Soy un caballero y cumplo lo que prometo (1)

“Sólo tengo mis cojones y mi palabra, y no la rompo por nada.” Al Pacino, en El precio del poder, en 30 trozos.

SOY UN CABALLERO Y CUMPLO LO QUE PROMETO

(1-30)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - hijo, papá y yo queremos hablar contigo de algo importan..., oh…, lo siento, hijo.

Era mamá, que había entrado justo cuando estaba haciéndome una paja en el baño.

. - pero mamá, por favor. ¿Cómo se te ocurre entrar sin llamar?

. - perdona hijo. No sabía que estabas con tu cosita.

. - mamá, que ya tengo 18 años y esto ya no es una cosita como tú dices –le dije enseñándosela en todo su apogeo-.

. - es verdad hijo. Has salido a tu padre en tamaño y grosor. Discúlpame. Termina y cuando lo hagas, vente al salón, papá y yo tenemos que decirte algo importante.

Aquello me cortó el rollo y pronto comenzó a venirse abajo. No es que lo necesitara, a lo de la paja me refiero, pues tengo un par de amigos que estaban encantados de comérmela cada vez que lo necesito, además de cierta vecina que está encamada y a la que suelo irla a visitar con el pretexto de arreglarle alguna cosita. Sí, sobre todo las cañerías. Su marido apenas la atiende en lo que más necesitaba. Estaba prendada de aquella mujer, algo fuera de serie, por sus defectos físicos y por su cabeza tan bien amueblada.

Siendo sábado, sabadete, iba a dar un paseo por ahí. No tenía ganas de amigotes, pues todo cansa. Terminé de ducharme sin habérmela descargado y una vez seco y vestido, me acerqué donde los viejos para ver qué era aquello tan importante que querían decirme. ¿Se irían a divorciar?, no me extrañaría. No me gustaría eso, pero si era ello, lo tendría que aguantar, no iba a pelearme por uno u otro. A mi manera, los quería por igual a los dos. Esperaba que no fuera eso, pues me desestabilizaría para toda la vida, quisiera yo o no. En fin…

. - hola papá, hola de nuevo, mamá. ¿Qué es eso tan importante que queréis decirme?, iba a salir un rato.

. - siéntate con nosotros, hijo. Papá tiene que hablarte.

. - como queráis.

Se separaron un poco y me senté entre los dos.

. - tú dirás, papá. ¿Os vais a divorciar?

. - no, por Dios, hijo. ¿Por qué dices eso? –dijo mamá-.

. – solo pregunto. Sé que las cosas no van muy bien entre vosotros dos. Por cierto, ¿dónde está mi hermana?, ¿a ella no le interesa esta reunión de última hora?

. - hijo, con ella ya hemos hablado antes.

. - vaya, muchas gracias, soy mayor que ella en una hora y me dejáis para el final.

. - hijo, no nos lo pongas aún más difícil de lo que es –dijo papá-.

. - perdona, di lo que quieras, papá.

. - gracias, hijo. Como sabrás estoy mal de la próstata desde hace ya tiempo.

. - sí, sé que estás tomando unas pastillas cada día. ¿Tienes cáncer de próstata?, ¿es eso, papá?

. - no, hijo. Por suerte no lo tengo. Por favor, no me interrumpas o no podré decir lo que quiero decirte.

. - no abriré la boca hasta que termines -le dije-.

. - gracias, hijo. En fin, como sabes, llevo una temporada decaído por mi enfermedad de ahí abajo y claro. No tengo ganas de nada con tu madre. Ya me entiendes. Sobre todo, porque apenas se me levanta, vuelve a bajar y claro, mamá está insatisfecha.

Miré a papá, luego a mamá y luego de nuevo a papá. Aquello no tenía ni pies ni cabeza. ¿Qué coño me importaba a mí ese tipo de problemas conyugales?, aun así, como prometí no abrir la boca, me estuve callado, aunque tenía ganas de soltarle que no me interesaban los problemas de alcoba de ellos dos.

. - lo he hablado con mamá y también con tu hermana, de lo siguiente.

El hombre tragó saliva y miró a su mujer.

. - queremos, mamá y yo, que ocupes mi lugar en el lecho conyugal.

Ya no pude refrenarme, aquello era demasiado.

. - pero ¿qué dices, papá?, ¿cómo se os ocurre tal cosa?, soy Salvador, vuestro hijo.

. - lo sabemos perfectamente, hijo. Mamá y yo lo hemos estado hablando desde hace tiempo y no queremos recurrir a nadie de fuera de la casa y el único hombre que queda eres tú.

. - ¿habéis ido a un experto en estas materias?, no todo es penetración, hay más cosas.

. - ya lo hemos intentado con psicólogos, pero no ha funcionado y no queremos divorciarnos, pues nos queremos demasiado para haceros eso a los dos, a tu hermana y a ti –dijo mamá-.

. - ¿en qué me convertiría si aceptara?, ¿un depravado?, ¿un violador?, ¿un pederasta?, ¿en qué?

. - en un buen hijo –oí que decía mi hermana, que estaba oculta por una columna-.

. - vaya, estás ahí. Gracias por avisarme, hermanita. Sois de lo que no hay los tres. Sí, los tres. Voy a dar una vuelta y ver si me despejo. Si no vuelvo es que me he tirado por un puente.

. - Salvador, no te vayas, por favor. Esto tenemos que arreglarlo ahora –dijo muy seria Fátima, mi hermanita del alma-.

. - pero, ¿de verdad habíais pensado en que yo…?

. - Salvador, eso o buscamos alguien de la calle. ¿Qué prefieres? –insistió ella-.

. - serás cabrona…

Me levanté y di una vuelta alrededor de la alfombra, pensando en lo que se me venía encima. No solo en lo positivo, que lo tenía, sino también en lo negativo, que tenía y mucho. Me senté esta vez frente a papá y mamá. Fátima se había sentado donde yo antes.

