Soy un caballero y cumplo lo que prometo (10)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(10-30)

ESCRITA POR:      SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Cierto día llegó de nuevo el abogado aquel. Estaba yo solo, intentando estudiar. Isa y Clara habían ido a comprar para todo el mes siguiente.

. - buenos días, ¿Salvador Morales? –preguntó-.

. - sí, ese mismo.

. - por fin. Es muy difícil de ver.

. – creo que ha venido otras veces, cuando no estaba, según me han dicho.

. – así es, ¿puedo pasar?

. - pase usted.

Le llevé a un sofá y me senté en frente. Casi le enseño el pito, pues tenía la toalla alrededor de mi cintura. Así que cerré mis piernas.

. - disculpe.

. - no se preocupe. Está en su casa.

. - sí, eso es verdad. ¿En qué le puedo ayudar?

. - no, es al revés.

. - no le entiendo.

. - ¿usted conoció al señor César Delgado?, ¿no es así?

. - tanto como conocerlo, no. Nos vimos dos o tres veces, nada más. Conocía a su hija.

. - perfecto. Vamos bien.

. - ¿a dónde quiere ir a parar, abogado?

. - a que es usted el heredero universal del sr. Cesar Delgado.

. - ¿cómo que heredero?, ¿de qué coño me habla?, si no me conocía apenas.

. - no importa que no lo conociera. Fue el único que amó a su hija y es por eso por lo que lo hizo su heredero de toda su fortuna. Eso es lo que nos dijo, cuando le hicimos su testamento, por orden suya.

. - pero vamos a ver. ¿Cómo voy a heredar de un señor que aún no ha muerto?, aparte de que no sé por qué me puso en los papeles. Solo quise a su hija, nada más.

. - está en un error, sr. Salvador Morales, el sr. César Delgado ha muerto hace un tiempo. Se le envió notificación de su muerte y de que se pusiera en contacto con nosotros, pero nunca nos llamó. Por eso he venido dos veces hasta usted para informarle.

. - ¿dice que me ha mandado notificaciones?, ¿cómo son esas notificaciones?

. - son como éstas que tengo aquí. Tenía que firmar cada vez –me enseñó una carta igual a las que había recibido y no abierto-.

. - Dios, esas cartas las metía junto con el correo basura.

. - ¿cómo dice?

. - se parecen mucho al correo bancario y las metía en el cajón para las que no leo y tiraré más adelante. La echo en ese cajón de ahí –dije levantándome y saqué un puñado, entre ellas había varias igual que la que tenía el abogado en la mano.

. - ahora se comprende. Ahí se le informaba de la muerte de su benefactor y de que había heredado una gran fortuna.

. - vaya, lo siento. Al menos podía haber ido a su entierro. ¿Dónde está enterrado?

. - junto a su hija.

. - sé dónde está. Le haré una visita, es lo menos que se merece. En cuanto a la fortuna, busque a sus familiares más directos y désela toda. No merezco nada de ella.

. - ¿no quiere heredar del sr. César?

. - no soy merecedor de tal fortuna. Además, se vive más tranquilo sin tanto dinero.

. - previendo su respuesta de no aceptarla, el sr. César nos dejó una carta que le paso a leer. “ Joven Salvador, fuiste el único que consoló hasta el final a mi niña y eres el portador de mi fortuna. No la niegues, por favor. Puedes hacer con ella lo que quieras, que seguro que será en provecho de mucha gente. Una pena no haberte conocido más y mejor que los pocos días que nos conocimos. Confía en Diana, ella sabrá llevar la empresa hasta que obtengas tus diplomas de arquitecto y empresariales. Sí, te he estado observando y sé qué harás lo correcto. Adiós.”

. - ¿me estaba vigilando?

. - no vigilando, observando a su futuro heredero. Se alegró cuando eligió empresariales, pues era perfecto para llevar una empresa tan grande como la constructora Continental Building , del que tiene el 90% de la propiedad. El restante 10% es de la señora Diana, la actual presidenta. Deberá hablar con ella para ponerse de acuerdo si desea que siga al mando de la empresa o no.

. - soy muy joven aun para meterme en esos berenjenales.

. - entonces obedezca al sr. César y delegue en la señora Diana hasta que se decida.

. - ¿y si recojo la herencia, pero no quiero estar en los papeles?, digamos, seguir anónimamente mi vida hasta que decida qué hacer con ella.

. - lo tiene fácil. Mediante un intermediario o testaferro, que puede ser nuestro bufete, delegar todo su patrimonio. El sr. César llevaba ya varios años delegando en nuestro bufete todo su imperio. Así lo descargábamos de trabajo que apenas podía hacer por la edad y sus problemas de salud.

. - resumiendo. El sr. César confiaba en la señora Diana y en su bufete para llevar la empresa.

. - así es. Además, gestionamos su capital bancario.

. - ¿de cuánto estamos hablando?, cual sería mi herencia a vuelo pluma.

. - estaríamos hablando de unos 13.000 millones que valen las acciones de la constructora y de otros 18.000 millones de euros que tiene en múltiples bancos y otras inversiones varias.

. - eso es mucho dinero. Más que algunos países pequeños.

. - así es.

. - le diré lo que pienso hacer. Cogeré la herencia del sr. César. Ustedes, el bufete, seguirán protegiéndome el patrimonio y dejaré a la señora Diana que prosiga con la presidencia de la constructora.

. - perfecto. Es lo que haría el sr. César.

. - otra cosa y no es que no me fie de ustedes, del bufete y de la señora Diana, pero harán una inspección general de todo mi patrimonio y de cómo está gestionada y será por una empresa externa a nosotros.

. - lo veo lógico y necesario. Llamaremos a una conocida empresa del ramo para que haga la inspección cuanto antes.

. - otra cosa, nadie de mi alrededor será informado de mi situación monetaria, ni mi familia directa. Ya me encargo yo de informar o no. Si se descubre que mi nombre ha heredado esa fortuna, tendré que cortar cabezas, como se suele decir. Me gusta mi anonimato tanto o más que ese dinero y, por último, necesito una tarjeta de esas sin límites. Que mi nombre no aparezca en ningún lado, solo en las escrituras de mi herencia, pero nada más.

. - le daré cumplimento a sus órdenes. Si me firma aquí y a aquí, y también aquí…

Antes de firmar nada, me di el gusto de leer cada papel que tenía que firmar. Que nunca se sabe. Luego desapareció, dejándome un fajo de dinero para los gastos livianos, dijo el tipo. Joder, me había corrido encima de la toalla. Al día siguiente vino la madre de Clara, Diana. Seguramente había sido informada por el leguleyo del traspaso de la fortuna del sr. César a un servidor. Por suerte, Isaac no había llegado aún. Fue entrar y besarnos en la boca. Luego vio a su hija y más de lo mismo.

. - ¿os veo muy bien a los dos?

. - ¿se nota, mamá?, Salvador y yo hemos hecho las paces. Hasta dormimos juntos.

. - Clara, no des tanta información, mujer. Dile a tu madre la verdad.

