Soy un caballero y cumplo lo que prometo (14)
Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada. Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.
SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO
(14-30)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados
. - ¿dónde estabas metido?, llevo un rato esperándote.
. - perdona, creí que no habías llegado aún. ¿Por dónde entró?, no la vi entrar por la puerta de entrada.
. - tenemos una puerta trasera que da a los ascensores. La próxima vez no te entretengas con la secretaria. ¿No es un poco mayor para ti?
. - en absoluto. Su experiencia es importante para mí. Al igual que la suya.
. - ¿a qué experiencia te refieres en cuanto a mí?, yo no te he dado pie a nada más que…
. - a la profesional, por supuesto.
. - ah, a esa. Creí que hablabas de…
. - a esa cuando usted quiera, pero no ahora. Quisiera enseñarle unos planos que llevo un tiempo haciendo en casa. Solo quiero su opinión de experta hacia un novato como yo.
. - déjamelos ver.
. - los tengo en un pendrive. Lo conecto y me dice algo.
La pantalla se llenó con mi trabajo de una casa ideada para personas discapacitadas como Remedios y Clara.
. - no está mal, pero debes pulir la parte donde se juntan los tabiques principales con los secundarios. Si te fijas bien, esta medición de aquí no tiene ni pies ni cabeza. Está errónea y eso sin coger la calculadora. Debe de ser de al menos un cero más. Fíjate tú mismo.
Acerqué la vista a la pantalla. Ella se fijó también, pero en mi culo, cosa que yo no vi, claro.
. - es verdad. Debí de equivocarme en los cálculos. Volveré a revisarlos en casa. Ahora dejemos lo mío y vayamos al proyecto que estábamos haciendo ayer.
En el desayuno, Sonia comía conmigo un donut y un café. Ya estaba hasta molesta, pues mis conocidas se me acercaban y me trataban como yo a ellas, con cariño.
. - tienes muchas admiradoras.
. - son amigas que me tienen cariño y yo a ellas. También tengo amigos, no creas.
. - pero menos. Mira, ahí viene otra que te admira mucho, nuestra secretaria para todo, Emilia.
. - no te metas con ella, es una buena mujer cuando se la conoce de cerca.
. - pues tendrá que ser de muy de cerca, pues tiene una reputación de una mala leche que tira para atrás.
. - tiene sus prontos, como todo el mundo. A mí me cae muy bien y yo a ella. Hasta me quiere presentar a su hija soltera.
. - vaya suerte la tuya.
. - no creas. No tengo ganas de casorios, al menos no en los próximos años.
. - pero sí divertirte –dijo ella-.
. - igual que tú, supongo. Por cierto, no sé si estás casada.
. - no me gusta hablar de mi vida privada.
. - entiendo.
. - mira, te llama tu amiga Emilia.
Efectivamente, desde su asiento en una de las mesas de la cafetería, me hacía señas.
. - lo siento, Sonia. Voy a ver qué quiere. Luego nos vemos arriba.
. - como quieras. No me hagas esperar, ya sabes cómo me pongo.
. - ¿cómo Emilia?, espero que sí –dije sonriendo-.
Me levanté y con mi desayuno, me llegué a la mesa de Emilia.
. - hola guapa, ¿qué hay de nuevo?
. - hola. Mira, he ido a una tienda de ropa de playa y he comprado un par de bikinis. Quería saber tu opinión sobre cual llevar, pues estoy indecisa y quiero estar guapa en la playa.
. - mujer, cualquiera de ellos.
. - dime con cual me quieres ver. Te los pasaré disimuladamente. No los enseñes a los demás, por favor.
Emilia me pasó bajo la mesa los dos pares de bikinis. Le eché un vistazo y sonreí. Luego volví a pasárselos.
. - Son bonitos los dos, pero solo me gusta uno de cada uno.
. - ¿Uno de cada uno?, no te entiendo.
. - la parte de arriba del azul y la parte de abajo del rallado.
. - ah…, bribón. Son los más cortitos. No me taparán apenas.
. - de eso se trata Emilia. Enseñar lo máximo, para no enseñar nada. Ahí está el truco. Estarás deseable, sin ir desnuda.
. - ¿de verdad quieres que me ponga esa pareja?
. - te lo ruego. Aunque preferiría que no llevaras ninguno, ya puestos…
. - de acuerdo. Me pondré esos. Eres el demonio. Me tienes como si fuera una quinceañera.
. - serás la quinceañera más guapa de la playa.
. - pero si tengo…
. - no lo digas, no quiero saberlo.
. - gracias, eres un sol.
Emilia vivía en un complejo de cuatro bloques iguales. Pulsé el botón del telefonillo y dije mi nombre. Era la voz de una chica, supuse que era su hija.
. - cuando quieran, estoy en la entrada.
. - enseguida vamos.
Las esperé en el auto. Cuando las vi, casi me corro de gusto. La madre, preciosa, la hija, todavía más. Era todo un bombón y parecía virgen de todo polvo. Modosita, como a mí me gustan, pues a éstas me gusta desflorarlas como se merecen. Ofrecían un plus de placer. Lo que no me había dicho su madre es que era una enanita de unos 20 años. Emilia vestía una especie de pareado, que le tapaba bien. La chica, iba con una camiseta que traslucía el bikini y su pechuga no desdecía de la de su madre, era abundante también para su tamaño diminuto.
. - Gloria, éste es Salvador.
. - hola Gloria –dije y me acerqué. Me incliné y le dé un par de besos en las mejillas. Luego le di otro par a Emilia, que sonrió, mirándome a los ojos- veo que traéis una nevera. No teníais que haberla traído, hubiéramos comido en algún lugar cercano-.
. - Gloria es celíaca y llevo su comida y algo para nosotros.
. - perfecto, no lo sabía. La cargo y nos vamos.
Una vez metida atrás la nevera le abrí la puerta a Emilia. Su hija abrió ella misma la de atrás.
. - Iremos a una playa tranquila y lo pasaremos bien. Poneros el cinturón y nos vamos.
El recorrido se me hizo muy ameno. Emilia me ofrecía sus muslos gruesos y largos al subírsele el pareado.
. - ¿a qué te dedicas, Gloria?
. - trabajo haciendo bisutería para una cadena de tiendas.
. - ¿eso que llevas al cuello lo has hecho tú? –Dije mirándola por el retrovisor-.
. - sí, ¿te gusta?
. - sí, es muy bonito. ¿Dónde puedo adquirirla?, tengo una hermana que seguro que le gusta y estos días es su cumpleaños.
. - según te portes, te la regalaré o no –dijo ella sonriendo-.
. - mi Gloria es muy mañosa con sus manitas –dijo orgullosa su madre-.
. - hay que serlo para hacer esas filigranas.