. - en pocas palabras, ¿en qué consistiría lo que tendría que hacer?, y no digo que haya aceptado, quiero saber los pros y los contras de esta descabellada idea antes de decidirme o no. Dímelas tú, mamá.

. - hijo, abreviando como pides, serías quien llevara los pantalones en casa. Con lo que eso conlleva de responsabilidades.

. - no lo tengo claro, mamá.

. - pareces tonto, Salvador. Mamá, deja que se lo diga más claro a este idiota de tu hijo.

. – a ver si me largo y os dejo con el paquete –rezongué-.

. - calla y escucha, Salvador. Lo que papá y mamá están dispuestos a hacer es que hagas que mamá se sienta satisfecha sexualmente contigo. ¿Eso lo tienes claro?

. - eso está clarísimo, lo de las responsabilidades, no tanto.

. - se refiere a que tienes carta blanca en la casa. Es como si fueras papá, pero serías tú.

. - cada vez lo entiendo menos. Vale, sustituyo a papá en la cama ¿y qué dices de la casa?, o soy un idiota redomado o no sabéis explicaros bien.

. - lo primero, sin duda, lo primero. Mira que eres idiota. No solo puedes estar con mamá en la cama, sino que tienes carta blanca para dirigir la casa.

. - ahora sí. Ya lo cojo. Solo que hay un problema, no me interesa.

. - serás cabronazo, ¿cómo que no te interesa?, ¿qué más quieres, tenerme a mí también?

. - pero hija, ¿qué dices? –dijo mamá-.

. - mamá, es una manera de hablar.

. - Fátima no va desencaminada –dije-.

. - Salvador, no pienso acostarme contigo, ni loca –dijo la aludida-.

. - yo tampoco me lo haría con una flacucha como tú. Me refiero a papá.

. - ¿cómo que a papá? –dijo el aludido-.

. - si no lo sabéis, os lo diré. Tengo amigos y amigas.

. - ¿y qué?, yo también los tengo –dijo Fátima-.

. - pues que con los dos tengo relaciones sexuales, leñe.

. - ¿qué te acuestas con chicos y chicas nos estás diciendo, hijo? –dijo mamá-.

Asentí, aunque mentía un poco. Con los amigos a lo más que habíamos llegado es a las mamadas, pero pensaba avanzar un poco más en ese aspecto.

. - como yo lo veo, estar haciéndomelo con mamá no es que ningún chico no lo deseara, porque es así, pero que encima esté su marido, papá, mirándonos, no me gusta tanto. Pero si interactuara con nosotros en la cama, la cosa cambiaría.

. - ¿estás hablando de penetración, hijo? –saltó papá-.

. - así es, papá. Y no sería solo de eso. Esa es mi condición para aceptar esta petición de vosotros tres. Yo no lo he pedido, que conste. Fátima estaría fuera del triángulo, porque no lo desea y yo respetaría eso. Como veo que estáis en shock, voy a dar una vuelta. Cuando regrese, ya me diréis algo.

Me levanté y los dejé con la boca abierta. Una vez en la calle, cogí aire y me dirigí al parque más cercano, para tranquilizarme yo también un poco. Con mi polla de nuevo a punto de reventarme los pantalones, me fui al baño a por lo menos intentar echar una meada si es que salía algo. La puerta de caballeros estaba cerrada a cal y canto, algo que jode cantidad cuando uno quiere usar unos baños públicos. Miré a mi alrededor y como estaba más solo que la una, empujé la puerta de las damas y entré. Coño, lo que vi allí no es algo que se viera todos los días. Una mujer estaba en el suelo haciendo esfuerzos para tener un crío, pues la mujer estaba más que preñada, preñadísima. Al ver que entraba alguien, se giró hacia mí y me gritó.

. - por favor, ayúdeme. He roto aguas.

. - coño señora –fue lo primero que se me vino a la boca- llamaré una ambulancia-.

Mientras me acercaba a la mujer que estaba en el suelo, saqué el móvil y marqué el 112. Me coloqué a su lado y la mujer atenazó una de mis piernas como si fuera un salvavidas.

. - por favor, ayúdame a tener mi hijo.

. - no, no. Espere a que venga la ambulancia –como si los críos esperaran el tiempo que hiciera falta-.

Cuando por fin la grabación al otro lado terminó de dar el coñazo de que, si iba a ser grabada la conversación, que, si para esto pulsara tal número, logré hablar con alguien con un chocho entre las piernas y no cables cibernéticos.

. - oiga, estoy en el parque La Libertad. Hay una señora que ha roto aguas en los baños y no hay nadie cerca. Manden una ambulancia rápidamente.

. - ¿es usted el marido?

. - ¿tengo voz de padre, coño?, me la he encontrado en el baño. Vengan rápido, joder.

. - no apague el móvil, le enviaremos una ambulancia de inmediato.

. - oiga, que es de tarjeta y apenas le quedan 3 euros.

. - no se preocupe, su llamada a urgencias solo le costará 45 céntimos de euro el tiempo que sea.

. - vale, vale. Pero no tarden, que esto está lleno de sangre por todos lados.

Un grito que me puso los pelos de punta me hizo poner el teléfono en el suelo y ver la cabeza de un alienígena que asomaba por entre las piernas de la mujer, pues se había subido la maxifalda a todo lo que daba. No llevaba bragas o si las llevaba, yo no las vi por ningún sitio.

. - Deja el puto teléfono y ayúdame, coño –soltó la mujer-.

. - ¿qué quiere que haga?

. - ponte entre mis piernas y tira de la cabeza.

. - ¿qué…?

. - que tires de la cabeza para ayudarle a salir.

. - pero señora, espere un poco.

. - ¿pero tú crees que el niño va a esperar a la ambulancia?, por favor, ayúdame.

