Soy un caballero y cumplo lo que prometo (11)
Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada. Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.
SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO
(11-30)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados
. - mamá, ¿por qué no me lo has dicho antes?
. - hija, se supone que no debía decírtelo.
. - ¿y por qué no?, hace días que no lo veo.
. - hija, no lo atosigues. Ya sabes que no le gusta. Déjale espacio. El próximo curso volverás a estar de nuevo con él cada día. Seguro que cuando dé comienzo de nuevo las clases, recuperas el tiempo en el que estaréis solos, pero por favor, no lo atosigues, ya sabes que se relaciona con más personas y no solo contigo.
. - sí, lo sé. Y eso, me mata.
. - aceptamos compartirlo, hija.
. - sí, mamá, pero…
. - ay mi niña –su madre la atrajo contra ella. Estaban ambas en la habitación materna. A su lado estaba un consolador con una correa que poco antes tenía atada Diana alrededor de su cintura. Se lo habían intercambiado y folladas las vaginas de ambas. Madre e hija se daban placer mutuamente. Diana esperaba así tranquilizar un poco a su vástago y que no la jodiera con el heredero de un imperio. Como madre y como presidenta, quería todo el paquete y no solo el 10%.
Allí venía ella, tanto o más exuberante que por la mañana. Cuando me vio, sonrió, pero era una sonrisa apagada, pues no las tenía todas consigo y no sabía lo que le iba a decir el médico después de que le hizo la biopsia la última vez.
. - hola, estás impresionante, nena. ¿Nos olvidamos del médico y nos vamos a bailar?
. - sí, para bailar estoy yo ahora. Entremos.
Le puse el brazo y me lo tomó. Entramos por un largo pasillo donde estaban las diferentes cabinas de los diferentes médicos allí adscritos. Cuando llegamos a nuestro consultorio, allí había una chica conocida, Martita, la tía buena de mantenimiento.
. - pero qué pequeño es el mundo, Marta.
Las chicas se saludaron y me senté en medio de las dos. Las rodillas de ambas pude disfrutar, donde el silencio se podía cortar con un cuchillo. Suerte que salió la enfermera y llamó a Marta, quedándonos mi tetuda amiga y yo, solos.
. - ¿sabías que venía aquí? –me preguntó Lorain-.
. - no, para nada. ¿Vendrá para lo mismo que tú?
. - el médico es el mismo, supongo que sí.
Lorain me cogió la mano y se la apretó contra su rodilla izquierda.
. - tengo miedo, Salvador.
. - ten fe, querida. No siempre son malas noticias.
Un buen rato después salió Martita acompañada de la enfermera. Venía de haber llorado.
. - Será mejor que se tranquilice un poco antes de marchar. ¿No tiene a nadie que la acompañe?
Marta me miró y lloró aún más.
. - yo vengo con las dos, enfermera –dije levantándome y llevándola de los hombros a su asiento anterior-.
. - pase, Lorain, por favor.
Aterrada fue con la enfermera. Mientras tanto, le puse el brazo encima de los hombros a Marta y la atraje contra mí.
. - tranquila niña.
. - me voy a morir.
. - pero ¿qué dices, mujer?, ¿qué te ha dicho el médico?
. - que tengo cáncer de mama, ambos pechos tienen cáncer y me voy a morir.
. - no digas eso. Muchas mujeres se curan y siguen con su vida.
. - ¿de los dos pechos?, pocas –se puso a llorar de nuevo en mi hombro-.
. - pediremos una segunda opinión y verás que no es tan grave.
La puerta se volvió a abrir y salió Lorain de la misma manera que antes Marta, también llorando. Joder, con la racha de malas noticias que llevábamos hoy. Solo me faltaba que nos callera una maceta encima.
La enfermera sentó a la chica a mi lado, para después desaparecer tras la puerta.
. - que desgraciada soy -Se abrazó de mi hombro y lloró.
. - ¿has recibido malas noticias también, Lorain?
. - tengo cáncer en ambos pechos y debo de extirparme los dos o me moriré.
. - eres igual que Marta, una exagerada. Pensad ambas en positivo. La medicina ha avanzado un montón. Como le dije a Marta, pediremos una segunda opinión para ti también.
. - no puedo demorarme o se me extenderá aún más –dijo Lorain-.
. - chicas, ¿cuántas mujeres tienen el mismo problema que vosotras?, muchas. Y siguen con su vida. Ya no es como antes.
. - aunque fuera verdad, es muy cara–dijo Marta- la seguridad social, con esto de la crisis, ya no están pagando los implantes mamarios y sin ellos… -se echó a llorar de nuevo-.
Le tomé de la cabeza y la atraje hacia mi pecho.
. - ¿es verdad eso?, entonces yo, que estaba tan orgullosa de mis pechos, me veré horrenda -dijo la otra chica-.
. - vosotras dos nunca os veréis horrendas. Sois preciosas y no todo son vuestros pechos.
. - díselo a mi novio, que aun antes de saber los resultados, ya me ha dejado con una llamada telefónica.
. - Lorain, ese novio tuyo es un capullo. Has salido ganando, créeme. Salgamos de aquí, este lugar no anima a nadie. Vamos a tomarnos algo para que os despejéis la cabeza. Os voy a proponer algo que a lo mejor os interesa.
. - ¿nos vas a pedir matrimonio a las dos? –dijo Marta intentando ser la más fuerte de las dos-.
. - que más quisieras tú. No, en todo caso os buscaría un novio a cada una. No, es algo referente a lo que hoy tenéis encima.
. - ¿a qué te refieres Salvador?, dínoslo ahora.
. - vamos fuera, sentados ante un refrigerio os lo contaré. Venga, alegrad esas caras, que sé de buena tinta que sabéis sonreír –le puse a cada una un dedo bajo la barbilla y hasta que no sonrieron, no dejé de hacerlo- así se hace-.
Nos levantamos y salimos del edificio. Ambas de mis brazos, llegamos a un bar cercano y nos sentamos en una zona solitaria. Mis dos chicas se sentaron a ambos lados. Hasta que no tuvimos a mano un vaso de lo que cada uno quería, no despegué los labios.
. - tengo un amigo. Miento, un conocido, que me debe un favor, un gran favor.
. - ¿por qué te debe ese gran favor? –dijo Marta- ¿y qué tiene que ver con nosotras?
. - ten paciencia, que Roma no se construyó en un día. Bueno, os lo diré. Cierto día paseaba yo por cierto puente y allí había una chica de unos 14 años que iba a saltar al vacío. La convencí y me la llevé a su casa. El viejo me prometió que si un día necesitaba un favor especial, que no dudara en llamarlo. Era un tío de pasta que solía salir en los papeles. Pues le voy a pedir un gran favor.
. - ¿qué favor? -dijo Lorain, la tetuda y de cuerpo de diosa-.
