Soy un caballero y cumplo lo que prometo (2)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(2-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Dos días después, el lunes y en la cocina, tenía a mamá apoyada en el pollo con ambas manos. Su culo tenía mi polla enterrada hasta los huevos.

. - hijo, eres insaciable, aaaaahhhhh...

. - es lo que tiene ser joven, mamá.

. - ¿también en la cocina, mamá? –dijo una somnolienta Fátima-.

. - perdona hija. Tu hermano, que no se cansa nunca. No deberías ver estas cosas.

. - pero mamá, si os lo hacéis en todas las habitaciones de la casa.

. - incluso en la tuya, hermanita.

. - ah, ¿sí?, ¿cuándo?

. - ayer, cuando fuiste a buscar el pan.

. - pues ahora me voy a quedar mirando bien de cerca, así no lo hacéis más en mi habitación. Al menos, cuando yo no esté –dijo riendo y cogiendo una silla y acercándola hasta donde estábamos mamá y yo follando-.

Se puso a un palmo de mi polla y su culo. Viendo como le entraba y salía a su madre.

. - Jo, la tienes como papá. Qué grande.

. - pero hija, no hagas eso, que estoy con el culo al aire y tu hermano con la minga fuera.

. - no me importa. Me gusta mirar, ya que no me dejáis intervenir.

. - ¿cómo que intervenir?, tú no entrabas en el trato, ¿verdad Salvador?

. - así es mamá. Pero Fátima está de un pesado, que, si no le pones un poco de atención, te da la tabarra todo el día.

. - ¿qué habéis hecho vosotros dos?, aaaaahhhhh… –se quejó cuando volví a enterrársela-.

. - bueno, tu hija y yo…

. - déjame a mí, Salvador. Nos besamos y me comió los pechos.

. - pero Salvador…

. - mamá, a mí no me eches la culpa. Es ella, que no me deja en paz.

. - ¿es verdad eso, Fátima? ¿no lo dejas en paz?

. - mamá, veros todo el día, dale que te dale y no poder intervenir…, coño, que no soy de piedra.

. - pero si ya eres mayorcita para tener novio, hija.

. - ¿y qué?, yo también quiero disfrutar en casa. Salvador solo tiene una hora más que yo y mira lo que disfruta contigo. Yo también quiero participar.

. - ¿lo ves mamá?, así está todo el santo día –dije mientras seguía dándole polla y agarrándome de sus tetas-.

. - hija, ¿de verdad quieres intervenir?, ¿de qué modo?

. - bueno, de momento disfrutando del pene de Salvador cuando se haya corrido en ti. Eso para empezar, luego un poco más y más, hasta que…

. - no sigas, se te entiende perfectamente. ¿Tú que dices, hijo?

. - mamá, no quiero responsabilizarme de lo que pretende Fátima. Decidid tú y papá. A mí, claro que me gustaría hacérmelo con Fátima, es un bombón, pero dejo en vosotros la última decisión, luego ya no habrá vuelta atrás.

. - lo sabía. Sabía que te gustaba también como mujer, además de como hermana. Mami, ¿puedo darle una chupadita a la polla de Salvador cuando se haya corrido en ti?

. - pero hija, todavía no lo he hablado con tu padre. Ya se fue a trabajar y no lo veré hasta la tarde.

. - mami, porfa..., no se lo diremos ninguno de los tres. Si no acepta, al menos habré mamado una polla por una vez en la vida. Salvador, convéncela.

. - no me metas en líos, que eres una liosa del carajo. Mamá, tuya es la decisión y date prisa, pues pronto me voy a correr. Anda, date la vuelta, por favor.

Me salí de mamá y se dio la vuelta. Me saqué el condón y lo tiré a la basura. Luego mamá se levantó el traje, dejando su chumino a la vista y se la enterré de nuevo en toda la vagina.

. - hija, prométeme que no seguirás haciéndolo si papá no acepta.

. - vale, mamá. Te lo prometo.

. - vale, Salvador. Haz que te la limpie tu hermana.

. - de acuerdo. Aaaaahhhhh… –me corrí en la vagina de mamá y allí me quedé unos segundos, luego salí de allí. Fátima ya estaba preparada y de qué manera. Se había desnudado por completo y ya tenía la boca abierta-.

Con mi polla chorreando fluidos de todo tipo, se la metí en la boca a Fátima, despacio, pero sin pausa. Cuando la tuvo toda dentro, pues había encogido a ojos vista, dejé que la chica me la mamara bien mamada.

. - Fati, trágate todo lo que saques de mi pene. No dejes nada.

Ella asintió y siguió mamando. Cuando me la dejó como los chorros del oro, se le salió de la boca.

. - ya está, hermanita.

. - que gustirrinín. ¿Qué me he tragado?

. - mejor no lo sepas, así podrás volver a mamármela.

. - Salvador, Salvador. Deja que papá decida -dijo mamá-.

. - mamá, para que papá vuelva, aún faltan horas –dije riendo-.

. - andad los dos al baño y daros una buena ducha. Yo, mientras tanto, os prepararé el desayuno.

Besé su boca largamente, para luego agacharme y darle unos buenos lametones a su vagina. Después, de la mano, fuimos Fátima y yo al baño.

. - por fin los dos desnudos y juntos.

. - sí, al final lo has conseguido, hermanita –le dije dándole un cachete en el trasero, mientras ella reía cantarinamente-.

En el baño la chica no podía estarse quieta y se empeñó en comerme la polla y los huevos de nuevo. La dejé que jugara un poco, para luego sentarla en el borde de la bañera y abriéndole las piernas, comerme aquel chumino que me había enseñado ya varias veces.

. - Oooohhhh…, qué gusto, cómo me gusta. Oooohhhh…, creo que me he corrido.

. - y no es la primera vez. Tus fluidos son de varias corridas, si lo sabré yo –le chupé el clítoris y resto de la vagina. Sus gemidos llegaron a oídos de mamá, que solo sonrió y nada dijo, pues lo hecho, hecho estaba ya. Sabía a ciencia cierta, que, aunque su marido se negara, sus dos chicos volverían a disfrutar el uno del otro, era ley de vida-.

