Soy un caballero y cumplo lo que prometo (17)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(17-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Toqué el timbre con insistencia y me abrió al poco una llorosa Carlota.

. - oh, por fin has llegado, papá está muy malito.

. - tranquila, Carlota. Traigo un par de cosas que le aliviará.

Nos llegamos al baño y allí seguía el hombre sufriendo.

. - sr. Arcángel, necesito que salga de la bañera.

. - fuera no podré echarme el agua fría y me duele.

. - he traído un par de cosas de la farmacia que, si funcionan, no tendrá que echarse más agua.

. - vale, de acuerdo. Carlota, hija, salte un momento, por favor.

. - pero papá, si yo ya…

. - Carlota –intercedí, pues la chica iba a decir algo que no tenía que oír el viejo- sal del baño, por favor –me quedé mirándola de manera que supo que tenía que largarse ya echando leches-.

. - bueno, vale, pero ya he visto penes de todas las medidas en… internet –se quedó mirándome y se largó-.

. - ¿ve lo que le decía?, saben más que uno con ese internet de los demonios. Pero de las cosas importantes, poco.

. - deje eso para luego, ahora toca curarse.

Una vez fuera, el viejo salió de la bañera ayudado por mí.

. - Siéntese en la taza del baño un momento mientras saco el aparato y una crema. Séquese con esta toalla –le dije entregándole una que había en un soporte en la pared-.

Una vez se sentó, saqué el dichoso aparatito. Era una especie de cinturón como me había dicho la dependienta de la farmacia. Se parecía más a esos que usan los albañiles para no joderse la espalda al levantar peso que a otra cosa, pero éste tenía un cable negro con una clavija al final.

El aparato tenía un agujero por donde debía salir la polla según los instructivos dibujos de la misma caja. Puse el cinturón en un lado y cogí la caja donde venía la crema refrigerante. Le quité la tapa y me eché un buen chorro en la mano. Estaba fría de cojones. Sí señor, que invento más útil. Con la crema en mi mano, se la pasé por toda la zona quemada, pene y huevos incluidos. Se lo embadurné todo bien después de volverme a llenar la mano con más crema.

Luego abrí el cinturón y se lo puse alrededor, cuidando que la polla, ya no tan flácida como antes, del viejo, saliera por el agujero. Cuando vi que no habría problemas cuando apretara el susodicho cinturón, se lo abroché por detrás como si de un cinto se tratara, pero esta vez el cierre era velcro el pegue usado y no la habitual hebilla de los cinturones.

. - ¿le hace daño el cinturón en algún lugar como el pene o los huevos?

. - no, no me hace daño. El dolor está bajando con la crema.

. - más le bajará con el cinturón, si funciona.

Cogí la clavija y lo metí en su toma. De inmediato una lucecita en un disco a un lado del cinto se iluminó. Tenía marcado del 1 al 5 y lo puse, por si acaso, en el 3, según aquello, entre más alto, más frío.

. - ¿siente algún alivio extra con el cinturón?

. - no, todavía no –pasaron unos segundos…- espere, ahora va aumentando el frío. Sí, funciona.

. - okey, parece que tenía que ir enfriando poco a poco hasta coger la temperatura del termostato. Está en el 3. Si es mucho, lo bajamos y si es poco, lo aumentamos. Eso usted me dirá.

. - oh, sí. Funciona, funciona.

. - ya lo veo, señor Arcángel -le dije señalándole el pene que cogía consistencia hasta ponerse bien alto y duro, supuse.

. - vaya, qué cosas.

. - no se preocupe por eso ahora. Son cosas que pasan.

. - será mejor que me lleve a mi habitación. Allí, en mi cama estaré más cómodo. Allí tengo otra toma de corriente para el aparato.

. - sí, es verdad. Pero ¿qué hacemos con eso?, su hija está fuera.

Sonriendo, me cogió la mano y me hizo rodear su polla. Sonreí también.

. - entendido. Le ayudo a levantarse después de desconectar el aparato.

Saqué la clavija de la toma y con la mano que tenía la crema, volví a cogerle la polla para ocultárselas de los ojos de su hija. Caminamos hacia la habitación y nos cayó detrás Carlota.

. - ¿cómo estás, papito?

. - bien, hija. Lo que trajo Salvador es muy efectivo. Voy a tenderme en la cama.

. - sí, papito. Yo cuidaré de ti.

La Carlota no dejaba de mirarme la mano con la que tenía cogida la polla de su padre. Hasta sonrió un poco al ver aquella escena. A su padre no le hacía tanta gracia, pero se aguantaba y nada decía, pues aquello era bochornoso para su ego masculino. Una vez en la cama, Carlota apartó la manta principal y la puso sobre una silla. Luego ayudé al viejo a tenderse, aun con mi mano allí puesta.

. - Carlota, búscame un pañuelo o algo parecido, para no manchar la ropa con…, con…, bueno, ya me entiendes.

. - sí, claro. Aquí están los pañuelos –dijo abriendo uno de los armarios. Me lo entregó y como un mago, intercambié la mano por el pañuelo, para descanso del viejo. Luego le puse la sábana por encima y lo arropé.

. - ahora descanse. Si me lo permite, esta noche dormiré en su casa. No hay que dejar de vigilar la quemadura y actuar en consecuencia.

. - gracias, te lo agradezco. Carlota, revisa la habitación de invitados, Salvador se queda esta noche con nosotros.

. - vale papá, me alegro de que te quedes a cuidar de papá, Salvador –dijo y se me abrazó. Sonreí, también su padre-.

. - si no le importa, haré una sopa de sobre, las de toda la vida. Debe comer algo, el almuerzo se echó a perder.

. - te lo agradezco. Sí, será lo mejor. Hija, dale lo que necesite y obedece a Salvador en todo lo que te pida.

. - sí, papi. Descansa ahora, papi. Después te traeremos la sopa.

Carlota me sacó de allí de la mano, su padre sonreía de lo bien que nos llevábamos. Si el viejo supiera cuanto bien nos llevábamos, le daba un patatús y palmaba allí mismo. En la habitación de los invitados, Carlota se desnudó en menos de lo que canta un gallo. Su sonrisa se me contagió y también me desnudé.

Ya en la cama dimos rienda suelta a nuestras ganas de comernos al otro. Con mi polla tiesa, un rato después, se la enterré a todo lo que daba. No gritó, porque no pudo, sus labios y los míos eran uno solo. Me la follé como si haberle mamado la polla al padre, me diera energías extras para follarme a su hija un par de habitaciones separados de la de su señor padre, con el morbo que ello daba.

