Soy Santiago y esta es mi historia XVII

"Era él, definitivamente era él. Esos ojos y ese rostro, no lo podría olvidar jamás".

NOTA:

Saludos amigos. Se me cae la cara de Vergüeza, ya son casi cuatro meses de mi ultima publicación, ¡CUATRO MESES!. Lo cierto es que me he encontrado MUY complicado. Se que quizás muchos se han olvidado de la historia y ya no recuerden como iba la trama T_T por eso les dejo un pequeño resumen. Les anuncio que ya va siendo hora de que esta historia llegue a su fin, y les confieso que siento mucho orgullo al ver que puede realizar una historia que hasta ahora lleva 17 capítulos, ¡quién lo diría! En fin, espero que les guste, recuerden comentar y valorar, para mi es muy importante. Me perdonan si hay alguna falta de ortografía, no fué mi intención >_<' jeje xD Abrazos&Besos!

PD: perdí mi anterior correo electrónico, por lo que me vi obligado a abrir otro:

rodvzla.tr@gmail.com

http://www.facebook.com/rod.vzla

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RESUMEN

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Había ocurrido la fiesta de graduación de Migue y al día siguiente Santiago recibió un correo electrónico desagradable:

“Santiago, sé que este no es el mejor medio para lo que voy a hacer, pero no encontré una forma más fácil.

Sé que ayer la pasamos muy bien en la fiesta y que también pensaste que nuestra reconciliación era inminente, pero no es así. Luego de meditarlo muy bien, recordé todo lo que me hiciste pasar, no tuviste respeto por mi ni por nuestra relación, te burlaste del amor que sentía hacia ti y traicionaste la confianza que te entregué acostándote con tu hermano, CON TU HERMANO, que me puede decir eso de ti? Si lo hiciste una vez, lo harás muchas más. No te voy a negar que te quiero mucho y que eres especial para mí, pero la verdad en el fondo no te he perdonado. Además, ya terminé mi bachiller y ahora necesito entrar en la universidad, había considerado estudiar una carrera que dieran aquí, iba a estancarme en este pueblo por ti, pero veo que no vale la pena, me iré a vivir con papá a Caracas y allá estudiaré algo que realmente me guste. Te agradezco no me llames, no hagas esto más difícil.

El archivo adjunto te lo envió para que sientas, lo mismo que yo sentí cuando me viste la cara de tonto.

Bye. “

  • Santiago fué a casa de Miguel a aclarar el asunto del correo y el video en cuentión:

-Necesito que me digas, aquí de frente, que todo lo que decía ese correo y todo lo que vi en el video es cierto, dime que quieres que desaparezca y que ya esto no tiene marcha atrás –le dije casi gritando, sollozando- ¡Dímelo! necesito oírlo de tu boca.

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Finalmente se aclaró que fue una mala jugada de Daniel y Miguel y Santiago se reconciliaron e hicieron el amor para consumar la reconciliación.

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CAPÍTULO XVII

Daniel

Llegué a mi casa luego de 3 horas de viaje, las cuales se me hicieron infinitas dado la gran resaca que tenía. Atravesé la puerta de aquella casa tan exageradamente grande y a la vez tan exageradamente vacía; no porque le faltara cosas, sino porque nadie estaba allí para recibirme a mi llegada, eso no era nuevo. Siempre había sido así, la casa vacía la mayor parte del tiempo. Antes por lo menos mi perro Orión me recibía cada vez que llegaba a casa, ahora ni él, hace unos meses había muerto.

Viendo todo el recibidor de la casa, atestado de cosas decorativas, muebles y demás, pero sin una persona aparte de mí en ese sitio, me hizo ver lo vacía que era mi vida. Y también recordé lo que había sucedido con mi primo horas antes. En verdad había conseguido lo que me había propuesto, había gozado mucho del cuerpo de mi primo, y también me sentí, digamos que, bien haciéndole pasar un mal rato a Santiago, pero ¿luego? Luego nada, esa sensación duró poco.

Siempre me había atraído mi primo, sin embargo nunca se había dado la oportunidad, bueno eso de quedarme en su casa fue algo que se me ocurrió de repente, puesto que mis papás llevaban meses fueras y no se vislumbraba una fecha concreta para su retorno, esporádicas llamadas me hacían para ver como andaba todo y como estaba yo. Al ver que mi colegio había terminado antes las clases y ya tenía vacaciones, decidí ir a visitar a mi tío y a mi primo.