Me comí todo su cuerpo de 18 años. Sus pechos sabrosos no me cansaba de comérmelos. Al final me comí su boca por tiempo infinito. Cuando dejé de comérmela, sudaba una barbaridad y de corridas, ni hablamos, pues chorreaba como una fuente. Al final consiguió que me empalmara de nuevo. Y claro, me la mamó hasta hacerme correr en su boca. Fue poca, pero muy placentera.

. - ya está bien, hermanita. Lávame bien la polla, que yo te lavaré tu chumino. Ya va siendo hora de salir de casa, para ir a nuestros respectivos institutos.

. - Salvador, la próxima vez quiero que me folles.

. - de eso nada. No vayas tan deprisa. Si papá acepta, dormiré contigo esta noche y volverás a comerme la polla y yo todo tu cuerpo. Lo de penetrarte, ya se verá según las circunstancias.

En otro lugar…

. - Domingo, date prisa –gritó Eusebia desde la cocina, mientras daba de mamar a su hijo recién parido en cierto baño de cierto parque y ayudado por cierto chico encantador-.

. - hola mamá. Te dejé en el baño el pijama un poco…

. - no me lo digas, has vuelto a hacértelo en el pijama. Hijo, haz tus cosas en el baño.

. - lo siento mamá, fue en un sueño donde dos negros me estaban violando. Uno por detrás y otro por la boca y claro, fue tan, tan verídico, que acabé corriéndome en la cama.

. - bueno, tampoco es tan grave. Una pregunta, hijo. ¿Te gustó lo que te hicieron los dos negros?

. - mamá, eso no se pregunta –al poco se echó a reír- sí, sí que me gustó, pero no se lo digas a Maite, que es una chismosa y se lo cuenta a todo el mundo-.

. - anda, ven. Que te voy a comer a besos.

Domingo se acercó a su madre y sí, la madre se lo comió a besos.

. - no seas tan besucona, mamá.

. - sí, mamá, no seas tan besucona –dijo la hermana, la tal Maite-.

. - ven aquí tú también –dijo la madre-.

La hermana de Domingo se acercó a su madre, la cual también la besó interminablemente. Luego los dos chicos besaron al bebé.

. - os quiero un montón a los dos.

. - lo sabemos, mamá. Después de que papá muriera, te has volcado en nosotros y te lo agradecemos. Una pena que papá no viera a Salvadorcito nacer –dijo Domingo-.

. - no hablemos de eso ahora, que me pongo a llorar.

. - no llores, mamá –dijo Domingo, besándola a ella ahora muchas veces, como antes ella lo había besado a él-.

. - vale ya. Desayunad, hijos míos.

Los chicos se sentaron y se tomaron el desayuno. Eran como dos gotas de agua.

. - oye, hermanito. Has vuelto a correrte en la cama.

. - pero ¿qué dices?

. - a mí no me engañas. Te he olido el pijama y huele a leche agria.

. - ¿pero hija, le has olido el pijama a tu hermano?

. – sí, mamá. Tengo que buscarte un novio, Domingo. Así no te haces tantas pajas en casa.

. - mamá, dile a esta que no se meta en mis cosas, si no, yo también hablaré de ella.

. - ¿qué tienes que decir tú de mí, pingajo?

. - que también te haces pajas en tu habitación y en el baño con la foto de ese macarra que hace películas, ese tal…, no sé qué.

. - ¿me has estado espiando?

. - igual que tú a mí. Voy a tener que buscarte un novio para que no te hagas tantas pajas –dijo Domingo riendo-.

. - chicos, chicos. No os peleéis. Pero si os queréis un montón. Andad, daros un beso de reconciliación.

. - pero mamá… -dijo Rebeca-.

. - ni peros ni gaitas. Y tú también, Domingo, levantad el culo los dos y besaros.

Con mala gana se levantaron y se dieron un beso muy cortito.

. - eso no es un beso de reconciliación, venga, que no tenga que levantarme.

Los dos chicos volvieron a besarse. Ahora lo hicieron largamente a gusto de su madre. En verdad se querían y mucho estos dos hermanos gemelos.

. - así se hace. Ahora decidme, ¿ya os acordáis del chico que se llama Salvador?, es bien guapo y de unos 18 o 19 años.

. - no sé si es el que yo creo. Habla poco y siempre se sienta en la última fila.

. - ¿te refieres a Salvador Morales, hermanito?

. - sí, creo que se apellida así. ¿Lo conoces?

. - no, pero lo quiero conocer. Está buenísimo. Está para mojar con pan.

. - invitadlo a casa. Le dije que le daría algo importante.

. - ¿qué le vas a dar, mamá? -preguntó Maite-.

. - lo que les gusta tanto a los chicos. Mamar de los pechos de una mujer recién parida-.

. - pero mamá. ¿Eso no es rebajarse un poco?

. - si tu hubieras estado pariendo en el piso de un baño público, no hablarías así. Le debo la vida y la de Salvadorcito.

. - mamá tiene razón, si no es por ese chico, nos hubiésemos quedado también sin mamá al desangrarse en esos baños.

. - eso nunca se sabe.

. - es igual. Le prometí algo importante y se lo voy a dar. Decidle que venga a buscar el regalo de mi parte.

. - ¿y si dice que no?

. - pues iré yo a él.

De camino al instituto, Fátima iba a mi lado. Estaba radiante.

. - ¿llevas sostén y bragas, hermanita?

. - sí, tonto. Ya lo sé. Solo en casa sin sostén puedo estar.

. - lo hago por ti. Si los chicos ven que eres una chica fácil que va sin sostén, ni bragas, te llaman de puta para arriba y no quiero eso para mi hermanita del alma.

. - solo quiero ser tu putita, hermanito.

. - tampoco es eso. Debes relacionarte con tus amigos también, pero no seas muy promiscua, solo lo justo, que los chicos nos damos cuenta enseguida de las tías que son unas calientapollas y de las que no lo son.

. - sí, ya me lo explicaste en casa. Cuándo nos despidamos, ¿nos besamos en la boca?

. - ¿por qué no?, los hermanos se besan en la boca y no pasa nada, pero hagámoslo como hermanos y no como amantes. Un beso directo y no de tornillo y bien corto, que lo otro es otra cosa. Ya nos daremos besos como más te gusten en casa, pero en la calle, no.

. - ¿y volverás a comerme el chumino?