Pronto comenzó a gemir al venirle el primer orgasmo. Con sus ojos cerrados de disfrute, continué dándole placer penal, de pene. Cuando le saqué mi polla de su coño, me metí entre sus piernas y le di lengua y más lengua, hasta darle más placer del que podía digerir y casi salen a la luz sus gemidos fuera de la habitación. Tuve que parar y ponerla a mamarme la polla, mientras yo seguía metiéndole varios dedos a su vagina.

Ya era toda una experta mamándome la polla y por ello disfruté tanto que me corrí en su boca, tragándose todas mis vitaminas garganta abajo. Siguió disfrutando de mi polla hasta que no pudo sacar más leche del cántaro. Con una última chupada de su coño, la dejé limpia, muy limpia de fluidos hasta que volviera a tener más orgasmos, algo que era muy rápida en volver a fabricarlos, demasiada rápida para mi polla, pero al menos tenía mi lengua, que era tanto o más rápida que su vagina fabricándolos.

Nos metimos en el baño y allí volvimos a las andadas, donde nuestras lenguas no pararon en todo el rato. Luego nos calmamos y nos duchamos, para luego arreglarnos y pasar a la cocina. Cogí un sobre de sopa rápida y eché la mitad en un calentador. Unos minutos después, ya humeaba en el plato, que llevó la chica a su padre.

Cuando me pasé por la habitación del viejo porque estaba tardando mucho en devolver el plato, la vi con el rabo de su padre en la mano. Le hacía una suave paja. El viejo dormía o al menos, aparentaba dormir.

Cuando me vio, le hice señas de que saliera. Dejó la polla en su sitio y salió sigilosamente. El plato de sopa seguía intacto y lo había dejado sobre la mesa de noche.

Ya fuera, le eché la bronca.

. - ¿qué haces, chica?

. - no estaba durmiendo.

. - ah, ¿no?

Con la cabeza negó.

. - le gusta que le haga pajas y a mí me encanta hacérselas.

. - entiendo. Pues continúa, ya puestos…

Carlota volvió a entrar y sí, su padre tenía los ojos abiertos. La chica volvió a cogerle el rabo que sobresalía del cinturón de frío y siguió haciéndole la paja suavemente. Cuando entré y vi el panorama, al viejo casi le da algo.

. - no es lo que tú crees –se apresuró a decir, apartándole la mano a su hija-.

Me acerqué a ellos y sonriendo, le hablé.

. - será mejor que continúes Carlota, no lo puedes dejar así –dije cogiéndola la mano a la chica y volviéndosela a poner en la polla de su padre para que continuara pajeándolo-.

Al final acabaron sonriendo padre e hija, respirando hondo el primero. Carlota limpió su mano y el pene de la crema refrigerante con el mismo pañuelo que ocultase la polla, una vez puesta bien dura dicha polla. Carlota avanzó lo suficiente su boca para tragarse el pene paterno, con la anuencia explícita de su padre, el cual, muy comprensivo con ella y su buen trabajo. Ahora ya sabía de donde había aprendido a hacer las mamadas la tal Carlota.

Al rato Carlota me cedió el turno de mamar a su padre y así lo hice, para placentero placer del hombre, pues una alumna difícilmente podía superar a su maestro mamando pollas.

. - ¿tienes algo para mí? –se señaló la boca el viejo mirándome a mí-.

. - lo siento, papi, ya me la tomé yo. Será mejor que te tomes un poco de mis jugos –dijo la hija, sacándose las bragas y subiéndose a la cama. Se colocó de manera tal, que su vagina estuvo a la altura de la boca de su padre, el cual y sin rubor ya en la cara, comenzó a comerle el coño a la niña de sus ojos-.

La lechada que tragué, bien sabrosa, me hizo recordar que debía llamar a Anika de que no pernoctaría esta noche en el piso que compartíamos. Pero eso sería después, ahora tocaba seguir mamando hasta que la polla del viejo ya no pudo mantenerse con leche alguna, al contrario, la había dejado seca.

. - gracias, hija. Ya he tomado bastante de tus jugos.

. - papi, tienes que comerme mucho para que te pongas bien.

. - lo sé, hija, pero ¿qué va a pensar Salvador de nosotros?

. - que tengo delante a dos personas que se quieren de verdad, nada más.

. - por supuesto sé de tu relación con mi niña y tengo que decir que te lo agradezco, pues es muy feliz mi chica.

Podéis seguir disfrutando el uno del otro, yo también seguiré haciéndolo. En cuanto a ti y a mí…

. - no me lo diga, le gustaría que usara algo más que mi boca.

. - me has leído el pensamiento. Quisiera que el tiempo que estés aquí te pasaras de vez en cuando para…

. - por supuesto, pero ahora estamos ambos escasos de potencia, cuando recargue baterías, aquí me tendrá –reímos los dos y Carlota se añadió a las risas-.

. - Carlota, llama a Anika de que no iré a pernoctar al piso, pues lo pasaré aquí con tu padre y contigo.

. - ¿le digo el motivo?

. - no veo por qué.

Carlota cogió mi móvil y llamó a Anika.

. – dime, mi amor –dijo al otro lado la Anika con k de kilo-.

. - no soy tu amor. Soy Carlota.

. - ¿qué ocurre Carlota?, ¿por qué tienes su teléfono?

. - papá ha tenido un accidente en la cocina y Salvador se va a quedar con nosotros para cuidarlo y de paso, ya sabes…

. - ¿está bien tu padre?

. - sí, gracias. Solo le ha caído agua caliente encima, pero ya está mejor.

. -  me alegro, pásame a Salvador, por favor.

. - ¿para qué?, ¿no me crees?

. - claro que sí, mujer. Quiero decirle algo que no tiene nada que ver contigo y tu padre.

. - vale. Salvador –dijo entregándome el móvil- Anika quiere hablarte de algo.

Lo cogí y lo puse en mi oreja.

. - dime, mi amor –dije mirando a Carlota, que ya tenía mi otra mano en su pecho derecho descubierto. Mientras jugaba con el pecho, escuchaba a Anika-.

. - amor mío, uno de esos correos urgentes ha llegado con un sobre por el que tuve que firmar.

. - ¿y qué?

. - era de un país árabe, uno de esos donde hay mucho petróleo.

. - vale Anika. Déjalo por ahí, ya lo abriré cuando pueda.

. - ya lo he abierto –dijo Anika con media voz-.

. - ¿cómo has dicho?

. - lo siento, no pude evitar hacerlo. Perdóname, mi amor.

. - Anika, sabes que esas cosas no se hacen, mujer.

. - lo sé…, lo sé…, mi amor, pero al ver el sobre tan grande y sonaba de una manera que parecía que tenía algo valioso, que…

. - vale, Anika. Ya está hecho. ¿Qué contenía el sobre?