. - vale, vale. Joder. Ya podía haberme ido a mear a otro sitio –dije bajito para mis adentros-.

. - que te he oído. Ya te recompensaré como se merece.

. - lo siento señora, pero no todos los días va uno al baño y se encuentra con este paquete. Bueno, al tajo.

Me coloqué entre las piernas flexionadas y abiertas de la mujer y me acerqué cuanto pude para agarrarle el cabezón al crio aquel. Cuando lo tuve entre las manos, el asquito que me daba se reflejaba en mi cara, no podía evitarlo. Estaba resbaladiza la puta cabeza con los líquidos de la placenta. A la tercera lo cogí bien.

. - ¿tiro de golpe o despacito? –pregunté-.

. - hazlo despacio, pero con fuerza.

Mientras la mujer soplaba y resoplaba, yo tiraba despacio. Y despacio, despacio, fue saliendo el cuerpecito del alien aquel. Cuando aún no había salido del todo, una bolsa de placenta o lo que fuera aquello, acabó de salir con el crío. Cuando estuvo en mis manos la criatura, solo la separaba de su madre el cordón umbilical. Entregué el crío a su madre y me levanté como si fuera la peste lo que había soltado. Joder, que guarrada era nacer fuera de un hospital.

. - gracias, gracias –la mujer pegó la carita del crío a la suya. Aquello era amor de madre y no otra cosa-.

. - señora, que el crío no llora –dije al verlo tan tranquilo-.

. - eso es cuando le cortes el cordón umbilical.

. - ah, pero eso que lo hagan los de la ambulancia, ya los oigo –dije mentirosamente-.

. - ¿cómo te llamas, hijo?

. - Salvador Morales, señora.

. - quiero que vengas al hospital para darte las gracias como se deben.

. - señora, no hace falta. No me debe nada.

. - al menos te daré la dirección de mi casa, por si un día quieres hacernos una visita al niño y a mí. Toma nota, vivo en…

Tomé nota mentalmente, no la apunté, sabiendo que me olvidaría y así no tendría que ir a ningún sitio. No soy yo de hacer visitas a domicilio de este tipo.

. - no olvides visitarnos. Me llamo Adela y le pondré al niño el nombre de Salvador.

. - muy agradecido, señora.

Ahora sí, la ambulancia atronó cerca y me acerqué a la puerta. Estaba hecho un asquito, la verdad. Más parecía un carnicero que alguien que había salido a dar un paseo. Con la mano llamé a uno de los enfermeros. Cuando llegaron junto a mí y me vieron lleno de sangre, no preguntaron una mierda. Entraron en el baño, resoplaron del desaguisado que habíamos hecho en aquel limpio baño. Limpio antes, que ahora estaba hecho una mierda. Se agacharon e inspeccionaron a la madre e hijo. Luego le cortaron el cordón umbilical, poniéndose el crío a berrear. Unas pinzas y listo. La subieron a la camilla entre los dos camilleros.

. - no te olvides de lo que te dije –dijo la mujer, cogiéndome la mano mientras pasaba por delante de mí-.

Cuando se la llevaron, me fui a uno de los lavabos y echándome jabón de mano en cantidad, me lavé las manos.

. - por Dios, ¿qué pasó aquí? –dijo una oronda mujer con pinta de ser la que limpiaba el baño-.

. - un parto, eso es lo que ha pasado, señora.

La mujer se dio cuenta de mi presencia y viéndome como estaba de ensangrentado, se me acercó.

. - pero si estás lleno de sangre, hijo.

. - es lo que le pasa a uno si hace parir a una mujer.

. - no puedes ir por ahí de esa guisa. Acércate a mi casa que está junto al parque y límpiate bien allí. Te puedes dar un baño tranquilamente, vivo sola.

. - no se preocupe señora, gracias, pero vivo cerca.

. - cerca, ¿dónde?

. - a cinco minutos de aquí.

. - eso no es nada cerca. Anda, toma la llave, mientras yo limpio este desaguisado. En cuanto termine y te hayas dado una ducha, te dejaré algo de ropa de mi hijo que ya no está.

. - no se moleste, señora.

. - déjate de tonterías –me cogió la mano y me puso el juego de llaves- es el número 16 de la calle Venezuela y no me rechistes más-.

Al final me convenció. La verdad es que estaba hecho una mierda y me daba grima ir por la calle todo ensangrentado. Fue cuando salió la placenta final, que me dejó hecho un asquito.

. - ¿el 16 ha dicho?

. - sí, el 16 de la calle Venezuela, junto al parque.

. - gracias, señora –le dije y salí-.

La mujer fue a por el cubo de la fregona, para empezar a limpiar todo aquello. La casa estaba a un tiro de piedra. Abrí y entré. No, no había un alma. Recorrí la casa y encontré el baño. Estaba impoluto, como correspondía a alguien que estaba sola, porque si tuviera un marido, olería a otra cosa aquel baño y no es que me eche piedras sobre los hombros, pero lo que tienen las mujeres hay que dárselo. Son más limpias que los tíos, pero un rato largo. Me desnudé y llevé a la ducha los pantalones y la camisa. Allí les eché champú en cantidad e intenté limpiarles la sangre, pero apenas conseguí expandirla más, así que la retorcí bien y la puse sobre el lavabo. Luego me di la ducha, sacándome el olor a crío recién nacido que no era nada bien oloroso, pese al resultado final. Cuando me di cuenta, casi se me caen los huevos al suelo. La oronda mujer había regresado, se había desnudado y la tenía junto a mí en pelotas. Ni la oí llegar.

. - hijo, hazte a un lado, que yo también tengo que ducharme.

. - pero señora...

. - no vas a tenerle miedo a una mujer solitaria como yo. Déjame que te limpie bien –dijo mientras cogía el champú y se echaba un buen chorro en una mano y comenzaba a restregarme el cuerpo- hay que restregar bien la sangre, que, si no, no sale.

