Soy tuya
Me encantó sacarle uno de los orgasmos más espectaculares que nunca haya visto. Squirting
Esto ponía en el papel que Ana llevaba pegado en la espalda.
Me llamo Guillermo, vivo en la zona del levante, me encantan los relatos eróticos, y desde hace poco me he decidido a compartirlos con todos vosotros. Espero que os guste mi última experiencia vivida con Anna, una asidua lectora de esta página, que contactó conmigo después de publicar uno de mis relatos.
Ella es una chica muy guapa, casada, tiene mi misma edad, 35. Mide alrededor de 1.65, morena con el pelo rizado, tiene unos pechos pequeñitos pero muy duritos, coronados por unos pezones deliciosos, que nada más excitarse se ponen duros como piedras. Creo que es la mujer con más sensibilidad en sus pezones, nada más rozárselos es como si una corriente recorriera su cuerpo. Tiene un culo precioso, duro y prieto de trabajárselo bien en el gimnasio. Y finalmente, para no extenderme más, os diré que tiene un coñito muy sabroso. Cuando se excita se moja muchísimo, y eso a mí me vuelve loco.
Habíamos quedado ya en tres ocasiones para tener sexo en su hora del almuerzo. Nos veíamos en un sitio tranquilo, ella pasaba a mi coche, y allí entre besos, caricias y lamidas, terminábamos los dos desnudos follando como locos.
Pero el coche cansa, cuando no hay otra cosa es bienvenido, pero a los dos nos apetecía pasar un buen rato disfrutando el uno del otro en una buena cama, espaciosa y cómoda donde poder dar rienda suelta a todos nuestros instintos.
Por fin cuadramos nuestros horarios, y el jueves 20 de Marzo, a las 10 en punto de la mañana estaba esperando en la cafetería del hotel elegido, con mi móvil en la mano, aguardando el mensaje de ella, indicándome el número de habitación que nos habían dado.
A los dos nos encantan los juegos, y yo le había preparado en mi maleta algunas sorpresas, pero ninguna como la que me esperaba a mí.
A los pocos minutos llegó el ansiado mensaje, simplemente ponía: “Habitación 303”.
Yo me encaminé hacia los ascensores, marqué la tercera planta y recorrí un corto pasillo, que me llevó nerviosamente a empujar la puerta de la habitación que se encontraba entreabierta.
Era una pequeña habitación, nada lujosa, pero si muy limpia. Había una cama pequeña en un lateral y en el centro se encontraba la cama de matrimonio, en el fondo había un pequeño baño y un ventanal totalmente abierto con una cortina roja corrida, que le daba un toque de luz rojizo adecuado para la ocasión.
Pero la visión que me vuelve a la mente una y otra vez fue encontrarme a Anna, totalmente desnuda en la cama, puesta a cuatro patas, con el culo muy en pompa, con un pañuelo de raso negro atado en los ojos, y un cartelito pegado en la espalda que ponía: “Soy tuya”.
Ante esta situación, os juro que dudé seriamente en abalanzarme sobre ella y empezar a follarla a lo bestia, rápidamente. Pero decidí bien, y pensé en aprovechar el momento y disfrutar lo máximo posible de su cuerpo expuesto para mí.
Me quité la ropa con cuidado, sin hacer mucho ruido para que ella no supiera donde estaba, me acerque poco a poco, admirando su sexo completamente empapado, empecé a pasarle mis dedos desde la punta de sus pies, por la cara interna de sus muslos, subiendo hasta rozar su sexo levemente, ella arqueó la espalda más si cabe para ofrecerme un mejor alcance a todo su coñito.
- Que ganas tenía de tenerte así, toda para mí, en una buena cama.
Le dije mientras continuaba acariciándola toda la espalda, bajando para pellizcar levemente sus pezones. Mis manos volvieron a bajar hacia su culito, y mientras con una mano empezaba a penetrarla con dos dedos, con la otra empecé a pegarle palmaditas en el culo, diciéndole:
- Vas a portarte bien, y a obedecerme en todo, verdad perrita?