. - vale, pesado. Nada de matrimonio. Solo lo pasamos bien los dos.

. - así es. Disfrutamos el uno del otro. Punto. Por cierto, tenía que hablar con usted de una cosa muy importante.

. - sí, yo también.

. - perfecto. Clara, voy a salir un rato con tu madre. Quiero hablar a solas con ella. ¿Puede ser?

. - ¿ahora me venís con secretos?, pero, ¿qué secreto es ese si os acostáis juntos?

. - te equivocas, aun no me he acostado con tu madre. Hemos follado en cierto baño de hospital, pero acostados, no.

. - bueno, pero es lo mismo. ¿Tenéis más secretos?

. - si te los dijera, tendría que matarte.

. - ja, ja. Vale, largaros y no tardéis mucho, os voy a hacer un puchero que os chuparéis los dedos.

. - no, por favor. Eres un desastre con tus pucheros -dije-.

. - hija, me esperan en la empresa. Otro día.

. - Jo, mamá. Por una vez que vienes…

. - hija, otro día.

. – vale, mamá.

. - ¿nos vamos, Salvador?

. - sí, salgamos de aquí. ¿Puchero?, qué asco.

. - será desagradecido el tío –oímos que dijo Clara-.

. - vayamos a mi coche. Allí podremos hablar tranquilamente y de paso, meterme mano.

. - me gustan las dos cosas. Vamos allá.

Llegamos a un transatlántico de auto. Al chofer no se le veía.

. - no lo encontrarás, vamos a estar solos o casi.

. - mejor que mejor.

Entramos y nos sentamos detrás. Con los cristales tintados, nadie nos podía ver desde fuera. Lo primero fue sacarle las bragas y directamente, follármela allí mismo. La follada se completó con una mamada de polla por ella y de vagina por mi parte. Sus soberbias tetas las dejé para el final, para cuando habláramos en serio de negocios, cosa que ocurrió más pronto que tarde.

. - no te guardes los pechos –dije mamándolos unos segundos- Bueno, como ya sabrás, soy el heredero del sr. César.

. - sí, me lo dijo hace tiempo.

. - entiendo. Bueno. He leído una carta de mi testador y me pidió que te dejara al mando de la empresa.

. - gracias, es lo mejor para la misma empresa.

. - así lo entendía él. También he dejado en manos del bufete mi herencia como estaba hasta ahora. Y, por último, he pedido una inspección general de todo mi patrimonio.

. - eso me dijo el abogado. Has hecho bien. Más adelante ya puedes cambiar cosas, pero ahora mismo están así mejor que si se empiezas a revolucionarlo todo sin tener experiencia.

. - ¿te dijo también de mi anonimato a toda costa?

. - sí y me parece acertado.

. - ahí va también que no lo sepa Clara.

.  - entiendo.

. - Como le dije al abogado, si se filtra mi anonimato a Clara o alguien de mi entorno, tendré que tomar medidas y no quiero tomarlas.

. - por mí no lo sabrá.

. - otra cosa. ¿Tenemos equipo de seguridad para los altos ejecutivos?

. - sí, claro.

. - ¿dónde está tu equipo de guardaespaldas?

. - son muy discretos. Están detrás de nosotros.

. - ¿también estaban cuando ibas a la playa nudista?

. - por supuesto.

. - y tu hija, ¿también tiene seguridad?

. - sí, también.

. - no he visto a ninguno de ellos.

. - de eso se trata, protección y que no te vean.

. - confiaré en tu palabra. Necesito protección para mi familia y para mí, las 24 horas. ¿Hay algún problema?

. - ninguno. De hecho, ya los tienes adjudicados. Los que protegían a tu benefactor han pasado a tu protección. Tu familia es más discreta, pero también tienen asignados escoltas.

. - ¿desde cuándo tengo protección?

. - desde que César Delgado te hizo su heredero.

. - coño, ¿y la paliza que me dieron hace unas semanas no la vieron venir?, quiero hablar con el encargado de mi seguridad de inmediato.

. - te en cuenta que dentro de la universidad no pueden actuar.

. - ¿y eso por qué?, en la universidad hay tantos o más maleantes que fuera de ella.

. - ellos tienen su propia seguridad.

. - me importa una mierda. Quiero seguridad también dentro, incluida para tu hija.

. - como desees. Hablaré con los chicos. ¿Quieres algo para tu amigo Isaac?

. - ponle también un escolta, por si acaso. Solo para fuera de la universidad. Contra él no tienen nada los que me apalizaron. Si tienes algo más que comentarme, hazlo antes de que volvamos a follar.

. - solo una cosa, pásate por casa y allí follamos más tranquilamente.

. - quizás te tome la palabra. ¿Es verdad que penetraste a tu hija por la vagina con un consolador?

. - ¿te dijo eso?

. - más o menos.

. - es verdad. Un día estábamos jugando con esa polla en particular y nos dimos polla mutuamente. Supe que la desvirgaba cuando me lo dijo, una vez acabamos de jugar. Con su ano no jugué, así que aún es virgen de ahí.

. - eso me dijo también. De momento no quiere que la penetre analmente. Ya me lo pedirá cuando ella quiera.

. - no la fuerces. Ahí donde la vez, es una chica débil y dulce.

. - lo sé, no tienes que decírmelo. Cuidaré de tu hija, no te preocupes. Ahora ponme el culo, voy a rompértelo.

Y se lo rompí hasta correrme en su culo. Su coño jugoso me lo zampé de nuevo. Luego nos arreglamos y cuando salimos, me indicó el auto de escoltas de Diana. Mientras ella entraba en casa, yo fui hacia ellos.  En realidad, eran dos coches, con 2 personas en el primero y tres, en el segundo. Seguro que uno de ellos era el conductor de Diana.

. - buenos días –dije asomándome al conductor del primer auto-.

. - buenos días, sr. Morales.

. - ¿quién es el superior?

. - yo, señor. Víctor Canales.

. - ¿puede salir un momento, por favor?, quisiera hablar con usted.

. - sí, señor.

Salió y me aparté de los autos, junto a una marquesina de autobuses.

. - quiero saber qué tipo de protección tiene mi familia y yo mismo.

. - Dos equipos concéntricos, señor. Usted siempre tiene dos escoltas a donde vaya. Sus padres, uno y su hermana dos también. Si sucede algo, el segundo equipo está cerca.

. - ¿es verdad que en la universidad no tenéis a nadie protegiéndome?

. - así es señor. Se encarga la seguridad del campus.

. - pues son una mierda. Hace unas semanas me dieron una paliza de muerte. ¿Está al corriente?

. – sí, señor –dijo mirando al suelo-.

. - si vuelven a tocarme un pelo, empiezo a cortar cabezas y me quedo solo. Así que quiero seguridad también en el campus, aunque sea una persona.

. - alguna preferencia, señor.

. - ¿es que los tenéis blancos, amarillos o negros?

. - me refiero a su condición sexual, señor.

. - no me los voy a follar. Quiero que me protejan, ¿capito?