. - señora, la sangre está en la ropa, no en mi polla.

. - calla, tonto. ¿Vas a decir que no te gusta que una señora de mis carnes te sobe bien la polla?

. - bueno, no esperaba este servicio extra, pero no me disgusta. ¿Cómo se llama?

. - Adelaida.

. - pues Adelaida, se lo permito si usted me permite hacer lo mismo con usted.

. - claro, hijo. Claro que sí.

Cogí una buena cantidad de champú y sobé bien aquellos súper-pechos que rebosaban por todos lados. Tenía un culo y resto del cuerpo enormes, no sabiendo donde meter mano. Ella se situaba en mi entrepierna, sobre todo.

. - ¿te gusta lo que te hago?

. - cómo le dije, no me disgusta, pero me gustaría más aún si usara su boca.

. - eso es lo que quería oírte decir –la mujer echó un buen chorro de agua sobre mis partes, para después cerrar el grifo y como si fuera una folla-niños, por la evidente diferencia de edad, tragarse mi tranca-.

. - muy bien, Adelaida. Lo hace muy bien.

Ella se separó un poco.

. - veo que no eres un novato.

. - no, no lo soy. Ya me la han mamado antes y ahora quiero metérsela hasta los huevos. ¿Nos salimos de aquí?, esto está muy estrecho para los dos –quería decir para ella, pero no tenía ganas de que se me echara atrás, ahora que la iba a descargar en un agujero muy calentito, cosa no esperada cuando salí de casa. ¿O sí?

Sonrió y nos echamos agua para quitarnos el champú. Luego y de la mano y sin secarnos siquiera, me llevó a su habitación. Apartó la manta y se tendió cuan larga era, abriéndose de piernas. La cama aguantó su peso, así que, sonriendo, me subí yo también. La estuve mirando unos segundos eternos. Era tremendo aquel cuerpo suyo. Todo eran exuberancias allí donde posara los ojos. Todo rebosaba.

. - ¿te gusta lo que ves?

. - creo que voy a perderme en su cuerpo.

. - y haces bien. ¿Cómo te llamas, querido?

. - Salvador.

. - ¿pues a qué esperas, Salvador?, fóllate a esta vieja gorda.

. - será un placer y nada de vieja gorda, solo encanto con carnes.

. - creo que cada segundo que pasa, me gustas más. Si te gusta follarme, puedes volver cuando quieras. He estado esperando a alguien como tú que no se ría de mis grasas y pueda dejarme como nueva.

. - yo no me río de sus carnes, yo me las follo –dije riendo-.

Me agaché entre sus piernas y levantándoselas como pude, metí mi boca entre sus labios vaginales. Aquello era enorme. Mi lengua trabajó duro allí abajo para conseguir que se corriera mi nueva amiga, la gordita limpiadora de baños.

. - ay…, ay…, ay…, aaaaaaahhhhhhh… sigue, sigue, aaaaaahhhhhh…

Le estuve dando lengua allí abajo, luego le bajé las piernas y me subí encima de ella, para ir comiéndomela, pubis arriba. Sus enormes mamas fue un deleite comerme, sus enormes pezones eran más que mamables.

. - mámame, mámame cuánto quieras.

Sí, la mamé y luego seguí subiendo hasta su cuello, para llegar a su boca, la cual retorcí con la mía, metiéndole la lengua hasta el tuétano. Sus mamas también retorcí bien mientras nos besábamos. Pronto tuve mi polla en el agujero vaginal y se deslizó coño adentro como si lo hubiera estado haciendo toda la vida en aquel súper-coño. Me la trabajé bien, haciéndola soltar orgasmos que tenía de viejo sin usar. No quería correrme en su chochazo, por lo que, a empujones, le hice dar la vuelta.

. - ¿me vas a dar por culo?

. - sí, es lo que sigue, Adelaida.

. - hazlo con cuidado, soy primeriza por ahí detrás.

Nada más dijo, le abrí el ojete con mis manos, apartando cantidad de carne grasienta. Allí metí mi lengua y disfruté de su culo, un culo que no había visto la luz en largos años, si no, nunca. Con mi polla en la entrada, se la fui enterrando lentamente.

. - aaaaaahhhhhh…, aaaaaaahhhhhhh…

No tenía ganas de detenerme ahora y seguí perforándole el culo hasta llegar al tope de mis huevos. Allí me detuve, mientras le sobaba bien las tetas y besaba su cuello. Ella respiraba fuertemente. Solo cuando fue cogiendo resuello, di por sentado que ya estaba bien de descanso y comencé a follármela analmente como Dios manda.

Cada vez con más ímpetu, le rompí el culo a aquella mujer que esperaba me adoptara en su coño.

. - aaahhh…, aaahhh…, aaaaaaahhhhhhh…, aaaaahhhhh…

. - ya acabo, ya acabo –dije follándomela hasta que sentí que la corrida llegaba-.

Me salí de su culo y llegándome a su cara, se la levanté y la puse a mamarme la polla. Entonces y solo entonces, me corrí largamente en su garganta. La mujer cerró los ojos y tragó cuanta leche le metí en ella. No me salí hasta que me la mamó bien. Luego me dediqué a comerme su culo, como después su chumino, que rebosaba jugo en cantidades industriales. Cuando regresamos al baño y nos dimos una nueva ducha rápida, dimos por terminada la primera follada entre ella y yo.

. - querido, la ropa no vas a poder salvarla. La sangre es muy cabrona para sacarla de las telas. Te daré algo de mi hijo, que murió a tu edad, aproximadamente.

. - lo siento. ¿De qué murió?

. - de leucemia.

. - ¿y el hombre de la casa?

. - cuando murió mi niño, desapareció.

. - vaya, es una pena.