. - eso es lo mejor, había dos fajos de billetes de 500 euros, conté al menos 50 en cada uno de ellos. Que son 50.000 euros, Salvador. También una cadena con una foto de una chica dentro de una especie de broche. Es muy guapa. Además, trae una carta, esa está cerrada y lacrada y no la he abierto.

. - vale Anika. Cuando regrese a casa leeré esa carta y veré que me dice.

. - ¿conoces a la chica, Salvador?, ¿es tu novia?

. - ¿celos, mi amor?

. - no, es que…

. - no te preocupes. Es una amiga rica que me eché un día. Le hice un favor una vez.

. - ¿un favor?

. - no de ese tipo que estás pensando, Anika. Además, ¿ya no te acuerdas de nuestro trato cuando llegara el final del curso y tuviera mi diploma?, nada ha cambiado, mi amor.

. - ¿nada, amor mío?

. - lo siento, querida, nada. Te dejo y guarda bien esas cosas. Ya hablaremos cuando llegue.

. - Salvador, no cuelgues.

. - dime, aquí sigo.

. - mañana es la carrera, ¿vas a correr?

. - por supuesto. Es a las 10 de la mañana. Estaremos Carlota y yo en casa antes de esa hora. Así salimos juntos.

. - vale, os estaré esperando. Otra cosa. ¿Es conveniente que hagamos el amor antes de la carrera?

. - la verdad es que no tengo ni idea, pero nosotros no somos profesionales y solo corremos por correr, lleguemos o no lleguemos. Así que sí, haremos el amor antes de correr. Ponte guapa, ya estoy deseando que disfrutemos los dos.

. - te quiero, mi amor. No sé qué voy hacer cuando me dejes…

La oí llorar antes de que colgara. Lo sentía por ella, pero lo había dejado claro y no había vuelta atrás. Me casaría un día, sí, pero no sería con ella. Una pena, porque se entregaba en cuerpo y alma y me quería, algo que no podía decir de todas mis conquistas.

Pulsé el botón rojo de llamada terminada y puse el móvil sobre una mesilla. Le abrí la camisa a Carlota y mamé cada pechito, apartando el sujetador mini que se había puesto.

Mientras le mamaba quiso saber de mi conversación.

. - ¿qué ocurre, Salvador?, ¿es algo malo?

. - no lo creo. Es una carta que me llegó de una conocida.

. - ¿la conozco?

. - no y déjalo, Carlota. No tiene nada que ver contigo.

. - lloraba, ¿verdad?

. - ¿Anika?

. - sí. Se ha enamorado de ti. Será tonta.

. - eso parece.

. - no comprendes a las mujeres, cuando nos entregamos, lo hacemos de verdad.

. - os dejé bien claro de mis intenciones, ¿no es así?

. - es verdad. Pero donde manda el corazón…, yo también te quiero, pero ya he aprendido que te perderé cuando acabes los estudios. Anika, no. Solo estoy esperando el día en que decidas desvirgarme analmente. Esta noche podría ser ese día, mi amor. No puedes dejar de rompérmelo, mi amor. Así, papá, continuaría haciéndolo después. Quiero que seas tú, el primero en disfrutar de mi anito.

. - no tengas prisa, cariño. A veces las cosas no son como una quisiera y debe seguir adelante. Si no, se pierde uno por el camino -vaya idiotez que he dicho. ¿Seré gilipollas?

Regresé a sus pezoncitos, que mamé pensando en lo que diría la carta de cierta princesa y en los sentimientos dolidos de Anika. Tan ensimismado estaba que no me di cuenta que Carlota ya tenía mi polla en su boca y a punto de explotarle en la garganta.

. - déjala, querida. La tengo reservada para tu padre.

. - ah, perdona, no lo sabía. –Le dio un último beso en la punta y me la guardó de nuevo-.

Con la polla endurecida por Carlota, me llegué hasta la habitación de Arcángel, su padre. Me esperaba, sin duda. En cuanto me vio y no sin dificultad, se dio la vuelta y apoyando las rodillas, alzó su ano, el cual no estaba oculto por el cinturón enfriador. Me desnudé y subiendo a la cama, me fui directamente a su orto, en el cual metí mi lengua de inmediato, para después introducir varios dedos juntos una y otra vez.

Gimió, pues era un culo de estreno, según me había dicho en un momento de debilidad. Solo había jugado a maricón en su juventud con su hermano gemelo y solo eran furtivas mamadas entre chiquillos. Aquello le había quedado marcado y siempre quiso experimentar, pero siempre lo dejaba para más adelante, pero nunca llegó a estrenarse. Más por el qué dirán, que por otra cosa.

Con mi polla en su entrada, Carlota, que no había perdido detalle, subió a la cama también y se colocó entre mis piernas y las de su padre. Allí disfrutó de mis huevos. Comencé el desvirgamiento con suavidad enterrándosela hasta el fondo de mis cojones. Se dolió, pero como tío con dos huevos y una edad que no le pedía dar gritos como una loca, aguantó mis embestidas cada vez más violentas y rápidas, hasta que puse velocidad de crucero. Con cada clavada, un ah… rotundo y doloroso. Aun así, no impidió que continuara disfrutando de su culo y lo hice, a fe mía, que disfruté como un enano.

Su hija no dejaba de comerme los huevos que iban de un lado para otro. Cuando me vacié en el culo de su padre, mi polla se salió por su propio pie y allí estaba ella para tragársela y mamarla hasta sacarle todo el zumo que mis huevos habían fabricado. Una vez acabó con mi polla, se puso a tragar la leche que salía por sí sola y la que podía sacar con sus deditos del culo paterno.

Me moví y me acerqué a la boca de Arcángel y su boca y la mía no se despegaron hasta que nos hartamos de traspasarnos saliva. Al poco se añadió Carlota y fueron tres lenguas las que disfrutaron las unas de las otras. Sin duda, lo pasamos bien los tres.

. - ¿cómo está de la quemadura, señor? ¿le duele aún?

. - el cinturón ha sido muy efectivo. Me lo dejaré toda la noche a una potencia mínima, para estar mañana como nuevo, pues quiero asistir a la maratón de mis dos chicos. Sin embargo, mi pene pide guerra y ya sabes dónde quiero meterla.

. - por supuesto, no esperaba menos de usted.

