no hacerlo, pero no pude evitarlo. Enhorabuena. Ya eres arquitecto.
. - gracias, Marisol. Me alegré cuando te vi al fondo, aunque solo hayas venido por cortesía.
. - solo para que lo sepas, trabajo con Médicos
Sin Fronteras y salgo en unos días para Sudamérica.
. - me alegro por ti, Marisol. Así te libras de tu padre.
. - no empieces, por favor. Vengo a despedirme y no quiero irme después de haber discutido de nuevo contigo.
. - pues que tengas un buen viaje. ¿Qué más quieres que te diga?
. - quiero que te vengas conmigo. Hacen falta arquitectos allá donde voy, no solo médicos.
. - no puedo hasta que solucione lo de tu padre.
. - sabía que lo dirías. Es una lástima, Salvador. Que te vaya bien entonces.
. - lo mismo digo. Cuídate, no me gustaría que te pasara nada por esos mundos de Dios. Aunque no lo creas, deseo ir contigo por ahí, pero lo que tengo pendiente, puede más que yo y hasta que no lo soluciones, tú y yo tenemos una pared entre nosotros. Adiós, Marisol y sé feliz.
Me di la vuelta y salí de allí con mi familia y Diana y Clara al restaurante que tenía alquilado.
. - ¿Y ahora qué vas a hacer, Salvador?
. - pues trabajar de lo mío –dije mirando a Diana- ¿cómo va tu sueño de la boutique, hermanita?, ¿La vas a abrir por fin?
. - la quiero abrir en la milla de oro de Madrid, pero los precios son tan altos, que no sé si podré comprar el local.
. - ¿qué pasó con el dinero del seguro del accidente de papá y mamá?
. - voló en su mayor parte, hermanito.
. - ¿cómo que voló?, ¿dónde está?
. - hemos estado viajando por todas partes, viendo mundo y claro, todo costaba un pastón y como solo teníamos que tirar de la tarjeta…, pues eso, que la hemos dejado casi vacía.
. - ¿quemaste 154.000 euros en viajes?, ¿cómo es posible, Fátima? Toni, ¿qué tienes que decir tú?
. - a mí no me abronques. Ya conoces a tu hermana, cuando se le mete algo en la cabeza, no ceja hasta conseguirlo y me daba todos los días la tabarra de viajar y viajar. Perdí el trabajo por eso, por viajar y ahora estamos sin blanca, yo al menos. Ella aún tiene algo.
. - este es el día mejor de mi vida y me lo estáis echando a perder. ¿154.000 euros?, sabéis los dos lo que se tarda en ganar esa cantidad y encima es dinero por la muerte de papá y mamá, que es aún peor. No lo puedo creer. Os iba a dar una noticia importante, pero no os la habéis ganado. Os dejo, se me ha quitado las ganas de comer. Perdonadme, Diana y Clara. Buenos días.
Dejé un dinero en el mostrador para que se cobraran el almuerzo, luego salí de allí. 154.000 euros, la madre que los parió. ¿Cómo les iba a decir que había heredado un fortunón?, lo que les diera, lo gastarían y serían un pozo sin fondo. Tenían que aprender lo que vale un peine, luego y si aprenden la lección, tendrán el dinero que necesiten, no antes.
Al día siguiente fui a casa de Diana, Clara no estaba. Por la cara que llevaba, Diana no fue muy efusiva en los besos y me pasó a su oficina. Allí hablamos largo y tendido.
. - primero que nada, sigo estando muy enfadado con mi hermana, pero también contigo, Diana. ¿Por qué no se me informó de lo de Fátima y los viajes sin fin?
. - creí que no te interesaba saberlo.
. - ¿cómo que no me interesaba? Es mi única hermana, por el amor de Dios y no quiero que dilapide el dinero como una tonta. Lo que más me jode es que es dinero manchado de la sangre de mis padres. Si al menos hubiera comprado la boutique en esa milla de oro, pero no, lo tiró en viajes.
. - perdona, no creí que te fuera a molestar tanto.
. - pues sí. Pero dejemos a mi hermana de lado. De momento no voy a tomar las riendas de la empresa, seguirás estando al mando.
. - ¿qué vas a hacer tú?