Nos secamos y fue a ponerse algo encima.

. - ¿puedes quedarte sin ropa hasta que me vaya?, me gusta verla desnuda -le dije-.

. - si te gusta, a mí también –dijo meneando las tetas, mientras sonreía- vente y te daré la ropa-.

Fui con ella y no de la mano. Le puse la mano en su trasero, allí donde la había metido poco antes. Un par de dedos metí en su ojete.

. - eres muy malo, Salvador.

. - ¿te disgusta?

. - para nada. Puedes dejarla ahí cuanto quieras –dijo apretándome la mano contra ella y su ano, luego su mano libre me cogió la polla y fuimos de esa guisa a la habitación de su fallecido hijo-.

Soltó mi polla y sin que yo sacara mi mano de su ano, se agachó y abrió una cómoda. Sacó unos calzoncillos. Luego del armario, unos pantalones y una camisa. Todo ello sin sacar mi mano de su ojete.

Se apoyó en la cómoda, agachando la cabeza y levantando el trasero y giró la cara.

. - ¿no prefieres volver a darme por culo, querido?

. - ¿quieres que lo haga de nuevo?

. - ¿tú quieres?, ¿no es así?

. - me ha leído el pensamiento. No tengo mucha polla, pero sí para una follada rápida.

. - pues entonces, adelante. Disfruta de mi culo de nuevo, cariño.

Saqué mi mano de allí atrás y mientras le llevaba la mano a su boca para que me chupara los dedos, me posicioné para encularla. Una vez me lamió los dedos culeros, me dediqué a follármela de nuevo. Fue una follada rápida.

. - córrete en mi culo, la quiero ahí para recordar que un día vino un guapo mozo y me dejó satisfecha.

. - te la dejaré en tu ano, pero volveré otro día, de eso no tengas dudas.

Acabé corriéndome de gusto. Luego me salí y me la mamó hasta dejármela sin gota de semen. Ella cogió un pañuelo y se lo puso como tapón en el culo, para luego levantarse y ayudarme a vestirme. Al final le di unos lametones por todo su cuerpo, dejándola en la cama mientras yo abandonaba la casa con la ropa que había traído bajo el brazo. Cuando llegué con aquella ropa puesta que no era mía y la mía bajo el brazo, a mamá le faltó aire para pedirme explicaciones.

. - no es nada mamá. Es un préstamo de una amable señora.

. - ¿cómo que un préstamo?, ¿qué le pasó a tu ropa?

. - fíjate –extendí los pantalones primero y la camisa después, los calzoncillos decidí dejarlos en el cubo de la ropa sucia, no sabiendo por qué-.

. - pero hijo, está llena de sangre. ¿Estás herido?

. - no, mamá. Te explicaré. Fui al parque y decidí ir al baño, cuando…

Le expliqué por encima, sin muchos detalles, mi odisea como partero novato. Luego lo de la ropa de la gordita, sin especificar nada más sobre ella y lo que hicimos.

. - date una ducha y ponte ropa limpia. Luego lavaré esa que traes puesta para que puedas devolvérsela a esa amable señora. ¿La conozco?

. - no lo creo, es la primera vez que la he visto. No te preocupes por la ropa, ya se la devolveré otro día. Ese baño sí voy a tomármelo.

. - hijo, tengo una cosa que decirte.

Me frené y puse atención.

. - es sobre tu petición. Ya sabes, lo de papá y tú.

. - sí, lo recuerdo. Dime.

. - papá está de acuerdo.

. - gracias mamá, pero quiero oírlo de sus labios. ¿Dónde está?

. - en el baño.

. - vale.

Fui a seguir, pero me lo pensé mejor y regresé junto a mamá. Le tomé la cara y besé sus labios. Ella se quedó frenada, no sabiendo que hacer.  Seguí al baño. Allí estaba papá afeitándose. Ya se había cortado en varias ocasiones de lo nervioso que estaba.

. - hola papá. Te vas a hacer un asco la cara con tanto corte. Será mejor que entres en la bañera. Allí te afeitaré yo.

. - no hace falta, hijo.

. - insisto, papá. Ha dicho mamá que has aceptado. ¿Es eso cierto?

. - así es.

. - entonces no debe haber secretos entre nosotros. Anda, por favor, desnúdate y vente conmigo a la bañera.

Le cogí la espuma y la cuchilla. Luego abrí el armario y saqué el paquete de cuchillas extra que allí había y también las cogí, colocándolas sobre el asiento, que estaba junto a la bañera. Papá me veía haciendo todo ello, pero no se movía. Cuando me desnudé y pasé a la bañera, le miré a los ojos y comprendió que tenía que entrar, pues ahora era yo quien llevaba los pantalones en aquella casa. Le observé como se desnudaba mientras abrí el agua y fui llenando la bañera con agua mezclada a buena temperatura. Me senté en el fondo y esperé. Era un hombre hecho y derecho, solo con un problema, que no se le empinaba, algo que podía heredar si era heredable aquella sintomatología clínica cabrona. Cuando se desnudó en su totalidad, se acercó a la bañera y entró en ella.

. - siéntate en el fondo como yo, padre. Voy a afeitarte de arriba y de abajo. Luego tú me afeitarás a mí. ¿Te parece?

. - ¿lo crees necesario?, me refiero el afeitarme de abajo.

. - sí, la verdad es que me la pone dura, padre. ¿A ti no?

. - ya sabes que yo…

. - perdona, papá. Era un chiste desafortunado. Empecemos por tu cara. Jo, cuantos cortes.

. - es que estoy un poco nervioso. No todos los días tu hijo te va a dar por culo.

. - papá, no pienses en mí como un ogro. Soy tu hijo y lo seguiré siendo toda mi vida.

. - pero un hijo que se folla a su padre...

. - papá, papá. No haremos nada que tú no quieras hacer.

