Soy tu perro
Solo necesitaba un empujón para hacer todo lo que me pedía...
Solo, tranquilo y cargado de maletas buscaba mi asiento en el tren destino a Madrid. El puente había terminado y tenía que volver a la rutina de siempre. Hace tan solo unos días, en otro de mis regresos a Madrid, la situación había sido bastante diferente: Miraba de un lado al otro para ver si podía tener la suerte de no tener nadie al lado para así poder cumplir sus órdenes sin el miedo a ser visto por nadie
En cierto modo me gusta exhibirme Aún así, me cuesta dar el paso de enfrentarme a una situación como esa cuando hay gente delante. Ella daba el paso que a mí me hacía falta.
Pero esta vez iba tranquilo, hacia ya una semana que me había rechazado. Se había negado en redondo a instruirme Somos muy diferentes, y en cierto modo, es cierto, pero para mí no era un factor determinante para continuar o no con la relación. Ella fue bastante clara:
- Lo siento, somos muy diferentes y esto no va a funcionar.
Durante los primeros días estaba convencido de haber encontrado a la Ama perfecta: 20 años, guapa, un cuerpazo, con mucho carácter y dominante. Yo, por el contrario, chico de 26 años, del montón, sin apenas experiencia y con la autoestima por los suelos Sí, es cierto, somos diferentes.
Ese día estaba tranquilo. Acomodado en mi sitio, en una de esas plazas de cuatro asientos donde tienes gente tanto al lado como en frente, encendía mi ordenador dispuesto a intentar pasar las horas del viaje de la forma más amena posible.
Una pareja joven, unos 30 años, se puso en frente mía, y por suerte, a mi lado, no se sentó nadie. Iba a ser un viaje bastante tranquilo.
Al conectarme al MSN la vi conectada y más por pasar el rato que por otra cosa, la saludé. Hay que decir que tras la decisión de no seguir con nuestra relación Ama/sumiso, decidimos seguir hablando como si de un par de conocidos se tratase.
La conversación fue tomando el rumbo necesario para ir calentándome en mi sitio poco a poco Me gustaba verla en fotos semidesnuda, provocativa, deseable y a la vez verme tan incapaz de complacerla. Y a ella le gustaba calentarme Me gusta sentirme insignificante frente a ella, me gusta que me demuestre su superioridad.
Al rato, cuando había conseguido ponerme en una situación en la que aprovechaba cada leve movimiento del portátil sobre mi entrepierna para poder ponerla más y más dura, sus palabras fueron claras:
- Ve al baño del tren y mastúrbate. Quiero que te corras pero que no limpies la corrida. ¿Entendido?
¡Maldita sea! ¿Quién es ella para darme órdenes ahora? ¡No tengo porque hacer nada de lo que me dice! Me había dicho que se acababa hace ya una semana. ¿A qué viene esto? Desde ese día, a lo más que se había llegado era a poner alguna que otra foto provocativa o a que se pusiese en algún momento algo más dominante de lo normal pero sin llegar a más Ésta fue la primera orden directa desde aquel día
Podría haberme negado, es cierto, pero no lo hice Hace tan solo unas semanas que la conozco y en cierto modo soy suyo ¿Suyo? Joder, ¡qué narices estoy diciendo! Podía hacer lo que me diese la gana, ¡yo controlaba la situación! ¡Jamás se me hubiese ocurrido hacer algo así! Pero ella lo estaba pidiendo ella ordenaba y yo no podía hacer otra cosa que obedecer
Me excitaba, se podía notar mi polla dura debajo del pantalón. La pareja de en frente no podía notar nada ¿O sí lo hacían? Total, tampoco iban a decirme nada, ¿no? Me estaba imaginando con los pantalones por las rodillas, semidesnudo y masturbándome en el baño solo pude responder con una sola palabra:
- Sí
Dejé el portátil a un lado, no me importaba que se quedase al alcance de todos durante un tiempo Necesitaba ir al baño, sacarme la polla y obedecerla en aquello que me pedía. A pasos acelerados caminaba por el vagón.
No quería perder más tiempo del necesario, llegué al baño, cerré la puerta y sin pensarlo, me bajé los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos. La imagen de mi mismo reflejada en el espejo era humillante, con la polla dura me masturbaba buscando algún sitio medianamente resguardado para poder correrme sin que el próximo que llegara se diese cuenta que había habido un perro salido corriéndose en un sitio público como aquel
El cubículo no era excesivamente grande, más bien pequeño, y no había muchos lugares donde poder resguardar una corrida como la que iba a tener en breves momentos. Así que, sin pensarlo dos veces me puse de rodillas, casi a cuatro patas, con los pantalones por los tobillos, como el perro que soy y seguí sacudiéndomela deseando que la corrida fuese a parar a un sitio algo más resguardado, en un borde del suelo, totalmente visible a cualquiera que entrase y dedicase algo de tiempo.
Al poco tiempo de estar así, alguien movió el mango de la puerta Querían entrar Me limité a no decir nada, el seguro estaba echado, supongo que lo entenderían ¿Que pensaría o haría si esa persona supiese que al otro lado se encuentra un chico joven, semidesnudo, a cuatro patas y con la polla enorme a punto de correrse obedeciendo a una chica de 20 años la cual, diez minutos antes, le había ordenado que se comportase como el perro que es y se corriese en el baño?