Llegamos a la playa. Era una parte de mar que entraba en la tierra, también llamada ensenada. Solo había 3 o 4 personas en toda la playa. Yo había llevado un par de sombrillas y las cremas solares. Con la nevera yo y las sombrillas Emilia, dejamos para Gloria las cremas y las toallas. Nos colocamos a un lado de la ensenada. La negruzca arena estaba seca allí. Planté las dos sombrillas, una junto a la otra para hacer la sombra más grande. Gloria tendió las toallas, una al lado de la otra bajo las sombrillas. Tenía el tamaño de un niño de 12 o 13 años, pero el cuerpo no lo era, para nada.
. - ¿qué estás mirando?
. - lo guapa que eres.
. - ¿aunque sea enana?
. - aunque seas enana, cosa que tu madre no me mencionó –dije mirándola-.
. - no quería que te echaras atrás, perdona.
. - no lo hubiese hecho. Tu hija no es anormal, solo es bajita. Además, esas cosas que hace, no las hace una persona tonta. Yo no sabría hacerlas.
Comencé a sacarme la ropa, quedándome en slip de playa. Como le había prometido, era ajustado, muy ajustado. Tanto, que mi miembro era toda una tentación no mirarlo.
. - ¿es bastante ajustado, Emilia?
. - está desbordante, ¿verdad, Gloria?
. - y tanto. Como te despistes un poco, se te sale.
. - ahora veamos como venís vosotras… –dije tendiéndome sobre una de las toallas-.
La primera en sacarse la ropa fue Gloria. Ya sabía cómo estaba debajo, pues se transparentaba su camiseta. Aun así, cuando se quitó la ropa, su bikini hizo que a mi polla se le insuflara un poco más de vida, cosa que notaron las dos.
. - ¿eso ha sido por mí? –dijo Gloria-.
. - ¿tú que crees?, estás impresionante.
. - gracias, eso se merece un beso y el colgante para tu hermana –dijo besándome los labios y luego sacándose el colgante para dármelo-.
. - quédatelo. Me lo das cuando nos separemos. A ti te queda mejor que a mí.
. - mamá, ¿dónde tenías escondido a Salvador?
. - ya te dije cómo era. Es un sol de chico. Ahora me toca a mí quitarme la ropa que me sobra y veremos qué efecto le hace a tu cosita.
. - adelante, soy todo ojos.
Emilia estaba de rodillas. Se levantó y se dejó caer el pareado que llevaba. Su voluptuosidad era impresionante. Todo en ella, era grande. Sus muslos y resto de cuerpo estaban homogéneamente medido con el mismo metro. Tenía una pechuga que explotaba, sobre todo al elegirle unos exiguos bikinis que me dio a elegir. Estaba desbordante, se la mirase por donde se la mirase. Su parte inferior del bikini no podía ocultar aquella almeja suya que explotaba al igual que hizo mi polla. Sí, aumentó aún más exponencialmente mi pene hasta el punto de que buena parte de él, debido a mi corto slip playera, se saliera de su protección.
. - oh, Dios, mamá. Se le ha salido –dijo señalándomelo la pequeña en tamaño, que no en intelecto y edad-.
. - por vuestras culpas. Estáis las dos explosivas. Bueno, ahora tendrá alguien que hacer que vuelva a su tamaño habitual –dije tendiéndome en la toalla y sin hacer nada por ocultar mi media polla que seguía fuera-.
. - quieres que nosotras… -empezó y no terminó Gloria la frase fatídica-.
. - no puedo corretear por la playa. No es una playa nudista, como le había pedido a tu madre que fuéramos. Al final, se negó en redondo. Además, está así por vosotras dos. Sí, las dos.
. - hija, esto lo soluciono yo en un segundo. Alcánzame la crema solar –dijo arrodillándose ante mi polla, sobre todo para que los demás playistas no me vieran con el cipote fuera-.
Con la crema en la mano, se echó un buen chorro en ambas manos y entregándole la crema a su hija, terminó de bajarme el slip, dejándome todo mi paquete al aire. Sin pensárselo mucho, me cogió el mandoble y comenzó a hacerme una suave paja que me supo de maravilla.
. - haz algo, hija. Dale crema al resto del cuerpo a Salvador.
. - pero mamá. Que le estás haciendo una paja a Salvador en plena playa…
. - así es y luego él me la hará a mí, ¿no es así, Salvador?
. - pues claro, hoy por mí, luego por ti. Oooohhhh…, Emilia. Tienes unas manos divinas.
Ella y yo sonreíamos. Gloria aun no las tenía todas consigo. Aun así, se echó crema en una mano y usando las dos, me la extendió por toda la parte frontal de mi cuerpo, piernas y brazos incluidos, intentando no acercarse mucho a mis huevos y polla, cosa que, por otro lado, su madre tenía muy a mano, pues le gustaba a la mujer sobarme también los huevos al mismo tiempo que lo hacía con mi polla, arriba y abajo.
. - oh, Dios mío, que bien me siento. Creo que me voy a correr de un momento a otro. Oh…, sí...
Para terror de su hija, Emilia miró al resto de playistas y como los vio tan tranquilos con lo suyo, agachó su cabeza y tragándose mi polla, me la mamó justo unos segundos antes de que explotara en su garganta, aún con la crema antisolar en ella.
. - gracias, querida Emilia. Has hecho una buena obra de caridad. No pares ahora, por favor.
Y no paró. Siguió mamándome hasta que mi polla volvió a sus orígenes, dejándola libre como los pájaros.
. - mamá, si no lo veo, no lo creo. No solo le has pajeado, sino que has usado tu boca para terminar tragando su leche.
. - hija, las cosas hay que hacerlas bien o no se hacen. Ahora me toca a mí y espero disfrutar tanto como tú lo has hecho, Salvador.
Con mi polla hecha un guiñapo, me la guardé subiéndome el slip. Luego me coloqué dándole la espalda como antes Emilia, a los playistas.
. - Gloria, por favor. Ponte junto a sus pechos, para ocultarla del resto de la gente que está en la playa. No es que los demás se guarden los pechos, pero voy a darle crema un tanto diferente a como lo harían ellos.
La hija se levantó y rodeó a su madre, colocándose donde le dije. Le desaté el sujetador y se lo aparté a los lados. Luego le bajé la parte inferior y se la alejé una cuarta de su almeja desbordante. Le cogí la crema a Gloria y eché un buen par de chorros en cada pecho y otro encima de su almeja. Me entrecrucé los dedos e hice sonido con los huesos, como si fuera un malabarista. Luego me puse a la faena. Me eché un poco en cada mano y comencé por su cuello, cara y frente y bajé por sus hombros, para luego ir directamente a sus enormes mamas, que estrujé sin miramientos. Con una mano en cada pecho la puse a cien. Sin abandonar uno de los pechos, pues seguí jugando con aquellos hermosos pezones que Dios le había dado, mi mano derecha se perdió hacia abajo, buscando su vulva, consiguiendo un orgasmo de caballo aun sin haber llegado a mi destino.