. - pero si…

. - olvida todo lo hablado hasta ahora y céntrate en lo que te acabo de decir. Ahora déjame afeitarte o te cortaré tanto como tú antes.

El agua ya llegaba hasta tapar mis huevos y cerré los grifos. Luego mojé la brocha y untándola de jabón, le llené de espuma la cara. Con cuidado de no infringirle más cortes, lo afeité despacio.

. - no está mal. Hasta pareces más joven. Ahora la parte de abajo.

. - pero no dijiste que…

. - que no haría lo de encularte, pero afeitarte, no es lo mismo, papá. Verás que hago que se te levante y podrás volver a coger las riendas de la felicidad de mamá.

. - Dios te oiga, pero ni con pastillas se me levanta el tiempo suficiente y encima, la Viagra no puedo tomarla por el puto médico.

. - no seas negativo. Quiero que me pongas tus piernas en mis hombros y tu polla delante de mi cara. Así podre afeitarte mejor.

Papá, rojo de vergüenza, hizo lo que le pedí, hundiéndose un poco más su torso. Sus piernas llegaron a mis hombros y su felpudo lo tuve bien cerca de mis narices. Su polla estaba a medio empalmar. De allí no subía. Cogí la espuma y lo embadurné bien. Luego lo fui afeitando, cogiéndole de vez en cuando la polla para apartársela y poder afeitarlo. Tuve que cambiar la cuchilla en cuatro ocasiones, pues nunca en su puta vida se había afeitado allí abajo y claro, aquello era como un bosque. Cuando conseguí dejarle sin un pelo alrededor de su polla y junto a su ano también, que hasta allí llego la cuchilla, di por terminado el afeitado.

. - listo, ahora me tienes que afeitar tú a mí, papá.

Papá se sentó de nuevo y ahora fui yo quién me hundí un poco hasta ponerle la polla en las narices y las piernas en sus hombros. El hombre cogió los útiles y después de tomar aire, comenzó a afeitarme. En el salón, mamá estaba viendo o al menos, intentaba ver la televisión. Fátima llegó a su lado.

. - ¿llegó Salvador?

. - sí, está en el baño.

. - ¿y papá?

. - también está en el baño.

. - entiendo.

. - hija. ¿Hemos hecho bien papá y yo en pedirle esto a Salvador?

. - mamá, era Salvador o alguien desconocido pululando por la casa.

. - no se hija, no sé. Siento como si fuera a violar a mi hijo.

. - no pienses eso mamá. Salvador es ya mayorcito y si no quisiera, no se hubiera metido. Todo saldrá bien o eso espero, de verdad.

. - y yo también, hija. Yo también.

Mamá y Fátima se abrazaron y lloraron sin pronunciar sonido alguno. El almuerzo transcurría en silencio, cosa rara entre nosotros.

. - esto parece un velatorio. Alegrad esas caras, tú también, Fátima.

. - perdona, no he oído el chiste de rigor.

. - déjate de chistes. Hemos hecho un trato, pero no debemos estar de luto por ello. Mamá, papá, si queréis romperlo en cualquier momento, no tenéis más que decirlo y volvemos a como estábamos antes.

. - el trato se mantiene, hijo –dijo papá- ¿verdad, querida?

. - desde luego, mi amor.

. - perfecto. Mamá, siempre he sentido que vistes de una manera que no atraes a los tíos. Aun eres joven para presumir de ese cuerpo que Dios te ha dado. Irás con Fátima y compraréis ropa luminosa, para que pueda estar orgulloso de mi madre. Otra cosa, en casa no uses sujetador, no lo necesitas.

. - ¿sin sujetador, hijo?, se me verán los pechos.

. - pero mamá. Que no te has caído de una higuera. ¿Cómo puedes decir eso?, usa la ropa adecuada para resaltar esos pechos, pero sin que se transparenten, pero que digan, aquí hay una tía buena, comedme.

. - ¿qué opinas, querido? –le dijo mamá a su marido, o sea, a papá-.

. - querida, ahora lleva Salvador los pantalones en esta casa.

. - como quieras. De acuerdo, así lo haré.

. - ¿puedes quitarte ahora el sujetador, madre?

. - ¿ahora?, ¿aquí, en la mesa?

. - papá ya te ha visto desnuda, Fátima también y yo ocuparé el lugar de papá. No veo por qué no.

. - como quieras, hijo.

En la misma mesa se sacó la camiseta blanca que llevaba. Su sujetador era una fortaleza volante, nada bonito la verdad.

Se desenganchó el sujetador por delante y vi por primera vez los pechos de mamá en todo su apogeo. Eran preciosos y nada grandes, ni pequeños tampoco.

. - espera un segundo, mamá. Deja que los vea un momento. Son preciosos y no se te caen. ¿Por qué los escondes, entonces?

. - hijo, soy una mujer casada.

. - eso no quiere decir que parezcas algo que no eres. Ahora ya puedes ponerte la camiseta cuando quieras.

Se la puso y los pezones se marcaron en la tela de la camiseta.

. - fíjate, papá. ¿Está mamá ahora más buena que antes o no?

. - hijo, no preguntes cosas obvias.

. - ¿lo ves, mamá?, hasta papá nota que estás más deseable. ¿Tú que dices, Fátima? ¿cómo está mamá ahora?

. - que, si ella va por la casa sin sujetador, yo también iré así.

. - tú puedes hacer lo que te plazca, menos ir en pelotas por la casa.

. - ¿y por qué iba yo a ir en pelotas por la casa?

. - lo digo por si acaso te entran ganas de hacerlo. Sigues siendo la mocosa de la casa.

. - oye, que ya cumplí los 18 años y solo una hora menos que tú, tontaina. Ya no soy una mocosa.

. - lo que tú digas.