. - el chumino y todo lo demás.

. - creo que me estoy corriendo de nuevo.

. - yo que tú me limpiaba en el baño del instituto, no vayas a oler a lo que oléis las chicas una vez os corréis.

. - no me importa. Ya estoy deseando que me penetres como haces con mamá.

. - calla, ya llegamos a tu instituto.

Fátima se alzó de puntillas y nos dimos un beso casto en los labios. Luego entró en el instituto y se fue junto a sus amigas que la esperaban. Yo continué hasta el otro edificio donde estaba mi instituto de reciente construcción.

. - ¿cuándo nos vas a presentar a tu hermano, Fati?, está de un bueno que no veas –la que habló no era la más pechugona de las tres, Rosario, que así se llamaba, sino una más de las pechugonas, pues ambas tenían dos tetorras más que apreciables. Vamos, que las dos amigas de Fati tenían unas tetorras de cojones-.

. - ahora mismo. Espera –Fátima volvió a salir y me gritó desde la entrada- Salvador-.

Me giré y vi que mi hermana me hacía señas como para que fuera junto a ella. Sus amigas buenorras se le unieron. Cuando me acerqué para ver qué quería esta cabeza loca, las dos pechugonas vi que se aflojaban un par de botones de sus blusas, dejándome ver la raíz de sus preciosos melones.

. - ¿qué pasa, hermanita?

. - mira, que se me había olvidado. Te presento a Rosario y a Rosy. Dos amigas que querían conocerte.

. - hola chicas –dije sonriendo y acercándome a ellas. Las besé a ambas en la boca- vaya delanteras que tienen tus amigas, Fati.

. - ¿a qué están buenas las dos?

. - y que lo digas. ¿Son de verdad? –señalé las domingas de ambas-.

. - pues claro que lo son –dijo Rosario-.

. - Rosario y Rosy, ¿sois hermanas gemelas?

. - no, para nada –dijeron ambas riendo-.

. - ¿tenéis algo que hacer a la tarde?, os invito a un helado o lo que queráis. A las seis de la tarde.

. - pagas tú, ¿verdad, hermanito?

. - claro, hermanita.

. - ¿qué decís, chicas?

. - que sí, tonta –dijo la más lanzada, Rosario-.

. - pues os dejo, que llego tarde. ¿Un beso de despedida?

. - ¿por qué no? –dijo esta vez Rosy-.

Sonreí y esta vez prolongué el beso en sus labios, además de que ellas se restregaron sus pechugas en mi pecho. Luego le di otro beso a Fati, más corto y casto.

. - nos vemos en el centro entonces, chicas.

. - adiós, hermanito.

. - adiós, hermanita.

Mientras me perdía de su vista, las chicas se quedaron mirándome el culo.

. - Jo, qué culazo tiene el muy cabrón –dijo Rosy-.

. - ya vi cómo le restregabais las tetas a mi hermano.

. - ¿celosa, Fati?, ya te buscaremos un maromo para ti. Por cierto, ¿no tiene tu hermano algún amigo para ti?

. - mis ligues ya me los busco yo –dijo mirándome y sonriendo, mientras me perdía de vista-.

Casi no llego a tiempo, pues el de la verja ya estaba cerrándola a cal y canto. Luego tendría que entrar por recepción y firmar un puto papel de por qué llegaba tarde. Una vez dentro, respiré hondo. Casi me doy de bruces con una pareja de gemelos, chico y chica que no se movieron como hubiera sido normal al pasar delante suyo.

. - disculpad, mea culpa –dije cuando me tropecé con la chica-.

. - ¿eres Salvador Morales?

. - no, Pablo Morales. ¿Me buscabas?

. - no, tú te llamas Salvador Morales. Estamos en la misma clase de mates.

. - si tú lo dices…

Seguí avanzando hacia el pasillo de clases, para ir a la que me tocaba a primera hora, la de inglés. Me siguieron, pero se frenaron cuando entré en el aula.

. - llegas tarde, Salvador.

. - mea culpa, profesora.

. - señorita Alicia, si no te importa.

. - perdón, señorita Alicia. ¿Puedo ir a mi asiento?

. - vaya y no vuelva a llegar tarde, molesta al resto de compañeros.

. - solo ha sido un minuto, profesora, digo, señorita Alicia-.

. - otra como esa y te vas al director.

No respondí y me fui al final del aula, ante las risas de compañeros y compañeras. Fuera del aula aún estaban los dos hermanos.

. - ese cabrito se llama Salvador, lo sabía –dijo Domingo-.

. - déjamelo a mí. Luego le cojo de las pelotas y le digo lo de mamá.

. - no le hagas mucho daño, puede que me hagan falta.

. - mariconazo.

. - tu madre.

Sonrieron y se besaron. Luego cada uno fue a su aula correspondiente.

. - esa cabrona te la tiene jurada, Salvador –dijo Flavio, uno de mis dos amigos-.

. - lo que necesita es una buena polla. Se le quitaría las ganas de joder la marrana –dijo mi otro amigo del alma, Lucas-.

. - no seáis bestias –dijo la gordita de Rita, que bebía los vientos por mí, pero que apenas le hacía caso, cosa que podía cambiar en cualquier momento, pues estaba de un lanzado con lo de casa, que iba a ponerme a follarme todo lo que se meneaba y Rita, se meneaba alrededor mío-.

. - tienes toda la razón, Ritita. Estos son unos cafres.

. - vaya, me has hablado por fin. Creí que tenía la peste o algo así.

. - no, que va, lo que pasa es que no te veía.

. - otro chiste como ése y te tiro el lápiz de punta.

. - perdona, chica. Oye, ¿son imaginaciones mías o te han crecido las tetas?

. - no son imaginaciones tuyas, soy toda una mujer y si además me pongo uno de esos sujetadores que te la levantan, pues eso… ¿te gustan?

. - estás para comerte toda.

. - eso se lo dirás a todas.

. - no, solo a ti.

. - ¿cuándo me vas a invitar a salir contigo?, ya sabes que me muero por tus huesos.

Antes de abrir la boca para responderle, atronó la voz de la profesora Alicia.

. - callaros ahí atrás, coño. Que no oigo ni mis pensamientos –la clase se echó unas risas, congeladas cuando la profe nos miró de aquella manera suya tan cabrona-.

