Soy suya

Un cambio en su vida la hizo dejar de ser dueña de sus actos, de sus deseos, de su vida.

SOY SUYA

Por Gioconda

16-11-04

Hola. Me llamo Carla, tengo 32 años y mi vida ha cambiado totalmente en el último año.

Yo era comercial de una compañía de seguros, y mi trabajo requería todo mi tiempo y mi dedicación, lo que me impedía dedicar un solo minuto a satisfacer mis necesidades como ser humano. Siempre corriendo con la agenda repleta de citas de un lado a otro, dorándole la píldora y sonriendo a un montón de clientes que ni siquiera me caían bien, con tal de conseguir un negocio. Sin tiempo para compartir con mis amistades, para leer o ir al cine, sin tiempo para encontrar siquiera una relación que llenara mi vida. Asqueada, estresada y harta de vivir para trabajar dedicando mi vida a ver aumentar mis complementos salariales por el cumplimiento de unos objetivos que ni siquiera era yo quien marcaba.

Una tarde, casi anocheciendo ya, en que una cita con un cliente había terminado antes de lo previsto sin conseguir mi objetivo, me dispuse a entrar en un Pub cercano para tomarme un café y reorganizar en mi agenda las tareas inconclusas que debería realizar al día siguiente. Cuando crucé el umbral de la puerta, noté que el local estaba algo oscuro, y no había nadie, ni en la mesa ni tras la barra, y girándome observé que el cierre metálico no estaba totalmente subido (algo que no noté al entrar ya que mi baja estatura no me impidió pasar sin notar nada).

No sabía qué hacer, allí dentro, casi a oscuras y opté por salir y buscar otro local, pero estaba comenzando a chispear, y el agotamiento me hizo intentar conseguir lo que quería: un rato de relax ante un café caliente, y en voz alta, grité...

  • Holaaaaaa...., hay alguien?... está abierto el local?

Una voz grave pero que desprendía seguridad y una paz infinita, contestó

Buenas noches, preciosa... En qué puedo ayudarte?

Y un hombre salió por una puerta tras la barra. Era un hombre alto, moreno, con una barba y bigote recortadito que resaltaba una mandíbula cuadrada y unos labios carnosos, de ojos marrones y pelo rizado, que vestía una camiseta negra de manga corta y un vaquero negro. Me impresionó su aspecto... y su voz me provocó con una cálida sensualidad...

Sólo quería tomar un café y sentarme un rato. Estoy agotada, y está comenzando a llover.

Pues no abrimos hasta las 9, pero siempre es mejor estar en buena compañía. Si tú aceptas la mía, yo aceptaré la tuya. Ven... siéntante (dijo señalándome los taburetes frente a la barra)

Y... comenzamos a charlar .... Ni siquiera llegué a sentarme en esos sillones que tenía en el salón y que parecían tan acogedores. No me moví de aquél taburete que me permitía estar más próxima a mi interlocutor, que por cierto, se llama Tomás. Y así...el tiempo pasó volando, de un café pasamos a una copa, y a otra... y cada vez me sentía más atraída por ese hombre que parecía conocer cada recóndito lugar de mi cerebro y mis sentimientos frustrados. Ese hombre que parecía saber en cada momento qué palabras decir para hacerme admirarle cada vez más. Ese hombre que conseguía que el taburete giratorio sobre el que me sentaba se balancease suavemente de izquierda a derecha, como si un dedo inconsciente sobre una "ouija" lo meciera bajo los imperceptibles temblores que provocaba en mi cuerpo...

No estaba acostumbrada a charlar tan largamente, y de temas personales con ninguno de mis clientes, por muy habituales que fueran. No como había terminado abriéndome con este desconocido.

Tras ese día hubo otros muchos, durante meses, en los que yo siempre procuraba llegar al bar antes de que abriese para poder conversar, sentada en el taburete frente a él. El día que no podía verle, sentía como si me faltara el aire,... y así, deseándole a morir, comenzamos una relación en la que él era sabedor de mis sentimientos y de que yo estaría dispuesta a todo por él.

Nuestras relaciones sexuales comenzaron de una manera normal. Siempre sabía seducirme y llevarme al éxtasis de la manera que él se propusiera, y yo aceptaba todas sus condiciones, algunas a regañadientes por inusuales para mí, pero que cada vez me gustaban más y más.

El era dominante, y eso me gustaba... Sentir su poder sobre mí, su autoridad. Le gustaba atarme e inmovilizarme en diferentes posturas. Le gustaba vestirme con ropa especial, tratarme con cierta rudeza, y utilizar toda serie de instrumentos, parafernalia o prácticas que a veces me volvían loca de deseo y de placer y a veces resultaban incómodos o dolorosos y ante los que, en algunas ocasiones, me resistía, aunque él insistía en que el dolor bien medido podría llegar a excitarme tanto como le excitaba a él provocármelo.

En una de esas ocasiones en las que no pude contener un grito, tras una brutal penetración anal mientras me encontraba inmovilizada por sus ataduras (posteriormente descubrí que me provocó un desgarro), me hizo vestir, y me dijo que si quería seguir con él, debería hacer todo lo que él me pidiera y sin protestar. Que estaba harto de mis quejas. Me dijo que si quería seguir viéndole, tendría que acostumbrarme a aceptar ciegamente cualquier cosa que él me hiciera o decidiera sobre mí, debería aceptar ser SU EXCLAVA, sin condiciones... Que lo pensara, y que no volviera por el bar si no era bajo esas condiciones, pero que si volvía, debería abandonar todo, mi trabajo, mi piso, mi vida entera... para dedicarme a él, trabajar para él y vivir con él, y para él. Que había llegado el momento de que decidiera qué es lo que quería hacer con mi vida, porque él sí tenía muy claro lo que quería de mí...