Me coloqué junto a él y poniéndome con la cabeza hacia los pies de la cama, le ofrecí el culo de un servidor. Aunque se movía con dificultad, llegó hasta mi trasero y allí jugó con mis nalgas y mi ojete, para después y arrodillando un pie, enterrármela hasta el fondo. Fondo que no era tal fondo, pues el cinto impedía que un porcentaje no desdeñable de su polla no llegara a mi culo. Aun así, tenía una señora polla que me gustó tenerla dentro de mí.  Me dio bien por culo hasta correrse y de nuevo allí estaba su hija para mamarlo primero y chuparme el culo en busca de la leche que mejor se cotiza hoy día, la de polla.

Cuando lo dejamos descansar, ya era bien entrada la noche. Así, que lo dejamos en paz su hija y yo. Nos fuimos al baño y nos dimos una ducha conjunta. Luego nos fuimos a ver televisión hasta que me recuperara, cosa que sucedió dos horas después de ver una película de los años 40, en blanco y negro, de unos mafiosos ladrones.

Cuando la tuve como un roble, ya antes de tenerla dura, me dije que esta noche sería la noche de desvirgar a la hija del dueño de la casa. Si el padre me había dado permiso y la hija, mayor de edad también, ¿por qué me hacia el remolón para disfrutarle el culo? Es que era tonto del culo. La cogí en brazos y sonriendo, nos llegamos a su habitación. Allí la zumbé sobre la cama, para luego desnudarnos y darle un repaso previo a su desvirgamiento, el cual no lo sabía ella, pero iba a ocurrir muy poco después.

Cuando me vio lengüeteándole el ojo el culo, ya se iba imaginando algo. Y cuando la puse a cuatro patas, ya lo supo, sería la noche de su desvirgamiento oficial por su enamorado atleta maratoniano. Con vaselina, unté su ano y mi polla. Luego se la fui enterrando culo adentro.

Sus gritos fueron llegando nítidamente a los oídos de su padre, que no hizo por levantarse y venir a darme de ostias, pues ello significaba, que, de esta noche en adelante, él también iba a disfrutar del culito de su hija, como venía haciendo desde hacía un tiempo, de su vagina.

Obvié sus gritos, porque su padre no apareció. Y como no apareció, di por bueno que estaba de acuerdo en que desvirgara por fin a su hija. Carlota, pese a sus gritos anales, no me impidió, al contrario, el romperle el culo. Solo cuando se la tuve toda dentro, me detuve unos segundos, que me parecieron horas. Luego, ya sí, comencé a disfrutar como lo hacía con su colega Anika.

Pasé una noche de ensueño, donde mi polla poco tiempo estuvo ociosa. Solo cuando ya no podía más con mi alma y sabía, porque la tenía a mi lado, que Carlota tampoco, dejé en paz su enrojecido ano. Si, ya había sido desvirgada para su padre putativo, que durmió a pierna suelta, al pensar que ahora le tocaba a él disfrutarla día sí y día también.

. - despierta, mi amor –ya había amanecido y estaba llamando a Carlota, la cual tenía en su boca mi polla, que cuando me desperté, estaba flácida, pero al verla de aquella guisa, ella sola fue inflándose hasta quedar bien dura dentro de su boquita de porcelana-.

Cuando abrió los ojos, sonrió, pero no se sacó la polla.

. - anda, dejala estar. Ayer ya oíste la conversación con Anika, vamos a hacer el amor y la necesito bien cargada.

. - una vez más, por favor. Es tan sabrosa…

. - no, Carlota. No me la descargues, por favor.

. - hija, haz lo que Salvador te ha pedido. La mía, sin embargo, está muy bien cargada. Anda, vente al salón, allí podrás mamármela cuanto quieras.

Carlota se salió de mi polla y sonrió.

. - gracias, papi –y salió desnuda de la cama detrás de su padre, el cual la esperó sentado en el salón. Yo también bajé de la cama, pero me fui al baño. Allí me di una ducha rápida. Una vez fuera, me vestí y me llegué al salón-.

Allí estaba el padre, no siendo mamado, sino dándole por culo a su hija, que estaba a cuatro patas. Sin duda, el viejo se había recuperado pronto de sus quemaduras. Cuando el padre se la sacó y se la metió en su boca, la leche pasó de padre a hija, como si de una herencia se tratara, ambos respiraron hondo. Uno, por haberse corrido a gusto, después de haberle disfrutado por primera vez su tan anhelado culo y la otra, por haber podido, por fin, entregado su ano a su padre, que tantas veces le había pedido.

Me había equivocado con Carlota. Ahora recuerdo que la petición de una mamada por día de entrenamiento era algo que ya ella había practicado con su padre y quizás con sus amigos, el tal Julio incluido. Esta chica ha mamado más pollas que yo, me parece a mí, algo de lo que no le voy a regañar, pues no soy quién para ello.

. - gracias papá. Me ha gustado mucho. A partir de hoy, será tuyo también.

. - gracias, hija. A mí también me ha gustado. Eres una buena hija que cuida de su padre.

. - ya que mamá no está, ¿para qué están las hijas? –dijo riendo y se levantó- voy a ducharme. Hoy corremos la mini-maratón y pienso llegar a la meta -dijo riendo, yéndose al baño-.

. – ¿puedo preguntarle una cosa, señor arcángel?

. - claro, adelante.

. - ¿desde cuándo su hija le hace mamadas, señor Arcángel?

. - la verdad es que desde siempre. Su madre la enseñó

. - su madre, ¿dice?

. - sí, mi querida esposa estuvo encamada mucho tiempo hasta que murió. En ese lapsus de tiempo, habló con Carlota y la convenció de que debía hacer que su padre no se sintiera solo nunca, una vez ella muriera, dándome placer bucal hasta que creciera lo suficiente y pudiera darme un placer completo como mi esposa me lo daba antes de enfermar. La niña consintió convertirse en mi esposa en mi cama y hasta hoy.

. - ¿qué edad tenía?

. - unos 15 años. Cuídamela, aún tengo que disfrutarla mucho tiempo.

. - descuide.

Carlota apareció ante nosotros.

. - ¿nos vamos ya?, ¿qué os parece mi look? –dijo Carlota apareciendo-.

Iba con la ropa con que iba a correr. Estaba guapísima. Llevaba un bolso con ropa limpia y varias mudas.

. - papá, luego me quedo en casa de Salvador. Estaré hasta mañana domingo por la tarde.

. - ten cuidado, hija. De todas maneras, te veré en la carrera, pienso asistir.

. - lo sé, papi. ¿Ya no te duele la quemadura, papi?

. - nada de nada. Ese aparato enfriador, ha sido mano de santo. Gracias, Salvador y cuida de Carlota, pues habrá mucha gente en esa carrera.

. - no se preocupe, estará bien protegida, no por mí, sino por unos amigos a los que he pedido que la cuiden. Yo, seguramente no podré llevar su trote y posiblemente me quedaré atrás, pues ella es más rápida y lleva más tiempo que yo, corriendo. Aun así, no estará desprotegida en ningún momento, aunque mis amigos no se dejen ver. Se lo prometo, señor Arcángel.