. - le pediré que os ingrese en el mejor hospital donde traten vuestra enfermedad y si hay que extirpar, pues lo harán los mejores cirujanos y después que os traten los mejores especialistas en eso de reconstruir mamas. Saldréis del hospital como nuevas.
. - ¿tú crees que ese rico hombre se gastará la pasta en nosotras sin conocernos siquiera?
. - a quien le hace el favor es a mi devolviéndome el favor que le hice al salvar a su única hija.
. - ¿única hija? –insistió Lorain-.
. - Eso es. Ahora está en las portadas de las revistas, pues fue hace años. Cada semana esta con un guaperas diferente.
. - una pregunta. ¿Por qué malgastas ese favor en nosotras que te podría beneficiar a ti más adelante? –dijo Marta-.
. - porque es ahora cuando vosotras necesitáis de ese favor que me deben. Cuando me haga falta, ya surgirá algo. Ahora, que, si no lo queréis, vosotras mismas.
. - ¿no estás de broma, Salvador? –dijo Lorain-.
. - no, mujer. Con estas cosas no bromeo. ¿Hablo con el mecenas entonces?
. - sí, por favor –dijo Marta-.
Mire a Lorain y asintió.
. - de acuerdo entonces. Os prometo que en cuanto os deje, me iré hacia la casa del mecenas. Ya mañana os diré algo en el trabajo.
. - Salvador, no le digas a nadie de nuestro problema médico –habló Marta por las dos-.
. - a nadie le importa, solo a vosotras.
. - y a ti también –dijo Marta besándome en la parte de la cara de su lado. Lorain la imitó por el otro lado.
. - ¿y eso?
. - porque te lo mereces y muchos más –dijo besándome Marta varias veces más. Lorain era más tímida en besos, pero también me dio dos más-.
. - dejad de besarme chicas. Que uno no es de piedra.
Se echaron a reír las dos, ahora sí. Ahora estaban de mejor humor. Una vez se fueron ambas de mi lado, llamé a Diana a su móvil y le pedí el favor de que me averiguara la mejor clínica del país para atender el tipo de enfermedad de las chicas. Me dio un nombre y la anoté.
Estaba en la misma ciudad donde estábamos. Era de reciente construcción y con los mejores del ramo, según Diana. Cuando pedí hablar con el director del centro, casi no me dejan pasar de la puerta. Cuando saqué la tarjeta oro sin límites, todo fueron puertas abiertas. Tenía ganas de mandarlos al diablo, pero las chicas necesitaban de sus servicios y me abstuve de hacerlo. Cuando me pasaron con el director en su despacho de amplia ventana, no me fui por las ramas.
Le dije que quería los mejores médicos para dos damas con problemas de cáncer de mama. Hacerle todo tipo de pruebas y si hay que extirpar y ellas están de acuerdo, hacerlo. Luego otro equipo para implantes mamarios. ¿Dinero?, sin problema. Le entregué la tarjeta y cuando me la devolvió, echaba humo. No me importaba. Solo le advertí, que, si salían del hospital descontentas con el servicio, me los comería con papas. Mañana le daría los datos de las chicas, pues no los tenía encima. Papá estaba en su habitación arreglándose para salir. Al verme, se asustó imperceptiblemente. Era como si lo hubiera cogido in fraganti.
. - hola papá –me llegué junto a él y nos besamos en los labios- ¿sales?
. - sí, quedé con unos amigos para tomar algo.
. - papá, no me mientas. ¿Desde cuándo te pones colonia para ir con los amigos?, tienes muy preocupada a mamá y a mí también. Dice que casi no la tocas ya y que siempre estás cansado. ¿Dime qué pasa?
. - cierra la puerta, hijo.
Me levanté y la cerré con el pestillo. Luego regresé junto a él, sentándome en el borde de la cama.
. - ¿y bien?
. - tus tíos Óscar y Belén.
. - ¿qué pasa con ellos?
. - son los que me dejan sin fuerza cada vez que salgo de su casa.
. - ¿estás follando con Óscar y Belén a espaldas de mamá?
. - sí. -dijo con media voz-.
. - papá, no le puedes hacer eso a mamá. Con lo que ha hecho por la familia y por ti mismo. No puedes dejarla de lado.
. - ¿qué puedo hacer?, me gusta follar con tus tíos.
. - muy sencillos. Aflojar con tus tíos y visitarlo menos veces y atender más a tu mujer. ¿Es que ya no la quieres?
. - sí que la quiero.
. - pues eso. Menos follar con los tíos y más con mamá. Y ni se te ocurra separarte de mamá, no es digno de ti después de lo que hemos hecho todos. ¿Cuántas veces vas a casa de los tíos?
. - casi todos los días-.
. - pues mal hecho. Comparte. Cuatro días para mamá y tres para los tíos y si no lo entienden, me lo dices y hablo con ellos. A lo mejor yo también me los puedo follar, cosa que no tengo muchas ganas, la verdad. Con vosotros y mis amigos y amigas, ya tengo bastante. Ve hoy y diles que no podrás ir todos los días. Joder, hasta yo estaría cansado todo el puto día jodiendo aquí y allá.
Papá se fue y fui yo quien atendió a mamá en su nombre.
. - mamá, hablé con el viejo. Espero que me entendiera cuando le llamé la atención de no dejarte de lado.
. - ¿tiene más amantes?, ¿es eso lo que le pasa?
. - mamá –dije mientras la estaba enculando en la cocina- no atosigues a papá. Dale espacio. Seguro que pronto vuelve por sus fueros. Si no ha cambiado, me lo dices y le daré un ultimátum. Si no te folla más, de mi polla no sacará más leche. Verás cómo vuelve al redil de tu ano y tu vagina.
. - Dios te oiga, hijo. Aaaaaaahhhhhhh… sigue. Sigue rompiéndole el culo gordo a tu madre-.
. - de culo gordo, nada.
Era un culo prieto y adecuado para ser follado mañana, tarde y noche. Así era el culo de mamá. De repente Marta y Lorain se habían convertido en grandes amigas. Sin duda, la enfermedad es un buen pegamento para los sentimientos. Las dos me esperaban a la entrada del edificio. Se me pegaron como lapas.
. - ¿y bien? –dijo Marta-.
. - y bien, ¿qué? –me hice el loco-.
. - no seas malo, ¿has conseguido algo? –dijo la otra-.
. - primero vosotras –dije poniendo un dedo en mi cara. Se miraron y rieron. Ambas me besaron en ambos carrillos- eso está mejor. Esta tarde, cuando queráis, os acercáis por la clínica nueva que hay en el centro y os ingresarán para haceros todo tipo de pruebas para confirmar o descartar la enfermedad de cada una. Allí si no hay más remedio y consentís, os extirparán y os tratarán con sus máquinas. Cuando se pueda, os pondrán implantes mamarios del tamaño que queráis. Eso es todo, chicas. Y ahora entremos, que yo tengo que trabajar para vivir.