. - sí, señor.

. - otra cosa, tome nota de un nombre. Joaquín Echavarría.

El agente anotó el nombre.

. - quiero el currículum vitae de sus empresas. Sus puntos fuertes y sus puntos flacos. Quiero un informe semestral lo más completo que se pueda y no quiero que se entere de nada. De esto mientras a menos personas les hable, mejor. Es algo personal.

. - no hay problema, señor. ¿Quiere que entremos en sus oficinas o casa?

. - no, solo lo que esté al alcance de su vista, su ordenador y chivatos. No tengo ganas de un nuevo Watergate, ¿lo coge?

. - perfectamente, señor. ¿Algo más?

. - ¿dónde están mis escoltas?

. - ¿ve aquel auto detrás de la farola?, hay dos y otros dos en el auto que está junto al kiosko de revistas.

. - de acuerdo. Que sigan así, sin dejarse notar. Solo intervengan si estoy en peligro. Voy a seguir los estudios hasta graduarme y pueden pasar años, así que cuiden de mí y mi familia y yo cuidaré de ustedes. Si un día tiene un problema con Diana u otra cosa que haga falta alguien superior, no dude en decírmelo e intentaré arreglar lo que haga falta.

. - gracias, señor. Ahora que lo dice. No nos han actualizado este año la nómina con el I. P. C. actual.

. - hablaré con Diana. Si es actualizable, se hará. Tenga en cuenta que no tengo ni idea de la empresa, aunque espero aprender y si me ayuda, le ayudo. Así de sencillo.

. - tendrá toda mi ayuda y de mis hombres, señor. Su seguridad es nuestro pan, como se suele decir.

. - me cae, bien. No sé por qué, pero me cae bien. Ahora lo dejo, suerte en el trabajo.

. - gracias, señor.

Nos separamos, él a su auto y yo a casa. Diana y Clara estaban en su habitación. Allí estaban siendo sorbidos los coños de ambas en un 69. Mi polla ya nada podía hacer por ellas, así que fui junto Isa, que me dio por culo y disfruté como un niño chico. Luego me tomé los restos de su leche y él la suya de mi culo. Un baño juntos y preparamos algo de comer, pues el puchero de Clara se lo iba a comer ella con papas. Cuando Diana se marchaba después de un baño con su hija, le hablé fuera de la casa.

. - Diana, ¿por qué no han aumentado el nivel de vida al sueldo de los escoltas?

. - ni a los escoltas, ni al resto del personal. Un problema con los ordenadores lo ha impedido.

. - ¿para cuándo la solución?

. - no lo sé, están trabajando en ello.

. - pues mientras se soluciona, les pagas las subidas, aunque sean en efectivo.

. - ten en cuenta que no son solo los escoltas, sino el resto del personal de la empresa.

. - pues si los escoltas están molestos, me imagino que el resto también.

. - así es.

. - pues págales a todos de la misma manera. A la antigua usanza, hasta que se arregle el puto ordenador.

. - de acuerdo.

. - otra cosa, Diana, en verano estaré un tiempo aprendiendo sobre el terreno el manejo de la empresa. Espero que seas mi profesora para todo.

. - será un placer. ¿Algo más, querido?

. - no, gracias por venir. Me ha gustado romperte el culo.

. - y a mí que me lo rompieras. Te dejo, la empresa no puede estar sin su presidenta.

. - cierto. Hasta la vista.

. - adiós, mi amor.

Nada de besos en público, no convenía a nadie.

El primer año de universidad llegaba a su fin y no tenía malas notas. No eran sobresalientes, porque yo nunca he sido de sobresalientes, pero sí de notables altos. Con el cierre del curso académico, cada uno se fue a su casa y yo también a la mía. Cuando llegué, pasamos todo el día dándonos por culo. A mamá la tenía frita, pero nunca se quejaba, pues le gustaba que su hijo se la follara bien follada. Ni qué decir tiene que mi chica, Fátima era la primera en comerme la polla y la última que lo hacía, después de penetrarla anal y vaginalmente. Fue una primera semana de locos, hasta que la cosa se tranquilizó. Dejé pasar unos días y fui a casa de Adelaida, con la que pasé buenos momentos en su cama. Fue a la primera que le dije de mi suerte al heredar el imperio de César Delgado.

. - oh, Dios mío. Pero esas cantidades son una barbaridad.

. - dímelo a mí, que aún no me he hecho a la idea. Así que tienes todos los problemas solucionados como te prometí. Ya no tendrás que trabajar más limpiando baños. Te compraré la casita que tú elijas y solo tendrás que trabajar en tu casa. Harás viajes donde quieras y con quien quieras.

. - no, Salvi, mi amor. Así estoy bien.

. - no, mi amor. No puedo permitirte que sigas trabajando como una mula. Me prestaste un dinero que te hacía falta sin pedirme nada a cambio. Ahora yo te lo devuelvo con creces. No me digas que no. Más adelante, cuando tenga las carreras con los diplomas terminados, te vendrás con mi familia y conmigo a la casa conjunta que compraré. Allí podrás ser por una vez, quien mande a limpiar esto y aquello. Junto con mamá llevaréis la casa. Te lo prometo, madre.

Aquello la hizo llorar y se esforzó más si cabe en hacerme feliz con su grueso cuerpo y a fe mía que lo consiguió. Cuando salí de allí parecía que había rejuvenecido. Quedamos en que miraría una casita para ella sola y ya me diría algo. Para mi Adelaida, todo lo que pidiera era poco. De momento, le insuflaría dinero en su raquítica cuenta, así no tendría que estar dándole dinero cada poco tiempo, que fuera ella quien decidiera qué comprar o no. Le pedí expresamente que se fuera a la mejor boutique y se cargara de trajes y demás trapos, quería verla bonita en todo momento.

A cierta casa llegó una carta certificada de un anónimo. Les pagaban un psicólogo y si pasaba el test anti-suicidio, sería la portadora de las mejores prótesis del mercado. Remedios no se lo podía creer. Me llamaron y me hice el loco, aunque todos sabían que era yo. No quisieron seguir preguntando, por si acaso fuera un espejismo. Les ingresé dinero también para los gastos corrientes y un poco más. A los de casa serían los últimos que informaría de mi herencia intempestiva. Cuando tuviera las cosas arregladas con mis títulos, les daría las noticias.

Diana me recibió en su casa a solas. Después de una mamada rápida, pusimos en marcha un plan sencillo. Entraría a trabajar por lo más bajo e iría escalando con cada verano que asistía a trabajar. En casa dije que tenía un trabajo para el verano y nada dijeron en contra. Es más, se alegraron, pues era en una empresa que iba con mi profesión futura, arquitectura.

. - ¿tú eres el nuevo? –me dijo el encargado de mantenimiento-.

. - sí señor, Salvador Morales –al final decidimos no cambiarme el nombre y apellidos-.

. - soy tu inmediato superior, Rafael Sánchez y si haces y dices lo que te diga en cada momento, seremos los mejores amigos, si no, te daré tal patada que sales volando por la ventana. ¿Capichi?