Como ya dije antes, mi vida era vacía, ni siquiera mis padres me prestaban mucha atención, muchas veces sentí (y siento) que sobraba en la casa, puesto que nunca formamos una familia como tal, sólo éramos mi padre, mi madre y yo, cada cual con sus asuntos y cada quién por su lado. Sin embargo, nunca fui tan desdichado, retraído y amargado, antes era digamos que “normal”, fue hasta que me enamoré de alguien que nunca me correspondió como yo necesitaba, y me hizo por un tiempo feliz e infeliz por partes iguales.

En aquel entonces, recién había entrado al liceo, y aún tenía ese espíritu de optimismo, en mí había la esperanza de que todo estaría bien, que mi familia se convertiría de un  momento a otro en una familia propiamente dicha, que a mi vida llegaría ese alguien especial que complementaría mi felicidad y muchas otras cosas a las cuales aspiraba y me daba fuerza para llegar a casa, soportar la poca atención que ponían mis padres sobre mí.

La integración con mis compañeros de clase era normal, sin embargo nunca fui un chico de muchos amigos, a todos les hablaba pero amigos cercanos solo pocos. Todo en mi nuevo liceo iba normal, un día decidí inscribirme en un grupo similar a los boysscouts con la finalidad de tener mi tiempo ocupado en cualquier cosa y pasar menos tiempo posible en casa. El grupo tenía una connotación predominantemente ecologista, se integraba la faceta de chicos exploradores y educación conservacionista, era organizada por el liceo y me pareció muy interesante.

Mi nueva actividad extra escolar era de maravilla, no había tanta rigidez como en los boysscouts tradicionales y podía aprender mucho sobre ecología y todo lo que eso conllevara. Pero principalmente me atraía porque había chicos mayores de último año, me encantaba estar entre ellos y sentía siempre que ellos me prestaban atención y me “cuidaban” en cierta forma; cabe destacar que en ese momento fui sintiendo una atracción por los chicos, hasta ese momento, sólo me habían atraído las chicas, pero mis gustos fueron ampliándose de a poco, y en el presente soy bisexual.

Aunque también me gustan las chicas, he de confesar que prefiero los chicos, siempre me han dado una sensación de protección y estabilidad. En fin, particularmente había un chico que robaba mi atención por completo cuando teníamos alguna actividad del grupo. Era un chico modelo, cualquier padre desearía tener un hijo como el, cualquier persona lo quería tener como amigo, hermano o novio; era aplicado, deportista y muy buena persona, sin dejar de lado que era un chico muy guapo y de buen cuerpo. Era uno de los líderes del grupo y yo integraba el sub-grupo a su cargo, tenía atenciones especiales conmigo por ser el menor del grupo, así que poco a poco fui alimentando un sentimiento que al final desencadenó que me enamorara de él.

El hecho de que me enamorara de Jorge (ese era su nombre), no pasó desapercibido por él mismo, pues se percató de que algo pasaba, y un día que salimos a acampar me lo hizo saber. Se metió en mi carpa (o tienda de campaña) en medio de la noche y me pidió una explicación. Me preguntó muy directamente, me sentí acorralado y no tuve más opción que confesarle todo lo que sentía.

-Entiendo lo que sientes, y comprendo lo que eso implica, pero yo no puedo corresponderte de la forma en que tú quieres –me dijo con una seriedad incorruptible-

De alguna manera presentía lo que se refería, sin embargo no quería apresurarme a concluir nada.

-Nuestra relación se limitaría a la parte física, ¿me entiendes? O sea, yo te aprecio mucho Daniel, pero en verdad no creo que me llegue a enamorar de ti –dijo concluyentemente.

Mi yo interior testarudo, me dijo que si podía lograr que Jorge se enamorara de mí, y entendía completamente a lo que se refería con que nuestra relación se limitaría a lo físico, obviamente se refería a besos y quizás sexo, eso si llegara a atreverme.

Esa noche se despidió de mí antes de salir de mi carpa con un beso, no era el primero que me daban, sin embargo era el mejor que había recibido hasta ese momento, me sentí pleno en todo el sentido de la palabra; tenía dudas sobre si en algún momento acceder a tener sexo con él, pero ese beso se encargó de disipar todo y de aferrarme a la esperanza de que si podía lograr que el sintiera algo por mi.

