Soy tuya. Úsame. Haz conmigo lo que quieras
Te conocí al salir la oficina y desde el primer momento lo tuve claro: tú no eres de los que preguntan. Eres un macho de verdad de esos que no preguntan si estás casada o si tienes derecho a follarte. Sabes que lo tienes y me follas.
Me has follado sin decir palabra. No hacía falta. Me has mirado en el bar donde comía y he mojado el coño. No sé nada más. Excepto que he dejado la comida a medio y te he seguido.
Y cuando has entrado en el hotel he subido a la habitación detras de ti y una vez dentro, me has desnudado y follado sin decir ni una palabra. Podría decir que me has violado, pero no ha sido cierto porque yo te incitaba a que me follaras duro, sin tregua, sin pausa, sin mimos, sin compasión. Sólo me he atrevido a decir: “Destrózame el coño para que el cornudo de mi marado vea lo que es un macho de verdad”. Sólo eso. Me has follado el culo varias veces y de todas las posturas porque yo te lo he ofrecido para que me lo violes. Pero cuando me he corrido de veras ha sido cuando me has follado el coño una y otra vez, y otra. Y otra.
Sabías que soy tuya, que no me conoces pero lo sabes. Sabes que mi coño es tuyo, que mi coño te pertenece, que puedes follarme cuando quieras, como quieras y donde quieras. Y lo has hecho sin decir ni una palabra. Sabes que tienes ese derecho, que nadie te ha concedido. No lo necesitas. Lo tienes. Y lo sabes. Eres un hombre de verdad, un macho. Sé que quizás mañana te vuelva a ver. O quizás no te vuelva a ver jamás.
Pero también sé que en cuanto me veas me podrás follar sin decir palabra. Porque soy tuya, de tu uso personal. Y lo sabes. No sé si te volveré a ver, pero mi coño rezuma por ti, por un macho de verdad que no tiene que preguntar ni pedir permiso para follar a la mujer que desea. Porque tienes ese derecho. Y lo sabes. Y yo lo sé. Y la próxima vez, si te veo, te seguiré a donde vayas y seguiré sin decir palabra. Sólo me atreveré a decir: “fóllame sin piedad. Úsame. Soy tuya. Haz conmigo lo que quieras”.