Soy Santiago y esta es mi historia XV

Me derrumbé en la cama, exhausto, y busqué su cuerpo caliente y desnudo a tientas, pues ya tenía los ojos cerrados. Me quedé dormido abrazado a su cuerpo, con un “Te amo” flotando por el aire.

NOTA:

Saludos amigos lectores! Ya no les voy a pedir disculpa por la tardanza porque entonces esto ya se torna monótono u.u Pero en fin, un mes después, aquí está el capitulo siguiente, espero les guste. Les recuerdo no se olviden de comentar y valorar, que yo aprecio mucho sus comentarios y opiniones, lo que me permite mejorar y crecer como escritor. Espero hayan tenido una feliz navidad, y que el año que viene sea muy provechoso, que logremos todos alcanzar nuestras metas y que cada día seamos mejores personas. Esta es mi útlima publicación por este año, nos vemos en Enero!! Besos y abrazos.

Recuerden mi correo, por si gustan, frick-boy@hotmail.com

Ah, se me olvidaba, leí en los  comentarios, que alguien preguntó si tenía twitter o facebook. Pues bien, me creé una cuenta en twitter para que estemos  en contacto permanente, pueden hacerme sugerencias, críticas, recomendarme un libro (cosa que les agradeceré xD ) etc. Aún no he twitteado nada, lo reservaré para cuando alguno de ustedes, mis apreciados lectores, me sigan!

@RodVzla_tr

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CAPÍTULO ANTERIOR

-Migue, te lo ruego por favor, perdóname, te amo, y ya no puedo vivir sin ti. No sabes lo que me duele pensar que cada día nos estamos separando más, y no quiero que eso suceda. Te juro que nunca más te seré infiel, y amarte así como te amo ahora. Porque aún te amo “mi ángel” –dije recordando lo que decía uno de los lados del dije de la cadena que Migue llevaba en su cuello y que yo le había regalado- Aún te amo, y muchísimo.

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Miguel

Me parecía estar soñando. Santiago se había lanzado a besarme así, tan de repente, que si hubiese estado más descuidado, nos hubiésemos caído los dos. Me era tan irreal, no solo el hecho de que me estuviera besando, sino el hecho de que lo hacía con tanta fuerza, con tanto ímpetu, con tanta pasión, que me transmitía una emoción inmensa, mi corazón estaba a reventar, me palpitaban las sienes, y un zumbido invadió mis oídos.

--Migue, te lo ruego por favor, perdóname, te amo, y ya no puedo vivir sin ti. No sabes lo que me duele pensar que cada día nos estamos separando más, y no quiero que eso suceda. Te juro que nunca más te seré infiel, y amarte así como te amo ahora. Porque aún te amo “mi ángel” –me dijo Santi- Aún te amo, y muchísimo.

Tuve que contener mis lágrimas para no ponerme a llorar en frente de él, era emocionante, mi Santi había tomado la iniciativa, y eso me hacía muy feliz. No se me ocurrió una mejor respuesta que besarlo, pues extrañamente se formó un nudo en mi garganta que de seguro me haría temblar la voz, por lo que decidí callar y besarlo.

Al parecer Daniel había cambiado de humor, había hablado conmigo apenas llegó del centro comercial.

  • Primo, mira lo que compré para ir a tu fiesta –me dijo sacando de una bolsa, una camisa color verde-

Me sentía un poco desconcertado, pues unas horas antes, apenas y me dirigía la palabra.

-Está bonita, buena elección –le dije tomando la camisa en mis manos y frotando la tela entre mis dedos para ver la calidad.

-Si, lo sé. Me la ayudó a escoger Santiago.

-Santiago? –sentí una leve punzada de celos- Y eso? Cuadraste con Santiago para ir al centro comercial? Por qué no me dijiste?

-Tranquilo primo, que fue una coincidencia, estaba caminando viendo las tiendas y me lo conseguí. No estarás celoso, o si?