. - pienso pasarme alrededor de un par de años en China. Unos compañeros me pidieron que me uniera a ellos para formar una empresa de arquitectura en Shanghái. Quiero aprender mi profesión por mí mismo. Cuando me sienta que soy un verdadero arquitecto, me haré cargo de la empresa y la llevaremos conjuntamente, pues tú sabes más de esta empresa que nadie.
. - ¿y tu hermana?, ¿qué hacemos con ella?
. - la protegeréis como si fuera mi vida, pero discretamente. Le pasáis un dinero mensualmente, que sepa que viene de mi bolsillo. Con mil euros mensuales bastará. Diles que solo durante 6 meses, después que trabaje y aprenda la lección. En cuanto a Echevarría, quiero que sigáis mandándome informes de él. Cuando se acerque por nuestra empresa para lo que sea, me dais un toque.
. - ¿qué quieres de ese hombre, Salvador?, nunca nos lo has dicho.
. - es privado. Es una cuenta pendiente que tengo con él. Otra cosa, quiero guardaespaldas chinos esta vez, pues los chicos de aquí desentonarían allá. Que todos hablen inglés o español y uno de ellos sepa además enseñarme el idioma local. Pero, sobre todo, que sean discretos. Iré con Víctor, Adrián y Dámaso hasta mi destino, luego se volverán. Allí que me recojan los escoltas locales elegidos.
. - ¿quieres que alguno sea homosexual, Salvador?
. - no es necesario. Ya me busco mis amantes yo solito, Diana. No te pases de lista.
. - perdona. No quise ofenderte.
. - no te preocupes. Y disculpa, aún me dura lo de mi hermana. ¿Tienes un rato libre?, quisiera disfrutar un poco antes de marcharme.
. - claro mi amor. Vayamos a mi dormitorio.
El sexo que tuve con aquella mujer fue delicioso. Le diera por donde le diera, disfruté y disfrutó. Era un todo terreno del sexo. Su hija nos cogió y se unió a la fiesta. Una vez me dejaron para los restos, informé a Clara de mi viaje a China.
. - Dios… ¿tan lejos te vas?, mamá te puede dar trabajo aquí, te lo prometió.
. - lo sé querida, pero prefiero ir a China un par de años. Cuando regrese, ya hablaremos. China ahora mismo es el mejor lugar para mi profesión. Tengo que irme. Me doy una ducha y me voy, chicas.
El vuelo con escalas a Shanghái fue aún más sexual que el de Australia. Los tres escoltas me dieron duro por culo y yo a ellos, en los baños. Cuando llegamos al aeropuerto local, tenía el culo como un colador, pero había disfrutado y tomado leche para una buena temporada. En el aeropuerto nos recibieron siete escoltas, no todos juntos, sino que el jefe del grupo fue el que se presentó ante nosotros. Los demás estaban un poco más lejos. El chino se inclinó y nos saludó.
. - bienvenidos a china. Soy su jefe de escoltas, sr. Morales, me llamo Tao Qian –dijo el chino mirando a Víctor-.
Víctor sonrió y señaló en mi dirección.
. - disculpe, sr. Morales –dijo girándose y volviendo a agacharse ante mí. Extendí la mano y le saludé, el hombre no esperaba tal cosa, aun así, me saludó al modo occidental-.
. - buenos días –dije en el mismo idioma que me había hablado, inglés- ¿son ellos el resto de escoltas?
. - sí, señor. Si necesita más, no tiene más que pedirlo.
. - son suficientes. Quiero hablar con todos ellos al mismo tiempo en un sitio discreto.
. - no hay problema. Podemos pasar a una sala que hay cerca. Si me acompaña…
Mis escoltas y yo acompañamos al sujeto chino. Ninguno de los chinos tenía menos de 20, ni más de 40 y entre ellos había una chica, sin duda la más joven del grupo, lisa como una tabla de planchar, pero se notaba que solía entrenar, estaba fibrosa y fuerte como un roble. Una vez en la sala anexa, el grupo que no había saludado, se inclinó como en las películas, en fila india.