. - sí señor.

. - perfecto, solo decirte que somos chicos para todo, tanto llevamos documentos, como desatascamos inodoros. Ahora vete junto a Berta, aquella pelirroja de la ventanilla y dile que te dé el material del arquitecto Humberto Ravelo y llévalo a dirección. Lo están esperando. Esperas lo que haga falta, lo vuelves a recoger y lo llevas a la planta 43 y entrégaselo a la secretaria de la entrada. Luego vuelves y búscame, tenemos que ir a hacer unas fotos para un proyecto menor. Repíteme lo que te he dicho.

. - veamos. ¿Voy a Berta y le pido los papeles de Humberto Ravelo y los llevo a dirección y espero, luego los devuelvo a la planta cuarenta y cuatro?…

. - Y tres, 43.

. - luego regreso, que hay que hacer unas fotos para otro proyecto.

. - vale, más o menos. Procura no perderte en el edificio, al principio es un poco lioso, pero cuando le cojas el tranquillo, pan comido, te lo digo yo. Así que es mejor que vengas mañana un par de horas antes y te familiarices con el edificio y sus departamentos, pues un día u otro tendrás que ir a todas las partes del edificio. Somos de mantenimiento y hay mucho trabajo las 24 horas del día.

. - de acuerdo. Jefe, ¿no es mejor tener uno de esos chismes y estar localizado todo el día?, imagine que termino y vengo y no está, porque ha tenido que ir al otro lado del edificio. Estaría buscándolo todo el día y con la emisora, se soluciona la cosa automáticamente –le dije-.

. - creí que no lo oiría nunca. Eres el primer novato que busca soluciones. En efecto. Pídele a Berta una emisora y ponla en el canal 4. Si me muevo de aquí, te llamo y te digo donde me puedes encontrar. Joder, chico. Lo tuyo es empezar y besar el santo. Anda, vete con Berta.

Me fui hacia la rubia de la ventanilla. Era rubia, fea y raquítica. Cuando me presenté, cambié de opinión.

. - hola guapo. ¿Otro para el matadero? –sonrió- nada, no me hagas caso, guapito de cara. ¿Que se te ofrece?

. - veamos, necesito una emisora y los papeles del arquitecto Humberto Ravelo para llevarlos a dirección.

. - Rojas, asoma las narices, guapo.

. - dígame, Srta. Berta.

. - trae una emisora nueva y márcala. ¿Cómo te llamas, guapo?

. - Salvador Morales, Srta.

. - ya lo has oído Rojas -miró un listado- ponle el número 1384b.

. - marchando una emisora con el número 1384b.

Berta se levantó y fue a una estantería. Cogió una carpeta y me la trajo al mostrador.

. - aquí lo tienes, guapo. Si pierdes la emisora, la pagas.

. - ¿y si se estropea?

. - la traes y la reparamos. Te damos otra mientras tanto. ¿Cuánto tiempo vas a estar por aquí, guapo?

. - solo este verano. Estoy en la universidad.

. - y quieres sacarte unos euros, ¿no?

. - eso es.

. - aquí está la emisora con el número 1384b, jefa –dijo el guapo de rojas-.

. - gracias, guapo. Toma, chico –me dijo y me la entregó. Me hizo firmar el recibí de los papeles y la emisora-.

Según salía de allí, entraba un verdadero bombón de pelo corto y blanco, con ropa de mecánico. Llevaba una maleta con un martillo rompedor.

. - ¿te echo una mano?, parece pesado.

. - no gracias, ya puedo.

. - como quieras -continué y me subí en el primer ascensor.

El problema era que no sabía dónde estaba secretaría. Volví a salir del ascensor antes de que cerrara las puertas y le pregunté a la rubia de despampanante cuerpo.

. - oye, ¿dónde está secretaría?

. - pulsa el penúltimo botón y giras a la derecha, al fondo.

. - gracias –y le guiñé un ojo-.

Subí al siguiente ascensor y pulsé el penúltimo botón.

. - ¿quién es ese pavo?

. - guapo, ¿verdad?, ni se te ocurra quitármelo, yo lo vi primero.

. - todo para ti –dijo sonriendo la rubia de pelo corto y ropa de mecánico-.

El ascensor era muy rápido y llegué enseguida. Según salí, giré a la derecha y me fui al fondo. Allí faltaban letreros indicadores de donde estabas y a donde ibas. Empujé la puerta donde ponía secretaría y entré.

. - hola, buenos días. Traigo unos papeles para el arquitecto Humberto Ravelo –dije entregándoselos a una chica tremendamente tetuda y, sin embargo, nada gorda-.

. - déjamelos y espera por ahí.

Me los cogió y salió por una puerta trasera y quedé solo. Al poco regresó y se sentó.

. - ¿no tienes miedo?

. - ¿miedo de qué?

. - de que te exploten.

. - ¿hablas de mis…?

. - tus botones.

. - mis botones, ¿eh? muy gracioso.

. - ¿me das tu teléfono?, podemos vernos y tomar algo.

. - ¿estás ligando conmigo?

. - solo es una reunión de dos compañeros de trabajo, nada más.

. - mejor no. Mi novio puede romperte las narices.

. - invita también a tu novio.

. - mejor no.

. - tú misma, pero ten cuidado, se te pueden romper si llenas bien tus pulmones.

. - ya te avisaré si explotan y así me los coserás si salen volando.

. - apunta. Salvador Morales, emisora 1384b. Vendré corriendo. ¿Cómo te llamas, encanto?

Ella tocó con un dedo el letrerito que tenía en uno de sus pezones, mientras sonreía.

. - ¿Lorain?, ¿qué nombre es ese?

. - mi nombre.

. - pues ya sabes, Lorain, avísame y vengo con aguja e hilo y un botón de acero.

. - eres muy chistoso, ¿lo sabías?

No pude responderle, el interfono sonó para que recogiera los papeles entregados antes. La chica salió y volvió con los mismos papeles.

. - aquí los tienes, 1384b –dijo sonriendo-.

. - buena memoria. Qué suerte tiene tu novio. Ya lo odio.

. - anda, lárgate, seguro que tienes algo que hacer por ahí abajo –dijo sonriendo y llenando los pulmones-.

. - joder, lo que me estoy perdiendo. Sí, ya me voy, pero volveré –sonreí-.

Con los papeles bajé a la planta 43 y allí los entregué a una secretaria que parecía un cáncamo amargado, con nariz de hurraca parlanchina. De allí bajé de nuevo a mantenimiento. El encargado estaba con otro compañero, una vez acabado, me hizo una señal y fui con él.

. - pídele a Berta la cámara para interiores con su tarjeta correspondiente y nos vamos a la calle.

Berta, la raquítica Berta, había cambiado, pero no adivinaba en qué.

. - hola guapo, ¿que necesitas ahora?

. - cámara y tarjeta para interiores.

Se giró a su segundo.

. - ya lo has oído, guapo.

Luego se volvió hacia mí.