  • No, no vale como crees, es sólo que me sorprendió –le dije tratando de ocultar los celos evidentes-

-Mira primo, yo sé que me porté mal contigo el día ese en el parque, pero es que mira, tu en serio me atraes, y aparte que tenía tiempo que no tenía sexo y andaba tu sabes, cachondo , dijeran los españoles. Así que disculpa esa escena primo, y gracias por recibirme aquí en tu casa, y nada, a celebrar esta noche que ya eres bachiller, ok?

Mi desconcierto seguía, sin embargo decidí dejar el estrés, era cierto, iba a celebrar que al fin había terminado el colegio y entraría a la universidad. Realmente no tenía claro que sería de mi vida universitaria, por un lado quería tener una carrera sólida que me permitiera tener una buena calidad de vida cuando sea mayor, pero también quería estudiar música profesionalmente. Sin embargo, las carreras que tenía en mente y al parecer podrían serme de mucho beneficio, significaba mudarme de ciudad, lo que a su vez significaba que dejaría a Santi, y eso no me parecía tan atractivo pues seguía enamorado de Santiago, y ese beso me lo confirmó.

Nos fuimos a la pista de baile sin mediar palabras, y comenzamos a bailar poseídos por el ritmo de la música electrónica que nos envolvía, me sentía extasiado de felicidad, estaba compartiendo con mi Santiago y con mis compañeros la dicha de haber cumplido una de las tantas metas que me había trazado. Podía mirar la cara de Santiago, a cada momento me sonreía de esa forma tan autentica de reír, arrugando la nariz, se veía tan tierno que me daban ganas de besarlo, y así lo hacía.

A cada tanto se nos acercaba Daniel muy animado a traernos bebida, cada vez se hacían más frecuentes, por lo que ya estaba sintiendo el efecto. Pero que más da, Hoy es mi día –pensaba constantemente-

Santiago

La estaba pasando realmente genial, bailando y jodiendo con todos nuestros amigos. De cuando en cuando le daba un poco de espacio a Migue para que se divirtiera con sus amigos, mientras yo iba y me sentaba en el grupo de mis compañeros de clases, a fin de cuentas, era la fiesta de Migue y de sus amigos, no quería que por estar atado a mi toda la noche, no disfrutara.

  • Dónde dejaste a Esteban? –le pregunté a Marco mientras me sentaba en un puf a un lado de él-

  • No sé, anda con los amigos de él, no quiero atosigarlo y que disfrute bastante hoy.

  • Las grandes mentes piensan iguales –dije sonriendo-

  • Por qué?

  • Porque yo también hice lo mismo con Miguel, lo dejé con sus amigos para no andar estorbando.

  • Hmm. Hey, me preocupa que Daniel le trae tragos muy rápido a Miguel, como siga tomando así, se va a volver mierda super rápido.

  • Si verdad? Bueno, no voy a ser yo quien le va a decir que tanto tomar, no quiero arruinarle la fiesta. No te he contado, esta tarde anduve en el centro comercial con Daniel, y no me pareció tan malo después de todo.

  • Fraternizando con el enemigo? –me dijo Marco con  una risita sarcástica.

  • Algo así, me lo conseguí de casualidad y fuimos a comprar juntos, almorzamos, y bueno no me pareció tan mal. Además, mañana se va y se termina mi preocupación –le dije riendo-

-Si eres gafo Santiago. Acompáñame al baño, que estoy que me estalla la vejiga –dijo Levantándose de su asiento-

  • Ahora vas al baño acompañado así como hacen las chicas –le dije riendo-

  • Si amiga, tu sabes –dijo imitando graciosamente una voz femenina- Apúrate idiota.

Comenzamos a caminar tratando de cruzar al otro lado, donde se encontraban los baños, tarea nada fácil considerando el montón de gente que había. Luego de empujar, ser empujado, pisar y ser pisados, llegamos a los baños, al entrar vimos que estaba full.

-No aguanto Santi, en serio –me dijo Marco al ver que no había lugar para que él vaciara su vejiga.

Nos dispusimos a regresar, una vez fuera del baño, vimos que venía uno de nuestros compañeros de curso, Marco se le abalanzó a preguntarle donde había otros baños, nuestro amigo le dijo que en el segundo piso había uno, y hacia allí nos dirigimos.