Eso me asustó. Realmente me asustó, porque no sabía qué es lo que él podría desear de mí... ni cual sería su límite... o mi límite... y me vestí... salí a la fría noche... y me perdí en su negrura...

Estuve mucho tiempo pensando... días...que se me hicieron eternos sin él... sin su respiración a mi lado, sin su boca en mi piel, sin sentir sus ligaduras, sus duras palabras cuando me hacía el amor... sin sentir sus fuertes brazos apretando mi cintura, sin sentir su protección...

Cada vez me importaba menos el abandonar mi trabajo, mis ingresos,.. sólo pensaba que era eso... o él. Tomás... era el aire que respiraba... En esos días sin él no acudí a mi trabajo, no sabía qué prepararme de comer. Intentaba vestirme por la mañana y no era capaz de decidir qué ropa ponerme... sin pensar en él...El... se había apoderado de mí... de mi autonomía, de mi capacidad de decisión.... Yo no era nada sin él... porque.... YO ERA SUYA.

Al cabo de tres semanas pedí la liquidación en mi Empresa, liquidé el alquiler de mi piso, me deshice de mi teléfono móvil, y de MI vida... y me dispuse a volver al Bar para ofrecerme a él, en cuerpo y alma... Ofrecerle mi vida, que no era nada sin él.

Entré una noche, de nuevo, en el Bar.... como aquella primera tarde de lluvia...y, como en aquella ocasión, él salió por la puerta de la bodega, y en ésta ocasión dijo.... directamente sin saludarme:

Bien. Estás aquí. Pónte ésto..(y sacó una batita blanca muy ajustada y muy cortita, con cierre de cremallera doble, de las que llevan sistema de apertura por arriba y por abajo). Tú serás un aliciente para mis clientes, cuando yo lo crea necesario. No llevarás ropa interior NUNCA ¿entendido?.

Yo asentí... casi, hasta aliviada por haberme aceptado sin rechistar. Pensé que tras tres semanas, ya no querría saber nada de mí... pero así era él... y yo era suya.

Y Tomás, siguió diciéndome que siempre estaría detrás de la barra, salvo que él decidiera que un cliente merecía que yo saliera y le obsequiara con una picardía..., o algún cliente que precisara un desagravio..., en ese caso, yo debería obedecer sus instrucciones. Y tras dejar claro esta cuestión principal... pasó a enseñarme el funcionamiento del Bar tras la barra.

Y así... comenzamos nuestra relación, sentimental y laboral, en la que yo siempre deseaba hacer aquello que él deseaba, en todos los sentidos, una relación en la que me sentía subyugada por su poder, en la que mis deseos no existían si no iban dirigidos a complacer los suyos..y de esto hace ya casi un año.

Con el tiempo, Tomás me ha ido educando en el arte de complacerle. Algunas lecciones han sido sutiles... Otras, han resultado dolorosas, o humillantes, pero en todas ellas, Tomás consiguió su propósito.

Recuerdo un día en que Tomás, una vez cerrado el Bar y a solas, abrió una botella de cava para los dos, y tras las primeras copas, como la mayoría de las noches, me tomó para su placer. En esta ocasión, me quitó la bata bruscamente, me volvió de espaldas haciéndome apoyar las manos sobre la barra, y me abrió de piernas.... Metió dos de sus dedos en mi boca, y tras humedecerlos bien de mi saliva, abrió mis nalgas y los introdujo en mi culo sin más preámbulos, manipulando dentro de mi ano durante un rato, mientras con la otra mano pellizcaba y retorcía mis pezones.

Esa forma que tenía de retorcer entre sus uñas mis pezones, a mí me volvía loca... de dolor y de placer, y en cuanto Tomás notó mi excitación, sacó sus dedos de mi culo y desabrochándose aprisa el pantalón, metió de golpe su polla en mi culo con un gran empujón... (mmmmmm....no sabéis cómo me gusta que haga eso... ).

Yo sentía su enorme verga entrar y salir una y otra vez con fuerza de mi culo...mientras Tomás golpeaba de vez en cuando mis nalgas excitándome cada vez más... y entonces... sacó su miembro y de un empeñón lo metió en mi coño follándomelo con todas sus ganas.

Yo, entonces, le dije...

Pero qué haces, mi Amo?... No deberías meterla en mi vagina tras follar en mi culo... Es un foco de infecciones. Mi vagina es muy sensible, y mi culo puede ser un foco de bacterias... Deberías lavarte antes de penetrarme por delante...

Bien, Carla... quizás tengas razón. Vamos a hacer algo... acompáñame...

Y tirando de mi mano me llevó al baño... y me dijo... espérame aquí. Al cabo de unos 15 minutos llegó con una bolsa de la farmacia y de ella sacó una caja que reconocí a los pocos segundos... era un enema... y enseguida comprendí...

Date la vuelta (me dijo sin contemplaciones) y agáchate....

Y sin titubear, introdujo aquella cánula en mi culo, y bombeó todo el líquido que contenía, diciéndome....