Los ojos de ambas chicas se humedecieron. Hasta que la cordura no se impuso, me estuvieron estrujando como si fuera de goma. Al final y ante el bullicio de los demás compañeros, se pusieron profesionales y dejaron de sobarme y besarme la cara. Cuando Lorain continuaba a su planta mientras Marta y yo descendíamos a la nuestra, sus ojos lo decían todo. En el trecho desde el ascensor hasta nuestro puesto de trabajo, había un punto oscuro para las cámaras. Marta me empujó hacia la pared y me comió la boca sin dejarme respirar. No intenté aprovecharme, cosa que podía haber hecho perfectamente.
. - Marta, anda, déjalo. Nos van a dar la patada sin nos ven.
. - estoy muy contenta y quiero agradecértelo como te mereces.
. - no, Marta. No me gusta este tipo de agradecimientos. Es por la emoción del momento. Cuando te tranquilices, verás que no es el adecuado. Si más adelante, cuando todo haya pasado, aun quieres besarme, no seré yo quien te lo impida. Ahora vayamos al tajo, por favor.
. - sí, perdona, Salvador. Soy una tonta.
. - no, eres una mujer muy lista, nada de tonta. Además, con ese culo tuyo, me tienes loquito.
. - claro, porque las tetas de ella tiran más que dos carretas.
. - no seas celosa. Cada una tenéis algo que me gusta. Déjalo así.
Marta se miró el culo, enfundado en unos vaqueros levanta-culos.
. - ¿de verdad te gusta mi culo?
. - me vuelve loco.
. - pues es tuyo –dijo ella pícaramente, dándome un culazo contra el mío-.
. - compórtate, Marta. Ahí delante está el encargado-.
Ella guardó la compostura y se enderezó, poniendo cara de profesional. Después de los saludos de rigor entre todos, Marta se llevó al encargado y habló un momento con él. Luego se fue a los vestuarios. Cuando me encontré con el encargado después de yo también haberme cambiado, me contó su conversación con Marta.
. - Marta va a causar baja durante un tiempo. Un grave problema médico la tendrá lejos de nosotros. Habrá que pedir un sustituto para ella. Mañana ya no vuelve.
. - entiendo. Que se cure la guapa Marta.
. - sí, que se cure –dijo el encargado mirando a lo lejos-.
Lorain habló con su superiora y pidió la baja temporal por lo mismo. Se me había vuelto a olvidar pedirles a las chicas el nombre y apellidos para llamar al director del hospital. Cogí el teléfono de servicio y llamé a Lorain y tomé nota de los de ella. Luego le di la dirección del hospital. Colgué y a solas con Marta, hice lo mismo. Estas cosas cuanto antes, mejor. De inmediato llamé al móvil que me había dado el director. Tomó nota y listo. A ambas chicas les di mi número de móvil por si surgía algo que debía solucionar a base de dinero o de polla, que nunca se sabe.
La mañana transcurrió lenta, muy lenta para las chicas. Los minutos eran horas para ellas. Lorain no tenía que informar a nadie de su ingreso en un hospital, pues a su madre no quería preocupar. En cuanto a Marta, su familia ya estaba pendiente de que tendría que ingresar en cualquier momento. Cuando les dijera que sería esta misma tarde, se llevarían una buena sorpresa. Esta vez no pude escaparme de la raquítica y plana señorita Berta.
. - hola guapo. ¿Estás solo, mi amor?
. - estaba solo, pero ya no. –dije sonriendo-.
. - chico, ¿qué ves en esas niñas pijas?, ni siquiera te has fijado en mí.
. - ya lo creo que me he fijado, señorita Berta.
. - déjate de señorita. Para ti, Berta a secas. ¿A qué estoy buena?
. - un poco flaca, pero bueno, eso se puede solucionar con comida y tienes una cabeza privilegiada.
. - al menos te gusta algo de mí. Mi intelecto. ¿Cuándo echamos un polvo tú y yo?
. - cuando quieras –le mantuve la mirada y la sonrisa-.
. - ¿de verdad?, hasta ahora nadie se atrevía a responderme así.
. - pues yo sí. A no ser que lo digas de broma.
. - yo no bromeo con esas cosas. ¿Sabes cuánto llevo sin disfrutar?, la tira. ¿En tu casa o en la mía?
. - este edificio tiene muchos cuartos vacíos. Tengo ganas de hacerlo ahora mismo, pues me la ha puesto dura –le dije como si nada-.
. - no jodas. ¿Aquí, en el trabajo?
. - seguro que conoces algún cuarto que nadie va a esta hora.
. - pues sí y varios, además. ¿De verdad la tienes dura?
. - como una roca.
. - que le den por saco a las lechugas. Nos vemos en la tercera planta, puerta 17b. Es un trastero. Te espero allí en cinco minutos. Saldré yo primero.
. - okey.
La Berta salió disparada. Cuando me iba a levantar, apareció Lorain sonriente.
. - ¿ya has acabado el desayuno?
. - sí. Me esperan.
. - ¿me acompañas a ese hospital? Tengo algo de miedo.
. - claro, mujer. Iremos los tres. Se lo diré a Marta cuando la vea.
. - gracias, eres un sol. ¿Se puede besar en la cafetería?
. - mejor no. Tengo que dejarte. Nos vemos a la salida del trabajo y hablamos, ¿okey?
. - de acuerdo. Salvador. Te voy a deber una muy grande.
. - tu cúrate y no pienses en nada más. Acuérdate, sé positiva.
. - eso, positiva.
Me levanté y partí hacia la tercera planta, 17b. Por el camino cogí prestado de un carro de las camareras un par de toallas de las grandes y me las eché bajo el brazo. El 17b no tenía luz. Solo la luz que entraba por la ventana que iluminaba toda la estancia, pero de Berta ni rastro. Continué más al fondo y allí estaba ella. Toda desnuda y sentada sobre un arcón.
. - hola guapo, ¿te gusta lo que ves?
La verdad es que me daba hasta grima solo de mirarle. Parecía traslúcida, no tenía pechos, ni grandes, ni chicos. Simplemente no tenía. Verla a ella era como ver una película de campos de concentración. Lo malo era que aquellos estaban así por no alimentarlos adecuadamente y esta Berta por otras razones que aún no me había dicho, pero no por dejarla morir de hambre.
. - cacho cuerpo te gastas, chica –dije acercándome a ella lentamente-.
Cuando llegué a su lado, rocé con las yemas de mis dedos allí donde se suponía que tenía uno de los pechos, solo era un micro botón. Acerqué mi boca, lo busqué y lo lengüeteé. Ella vibraba. Tendí las dos toallas una al lado de la otra e hice una especie de manta. Luego me saqué la ropa mientras la miraba. Su felpudo era como para salir corriendo, pero no me iba a ir de allí sin haberla catado bien. Luego ya le pediría algo a cambio de mis servicios de polla a domicilio.