Al entrar vimos que el baño era grande, que digo grande, era el baño más grande al que había entrado, me parecía casi ridículo que el baño de abajo estuviera full y este estaba aparentemente vacío. Inmediatamente Marco corrió a uno de los cubículos, y yo caminé lentamente hacia otro. La música entraba en el baño a pesar de estar en la segunda planta y la puerta estaba cerrada. Me desabroché el pantalón y me dispuse a vaciar mi vejiga, y me pareció escuchar susurros, jadeos y besos, pero era muy poco lo podía oír y no se distinguía bien por la música, así que no le presté atención.

Antes de salir del cubículo pude escuchar lo mismo, pero esta vez un poco más audible. Marco se estaba lavando las manos.

-Creo que alguna parejita se está dando cariño en uno de los cubículos –le dije en medio de susurros-

Marco me miró con las cejas levantadas y con cara muchachito travieso.

  • Los espiamos?

  • No Mark, no, como se te ocurre, déjalos

  • Vemos quienes son y nos vamos Santi, anda, no seas aburrido.

Antes de poder contestarle ya Marco estaba viendo debajo de las puertas de los cubículos para ver cual estaba ocupado, cuando o encontró me hizo una mueca para que me acercara. Me agaché un poco para ver por debajo de la puerta y vi dos pares de piernas, eran dos chicos.

Marco con la curiosidad a flor de piel, entró al cubículo de al lado y se paró encima del W.C., quedando lo suficientemente alto como para asomarse y ver quienes eran. Me hizo seña para que me subiera también, pero no estaba del todo seguro, aun así me decidí. Al asomarme pude vi a un chico sentado en el W.C y al otro encima de él, cabalgándolo. Identifiqué al que estaba sentado, era un muchacho que estudiaba un curso menos que nosotros, cuyo nombre era Miguel Angel, y que ni siquiera se me hubiera ocurrido nunca, verlo en una situación como esa, pues su familia era muy conservadora, y él era el típico chico estudioso y bien portado. Al otro chico no alcanzaba a verle el rostro. Al parecer no había peligro en que nos capturaran observándolos, pues estaban muy concentrados en su labor. Miré a Marco  y  tenía los ojos abiertos y me dijo con movimientos de los labios “Miguel Ángel”, se le notaba sorprendido, yo asentí. Al mirar de nuevo, el chico al que no había identificado, levantó la cara. Era Tomás. Nos despegamos de allí al instante para que no nos viera, esperamos en silencio unos segundos mientras mi corazón latía aceleradamente por la expectativa de que se pudieran dar cuenta de que los espiaban, pero al parecer ni se percataron pues siguieron en lo suyo. ¡Santa madre! –pensé en mi interior- si que no pierden tiempo.

Subimos nuestras cabezas para dar un último vistazo antes de salir del baño. Tomás seguía con su cabeza levantada y los ojos cerrados. Quien pudiera imaginarlo, Tomás se veían tan tranquilo y ahora lo veo en esta faceta. Justo en ese momento abrió los ojos.

-¡Santiago! –se escapó de su boca-

-¡Mierda! –dijo Marco-

Más rápido que inmediatamente salimos de ese baño. Bajamos las escaleras corriendo. Nos mezclamos con la gente, mientras le recriminaba a Marco

-Marco, viste, por tu culpa, ahora le cortamos la nota a los tortolítos –dije riendo-

  • Ahora resulta que es mi culpa, tu también eres chismoso.

En ese momento comenzó la “hora loca”, y nuestros amigos nos arrastraron hasta el centro de la pista de baile, en medio del desastre. Y en verdad que era muy divertido, todos bailábamos con todos, bueno, en realidad brincábamos y saltábamos como locos, y yo no paraba de disfrutar y reírme.

En medio de la locura, se me acercó un tambaleante Miguel con un trago de ron puro en su mano. Me sorprendí porque ya estaba borracho. Se acercó a mí, me tomó por la cintura y me plantó un beso con sabor a alcohol. Bailaba restregándose contra mí, por lo cual  pude sentir que estaba excitado pues podía sentir su duro miembro restregándose contra mi pelvis. Inmediatamente sentí ese cosquilleo en el estómago, tal como si fuese la primera vez. Los dos sonreímos al vernos a los ojos de forma muy pícara.