Y ahora... aguanta todo lo que puedas antes de expulsar ese líquido que dejará tu culo más limpio. A partir de ahora, antes de abrir el bar cada día, te pondré uno, para que tu culo esté lo más limpio posible por si tengo que hacer uso de él.

Así estuve casi 10 minutos, hasta que no pude más, y en el wc expulsé todo aquello... Resultó muy desagradable, porque me provocó mucho malestar de estómago y unos retortijones terribles. Creía haber aprendido la lección cuando Tomás, desde el bar, me gritó...

Si has terminado, lávate y vuelve aquí...

El estaba esperándome frente a uno de los taburetes giratorios. Señaló el taburete, y dijo:

Túmbate boca abajo, con tu tripa sobre el asiento...

Y yo lo hice de inmediato.

Una vez así....Tomás comenzó a girar lentamente el taburete impulsándolo mediante azotes que me daba en las caderas... Ahora en la izquierda, ahora en la derecha, mientras yo permanecía completamente callada, temiendo enojarle más de lo que estaba. No le había gustado nada que yo corrigiera su forma de poseerme, y me lo estaba haciendo notar.

De repente, paró el taburete... y noté sus manos en mis glúteos, y cómo los separaba. Tomás comenzó a hurgar de nuevo con sus dedos en mi culo, excitándome de nuevo...y...cuando estaba deseando sentir su miembro duro dentro de él... el taburete giró... encontrándome de cara frente a su inhiesto miembro. Sabía lo que tenía que hacer, y por si acaso no lo hubiera adivinado, Tomás tiró de mi pelo hacia arriba y con un movimiento arrimó mi cabeza a su entrepierna haciendo que su polla entrara en mi boca.

Mmmmmm...(Me encantaba sentir su polla en mi boca, lamerla de abajo arriba, succionando su glande terso y brillante. Mi boca salivaba de gusto cuando entraba y salía a empeñones, y cuando casi llegaba al fondo de mi garganta, las arcadas que a veces me provocaba me excitaban más todavía, pero aunque Tomás sabía lo cachonda que a mí me ponía chupársela, yo no debía demostrarlo, o él se ensañaría conmigo).

Así... mi puta.... sigue.... ahhhh...

Y un nuevo giro al taburete, puso mis nalgas frente a su miembro, esta vez bien lubricado por mi saliva... Tomás restregó su glande en mi vulva para impregnarla de mi flujo... y ... recorriendo con él mi perineo ascendió hasta mi ano donde se detuvo y comenzó a apretar hundiendo su polla dura en mi culo como si atravesara mantequilla.... suave, pero profundamente... hasta que sus testículos y su pubis le impidieron seguir avanzando.

Yo me sujetaba con una mano al apoya pies del taburete, y con la otra a la barra del mostrador, evitando que los empujones que Tomás empezaba a dar con su pelvis sobre mi culo volcara el taburete. Y notaba su polla cada vez más grande en mi culo, entrando y saliendo una y otra vez, e intentaba evitar gritarle: Más... por favor... fóllame más fuerte. Porque si lo hacía, sin que él me lo permitiera, se enfadaría conmigo y dejaría de hacerme gozar (ese sería su castigo). Así es que apretando los labios, rogaba que no parara nunca.... mmmm.... Y entonces.... Siento que sale de mí... y .... vuelta al taburete...y ... su polla en mi boca... mmmmmmm.... aunque hubiera querido decir algo... no hubiera podido.... había metido su verga hasta mi garganta y me decía:

Vamos... No te quejarás ahora.... Después del enema no está tan sucia ¿verdad?... y además... tienes que dejarla reluciente antes de metértela por el coño de nuevo. ¿Ves como yo también aprendo a veces de ti, zorra?

Noté su enojo en sus palabras, así es que me limité a chupar su polla como si mi vida dependiera de ello... profundamente, lamiéndola ávidamente y notando un ligero sabor amargo, que al fin y al cabo era mi sabor... el sabor de mi culo a pesar del enema. Y así, fue alternando con giros de taburete, mi culo, mi boca y mi coño... y vuelta a empezar... mi culo, mi boca y mi coño... Hasta que terminó corriéndose dentro de mi culo, y tras nueva vuelta al taburete, me pidió que le dejara la polla como la patena, lamiéndosela. Esa fue su lección ese día, en el que ni siquiera me dio a mí la oportunidad de disfrutar con un orgasmo.

Y así transcurrían los días en los que mi Amo me adiestraba, a base de placer y castigos, que aunque nunca fueron brutalmente dolorosos, algunas veces sí me dolieron en mi ego.... pero eso, el ego, es una cosa que yo debía aprender a sacar de mi interior, y ponerlo a disposición de mi Maestro.

Así, sucedió un día en el que un cliente intentó sobrepasarse, más allá de lo que yo había consentido nunca y más allá de lo que Tomás nunca hasta entonces me había ordenado hacer con un cliente.

Este cliente estaba sentado solo en una de las mesas más solitarias del salón, y yo había notado que no me quitaba el ojo de encima en toda la noche, y que, en la oscuridad de su mesa estaba masturbándose. No solía ser habitual que, estando el salón lleno como era esa noche, Tomás permitiera ese comportamiento, pero... quizá no se había dado cuenta. El caso es que tuve que servir su mesa, y cuando me agaché a poner los posavasos, me agarró del cuello con sus dos manos y con un tirón me hizo caer de rodillas al suelo y me metió su polla en la boca... Nadie se dio cuenta, y aunque yo intentaba retirarme, el tío me apretaba más y más apretándome con una mano la garganta y con la otra la cabeza para que no pudiera retirarme... Hasta que conseguí dar un grito y llamar a Tomás... que rápidamente vino a la mesa y, tirando de mí con una mano mientras con la otra sujetaba al individuo por la pechera de la camisa, le dijo....