La cogí por los brazos, intentando no romperla y la hice arrodillar encima de las toallas. Luego le pegué la cabeza contra mi dura polla. Se puso a mamar como Dios manda. Joder, para ser traslúcida, la mamaba bastante bien. Lo siguiente fue tenderla hacia atrás y comencé a recorrerle todo su esquelético cuerpo. Cuando llegué a su felpudo, pues era eso, un maldito felpudo, aparté aquellos pelos que le habían crecido como si fueran un enorme mostacho allí abajo.
La hacía gritar y vibraba alzándose con cada orgasmo que le hacía sacar. Mi lengua, experta en estas lides, buscó su exiguo clítoris y allí me quedé un buen rato mientras ella seguía retorciéndose de puro placer. Estando bastante lubricada con sus orgasmos, le abrí de piernas y sin pedirle permiso alguno, se la endilgué hasta los huevos. Sus gemidos salían de la estancia y no era cosa de que alertaran a seguridad. Así que le puse en sus labios los míos mientras me la follaba a destajo.
Esta mujer estaba dolida y al mismo tiempo deseosa de ser follada en profundidad y eso fue lo que hice, me la pasé por la piedra literalmente para que recordara este día y olvidara los anteriores si los había tenido. Una vez disfrutado de su coño, me fue fácil darle la vuelta y apoyándola en sus rodillas, tuve su culamen también exiguo a mi merced. Mi lengua se la introduje en su interior anal, haciendo dudar a su dueña de lo que iba suceder a continuación, como si no lo supiera la muy jodida.
No viendo por ningún lado objeción alguna a lo que pretendía hacerle a aquel estrecho, estrechísimo culo, coloqué mi polla en su entrada y como sabía lo que iba a gritar, le hice girar su boca y comiéndomela estuve mientras mi polla se perdió agujero adentro. Me costó, pero conseguí follármela sin que los de la planta vinieran en su auxilio. Fue una follada dolorosa, no solo para ella, sino para mí mismo también, pero el disfrute fue de clase A plus y no me arrepiento de haberle roto el culo a aquella fea, flacucha y simpática mujer.
Como quería una última mamada antes de soltar la lechada, la senté en el mismo suelo y la puse a mamarme la polla y no fue hasta que me dejó seco y un poco más, que no saqué la polla de su boca. Fue una buena follada, pero tendría que ponerle algo de pega al asunto y así se lo dije mientras ambos nos arreglábamos antes de salir de aquel lupanar tan particular.
. - no vamos a follar más tú y yo –le solté de sopetón-.
. - ¿Cómo qué no?, creí que habías desfrutado.
. - y lo he hecho y te lo agradezco. Sobre todo, la mamas muy bien, Berta. Una de las que mejor me la ha mamado nunca en mi vida –mentí bellacamente- y quisiera que siguieras mamándomela.
. - no te entiendo- Has dicho que has disfrutado y soy la que mejor te la ha mamado nunca y ahora… ¿que no vamos a hacerlo más?
. - así es. Solo volveremos a disfrutar el uno del otro el día que ganes un kilo de peso.
. - ¿cómo dices? –dijo agarrándose de mi hombro mientras se colocaba uno de sus zapatos-.
. - pues eso. Que solo follaremos cuando ese cuerpo tuyo tan delgado vaya cogiendo peso y poniéndose al día.
. - pero ¿cómo me puedes hacer eso?
. - Berta, querida. ¿Te has visto? Estás muy delgada y no puedo volver a acostarme con alguien que no se quiere lo suficiente. Así que, si deseas volver a llamarme, engorda y con cada kilo que consigas, volveremos a disfrutar el uno del otro.
. - ¿solo con ganar un kilo cada vez, follarás conmigo?
. - sí, mientras esté este verano aquí y hasta que llegues a tu peso ideal. Luego buscarás a un maromo que siga dándote placer.
. - ¿solo hasta que tenga el peso ideal dices?
. - ni más ni menos. Si eres lista, antes de que acabe mis vacaciones de trabajo en la empresa, habremos follado la de Dios, pero habrá más condiciones.
. - ¿más condiciones? –dijo mientras me abotonaba la camisa-.
. - sí. Te pesarás desnuda ante mí antes de hacerlo y nada de atiborrarte para engordar. Debe ser una comida adecuada y nada de porquerías. Harás ejercicios para que no vaya todo a la misma parte, ya me entiendes. Si es así, vas a disfrutarme tanto como yo de ti. Solo tendrás que avisarme cuando hayas ganado un kilo con un trozo de papel pequeño cuadrado y con una punta cortada. Me lo haces llegar. Solo pones una hora allí y en caso de que no pueda asistir por cualquier cosa, te llamo al móvil que me darás. No me pidas motivos de mi no asistencia, solo dame otra hora y te diré si puedo o no ¿Hacemos trato?
. - hacemos trato. Pero para firmarlo, vuélveme a comeme el coño –dijo colocando su pierna izquierda sobre una caja. Sonreí y agachándome, aparté sus braguitas y allí volví a disfrutar de su pequeño coño, clítoris incluido. Nos demoramos un cuarto de hora más antes de salir de aquel lugar-.
Esa misma tarde llevé a las dos chicas enfermas al hospital. Pensaba no ir, pero cambié de idea. Las ingresaron según rellenaron los formularios adecuados. Una vez en una habitación bien bonita las dos, pretendía largarme.
. - ¿a dónde crees que vas tú?
. - chicas, ya estáis instaladas. Ahora es cosa de los médicos.
. - acércate, anda –dijo Marta sonriente-.
Me acerqué y en medio de las dos camas, llegué hasta Marta.
. - ¿qué puedo hacer por ti que ya no haya hecho, guapa?
. - mi colega y yo hemos hablado –dijo mirándose las piernas que no podía ver por estar bajo las sábanas-.
. - ¿y?
. - que posiblemente la próxima vez que nos veamos ya no tendremos las dos los pechos, pues nos los habrán quitado.
. - eso no es seguro, Marta.
. - nosotras creemos que sí, pero eso no es lo que quiero decir.
. - pues vas muy lenta. Tengo una cita con los viejos. Son sus veinticinco aniversarios y pienso llevarlos a un bonito restaurante. Se me hace tarde.
. - Salvador, lo que ésta quiere decir es que… -tampoco Lorain terminó la frase-.
. - pues estamos listos. Me van a dar la una de la noche como no terminen las frases ninguna de las dos.
. - queremos que disfrutes de nuestros pechos antes de que nos los quiten –soltó Marta-.
. - no puedo hacerlo chicas y mira que me gustaría.
. - ¿por qué no?
. - prefiero besaros los nuevos que os pondrán, así no echaré de menos ninguno de ellos y no tendré que compararlos.
. - ¿no te importa besar unos rellenos de silicona? –dijo Marta-.