. - buenos días a todos –hablé en inglés-. Solo deseo saludarles y decirles un par de cosas. He venido a este país a trabajar como arquitecto en una empresa que voy a formar con unos amigos. Aproximadamente serán un par de años, que acortaré o alargaré según las circunstancias. No deseo verlos cuando estoy acompañado. Se mantendrán a distancia y solo intervendrán cuando mi vida corra peligro. ¿Quién me va a ayudar a aprender el idioma?
. - yo, señor, me llamo Tzu-yeh –se inclinó la hembra del grupo- Hablo inglés, español, francés y chino mandarín, que será el que usaré para enseñarle-.
. - perfecto, la necesitaré cuando vaya a hablar con otros compatriotas y eso será de manera constante. ¿No sería mejor pedir una segunda traductora?
. - señor, aparte de enseñarle el idioma, también soy su guardaespaldas.
. - me parece bien, pero no es justo tenerla todo el día trabajando, así que hará falta otra persona que me traduzca, mientras usted descansa y tenga su propia vida privada. El dinero no es problema.
. - no habíamos pensado en ese detalle. La señorita Tzu-yeh no puede estar las 24 horas despierta si decidiera salir de noche también.
. - y saldré, no lo ponga usted en duda. Búsqueme otra que me enseñe el idioma, cuando la tengan, la envían. No tiene que ser guardaespaldas, ya tengo dos encima todo el día, ¿no es así?
. - así es señor. ¿Le puedo hacer una pregunta, señor?
. - hágala, que se la responda es otra historia.
. - gracias, señor. ¿Por qué necesita tantos guardaespaldas?, ¿teme por su vida?
. - si se lo dijera, tendría que matarlo. –Sonreí- Es una broma, pero no se lo puedo decir, lo siento. Solo le diré que no, no temo por mi vida, pero puedo ser secuestrado. No le diré más. ¿Dónde voy a vivir?
. - en un edificio recién construido en el centro de Shanghái. Allí estará bien protegido, señor.
. - perfecto. No hay más que hablar, que se quede la chica y dos escoltas. Voy a las oficinas donde está la empresa en la que voy a trabajar. Gracias por venir.
Me llevé a un aparte a mis escoltas españoles y les hablé.
. - bueno chicos, aquí nos separamos por un tiempo.
. - ¿no puede quedarse alguno con usted, señor?, a mí los chinos me parecen todos iguales y no sé si confiar en los escoltas que le han sido asignados –dijo Dámaso-.
. - Dámaso, son de una reputada empresa de seguridad aquí en Shanghái. Cada uno de los escoltas fue investigado, menos a quien mande como segunda traductora y profesora de chino. Chicos, confiemos en que harán un buen trabajo como vosotros en España. Siento que os vayáis, pues lo paso muy bien con vosotros cada vez que me dais por culo, pero, en fin, qué se le va a hacer. Os daría un beso y una mamada a cada uno, pero no procede. Démonos un saludo común de despedida.
Los saludé uno a uno con una sonrisa. Luego nos despedimos y se fueron para hacer trasbordo a otro avión para regresar a España. Regresé con los escoltas chinos.
. - ¿nos vamos?
. - sí, señor. ¿Sabe la dirección de su empresa?
. - sí, aquí la tengo –le pasé una nota con la dirección-.
. - la conozco, sígame, por favor.
La verdad era que aquella chica me tenía intrigada. Era como un tío, pero en tía. Si no fuera por la cara, diría que era macho. Bueno, dejémoslo estar. Nos llegamos hasta un vehículo todoterreno japonés bien pesado. Ella conducía y lo hacía como el resto de chinos, volando y sin respetar los semáforos.
. - afloje la pata.
. - ¿perdón, señor?, ¿qué quiere decir, afloje la pata ?
. - que vaya más lento, por favor. A esta velocidad nos podemos matar.
. - señor, esta es la velocidad adecuada para su seguridad.
. - ¿me va a tener todo el día volando a esta velocidad?
. - es lo habitual en la protección de personalidades.
. - pues no me gusta en absoluto. Aminore la velocidad o cojo un taxi.
. - sí señor, pero no es aconsejable.
. - con el debido respecto, me importa un rábano.
. - ¿perdón, señor?
. - olvídelo, reduzca la velocidad.
. - como quiera, señor.