Disculpe Señor... ¿quién le ha dado permiso para tomar algo que no le pertenece?... Haga el favor de abandonar el local inmediatamente por su propio pie, o tendré que echarle de una patada.

El hombre, sin excusarse siquiera, volvió a abrocharse el pantalón, tomó su chaqueta, y se marchó con ademanes chulescos.

El resto de esa noche, Tomás no me dirigió la palabra. Intuía que mi comportamiento le había irritado, pero... yo no pensé que tuviera que aguantar un comportamiento así, sin que Tomás me lo mandara.

Cuando todo el mundo se había ido ya, y con el cierre echado... Tomás me llamó:

  • Carla: Ven aquí... quítate la bata...(y me señaló el taburete).

Esta vez, ya sabía cómo tenía que situarme en él, y lo hice... sólo que en esta ocasión, Tomás sacó de detrás del mostrador una serie de ligaduras con las que ató mis manos y mis pies al reposapiés del taburete, dejándome inmovilizada boca abajo sobre el asiento. Rodeó el mostrador y desapareció por la puerta de la bodega, dejándome a oscuras.

Transcurridos unos minutos, volvió con una raqueta de sacudir alfombras, fabricada con mimbre, y... sin mediar palabra, comenzó a azotar mi culo. Una... dos... tres... cuatro veces... Mi glúteos comenzaban a arderme doloridos... Cinco... seis... Pero yo no me atrevía a decir nada.... Siete, ocho... Dios!! Cada vez los azotes eran más fuertes... Nueve, diez... las lágrimas saltaban de mis ojos. Pero había aprendido a que él no me daría ninguna explicación... la lección habría de aprenderla yo sola, y él me mostraría el camino, de una forma o de otra.

Hasta 50 azotes estallaron en mis nalgas que quedaron cruzadas de marcas rojizas... tras los cuales, Tomás desapareció dejándome a oscuras.

Una hora después, oí el cierre de la fachada, y un barullo de voces que entraban en el local. Yo no tenía ni fuerzas ni ganas para subir la cabeza y ver lo que estaba pasando, hasta que Tomás tiró de mi pelo hacia arriba y... me ví rodeada de 7 ú 8 hombres, sucios, borrachos y andrajosos a los que Tomás decía:

Chicos, esta noche dormiréis calentitos. En la barra tenéis todo lo que queráis comer de los aperitivos del día, las neveras a vuestra disposición.... y... ésta puta zorra de postre, que seguro que no habéis metido la polla en caliente y mucho tiempo... Haced con ella lo que queráis, porque no vais a tener de nuevo otra oportunidad como esta...

  • Y tú (me dijo, agachándose y hablándome al oído mientras mantenía la cabeza levantada tirándome del pelo)... Creo que no tengo que decirte nada... Volveré por la mañana, y espero ver a estos "amigos" completamente satisfechos y sin ninguna queja de ti...

Y tras soltar mi cabello... se fue.

Los vagabundos se volvieron como locos... gritaban, se arrimaban a mí rodeándome, lamiéndome, oliéndome, y dejando sus asquerosas babas en mi culo... Sobaban y estrujaban mis pechos con sus manos sucias y pegajosas, vociferando: Chicos... la vamos a destrozar!!!... voy a darla por culo hasta que la atraviese... , pues yo (decía otro)... se la voy a hacer tragar... Mientras que su hediondo olor me provocaba náuseas...

Comenzaron a desnudarse... y si su ropa estaba sucia, sus cuerpos mucho más... Sentía cómo bocas desdentadas hundían su lengua en mi boca... cómo dedos inexpertos y de uñas largas y negras se metían en mi coño y en mi culo... Y yo apretaba los ojos y lloraba... Lloraba sin decir nada, porque eso es lo que mi Amo quería de mí... y yo quería que él estuviera orgulloso. Uno de ellos se sentó en el suelo junto al taburete y me decía: dame de tu leche, putita.... amamántame.... mientras mordía mis pezones con sus dientes una y otra vez, y apretaba con sus sucias manos mis pechos como si de la ubre de una vaca se tratara, intentando ordeñarme... Ahora... alguien tiraba de mi pelo de nuevo, y una polla banda y sudorosa intentaba meterse en mi boca, pero su flaccidez se lo impedía... y el dueño de esa cosa blanda decía.... Vamos, puta.... no sabes ni chuparla.... ¿es que no ves que no me la pones dura?...y levantando más mi cabeza, me dio una bofetada, diciendo... joooder... zorra... pón más interés o se lo diré a tu dueño...

Y... notaba cómo unas manos abrían mis nalgas separándolas bien, y alguien decía: Déjame a mí ahora... saca tus dedos cerdo... que tengo la polla dura y se la voy a meter en el culo... verás cómo la gusta... Y... efectivamente... una polla bien dura se hundió en mi culo sin el menor miramiento... mientras notaba como dos manos seguían separando mis nalgas... y el que me follaba el culo decía:

Eh... chicos... mirad este culo... jooodeeerrr.... cómo se traga mi pollaaaaaaaa.... eeeeehhhhhhh... jajajajajajajaaaaaa

Y alguien intentaba meter su mano dentro de mi coño.... una mano cuyas uñas me arañaban... y yo... seguía llorando, con el culo enrojecido por los azotes de mi Amo... herida en mi amor propio, y...en fín... me follaron por delante, por detrás, por la boca, todos y cada uno de ellos probó todos mis agujeros, girando y girando el taburete, de uno a otro... manos, dedos, me pellizcaban, me daban azotes en el culo, y mis pezones casi estaban a punto de sangrar.... hasta que...les entró el hambre, y se pusieron a comer como cerdos...