Jorge me dejó muy en claro que nuestra “relación” se limitaría a meros contactos físicos y a todas las implicaciones que tal cosa conllevaba, es decir, sexo. Las demostraciones de afecto en público estaban prohibidas, y yo debía tener claro que él nunca se enamoraría de mí, cosa que luego comprobé.

El primer encuentro fue luego de que le confesara todo lo que sentía y que las reglas del juego estaban estipuladas, fue la noche siguiente, aún estábamos de campamento y él se metió en mi carpa. La luz tenue de las lámparas que había afuera apenas llegaban a iluminar deficientemente el interior de aquel reducido espacio, escasas partículas de luz se colaban por lo translúcido de la tela impermeable de la carpa. Mi corazón latía a más no poder mientras Jorge me besaba de forma magistral, mientras me dopaba con tan agradable sensación. Su mano detrás de mi cuello sosteniendo mi cabeza, mientras con la otra acariciaba ampliamente mi cuerpo semi tumbado en el saco de dormir, me encontraba ajeno a todo, a penas y recordaba que debía respirar.

Su mano acariciadora bajaba lentamente por el elástico del pijama y del bóxer, rozó mis genitales pero sin prestarles atención, se dirigió directo a mi ano. Cuando uno de sus dedos acarició mi virgen orificio, se estremeció mi cuerpo y mi erección se duplicó. Ese beso, más la caricia a mi zona erógena más intima, eran lo suficientemente intensas como para tenerme en una especie de catarsis de placer. Su mano que sostenía mi cuello se trasladó a su paquete, se sacó su miembro y comenzó a pajearse, ante mi mirada atenta, yo estaba embelesado viendo su herramienta. Retomó el trabajo con mis labios, mientras manoseaba mi ano y pajeaba su miembro. Me pareció todo tan irreal, era increíble que una persona me pudiera hacer sentir de esa manera, y deseé que siempre Jorge estuviese a mi lado y me hiciera sentir así todo el tiempo. Esa noche el encuentro terminó con una corrida de su parte. El fin de su paja marcado por un orgasmo y unos chorros de leche que fueron a dar a alguna parte de mi saco de dormir, y el fin de mi éxtasis acompañado de un mordisco que él me dio en los labios, tan suave y sensualmente que un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. No fue necesario que yo tocara mi pene, o que me masturbara, y ni mucho menos un orgasmo, para mi, eso fue suficiente.

Nuestros siguientes encuentros fueron cada vez más intensos, y llegamos a tener sexo propiamente dicho. Y cada vez, mi enamoramiento hacia él crecía más y más, y yo creía que estaba logrando mi objetivo de enamorarlo, aunque nunca se le haya escapado siquiera un “te quiero”, siempre creía que algún día escucharía eso y mucho más de su parte. Pero eso nunca sucedió.

Luego de casi un año, nuestra situación no avanzaba y yo necesitaba más de su parte, necesitaba que me expresara que en realidad me quería y saber que si había llegado a enamorarse de mí, fue una expectativa que nunca llenó. Cada vez lo notaba más distante, nos veíamos solo para tener sexo y ya. No sentía la misma pasión, no había los mismos besos, las mismas caricias, solo penetración, orgasmo y fuera. Todo eso aunado a problemas en mi casa, mis padres atravesaban una crisis matrimonial y en vez de hogar era un campo de discusiones, por cualquier cosa se formaba un problema. Necesitaba un escape y no lo tenía. Hasta mis pocos amigos se alejaron de mí, por ser mi “objetivo” de enamorar a Jorge, el único tema del cual hablaba. Solo lo tenía a él, y no completamente.

Fue un día, que lo vi en la puerta de la casa de un chico que vivía a unas cuadras de mi casa. Estaban conversando, luego Jorge miró a todos lados como cerciorándose de que nadie los veía, y le dio un beso, en la boca, corto y profundo, de esos que solía darme a mí al final de nuestros encuentros y que ahora ya no me daba. Mi corazón estalló en pedazos. Una tormenta de pensamientos bulliciosos se formó en mi mente, acallando las palabras llenas de tensión que se dirigían mis padres mientras íbamos en el automóvil camino a casa.