. - para nada. Según tengo entendido, los pezones seguirán siendo los vuestros, así que solo es relleno. ¿Ya habéis elegido, por si acaso, el tamaño de los nuevos?
. - sí, los quiero un poco más grandes que los que tenía. Eran muy pequeños –dijo Marta-.
. - yo al revés. Un poco más pequeños, eran demasiados grandes y parecía una… una…
. - ni se te ocurra decirlo. Eran de nacimiento y tú no tienes la culpa de nada, guapa.
. - ¿no te lo dije Marta?, es un cielo.
. - no tenías que vendérmelo. Ya lo sabía. Salvador, quiero que me beses como si no fuéramos a vernos más.
. - pero qué exagerada eres, Marta.
. - no las tengo todas conmigo. Porfa.
. - está bien –me incliné y cogiendo su cara entre mis manos, besé aquellos labios carnosos un minuto eterno. Ella tuvo que coger aire al final, lo mismo que yo.
. - ¿contenta?
. - quiero más –dijo la jodida-.
. - de eso nada, tía. Ahora me toca a mí.
. - ¿tú también, Lorain?
. - no soy de piedra ¿o sí?
. - creo que no –me fui hacia ella y otro largo minuto interminable que la dejó sin respiración-.
. - ya me puedo morir.
. - vaya par de tontas. Ahora sí que me voy.
. - ¿cuándo volverás? –dijo Marta-.
. - cuando todo haya acabado.
. - no, de eso nada. Todos los días –dijo Lorain-.
. - chicas, chicas. Los hospitales me deprimen.
. - y a nosotras que tenemos que estar obligadas, ¿qué?, do seas malo y visítanos. Ya sabes que mamá no puede venir. Marta tiene familia que la visitará, pero a mí no.
. - oye, si la visitas a ella, a mí también. Yo tampoco soy de piedra –dijo Marta- mi familia no besa tan bien-.
. - joder, chicas. No me hagáis esto.
. - ¿y si cada vez que vengas, una de las dos te la mama y nos puedes meter mano? –se atrevió a decir la innombrable-.
Marta miró a su colega de habitación y acabó sonriendo.
. - serás cabrona. Eso es lo que tú quieres, ¿eh? Pues yo también, qué coño.
. - chicas, no. Vendré a visitaros cuando pueda y no, no me la mamaréis, ni os meteré mano. Solo cuando de verdad lo deseéis, me gustará disfrutar con vosotras en otro lugar menos frío que éste. Ahora solo estáis agradecidas y no es eso lo que deseo. Ahora me voy.
Salí por la puerta sin mirar atrás. Las chicas se apenaron.
. - nos hemos pasado. ¿Crees que volverá? –dijo Lorain-.
. - espero que sí. –Respondió Marta-.
Pasaron los días y se les hicieron muchas pruebas. Al final acabaron vaciándoles los pechos a las dos. Horas después y cuando abrieron los ojos al salir de la anestesia general, allí estaban los padres de Marta y la madre y yo por parte de Lorain. Las lágrimas de ellas y sus padres eran patente. Yo me aparté de ellos y los dejé explayarse en sus emociones. Solo cuando la cosa se calmó, me pidieron que me acercara. Me cogieron la mano por turno y me la besaron agradeciéndome la operación.
. - señores, por favor. Deben salir un momento, tengo que hacerles una revisión a las pacientes –dijo la enfermera-.
Los padres de Marta salieron, yo empujé la silla de la madre de Lorain. Una frase en el oído de la enfermera por parte de Marta y ésta me mandó parar.
. - joven, usted puede quedarse.
. - gracias, pero prefiero esperar fuera con los demás.
. - como quiera, era a petición de las chicas –dijo señalándolas-.
. - hijo, no hagas esperar a las chicas, déjame fuera y vuelve a entrar –dijo la madre de Lorain-.
Tragué saliva y asentí. La dejé fuera con los padres de Marta y volví a entrar. Una vez dentro, la enfermera me pidió cerrar la puerta. Empezó con Marta, que me cogió la mano y me la apretó fuertemente. La enfermera sonreía, pero su pulso no tembló al quitarle el vendaje de ambos pechos ahora vacíos. Una vez sin el vendaje, solo se veían el correspondiente a los cortes laterales de cada pecho. Los revisó y cuando iba a volver a vendarle ambos pechos como antes estaban, Marta se lo impidió y me miró suplicante.
. - ahora, Salvador.
. - ¿ahora?, no era después, cuando…
. - por favor.
. - estos chicos... Anda, hombre. Besáselos, pero solo los pezones, no beses nada más –dijo sonriendo la enfermera-.
. - estáis locas las dos –dije agachándome y besando ambos pezones, donde no pude dejar de gastar unas décimas de segundos de más usando mi lengua. Ella cogió aire y lo insufló lentamente, luego me volví a levantar-.
. - pero qué suerte tienes, jodido. Dos chicas para ti solo.
. - oiga, que no es lo que usted piensa.
. - no, si yo no pienso nada –dijo poniéndole la venda a ambos pechos y volviéndolos a tapar todos ellos-.
La enfermera fue con Lorain y ella me tendió la mano para que se la cogiera también. Me la apretó bien fuerte la jodida. Como con Marta, tuve que besar ambos pezones. Con Lorain, sus pezones más grandes, disfruté un poco más y que me perdone Marta y sus pequeños pezones.
. - os dejo un momentito mientras entretengo a vuestros familiares, por si queréis jugar un poco más. Yo también fui joven, no vayan a creer ustedes.
. - gracias, enfermera –dijo Marta, que según salió, apartó la sábana y bajándose las bragas, me ofreció su chumino- venga, date prisa, no tienes mucho tiempo-.
. - Marta, ya te dije que…
. - calla, coño y cómeme el coño, joder.
. - sois unas cabronas –sonreí y abriéndole y levantándole un poco las piernas, me comí aquel húmedo coño durante un largo minuto que la hizo retorcerse de placer.
Luego me llamó Lorain y más de lo mismo. Me comí su chumino durante otro eterno minuto. Después no pude irme sin sacármela y ofrecérsela a… ¿quién?, aquello era demencial. Acabé por dársela a Lorain en primer lugar. Me la mamó durante un buen rato y después me pasé a Marta, que acabó haciéndome correr en su boca. Se la saqué para que Lorain acabara de mamar y dejarla limpita. Luego me la guardé.
. - la próxima vez empezaré por Marta. Así tú te tomarás la leche y ella será quien me la termine de limpiar, Lorain.
. - me parece justo. Me ha gustado, sí señor –dijo ella-.
Cuando salí y volví a entrar con los padres de Marta y la madre de Lorain, no hubo que decir gran cosa, pues la cara de ambas chicas era más que elocuente. Allí había habido tomate del bueno y con las dos, que ya tenía enjundia la cosa.