Al terminar la clase, se me pegaron Rita y mis dos amigos.

. - ¿no tienes nada que hacer, Rita? –dijo uno de mis amigos-.

. - chicos, chicos. Respetad a Rita. No es un saco de papas, es Rita.

. - por eso lo digo –repitió el mismo-.

. - Largaros un rato, Rita y yo vamos a hablar un poco.

. - sí, largaros, capullos –saltó Rita-.

. - nos dejas por esta…, esta…

. - ni se te ocurra acabar la frase, Flavio. A veces eres ofensivo de veras, cabronazo. Rita no se merece esas cosas. ¿Acaso te ha hecho algo?

. - no, pero…

. - anda, lárgate con Lucas y dejarnos solos, please.

Rita estaba pasmada. Se cogió de mi brazo y salimos al jardín, aún faltaba un buen rato para el cambio de clase.

. - me has defendido de tus amigotes, gracias.

. - a veces se pasan, lo siento, chica.

. - sentémonos allí, bajo ese árbol. Quiero proponerte algo.

Llegamos y nos sentamos. Ella se pegó bien a mí y me puso la mano en el muslo para decirle a todo el mundo que le pertenecía, cosa incierta, pero si se ponía contenta con ello, pues adelante. Para corroborar más la cosa, le puse el brazo por encima de los hombros, cosa que reafirmó las ansias de la chica, bajándose unos centímetros la cremallera de su sudadera.

. - ¿qué te parece?

. - que tengo ganas de comértelas ahora mismo.

. - me gustaría que lo hicieras y no fuera una broma pesada de las tuyas.

Acerqué su boca a la mía y se la besé largamente. Usé mi lengua para jugar con la suya. Todo ello mientras les metía mano a sus pechugas por debajo de su sudadera, llegando a tocar el sostén especial que tenía, sin tocar carne. Pero como me había dado permiso…, seguí besándola y aparté la copa del sujetador. Ahora sí, tenía su cacho pecho en toda mi mano, mientras ella se corría patas abajo.

. - ¿interrumpo algo? –sonó una voz que ya conocía desde por la mañana y ya me estaba tocando los cojones.

. - joder, tía, vaya susto me has dado –le dije- creí que era la maestra de inglés, la cascarrabias de Alicia en el país de las maravillas-. ¿No podías darte el piro?, ¿no ves que estoy disfrutando con mi amiga, coño?

. - ¿conoces a esta tía, Salvador?

. - la verdad es que no. ¿Qué quieres?, ¿es que no me vas a dejar en paz, joder?

. - seré breve y podréis seguir dándoos el lote. Ya sé que te llamas Salvador Morales y no Pablo Morales.

. - ¿y qué?, puedo cambiarme el nombre cuantas veces quiera.

. - ¿tu ayudaste a mi madre a dar a luz hace unos días en unos baños de un parque?

. - no. ¿Ya está?, ¿podemos seguir?

. - un segundo –dijo y sacó un móvil. Apuntó y me hizo una foto por la cara- ahora sí, sigue, yo ya me voy. Veo que te gustan las rellenitas-.

. - no solo las rellenitas, como dices, también las flacuchas como tú. Si coges número, estoy contigo en cuanto pueda.

. - vete a la mierda.

Maite se fue pisando fuerte.

. - por fin se ha largado esa tía –dijo Rita. Se levantó y me cogió de la mano. Me llevó tras el grueso árbol, fuera de la vista de todos. Su pecho, el que estaba fuera de la copa, estaba desequilibrado con el otro y se movía mucho más, lo que me la ponía cada vez más dura-.

Allí atrás nos sentamos en un tronco seco caído.

. - ¿dónde lo habíamos dejado?

. - deja que lo piense –dije sonriendo, mientras volvía a comerme sus labios-.

Esta vez le bajé la cremallera en su totalidad, apartándole ambas partes de la sudadera, quedando solo una copa del sujetador sin apartar, cosa que hice de inmediato, para ponerme a comerme sus pezones, los dos, ante los gemidos de una Rita entregada. Al mismo tiempo que la mamaba, mi mano derecha se perdió bajo su falda. Allí seguí hasta encontrar sus bragas y llegar a su pepita de oro. Sus gemidos aumentaron exponencialmente.

. - quiero mamarte la polla, Salvador, por favor.

. - claro, querida. Ahora mismo.

Me chupé los dedos vaginales y me aflojé los pantalones. Luego me la saqué de debajo de los calzoncillos y cuando la vio toda en su apogeo, casi se cae para atrás. La cogió rápidamente, no fuera un espejismo y se la metió en la boca, tragándosela toda ella.

. - despacio, despacio, que me haces daño.

. - perdona –dijo sin sacarla de su boca, sonando más que raro-.

Aflojó la mamada y sentí que ahora sí, era una mamada plus. No, si cuando se les enseñan, lo hacen a las mil maravillas. De aquella guisa nos cogieron mis dos amigotes.

. - joder, Salvador. Como te la mama la tía.

. - ¿qué coño hacéis aquí vosotros dos?, largaros, leñe. Rita, tu sigue, no les hagas caso a estos dos mamones.

. - oye, Rita, ¿no nos la vas a mamar a nosotros también, porfa…?

. - que os larguéis, coño -dije-.

. - no, que se queden. Necesito resarcirme de polla.

. - como quieras, querida. Adelante, chicos. Sacadla y acercarla aquí.

Los dos capullos se acercaron con sus pollas a medio empalmar. Se las pajeaban mientras se acercaban. Con las tres pollas en sus narices, fue saltando de una en una, mamando los tres miembros.

. - las quiero las tres en mi boca.

. - no te caben, mujer –dijo Lucas-.

Aun así, se tragó la mía, luego se metió la de Lucas y al intentarlo con la tercera, no tenía boca para tanta polla y tuvo que desistir. Al final nos la mamó a los tres hasta que fuimos explotando Lucas y yo en su bocaza. Cuando nos tragó nuestra leche, fue a por la de Flavio, que no tardó en hacerlo correr también. Al final hicimos tender en el tronco a una calientapollas de Rita y entre los tres, le hicimos una comida de chumino y tetas que la iba a recordar durante meses. Al final nos arreglamos las ropas y antes de salir, nos lo soltó Rita.

