Soy tu puta. mi Amo. Que no se te olvide.

Soy tu puta, mi Amo. Tengo que repetírtelo continuamente porque se te olvida y no me tratas como debes, como te suplico que hagas. Como me merezco pues soy tu puta sumisa y quiero que no se te olvide jamás.

Y cuando me he despertado esta mañana, me he encogido bajo las sábanas para bajar a tu entrepierna, coger tus polla y metérmela en la boca para despertarte como hago todo los días chupándotela y lamiéndola, pues me vuelve loca que lo primero que veas y sientas al abrir los ojos, es a tu puta esclava con tu polla metida en mi boca. Y cuando he visto que ibas a correrte, he parado de pronto para evitarlo, porque quiero que estés excitado y ardiente. Te necesito así para mis planes.

Así que te he preparado el desayuno, como siempre, y mientras te lo tomabas he cogido un abrigo de pieles que tengo desde hace tiempo, me lo he puesto por encima y lo he abierto para enseñarte mi cuerpo mientras desayunas, porque sé que tú sabes lo que significa para mí ese abrigo, lo que me gusta que hagas con él, porque te lo he comentado y escrito muchas veces en el blog que tengo para que cuando lo leas, sepas qué hacer. A qué atenerte.

Porque eres un buen chico, pero se nota que al final te has enamorado de mi y te has ablandado. No eres el amo duro que yo necesito, y quiero que aprendas de una vez que soy tu puta. Tu pu-ta. Pero no pierdo la esperanza de que por fin lo aprendas, porque poco a poco vas avanzando y estoy sacando el amo que sé que llevas dentro.

  • Soy tu puta, mi Amo -te he dicho mientras te enseñaba mi cuerpo bajo el abrigo-. Puedes hacer conmigo lo que quieras porque estoy para servirte y para que te sirvas de mí.

Y tú has sonreído y has seguido desayunando, pero cuando has acabado te has vestido, me has llevado a la puerta de la casa y has cogido un rotulador para pintarme en la barriga, bajo mis tetas, "30 euros".

  • Es un precio muy bajo, mi Amo.

  • Tú todavía no eres puta de lujo.

Y luego me has cogido de la mano y hemos bajado a la calle donde me he sentado a tu lado vestida solo con el abrigo de pieles. Y he abierto los muslos y el abrigo para que puedas mirarme, ver mis tetas, mis muslos, mi coñito depilado como a ti te gusta, recortado, pero no rasurado.

Y cuando hemos llegado a una carretera de las afueras me has dicho que salga.

  • Para qué.

  • Sal y ponte en el borde de la carretera ofreciéndote a los coches que pasen, como si fueras una puta. Demuéstrame que es verdad eso que tanto dices y quieres.

Y he salido, algo sorprendida, porque no me lo imaginaba. Pero me he puesto en la carretera y he comenzado a pasear por el borde, hasta que ha pasado un coche con unos chicos jóvenes, y he abierto mi abrigo para ofrecerme desnuda con el precio de 30 euros marcado en mi cuerpo.

  • ¿Sólo 30 euros? –me he preguntado un chico.

  • Sí, sólo eso.

  • ¿Puedo comprobar el género? -me ha preguntado.

Y le he dicho que no con la cabeza, pero cuando he mirado adonde estabas, un poco más allá, tú me has dicho con la cabeza que sí, que deje que me manoseen. Y yo he consentido que ellos me tocaran las tetas, los muslos y el coñito. La verdad es que me he mojado en el acto y he tenido que ir pasando por todas las ventanillas para que los cuatro me tocaran y comprobaran el género, mi cuerpo exhibido, que estaba ya a punto de correrse porque me sentía usada, exhibida y expuesta a los demás. Por ti. Por tu capricho, como debe ser.

Manoseada por cuatro tíos y en público. Muy excitada, hasta el punto de que cuando estaba ya a punto de correrme, has aparecido tú con una placa de policía falsa, se la has enseñado y ellos han acelerado de pronto y han huido de allí a toda velocidad.

Y tú me has dado un tierno beso en los labios, me has dicho que lo he hecho muy bien, que me he comportado como una puta y has vuelto al coche para seguir mirando como me ofrecía a varios coches que, tras parar, comprobar el precio y manosearme por las cuatro ventanillas, tenían que huir al verte con la placa.

Creo que fui manoseada por más de treinta tíos y no pude correrme porque me lo impediste. Y así estuve, hasta que me cogiste, me llevaste tras un árbol, me arrodillaste ante ti para coger mi cabeza con tus dos manos, meter tu polla en mi boca, y follártela como te gusta hacer, hasta que te corriste en ella a borbotones.

Y luego, cuando creía que ya nos íbamos a casa, sacaste un rotulador y pintaste sobre el 30 un 10 (10 euros). Me habías bajado el precio de puta pues se conoce que no lo había hecho bien. Mi precio de puta exhibida, ofrecida y manoseada. Y a la baja. Y es verdad: todavía me falta mucho para ser tu puta, tu puta de lujo.