Al final, desde aquel día hasta que al final me llamaron que ya tenían los nuevos pechos, pasaron varias semanas, casi un mes, pues había que irradiar el cáncer para matarlo del todo. El informe médico era positivo, pero sin el 100% de seguridad, pues no eran dioses y aquellos tipos de cánceres nunca se podía poner la mano en el fuego por ellos, pues podían volver a crecer y entonces habría que dar más irradiación. Ni qué decir tenía que ambas se habían quedado sin pelos en la cabeza y también en sus coños y sobacos, lugares que se suponía no tenían cáncer, pero, en fin…
Ellas ya conocían muy bien mi polla y yo sus coños y ahora iba a conocer sus nuevos pechos también. Entre las dos familias se decidió que Lorain viviera con Marta y su familia, pues no podía quedarse sola en su casa en su estado. Así se darían ánimo ambas mujeres y yo podría visitarlas a las dos juntas y no revueltas.
La madre de Lorain y los padres de Marta daban ya por hecho que sus hijas tenían relaciones sexuales con un servidor, cosa que nosotros no quisimos negar, pues, de hecho, lo teníamos, aunque no totalmente aún. La primera noche en la casa de Marta, las visité y decidimos ir al cine. Sus cabezas peladas estaban ocultas por pañuelos adecuados y no hice ninguna broma de lo mal que les quedaban, pues no era cosa de coña no tener un pelo en la cabeza con lo que estaban pasando las chicas. Eso sí, disfruté de las dos y ellas de mí. Saltaba de una a otra comiéndonos las bocas, mientras mi mano libre se perdía entre sus piernas. Ahogué sus orgasmos con nuestros labios bien apretados. Una vez salimos del cine, cuya película ni recuerdo, las llevé a comer algo a un bar cercano.
. - ¿qué te parecen mis nuevos pechos, Salvador? –dijo Marta señalándoselos-.
. - aún están recientes vuestros implantes, pero lo poco que he catado, están muy bien, pero que muy bien –dije besándolas a las dos en los labios, sin importarme una mierda la gente de alrededor.
. - ¿los míos también? –dijo Lorain-.
. - también, pequeña. Se nota que te gustan grandes. ¿Cuántas tallas menos te pusiste?
. - dos tallas menos. Es que estoy acostumbrada y no podía bajarme más.
. - estáis las dos estupendas.
. - quiero que me hagas el amor esta noche –dijo Marta-.
. - no podría, tesoro.
. - ¿no te gusto como para hacerme el amor?
. - no digas eso. Claro que me gustaría hacerte el amor, pero aún están muy recienten vuestros implantes y no quiero ser el culpable de que tengáis que volver al hospital por no esperar el tiempo que necesitan para cicatrizar. Así que no me lo pidas, Marta.
. - ¿ni yo tampoco?
. - Lorain, estás en su misma situación, así que no insistáis. Es por vuestro bien.
. - aguafiestas –dijo Marta-.
. - ídem de ídem –dijo Lorain.
Quince días pasaron hasta que volvieron a proponérmelo y ya no podía más. Solo cuando el medico les dio el visto bueno, pero sin abusar en la violencia, quedamos los tres en la casa vacía de Lorain. Empezamos a darnos placer en el salón y terminamos en la alcoba. Allí disfruté de sus coños, pues me servía de las dos a intervalos. Con los tres despelotados, me serví cuanto me dio la gana. Ellas no eran mancas tampoco y casi me dejan seco antes de comenzar a follármelas. Tuve que apartarlas de mi polla para deleitarme con sus chuminos mojados. Me comía uno mientras metía los dedos en la otra y viceversa. Sus pechos los disfruté con delicadeza, como se merecían. Luego las envaginé con mi polla hasta los huevos. Fue una follada doble y tuve que desdoblarme para las dos.
Con sus culos no fueron tan receptivas, pero a base de lengua, mucha lengua, acabé rompiéndoselos a las dos. Fue una experiencia doblemente saciante para mi ego follador. Al final, la mañana me liberó de fabricar más leche para estas dos desenfrenadas Mata-Hari, pues me tuvieron toda la noche en vela para que las follara sin descanso para mi herramienta. No volví a verlas hasta varios días después de haberme recuperado totalmente, pues los siguientes días de la fiesta estaba en el trabajo como un zombi que no sabía dónde estaba.
Además, también tenía que atender a Berta, mi fea, flacucha y simpática Berta. Ya estaba cogiendo kilos y debía cumplir, pues soy un caballero y cumplo lo que prometo, aunque tenga que dejar mi polla por el camino. Pasaron las semanas y con ellas las vacaciones. Fue una despedida dura de mis tres chicas, pero necesaria para continuar con mis estudios. La previa de la previa fue una semana en que no paré de follármelas a las tres cada día en el trabajo. Suerte que dejé una semana para coger fuerzas y empezar con ganas el nuevo curso.
Por petición expresa de mi guardaespaldas jefe, cogimos esta vez y con tiempo, una de las habitaciones de la universidad. Lo malo era que solo eran de dos camas. Me lamenté, pues uno de los tres no iba a estar en el mismo cuarto y la verdad, prefería a Isaac por su gran polla venosa, que a Clara y sus vaivenes emocionales. Al final no acabé con ninguno de los dos, pues era por sorteo las plazas a ocupar y me tocó con un chico del norte del país, llamado Pablo. Enseguida y sin que les pidiera que lo hicieran, mi escolta me entregó un detallado dossier del chico. Según ponía allí, era bilbaíno de pura cepa. De familia antigua, pero sin mucho dinero actualmente. Solo lo justo para mantener las varias casas de su propiedad, que no eran pocas, por cierto.
. - me llamo Pablo –dijo según supo quién era su compañero, aun antes de entrar en la vivienda que nos había tocado en uno de los edificios-.
. - Salvador. ¿Eres del norte?
. - ¿tanto se me nota? –dijo sonriendo. Cuando lo hacía, enseñaba los dientes blancos de su boca. Parecía buen chico-.
. - ¿no serás uno de esos de las ikurriñas por las calles?
. - ¿no te gustan?
. - prefiero la paz y el sosiego. Mejor no hablemos de política en la casa, me pone de los nervios.
. - sí, será mejor. No soy yo tampoco de pedir la independencia y demás zarandajas.
. - me parece que nos vamos a llevar muy bien.
En eso llegaron Isaac y Clara. Saludé a Isa y besé en las mejillas a Clara.
. - Salvador, ¿recuérdame por qué no vas a vivir donde antes? –dijo Clara, con Isa muy atento-.
Los llevé aparte y lejos de Pablo. Luego les hablé claro.
. - chicos, este curso va a ser más difícil que el anterior y necesitaré más tiempo para los estudios y estando con los dos, no voy a poder concentrarme, pues estaré pensando en haceros mío y estar todas las noches haciéndolo. Así que decidí buscar algo dentro de la universidad. Vosotros seguid juntos si queréis, yo me quedo aquí.
. - ¿pero no vamos a seguir disfrutando como antes? –dijo Isa-.