. - oye, guapo, luego iré a desayunar, ¿me acompañas?

. - no sé cuándo volveré, el encargado y yo vamos a tirar unas fotos. En otro momento, guapa –sonreí-.

. - te tomo la palabra. Oye Rojas, es para hoy.

De detrás de una cortina de tiras se oyó un golpe.

. - este se la ha pegado. Acompáñame, por si necesito tu ayuda.

Pasé la puertilla de vaivén y fui detrás de la flacucha de Berta.

. - joder, rojas. ¿Qué te ha pasado?

El chico estaba en el suelo. La caja del martillo de la chica buenorra le había caído en toda la cabeza, se la estaba masajeando. Le ayudé a levantarse y sentarse sobre una caja cercana. Le pasé la mano por la cabeza y tenía un buen chichón.

. - tiene un señor chichón. Pero de ésta no te mueres –le dije-.

. - muchas gracias, gracioso. Joder, con la puta caja.

. - claro, la colocaste mal y pasan estos accidentes. Vete a enfermería y que te lo miren, buscaré un sustituto, de momento.

La cámara estaba en el suelo en su bolsa. La revisé y estaba hecha pisco.

. - ésta se jodió.

. - te traeré otra. ¿A qué esperas, Rojas?, lárgate de una vez.

Uno se iba a la enfermería y la otra a por otra cámara. Yo apoyé la caja del martillo a un lado, no fuera a darse alguien un golpe. Era de hierro la muy jodida. Me salí y esperé fuera. Berta llegó y cogió los datos de la cámara y me hizo firmar.

. - ahora tendré que llamar a recursos humanos para pedir un sustituto mientras se repone Rojas.

. - hasta después. Espero que el chico se recupere.

. - gracias, guapo.

De camino al vehículo de la empresa, el encargado Rafael Sánchez me preguntó por lo sucedido al chico.

. - le cayó encima la caja de un martillo bien pesado. Solo tiene un buen chichón. ¿Para qué son las fotos que vamos a tomar?

. - para introducirlas en el programa que dibuja un determinado proyecto. Con ellas es fácil hacer una casa en 3D y añadirle luego lo que se quiera, muebles, baños, cocina. De todo. También lo pueden hacer poniendo medidas de todo, pero con las fotos, el programa lo hace todo automáticamente.

Llegamos a un señor chalet. Era inmenso y estaba todo vacío, a excepción de un par de guardas que nos dejaron entrar. Nos pasamos hora y media haciendo fotos de todo el edificio por dentro.

. - ¿a esto se le llama un proyecto menor?

. - sí, esto no es nada. Lo habitual es construir rascacielos por todas partes del mundo. Estamos en los cinco continentes. Somos de las mayores compañías del ramo. Ya verás cuando vayas donde los arquitectos. Hay dos plantas llenas de ellos agachados en sus mesas. Volvamos.

Allí cada cosa que se tomaba se firmaba al recoger y al devolver. Con el auto igual. Ya en la oficina de mantenimiento, el encargado sacó la tarjeta y la metió en un ordenador y las transfirió al ordenador central. Desde allí las recogería el arquitecto que las necesitaba, pues también se mandaba un correo electrónico al peticionario, avisándole.

. - ahora vete a desayunar, yo iré después, tengo que terminar una cosa.

. - ¿dónde está el restaurante?

. - en la planta a ras de la calle, Bajo A.

. - Okey.

Cogí el ascensor y al Bajo A. Mejor hubiese ido caminando, no tarde tres segundos. Estaba atestado de empleados y el bullicio era grande. Era tipo bufet, donde al final de la fila de comidas se pagaba al empleado que estaba en la caja. Cogí una bandeja y cogí un par de donuts, café y una chocolatina para después. Pagué y pagué bastante más de lo que pagaría en la calle. Con la bandeja fui a sentarme. Allí vi a dos hembras a las que les había echado el ojo. La rubia de pelo blanco y ropa de mecánico estaba allí.

. - hola guapa –le dije yendo hacia ella. La rubia respondió-.

. - hola.

Seguí dos mesas más allá, donde estaba la explosiva secretaria de secretaría.

. - hola, ¿puedo sentarme?

. - tú mismo.

. - ¿cómo era tu nombre?

Volvió a señalizarse el rótulo con su nombre, encima de su pezón izquierdo.

. - Lorain. Tranquila, acabaré aprendiéndomelo.

. - eso espero. ¿Cómo no te sentaste con tu colega?

. - es que no hay ni punto de comparación –dije mirándole descaradamente las tetorras-.

. - mira que eres cabrito. No seas tan descarado.

. - la culpa es tuya, por estar tan...

. - ¿buena?

. - explosiva.

. - la madre naturaleza.

. - ¿no son de silicona acaso?

. - de eso, nada. Naturales como la vida misma –sonrió-.

. - un hombre se perdería entre ellas.

. - y tú quieres ser ese hombre. Ya te dije que tengo novio y le gusta perderse entre ellas.

. - ¿ya te dije que lo odiaba a muerte a ese novio tuyo?

. - sí, creo recordarlo –rio la cacho hembra. La colega del mono de mecánico no podía dejar de mirarnos, mientras ponía esa cara de querer matar a alguien-.

. - oye, una pregunta. ¿No son un poco careros en este bufet?, he pagado 12 euros por dos donuts, una taza de café y una chocolatina.

. - por eso pido lo mínimo –dijo señalando un café-.

. - ¿y vas a estar todo el día con ese café solamente? Te darán fatigas.

. - de casa traigo algo de fruta.

. - aun así…

. - si tu fueras el presidente, ¿qué harías?, pues engordar los precios y enriquecerte con tus empleados. Lo hacen todos los jefes, son todos iguales, unos cabrones.

. - bueno, unos más cabrones que otros, digo yo.

. - puede ser, pero aún no conozco a ninguno que no lo sea.

La chica cogió tal cantidad de aire, que saltaron dos botones que casi me sacan un ojo. Uno de ellos desapareció dentro de uno de mis bolsillos y el otro me dio en el pecho, cayendo en el platillo del café. Los cogí ambos.

. - Dios mío, se cumplió tu deseo –dijo la chica, agachándose lo más posible para que no vieran el desaguisado que se había producido en su ajustadísima camisa-.

. - no te muevas. Te echaré una mano.

Me levanté y me saqué la chaqueta que llevaba y se la puse por detrás. Ella se la puso por encima, tapándose el pecho y nos levantamos.

. – ahora, como si nada hubiera pasado, nos levantamos y vamos hacia el ascensor. No te pongas nerviosa.

Me levanté primero y fui hacia su asiento. Ella se levantó y le aparté la silla. Luego ambos marchamos a paso normal hacia el ascensor. Hubo que esperar unos segundos eternos. Cuando por fin llegó, entramos y cerramos.

. - ¿a dónde vamos?

. - baja al parking de empleados, en mi coche tengo una muda de repuesto. Dios, qué vergüenza.

. - no te preocupes. Estás muy guapa con mi chaqueta. A ti todo te favorece. Eres la leche.