. - que te den –dijo Fátima y se sacó el sujetador sin quitarse la camisa de botones, enseñando sus preciosas tetas-.

. - hermanita, enseñas demasiado.

. - ¿por qué dices eso? –dijo mirándose ella misma y se tapó con las manos- coño, es verdad-.

. - mira que eres tonta. ¿No sabías que llevabas una camisa transparente encima de tu sujetador?

. - se me olvidó

Fátima se levantó y se dio la vuelta. Allí mismo volvió a ponerse el sujetador, para sentarse de nuevo.

. - así está mejor. Puedes ir sin sujetador en casa, pero sin enseñar los pechos, hermanita.

. - ¿tengo tu permiso para ello, papá?

. - no me lo preguntes a mí, sino a Salvador.

. - ¿tengo tu permiso para ir sin sujetador, hermanito?

. - claro, hermanita. Una cosa quiero preguntar a mamá y a papá. ¿Puedo dejarte preñada?

Papá y Fátima saltaron como un resorte.

. - no –gritaron ambos-.

. - sí –dijo mamá-.

. - ¿no?, ¿sí? ¿con qué me quedo?

. - pero querida. ¿Un hijo con tu hijo?, saldrá tonto.

. - no necesariamente. Para eso se hacen pruebas. Al menos el primero y que será el único que tenga con nuestro hijo Salvador, no saldrá tonto como dices, querido. Hay métodos para evitarlo. Y ya que voy a hacer el amor con mi hijo, quiero un hijo suyo.

. - gracias, mamá. Me gustará ser padre-hermano de un niño como el que hoy ayudé a traer al mundo.

. - ¿cómo qué…? -estaba a punto de preguntar Fátima, pero mamá le explicó a ella y a papá lo del baño del parque-.

. - vaya, hermanito. Estás lleno de sorpresas y positivas, para variar.

. - que consté que casi me obligó la mujer, que, si hubiera sido por mí, las patas me llegarían al culo –dije riendo, los demás también-.

. - tú no eres capaz de hacer algo así. Lo sé –dijo Fátima y se levantó de la mesa y me dio un beso en una mejilla-.

. - ¿y esto, por qué, si tú nunca me has dado un beso?

. - te lo mereces por bueno. Lo que voy a disfrutar contando lo de que has traído al mundo a un bebé.

. - oye, ni se te ocurra.

. - ya lo verás.

. - mamá, dile algo a tu hija. No tengo ganas de ser el hazmerreír del instituto.

. - Fátima, ya le has oído. No lo divulgues si no quiere.

. - Salvador, eres un aguafiestas. Podrías ser el tío más famoso del instituto.

. - eso es lo que no quiero. Me gusta estar en la sombra y que nadie me señale con el dedo.

. - chicos, os dejo. Estoy cansado –dijo papá- voy a dormir la siesta-.

Papá se levantó y se fue de la cocina. Mamá se levantó también y se puso a recoger los platos. Yo la ayudé. Hasta Fátima estaba más solícita y se puso a fregarlos.

. - hija, esto es nuevo. El verte fregar me ha alegrado el día.

. - mamá, hoy han cambiado muchas cosas. Yo también tengo que cambiar y te ayudaré más en la casa.

. - gracias, mi amor. Hasta Salvador ayuda en la cocina. Teníamos que haber hecho estos cambios hace tiempo –dijo mamá-.

. - no te pases, mamá, que papá no pone lavadoras.

Los tres reímos.

. - Fátima, mira hacia otro lado –le dije a mi hermana-.

. - ¿para qué diablos…? -no terminó de decir la frase, pues yo ya estaba levantándole la camiseta a mamá y mamando de uno de sus pezones, Fátima se dio la vuelta al fin-.

Dejé aquel pezón para irme al otro y también disfrutarlo.

. - ¿puedo ya mirar?

Bajé la camiseta de mamá.

. - sí, ya puedes, canija.

. - ¿va a ser siempre así?, ¿tener que darme la vuelta cada vez que os queráis?

. - ¿te molestaría si lo hiciéramos delante de ti, hija?

. - no, mamá. Ya soy mayorcita.

. - ¿estás segura, hermanita?, soy muy fogoso cuando me lo propongo.

. - no os preocupéis por mí. Vosotros a lo vuestro.

. - después no digas que no te hemos avisado, mocosa.

. - que no me llames mocosa, leñe. Ya soy mayorcita y tengo tetas como mamá.

. - como mamá, no.

. - sí, como mamá.

. - pues comparémoslas –dije levantándole la camiseta a mamá y dejándoselas a la vista- veamos las tuyas entonces-.

Fátima se dio la vuelta y se sacó el sujetador. Luego se desabrochó la camisa y nos dejó verlos.

. - ¿tú qué opinas, mamá?

. - que todavía te faltan algunos años para llegar a como yo los tengo.

. - ya lo has oído, Fátima. Son una mierda pinchada en un palo comparados con los de mamá.

La chica se puso a llorar y salió disparada hacia su habitación.

. - Salvador, no debiste decirle eso a tu hermana. Ya la has hecho llorar.

. - perdona mamá, he sido un estúpido. Iré a pedirle perdón. Te dejo con los platos, lo siento.

. - no, si ya sabía yo que me tocaría fregar los platos como siempre -dijo sonriendo. Volví a levantarle la camiseta y comerme sus pechos, para luego besar su boca largamente, luego fui en busca de Fátima-.

Estaba tirada en la cama, llorando. En aquella posición le pude ver el nalgar y algo más que el nalgar, su chumino, pues no llevaba bragas encima. Me senté a su lado.

. - perdóname, Fati. He sido un tonto. He mentido, tienes unos pechos preciosos, iguales a los de mamá.

. - ¿de verdad? ¿no mientes para hacerme sentir mejor?

. - no, es verdad. Son muy bonitos.

. - Salvador, ¿quieres besármelos como besaste los de mamá?