. - aaaaahhhhh... Gracias…, gracias…, Dios mío. Estoy en la gloria, mi Gloria.
Se contorsionaba como si le hubieran dado descargas por todo aquel cuerpo maduro y perfecto de una mujer que había sido abandonada en lo mejor de su madurez sexual. Mi mano al final llegó a puerto y allí enterré casi todos los dedos, hasta hacerla correrse como si de una ametralladora se tratase. No dejaba de moverse obteniendo con ello un orgasmo tras otro cada vez más placentero.
. - no pares…, no pares… –me pidió y no paré, pues su clítoris fue y será siempre el punto de encuentro entre dos mundos, el del aburrimiento y el del placer, el absoluto placer. Aquella polla suya siempre estuvo allí, pero su beatéz crónica le impedía disfrutar de algo que Dios puso allí para algo, pues no se le conocía otra función que dar placer infinito a las mujeres-.
Levanté las manos y ella respiró hondo.
. - date la vuelta, por favor.
No me lo hizo repetir. Con su espalda a mi alcance y sus pechos desbordantes a los lados, eché un par de buenos chorros allí donde la espalda perdía su nombre, y sin miramientos, sobé bien aquellos glúteos suyos, hasta llegar a su intersección natural, su ano. Allí y mirando a su hija, que se había corrido ya varias veces solo de verme pajear a su madre, le introduje varios dedos al mismo tiempo.
Emilia gemía y respiraba cada vez que se orgasmeaba. Luego y con la derecha, volví a sobarle los pezones de chupete que se gastaba. No lo dejé ahí, pues saqué la mano de su ojete y la bajé hasta su almeja y allí metí hasta cuatro dedos en su vagina, haciendo de polla con un mete y saca cada vez más rápido, consiguiendo que continuara corriéndose como Dios manda. Al final terminé con su espléndido cuerpo serrano, al cual había hecho trabajar para disfrute de su dueña.
. - lista, querida. Ya puedes disfrutar del sol.
. - gracias, querido. Ha sido una experiencia que no sabía que pudiera ser tan placentera.
. - no hay de qué. Tú también me hiciste sentir muy bien antes –dije sonriendo- por cierto, Gloria, ¿puedes acabar de darme crema en la espalda?, ahí no me has dado –dije tendiéndome y dándole la espalda-.
Gloria no dijo nada, solo me echó crema en la espalda y me la extendió por toda ella. Los brazos y pies también.
. - no te olvides de mis nalgas y demás zonas.
Gloria puso sus manos temblorosas por mis nalgas. Pasó de largo de mi culo y de mis huevos. Le cogí la mano y se la llevé a mis huevos. Ella respiró hondo y me echó crema allí. Luego le llevé la mano a mi ano y allí se la dejé. Como antes yo con su madre, metió un dedo nervioso. Luego dos y se salió de inmediato.
. - ya está –dijo ella respirando hondo-.
. - hija, ahora te toca a ti. El sol está picante y no debes quemarte.
. - dámela tu mamá.
. - no, hija. Que sea Salvador. Él te hará disfrutar como a mí –dijo mirándome-.
. - es que yo…
. - querida, desinhíbete. Ya no eres una niña. Eres toda una mujer de 20 años.
Ella respiró fuertemente y se tendió de espaldas al cielo. Su temblor era perceptible para su madre y para mí.
. - no lo haré, descuida, Gloria. Estás temblando y eso es que no lo deseas.
. - no, échamela. Debe ser que tengo frío –mintió como una bellaca, pues el calor picaba cada vez más-.
. - ¿no me mientes? –sabía que lo hacía, pero tenía que preguntárselo-.
. - no, adelante, adelante.
. - Emilia, tiéndete de lado, ocultando el cuerpo de Gloria.
. - ¿así está bien?
. - muévete un poco más hacia abajo. Okey, así está bien.
Me coloqué en el lado contrario a Emilia y comencé con el sobeo de Gloria, porque aquello era lo que era, puro sobeo de sus partes más íntimas, para disfrute de ella y de su madre y como no, mío también. Pronto sus gemidos salieron a relucir. Era todo un deleite tenerle metidos hasta tres dedos en su pequeño culito donde pensaba tenerle metida algo más sabroso en otro momento, pero eso ahora no tocaba. Su vulva fue un deleite disfrutarla con mis dedos. Se corría que era un gusto, pues tenía temblores con cada orgasmo que le sobrevenía. Su madre, para variar a las madres de toda la vida, sonreía como si su niña estuviera teniendo por primera vez alguien que la hiciera gozar, aunque fuera con mis manos.
. - date la vuelta, querida.
No se movió. Su madre intercedió.
. - vamos, hija. Sé que es el primer hombre que hace algo así con tu cuerpecito, pero no me digas que no estás disfrutando de sus manos.
. - sí, mami, pero tengo tanta vergüenza, que…
. - no la tengas. Tu solo disfruta el momento, que no todos los días tenemos a un chico como Salvador que no le importa estar con una vieja como yo y con una personita bajita como tú.
. - lo sé, mamá. Ya me doy la vuelta, Salvador.
. - Gloria, ¿nunca has tenido relaciones con un chico? ¿Nunca nadie te había metido mano?
. - no, entre que soy enana y que me da mucha vergüenza, nunca había tenido a ningún chico haciéndome lo que tú me estás haciendo.
. - pero ¿te gusta?, si te disgusta, solo te daré la crema y nada más.
. - no, si me gusta, pero qué vergüenza si nos vieran…
. - no te preocupes, para eso está tu madre haciendo de pared con el resto de bañistas. ¿Continúo?
. - sí, por favor.
. - no tengas miedo de disfrutar, el viento vine en dirección contraria y no llegaran tus gemidos más allá de cinco metros.
Le eché un buen chorro en cada pechito y otro abajo, en su vulva. Esas partes estaban súper blancas de no ver el sol en su puta vida, lo mismo había pasado con las partes de su madre que había disfrutado antes. Ahora estaba disfrutando de su cuerpecito y mi polla estaba volviendo a la vida. Sin leche, pero estaba despertando. Mis manos la recorrían toda ella. Era como una muñeca en mis manos y se me ocurrió una idea.
. - ¿quieres probarla, Gloria?
. - ¿probar el que?
. - hija, pareces tonta. Lo que yo antes me tragué –dijo su madre-.
. - no se mamá. ¿Aquí, en la playa?
. - olvídate de los prejuicios. Si tu madre ha disfrutado con mi pene, ¿por qué no lo haces tú, si te lo estoy ofreciendo en bandeja?
. - bueno, vale. –Se puso roja como un tomate-.
. - perfecto, Gloria. Me pondré por donde tienes la cabeza. Ahí tendrás mi paquete. Solo tienes que bajarme el slip y disfrutarla como antes hizo tu madre. Yo, mientras tanto, disfrutaré de tu chichi. No creo que tenga mucha potencia tan pronto, pero algo podrás sacar de ella.