Quería correrme ella lo había ordenado era libre de no hacerlo, era libre de poder hacer lo que quisiese, cerrar el ordenador y continuar el viaje sin tener que sentirme el perro que soy pero no pude evitarlo allí, en un sitio público, de rodillas sobre el suelo, acercando mi polla al borde de la pared, con la respiración agitada y deseando que ella estuviese ahí delante para ver como su zorra cumple con lo que me ordenó, me corrí Varios chorros de esperma salieron disparados al suelo Ella sabe que lamería cada resto que allí quedó que me agacharía, humillado ante ella y con mi lengua lamería cada resto de semen para que ella supiese que soy suyo pero era un regalo que no tenía merecido llevarme
Así que sin más, salí del baño, deseando que aquella persona, hombre o mujer, niño o niña, que anteriormente había intentado abrir la puerta, se encontrase con aquella corrida.
Al llegar al sitio, todo estaba como lo había dejado: El portátil en su sitio y la pareja de en frente viendo la película que echaban en el tren. Al volver a hablar con ella, no podía creerme lo que acababa de hacer.
- ¿Has hecho lo que te he pedido?
- Sí Me tuve que poner a cuatro patas para poder correrme en un sitio menos visible
- Qué zorra eres, ¿te das cuenta? No has tenido por qué hacerlo.
- Ya lo he hecho porque he querido Yo controlo hasta donde llego
- ¿Estás seguro de eso?
- Dilo, ¿estás seguro? Vamos zorra, reconoce que no puedes evitar hacer lo que te ordeno. Eres mi jodida puta. Bueno, aún no eres ni eso, te hace falta mucho para eso todavía.
- Sí Soy una zorra lo siento
Recostado sobre el asiento de al lado, con el portátil colocado en la entrepierna, seguía chateando con ella
- Tócate, póntela dura sin que se den cuenta. Vamos.
Miré a la pareja que tenía en frente, aparentemente no estaban pendientes de lo que hiciera o dejara de hacer, pero estaba masajeándome la polla por encima del pantalón disimuladamente y notando como el bulto se hacía más y más grande
Empezaba a excitarme, y fue en ese momento cuando me puso la webcam. Aparecía su cuarto de baño, y ella, justo en frente desde la cintura al cuello, sensual, provocando Metía la mano por debajo de la camiseta se acariciaba
- ¿Quieres provocarme, no? La dije.
- No, quiero que me vean.
Me incorporé sobre mi asiento para que pudiese estar visible ante la gente que estaba detrás mía. Tanto ella como yo teníamos la webcam puesta y ella podía ver perfectamente quien estaba detrás y hacia donde miraba
Empezó a desnudarse No llevaba sujetador, sus pechos firmes se podían ver en la pantalla. Los acariciaba Me gustaba, no podía evitar acariciarme con disimulo. Si ella quería provocarme, lo había conseguido y estaba claro que podía hacer conmigo tanto como quisiera
- El chico de detrás mira de vez en cuando disimuladamente Me dijo.
Ella no paraba de acariciarse las tetas y de mostrarlas por la webcam A mi me ponía mucho más cachondo y supongo que al chico de detrás, también. Ella estaba disfrutando, me tenía dominado, y lo sabía. Era su zorra
Casi sin darme cuenta, el tren estaba llegando a su destino y tuve que apagar el ordenador Joder, necesitaba poder correrme Me gustaba lo que hacía conmigo, me gusta que haga conmigo lo que ella quiere
Al llegar a casa, una vez me puse cómodo, volví a encender el ordenador. Allí estaba ella. ¿Por qué le dio por darme órdenes? ¿No había decidido que lo nuestro no iba a funcionar? Y me habla de una forma tan autoritaria que con el simple hecho de tener que asentirla, me excitaba Me excita tan solo sentirme inferior a ella Ella es superior a mí y me gusta que lo demuestre a menudo con sus autoritarias palabras Me encanta
- Desnúdate. Ordenó secamente.
- Sí
Hacía frío, con la webcam puesta, no pude negarme me bajé los pantalones, la camiseta y la ropa interior Estaba ya con la polla totalmente dura, y estaba deseando poder correrme.
- Vas a ir al lavadero, desnudo, y te vas a llevar el portátil contigo.
El lavadero daba al típico patio interior de vecinos donde se encontraban las cocinas y habitaciones tanto de mi bloque como de los del bloque de al lado. Había oscurecido por lo que tenía que encender la luz para poder ver.
- Te vas a masturbar y te vas a correr por la ventana Ordenó ella.
- Pero Hay ventanas con las luces encendidas, me pueden ver
- ¿Y?
- ¿Puedo apagar la luz al menos?
- No. ¡Y abre más la ventana!
No podía entender por qué estaba haciendo aquello. No estaba obligado a hacerlo, podía apagar el ordenador y seguir haciendo mis cosas. Nadie me lo impedía, ella no me lo impedía Pero no pude negarme a hacerlo Con más vergüenza que miedo, y atento a cada ventana posible que se pudiese abrir, me asomé a la ventana, desnudo, con la polla dura, como una zorra, con la webcam enfocándome directamente y masturbándome
Cada vez más rápido, gemía, como la puta que soy, deseándola y obedeciendo cada orden que ella daba La corrida no salió disparada, se quedó esparcida entre mi polla, mi mano y en la ventana por lo que, instintivamente, me sacudí con la mano para arrogar toda la corrida por la ventana, camino del patio interior y deseando que en aquel momento nadie estuviese viendo por la ventana
Es una necesidad que yo mismo me he creado Necesito obedecerla, necesito tenerla y que me domine, que me trate como lo que soy, que me humille Necesito pertenecer a ella, que me use Soy todo suyo que haga conmigo lo que quiera
Exhausto, recostado sobre el sofá, recuerdo todo lo pasado durante el día de hoy poniendo por escrito cada recuerdo, cada detalle, tal y como ella me ordenó que hiciese antes de despedirse.