Una vez fuimos a la velocidad pedida, la chica recibió una llamada por el pinganillo. Habló en chino unos segundos.
. - ¿de qué hablaba?
. - es de mi superior, preguntaba por qué aminoraba la velocidad de seguridad. Le dije que, por orden del cliente, usted.
. - la próxima vez, si tiene que ver conmigo o mi seguridad, hable con los compañeros en inglés o español, por favor.
. - sí, señor. Como usted desee. Informaré de ello.
. - muy bien. ¿Falta mucho?
. - está cerca de su apartamento, en el centro de la ciudad y Shanghái es bien grande, señor.
. - continúe, por favor.
La verdad es que era grande de cojones. Uno podía desperdiciar media vida solo transportándose de un sitio a otro en aquella ciudad.
. - señorita, cuando estemos solos, puede ir enseñándome chino y lo que ponen los diferentes rótulos en chino. A no ser que esté enfrascado con alguna cosa de mi trabajo. Así ganamos tiempo en el aprendizaje.
. - disculpe señor, creí que solo quería que le enseñara en casa.
. - no, en cualquier sitio que estemos, me explica lo que vemos y como se pronuncia.
Media hora después ya había aprendido en chino , bicicleta, auto, policía y semáforo . Algo es algo, dijo un calvo. Entramos a los aparcamientos del edificio y subimos en los ascensores. Los escoltas se quedaron abajo. Las oficinas de la nueva empresa las había pagado el padre rico de uno de mis amigos co-socios de la empresa. Éramos cuatro los socios con el 25% cada uno. Cuando se hiciera caja, se pagaría al padre del pagador.
El que su padre había puesto la pasta se llamaba Xia Yan, Xia para abreviar, el segundo socio era un mejicano espabilado en grado sumo y muy parlanchín, llamado Emiliano Portales, el otro era otro español, Jordi Palau, catalán, con quien no podías hablar de política sin nombrar a su padre, independentista cerrado como él mismo.
El nombre de la empresa quedamos que sería los apellidos de cada uno. Yan-Portales-Palau y Morales, arquitectos . Se decidió que el primero era para Xia, por estar en su tierra, el resto lo echamos a suerte y así quedé el último, cosa que no me importaba lo más mínimo.
. - hola, buenos días, soy Salvador Morales –siempre en inglés, le dije a una monada de chinita rellenita de bonitas tetas y mejor culo, vamos, que estaba cañón la condenada-.
. - oh…, bienvenido, sr. Morales –se levantó de su asiento y se vino hacia mí, dándome un par de besos, uno en cada mejilla- soy la hermana de Xia, me llamo Joan-.
. - me alegro de conocerte, Joan. ¿Están los demás dentro?
. - están mi hermano y el mejicano, el sr. Portales. El señor Palau aún no ha llegado. ¿Quién es la señorita?
. - es mi traductora particular, la señorita Tzu…
. - Tzu-yeh. Me quedaré por aquí, mientras usted está dentro con sus socios.
. - gracias, Tzu, ¿te puedo llamar Tzu?
. - claro, sr. Morales.
. - entonces llámame tú, Salvador, no estaría bien que no fuera recíproco.
. - no sé si debiera…
. - debe, por favor.
. - como desee, Salvador.
. - muy bien.
. - Le acompaño con los demás –dijo la secretaria cogiéndome del brazo. Jo con las confianzas, me dije-.
La zona que primero cruzamos era la destinada a las secretarias de cada socio, ahora desierta, con sus armarios donde se guardaría el material, más allá estaban los despachos de cada socio donde trabajaríamos y a la derecha, una mesa enorme donde hacer las reuniones conjuntas y discutir los diferentes proyectos.
Los socios estaban junto a la mesa, charlando. También había una dama bien mona de una delantera algo superior a la de la secretaria y con un bombo por barriga.
. - señores, aquí les traigo al tercer socio de la firma, el sr. Morales.
. - gracias, Joan. –dijo su hermano, viniendo hacia mí y abrazándome efusivamente. El mejicano también vino hacia mí, sonriendo-.
. - por fin apareces, manito.
. - hola chicos, acabo de bajar del avión y aquí estoy. ¿Quién es esta bella dama?