. - chicos, mañana se van mis padres unos días fuera. Tengo la casa para mi sola. Quiero que me folléis hasta hartaros. Tengo que recuperarme, ya os lo dije.

. - ¿también por el culo, Rita? -dijo Flavio esperanzado-.

. - también por el culo, la vagina y la boca y los tres juntos mejor todavía.

. - joder, Rita. ¿Cómo estás tan ansiosa de polla?

. - veo que se me están adelantando las flacuchas y no me como una rosca. Tengo que aprovecharme, que esto no dura toda la vida.

. - oye, Rita. ¿Alguna vez lo has hecho con un chico por alguno de tus agujeros? –le pregunté-.

. - solo por la boca y hace un tiempo. De los otros dos, soy virgen.

. - pues te va a doler, te lo aseguro.

. - no soy una niña, pues claro que me dolerá, pero más me dolerá no haberme tragado nada a mis 19 años. ¿Venís mañana entonces?

. - iremos. Dinos una hora y allí estaremos.

. - ¿a las cuatro?

. - de acuerdo, a las cuatro.

. - no me dejéis preñada, que no tengo ganas de críos aún.

. - descuida, ni nosotros queremos tenerlos tampoco. Aunque será mejor que te tomes la píldora, por si acaso.

. - de acuerdo. Le cogeré varias a mamá. La tomaré hoy, mañana y pasado, por si las moscas. Ahora un buen morreo y nos largamos de aquí, que hay hormigas, coño.

Reímos. Esta Rita era más puta que las gallinas y nosotros éramos los perfectos gallos que la emplumaríamos bien. Papá estaba a punto de llegar a casa, pero no llegó a entrar. Una ciclista que no lo vio se lo llevó por delante frente a la misma puerta. Fátima y yo, que regresábamos a casa, vimos el percance y corrimos en su ayuda. Apenas se podía mover.

. - lo siento, señor. No lo vi cruzar.

. - la acera es para los peatones, coño –dijo papá-.

Logramos que se sentara en el suelo, pese al dolor.

. - el brazo, creo que me lo he roto. Llamad a una ambulancia, chicos.

Aunque tenía móvil, entré en casa para que mamá supiera del accidente. Al final llevamos a papá, vía ambulancia, a urgencias. La ciclista era una profesional de los golpes y tenía un seguro para estos casos. Algo es algo, dijo un calvo. Al menos cobraría papá algo de perras. Cuando lo regresamos a casa, venía escayolado de un brazo en toda su longitud, el derecho para más inri. Lo ayudé a entrar y sentarse frente al televisor.

. - papá, ¿necesitas algo?

. - sí, llévame al baño.

Lo ayudé a levantarse y fuimos al baño.

. - cierra la puerta, por favor.

La cerré y le ayudé a sacarse los pantalones. Luego los calzoncillos y sentarse después.

. - ¿te duele mucho, papá?

. - el brazo ya no, pero tengo todo el cuerpo dolorido.

. - ¿no te dieron calmantes los médicos?

. - sí, paracetamol, como si con eso me dejara de doler todo el cuerpo. Ya solo dan paracetamol y poco más con esto de la puta crisis.

. - ¿puedo hacer algo por ti para aliviarte un poco?

. - ¿sabes dar masajes con aceite?, eso me aliviaría un poco.

. - saber…, saber…, no. Pero aprendo rápido. Acaba y te llevo a tu habitación. Allí te daré las friegas.

. - gracias, hijo. Tu madre es una negada para dar friegas. Aun me acuerdo la última vez que me las dio, estuve varios días recuperándome.

. - sí, mamá es buena para unas cosas, pero para otras, es la leche.

. - ya he acabado, tendrás que limpiarme el culo, hijo.

. - no hay problemas. Seguro que cuando chico, tú me lo limpiaste más de una vez.

. - no creas. Nunca me gustó limpiar caca de niño.

. - no importa, yo si te limpiaré la tuya. Álzate un poco, pero no mucho.

Papá se levantó y quedó algo inclinado. Cogí cantidad de papel y se lo pasé por el culo. Con varias copias de papel le dejé el culo niquelado. Aun así, usé una vez más el papel, pero esta vez metiéndole dos dedos en el mismo ojete. Es mejor estar seguro. Papá se dio cuenta, pero nada dijo. Le subí la ropa y después de tirar de la cisterna, lo llevé a su habitación.

. - mamá, ¿puedes venir un momento? –grité desde la habitación-.

Llegó rápido con Fátima.

. - mami, papá me ha pedido que le dé un poco de masaje. ¿Dónde tienes el aceite para estos casos?

. - déjame que lo busque. Debe estar en uno de estos cajones de la cómoda.

Buscó durante un momento y sacó un frasco que me entregó.

. - queridas, ¿podéis dejarnos solos a Salvador y a mí?, por favor –dijo papá-.

. - claro, querido. Os dejamos solos. Vamos, Fati, dejemos a los hombres solos.

. - ¿no puedo mirar?

. - Fati, lárgate, coño –dije-.

. - vale, vale.

Mamá cerró tras de nosotros. Luego coloqué una sábana limpia y después de desnudar a papá por completo, me desnudé yo también. Esta vez papá respiro hondo, pues no sabía que para dar masaje había que desnudarse, pero tampoco dijo nada. Le abrí bien de piernas y me coloqué entre ellas. Le eché un buen chorro de aceite en el pecho y se lo extendí con masajes por todo el torso superior. Nuestros penes se rosaban a cada momento, consiguiendo una erección doble, con respiración doble también. Más aceite y llegué a su entrepierna, dejando para el final su polla y alrededores. Los muslos fueron bien masajeados. Luego un buen chorro y me dediqué en exclusiva a su polla y sus huevos. Se le puso dura, no cabía duda.

. - no decías que no se te ponía dura, la tienes como una piedra.

. - debe ser por poco tiempo.

. - sí, debe ser eso. Date la vuelta, por favor.

Con su culamen a la vista, más aceite por toda su espalda, pasando de largo por su trasero para engrasarle las piernas. Cuando le tocó a su pompis, me empleé a fondo, dando un buen masaje a su ojete y sus huevos, incluyendo su polla también, pues la tenía de lado y podía sobársela bien desde atrás. Vamos, que le hice una suave paja.