Me puse al lado de ella, como dije. Me incliné y llevando mi boca hacia su conejito de indias, lancé mi lengua, momento que se puso a gemir. De inmediato sentí que me deslizaba el slip y se tragaba mi polla. Su pequeña boca no era óbice para metérsela hasta ocupar toda su boca. Aquello era todo un 69 con la pequeña Gloria. Más me la mamaba, más la mamaba yo a ella, ayudado de mis dedos. Solo cuando exploté con un orgasmo con un mínimo de lechada, dejó de mamarme, pero como no se la saqué de la boca, continuó. Yo también, hasta que mi polla se salió por su propio impulso gravitatorio. Dejé de disfrutarla y me puse frente a su madre y sonriendo, le pregunté qué tal había ido.
. - me ha gustado cuando me comías el chichi y cuando te la mamaba.
. - me alegro de que te gustara. Emilia, ¿qué te parece si esta noche duermo en vuestra casa y continuamos donde lo dejamos aquí, en la playa?
. - ¿estás seguro de querer venir con nosotras?, sería un puntazo por tu parte. Hace tiempo que no tengo nada calentito dentro de mí.
. - pues lo tendrás y varias veces, te lo prometo.
. - gracias. Solo hace una semana que te conozco y ya estoy deseando que esto no sea un sueño.
. - Gloria, ¿qué te parece que me quede con vosotras? Debe haber consenso, no quiero estar con la oposición de ninguna de las dos.
. - mamá es la que manda en casa y puede hacerlo.
. - Gloria, quieres que tengamos relaciones plenas esta noche tú y yo, ¿sí o no? -le dije-.
. - estas diciendo que tú y yo…
. - solo si tú quieres. A mí me gustaría mucho, no lo niego.
. - pero ¿no es muy grande para mi tamaño?
. - para nada. Tu vagina dilata muy bien y también tu ano.
. - ¿mi ano?, ¿también quieres usar mi ano?
. - con tu madre pienso usar ambos agujeros, a no ser que ponga impedimento a ello –dije mirando a una Emilia súper ruborizada y con una sonrisa de querer y no poder-.
. - me dolerá, ¿verdad? –dijo Emilia-.
. - me temo que sí, pero con un poco de vaselina y varias sesiones, pronto todo será disfrute cada vez que lo hagamos.
. - mi marido, el tránsfuga, no le gustaba y nunca lo hicimos, pero si tanto te gusta a ti, cederé esa parte para que disfrutes como te mereces.
. - tú también lo harás más adelante, no te digo hoy, ni mañana, pero disfrutarás. Te lo prometo, son muchos los anos de mujeres que he disfrutado y ahora ellas me lo piden cada vez que lo hacemos.
. - no se hable más, es todo tuyo. Hija, no lo hagas si no lo deseas.
. - así es, Gloria. No es obligatorio. Nada es obligatorio en una relación entre adultos.
. - ¿me lo dejas pensar hasta la noche?
. - por supuesto, querida –dije y me incliné para darle un prolongado beso en sus labios diminutos. Ella insufló aire a sus pulmones. Luego le di otro a su madre, también prolongado, donde mi lengua jugó con la suya durante unos segundos.
Luego nos tendimos para broncearnos un poco, pues después de darnos crema y placer, era hora de tostarnos un poco. Estaba entre las dos. Ambas se habían puesto las dos partes del bikini. Una vez tendidas a mi lado, fui desenganchándole ambos sujetadores. Ninguna opuso resistencia. Con sus pechos al aire, fue un disfrute tomar el sol teniéndolas a las dos junto a mí. Cada una de ellas me cogió una mano y cerré los ojos para olvidarme de todo y de todos. Solo pensé en la noche que se avecinaba. Un buen rato después nos metimos los tres en el agua, disfrutando de lo calentita que estaba. Ni Gloria ni su madre sabían nadar, así que mientras le daba unas clases a Gloria, Emilia se quedaba donde hacía pie, a nuestro lado.
Lo intenté con Emilia, pero fue imposible. Su tamaño excedía lo que yo podía aguantar y lo dejamos por imposible. Si tuviera una piscina y flotadores, ya sería otra cosa, pero en pleno mar en movimiento constante, no me atrevía, por si acaso. Cuando salimos y nos secamos al sol que más calienta, Emilia abrió la nevera. Era de dos compartimentos. Una para refrigerar los refrescos, valga la redundancia, más un par de cervezas y el otro compartimento para bocatas y demás.
. - he traído de varios tipos –dijo Emilia- bocata de atún, sardinas, chorizo y mermelada, coge el que quieras. Toma hija, el tuyo-.
El bocata de Gloria lo tenía aparte, pues al ser celíaca, era un pan especial, el resto eran normales. Lo que tenía dentro del de Gloria no tenía ni idea, tampoco pregunté. Comíamos sentados juntos. Ellas con sus pechos desnudos, ya sin importarles enseñármelos a mí o al resto de bañistas, pues más allá también había varias damas de igual manera que ellas.
. - chicas, se me está poniendo dura de nuevo.
. - Salvador, no podemos hacerlo. Ahora sí que hay muchos más bañistas y más cerca.
. - lo sé y es una lástima, pues me ha gustado como ambas me la habéis mamado.
. - eres rápido empalmando, Salvador –dijo riendo bajito Gloria-.
. - tus pechitos me la han puesto dura y no digamos los de Emilia. Seguro que de bebé no dejabas de mamar a mamá.
. - ella no se acuerda, pero quien más mamaba era su padre. Le gustaba cantidad y estaba todo el día pegado de mis pezones y yo le dejaba pues también me gustaba.
. - siempre nos ha gustado a los hombres mamaros de los pechos a las mujeres. Yo también soy uno de esos. Oye, Gloria, dijiste que no habías estado con varón alguno, ¿verdad?
. - así es. Es verdad.
. - entonces, ¿cómo me la mamaste tan bien?, eso es porque lo habías hecho antes. Se aprende, sí, pero no tan rápido.
. - es verdad, nunca había mamado un pene de nadie, te lo juro –insistió Gloria-.
. - te equivocas, hija.
. - ¿por qué lo dices, mamá?
. - no sé si decirlo. No es algo que me guste recordar.
. - mamá, por Dios. ¿Dime que quieres decir?, ahora no me dejes así.
. - hija, como ha dicho Salvador, la mamas tan bien porque de pequeña se la mamabas constantemente a tu padre.
. - ¿de verdad, mamá?, ¿mamaba a papá?
. - si hija. Es por ese motivo que se marchó o más bien, lo eché yo de casa. Eso o lo denunciaba a la policía por incesto. No quise decirte nada porque no lo necesitabas saber. Decidí decirte, cuando creciste, que un día se fue y no volvió. Lo siento, hija.