Después...volvieron a empezar... esta vez más pausadamente fui pasando de uno a otro, girando y girando el taburete.. incluso noté cómo me metían el cuello de las botellas que se bebían por delante y por detrás... Dios!!! No sé cuánto duró todo aquello... hasta que... perdí el conocimiento.

Me desperté en brazos de Tomás. Me había desatado, y me llevaba en sus brazos al apartamento. Me había preparado un baño caliente en el que se sumergió con migo... y mientras que con una suave esponja frotaba dulcemente mi cuerpo y besaba mis labios y mi cuello, me dijo:

No sabes cómo te deseo, Carla... Pero espero que hayas aprendido... Nunca te niegues a entregarte a alguien por zafio y tosco que te parezca. Siempre es un regalo de Dios, que alguien, por miserable que parezca, te desee. Tanto como el que yo te desee a ti, a pesar del estado en que te encuentras...Sucia, rota, inútilmente débil... Cuando nadie pondría sus ojos sobre ti... yo estoy dispuesto a ofrecerte cariño, dulzura, placer. Así es que... deja que quien te desee... te posea cuando y como quiera, y ofrécele lo mismo que yo te doy ahora.

Y comenzó a acariciar todo mi cuerpo, que aún dolorido respondía a sus tiernas caricias. Tomás tomaba mis senos entre sus manos, abarcándolos completamente, sentados en la bañera frente a frente, mis piernas abiertas sobre sus muslos, y mi espalda sin fuerzas apoyada en la bañera, con mi cabeza recostada sobre el borde...

Casi no podía moverme... me dolía todo el cuerpo, las nalgas y los pezones me escocían, y Tomás me besaba una y otra vez... y recorría mi cuello con su lengua mientras con sus manos seguía frotando suavemente mis senos con la esponja, mi vientre... Y su lengua recorría mi clavícula, mi hombro... mi axila... y la esponja resbalaba hacia mis caderas, a mi pubis... a mi sexo...

Yo suspiraba... comenzaba a jadear... y Tomás decía:

Disfruta para mí, mi Amor... ahora sí... también tendrás tu premio...

Y Tomás llegó con sus manos a mi clítoris, soltando la esponja para aplicar sus dedos sobre mi vulva... abriendo mis labios. Yo estaba excitadísima... Sólo mi Amo conseguía excitarme con esa facilidad, sólo él... Y entonces, me tomó de las caderas levantándome ligeramente y atrayéndome hacia él, haciéndome sentar sobre su pubis, mi coño entró en contacto con esa polla que yo tanto ansiaba...., mientras él tomaba mis caderas con sus manos, moviéndome suavemente haciendo que nuestros sexos se frotaran uno con otro, mientras con su boca besaba y mordisqueaba mis senos, mi cuello, mis labios, para volver a mis pezones de nuevo, apretándolos entre sus dientes mientras retiraba su cabeza hacia atrás tirando de ellos.

Y de repente... sus manos elevaron mis caderas y .. al dejarme caer suavemente, los labios de mi vagina rodearon su dura verga, abrazándola estrechamente, hasta que toda ella estuvo profundamente dentro de mí...

Comencé a jadear..., y a moverme arriba y abajo, hacia delante y hacia atrás, haciendo movimientos giratorios para que mi clítoris rozara contra el pubis de Tomás.... excitadísima....Me hubiera gustado decirle: fóllame más fuerte... más...., más... mi Amo...., pero él no me permitiría que le dijera cómo follarme...

Sí, pequeña.... así te quiero yo... suave, como la mantequilla, obediente y cariñosa, en mis manos.... y en las manos de quien yo te ponga... Ahora puedes gozar tú...

Mmmmmmmmm... ohhhh... mi Amo.....solo ante ti mi cuerpo se deshace de placer... ohhhhh.... mi Señor....estoy a punto de correrme si tú me lo permites...

Sí, mi Princesita... goza con mi polla lo que no has gozado con mis amigos... Puedes correrte ahora...

Y lo hice... de la forma más ansiosamente dulce que nunca nadie pudiera experimentar...larga y profundamente.

Así era como Tomás me mostraba el camino... En esta ocasión me enseñó que, mientras que estuviera con él, yo no podría decidir a quién entregaba mi cuerpo. Sólo él podía decidir quién me poseería, cómo y cuándo. Y también comprobé que cada lección que yo aprendía, acababa teniendo su premio si yo llegaba a merecérmelo. Así me fue educando. Me corregía castigándome cuando me equivocaba, y me premiaba cuando aprendía. Así le fui adorando... Así le fui perteneciendo.

Pero hoy, ha sido un día normal... como cualquier otro día en mi vida en estos últimos meses, salvo porque hoy sucedió algo que me hizo recordar aquellas lecciones que Tomás me hizo aprender hace tiempo, y que acabo de relataros.

Hoy, a la una de la madrugada, había poca gente en el local Tan sólo un matrimonio y tres antiguos amigos de correrías de Tomás, de cuando estudiaban la carrera, y a los que quería agasajar.