. - te creo. Dadme un beso los dos, un largo beso.

Su hija se me adelantó y se besaron como lo que eran, más amantes que padre e hija. Luego lo besé yo, como amante a secas y fue un beso fuerte, de dos hombres con dos cojones cada uno.

. - siento no poder descargar mi polla en su culo, pero ya lo oyó, la tengo reservada.

. - tranquilo, hijo. Habrá más días, o eso espero.

. - por supuesto. No me perdería ese culo por nada de mundo, volverá a ver mi polla dentro de él, se lo prometo.

Un nuevo beso corto y partí hacia la puerta. Su hija volvió a besarlo bien intensamente, luego se vino conmigo al coche para ir al piso donde me alojaba con Anika.

. - Habéis llegado –dijo Anika besando a la mocosa y luego a mí, más intensamente-.

La cogí en brazos como si fuéramos recién casados y la llevé a la habitación que compartíamos. Allí la deposité con delicadeza en la cama. Carlota estaba en la puerta, mirándonos.

. - pasa, no te quedes en la puerta –dijo Anika, sonriente-.

Pronto el sexo más sabroso de todos fue lo que hicimos Anika y yo, con una espectadora de excepción, Carlota. Allí, sentada en la silla, nos veía amarnos como si fuéramos uno. La entrega por parte de mi pareja era bestial y yo no podía ser menos. Cuando me cansé de darle por culo, me salí y acabé descargando en sus pechos, Anika invitó a Carlota a tomarse mi leche de sus pechos.

. - no gracias, seguid vosotros.

Y seguimos. Me tomé la leche y la compartí con Anika. Luego ella me la mamó para sacarme lo que de corrida quedaba en mi polla. Fue algo sublime aquel polvo, polvo que junto con los anteriores con Anika, sería difícil de olvidar cuando la dejara atrás.

Con una profunda comida de vagina, marchamos al baño. Allí más besos y más comida de pezones y de mi polla flácida por parte de ella. Una vez secos, salimos y nos vestimos como atletas que iban a correr una mini-maratón para sacar unos dineros para la investigación del cáncer de mama, algo que a cualquier mujer le aterraba tener y no era para menos. Al salir de casa, los tres íbamos nerviosos, yo más que ninguno, pues nunca había corrido otra cosa que mi polla. ¿Lo cogen?

Mis escoltas estaban en el auto y con una señal, salieron vestidos de corredores. Ya había hablado antes con ellos de que debían de vigilar a la Carlota para que no le pasara nada. De ella se encargaría Dámaso. Víctor y Adrián, cuidarían de mí. De Anika no haría falta, ella se sabía cuidar muy bien. Además, no había nada que hiciera pensar que su vida estuviera en peligro, ni siquiera la mía y menos la de Carlota. Lo de cuidar de la Carlota fue más porque se lo prometí a su padre, además, habría mucha gente, no siempre buena gente, como en toda casa de vecino.

Conforme llegábamos a la salida de la carrera, más y más corredores se amontonaban allí, haciendo difícil ver un par de metros más allá. Las chicas y yo habíamos decidido tomarnos la carrera como lo que era, un paseo para recaudar fondos, nada de intentar ganar la carrera, que no ganaríamos ni locos, pues no éramos atletas, sino aficionados de hace quince días, al menos, en mi caso.

Pero las cosas son como son y no como uno quiere que sean. En cuando se dio el pistoletazo de salida, adivinen quien salió disparada. Sí, ella misma, Carlota. Parece que iba a cumplir lo que dijo en su casa, de terminar la carrera. Miré a Dámaso, que ya corría tras la chica. Anika ya lo daba por sentado y sonrió.

. - lo sabía, esa cabra loca quiere ganar la carrera.

. - no podrá, ni loca. A lo mejor, hasta la alcanzamos, si se cansa antes que nosotros.

Al trote, corrimos Anika y yo. De vez en cuando nos avituallamos de agua y seguíamos. Cada vez sentía más pesados mis pies, pero no quería detenerme a las primeras de cambio y desobedecí lo que mi cabeza me decía, pues el corazón pensaba diferente.

. - ¿cómo vas, Anika?

. - ¿cuánto queda aún?

. - unos quince kilómetros.

. - no sé si podré hacerlos. Me duele el trasero.

. - no será de…

. - me temo que sí, mi amor. Debimos esperar a que finalizara.

. - cuanto lo siento, mi amor. Si lo llego a saber…

. - yo te lo pedí, así que solo es culpa mía. Sigue tú, yo me quedo por aquí.

. - vayamos más despacio.

. - ni caminando, ya no puedo más –se salió de la carretera y se sentó sobre un montículo de tierra que allí había. Uno de los que avituallaban la carrera se nos acercó y nos dio a cada uno una botella de agua. Anika bebió, yo también.

. - vete, sigue tú. Te espero en casa.

. - como quieras –la besé en los labios y continué-.

Más adelante aflojé el paso y corrí al lado de Adrián y Víctor, los escoltas.

. - Adrián, cuida de Anika hasta que llegue a casa.

. - sí, señor.

Adrián retrocedió y cuando fue en busca de Anika, no estaba donde la había visto. La buscó y nada. Al final regresó con Víctor y conmigo.

. - no la encuentro, señor.

. - ¿cómo que no la encuentras, hombre?, si estaba desfallecida y no podía moverse apenas.

. - no está donde se quedó, señor.

. - busquémosla –dije-.

. - ¿abandona la carrera, jefe? –dijo Víctor-.

. - la carrera que se vaya a la mierda. Primero es Anika.

Desde el lugar en que la dejé, la buscamos en todas las direcciones. Adrián se llegó a la casa con mi llave y volvió informando que no estaba. Aquello ya me estaba oliendo fatal.

. - hay demasiada gente y es imposible encontrar nada, señor –dijo Víctor-.

. - aun así, no pararé hasta encontrarla. Ampliemos la zona de búsqueda.

Mientras Adrián iba solo, Víctor me acompañaba, pues no quería dejarme solo, desobedeciéndome directamente. Estaba empeñado en cuidar de mí y a fe suya, que lo haría. Que conservara el puesto después, ya sería otra cosa. Adrián nos localizó y por la cara que traía, no me gustó nada.

. - la han encontrado.

. - ¿la han encontrado?, ¿quién?

. - La seguridad de la universidad.

. - ¿dónde está? ¿Cómo está?

. - señor, no debería verla.

. - ¿por qué no?, ¿qué le ha pasado?, habla, joder.