Fueron varios días de soledad, tristeza y decepción para mí. Sentía que lo único de color que tenía en mi vida, había perdido su brillo y ahora era gris como todo lo demás. En esos días Jorge no me buscó. Una semana después casualmente coincidimos, el ya no estudiaba en el liceo puesto que se había graduado.

-Hola Dani, tiempo que no te veía, como esta todo, como te va en las clases? –me dijo de una forma tan natural que no lo podía creer, estaba atónito.

Tuve que respirar para no ponerme a llorar allí mismo. Me controlé y le pregunté el porqué de su ausencia, por que ya no me buscaba, por qué ya no me besaba como antes y quién era ese chico con el que lo había visto y por qué lo besaba de esa manera.

-Lo que pasa Daniel, es que yo me enamoré de ese chico, y por eso ya no te busco y las cosas no son como antes. En ese momento yo estaba solo y podía hacer eso contigo, pero ya no, ya es diferente.

El desconcierto, la desesperación y todos aquellos sentimientos negativos se acumularon en mi cerebro provocándome un inmenso dolor de cabeza. Le dije que yo lo amaba, y que creí que el sentía lo mismo hacia mí, que nos habíamos enamorado, pero su respuesta fue negativa.

-No Dani, yo te advertí antes de que iniciara todo esto, que no te iba a poder querer como tú querías, y aun así aceptaste. Ambos sabíamos que era solo sexo –sentenció-

- Nunca es sólo sexo Jorge, nunca ­ dije yo a penas con un hilo de voz saliendo de mi garganta-

Luego de eso, fue fracaso tras fracaso para mí, en materia amorosa. Parecía que si, que muchas veces era solo sexo. En cada relación entregaba lo mejor de mí, pero eso nunca fue suficiente, siempre terminaron remplazándome. Ya no era importante para nadie. Ni para mis padres siquiera. Me sentía miserable, tanto que incluso una vez intenté cortarme las venas, pero solo logré hacerme un pequeño corte antes de entrar en razón. Una pequeña marca quedó en mi muñeca izquierda, marca que fue cubierta por un minúsculo tatuaje de una nota musical. De allí en adelante me volví lo que soy ahora, un chico “ antiparabólico ”, al que nada le importa gran cosa, al que la cursilería y la felicidad de los demás le incomoda, alguien que se obsesiona hasta obtener lo que quiere, y que decidió complacer las necesidades de su cuerpo sin ir más allá, sin sentimientos, sin preocuparse por los demás. Porque para este chico, ahora, es sólo sexo.

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Santiago

Con todo lo que había sucedido, nuestra reconciliación quedaba consumada de una vez por todas y para mi tranquilidad. Albert accedió a que Migue nos acompañara a casa de mis abuelos, e íbamos en camino.

-Santiago que le vas a decir a Abuelo sobre Miguel? –preguntó Albert observándome-

¡Mierda! no había pensado en eso.

Mi abuelo era un señor chapado a la antigua, y estoy  más que seguro que moriría si le digo que Miguel es mi novio.

-Migue, se me olvidaba por completo, mi abuelo es un poquitín, digamos que, antiguo, así que delante de él seremos solo amigos.

Migue no me respondió, volteé a mirarlo y estaba totalmente serio.

-Que tienes Migue? –le dije frunciendo el entrecejo.

-Nada, tengo el estómago revuelto, creo que lo que comí me cayó mal –dijo entre los dientes-

-Seguro? No será que estas mareado por la carretera –le dije sonriendo- A mi no me vayas a besar así –dije poniendo cara de asco y riendo a la vez-

Migue se limitó a mirarme con los ojos entornados y recostó su cabeza en mi hombro.

El camino fue largo y agotador, ya casi no sentía mis nalgas, sin embargo estar de nuevo al lado de Migue, lo demás me importaba poco. El viaje había sido genial, sobre todo por las espectaculares vistas. Entramos al pueblo y se veía igual de que siempre, con la diferencia de que había  algunas nuevas construcciones. El cambio de clima era muy notorio, en comparación al calor que hacía en mi ciudad y al cual nunca me había acostumbrado. Recorrimos las calles del pueblo, y cinco minutos después estábamos entrando a la finca de los abuelos. Me sentía muy emocionado de volver a ver a mis abuelos después de varios meses.