- Ummm, si soy tu perrita cachonda, hazme todo lo que siempre has deseado. Me contestó
Yo me volví a levantar, y saqué de mi maleta una cuerda, bastante suave. La hice colocarse de rodillas sobre la cama, con las manos detrás en la espalda, apoyadas sobre su culo.
Empecé a pasarle la cuerda por sus hombros, rozando sus pezones, la bajé por su vientre, se la puse entre las piernas, la doblé de manera que quedaran dos extremos por delante de su coño y dos por detrás de su culo, y entonces empecé a rozarle con la cuerda la cara interna de sus muslos, subiendo poco a poco hasta rozar sus labios mayores, y cada vez tensando más la cuerda hasta que se metió dentro de su rajita, yo la movía con destreza al mismo tiempo que ella acompañaba mis labores con un movimiento de su cadera adelante y atrás, favoreciendo la fricción de la cuerda en su clítoris.
Ella jadeaba cada vez más rápido, estaba muy excitada, pero no quería que se corriera aún, quería mantenerla en ese punto donde no hay retorno, el máximo tiempo posible. Por ello, paré de masturbarla con la cuerda, y en un movimiento rápido le até las manos por detrás del culo, y con los extremos sobrantes se la até a los tobillos.
Saqué de mi maleta un cuadradito del mejor chocolate negro que había en el supermercado, y se lo puse en la boca. Ella aún con los ojos tapados, tardó unos segundos en percatarse de lo que era, pero lo aceptó con una sonrisa.
Mientras lo deshacía en su boca, yo me puse depie con mi polla bien dura apuntando a su cara, y empecé a masturbarme lentamente, de vez en cuando le acercaba la puntita a la mejilla y se la volvía a retirar, cuando hubo terminado con el chocolate, le dije que abriera bien la boquita, y muy poco a poco fui metiéndole mi polla en su boca, para empezar a meterla y a sacarla muy lentamente. Le estaba follando la boca, con mi polla de sabor de chocolate. Fui aumentando el ritmo cada vez más rápido, ella aguantaba como podía mis embestidas en su pequeña boquita, dejando escapar gran cantidad de babas, que yo recogí con mis manos para llevarlas a su coñito, y empezar a masturbar de nuevo, con mucha rapidez.
- Cabrón, quiero que me folles ya, estoy muy caliente. Me dijo entre jadeos.
Yo me arrodillé junto a ella, con mi polla rozando continuamente la entrada de su coño, le quite el pañuelo de los ojos, y mirándola fijamente la bese con fuerza, metiendo mi lengua buscando la suya, para entrelazarlas en un lujurioso beso, al mismo tiempo que le mantenía la cara agarrada con mis manos, le iba pegando pequeñas palmaditas en la mejilla, diciéndole:
- Así que mi perrita quiere polla, verdad?
- Siiiiiiii, soy tu perrita y quiero que me folles.
- Plaff,- le pegué una bofetada un poquito más fuerte-
- Soy tu perrita y quiero que me folles….
- Muy bien perrita, quieres polla y la vas a tener, pero te la tienes que ganar, te voy a follar, pero tienes que elegir donde. Tienes dos opciones, salir al balcón, apoyarte en la barandilla con el culo en pompa, o salir al pasillo y colocarte en el suelo a cuatro patas.
Ella me miró con una cara mezcla de sorpresa, miedo y excitación. Dudó unos segundos, y levantándose de la cama se asomó un poco por el balcón, para al final dirigirse hacia la puerta, abrirla sigilosamente, sacar la cabeza fuera, mirar a ambos lados y mirándome a los ojos me dijo:
- Ven a follarme cabrón…
Yo me levanté rápidamente, poniéndome una goma en mi dura polla, salí al pasillo del hotel donde la encontré a cuatro patas, con la cabeza mirando hacia atrás, esperando recibir su tan ansiada polla.
Se la clavé de un solo golpe, al mismo tiempo que emitía un sonoro gemido que seguro se oyó por todo el hotel, empezando a bombearla con fuerza.
Yo estaba en cuclillas, le metía y sacaba mi polla con rapidez, al mismo tiempo que ella abría más las piernas para facilitarme la penetración. Mi postura era bastante forzada, por lo que a los pocos minutos, me levanté, y ayudándola a incorporarse, entramos de nuevo en la habitación.