. - te presento –dijo el mejicano Portales- es mi señora esposa, Juanita Valderrama, hija de Juanito…
. - no mientas, Emiliano. Hola, soy Juanita Valderrama, pero no soy nada del famoso cantante.
. - encantado de conocerla –nos dimos un par de castos besos- ¿Para cuándo? –Dije señalándole la barriga-.
. - para cualquier día de éstos. Ya he salido de cuentas.
. - ¿no le sentó mal el largo viaje?
. - no creas, casi me quedo en Guadalajara, mi casa. Tuve algunas nauseas. Los médicos no querían que hiciera aun este largo viaje, pero Emiliano acabó convenciéndome y aquí estoy.
. - seguro que todo saldrá bien.
. - Joan, ¿no tienes nada que hacer? –le dijo su hermano-.
. - se me olvidó decirle lo de papá.
. - ya se lo digo yo. Vete a tu puesto y no seas cotilla.
. - serás cascarrabias –y se fue refunfuñando-.
. - no le hagáis caso. La he contratado para reducir gastos. Es una buena chica, pero algo cotilla.
. - mientras no sea una espía de la competencia… -dijo riendo el mejicano-.
. - no te preocupes. Ella sabe a quién debe lealtad, si no, papá la desheredará –sonrió él también y el resto de los presentes-.
. - querido, creo que debo retirarme. Estas piernas me están matando.
. - claro, querida. Te acompaño al hotel. Chicos, os dejo un momento.
. - Emiliano, antes de que te vayas, decirte que mi padre nos ha invitado a su casa. Quiere conocer los socios de su hijo.
. - ¿cuándo y dónde, Xia? –preguntó Emiliano-.
. - mañana sábado, a eso de las 12 del mediodía. Habrá almuerzo. Es su cumpleaños y la familia se reunirá.
. - Xia, ¿no será inoportuno que tres desconocidos asistan a su cumpleaños con el resto de la familia? –dije-.
. - no, para nada. Fue mi padre quien me pidió que os invitara, así que no podéis hacerles un feo, después de la pasta que ha soltado para ayudarnos a montar esto. Además, solo seremos nosotros, papá, un par de tíos y la última esposa de papá.
. - y yo también, hermanito –dijo Joan desde el fondo-.
. - sí, tú también, anda, vuelve a tu puesto, leñe.
. - vale, ya me voy.
Todos sonreímos.
. - si ese es su deseo, por mí no hay problema, así le daré las gracias en persona –añadí-.
. - gracias, chicos. Os apuntaré la dirección en un papel a cada uno. Una pena que Jordi no haya llegado aún.
. - ¿quién dice que no he llegado si estoy aquí?
. - coño, cabronazo, ¿dónde estabas? –dijo Xia, que había aprendido como todo hijo de vecinos los tacos antes que el resto de palabras españolas-.
Hubo abrazos entre los socios y besos con la dama del mejicano. Luego se le puso al día sobre la fiesta. Al final, el mejicano se fue con su mujer.
. - durante el vuelo, estuve leyendo el “ China Times”. Hablaba de un puente cerca de Shanghái que iban a construir. ¿Sabéis algo al respecto? –pregunté-.
. -de eso os iba a hablar. Aquí tengo los artículos del periódico. Lo hablé con papá y me dijo que es una obra de unos 290 millones de dólares americanos. Quieren cuatro carriles para cada sentido. Habría que intentar entrar en el concurso. Solo piden el trabajo de los arquitectos. Quieren recuperar la zona. Cuando se inunda, no se puede usar el puente de cemento que ahora hay. Ellos se encargan de la mano de obra y demás. El mejor trabajo es el que elegirán.
. - me parece bien. Déjame la información que tengas e iremos a verlo in situ. Como es el primer proyecto, lo haremos conjuntamente. ¿Qué os parece?, así, salga o no salga, nos estrenaremos.
. - me parece bien –dijo el catalán-.
. - perfecto. Por mí también –dijo el chino-.
. - a la espera de la respuesta del mejicano, veremos donde se hará la obra –añadí-.
. - una sugerencia –dijo el catalán- ¿qué os parece si cada uno va por su lado y luego aquí nos ponemos de acuerdo en los detalles?, según la petición que haga el cliente-.