La finca estaba igual, con sus invernaderos y su montón de plantas y flores dispuestas estratégicamente para que se desarrollen bien y así poder venderlas. Allí estaban ellos, bajando las escalinatas de la puerta principal de la casa, mis adorados viejos.

Al detenerse la camioneta justo frente a ellos corrí a abrazarlos.

-Bendición Abue –dije abrazando a mi abuela- Bendición Abuelo –dije abrazando a mi abuelo.

-Al fin llegan, Dios te bendiga mi vida –dijo mi abuela dándome un beso en cada mejilla-

-Como estas Santiaguito, que tal el camino? Dios te bendiga –respondió mi abuelo dándome un abrazo-

Albert también saludó a los abuelos como siempre, y yo presenté a mi “amigo” Miguel, quién todavía estaba un poco indispuesto. Luego de ponernos al día con todos los acontecimientos familiares recientes, fuimos a instalarnos en nuestra habitación. La casa de los abuelos era grande, con estilo algo colonial y había varios cuartos desocupados. Fuimos, más que por costumbre que por otra cosa, a la habitación en la que Albert y yo nos quedábamos siempre, mi abuela nos acompañaba mientras hablábamos de cualquier cosa.

-Que crees que haces Albert, vas a dormir en ésta con tu hermano –dijo mi abuela señalando la cama matrimonial que había en la habitación- Bueno los dejo para que terminen de acomodarse.

Migue me miraba contrariado, pues pensaba que dormiríamos juntos.

-Será mejor así Migue, ellos tienen la costumbre de entrar al cuarto a mitad de la noche a “ver como estamos”. Además será por hoy, recuerda que tenemos que regresar para celebrar tu cumple –le dije abrazándolo entusiasmado y sonriendo-

-Está bien –dijo sonriendo pero poco convencido-

-Todavía te sientes mal?

-Si, de hecho ahorita quiero vomitar –me dijo haciendo un gesto de incomodidad, se le notaba que no estaba bien, su cara lo decía todo, además de estar sudando levemente a pesar de que hacía un poco de frío-

Lo conduje al baño que estaba en la habitación y lo dejé solo allí mientras arreglaba su cama para que se recostara un rato.

-Que mal que Miguel se enferme, no va a disfrutar del viaje –dijo Albert tendiendo la cama grande mientras yo tendía la de Migue- Y más que le iba a pedir el Jeep a mi abuelo para que fuéramos a la ciudad.

La idea de ir a la ciudad se me hizo muy atractiva, siempre me había gustado Mérida y me encantaba recorrer sus calles, sobre todo en el viejo jeep del abuelo con techo de lona, de esos que no tiene puertas si quiera y son abiertos.

-Ahorita le diré a Abue para que me de una pastilla o algo para Migue.

-No es necesario Santi, vayan tranquilos, no les quiero arruina la diversión –dijo Migue lanzándose en la cama-

-Seguro Migue? –le dije acostándome a su lado y dándole besitos en la mejilla-

-Si, en serio, mañana me enseñan el pueblo y la ciudad, hoy creo que mejor me quedo acostado.

No estaba del todo convencido, por un lado quería salir a la ciudad, considerando que estaríamos poco tiempo. Por otro lado quería estar con mi amor, retomar todo el tiempo perdido. Pero también sabía que se sentía mal y que quería descansar.

-Está bien mi vida, pero te voy a buscar algo para los vómitos para que mañana si podamos salir a que conozcas el pueblo, ok? –le dije besándolo profundamente-

-Dale mi amor, te amo –dijo esto último en un susurro-

Una cálida sensación invadió mi corazón al escuchar eso último. No pude contener una amplia sonrisa.

-Yo también te amo.

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Albert y yo recorrimos las calles del pueblo primero, me encantaba, ese pueblo me traía muchos recuerdos y casi todo estaba igual que siempre. Nos paramos en una esquina de la plaza a tomar la típica chicha del mismo señor que trabaja allí desde que tengo uso de razón, riquísima como siempre.

-Que planeas para el cumple de Migue? ve que ya esta cerquita –dijo mi hermano mientras íbamos camino a la ciudad-

- Verga , no se, no he pensado en nada –le dije rascándome la cabeza, en verdad no lo había pensado- Creo que en el día será una comida especial o algo así, y en la noche supongo que iremos a festejar, y luego… Bueno –dije riéndome al ver la cara de Albert sabiendo que me refería a sexo-

-Santiago coño se más creativo, llevan tiempísimo separados, tienes que botarte con el regalo.