. - ¿quieres que te dé masaje interno con mi polla, papá?

. - ¿me dolerá?

. - sabes que sí.

. - hazlo, pero sé cuidadoso, nunca he tenido una dentro de mi culo.

. - descuida, lo haré como si me follara a mi padre –sonreí. Papá lo intentó también, pero solo le salió una mueca-.

Eché un buen chorro de aceite en mi polla y otro dentro de su ojete, después de abrirle el ano con un par de dedos. Luego metí mi polla, que resbaló hasta los huevos.

. - aaaaaaahhhhhhh…, aaaaaahhhhhh…

Papá mordía la almohada, pero no impidió que siguiera dándole por culo. Así que me empleé a fondo una vez que se la hube encasquetado toda.

Fue una follada muy placentera para mi polla, no tanto para su maltrecho culo. Después de un buen rato, me salí y le pedí se diera la vuelta. Una vez hecho, volví a metérsela por el culo, mientras su polla seguía toda empalmada. Cuando me vino la lechada, me salí y acerqué mi polla a su cara.

. - ¿quieres probarla, papá?

. - ¿a qué sabe?

. - eso lo tendrás que decir tú. A cada uno le sabe diferente la leche de los demás-.

. - vamos a probarla, ya te diré algo.

Abrió la boca y le metí la polla.

. - chúpamela, papá.

Y me la chupó durante un buen rato, hasta que exploté. Me vacié en su garganta. Tosió por lo inesperada e intensa, pero acabó tragando.

. - no sabría decirte a qué sabe. Tendré que seguir probando más cantidad para poder evaluártela.

. - no te preocupes, papá. Seguirás probando y probando hasta que me des tu sincera opinión –dije riendo-.

Con mi polla descargada, bajé hacia su polla y cogiéndola, me la metí en la boca. Sí, estaba dura de cojones.

. - sigue dura, papá.

. – ¿puedes…?, ¿puedes…?

. - claro, papá.

Coloqué mi culo encima de su polla y me la enterré a todo lo que daba. Me dolió el culo, pues era la primera polla que me tragaba. Sí, la primera y me alegraba que fuera la de papá. El dolor era grande, pero aguantable.

. - sí que duele, papá. Aaaaahhhhh…, aaaaaahhhhhh...

. - salte si te duele tanto como a mí.

. - no, papá. Ya no me la saca nadie si no es corriéndose en mi culo.

Comencé a tragarme una y otra vez aquella polla suya. Sus gemidos y los míos se sucedían.

. - mi polla aguanta, Salvador. No se desmorona como con tu madre. Aaaahhhh…, que bueno, sigue moviéndote.

. - será mejor que me ponga a cuatro patas y puedas follarme bien y ver cuánto aguantas con la polla tan dura como ahora la tienes, papá.

. - sí, será lo mejor.

Sin salirme de su polla, nos giramos hasta que yo quedé a cuatro patas y papá encima de mí. Con su brazo bueno, se agarraba de mis nalgas y me cabalgaba salvajemente. Los gemidos de ambos salían de la habitación, llegando a oídos de las dos mujeres.

. - papá y Salvador están follando, mamá.

. - no hables así de papá y tu hermano. Están amándose, hija.

. - eso, amándose. Seguro que es Salvador quien está encima de papá.

. - sí, seguramente.

. - chicas…, chicas…, venid…, venid… –gritaba como un poseso papá-.

Las chicas irrumpieron en la habitación, creyendo que había pasado algo grave, cuando vieron como papá me montaba como si fuera un vaquero del lejano oeste.

. - mirad, mi polla no decae nada. Me estoy follando a Salvador y aún tengo fuelle para seguir dándole.

. - ¿estás curado, papá? –preguntó Fátima-.

. - es posible, ven, esposa mía, ofréceme tu vagina, quiero confirmar que aun puedo satisfacerte.

. - voy, querido. Fati, sal de aquí.

. - de eso nada, mamá.

. - vale, como quieras.

Mamá corrió a la cama, desnudándose por el camino. Lo siguiente, fue ponerle un condón rápidamente a su marido, pues su polla había estado en mi culo y ahora se la iba a meter en su vagina y claro, había que ser limpios y no idiotas. Luego se recostó con las piernas bien abiertas para ser follada vaginalmente por su marido. Papá se la metió a mamá. Entonces sucedió, la polla perdió vigor y se le salió de la vagina a mamá.

. - pero… ¿qué pasa?

. - papá, vuelve a metérmela en el culo.

. – pero, ¿cómo?, si ya no está dura -dijo amargamente-.

. - hazlo por favor –le pedí, quería confirmar algo que tenía en la cabeza-.

Papá, sin muchas ganas, se vino hacia mi culo y sacándose el condón, volvió a metérmela en el ojete de nuevo. Su polla volvió a coger vigor y me la enterró toda ella.

. - Dios mío. Ha vuelto a estar dura otra vez –decía mientras me follaba-.

Al rato volvió a sacármela y usando su mujer otro condón, volvió a metérsela a su mujer y de nuevo bajaba de volumen hasta quedarse en nada. Solo por confirmar, volvió a metérmela, ahora con condón y todo y de nuevo se le puso dura.

. - Dios mío, esto es de locos. Solo se me pone dura si te la meto por tu culo, hijo, no si lo hago con tu madre.

. - papá, no desesperes. Debe ser psicológico, si no, no se comprende. Anda, termina y córrete en mi culo. Ya que está aquí Fati, ella se encargará de tomarse tu leche de mi ojete.

. - eso, papi, córrete en Salvador.

Papá se salió de mi culo y Fátima le quito el condón, pues así, era como mejor se folla un culo. Luego, ya sin él, me folló y folló hasta correrse. Su abundancia decía a las claras que hacía mucho tiempo que no lo hacía en culo o vagina alguna. Luego su mujer se encargó de mamarlo bien mamado, mientras Fati se encargó de lamer la leche de papá de mi culo.

. - no lo entiendo, no lo entiendo –repetía una y otra vez papá-.

. - papá, no te comas la cabeza. Ahora sabemos que puedes empalmar y correrte. Es algo muy importante y que no es algo físico, sino mental, diría yo.