Una de las camareras que atienden la sala, tropezó al servir la segunda copa al matrimonio que estaba sentado en uno de los sofás que miraban directamente hacia la barra, con tan mala suerte que la bebida se derramó sobre los pantalones del caballero.

El caballero se levantó dando un respingo... y gritó...

Pero, será Vd. torpe!!!!

Tranquilo caballero (dijo Tomás)... enseguida vienen a atenderle..

Y Tomás hizo un gesto, diciendo...

Marisa... puedes irte a casa, esto está muy tranquilo. Hasta mañana bonita, y descansa. Ahhh... y echa el cierre metálico, cariño, ya no vendrán más clientes a estas horas.... Y tú, Carla... atiende al caballero, por favor...

Estas cosas suelen ser habituales en el Bar, y yo, a la indicación de Tomás, salgo de la barra, tomo la bayeta y una bandeja, y me acerco a su mesa contoneándome (le correspondía un desagravio por cuenta de la casa)... y cuando llego a su altura, y sin flexionar las rodillas me agacho lo suficiente para recoger el líquido vertido sobre la mesa con la bayeta, dándole la espalda al cliente y mostrándole mis glúteos sin ropa interior por debajo de la falda. El se queda con la boca abierta (suele ser lo habitual, y a mí ha llegado a encantarme), y por el momento, olvida completamente la torpeza de la camarera. Le dejo que observe bien mi culito y los labios de mi vulva entre mis muslos, pero noto que la mujer comienza a encenderse de celos y le dice:

  • Paco!!!, por favor!!!!

A lo que Tomás, siempre pendiente de cada situación y de cada cliente, acude y se sienta junto a la señora, a la que comienza a agasajar con elogios y disculpas, que van calmando sus ánimos (Tomás sabe cómo embobar a una mujer, hasta hacerse desear), mientras con el dorso de sus dedos comienza a acariciar el cuello de su blusa mientras le habla...bajando por la botonadura y rozando suavemente su pecho...sin dejar de hablarla suavemente al oído.

Yo termino mi trabajo, tras consentir que el caballero rozara ligeramente los labios de mi vulva con sus dedos que se llevó a la nariz a continuación intentando obtener algún aroma de ellos, pero sin quitarme la vista de encima. El ya no prestaba atención a su mujer, que comenzaba a abandonarse a los encantos de Tomás.

Tomás bajaba su manos sobre su falda, acariciando la cara interna de sus muslos, mientras ella dejaba caer su cabeza hacia atrás, abandonándose decididamente, y dejando que sus piernas se abrieran como sin fuerzas para mantenerlas firmemente apoyadas en el suelo.

Nada más rodear yo la barra de nuevo, noto la mirada de Tomás clavada en mí, y con un gesto de su cabeza dirigido a sus tres amigos que se encontraban de pie ante la barra, me dice:

Tú..... Sal

Cuando Tomás no utilizaba mi nombre, la cosa era distinta. Ya no era la camarera de su local, si no su esclava sumisa que y debería obedecerle y ponerme a su servicio, o al de quién él me indicara... y en este caso, eran sus tres amigos a los que ahora debía servir.

Salí de detrás de la barra, y me puse entre ellos, que comenzaron a rodearme. El cliente de la mesa no dejaba de mirarme, mientras se tocaba disimuladamente la entrepierna... intentando recolocar aquél miembro que seguro se le estaba poniendo duro como una piedra dentro de su calzoncillo...

Rodeé la barra y me a disposición de los amigos de Tomás:

Hola... me llamo Carla... ¿qué puedo hacer por vosotros?

Ellos, me saludaron... Encantado!!!... dijo uno... Estás estupenda, ¿lo sabes verdad?... dijo otro. Joder, la suerte que tiene este cabrón de Tomás!!!, seguro que puedes hacer muchas cosas por nosotros... jajajajaja..., Tomás ya nos ha hablado de tí ...

Y riéndose, comenzaron a acariciarme... a lamer mi cuello y mi cara...a subir mi corta faldita. Estaba rodeada por los tres hombres y sentía manos, lenguas y dientes por todos lados. La verdad... me estaba gustando sentirme así... y comenzaba a excitarme, mientras desabrocharon totalmente la cremallera de mi bata y dos bocas comenzaron a lamer y mordisquear mis pezones, mientras que sentía las manos deslizarse por el interior de mis muslos... apretándome los glúteos, al mismo tiempo que otra mano agarraba mi cuello inclinando mi cabeza hacia atrás y una boca ávida tapó la mía con un beso salvaje y una lengua que se introdujo hasta el fondo de mi garganta.

Desde aquella postura yo buscaba con la vista a Tomás. Estaba allí en el sofá, sentado junto a aquella mujer a la que había desabrochado la blusa y a la que mordisqueaba un pezón que asomaba por encima de su sujetador mientras que mantenía con su mano las piernas de la mujer abiertas de par en par.... Yo veía su sexo brillante y húmedo, y los dedos de Tomás jugando con él mientras ella jadeaba.... Contemplar esa escena me estaba excitando casi tanto como las caricias que yo misma recibía.

Su marido, se había desabrochado el pantalón y tenía en su mano una polla larga y dura a la que acariciaba suavemente, mientras miraba cómo Tomás masturbaba a su mujer, y cómo estos tres caballeros me acariciaban y toqueteaban por todos lados.