. - Isa, querido. Iré a visitaros de vez en cuando. Además, no me iré a la luna, estoy cerca. Pero no puedo perder mucho tiempo teniendo sexo con vosotros. De verdad. Cada vez me cuesta más sacar las asignaturas y quiero sacarme el título. ¿Me entendéis?
. - te entiendo, pero no te comprendo –dijo Clara- ya sabes que mamá te dará el puesto de trabajo según termines-.
. - ahí está la cosa, Clara. Según lo termine, pero si no lo termino, no habrá título que colgar de la pared, así que me cambio de casa y no se hable más. Vosotros disfrutad con el tercero que alquile la casa, que no me voy a enfadar. Es más, quiero que disfrutéis todo lo que podáis.
. - Salvador. ¿No te molesta que me acueste con otros? ¿Que los dos nos acostemos con otros? -dijo isa-.
. - mientras sean gente limpia y no me peguen nada cuando lo haga con vosotros, no me importará, es más, lo deseo. Así que follad cuanto os dé la gana y no penséis sino en disfrutar.
A Clara le costaría más hacerse a la idea de no tenerme todo el día entre sus muslos, pero se acostumbraría o iba a sufrir. Isa me ayudó con el traslado a mi nueva casa de estudiantes. Pablo también me ayudó. El chico había venido con sus dos maletas para su primer año de estancia en la universidad. Iba a estudiar fotografía profesional, algo que sus padres intentaron sacárselo de la cabeza, pero el que su cabezonería y el que hubiera estado toda su vida con una cámara al cuello, hicieron que lo tuvieran que dejar por imposible.
Cuando se despidieron los chicos, Isa y Clara, casi se me echan a llorar, pero en mi habitación y cuando Pablo salió a buscar no sé qué cosa, les di un morreo a ambos que los dejé medio contentos. Hasta me dejaron la polla seca entre los dos y yo la de Isa, que me había metido por el culo segundos antes. Una vez solo y descargado, me di una ducha refrescante. Cuando pasaba por delante de Pablo que había llegado cuando estaba en el baño, me sorprendió con su petición.
. - déjamela ver –dijo con una cámara de las caras apuntando hacia mi protuberante polla-.
. - y una mierda.
Dejó de enfocar con la cámara.
. - perdona, no quería importunarte, pero me he especializado en cuerpos de pechos para abajo.
. - ¿en pollas y tetas?
. – pollas, tetas y vaginas y también en culos. ¿Quieres ver algunas de las que he hecho?, no te engaño –dijo rebuscando en una de las maletas. Sacó un grueso libro de fotografías que me dejó-.
Me senté donde estaba el chico y revisé el libro. Joder. Allí solo había pollas, culos, tetas y vaginas de tías. Hasta había micro-fotos de clítoris.
. - joder tío, qué gustos más raros tienes.
. - eso dice mamá, pero es lo que hay. No hay muchos fotógrafos en el mundo que haga lo que yo.
. - tú lo que quieres es ser único. ¿Y para qué quieres estudiar fotografía, si con apretar el botón ya lo tienes todo hecho?
. - de eso nada, la fotografía es mucho más que apretar un botón, como dices. Encuadres, balances, panorámicas y un sinfín de cosas más.
. - con las pollas no podrás hacer muchas panorámicas. Cabe en una sola toma, vamos, digo yo –dije sonriendo-.
. - es verdad, pero, aun así, debo estudiar todo ello para tener el título de fotógrafo profesional. Anda, déjamela ver.
. - lo que te dije antes… y una mierda. Tú no vas a exponer por ahí mi polla como si fuera un trofeo.
. - nadie sabrá de quien es la polla o vagina. Protejo mis fuentes.
. - aunque sea así, no. ¿Y por qué no te fotografío yo tu polla?
. - ya la tengo muy vista. Son las primeras del libro.
Busqué las primeras y sí, allí había una polla mil veces repetida. Caída, a media carga y carga total.
. - buena polla, sí señor. Pues eso, con mi polla, ni loco.
Le entregué el libro de fotos y me fui a mi habitación. Pero si creía que me iba a librar tan fácilmente de aquel fotógrafo de pollas, la tenía clara.
. - por favor. Necesito un modelo para desarrollarme.
. - pon un anuncio. Seguro que, si les pagas un dinero, vendrán tíos y tías a que les fotografíes la polla o la vagina.
. - si tuviera dinero, lo haría. Estoy dispuesto a prostituirme para ti, si quieres. No puedo buscar a otro que no sea de mi mismo cuarto.
. - ¿cómo que dispuesto a prostituirte para mí si quisiera?
. - me gustan los tíos. Puedo dejar que me encules, así te pagaría las fotos que te haría por toda la casa, sobre todo en el baño y haciendo el amor.
. - joder, tú lo que eres es un pervertido. No solo hacerme fotos de la polla, sino cuando me esté follando a alguien. La leche que me han dado. Anda, sal de la habitación o te voy a dar una…
No me dejó terminar la frase, pues se bajó los pantalones, con calzoncillo y todo, quedando con la polla a la vista. No la tenía empalmada, pero sí a medio gas.
. - sírvete, por favor –dijo dándose la vuelta y agachándose. Las lágrimas le salían de sus ojos. Aquello era la reostia puta-.
Me acerqué al chico y le subí la ropa. Luego lo senté en el borde de la cama. Le sequé con el torso de la mano las lágrimas.
. - no hagas estas cosas, Pablo. ¿A qué no eres marica?
. - sí, lo soy. Me gustan las pollas.
. - no me vengas con historias. Tú las únicas pollas que has visto son a través de tu cámara. Chico, no te rebajes de esa manera. No está bien.
. - necesito un modelo, lo necesito de verdad.
. - pon un anuncio, yo te lo pago durante un tiempo, pero no me hagas esto más, joder. Y no me mientas, ¿has follado alguna vez con un tío?, o, ¿te han dado por culo alguno?
Le levanté la cara y volvió a llorar, negando.
. - mira que eres idiota. ¿Te gustan las tías?
. - no.
. - no te gustan las tías y no has tenido relaciones con ningún tío, de lo que deduzco que te gustan los tíos, pero aun, nada de nada, ¿me equivoco?
. - no te equivocas.
. - eres la leche en vinagre. Pon ese anuncio, ya te lo dije, te lo pagaré durante un tiempo, luego te buscas la vida. Pon un tío y una tía, así practicarás con ambos sexos.
. - gracias, gracias –se me abrazó el chico llorando-.
. - vale, vale y no llores, hombre. Que los tíos no lloramos.
. - pero es que yo no soy un tío, yo soy un…
. - de eso nada. Eres un tío al que le gustan los tíos. Nada más.
. - ¿no te molesta que sea marica?
. - no me molesta en absoluto, pues a mí me va tanto la carne como el pescado. Además, aun no eres marica, pues no te has estrenado con un tío. Si te portas bien, un día te daré una sorpresa. Es toda una familia con dos pollas cada uno.