. - oye lo que dice tu hijo, esposo mío. Es la pura verdad. Si fuera físico, no habrías podido correrte en Salvador. Iremos a un psicólogo hoy mismo.

. - sí, tenéis razón los dos. Iremos a ese médico de loqueros y veremos qué diablos me pasa para no poderme correr en mi esposa y sí en mi hijo.

. - papá, yo que tú no le diría que te has follado a tu hijo.

. - ah, claro que no.

. - será mejor decirle que tuviste una trifulca con mamá y te fuiste con una pelandusca y con ella si funcionaste a las mil maravillas. ¿Qué te parece, mamá?

. - que no me deja en muy buen lugar, pero mejor que decirle que se lo hizo con su hijo, es. Sí, así lo diremos. Además, estos psicólogos ya estarán acostumbrados a oír de cuernos de todos los tipos. ¿Qué te parece, querido?

. - de acuerdo. Así lo diremos.

. - perfecto. ¿Has acabado, Fati? -le pregunté a mi hermanita-.

. - sí, pero no.

. - ¿has acabado o no, Fati?

. - sí, pero quiero seguir metiéndote mi lengua en tu culito.

. - anda, salte ya. Recuerda que tenemos una cita con tus dos amigas.

. - ¿una cita, Salvador? -preguntó mamá-.

. - sí, mamá –dijo Fati- vamos a ir mis dos amigas, la Rosy y la Rosita con Salvador a tomarnos un helado por ahí.

. - ¿piensas hacer algo con sus amigas, hijo?

. - mamá, esas cosas no se le pregunta a un macho alfa como yo. Pues claro, mamá.

. - me lo imaginaba. Ten cuidado de no preñarlas, conmigo no importaría, pero con las amigas de Fati, sería un problema.

. - tranquila, mamá. Pienso disfrutar, pero no preñarlas. Descuida. ¿Tienes celos, mamá?

. - no, hijo. Temo por tu vigor, que te lleve a dejar preñada a alguna chica. Nunca tendré celos de mi hijo, pues sé que me queréis los dos tanto como papá y yo os queremos a los dos.

Yo me abracé a mamá y Fati a papá.

. - una pregunta, Fati. ¿Desde cuándo te has unido al grupo?, ¿no me dijiste hace poco que no querías intervenir para nada? -dijo papá-.

. - querido, esta tarde te íbamos a pedir permiso precisamente para que Fati ingresara en el grupo –dijo mamá-.

. - ¿quieres ingresar, hija? –preguntó papá-.

. - sí, papá. No puedo estar al margen, viendo como os queréis tanto. Yo también quiero mi parte del pastel.

. - no sé si pastel es la palabra adecuada, hija. Pero si tú lo deseas, no me opondré. Salvador, ni se te ocurra preñar a nuestra Fati –dijo papá-.

. - no, papá. Para nada. Por cierto, aun no me has dado un solo beso y creo que después de lo de hoy, me merezco no solo uno, sino cientos.

. - tienes razón, hijo. Ven con tu padre.

Papá y yo nos abrazamos y besamos como si fuéramos dos amantes de toda la vida. Fati se unió a nosotros y también se besó con papá, para luego hacerlo con mamá también y no besos castos, precisamente. Al final papá se encargó de comerle el chichi a Fati y yo a mamá, para terminar la jornada sexual una hora después.

Mientras papá y mamá iban al psicólogo, Fati iba conmigo al encuentro de sus dos amigas a tomarnos algo. Estaban esperándonos en la entrada del centro. Sencillamente, estaban para comérselas. Llevaban la misma ropa, prácticamente la misma. Unos mini-pantalones que apenas cubrían sus pubis y unas camisas ajustadas que estaban a punto de reventar si respiraban más fuerte de lo normal. Al llegar junto a ellas las besé como para comérmelas, con algún que otro achuchón a uno de sus pechazos.

. - hola chicas, estáis buenísimas las dos.

. - gracias, Salvador. Tú también estás muy guapo y tú también, Fati –dijo Rosy, que había pasado a ser la lanzada, en detrimento de Rosita-.

. - hola, ¿llego tarde? –dijo un chicarrón de nuestra edad-.

. - no, para nada. Fati, Salvador, os presento a mi primo Bruno. Bruno, Salvador y Fati, la chica de la que te hablé –dijo Rosy-.

Bruno se adelantó y me saludó con la mano. Yo se la extendí y luego se acercó a Fati y le dio un beso en todos los morros. Fati se quedó patinando.

. - Salvador, Bruno nos invita al cine. ¿Qué os parece?

. - que, si paga él, por mí no hay problema. ¿Tú que dices, hermanita?

. - por mi está bien –dijo mirando fijamente a Bruno-.

. - pues entonces no hay más que hablar –dijo y le ofreció el brazo a Fati. Ella se lo cogió sonriendo y mis dos chicas, una por cada lado, hicieron lo mismo conmigo-.

El tío debía de salirle los euros por las orejas, pues se gastó un pastón en chuches, roscas y bebidas para todos. Ya en el cine, nos sentamos en una zona despoblada. La película era lo de menos, como siempre. Me senté entre las dos buenorras y Fati junto a Bruno y pegada a Rosy. Apenas empezó la película, empezó la otra película para mayores. Y no era por menos, pero allí todos éramos mayores de edad e íbamos a lo que íbamos. No les di tiempo a ninguna de las dos a decir ni mu. Mientas me comía la boca de una, le ponía la mano de la otra sobre mi paquete. Luego le abrí la parte superior y me perdí entre aquellos pechos más que mamables. Sus gemidos ahogados era una gozada oírlos.

Fati, tiesa como un palo, no sabía qué hacer, ni qué decir, pero Bruno, sí. Se giró y poniéndole la mano por encima de sus hombros, la atrajo hacia él, besándole la boca. Fati quería también y viendo como disfrutaba yo un metro más allá, se olvidó de remilgos y se empleó a fondo con el primo de Zumosol ©, el tal Bruno.Pronto tenía los pechos fuera Fati. Bruno estaba disfrutando de ellos. Yo me giré un instante para ver a mi hermana disfrutar y no ser violentada, así que la dejé que disfrutaran como yo lo hacía con sus dos amigas tetudas.