-Yo seeee, no me presioneees.

Al voltear la mirada hacia la calle vi a alguien que me resultaba extremadamente familiar. El carro estaba detenido esperando que cambiara la luz del semáforo, por lo cual el me vio, yo lo vi, y sentí una sensación extraña en el estómago.

  • ¡¿Pedro?!

Era él, definitivamente era Pedro. Esos ojos y ese rostro, no lo podría olvidar jamás.

-Estaciónate por aquí Albert –le dije un poco azorado a mi hermano-

-Por qué? Que pasó? –me dijo mi hermano extrañado-

-Estem… -pensé- Es un viejo amigo que acabo de ver, tenía mucho tiempo que no lo veía, quiero saludarlo.

Bajé del jeep y caminé nervioso hasta donde estaba Pedro, el ya venía caminando hacia mi con una sonrisa. Sentí un poco de nervios al recordar la situación en la que nos conocimos.

-Santiago, no esperaba verte aquí –me dijo e inmediatamente me abrazó-

Percibí la calidez de su abrazo, y el olor de su perfume, uno de mis favoritos y que me produjo una especia de déjà-vu que no supe identificar en ese momento.

- Naguará Pedro, que pequeño es el mundo, el último sitio donde pensé verte era aquí. Como estas? Que es de tu vida? –estaba visiblemente sorprendido, y la verdad es que Pedro se veía muy guapo con la ropa que traía, y ahora se le veía menos maltratado por el sol.

-Yo vivo aquí, vengo justamente de la universidad –dijo mostrándome su mochila- Con quien andas? si quieres entramos a una cafetería que está aquí cerca y hablamos un rato.

-Ando con mi hermano -dije volteando la mirada hacia el jeep- Ven, voy a decirle que voy a tomar algo contigo un rato.

Nos dirigimos al jeep y los presenté

-Albert, el es Pedro, un viejo amigo. Pedro el es Albert mi hermano –ambos se dieron la mano en gesto de saludo acompañado con los típicos “Mucho Gusto” y “Un placer”- Pedro me invitó a tomarnos algo y a ponernos al día, puedo?

Mi hermano me dirigió una mirada que significaba que no estaba del todo convencido ni contento con la proposición, sobre todo porque él no conocía a Pedro y la invitación no lo abarcaba a él.

-Paso por ti en media hora –dijo un poco serio-

-Pero… -traté de replicar pero me interrumpió-

-Media hora –repitió  mientras levantaba la ceja-

-Dale pues.

Me estresó un poco que me haya dicho de esa manera delante de Pedro, me sentí regañado, pero en fin, lo importante es que hablaría un rato con Pedro. Entramos a la cafetería, muy bonita y acogedora. Pedimos unas bebidas, nos sentamos y nos dispusimos a charlar.

-Cuéntame, que ha pasado en tu vida desde… Desde aquella vez –le dije mirándolo atentamente.

-Pues fíjate que muchas cosas. Muchas –hizo énfasis en la última- Una de ellas es que mi papá murió, mejor dicho, lo mataron.

Quedé con los ojos abiertos como plato.

-¡Rayos! Que mal. Ya estás bien? Lo siento mucho de verdad –le dije apenado-

-No te preocupes, eso se veía venir, además ayudó a que yo me desligara de ese mundo. Pero en fin, no quiero hablar de eso.

-Entiendo… Mira lo que aún conservo –le dije mientras sacaba el collar con las placas al estilo militar que me había obsequiado mientras yo estaba inconsciente-

Pedro sonrío ampliamente.

-Que bueno que aún las conserves. Y cuéntame tú, que es de tu vida, tu novio?

  • Hmm, pues todo bien. Excepto que la cagué con mi novio hace unas semanas, y recién ayer nos reconciliamos.

-De verdad? Y eso? –dijo mostrando interés-

-Es que le fui infiel cuatro veces. Así como lo oyes, ¡CUATRO! Lo peor es que sólo se enteró de una infidelidad, y esa bastó para que nuestra relación terminara por un tiempo.

-O sea que no sabe de las otras tres infidelidades? Cuando piensas decirle? Sé que no es mi problema Santi, pero ya que se reconciliaron es como un nuevo comienzo, deberías decirle con sinceridad todo lo que ha pasado. No me parece justo que lo tengas así, como, engañado.