. - me obligaba o es que yo…
. - hija, querida. Tu padre, siempre que no estaba yo en casa, te ponía a mamarle la polla. Se ponía un poco de leche calentita de bote en su pene y tú se la mamabas, pensando en alimentarte como de mi pezón. Así estuvo durante meses, hasta que un día lo cogí mientras le mamabas su pene. Ese día lo eché de casa.
. - Dios, mamá. Soy una puta chupapollas y encima con papá…
. - no, Gloria. Tú no eres eso, ni mucho menos. Eras un bebé y no debes pensar, sino que tu padre era un cabrón degenerado y nada más. Tú eres un ángel y los ángeles no tienen culpa de nada. Anda, vente conmigo –le dije-.
Se sentó entre mis piernas, de rodillas. Besé su boca durante un buen rato.
. - no te sientas culpable, aunque te lo podías haber ahorrado, Emilia –dije mirando a su madre- Pero la cosa ya está hecha y debes olvidarla, cariño –volví a besarle la boca, hasta que se echó a llorar en mi pecho- suelta esa rabia, te sentirás mejor, querida –le dije acariciándole el pelo y besándole la frente por dos veces-.
. - ahora sí que quiero que me folles, que me folles por todos lados hasta hacerme olvidar que un día fui violada por papá.
. - no pienses en él, solo intenta olvidar. Esta noche volveré a preguntártelo, ahora no razonas bien.
La chica acabó derrotada por el cansancio emocional y la dejé acurrucada junto a nosotros. Se había dormido.
. - dejémosla dormir, no tenemos prisa por marcharnos de la playa –dije tendiéndola de lado-.
. - he sido una estúpida.
. - no has estado acertada, es cierto, pero ya no se puede dar marcha atrás.
Ahora era ella quien se ponía entre mis piernas, con su espalda en mi pecho. No me importó ponerle ambas manos en sus pechos y allí las dejé. A veces jugaba con sus pezones, otras, besaba su cuello y su cara. Fue un momento de silencio, absoluto silencio. Allí todo era tranquilidad, solo se oían las olas y algún que otro bañista jugar con alguien.
. - Salvador, disimuladamente, sácate el pene. Me sentaré encima de él y me lo enterraré, yo también necesito algo con que evadir mi culpa.
. - como quieras, querida.
La polla me la dejé fuera del slip mirando hacia el cielo. Luego ella, disimuladamente se deslizó la parte de abajo hacia un lado y como quien no quiere la cosa, se tragó mi polla.
. - aaaaahhhhh… Gracias, mi amor. Déjala ahí, quiero tenerla dentro durante un rato.
. - ahí se quedará.
Con mi polla en su culo, besé su cuello varias veces más. Ella se movía muy poco, tanto que nadie se daba cuenta de que me la estaba follando, solo mi polla y su culo.
. - disculpen –dijo una señora entrada en años, en bikini-.
. - ¿sí, señora?, ¿dígame?
. - quisiera pedirles un poco de hielo. Mi niño se ha pasado con el sol y le quema la piel en la espalda.
. - claro, mujer. Coja el hielo que necesite de esa nevera. Sírvase usted misma.
. - gracias, son muy amables.
. - para eso estamos. Para ayudar.
La mujer abrió la nevera y fue donde el hielo y cogió un poco que puso en un paño que había traído.
. - muchas gracias, se lo agradezco. Pueden seguir disfrutando el uno del otro.
. - gracias. Seguiremos haciéndolo –dije sonriendo y se marchó la mujer-.
. - Dios, sabía que tienes tu pene en mi culo.
. - parece que no hemos podido engañarla. Ya puestos, muévete un poco más deprisa, quiero correrme antes de que vuelva a por más hielo.
Los dos nos reímos hasta que Emilia comenzó a moverse como Dios manda. Acabé corriéndome en su culo y yo disfrutando como Dios. Cuando terminamos, ambos corrimos hacia el agua. Ella soltando leche de su culo y yo de mi polla. Una vez dentro del agua, me bajé el slip y me la ordeñé bien. Emilia más de lo mismo con su culo. Allí estuvimos un ratito hasta que volvimos a las sombrillas. De nuevo le di crema a Emilia y ella a mí, pero sin sexo de por medio, no queríamos dar más el espectáculo, eso sí, ella en toples, al igual que la enanita de Gloria, pues una cosa no quita la otra de disfrutar visualmente de aquellos hermosos pechos.
. - Salvador, este restaurante te va a costar un ojo de la cara –dijo Gloria- ¿tú no sabes lo que mamá come?
. - no seas exagerada. Además, un día es un día –dije-.
. - hija, Salvador va a creer que soy una salvaje comiendo.
. - mamá, que ese cuerpo cuesta mucha pasta alimentarlo.
. - lo compensaremos con lo poco que tú vas a comer –dije riendo-.
. - ¿has oído, mamá?, me ha llamado canija.
. - hija, es que eres una canija, mi canija y ahora también su canija, ¿verdad, Salvador?
. - desde luego, canija.
. - mira que sois unos cafres. Reírse de los bajitos está muy mal.
. - cuando lleguemos, voy a comerte toda entera, canija.
. - y yo disfrutaré con tu herramienta. Mira que llamar a una enana canija, no tenéis piedad, grandullones.
Los tres reímos con ganas. Cuando se pidió, Gloria tenía razón, esta Emilia comía por tres, pero no me importó, la tarjeta oro podía pagarle la comida y cincuenta más como aquella. Llegamos a la casa de Emilia sobre las cinco de la tarde. Estábamos contentos de habernos conocido. Aparqué bien el auto no muy lejos del portal y bajamos lo que ellas habían llevado, el resto lo dejé en el auto. Ya en el ascensor, levanté a Gloria y colocándola sobre mi brazo, que hacía de asiento, besé sus labios hasta que llegamos a destino. Luego la deposité en el suelo, ante la cara de felicidad de la chica y también la de su madre y como no, mía también. Gloria corrió hacia la puerta de su casa y metió la llave, la abrió y la dejó abierta para que entráramos su madre y yo, luego acabó de entrar ella y la cerró.
. - ¿en mi cama o en la tuya, mamá?
. - hija, no tengas prisa.
. - pero mamá. Salvador me prometió…
. - y Salvador cumplirá, pero ten un poco de paciencia.
. - Gloria, mi amor. ¿Por qué no nos damos antes un baño los tres juntos? -le dije-.
. - ah, bueno. Claro que sí. Ven, te llevaré al baño –dijo mientras se desprendía de su ropa por el camino. Su madre, riendo, iba detrás y hacía lo mismo que su impetuosa hija-.
Yo me desvestí en el baño, y cuando ellas ya estaban ambas desnudas, se metieron en la bañera de cerámica, la cual ya tenía algunos años, pues tenía desconchados. Eso no se lo iba a echar en cara, pues no eran ricas como yo que se podía permitir tener un baño nuevo cada día hasta que me jubilase y más allá. Desnudo como ellas, sonreí. Aquello era demasiado. En solo una semana y ya tenía a dos hembras de cuidado comiendo de mi… polla. Literalmente, así era, mal que piense quien quiera. La bañera no es que fuera un campo de futbol, pero podíamos caber los tres sin problemas, sobre todo porque Gloria ocupaba poco espacio. Ella fue la encargada de ducharnos realmente a su madre y a mí también. Luego entre su madre y yo la duchamos a ella.