. - no te rías de mí, por favor. Qué espectáculo he dado.

. - nadie se ha enterado, créeme. Eso sí, casi me sacas un ojo, pero aparte de eso, nadie se dio cuenta al agachar la cabeza y taparte.

. - tendré que creer en tu palabra.

Salimos del ascensor y caminó hacia su auto, un utilitario japonés. Abrió atrás y subió. Yo me puse delante de la ventana, de espaldas, mientras ella, rápidamente se cambiaba de camisa, que también era del tipo anterior, súper ajustada. A aquella chica le gustaba jugar con fuego. Salió y se echó a llorar.

. - no hagas eso. Veo cámaras por todos partes. No fuera que te vean llorar. Ya ha pasado lo peor. ¿Volvemos al restaurante o vuelves a tu puesto de trabajo?

. - no podría volver, me iré a mi oficina.

. - pero si no comiste nada, ni el café siquiera.

. - no podría volver hoy. Mañana sí, hoy no.

. - como quieras. Yo vuelvo, aún no había empezado a comerme mis dos donuts y el café.

. - y no olvides tu chocolatina.

. - no, esa es para cuando me entren ganas de comer algo. Para matar el gusanillo.

. - ah, vamos, como yo con la fruta.

. - mismamente.

Subimos en el ascensor y pulsé el botón del restaurante. Antes de llegar, me dio un fugaz beso en los labios y se despegó de inmediato.

. - esto es por ayudarme.

. - no ha sido nada, mujer –se abrió la puerta y salí, ella continuó hacia su planta.

Cuando regresaba a mi mesa, ya no había ni café, ni donuts. Había dos personas ocupando mi mesa y comiéndose un par de bocatas. Joder, sí que habían sido rápidos, para otras cosas, no lo son tanto.

. - te has quedado sin desayuno –dijo la peliblanco del mono de mecánico-.

Me giré y la vi sonriendo.

. - ¿encima te ríes?, joder, tía.

Me fui de nuevo al bufet y compré lo mismo, pero sin el chocolatín. Más un café para llevar y unos donuts extra, también para llevar. Busqué donde sentarme y todo estaba atestado.

. - solo te queda esta mesa.

. - sí, eso me temo. ¿Puedo?

. - claro.

Me senté y puse la bandeja en la mesa. Empecé a comerme uno de los donuts con el café antes de que pasara algo más.

. - has sido todo un caballero.

. - ¿por qué lo dices?

. - no te hagas el tonto.

. - ¿viste lo que sucedió?

. - sí, creo que la única.

. - si no te importa, no lo divulgas. A la chica no le gustaría.

. - un caballero hasta el final.

. - ¿te cachondeas de mí?

. - no. Lo digo como un piropo. Igual que esta mañana al querer ayudarme con la caja del martillo.

. - pues pesaba bastante. Le cayó en la cabeza al tal Rojas, que casi le abre la cabeza.

. - sí, eso he oído.

. - bueno, te dejo.

. - ¿es para ella?

. - eres demasiado lista para mi gusto.

. - vamos, que te van las tontas.

. - no he dicho eso, pero de vez en cuando, ser tan incisiva, hasta molesta –dije y me levanté con la bandeja, que dejé en la zona de las usadas. Solo me llevé el café y los donuts de la pechugona de Lorain.

Directamente me fui a secretaría, pulsando el botón correspondiente. Cuando me vio llegar, se le iluminaron los ojos y se levantó.

. - aquí tienes tu desayuno. No puedes estar sin nada en el estómago.

. - gracias, te lo agradezco.

. - nada, ¿para qué están los amigos?, te dejo, seguro que me están buscando.

De nuevo hinchó los pulmones, pero cuando se dio cuenta, aflojó un poco y hasta sonrió, tocándose uno de los botones. Llegué a mantenimiento y no estaba el encargado Sánchez. Así que le llamé.

. - estoy en la base, jefe.

. - ¿ya has desayunado?, qué rapidez. Tenemos 20 minutos cada día. No hace falta que te vuelvas loco corriendo.

. - ya que estoy aquí, ¿qué hago ahora?

. - mira las notas que hay en el tablero blanco. Coge el más urgente y ponte a ello.

. - okey, cambio y cierro.

. - con corto, es suficiente- dijo la del mono de mecánico. Se acercó al tablero y cogió una nota- tendrás que ayudarme con esta nota –dijo entregándomela. Ponía reparar agua caliente del baño de damas del piso 57.

. - ¿es normal ir dos personas para la misma avería?

. - cuando una sola no puede, sí. Necesitamos acceder al falso techo y no voy a estar bajando y subiendo para coger herramientas, ¿no crees?

. - tú tienes la experiencia. Tendré que creerte.

. - así es. Aquí yo soy la experta. Vamos a necesitar la caja de herramientas. Luego ya veremos con lo que nos encontramos. Llevaremos la mía porque tu aun no tienes ninguna caja asignada, ¿me equivoco?

. - no, en absoluto.

. - no te digo. Soy la experta. Yo llevo la caja y tú la escalera, chato.

. - no te pavonees tanto. ¿O lo sabes todo?

. - casi –dijo sonriendo-.

Subimos al 57 y ya dentro del baño, un charco de agua era secado por una de las mujeres de la limpieza.

. - hola, Marga. ¿Qué tenemos aquí? –era una pregunta retórica, pues se veía a la legua lo que pasaba-.

. - el techo, que no ha parado de llover en toda la mañana. –respondió la mujer-.

Coloqué la escalera bajo la plancha afectada por el agua y antes de que pusiera un pie en la escalera, me lo impidió la colega.

. - dejame a mí. Tú aprende.

. - si sigues pavoneándote así, te la vas a pegar.

. - no hay problema.

Fue subir el tercer escalón y la escalera, que aún estaba a tres cuartas de abierta, se deslizó, lanzando a la chica en mis brazos.

. - joder, casi me la pego.

. - por hacerte la chulita delante del novato. Hay que afianzar bien la escalera antes de subir.

. - tenías que haberla sujeto tú.

. - ¿sí?, ¿cómo?, si apenas me dejaste tocarla y ya ibas por el tercer escalón. Será mejor que suba yo.

. - no, de eso nada. Un fallo lo tiene cualquiera. Si me hubiera echado para atrás a las primeras de cambio, no estaría aquí de chica para todo. Sujétala.

Subió y apartó la plancha de escayola. Pronto le cayó el agua encima.

. - joder. Déjame la llave inglesa, rápido.

Sin soltar la escalera con mi mano izquierda, abrí la caja con la derecha y saqué la llave inglesa, que le entregué. Pronto dejó de manar agua al cerrar la llave de paso.

. - la madre que la parió. Me dejó toda mojada y encina está caliente de cojones.

Miré arriba y sí, estaba hecha una lástima. Parte del agua me salpicó.

. - experta, ¿qué hacemos ahora?

. - pues arreglar el problema. Es un codo de 22 milímetros que está jodido. Debe haber alguno en la caja, ¿los conoces?