Continuamos bailando de una forma muy sexi, y parecía que el tiempo se detenía y todo a nuestro alrededor desaparecía, solo existíamos el y yo. ¡Cómo había extrañado a mi Migue! Fui un idiota al hacer que se alejara y se rompiera eso tan bonito que teníamos, pero no tropezaría con la misma piedra dos veces, esta vez no se repetirían los errores e iba a ser el novio que Miguel se merecía.

Seguimos así por no se cuanto tiempo, hasta que dos interrupciones inoportunas llegaron: Daniel se había acercado a traerle un trago a Migue, esta vez era un shot de tequila con su respectiva rodaja de limón cubierta con sal. Maldecí por lo bajo lo inoportuno que era, sin embargo traté de demostrar lo contrario. Y para completar, mi celular comenzó a vibrar en uno de los bolsillos de mi pantalón. Puede leer en la pantalla que era mi papá que me estaba llamando.

-Mierda.

Marco

Ver a esa parejita teniendo sexo en el baño me excitó demasiado. Así que fui a buscar a Esteban, y literalmente se lo arrebaté a una de las chicas que estaba bailando con el, lo besé de la manera más salvaje que pude y me lo llevé hacia otro sitio en la pista de baile, en medio de toda la gente.

En su cara había una sonrisa traviesa, y comenzamos a bailar, de la manera más atrevida posible. Metió una de sus piernas entre las mías y nuestros miembros se restregaban mutuamente. Esteban me tomó por la cintura y yo rodeé su cuello, pude oler su perfume, de hombre, pero sutil, mis sentidos comenzaron a volar. No me importó que hubiese gente cerca, yo solo quería sentiré la totalidad del cuerpo de mi chico. Esteban me excitaba demasiado, era tan guapo, y su cuerpo tan perfecto, firme, caliente. Siempre había causado ese efecto en mí. Y en un principio cuando comencé a salir con el,  lo hacía porque me parecía el chico más sexi del colegio, ver ese gran trasero marcado en el pantalón de gabardina del uniforme hacía que tuviera erecciones frecuentes. Recuerdo la primera vez que me habló, y allí comenzó toda nuestra historia. Ese día el universo conspiró para nuestro encuentro.

Me había sentado en la única mesa del patio que estaba vacía a tratar de resolver un ejercicio de matemáticas que había olvidado a hacer en casa, y que no tenía ni puta idea de como comenzar, las matemáticas no son mi fuerte.

-Disculpa, me puedo sentar aquí? –me dijo alguien sacándome del transe en que me encontraba tratando de recordar la clase anterior.

-Si, no hay problema –al levantar la mirada, vi que era el, me entró un leve nerviosismo, pero mi preocupación en ese momento eran los estúpidos ejercicios, que además valía un alto porcentaje de la nota. En ese momento una brisa hizo que mi hoja de los ejercicios fuera a dar en las manos de Esteban.

-Integrales –dijo viendo los ejercicios de la hoja antes de devolvérmela-

-Si –dije seguido de un suspiro- No se ni como empezar.

-Si quieres te ayudo.

Lo miré dudoso, como si estuviese jugando.

-No crees que sepa matemáticas verdad? –me dijo con una media sonrisa-

-Yo no he dicho nada.

Sin decir nada se levantó de su puesto y se sentó a un lado mío. Pude percibir el aroma de su perfume de hombre joven, muy embriagador. Comenzó a explicarme con una naturalidad sorprendente, al parecer si sabía de matemáticas. Pero yo no podía concentrarme, estaba claro que el me atraía demasiado, y el rose esporádico  de su brazo con el mío y de su pierna con la mía, me sacaban de onda.

-Espera –lo interrumpí a mitad del ejercicio- No entiendo.

-Que no entiendes? –me dijo paciente-

-Específicamente, no entiendo nada –dije sincero, mientras el soltaba una carcajada y me miraba a os ojos, su mirada era tan penetrante que tuve que desviar la mirada.