. - la han violado y asesinado, señor. Lo siento.

. - ¿qué dices?, tú estás loco.

Pero no estaba loco. Era verdad. En uno de los callejones se arremolinaba gente alrededor de un cuerpo que alguien había cubierto con una sábana. El corazón se me encogió. Los guardias del campus casi no me dejan pasar para poderla ver bajo la sábana, pero las placas de los escoltas hicieron su trabajo, aun no siendo policías. Cuando me agaché y la vi allí tan serena su cara y luego todo su cuerpo ensangrentado, las piernas se me doblaron. Víctor tuvo que ayudarme a levantarme. Me sacó de allí, no sabiendo donde estaba ni a donde iba.

. - nos vamos a casa, señor. Aquí no puede estar. Su seguridad es lo primero ahora.

Cuando me dejaron en el piso, Víctor no quiso dejarme solo.

. - voy a quedarme con usted, jefe. Quiera usted o no.

. - gracias, Víctor. Te lo agradezco, pero…

. - ni peros ni gaitas. ¿Qué hacemos con la niña, jefe?

. - envía a Adrián también. Que informe a Dámaso de lo ocurrido y que cuiden de ella los dos con disimulo. Yo llamaré a su padre para que la recoja cuando acabe su carrera, si no lo ha hecho ya. Pensaba quedarse a dormir aquí, pero no puede ser. Que no vuelvan hasta que lleguen sanos y salvos a su casa el padre y ella.

Víctor informó a Adrián, que salió corriendo hacia donde estaba Dámaso y su protegida. Cuando llegó junto a su compañero, la carrera se había anulado por el luctuoso delito. Informé a Arcángel del crimen de mi compañera de piso y pedí que se llevara a su hija a su casa, pues no estaba en condiciones de cuidar de ella. Lo entendió y cuando la encontró, pese a los ruegos de ella, accedió irse a casa.

Aquello se llenó de policías y pronto vinieron a casa a preguntarme y revisar el piso. Víctor se hizo pasar por un amigo, pero al enseñar sus documentos, no pudo negar que era mi escolta privada. Se pidió discreción a los agentes, no fuera un atentado contra mí indirectamente atacando a Anika. Como si fuera un aviso. Eran solo conjeturas, pero por si acaso.

Los policías se fueron dos horas después. No se sabía por qué había pasado aquello. Ella no era nadie importante. O eso había pensado yo siempre. Me refiero a que no era una personalidad conocida, sola era Anika, mi Anika. Ese mismo día apareció en casa un hombre canoso que se notaba había llorado. Venía arropado de dos guardaespaldas. Era su padre y no eran pobre, como me había dado a entender Anika, muy al contrario. Al final me había equivocado y sí era una personalidad, al menos, su padre.

. - ¿quién pudo matar a mi niña? ¿lo sabe usted?

. - no señor. Estábamos corriendo, ella decidió dejar de correr porque estaba muy cansada. Yo seguí y luego me enteré de lo que le pasó. Su hija y yo éramos muy amigos.

. - se acostaba con ella, lo sé.

. - ¿se lo dijo?

. - solo le digo que lo sé. Le quería hasta el punto de que le iba a decir quién era su padre, para ver si así usted no la abandonaba a fin de curso.

. - ¿también le dijo eso?

. - le digo que lo sé, pero no de su boca. Se sinceraba con su madre, que ahora está destrozada.

. - lo siento de veras, señor.

. - si está implicado en su muerte, lo pagará caro, se lo juro.  Buenos días.

. - oiga, ¿que se ha creído usted? –intervino Víctor enfadado-.

. - déjalo, Víctor. Yo en su lugar también estaría enfadado.

Uno de los guardaespaldas le habló al viejo al oído, señalando con la cabeza a Víctor.

. - ¿es su guardaespaldas?

. - es un amigo.

. - mi empleado no se equivoca nunca.

. - me da lo mismo. Es mi amigo y nada más. Asistiré al entierro de su hija, señor.

. - espero que así sea. Será donde nació mi hija y dónde está mi mujer, Melbourne, Australia.

. - allí me tendrá. Buenos días y lo siento de veras.

El hombre se me quedó mirando. Luego salió de mi casa.

. - ¿Melbourne?, eso está al otro lado del planeta –dijo Víctor-.

. - como si está en la Luna. Arregla el papeleo. Solo será ir y volver. Se lo debo.

. - sí, señor. Tendrá que vacunarse. ¿Tiene pasaporte, señor?

. - no, no lo tengo, nunca me ha hecho falta.

. - pediré uno provisional en su nombre.

. - gracias, Víctor. Eres un buen hombre y te agradezco que cuides de mí.

. - es mi trabajo. No, eso no. Es un placer cuidar de usted. Es un buen chico, que más pronto que tarde, tendrá que hacerse cargo de la herencia que ha recibido.

. - para eso aún falta mucho. Ahora no toca, como se dice. ¿Ya llegaron los chicos que cuidaban de Carlota?

. – sí, señor.

. - gracias. Diles que entren en casa. Quisiera agradecerles a los tres como se merecen el haber hecho su trabajo, pese al desenlace.

. - les avisaré jefe, y estarán encantados.

Me fui al baño y me di una ducha. Luego me fui a mi cama desnudo. Según entraron los escoltas, Víctor también, los mandé a la ducha, pues sabía que estaban sudorosos por el largo día. Una vez duchados los tres, los invité a entrar en mi habitación. Habitación que había compartido con Anika hacía pocas horas.

Los cuatros nos dimos placer hasta hacer reventar los culos con las corridas de cada uno. La follada se prolongó hasta altas horas de la madrugada, donde, con una última follada a cuatro bandas, marcharon cada uno a sus puestos, menos Víctor, que insistía en seguir en casa. Amanecimos Víctor y yo en la misma cama. Era de ley el hacerlo. Volvimos a hacer el amor por la mañana, antes de marchar, para ponerse a arreglar los papeles, dejando a dos escoltas en la entrada, no muy lejos de mí.

El viaje fue relámpago a Australia. Una vez descendimos Víctor, Adrián y yo, un vehículo alquilado nos esperaba en el aeropuerto de Melbourne. Con la dirección en un papel, Víctor nos llevó al cementerio católico de la zona. Había numerosos curiosos y mucha gente de pasta. Lo digo por los cochazos que se veían en la zona de aparcamientos. Siempre con mis escoltas a un par de metros, me acerqué donde estaban enterrando a Anika, mi pobre Anika.

A una distancia de un tiro de piedra me quedé. La ceremonia fue breve, muy breve. Cuando solo quedaban los padres y un chico parecido a Anika, me aproximé a ellos. Llevaba en mi mano una rosa, como la del perfume que tanto le gustaba echar por toda la casa. Me miraron y los miré. Luego tiré la rosa encima de la caja, que ya tenía cantidad de ellos de todos los colores.