. - ¿aparta para ver cómo es?

. - sube.

Y subí. Ella se hizo a un lado. Olía a colonia que embriagaba. Sus pechos subían y bajaban al rosarme con ella mientras miraba el susodicho codo. Luego bajé. Busqué y se lo entregué, junto con la llave adecuada, pues era de tuerca especial con casquillo. También le di los dos casquillos nuevos por si los necesitaba. La chica, con maestría, todo había que decirlo, quitó el codo viejo y colocó el nuevo.

. - esto ya está. Abriré de nuevo la llave de paso para comprobarlo.

La abrió y no salió ni gota. Estiré la mano y di a la llave correspondiente de la pared y salió el agua caliente.

. - perfecto. Debo reconocerlo. Sabes lo que haces.

. - ya te dije, soy toda una experta.

. - lo que tú quieras.

. - Cierro y nos vamos.

Una vez la chica puso la plancha, que no parecía estropeada, al menos, de momento, bajó de la escalera.

. - anota en tu cabeza cambiar la plancha. Ahora no porque está húmeda. Cuando se seque, se verá un cerco que se pondrá negro más adelante. La cambiaremos cuando no haya mucho trabajo, estamos algo retrasados porque hay un par de compañeros de vacaciones.

. - entiendo.

. - Marga, esto ya está. Puedes terminar de limpiar.

. - gracias, eres un sol, Martita. Limpiaros los zapatos, no tengo ganas de ir por toda la planta secando el agua.

Una vez los zapatos limpios, marchamos a la base. En el ascensor, Marta se secó como los perros, moviendo la cabeza.

. - no hagas eso, leñe, que me mojas.

. - tendré que darme una ducha, me dejó toda mojada.

. - si quieres te enjabono la espalda.

. - qué más quisieras tú.

Llegamos a la base. Ella se fue a los vestuarios y yo al tablón de averías.

. - Salvador. Deja las averías y cámbiate de calle. Luego te vas a la portería. Allí encontrarás a una mocosa. Llévala a comprar un helado o lo que quiera. Necesitamos que la entretengas durante unos 40 minutos, me han dicho.

. - ¿entretener a una mocosa?, ¿eso es parte de mi trabajo, señor?

. - ya te dije al principio que éramos chicos para todo. Su padre quiere venderle una parte de su empresa a la nuestra y hace falta que la tengas entretenida por cortesía de Continental Building . Llévala al parque o donde te dé la gana.

. - hola, ¿te llamas Ángela?

. - sí, ¿tú eres mi canguro?

. - así es. ¿Qué edad tienes?

. - ocho, casi nueve.

. - ya eres una mujercita.

. - pues claro. Hasta tengo novio.

. - perfecto –dije en voz alta-.

El de la portería me hizo firmar por la niña. Joder, con tanta firma.

. - es la primera vez que hago de niñera, así que, si me ayudas, te lo agradecería –le dije a la mocosa-.

. - ¿con un beso?

. - yo había pensado con unas gracias.

. - vayamos a esa cafetería de allí. Tengo ganas de un helado

La chiquilla me cogió de la mano y cruzamos el paso de peatones y llegamos a la cafetería. Nos sentamos en una mesa que estaba fuera del negocio principal, bajo un techo de metacrilato.

. - ¿de qué quieres el helado?

. - de turrón, todo de turrón.

. - no te muevas.

Fui al mostrador y pedí dos helados, ambos de turrón. También era mi preferido y ya que estábamos…

Regresé con los dos helados y comenzó a comerse el suyo.

. - ten cuidado, no te manches.

. - no eres mi padre.

. - si te manchas, no parecerás una señorita, sino una niña.

. - estás buenísimo –soltó la criatura-.

. - las señoritas no hablan de esa manera.

. - mi prima, sí. Ya se ha acostado con media escuela y suelta unos tacos la tía…

. - ¿cómo está el helado? –dije, para cambiar de tema. Aquella niña tenía un lenguaje que no era normal para su edad-.

. - ¿sabes?, mi novio ya me come el chichi y luego me deja comerme su cosita. Mira que es grande.

. - ¿qué edad tiene tu novio? –pregunté, intrigado-.

. - no sé, más que tú, seguro, También es muy guapo.

. - me gustaría conocer a tu novio. ¿Dónde está?

. - oh, es fácil. Es el profesor de gimnasia. Me da clases particulares cuando los demás se van.

Y tan particulares. Joder, tendría que hablar con su padre. Lo malo es que se lo esté inventando todo y me jodan la vida a mí. En eso se me ocurrió una idea. Saqué el móvil discretamente y lo puse en grabación de voz y lo dejé, como quien no quiere la cosa, sobre la mesa, en el mismo centro.

. - ¿cómo se llama tu novio?

. - Balboa, profesor Balboa. Cuando le chupo su cosita, sale una cosa pegajosa y asquerosa. Dice que tengo que tragármela. Al principio no me gustaba, pero ahora ya sí. No veas cuantas cosquillas me da cuando se mete entre mis piernas para besarme el chichi. Me gusta un montón.

. - ¿y desde cuando le comes su cosita y él se mete entre tus piernas para hacerte cosquillas?

. - bueno, ya ni me acuerdo. Siempre ha sido mi profesor de gimnasia. No quiere que le diga a nadie que es mi novio y hacemos cositas. A ti te las digo porque no me caes mal.

. - pues muchas gracias.

. - cuando se mete entre tus piernas, ¿utiliza su cosita para ponértela donde haces pipí? –fue lo máximo que pude acercarme sin nombrarle algo que no entendería-.

. - lo ha intentado, pero es muy grande su cosita y no me entra. También le gusta meterme el dedito en el culo y por delante. Eso a veces me duele, pero me voy acostumbrando y ya casi no me duele. Otras veces me mueve una cosita pequeñita que me da mucho gustirrinín y me mojo toda. Luego mi novio mete su lengua y chupa y chupa un buen rato. Luego nos duchamos juntos y me lleva a casa. No quiere que nos besemos en público, no le gusta. Qué tonto es. A mí sí me gusta besarlo, pero no se deja besar en la calle, solo cuando estamos solos. Qué bueno estaba el helado de turrón.

Miré el reloj y ya estaban cerca los 40 minutos que tenía de tiempo, así que levantamos el vuelo de allí y regresamos a la portería. Allí nos esperaba su padre, nervioso.

. - por fin llega, hombre. Llevo esperando diez minutos.

. - lo siento. Se estaba tomando un helado y se nos pasó el tiempo. ¿Nos perdonas un momentito, pequeña?

. - no hay problema –dijo con suficiencia, la pequeña-.

. - debo hablar con usted, caballero.

. - ahora no tengo tiempo, en otro momento.

. - ahora, señor –se lo dije de una manera, que hasta el empleado de la portería se quedó patidifuso. Hablarle así a un VIP, no era querer mucho un puesto de trabajo-.

. - vale, pero sepa usted que…

. - cállese y vayamos a esa esquina.