A la Rosy ya la tenía bien magreada, así que antes de dedicarme a Rosita, le metí mano en la vagina y para mi sorpresa, no llevaba bragas. Sonreí. Allí metí mis dedos folladores y volví a comerme su boca, mientras la pajeaba bien, para luego llevar los dedos y ponérselos a chuparlos por sus ardientes labios. Rosita ya tenía mi polla fuera de la cremallera y me la pajeaba más que bien. Dejé a su amiga y me dediqué por entero a ella, no sin antes poner a Rosy a mamarme la polla.

El cuerpo de Rosita era una copia de Rosy y también lo disfruté y tampoco tenía bragas. Estas se habían copiado en todo, hasta en disfrutar de mi polla, pues al rato, ambas se disputaban el llevársela a la boca. La cara de Fati y la mía se encontraron más de una vez y sonreí, no sabiendo si me había visto mirarla en la oscuridad de la sala, yo si vi su cara, que rebosaba alegría y placer. Al rato vi a Fati inclinada sobre la polla de Bruno y nuestras caras, la de Bruno y mía, se encontraron y sonreímos los dos, para dejar que nuestras parejas siguieran mamando cuanto quisieran. Debieron echarlo a suerte, pues Rosy ganó el montarme. Sí, la Rosy se sentó encima de mi polla, tragándose mi rabo. Apenas dejé que gimiera, pues su boca y la mía estaban pegadas con cemento armado. Un rato después, Rosita la relevó sobre mi polla. Al final tuve que bajarlas de mi trono o me corría en ellas y no quería preñar a ninguna. Eso sí, me la mamaron que era una virguería hasta que me corrí en la boca de Rosy, que estuvo más rápida que su colega Rosita. Fati, viendo que las chicas me habían montado, estaba en la tesitura de hacer o no lo mismo con Bruno. Solo había un problema, era virgen aun de polla vaginal y culera.

. - móntate en mi polla, Fati –le pidió Bruno, como si le hubiera estado leyendo el pensamiento-.

. - eh…, ustedes. Esto no es un puticlub, fuera de la sala todos –dijo un tío con una linterna que casi nos deja ciegos-.

Las chicas, las tres, tenían las tetas fuera enseñándolas que era un primor. Rápidamente se las guardaron y subieron sus pantaloncitos. Nos levantamos y nos condujeron a la puta calle. Allí nos entró la risa tonta, sobre todo a mis dos chicas y a mí. A Fati, que se había escapado de perder la virginidad en la sala con Bruno no sabía si reía por no llorar o porque se había librado de hacerlo con alguien que no había previsto.

. - Fati, tienes un hermano molón. No veas como hemos disfrutado contigo, Salvador -dijo Rosy-.

. - y yo con vosotras, chicas. ¿Tú no has disfrutado, Fati?

. - sí, yo también.

. - ¿y tú, Bruno? –pregunté más que nada por joder-.

. - sí, yo también –pero lo dijo de una manera que nos decía que le faltó un minuto para follarse y correrse a mi virgen hermana y dejarla preñada o eso pensaba yo, con mi calenturienta cabeza-.

. - continuemos en otro sitio, chicos –dijo una sonriente Rosy-.

. - chicas, pero si me habéis dejado seco. ¿Aún queréis más? –dije-.

. - yo tengo que llegar pronto a casa, se lo prometí a mamá –dijo Fati-.

. - ¿tú cómo estás, primito?, ¿continuamos?

. - yo aún estoy fresco como una rosa –dijo mirando a Fati- sí, yo no tengo que madrugar-.

. - bueno, chicos. Os dejamos. Bruno aún tiene ganas de guerra y yo también –dijo Rosy-.

. - yo también me voy, Rosy. Os acompaño, chicos –nos dijo Rosita a Fati y a mí-.

. - entonces hasta mañana –dijo Rosy y se repartieron besos entre todo el grupo-.

Rosy se fue del brazo de su primo y nosotros por el otro lado.

. - Rosita, ¿tú crees que Bruno y Rosy se lo van hacer?

. - no tengas la menor duda. No sería la primera vez. Fati, es mejor que no te enamores de Bruno. Es una cabra loca en cuanto a chicas. Una vez se cansa, las deja por otra.

. - gracias por el aviso, Rosita. ¿La dejamos en su casa?, ¿verdad, Salvador?

. - claro, hermanita. Oye, Rosita, ¿de quién fue la idea de sentarse sobre mi polla?, ¿tuya o de Rosita?

. - de ninguna de las dos. Fue de Bruno. Así se podría montar a tu hermana.

. - chico listo, o, demasiado listo.

. - no lo sabía. Suerte que vino el de la linterna y nos echó a patadas de la sala. ¿Por qué lo hicisteis tú y Rosy con Salvador?

. - se nota que no miras a tu hermano como un tío cualquiera. Si lo hicieras, te enamorarías y querrías ser follada a todas horas por tu hermano. Si está buenísimo, ya te lo dijimos esta mañana –dijo parándome y comiéndome la boca-.

. - Rosita, no me seas tan puta, joder –dijo Fati.

. - perdona, pero tu hermano me las pone duras.

. - ¿los ovarios?

. - no, tonta. Las tetas. ¿Quieres comérmelas otra vez, Salvador?

. - no te diré que no, pero seamos sensatos, estamos en plena calle y no tengo ganas de que me enchironen.

. - me gustas, Salvador. Ya lo dije.

. - gracias, preciosa –le dije rodeándole el cuerpo y apretándole el pecho derecho, mientras le daba un beso en todos los morros. Luego proseguimos-.

. - por fin llegamos a tu casa, Rosita. Eres capaz de bajarle los pantalones en plena calle y ponerte a mamársela como si nada.

. - no soy tan puta como Rosy, pero si, no me hubiese importado meternos en cualquier callejón y dejar que tu hermano me rompiera el culo. Eso os gusta a todos los tíos.

. - ¿ya te lo han roto, Rosita?

. - no, pero tú serías el candidato para desvirgarme por ahí atrás.

. - tomaré nota de tu petición –dije e hice como que anotaba algo en mi mano con un bolígrafo imaginario- te pondré en lista de espera-.

. - vayamos a esa sombra, no quiero que los viejos me vean morrearme contigo.

(Parte 2 de 30)

FIN