. - le doy el pésame, señora. Soy un amigo de España.

. - ¿eres Salvador?

. – sí, señora.

. - ¿y has venido de tan lejos?

. - tenía que venir, ya se lo dije a su marido. Lo siento de veras, era una gran chica. En cuanto pueda, les enviaré sus cosas. Buenos días a todos. Adiós.

Me vieron abandonar el cementerio con los ojos llorosos. De regreso al aeropuerto, tuvimos que esperar un poco, pues la brevedad del entierro nos hizo estar con bastante antelación a la hora de partida. Comimos algo, pues la comida de avión es una puta mierda, sea la línea que sea. Una vez en vuelo, fui varias veces al baño. En cada una de ellas, uno de mis guardaespaldas y yo nos dimos por culo, para una posterior mamada traga-leches. Era una manera de acortar el largo viaje, pues ya lo habíamos hecho cuando salimos de España hacía el casi continente australiano.

Perdí unos días lectivos, pero no me importó. Además, los profesores estaban avisados y en estos casos son de manga ancha con los compañeros de piso donde pasa algo de esto, ya sea un suicidio, asesinato o enfermedad terminal. Volví a despertar con Víctor en mi cama. El hombre se entregaba a darme placer, pero no le llegaba a la suela de los zapatos a mi Anika. Aun así, disfrutaba dándole por culo y recibiendo su polla en el mío.

Al levantarme a echar una meada para volver luego con Víctor y continuar donde lo habíamos dejado, encontré un papel que habían metido bajo la puerta. Decía algo así. “ Por 20.000 euros, te diré quién me mandó matar a tu amiga. Espera mi llamada a las 11.00 horas en la cabina que hay frente a tu casa para darte instrucciones de cómo me has de entregar la pasta si quieres saber el nombre ”.

Con aquella nota en mi mano temblando, me llegué ante Víctor.

. - qué rápido. ¿No se habrá meado en el florero? –dijo sonriendo, pero mi cara le dijo que estaba fuera de lugar- lo siento, jefe. Me he pasado-.

. - échale un vistazo a esta nota que he encontrado cerca de la puerta de la calle. La echaron por debajo. Mientras, yo voy a echar esa meada.

Víctor la leyó y se puso tenso. Aquello era importante. Dejó la nota sobre la mesilla de noche y se fue hacia el baño. Yo estaba meando aún.

. - jefe, hemos de ir con la nota a la policía. Es posible que podamos coger a ese malnacido de la nota.

. - de acuerdo, así lo haremos. Démonos una ducha y dejemos lo otro para mejor momento, Víctor.

. - sí, señor.

Una vez duchados y comido algo, nos preparamos para salir a la calle. Antes de abrir la puerta, busqué la boca de Víctor, que receptivo al máximo, besé largamente. Al final no pude resistirme y agachándome, le bajé la cremallera y mamé su suculenta polla. Fue una mamada rápida y de poca leche. Luego y como no podía ser menos, le ofrecí la mía, que también se tragó con leche y todo. Un último morreo y estábamos listos.

. - será mejor que salga yo antes. Usted hágalo dos minutos después, por si lo están vigilando. Vaya hacia la izquierda. Yo estaré allí e iremos directamente a comisaría.

Víctor, antes de marchar, me robó un beso y se marchó. Sonreí. Este se estaba ganando un aumento de sueldo a base de polla y era polla de la buena, sí señor. Un cuarto de hora después estábamos ante la comisaría más cercana. Víctor fue el que llevó la voz cantante, por experto y porque me dio la gana. El seguimiento por parte de los expertos de la policía se puso en marcha. La cabina fue interceptada judicialmente. Los agentes se apostaron en sendas furgonetas cercanas con sus aparatos de escucha.

A la hora convenida, estaba yo leyendo un periódico cerca de la cabina indicada. Cuando sonó el teléfono, me dio un brinco el corazón. No estaba habituado a jugar a policías y ladrones y aquello me superaba. Aun así, levanté mis tembliqueantes piernas y me dirigí hacia la cabina pública que sonaba.

. - dígame.

. - ¿eres Salvador, el compañero de la chica muerta, Anita?

. - Sí, y se llamaba Anika, con k de kilo.

. - bueno, Anita o Anika, como diablos se llame. Yo la violé y luego la maté.

. - serás hijo de puta. ¿Por qué lo hiciste?, ¿qué te hizo ella?

. - no fue nada personal. Fue un encargo. Me dijeron que la violara primero y la matara después.

. - ¿qué eres?, ¿un asesino a sueldo?

. - no, solo uno que empieza en este negocio. Bueno, déjate de coñas marineras. Si quieres saber quién me ordenó matarla, tienes que acoquinar 20.000 del ala, como ya te dije.

. - no tengo tanto dinero. ¿Por quién me has tomado?

. - la que me contrató dijo que te habían enviado por correo unos 50.000. Solo tienes que darme 20.000, para que veas que no lo quiero todo.

. - ¿cómo sabes que tengo ese dinero?

. - la contratante lo encontró en tu casa. Apartó 20.000 y me pagó con ellos. Si quieres saber quién es, acoquina otros 20.000 o desaparezco.

. - está bien. Te pagaré esos 20.000. Dime su nombre.

. - ¿crees que me caí de un guindo?, antes paga la pasta, luego te lo diré.

. - ¿cómo hago para hacerte llegar el dinero?

. - vuelves a tu casa, coges la pasta y la pones en una bolsa de supermercado bien cerrada y la dejas en la papelera que tienes a tu espalda. Te largas, la cojo y luego te llamo a este mismo número una hora después.

. - ¿y si luego de coger la pasta, si te he visto, no me acuerdo y me dejas tirado?

. - es un riesgo que tendrás que correr si quieres ese nombre. Con la pasta pienso perderme aún más lejos que con los primeros 20.000.

. - de acuerdo. Haré lo que pides, pero como me mientas, usaré los otros 10.000 para pagar a un tío y te joda vivo.

. - tranquilo, me quiero demasiado. No tardes, te estoy vigilando.

. - cuelgue y váyase a su casa, sr. Morales –oí que me decían por el pinganillo que me habían puesto antes de salir de casa en una oreja, los agentes-.

Hice lo que me dijeron y me fui a casa. Allí me esperaban un par de agentes, los mismos que me habían puesto el pinganillo.

. - lo ha hecho muy bien, aunque no debió desafiarlo. Algunas veces desaparecen sin más y luego es más difícil localizarlos.