. - querida, no sigas mamándomela o no podrá cumplir luego. O puedes continuar y luego tendrás que esperar.
. - ah, entonces la dejo en paz –dijo la pequeñaja sacándose mi polla de su boca-.
Nos quitamos la espuma de encima y después de secarnos, salimos secos y desnudos hacia una de las habitaciones, que luego supe que era la de matrimonio donde dormía Emilia. Apartó un par de mantas, dejando solo la sábana. Gloria fue la primera que se subió a la cama, abriéndose de piernas la muy jodida.
. - por favor… –le cedí el paso a Emilia que subió a la cama con una sonrisa. Luego subí yo-.
Para hacerla rabiar un poco, me desentendí de Gloria y me dediqué por entero a su madre, besándole los labios, pezones y su exuberante vagina, donde uno se podía perder, al igual que entre sus enormes pechos.
. - pero ¿qué coño pasa Salvador?, que ya estoy lista.
. - ah, pero ¿estabas ahí?, lo siento, no te había visto, como eres tan canija.
. - serás cabrón. Deja a mamá y dedícate a mí, coño.
. - ¿le hago caso a esta pesada, Emilia?
. - será lo mejor o nos va a dar la noche y no nos dejará disfrutar como Dios manda –dijo ella riendo-.
. - ¿todas las canijas sois así?
. - no, solo las que están calientes como perras como yo. ¿No me ibas a comer viva?, pues empieza ya.
. - encima, mandona. ¿Dónde coño me he metido yo?
Riendo aún, busqué su boca y la devoré toda ella. Pronto su diminuto cuerpecillo fue lamido todo él, dejando para el final sus pechitos abundantes y su vulva, que me quedé como un cuarto de hora saboreándola, chupándole el clítoris diminuto que pude encontrarle. Solo cuando la tuve más que lubricada por todos lados, me dije que había llegado el momento de penetrarla vaginalmente. Ya la tenía bien dura, pues su madre se había encargado de darle una buena mamada para fortalecérmela al máximo y claro, la polla se autogobernaba sola y buscó un sitio calentito donde meterse y su vagina era bien caliente, algo así como 37 grados centígrados, si no más con las calenturas que tenía la canija.
Mi polla o yo, no lo tenía claro, no sabíamos si meterle toda la polla o parte de ella, por lo de enana, pues también tendría enana la vagina y demás partes internas. Al final decidí dejar una parte fuera y no pasar de allí, no fuera a joderla bien, pero bien jodida y hacerle una herida internamente. Y es que nunca me había follado a una enana. Cuando se la metí, de tan lubricada que estaba, casi me paso del límite auto impuesto. Cuando pasé su himen y más allá, frené en seco y me la follé hasta allí durante el tiempo que tardó en cagarse en mi madre doscientas veces, luego me salí y con unos lametones dignos de una jirafa, dejarle como nuevo su antes virginal chochito.
. - la madre que te parió. Dios, como me ha gustado.
. - joder, creí que era todo lo contrario.
. - no, coño. Lo que pasa es que tu polla no es moco de pavo.
. - pues no te la he metido toda, por si acaso te hago más daño que placer.
. - has hecho bien, Salvador y te lo agradezco en su nombre –dijo Emilia- yo tampoco lo tenía muy claro, no fueras hacerle daño a mi niña tan pequeña-.
. - no te preocupes, mamá. Aun me cabe un poco más. La próxima vez métemela toda, Salvador. Vamos ahora a por la puerta trasera.
. - hija, ¿estás segura?, ya sabes que por ahí…
. - lo sé mamá. Pero tarde o temprano quería probarla por ahí y ya que estamos…, pues eso. Que lo intentaremos. Salvador, si te pido que te salgas, salte, por favor.
. - eso siempre, querida. ¿Tenéis vaselina en casa?
. - ¿para qué íbamos a tener vaselina en casa, mamá y yo? –Dijo Gloria-.
. - para masturbarse, hija. Yo la uso para mí y mi aparatito de juguete.
. - pero mamá, qué escondido te lo tenías.
. - hija, algunas noches son muy largas y ya sabes…
. - ¿dónde lo tiene, Emilia?, me refiero a la vaselina, no al juguetito.
. - aquí mismo.
Alargó la mano y abriendo la mesa de noche, sacó un tuvo a medio vaciar. Me lo entregó con una sonrisa en su cara de traga-pollas de goma.
. - canija, ponte en posición.
Ella se dio la vuelta y levantando las nalgas, se apoyó sobre sus rodillas, poniendo la cara de lado sobre la almohada. Le separé un poco las nalgas y metí allí mis labios y luego mi lengua. Su culito era súper estrecho. Iba a rezar para que la vaselina sirviera para que mi polla se deslizara culo adentro. La vaselina se la introduje con un par de dedos. Fue abundante. Luego eché también en mi polla. Con todo listo, le di el tubo a su madre que lo puso sobre la mesa de noche.
. - ¿lista, pequeña?
. - lista.
. - pues allá vamos.
Cogí mi polla con mi mano derecha y se la puse en la entrada anal. Apreté y le metí un par de dedos. Ella gritó como si la estuvieran follando viva.
. - ¿me salgo, querida?
. - no, no. Sigue –sus dolores eran de aúpa-.
Apreté y la polla siguió culo adentro. Le entraba casi mejor que por la vagina, cosa sumamente extraña, pero así era. Al no impedirme enculármela como era debido, no paré hasta meterle toda mi polla en aquel diminuto culo que se tragaba mi rabo como si fuera el culo de una elefanta.
. - Dios, Dios, Dios, qué dolor.
. - hija, dile que la saque, por Dios.
. - no, no, no. Pero déjame que coja un poco de aire…
. - todo el que quieras, cariño. No hay prisa –mentí, pues sí que tenía prisa, pues si encogía, podía atraparme la polla allí dentro y tendríamos que ir en camilla los dos para que un puto médico nos separara y eso sería el cachondeo padre, además de meterme en follones por follarme a una enanita ¿o la edad también valía en estos asuntos de enganche de culo y polla? -.
. - ya puedes seguir y no pares hasta el final. Quiero sentir tu leche en mi culo.
. - hija, no seas así. ¿Y yo?, ¿no piensas en tu madre que también la quiere en ambos agujeros?, si descarga en ti, no podrá follarme a mí.
. - Gloria, tu madre tiene razón. Si la quieres en tu culito, no te preocupes. Antes de que despiertes mañana, habrás tenido mi polla en tu culo no una, sino varias veces más y con leche incluida.