Uno de los amigos de Tomás me quitó la bata, y agarrándome del pelo me empujó hacia abajo, haciéndome hincar las rodillas en el suelo diciéndome...

Toma bonita...tengo algo para ti, que quiero que pruebes....

Y bajándose la cremallera del pantalón sacó su miembro que emergió como un resorte, duro, ante mi cara.

Metí aquella verga en mi boca, y comencé a lamerla lentamente... llevando mi lengua desde la base de su pene hasta su glande para detenerme en él rodeándolo una y otra vez con ella, abrazándolo con mis labios y presionándolo con ellos.... dejando que mis dientes rozaran suavemente la brillante y tersa piel de su capullo, para volver a introducir su polla en mi boca... llena de saliva, hasta rozar con mis labios su pubis notando en mi lengua cómo las venas de su polla se hinchaban y él empujaba sus caderas mientras sujetaba mi cabeza... una y otra vez...

Entonces noté como otro de los amigos de Tomás rodeándome el vientre con sus brazos, levantó mis caderas poniéndome de pie con las piernas estiradas (aunque yo seguía con la polla de su amigo en la boca). Noté cómo dos manos separaban mis glúteos... y cómo éste le decía al otro:

Ehhh!!! Manolo... mira!!!.... la putita tiene el chochito completamente rasurado!!!!... ¿A que dan ganas de comérselo??? Mmmmmmmm..... voy a ver qué tal sabe esta zorrita... Manooolooo.... sujétala esta pierna pa’arriba, coño!!!... para abrírselo bien...

Y el tal Manolo... me subió la pierna izquierda, quedando casi de lado, apoyada con mi pierna derecha en el suelo, la izquierda sujeta por Manolo, y mientras que el otro no dejaba de meter y sacar su polla de mi boca, el otro comenzó a lamer mi coño, mientras me lo abría con sus dedos, dejando asomar mi clítoris completamente erecto.

Manolo, mientras con una mano sujetaba mi pierna, con la otra se había desabrochado el pantalón que había caído al suelo, y se bajó el calzoncillo, intentando quitarse ambas piernas con los pies haciendo equilibrios...

Cuando lo hubo conseguido, cogió su miembro con la mano libre y comenzó a restregarlo por mis glúteos, ya que él se encontraba a mi espalda... mientras le decía al que me chupaba el coño...

Jesús... cuidadín, cuidadín.... que voy a llenarla el culo con mi polla, y estás muy cerquita, cabrón... jajajajajaja....a ver si te vas a llevar algo mío.... jajajajaa

Vale tío, como te pases te hostio!!! jajajaja... (dijo el tal Jesús)

Y noté cómo la polla de Manolo entraba en mi culo suavemente.... No era una polla gruesa, y mi culito, ya muy acostumbrado a ser follado, casi no encontraba placer en esa penetración, pero no era yo la que tenía que disfrutar.... si no ellos...

Entonces, el que tenía la polla en mi boca dijo:

Jesús, te cambio el sitio... quiero follarla ese coñito pelado.... Tú ponte aquí, que no véas como la chupa esta mamona!!!

Y, Jesús se levantó y pasó a ocupar el puesto del otro (todavía no sabía ni cómo se llamaba), que se situó de pie frente a mí.... y tras meter sus dedos en mi coñito para tomar situación, introdujo su polla en mi coño....

Mmmmm.... ahora sí que me estaba gustando!!!!... Ahhhhh..... tenía la polla de Manolo en mi culo, a Jesús en mi boca, y al tercero dentro de mi coño.... y todos empujando una y otra vez con todas sus fuerzas...

Yo estaba a punto de correrme... pero ellos también... Jesús jadeaba cogiéndome del pelo y empujando su polla una y otra vez dentro de mi boca... mientras me decía:

Sigue.... así.... puta. Tómaaaa.... trágate mi polla puta.... Me voy a correr en tu boca.... Vamos zorrita.... sigueeeeee... sigueeee.... ahhhhhhh...

Y una oleada de semen caliente inundó mi boca, desbordándose por la comisura de mis labios...

Mientras... yo seguía siendo penetrada frenéticamente por delante y por detrás.... y... una oleada de placer llegó a mi vientre, en convulsiones.....un orgasmo salvajemente provocado por aquellos tres hombres que no me dejaban ni moverme, pero que notaron de inmediato por mis gemidos y jadeos...

Ricky.... Esta puta se está corriendo... (Ya sabía cómo se llamaba el que me estaba follando el coño) Sí..., qué zorraaaa.... cómo te está gustando eh????... Pues tóma, puta.... que ahora voy yo, y tu culito se va a tragar toda mi leche..... (dijo Manolo)

Sí, ya lo noto.... será puta .... Pues prepárate que te vas a tragar mi leche también.... (dijo el tal Ricky)

Y sacó su polla de mi coño y vino a mi boca tomando mi mandíbula con su mano y metiendo su verga dentro, empujó una y otra vez hasta hubo vertido toda su leche dentro, y sin sacarla, y sujetando mi mandíbula, dijo....

Que no se te salga ni una gota de mi leche.... quiero ver cómo te la tragas... así.... venga... traga puta... A ver.... enséñame la boca (y me abrió la boca con sus dedos, para observar que no había ya ni gota de su semen).... así me gusta.... ¿estaba rica mi leche, verdad zorrita?... jajajajjajjaaaaaa

Manolo también se había corrido, dentro de mi culo.... y dándome la vuelta me agachó, y dijo a sus amigos...