-Lo se Pedro, pero es que es difícil, y de tan solo pensarlo me da terror. Imagínate como reaccionó al saber sólo una. Sería catastrófico que supiera las demás.

-Y con quién le fuiste infiel que el se enteró?

-Con mi hermano. Nos vio, desnudos, en mi cama –dije mientras bajaba la mirada-

-Con tu hermano –estaba visiblemente sorprendido- Que fuerte.

-Si, lo sé.

-Ya, no te avergüences, todos alguna vez metemos la pata. Lo importante es que no vuelva a suceder y que vuelvas a ganar la confianza de tu novio.

Continuamos hablando sobre relaciones, sobre su nueva vida, y un poco de todo. Me sentí muy bien con esa charla, pero a su vez me había sembrado una nueva inquietud: decirle o no decirle a Migue sobre las demás infidelidades.

Y es que no estaba nada fácil decirle. Se que explotaría y me volvería a dejar. En primer lugar porque FUERON CUATRO VECES, lo mantuve engañado todo este tiempo y se que no es fácil aceptar algo así. Luego está la forma en como le explicaría lo de Pedro y lo del señor en el piano bar, porque con Albert y Marco no es tanto porque son conocidos, pero los demás? Es completamente absurdo y difícil de entender, es que ni y yo mismo llegaba a comprenderme. Estaba jodido, enteramente jodido, así que había decidido que no le diría nada a Miguel, que dejaría todo hasta allí y que seguiríamos así, no quería arriesgarme.

Nuestra charla terminó cuando Albert entró por la puerta de la cafetería. Pedro y yo nos despedimos con un abrazo e intercambiamos números telefónicos.

-Ahora si, me vas a decir quién es el? –Preguntó Albert refiriéndose a Pedro, mientras íbamos camino a casa-

-Es un amigo, ya te lo dije. En una de las vacaciones que vine yo solo, tuve una especie de romance con el, pero éramos unos niños, así que no pasa nada –mentí-

-Hmm, ya –dijo poco convencido-

En verdad me sentía mal conmigo mismo. Cada vez mentía más y más, y lo peor es que antes yo no era así. Nunca me gustaron las mentiras ni las personas mentirosas, y ahora yo era uno de ellos.

Llegamos a casa, y luego de decirles a los abuelos que hicimos, subí a mi cuarto a ver como estaba Migue, mientras Albert se quedó en la sala con los abuelos, ya eran casi las 9 de la noche. Entré a la habitación y Migue estaba dormido. Me cambié de ropa y me acosté a un lado suyo, en su cama, no importaba si los abuelos entraban en medio de la noche y me veían en su cama, quería abrazarlo, sentirlo cerca de mi, tenía mucho remordimiento de conciencia y me cuestionaba que hacer.

Me acosté en su cama y al parecer estaba profundamente dormido, pues ni se percató de mi presencia.

-Pobrecillo, ha de estar agotado –pensé-

Justo en ese momento me llegó un mensaje, era de Pedro.

-“Me encantó volver a verte Santi, y más aún al saber que conservas mi obsequio. Espero que volvamos a encontrarnos. Y bueno, piensa bien en tu situación con tu novio, y piensa en lo que es justo tanto para él como para ti. Feliz Noche!!

A mi también me había gustado mucho verlo, me disponía a responderle el mensaje, pero algo me interrumpió.

-Con quien hablas? –me dijo Migue con voz adormilada y abrazándome por la espalda-

-Es Marco, quería saber como la estamos pasando –mentí-

-Habla con el mañana, duerme conmigo abrazadito, mira que hace un frío rico –decía mientras me apretaba más a su cuerpo.

No dije nada, sólo apagué mi celular y lo coloqué en la mesa de noche, luego me volteé para abrazarlo mejor, ya Migue se había dormido de nuevo.

Había mentido, otra vez. ¿Qué pasaba conmigo? ¿Será que no podría salir del círculo vicioso de la mentira? Justo me llegó una frase muy conocida: “La mentira tiene patas cortas”. Y era cierto, era lo que más temía. Tarde o temprano se termina conociendo la verdad. Es decir, Migue tarde o temprano sabría todas las veces que le fui infiel, eso me aterraba.