. - de acuerdo. Perdona mamá, no había pensado en ti.
. - gracias, hija. Eres una buena hija –le dijo acariciándole el pelo-.
No dije, ni dijeron nada más. Simplemente disfruté follándome aquel culo de enana de Gloria. Vaya si disfruté, que casi me corro allí dentro. Gracias a la mirada de Emilia que recordé que ella también la quería en su culo, así que me salí, para descanso de una Gloria que no podía más con los dolores de su culo ahora y su vagina antes.
Aparté la pequeña a un lado de la cama y me dediqué por entero a su madre, a la cual chupé, mamé, lamí y mil cosas más, pues su cuerpo no se acababa nunca. Mi polla entraba y salía en su agujero anal como Pedro por su casa. Gemía como una perra en celo que era. Solo cuando ya no podía retener más mi corrida, recurrí, mediante una mirada a la madre, que ella asintió, al ojete de la hija. Se lo volví a follar durante un minuto que no acababa nunca, para luego explotar como si fuera aquello un manantial inacabable.
Allí dentro dejé mi polla, pues no tenía ni fuerzas para hacer nada más. Al poco resbaló sola hacia la salida anal. Ella, la pequeñaja, enrollada sobre sí misma, estaba más que dolorida, pero la muy jodida no se quejaba apenas, aunque sabía que tenía el culo ardiéndole por culpa de mi tranca folladora.
. - Te llevaré al baño, querida. Sígueme, Emilia. Tu hija te necesita.
Ya en el baño la deposité en el fondo de la bañera. Abrí y mezclé las dos aguas. El nivel subió y llenó hasta que le cubrió su vagina y culo. Luego lo dejé en manos de su madre.
. - dale un calmante para los dolores. El agua la refrescará un poco.
. - sí, tienes razón. Querido, te gotea la polla.
. - ah, sí, es verdad. ¿Le haces los honores, querida?
. - claro, cariño.
Emilia se inclinó y me la mamó hasta dejármela seca. No había nada como una buena mamada para sacarte la leche y otra para escurrirte la polla.
. - te lo agradezco. Iba bañarme, pero luego tendría que volver a ponerme la ropa sucia. Voy un momento a tomar el aire y luego cogeré de mi coche una muda de ropa que tengo allí. Ya después me volveré a bañar.
. - yo atenderé a Gloria y luego haré algo de comida para cenar los tres.
. - está bien, querida. Pero por favor, mi amor, no te vistas, me gusta verte en toda tu esplendorosa hermosura.
. - así me encontrarás cuando vuelvas. Llévate el manojo de llaves, pues si es un vecino, tendré que ponerme algo encima para abrirle.
. - bien pensado.
Besé largamente sus labios y luego sus pezones. También le di un beso en la frente a una aún atolondrada Gloria. Cogí las llaves y me dirigí a la calle.
. - Ya te puedes largar Adrián, ya me quedo yo custodiando al jefe –apareció Dámaso por la ventana del auto, dándole un susto al chico, pues estaba pensando en cierta mamada al jefe, que lo había hecho sonreír-.
. - hola, me quedo un rato más, Dámaso.
. - ¿hay algo por aquí?
. - todo tranquilo. Está en ese edificio de ahí con una compañera del trabajo y su hija, una chica enana.
. - joder con el jefe. Se folla a todo bicho viviente. Qué suerte tiene el cabrón.
. - oye, no hables así del jefe. No se ha portado tan mal con nosotros.
. - es verdad. Lo siento. Ya sabes como soy de bocazas.
. - pues eso no le gusta nada al jefe, ya lo sabes. En boca cerrada, no entran moscas.
. - vale, vale, perdona. ¿No te vas, entonces?
. - me quedaré un rato más. Nadie me espera en casa.
. - pues qué suerte. Yo no tengo tanta suerte como tú. Me voy a tenderme un rato atrás y hacerme una paja, estoy que reviento.
. - no seas guarro –dijo Adrián viendo como Dámaso se metía detrás-.
No le hizo ni puto caso. Se sentó y bajándose los pantalones, se puso a pajearse la polla como si tal.
. - chacho, que como venga Víctor y te coja así, te da la patada.
. - no aguanto más. La parienta me tiene a caldo. Seguro que es por culpa del cabrón del 3º.
. - ¿cuernos? –preguntó Adrián-.
. - y que lo digas. Llegó hace un mes y apenas ya follamos. Siempre tiene dolor de cabeza o se inventa cualquier otra chorrada. Como los coja follando, me los cargo a los dos.
. - no seas bestia, que luego te enchironan.
. – sí, pero esa puta no seguirá tomándome el pelo.
. - ¿lo has hablado con ella?, a lo mejor le duele la cabeza de verdad.
. - no me toques los cojones tú también. O, mejor dicho, tócamelos. Por qué no vienes aquí atrás y me la mamas. Al final una mamada hecha por un tío o por una tía viene siendo lo mismo.
. - que te la mame tu madre.
. - no te pongas así, hombre. Luego te la mamo yo a ti cuando acabes con la mía –decía el tal Dámaso machacándose la polla- aquí nadie es marica, pero un favor se le puede hacer a un compañero de trabajo, porque no parece que hoy tenga suerte con la puta polla.
. - desde luego la estás dejando hecha una desgracia. Sigue así y te quedas sin polla.
. - pues ayúdame, coño.
. - vale, pero luego me la mamas, capullo.
. - claro, hombre. Sin falta.
Adrián se pasó a la parte de atrás sin salir por la puerta, se metió por en medio de los sillones. Una vez detrás, se bajó los pantalones y en vez de usar la boca, uso su culo para pajear a su compañero. Se sentó encima de su polla.
. - la ostia puta. Era una mamada, no una follada.
. - ya puestos, ahora que si no te gusta…
. - calla, calla. Así está aún mejor. ¿Va un morreo?, como si fueras una tía.
. - va –dijo Adrián y se pusieron a besarse los dos escoltas, mientras Adrián subía y bajaba para tragarse la polla de su compañero.
. - ¿qué cojones pasa aquí, ostia? –oyeron los dos amantes de Teruel-.
. - sr. Víctor, no es lo que usted piensa, es que…
. - calla, mariconazo. Os voy a dar tal patada que no os vais a encontrar la polla. ¿Así cuidáis al jefe, mamones?
. - ¿qué son esos gritos, Víctor?, se os oye desde el otro lado de la calle.
. - señor, lo siento.
. - no lo sientas y dime que está pasando aquí y por qué esos dos están con la polla fuera.
. - los he cogido follando mientras hacían guardia para cuidar de usted.
. - ¿es eso cierto, chicos?
. - lo sentimos, señor. Es cierto. Una cosa llevo a la otra y entonces…
. - no os la guardéis. Fuera pantalones.
. - ¿señor? –preguntó Víctor-.
. - ya que empezaron a darse por culo, qué menos que dejarlos que terminen. Vamos, deseen por culo y acaben.