Al hombre se le estaban hinchando las venas. Que aquel mequetrefe, o sea, yo, le hablara de aquella manera me iba a costar el puesto de trabajo, faltaría más…

Como sabía que aquel hombre, ya de por sí histérico conmigo, no iba a dejarme hablar, saqué el móvil y busqué la grabación hecha y la puse en marcha. Le coloqué el altavoz del móvil en la oreja izquierda. Su cara iba pasando del morado al rojo y luego al negro y de nuevo al morado.

. - la madre que lo parió. ¿Me puede dar la grabación?

. - déjeme su teléfono. Se lo paso y borro la mía. Es algo que tendrá que solucionar usted. Si puede, no me meta de por medio.

. - tengo que denunciarlo y no podré evitar decirles de donde lo saqué.

. - entiendo. De acuerdo. Que vengan a verme y les diré lo que me contó. Empecé a gravar hacia la mitad, cuando me acordé de que el móvil también grababa.

. - gracias, y perdone por lo de antes.

. - yo haría lo mismo -mentí- en cuanto pueda, lleve a la niña a un psicólogo de niños, le hará falta-.

. - sí, gracias de nuevo.

Se fue hacia la niña y la cogió en brazos y se marchó.

. - tío, no vas a durar mucho tiempo por aquí –dijo el de la portería-.

. - nunca se sabe. A lo mejor sí.

El primer día continuó y cuando llegó la hora de salida, estaba molido. Esperaba aguantar el tiempo necesario para aprender algo. Cuando salí por la puerta de la calle junto a muchos de otros empleados del edificio, aquello parecía la hora punta del metro. Mira que había empleados…

. - ¿vuelves mañana? –oí que decían detrás mío. Era la tetuda de…, joder, otra vez había olvidado su nombre tan raro para mí-.

. - hola, ¿cómo que si vuelvo mañana?

. - lo normal es que algunos no regresen al día siguiente después del primer día en mantenimiento. Sería lo normal.

. - pues mañana me tendrás de nuevo aquí.

. - me alegro y gracias por tu ayuda esta mañana.

. - te invito a algo ahí enfrente.

. - te lo agradezco, pero tengo cita con el médico esta tarde y aún tengo que almorzar y ducharme. No pude retrasarla para más tarde, no había hueco. Solo me he acercado a ti, un momento, para darte las gracias.

. - ¿algo grave?, ¿te pasa algo?

. - no sé si decírtelo, es algo delicado para mí.

. - no te preocupes. Espero que no sea nada.

. - te lo diré, pero apartémonos de la marabunta de compañeros que salen de trabajar.

Nos pegamos a la pared un par de metros a un lado de la salida. Acercó sus labios a mi oído y me dijo su problema médico.

. - no será nada, pero si necesitas que te acompañe, no tengo nada que hacer esta tarde, sino tener levantado los pies en el aire. Pero me puedo aguantar.

. - ¿harías eso por mí?, ¿si ni casi me conoces?

. - aunque fueras una mendiga y tuvieras un problema grave y me pidieras que te acompañara al médico, iría. Es lo que espero que otros hagan por mí si se diera el caso. No me importará acompañarte, créeme.

. - te lo agradezco. Mi madre es muy mayor y no quiero preocuparla con estas cosas, ni puedo pedirle que me acompañe, pues está en una residencia.

. - no se hable más. Dime dónde y la hora.

. - en el centro de especialidades del Hospital Central, a las 4 de la tarde.

. - estaré como un clavo en la entrada, a no ser que quieras que vayamos juntos desde tu casa.

. - me vale así. De esa manera no te hago perder más el tiempo y podrás continuar hacia tu casa y descansar. Si quieres, te llevo.

. - no, te lo agradezco. Vivo un poco lejos, cogeré el metro.

. - como quieras.

. - de acuerdo entonces. Hasta las cuatro.

. - sí, hasta las cuatro –se alzó y me besó en la cara, luego se fue-.

Tenía un culo impresionante, además de su delantera y me lo quedé mirando.

. - ¿no te vas a casa? –era la buenorra de Marta, Martita para los amigos que se la puedan follar-.

. - sí, ya me voy.

. - te gusta la chica de las tetas grandes, ¿eh?

. - también me gustan las que tienen un buen culo –dije-.

. - ella también tiene un buen culo, además de las tetas grandes.

. - tú también lo tienes, no creas.

. - pero no tengo esas tetas.

. - no te preocupes, las tuyas están muy bien también, no tengas complejos.

. - me voy o me complicarás la vida.

. - porque tú quieres. Nos vemos mañana.

. - ah, pero ¿piensas volver?

. - ¿tú también?, pues claro que sí. Solo por estar cerca de dos beldades como vosotras dos, vendría y trabajaría gratis.

. - eso se lo dirás a todas –dijo riendo-.

. - bueno, te dejo. Nos vemos mañana.

. - vale, hasta mañana.

Me largué. Esta vez fue Marta quien se me quedó mirando el culo. Aún tenía que coger el metro hasta casa, comer y ducharme. Luego cogería el auto de papá e iría al Hospital Central.

. - no tengas tanta prisa, hijo. Quería disfrutar un poco contigo mientras llega papá.

. - mamá, lo siento en el alma. Quedé con una persona que la acompañaría el hospital a mirarse un bulto en un pecho y no puedo fallarle.

. - vaya por Dios. ¿Y una mamada rápida?

. - vale mamá, pero que sea mientras me ducho. De verdad, llegaré tarde.

. - anda, sigue al baño. Te disfrutaré allí.

Me encaminé al baño y me fui desnudando por el camino. Mamá también. Una vez ambos bajo la roseta de la ducha, abrí el agua y me enjaboné, mientras mamá me la mamaba. Mamá se empleó a fondo. Debía estar muy hambrienta de mi leche, que me la mamaba bien rápida. Una vez me la dejó dura, se dio la vuelta y agachándose, se abrió de nalgas. Se la enterré mientras me echaba agua por encima para quitarme la espuma. Cuando me corrí en su culo, me salí y me enjaboné bien la polla. Luego mamá fue quien me la terminó de limpiar. Cogió la toalla y me secó todo el cuerpo.

. - ay, hijo. Paras poco por casa, incluso ahora, en verano.

. - ya sabes mamá que necesito aprender y de paso ganar unas perras. ¿Es que papá ya no se sirve de tus agujeros?

. - no sé qué le pasa. Últimamente lo veo siempre cansado. Sí, follamos, pero su leche es cada vez menor. No sé si vuelve a estar como la otra vez, sin potencia.

. - hablaré con papá. Quizás le pase algo y no quiera decírnoslo para no preocuparnos. Ya sabes cómo es.

. - sí, habla con papá, a mí no me hace caso. Solo dice que no le pasa nada, que solo viene cansado del trabajo.

. - esta noche te compensaré y hablaré de paso seriamente con papá –le dije comiéndome su boca y luego sus domingas endurecidas por el deseo de ser follada por su hijo-.

Mientras, en casa de Clara y Diana…

(Parte 10 de 30)

FIN