Ehhh... colegas... ¿habíais visto alguna vez un culo tan abierto?... vaya cueva que tiene la puta.... y esa leche que rebosa es la mía.... jajajaja....

Tomás, por lo que puede ver.... había dejado satisfecha a la señora, y su esposo se había hecho una paja tremenda, a decir por las manchas en su pantalón y su camisa.

Los amigos de Tomás decían:

Venga, chicos.... una copita, y repetimos!!!!!

A lo que Tomás dijo:

Por hoy no habrá más.... Cada uno a su casa. Señores (dijo al matrimonio que seguían sentados en el sofá), espero que su estancia en mi local les haya resultado placentera. Ya saben... vuelvan cuando deseen, aunque no les aseguro que puedan disfrutar del mismo espectáculo en otras ocasiones. El local cierra por hoy.

Y aunque protestando, los clientes y los amigos de Tomás se vistieron, y tras despedirse, salieron del Bar.

Una vez a solas, Tomás, que continuaba sentado en el sofá, con un gesto me miró y se señaló la entrepierna... Yo me acerqué situándome de pie, frente a él, entre sus piernas abiertas. El se incorporó un poco en el asiento, alcanzó con sus manos mis pechos, y comenzó a retorcerme los pezones... a abofetear mis senos una y otra vez... mientras me decía:

¿Has disfrutado con mis amigos, puta?... verdad que sí??? Pues ahora me toca a mí disfrutar contigo, aunque tú no lo harás, te lo aseguro...

Y del bolsillo de su pantalón sacó unas pinzas que en el bar se utilizan para sujetar las facturas a las bandejitas para cobrar, y me colocó una en cada pezón. Apretándolas con sus propios dedos, cada vez un poco más... retorciendo mis pezones hasta encontrar la posición justa en que él quería colocar aquellas malditas pinzas Ohhhhh... cómo dolían... Pero me abstuve de dejar salir de mi boca un solo murmullo de dolor.

Abrete bien de piernas ahora.... sube este pie al sillón....

Yo obedecí, y comenzó a pinzar con nuevas pinzas los labios de mi coño.... tres pinzas en el derecho y tres en el izquierdo, que iba apretando nuevamente con sus dedos y recolocando, estirando mis labios, hasta que éstos quedaron completamente estirados y separados dejando la entrada de mi vagina completamente despejada... Estas pinzas, a mí me resultaban menos dolorosas, al menos, cuando él dejaba de manipularlas, apretarlas y tirar de ellas...

Una vez colocadas, bajó mi pierna, y agarrándome de las caderas me giró, haciéndome quedar de espaldas a él.... me abrió las piernas haciéndome pasarlas por fuera de las suyas, y comenzó a hurgar con sus dedos en mi culo.... Me hizo agachar la espalda apoyando mis manos sobre la mesa, y comenzó a azotar mi culo con su mano... una y otra vez... hasta que decidió que el castigo debería ser más severo... entonces, tomó una servilleta de la mesa, volcó sobre ella los restos de bebidas que quedaban en un par de vasos, y con la servilleta completamente mojada, comenzó a azotarme el culo (yo intentaba aguantar el dolor apretando mis labios, pero mis lágrimas brotaban sin control), hasta que él consideró que ya me había castigado bastante, y él había obtenido el grado de excitación que deseaba sometiéndome a su castigo, y me agarró de las caderas, arrimando mi culo a su cara... me abrió los glúteos, y tras hurgar brevemente con sus dedos en la entrada de mi ano, escupió su saliva con fuerza contra ella, y me sentó sobre su verga, primero suavemente hasta que ésta encontró la abertura de mi culo, y una vez su glande penetró en ella, con un empujón de sus manos hacia abajo, me clavó literalmente la polla en el culo, sentándome de golpe... y comenzó a mover mis caderas en círculos... una y otra vez... y me subía y me bajaba sobre su polla... mientras decía:

Esta es la única polla que deberás de adorar... y ahora, será la última leche que te tragarás hoy.... Muévete zorraa.... que esto va a ser tu cena...

Y me subía y me bajaba sacando y metiendo su polla de mi culo hasta que, a punto de correrse... tiró de mí hacia arriba y volteándome me arrodilló frente a él para correrse en mi boca....mientras que sus manos apretaban mi cabeza contra su pubis haciendo que su glande tocara el fondo de mi garganta provocándome arcadas, y jadeaba apretando sus labios, mientras decía...

Aaahhhhh... Asíiiii...Así me gusta, mi obediente Carla... Ahhhhhhmmmmmmmmmmmmmm Tragaaaaa.... trágalo todo..... mmmmmmmmmmmm

Y hasta que la última gota salió de su glande, y hasta que Tomás comprobó que todo su líquido había bajado por mi garganta y mi boca estaba vacía.., sus manos no se relajaron sobre mi cara... abriendo mi boca en la que introducía sus dedos curiosos... y... entonces... se agachó, y besó mis labios dulcemente, introduciendo su cálida lengua en mi boca... jugosa... y, abrazándome después, haciendo recostar mi cabeza sobre su vientre... nos quedamos dormidos...

Por eso soy suya... por los momentos de placer que, aunque sean a base de castigarme, puedo proporcionale, por los momentos de ternura que es capaz de regalarme, por los orgasmos con que me premia cuando aprendo y lo merezco, por permitirme SER SUYA.

Mi vida ha cambiado, y seguro que vosotros me entendéis...