. - buena idea, me gusta –dije-.
. - me apunto. Tomad la dirección de la obra y quien es el promotor, que no es otro, que las autoridades locales.
. - oye, Xia, ¿has publicitado la empresa?, sin clientes que nos encarguen trabajos, poco vamos a conseguir –dije-.
. - ya lo creo. Mañana empiezan a salir en periódicos y revistas especializadas. No sabía que costaran tanto los anuncios.
. - son caros, pero necesarios –dijo el catalán Jordi.
Con la nota en mi bolsillo, salí de allí. La hermana de Xia, Joan, me cazó al vuelo.
. - ¿puedo llamarte Salvador?
. - claro, mujer.
. - oye, ¿vas a ir a casa de papá?
. - sí, mañana me dijo tu hermano que era la cita.
. - si quieres para que no te pierdas en la ciudad, te puedo hacer de cicerone.
. - te lo agradezco, pero ya tengo cicerone como has dicho, la señorita Tzu.
. - bueno, entonces cuando termines con papá, me invitas a bailar. Han abierto una discoteca nueva.
. - he firmado un contrato y debo de asistir con mi traductora. Sea ella u otra que me envíen. Si no te importa que vaya con una de ellas, estaré gustoso de acompañarte a esa discoteca.
. - ¿y no puedo yo servirte de traductora?
. - lo siento, pero ha de estar conmigo las 24 horas del día, 365 días del año -dijo Tzu- Al menos hasta que termine el contrato.
. - ¿incluso te acompaña en la cama mientras te lo haces con alguien?
. - te has pasado, Joan. Discúlpate ante Tzu, por favor.
. - no me da la gana.
. - entonces no hay más que hablar.
Me fui de la oficina, dejando a una Joan pataleando.
. - gracias por defenderme –dijo Tzu mientras conducía el auto-.
. - nunca he podido aguantar los celos y la mala educación. Llévame al apartamento, necesito ducharme y cambiarme de ropa.
. - sí, señor.
. - ¿ya no me tuteas?
. - perdona, es la costumbre. Los anteriores escoltados eran muy rigurosos con el trato a su persona. Una vez se me escapó y tuteé a uno y casi me cuesta un follón con mi superior.
. - pues conmigo será al revés. Te costará un follón con tu superior si no me tuteas.
. - se lo agradezco. ¿Puedo aflojarme un botón de la camisa, hace calor y casi no puedo respirar…?
. - adelante. Mientras te dejes algún botón, no habrá problema. Sobre todo, por el qué dirán, que, por mí, como si conduces desnuda.
. - no, eso no puedo hacerlo.
. - ni yo pretendo que lo hagas. Es solo hablar por hablar. Hablo en broma. Pero sí, puedes aflojarte los botones que quieras.
. - si no le importa, cuando estén cerca mis compañeros, me aguantaré y cuando no, pues eso, me aflojaré alguno cuando tenga calor.
. - a tu libre albedrio, Tzu.
El móvil de la conductora sonó y lo cogió. Empezó a hablar en chino, pero cuando se dio cuenta, lo hizo en inglés, pues español no sabían los otros escoltas.
. - le paso el móvil al sr. Morales, un momento, señor.
Me dio el móvil. Era el jefe de los escoltas, el tal Tao Qian.
. - dígame, sr…
. - Tao Qian –respondió-.
. - eso, Tao Qian, ¿qué se le ofrece?
. - es referente a la segunda traductora de chino mandarín.
. - ¿y ello es? –parecía que había que sacarle las palabras con unos alicates-.
. - que la que teníamos en plantilla está de baja por enfermedad. Ahora que si le vale una hermana de la empleada Tzu-yeh…
. - no tengo inconveniente, envíela cuando esté disponible.
. - gracias, sr. Morales.
. - a mandar. Buenos días.
. - buenos días también a usted.
Le entregué el móvil a Tzu y se lo guardó.
. - adivina a quien van a enviar como segunda traductora.
. - ¿a la compañera Lee?
. - no sé quién es esa señora, pero no lo creo, será una hermana tuya.
. - ¿a Li?, ¿mi hermana Li?
. - ¿cuántas hermanas tienes?
. - solo una.