. - ¿ya saben desde donde llamó? ¿o quién llamó?

. - sabemos que lo hizo desde una cabina cercana. Ya fueron para allá un par de agentes, pero no podemos detenerlo aún, tenemos que cogerlo con las manos en la masa. ¿Dónde lo tiene?

. - ¿el qué?

. - el dinero, hombre.

. - no lo sé. Pero tampoco voy a pagar, ya sé quién le pagó para que matara a Anika.

. - ¿cómo es eso?

. - solo hay una persona que estuvo aquí y tuvo la oportunidad de coger el dinero. Fue un día después de llegar el dinero, aunque me cuesta muy difícil creer que haya pagado a alguien para matar a Anika. No eran grandes amigas, pero no se odiaban tanto como para encargar matarla.

. - ¿de quién se trata?

. - de Carlota, una chica de 19 años amiga común mía y de Anika. De hecho, fuimos hace unos días a la playa juntos y hasta corrimos juntos en la mini-maratón.

. - imposible. No da el perfil de contratar a un sicario para matar. Tiene que haberse equivocado.

. - pues entonces no sé quién puede haber sido. El dinero llegó el día anterior a su muerte. La misma Anika se encargó de guardarlo y no sé dónde lo habrá puesto.

. - es mejor pagar y atraparlo. Si no pone el dinero de cebo, el asesino de su amiga se irá de rositas.

. - no había pensado en ello. De acuerdo, buscaré el dinero. Ayúdenme a buscarlo, por favor. Eran 50.000 euros los que llegaron en un sobre certificado.

. - ¿de dónde sacó esos 50.000 euros usted?

. - se lo diré. Al final acabarán averiguándolo si se lo proponen. ¿Recuerdan el tiroteo el año pasado en un restaurante cercano?

. - sí, yo mismo estuve con los compañeros en ese caso.

. - la ensalada de tiros nos cogió a la princesa y a mi dentro del restaurante comiendo. Como pudimos, escapamos por detrás. Luego nos fuimos a la embajada. Ella se bajó y yo proseguí. Le dije que no me nombrara para nada, que no quería salir en los papeles. Esos 50.000, una cadena con una foto de la princesa y un sobre que aún debe estar cerrado, eran, según me dijo Anika por teléfono, lo que había llegado por correo certificado. Ella abrió el sobre que venía a mi nombre. Me dijo que, al mover el sobre, sonaba algo y lo abrió, encontrándose con el dinero y demás cosas. Le dije que ya lo vería, pues iba a pasar el día en casa de Carlota, la chica de que les hablo, que creo que haya sido quien cogió el dinero. Su padre casi se asa con un caldero que puso al fuego para un almuerzo al que me había invitado. Quise quedarme para ayudarle y lo hice. Al día siguiente, con su hija y Anika, corrimos la mini-maratón. Yo aún no he visto nada de ese sobre, tampoco lo busqué, porque se me olvidó con esto de Anika. Más o menos es ese el relato del día anterior al crimen.

. - debería dedicarse a escribir. Puede hacer un libro con su vida. ¿De verdad fue usted quien salvó a la princesa?, no nos quisieron informar en la embajada.

. - ¿por qué cree entonces que me envió el sobre?

. - pero ha dicho que aún no ha visto el sobre. Puede ser otra persona, ¿no le parece?

. - no conozco a nadie tan rica como para enviarme 50.000 euros en agradecimiento. Pero todo es posible. En cuanto demos con el sobre, le diré si es o no la princesa.

. - ¿se acuerda del nombre de la princesa?

. - ¿es una pregunta trampa?, ¿aún no me cree?

. - tengo que preguntárselo. No es la primera vez que nos meten trolas. ¿Sabe su nombre?

. - vale, era Paula, no sé qué, puede ser Husein o parecido. El nombre propio real me lo dijo. Era árabe sin duda, pero me dijo que cuando venía a España, usaba el de Paula, eso sí me acuerdo. Ya hace un año, por lo menos.

El inspector hizo una seña a su compañero. Era para que comprobara mis datos.

. - busquemos ese sobre –dijo el inspector-.

Empezamos en su habitación, luego pasamos a la mía, baño, cocina, nada. No aparecía el condenado sobre.

. - ¿dónde coño puede estar? –dije poniéndome nervioso. Pues si no aparecía, sería yo el principal sospechoso de esta película y me pondrían con los malos.

. - lo he encontrado- dijo el inspector-.

Respiré. Joder, casi me meo encima.

. - por fin. Ya dudaba hasta yo de que existiera el puto sobre –dije acercándome. El inspector puso el contenido sobre la mesilla del salón, pues Anika lo había puesto debajo de la mesilla, entre las revistas. Un lugar muy poco apropiado para un dineral como aquel, pero en fin…

. - la carta, la cadena y el dinero –dijo el inspector-.

Cogí la cadena y miré la foto. Sí, aquella era la princesa Paula no sé qué.

. - es ella, la princesa -les dije-.

El inspector ya estaba contando el dinero.

. – 30.000 euros en billetes de 100 euros. Al final va a tener razón y va a ser esa amiga suya y de la fallecida. ¿Entonces va a colaborar con el dinero para atrapar al asesino?

. - sí, ya le dije que sí.

. - perfecto –apartó 20.000 euros y buscó la bolsa de supermercado en la cocina. Con ella se llegó y echó dentro el dinero e hizo un nudo y la puso sobre la mesilla.

Cogí el sobre y lo iba a abrir.

. - será mejor que deje la lectura de la carta de esa princesa para después. Debe regresar y dejar el dinero donde le dijo el presunto asesino. Se nos acaba el tiempo.

. - sí, será lo mejor –dije guardándome la carta en uno de mis bolsillos- ¿qué pasará ahora?

. - dos cosas. Enviaré efectivos a la casa de esa Carlota, me tendrá que dar su dirección. Esperarán fuera hasta que detengamos al asesino al recoger el dinero. Si nos confirma que la ha contratado esa chica, entramos en la casa y la detenemos. Si no es ella, se la vigilará, pero no se entrará. De todos modos, antes tenemos que tener la orden judicial, no se puede entrar en casas particulares sin una orden del juez de guardia.

. - entiendo. Espero que no sea ella, me caían bien la mocosa y su padre.

. - ¿la mocosa?

. - sí, me gustaba llamarla así para hacerla rabiar. Pero no, no puede ser, es imposible.

. - ya veremos. ¿Nos vamos?

. - sí, claro.

. - haga lo que le dijo el presunto criminal. Luego regrese a la casa sin mirar atrás. Nosotros nos encargamos del resto. ¿Lo tiene todo claro?

. - sí, está todo muy claro.

(Parte 17 de 30)

FIN