. - ¿lo dice de verdad, señor? -preguntó Dámaso-.
. - y tanto. Cuando os hayáis follado y descargado vuestras pollas, ya estaréis listos para cuidar de mí. No tengo ganas de que intenten secuestrarme mientras mis escoltas se dan por culo. Vamos, no tengo todo el día.
Los dos escoltas se miraron y al momento, Adrián se colocó en posición enculatoria y abriéndose de piernas, se apoyó en el sillón. Su colega, Dámaso, se cogió la polla y se la enterró hasta los huevos. Así estuvo hasta que se vació en el culo de Adrián. Luego se agachó Adrián y mamó la polla a su amigo y colega. De su culo salía un hilillo de leche, que no me importó, desde fuera, pasarle el dedo por el culo a Adrián y coger cuanto podía con el dedo, para luego llevármelo a la boca. Era bien sabrosa la leche de Dámaso.
. - ¿la ha probado, Víctor?
. - ¿cómo dice, señor?
. - que si ha probado este rico manjar que es la leche de tío.
. - no, señor. Por supuesto, señor.
. - no se mueva, Adrián. Adelante, Víctor, pruébela usted.
. - señor, ¿tengo que hacerlo?
. - solo si usted quiere, no obligo a nadie.
. - bueno, siendo así, por probar que no sea… –dijo el tío alargando un par de dedos y metiéndoselos en el culo y sacándolos bien llenos de leche. Luego se lo llevó a la boca, no como alguien que no había probado en su puta vida la leche de tío, sino como un avezado chupador de pollas empedernido. Si hasta se llevó la lengua por los labios una vez tragó la corrida.
. - mira que eres mamón, Víctor. A ti te va la marcha. Entre y disfrute usted también. De hecho, vamos a disfrutar todos los que estamos aquí –dije entrando en el auto y sentándome, directamente metí mi boca en el culo de Adrián, para succionar cuanta leche aún seguía saliéndole-.
. - Adrián, dele caña a Dámaso. Le toca disfrutar. Suba, Víctor. Usted y yo lo vamos a pasar de miedo también.
Con una sonrisa de oreja a oreja, los tres guardaespaldas se pusieron en marcha. Mientras Adrián se follaba a Dámaso, Víctor entraba y cerrando, se bajó los pantalones y me la puso en la cara. Solo tuve que comenzar a mamarlo, hasta que se la dejé bien dura. Seguidamente, me levanté y dándome la vuelta, me bajé los pantalones y esperé a que Víctor disfrutara del culo del jefe, o séase, yo. Víctor disfrutó y vaya si disfrutó. Me enculó como había que encular un culo, a lo bestia, como a mí me gustaba. Cuando los sudores recorrían a mi encargado de escoltas, le hice salir.
. - dejame que te coma la polla y disfrute de tu corrida, Víctor.
Le mamé hasta que explotó en mi boca. Fue una abundante y pastosa corrida que disfruté una vez en mi boca, para tragarla después.
. - Adrián, sacame la polla y dale de mamar al jefe. Seguro que le gustará tu leche también.
. - como quieras, Dámaso…
Una vez la polla fuera, se giró hacia mí con su polla por delante y chorreando jugos del culo de Dámaso. No me lo pensé y me la tragué sin más, para disfrutar de nuevo de aquella polla que era toda una maravilla de la naturaleza. Pronto recibí el elixir de los dioses en forma de semen de semental. Al lado nuestro, Dámaso y Víctor se comían la boca, para después un rato cada uno, mamar las pollas descargadas de uno y otro. Si Dámaso no era marica, ya era del gremio sin duda. Una vez todo el mundo acabó con el que tenía a su lado, nos arreglamos un poco y con cara seria, les hablé.
. - chicos, esto que no salga de aquí. La próxima vez que tengáis ganas de comeros la polla, tenéis mi permiso para hacerlo, incluso delante de mí, pero por el amor de Dios, hacedlo cuando no haya indicios de que pueda estar en peligro. Si fuera así, espero que hagáis vuestro trabajo como hasta ahora.
. - así se hará, señor y gracias por su comprensión. Iba a darles la patada a los chicos.
. - no se la darás. Solo hazlo en el caso que he expuesto antes de que pueda estar en peligro y estar con otras cosas. Ahora tengo que volver con Emilia y su hija enana. No sabéis lo buena que están estas dos mujeres. ¿Quién quiere que le coma la boca antes de irme?
La sonrisa en la cara del terceto era patente. Empecé por Dámaso, donde se entregó de lleno, yo también. Luego Adrián, que era todo un experto en jugar con mi lengua y por último Víctor, que, sacando su lengua, jugó con la mía hasta tenerla toda en mi boca. Un beso final en sus labios y salí del auto con unas ganas locas de volverme a follar a Gloria y su estrecho culo.
. - chicos, como ha dicho el jefe, que no salga una palabra de lo que ha pasado aquí. Al que lo haga, será despedido ipso facto. Sigue siendo nuestro jefe, aunque si alguno tiene ganas de que le meta la polla por el culo, me lo dice y nos vamos a un lugar más discreto que un auto.
. - yo, señor. Deseo follar con usted y también contigo, Dámaso –dijo adrián-.
. - bueno, hasta esta noche no era marica, pero viendo lo que ha disfrutado mi culo y yo, apuntadme también. Ahora solo pienso en follarme al que se folla a mi mujer.
Víctor y Adrián casi se mueren de la risa que les entró. Me fui a mi coche y cogí una muda de ropa. Luego me fui a la casa de Emilia y su hija Gloria. Las chicas estaban las dos alrededor de la cocina. Ambas desnudas.
. - ya has llegado –dijo Emilia- ¿lo ves hija?, Salvador no se iba a ir sin decírnoslo-.
. - Gloria, has de confiar un poco en la gente, mujer de poca fe -dije-.
. - perdona, creí que una vez conseguido lo que querías, desaparecerías.
. - pues aquí estoy a por más –dije sonriendo- me doy una ducha rápida y estoy con vosotras. ¿Eso que huele que es?
. - mamá y yo estamos haciendo unos bollos. Te chuparás los dedos.
. - me encantan los bollos caseros. Mi madre también los hacía cuando era pequeño, pero ya hace tiempo que no los pruebo. No os los comáis todos –dije yendo hacia el baño-.
Me di una ducha rápida de culo sobre todo y como no, de polla. Luego coloqué bien la muda que me pondría mañana sobre un asiento. Salí seco y desnudo. Las chicas sonrieron cuando me vieron llegar como ellas, en pelotas, sobre todo viendo como tenía la polla de dura otra vez y es que las chicas me la ponían dura, super dura.
. - mamá, su pene está en pie de guerra de nuevo.
. - me alegro, pues nosotras tenemos los agujeros perfectos para bajarle los humos –dijo riéndose de su propio chiste-.
(Parte 14 de 30)
FIN