. - entonces será ella. ¿No trabaja para la empresa que lo haces tú?
. - no, de momento, no. Había enviado su currículum, pero no la llamaron.
. - ¿también es escolta como tú?
. - no, ella solo pedía trabajo de secretaria.
. - ¿qué idiomas conoce?
. - aparte del nuestro, el inglés. Estuvo en Inglaterra un tiempo para aprenderlo.
. - bueno, por mi está bien.
. - ¿no correrá peligro mi hermana junto a usted?, no le dijo a mi jefe por qué tantos escoltas.
. - no temas, nadie me persigue, es por si acaso, solo eso. Aunque nunca se sabe, eso si te lo digo, pero que yo sepa, nadie me quiere hacer daño, esto te lo digo también.
. - aún es muy niña, solo tiene 18 años. ¿Puede cuidarla por mí?
. - no le va a pasar nada. Pero tranquila, cuidaré de ella siempre que pueda –hay que joderse, poner a cuidar a un lobo de una oveja-.
. - se lo agradezco. Ya estamos llegando.
Nos metimos en el garaje. La escolta-traductora-profesora tenía una tarjeta, la metió en la columna y se abrió la reja del fondo. Entramos y subimos la rampa y aparcamos. El otro coche escolta se quedó en la calle fumándose unos pitillos uno de los guardaespaldas.
. - pasa, no te quedes ahí fuera.
. - ¿quiere que entre en su casa?
. - claro, mujer. Desde ahí no podrás enseñarme mucho.
. - ¿enseñarle el que, sr. Morales? –preguntó ella intrigada-.
. - ¿qué va a ser?, el chino mandarín, ¿Qué si no?
. - perdone, tenía la cabeza en otro sitio.
. - anda, entra y deja esa cabecita quieta.
Entramos. Puse las dos maletas que saqué del auto y las coloqué en el suelo. Eché un vistazo a la casa y no es que saltara de alegría, pues no estaba acostumbrado a las casas chinas, o por lo menos, a aquella en concreto. Tenía algo de occidental, pero se notaba que no lo era, en absoluto.
. - ¿le gusta la casa que le hemos conseguido?
. - ¿te digo la verdad o te miento?
. - no le ha gustado. Se lo diré a mi superior, el sr. Tao.
. - no le digas nada. Quizás llegue a acostumbrarme. Deberá gustarme si voy a pasar un par de años en este país.
. - las tenemos de todos los tipos y medidas.
. - es igual. Empezaremos por ésta, más adelante, quizás os pida que me busquéis otra. De momento, no digas nada.
. - no diré nada, entonces.
. - muy bien. ¿No tenías calor?, no veo a tus compañeros por aquí.
. - sí, es cierto.
Tzu se aflojó un par de botones y respiró hondo, aquellas camisas con el calor que reinaba, la estaban matando. La raíz de sus no-pechos afloró y sonreí. Luego llevé las maletas al dormitorio y abrí una de ellas. Saqué una muda de ropa y la llevé en el brazo hasta el baño.
. - come o bebe lo que quieras –le dije por el camino-.
. - no puedo…Salvador.
. - como quieras.
En un cuarto de hora ya estaba duchado y vestido.
. - ¿qué tal estoy?
. - muy bien.
. - gracias. Viniendo de una beldad como tú es todo un cumplido. ¿Nos vamos?
. - sí, claro. ¿A dónde?
. – nos vamos al sur, a ver un río donde quieren construir un puente el ayuntamiento local. Por aquí tengo la dirección que me dio mi socio chino -dije dándole un papel a Tzu-.
. - conozco la zona.
. - ¿no quieres antes entrar en el baño y hacer lo que hacéis las mujeres en el baño?
. - ¿puedo?
. - mujer, claro que puedes. Hasta si necesitas darte una ducha, te la das y listo.
. - no he traído una muda, que si no…
. - pues ya sabes, la próxima vez dejas una muda aquí y cuando la necesites, la usas.
. - a veces hace falta un sitio donde cambiarse, no crea.
. - pues lo haces. Yo no le diré nada a tu superior.
. - gracias, le haré caso. La próxima vez lo haré. Entonces voy un momento al baño si no te importa.
. - adelante.
(Parte 20 de 30)
FIN