. - nena, soy tu hermano.

. - ¿conmigo no y con mamá sí?

. - vaya, me cogiste. Vale, pero solo un poquito.

Fátima se sentó de inmediato y se desabrochó la camisa, poniéndome los pechos en la cara.

Sonreí y fui cogiéndole los pechos y besándoselos cada uno durante unos eternos segundos. Luego le besé en la frente.

. - ¿contenta?

. - sí, pero no me has besado en los labios como a mamá.

. - Fati, por favor.

. - porfa…, porfa... no te molestaré más.

. - ¿lo prometes?

. - por lo que quieras –dijo levantando dos dedos-.

. - vale.

Ella cerró los ojos y mis labios se pegaron a los suyos. Fue un beso suave y sensiblemente más largo del que me hubiera gustado darle, pero tenía unos labios…

. - bueno, ya está. Ahora compórtate.

. - lo haré, Salvador.

. - otra cosa, Fati. Ponte bragas dentro y fuera de la casa.

. - ¿me lo has visto?

. - era imposible no verlo.

. - ¿te ha gustado?

. - ¿vuelta a empezar?, me prometiste comportarte.

. - vale, me callo. Pero ¿a qué te ha gustado?

. - eres de lo que no hay. Sí, es muy bonito, pero ponte bragas, que ya sabes cómo se pone mamá con esas cosas.

. - dile que no lleve bragas en casa y así, yo podré hacer lo mismo.

. - mejor no. Me viene a la cabeza que tenéis la regla las mujeres y mamá aun seguro que la tiene también. Así que ponte bragas y lo que sea para no manchar. ¿Me lo prometes?

. - si me das un beso ahí abajo, sí. Si no, no.

. - eres imposible. No tienes palabra.

. - espera, espera. Que sea en los pechos y en la boca entonces.

. - Fati, Fati. No seas así, por favor. Me lo estás poniendo muy difícil. Anda, duerme la siesta y deja esa cabecita loca que descanse un poco.

. - ¿no te gustó como con mamá?

. - mira que eres pesada, pero de verdad –me levanté y me dirigí hacia la puerta, si no, aquella hermanita mía me haría hacer cosas que no deseaba, al menos, por ahora.

No había traspasado la puerta cuando la oí hablar.

. - uf, que calor –y se abanicaba con su falda, enseñándome todo su felpudo y más allá. Sonreí y meneé la cabeza, ella también. Seguro que se dijo que ya me tenía en el bote y seguramente, así era.

A mamá le dio tiempo de terminar de fregar y hasta de darse una ducha rápida. La encontré en su dormitorio, junto a su marido, cara con cara.

. - dejadme sitio.

Me subí y me metí entre los dos, desplazándolos un poco. Bajo la manta me saqué la ropa y la tiré fuera de la cama. Lo siguiente fue sacar la manta de encima y llevarla a los pies de la cama. Pronto dejé a mamá sin ropa encima, mientras papá no perdía detalle. No se dijo una palabra, ni falta que hacía. Me hice dueño de mi feudo, llámese cuerpo de mamá, para disfrutar y hacerla disfrutar. Pronto los gemidos de mamá no pudo reprimirlos más y se dejó llevar. Mi lengua entre sus piernas la hizo gritar como no lo hacía desde hacía tiempo, su marido lo sabía muy bien.

. - ¿me sustituyes, papá?

. - ¿qué?, ¿cómo?

. - aquí, entre las piernas de mamá. Ven, no seas solo mirón y ayúdame a satisfacer a mamá.

Papá por fin se movió y metiéndose entre las piernas de mamá, usó su lengua y de nuevo ella disfrutó de un trabajo bien hecho. Yo no iba a estar sin hacer nada. Sus pechos primero y su boca después, me comí para seguidamente ponerla a mamarme la polla como Dios manda. Papá dejó un segundo de comerle el chumino, para mirar lo que mamaba su mujer, para volver a sus quehaceres entre las piernas de su esposa.

. - muy bien por los dos. Ahora mamá, quiero que se la pongas dura a papá.

. - hijo, sabes que no durará –dijo papá-.

. - aunque no dure, mamá debe disfrutarla también, aunque sean unos segundos. ¿Puedes correrte, papá?

. - no, no puedo.

. - no importa. Mamá, adelante.

Mamá se fue a por la polla de su marido y se la mamó hasta ponérsela en buena forma. Fueron segundos, pero suficientes para que papá se sintiera el rey del mundo. Cuando bajó, también bajó su ego, pero algo es algo, dijo un calvo. Mamá iba a reincorporarse de nuevo y se lo impedí. Así, a cuatro patas, estaba de muerte. Su culamen fue un deleite llevarme a la boca y eso ella lo sabía, pues se corría que era un gusto para mi olfato.

. - papá, ponte debajo de su vagina, mamá está corriéndose cantidad. Date prisa, por favor.

Papá hizo lo que le pedí y se tomó el jugo que fabricaba su mujer y que llevaba largo tiempo sin tomarse. Yo insistí en su culamen hasta que decidí estrenarlo con mi polla. No le avisé y le enterré la polla en su ano.

. - aaaaahhhhh…, Salvador. Me duele…, me duele…

. - aguanta mamá. Verás lo que disfrutarás más adelante.

Me hice el loco y me la follé como quise. Más le daba, más jugos fabricaba y su marido más recolectaba. Cuando me vino la corrida, me vacié en una de sus nalgas. Ella sintió el calorcito de mi semen. Seguidamente me lo tomé directamente, tragándome mi ya conocida leche de huevos. Al final la puse a comerme la polla hasta dejarme seco. Cuando todo acabó y sin decir una palabra, hicimos la siesta como Dios manda. Todo ello fue visto por un par de ojos de hermana, que desapareció una vez acabada la sesión.

(Parte 1 de 30 )

FIN