. - anda ya, eso es un cuento tuyo.
. - de cuento, nada. De hecho, las he tenido ambas en mi boca y en mi culo. Pero eso será más adelante y si ellos me dan su permiso para que se las fotografíes. Además, el chico de la casa le van los chicos. Ya te digo, las he tenido en mi culo las dos.
. - gracias por hacerme reír. Sé que es una broma para hacerme reír y te lo agradezco.
. - tú mismo. Ahora disfruta mirándomela, pero no fotografíes –dije sacándome la toalla de encima-.
. - oh, qué preciosidad –dijo intentándola coger-.
. - oye, se mira, pero no se toca.
. - perdona, era para ver detrás de ella. ¿Cuándo me dejarás fotografiártela?
. - vete a la mierda. Mira que eres de ideas fijas. Anda, sal de aquí o te doy una patada en los cataplines.
El tío rio y al dar un paso hacia la puerta, se trabó en sus pantalones, que se le bajaron lo justo. Su culo quedo de nuevo a la vista.
. - lo siento, lo siento, ya me voy –y se echó a reír de nuevo. Aquel chico estaba mal de la cabeza-.
El día amaneció tranquilo, pero con una suave llovizna que mojó todo lo mojable. Al abrir los ojos, vi que la manta no me tapaba sino una de las dos piernas, el resto del cuerpo, polla incluida, estaban a la vista. Bueno, pensé, habrá sido una noche movidita, me dije. Salí con la toalla alrededor de la cintura para darme un baño mañanero. Cuando pasé por delante de la habitación de Pablo, había luz. Miré dentro y lo vi junto a un portátil visualizando fotos. Fijé la vista y noté cierto parecido con mi cama y mis piernas y como no, mi polla. La ostia puta. Aquel cabronazo me había fotografiado cuando estaba sobando. Cuando se dio cuenta, me tenía detrás. Confirmé que era mi polla la que recortaba con el Photoshop de los cojones.
. - ponte a un lado, anda y no me rechistes o te doy.
Se levantó sin decir nada y comencé a formatear la tarjeta de la cámara. Luego fui a la sección fotos y allí también las borré todas. Me levanté y le miré a la cara.
. - Pablo, me has decepcionado. ¿Cómo has podido hacerme esto sin mi permiso?
. - lo… lo… lo… siento, Salvador.
. - ¿qué voy a hacer contigo?, intento ayudarte ¿y me lo pagas así?
. - es que estaba tan… tan… a la vista, que no pude frenarme.
Me saqué la toalla y dejé que me la viera de nuevo.
. – a ver si tienes cojones ahora –dejé que la mirara bien- Pablo, si vuelves a hacerlo sin mi permiso, te follo vivo, te lo juro-.
Salí sin taparme y me metí en el baño. Cuando estaba enjabonándome bien, entró Pablo desnudo allí donde yo estaba. Cogió la manguera y abriendo el grifo de agua, la mezcló y me roció la polla y aledaños. Aquello era superior a mí, así que lo dejé hacer. Una vez quitada toda la espuma, me la cogió y sin mirarme, comenzó a mamármela. Dejé que me descargara, pues por su culpa, había empalmado que era la leche. Tanto me la mamó que acabé corriéndome en su garganta. Se atragantó al recibir mi chorro lácteo. Luego se recompuso y siguió mamándome hasta que no quedó nada de mi polla. Luego fue a salir como entró, pero se lo impedí.
. - no te vayas, Pablo. ¿Sabes que eres un idiota?
. - lo sé. Perdóname. No lo volveré a hacer más.
. - eres un mamonazo, jodido cabronazo. Anda, ve y tráete la puta cámara. Como aparezca algo que no sea mi polla en tus fotos o mí mismo nombre, no vas a poderte esconder bajo ninguna piedra, porque daré contigo. ¿Lo has cogido, Pablo?
. - sí, sí, gracias, gracias.
Casi se mata al salir corriendo y trastabillar sin secarse. Apareció al poco con una cámara diferente a la anterior. Era de buceo y metiéndose junto a mí, se agachó y comenzó a sacarme fotos de todos los ángulos mientras yo me duchaba. Me separó las piernas y se metió debajo, fotografiándome los huevos y la raja del culo.
. - no te muevas. Sale una gota de leche de tu polla y quiero plasmarla.
. - date prisa, que se me enfrían las pelotas.
Le hizo varias instantáneas.
. - ya está. Vayamos a la cama. Allí te haré más.
. - tranqui. No voy a ser tu modelo. Solo podrás sacarme fotos de mi polla y culo cuando este desnudo, nada de posar.
. - ¿entonces puedo ir por la casa con la cámara cuando la tengas fuera?, ¿no?
. - más o menos.
De nuevo salió corriendo y apareció en el baño con la otra cámara más sofisticada y sacó fotos a destajo mientras me limpiaba los dientes, mientras meaba o cagaba. El tío no se cansaba.
. - oye, Pablo. Cuando esté llena la tarjeta, seré quien la inspeccione primero y borraré la que se salga de mi cintura o salga algo que puedan deducir donde la sacaste. Te lo advierto.
. - me parece bien.
. - otra cosa, me ha gustado cuando me la mamaste.
. - ¿ya soy marica?
. - sí, ya puede decirse que ya eres marica.
. - me alegro.
. - ¿te alegras?
. - sí, me alegro. Ya puedes darme por culo cuando quieras.
. - será mejor que no pongas tu culo delante de mi polla, no te va a gustar.
. - tengo que pagarte de alguna manera y no tengo otra cosa que mi culo, porque si también quieres mi polla, es tuya.
. - muy amable de tu parte, pero dejémoslo como está. Con que me la mames, es suficiente.
. - ¿quieres que te la mame otra vez?
. - ni que fuera Tarzán de los monos. Tranquilo, ya te avisaré. Dame la tarjeta si ya está llena.
. - aún le falta.
. - es igual. Voy a salir y aún no me fío un pelo de ti. Y dame también la de la cámara acuática, espabilado.
Le cogí las dos tarjetas, las visualicé y borré unas cuantas fotos, dejando el resto tal cual. Copié las dos tarjetas a un archivo llamado Pollas. Luego bajé de internet un programa de los que había a cientos. Te borraba la tarjeta o cualquier disco duro no una, sino hasta diez veces si hacía falta, pero con cinco veces era suficiente para que no pudiera ser recuperada ninguna de aquellas fotos por un novato como Pablo. Luego lo dejé con las fotos para editarlas a su gusto, junto con las dos tarjetas bien borradas. El chico vio lo que hice, pero nada dijo, pues no era tonto.
Amaneció el primer día de clase. Al abrir los ojos, allí estaba sobando a mi lado Pablo. Levanté la sábana y estaba como yo, desnudo.
(Parte 11 de 30)
FIN