- Vamos a terminar esto como se debe, te la has ganado perrita…. Le dije.
Acostándome sobre la cama boca arriba, le indiqué que se sentara en mi cara, tenía ganas de probar su coñito mojado una vez más en mi boca:
- Fóllate mi lengua
Le dije mientras la sacaba al máximo y extendía mis manos para alcanzar sus pezones. Ella cerró los ojos, y empezó el vaivén de caderas aumentando más y más el ritmo, hasta que no pudo más y hundió definitivamente su coño en mi cara para correrse como muy pocas veces lo había hecho en su vida.
Poniéndola de nuevo a cuatro patas, sobre la cama, tal y como me la había encontrado al principio de la mañana, empecé de nuevo a follarla bien follada, mi polla se acoplaba perfectamente a su coñito, y desde mi posición tenía una visión privilegiada de nuestra follada.
Ella sacó un pequeño vibrador que lleva siempre en el bolso, y mientras yo la follaba salvajemente, empezó a masturbarse el clítoris.
Entre metida y sacada le iba pegando pequeñas palmaditas en su culo, de vez en cuando paraba, pasaba mi lengua por su coño, le metía dos deditos, le escupía y volvía follarla con más fuerza, de vez en cuando mi dedo pulgar, pasaba por la entrada de su culito aún virgen, y lo acariciaba, intentando entrar.
En una de estas embestidas, ella empezó a jadear con más fuerza, yo aumenté más el ritmo de mi follada, hasta que alcanzó su segundo orgasmo entre gritos y espasmos. Al mismo tiempo que saliéndome de ella, me quité el preservativo, y poniendo mi polla delante de su cara, empecé a pajearme frenéticamente hasta que no pude más y me corrí como un animal sobre su carita roja de excitación.
Caímos los dos exhaustos en la cama, donde permanecimos sin hablar durante unos minutos. Después nos duchamos los dos juntitos, enjabonándonos mutuamente. Despues de un buen rato, mi polla ya estaba dura de nuevo.
Volvimos a la cama, la puse de rodillas, le ate las muñecas a los tobillos, con mi mano levante su barbilla, y mirándola a los ojos le dije:
- Ahora voy a follarte la boquita
Ella sonrió, y abriendo bien la boca recibio mi polla con ansia, la metía y la sacaba lentamente, hasta el fondo de su garganta, una y otra vez. Cada vez que llegaba al fondo aguantaba unos segundos para sacársela de golpe. Me encantaba ver su saliva derramándose sobre sus pechos. Mi polla estaba a tope, superdura, y ella cada vez mas caliente.
Sacaba mi polla llena de sus babas y sin manos, con golpes de cintura le pegaba en las mejillas, era todo un espectáculo. Le follé la boca durante media hora, sin prisa, disfrutando del momento. No aguantaba mas estaba a punto de correrme, se la metí de nuevo hasta el fondo de su garganta y la follé a tope, saqué la polla notando que me corría y la derramé toda en su frente, ojos, nariz......fue una corrida brutal, y como no quería que se desperdiciara nada, cogí una cucharilla de café que había guardado en el desayuno y con mucha delicadeza recogí toda mi leche, dándosela en la boquita para que la saboreara lentamente.
Con la cucharilla aún en la boca, la desaté, pasé una mano por su coñito. Aquello era el infierno, caliente, mojado como nunca antes había visto, inmovilizándola con mis brazos y piernas metí dos de de mis dedos en su coño, empezando a follarla salvajemente. Quería un squirting, quería que me diera sus flujos. Le metí los dedos a conciéncia, ella aullaba de placer y cuando noté que brotaba su jugo paraba y le pegaba palmaditas en el clítoris, esto aumentaba su placer.
El primer chorro de su coñito apenas mojó las sábanas, pero después de varias palmaditas en su clítoris y varias folladas más con mis dedos conseguí sacarle un chorro espectacular que mojó por completo las sábanas de la cama. Fue brutal, nunca antes vi a una chica correrse así, incluso ella se quedó sorprendida y eso que era una experta en el tema.
Fue una mañana muy bien aprovechada.
Espero que les haya gustado, agradezco votos y comentarios, positivos o negativos son siempre constructivos.