Comenzó de nuevo con la explicación, y esta vez hice un grandísimo esfuerzo en concentrarme, y el esfuerzo estaba funcionando y pude entender el ejercicio a la perfección.

-Gracias por explicarme –le dije con una sonrisa de oreja a oreja, mientras sonaba el timbre que indicaba que el receso finalizaba.

-No te preocupes, fue un placer –luego me guiñó un ojo-

Al recordar eso lo apreté mas a mi cuerpo, sentía que lo quería demasiado.

-Que te parece si nos vamos? –me dijo Esteban susurrando en mi oído-

-Pero, y Santiago?

-No te preocupes por el, hoy hay reconciliación y será mejor que no estorbemos.

Ese argumento me convenció. Por lo tanto comenzamos a andar hacia la salida.

Fuimos a su casa y entramos en el más sumo silencio, sin hacer ruido, sus padres estaban dormidos. Miré la hora en un reloj que había en la sala, ya iban a ser las 4:00 a.m. El tiempo nos pasó volando –pensé-

Subimos a la escalera igual de silenciosos y entramos a su cuarto. Su habitación era grande, espaciosa y ordenada. Pintada toda de banco. En el mueble donde colocaba sus libros estaba una foto de los dos, la colocó allí luego de que nuestra relación se haya oficializado ante nuestros padres. Recordé ese episodio tan desagradable en mi vida, cuando papá entró repentinamente al cuarto y nos cachó teniendo sexo, sin duda uno de los peores días de mi vida, sin embargo ya no me afectaba tanto recordar eso.

Esteban me abrazó por la espalda y nos quedamos unos instantes observando nuestra foto, hasta que se puso manos a la obra y comenzó a darme besos en el cuello, mi debilidad. Los besos en esa zona me derretía completamente, y eso Esteban lo sabía a la perfección y lo usaba constantemente. Me volteé y comenzamos a besarnos como es debido. Recordé en ese momento que con él fue que aprendí a besar, puesto que antes de Esteban, nunca había tenido un novio.

Ese día fue muy genial para mi, teníamos saliendo ya unas semanas, salíamos como amigos, al cine, a comer, a pasear, a cualquier sitio. Su familia le había regalado un carro cuando cumplió 16 años, sin embargo solo tenía permiso de usarlo mientras haya luz del día, a partir de las 7:00 p.m., ya el vehículo debía estar guardado en el garaje de su casa. Eso nos facilitaba las cosas y permitía que saliéramos constantemente, en el horario establecido. Ese día sábado, habíamos pasado todo el día juntos, pocas veces podía hacerlo, puesto que Santiago vivía pendiente de mi, y yo aún no le había contado sobre Esteban ni sobre que me gustaban los chicos. Me fue a llevar a mi casa al final de la tarde, y antes de yo bajarme del carro me dijo

-Me puedes regalar un beso?

Quedé completamente en shock. Me había sorprendido demasiado su propuesta.

-Un beso, ehm… Pero es que, como te explico, ehm –buscaba una manera no muy ridícula de decirle que nunca había besado a nadie, y que por lo tanto no sabía como hacerlo- Lo que pasa es que no se besar.

No dijo nada, solo acercó su cara a la mía y me besó. Aún puedo sentir esa sensación electrizante de sus besos como el primer día.

Nos recostamos en su cama sin dejar de besarnos, mientras una brisa fría entraba por la ventana que estaba parcialmente abierta. Sus manos recorrían todo mi cuerpo al igual que yo hacía lo mismo con las mías. Susurraba constantes “Te amo” muy cerca de mi oreja, haciéndome estremecer de emoción, sentía que era sincero, sentía que  alguien me quería de una forma especial, de una forma distinta a la que se quiere a la familia o a un amigo, y era una sensación maravillosa el saber que lo que yo sentía, era correspondido.

Sus labios subieron a mi frente, para comenzar el recorrido que tanto le encantaba. Daba cortos besos repartidos por toda mi cara, evitando detenerse mucho tiempo en mi boca. Bajaba por mi cuello sensualmente, alternando besos, lamidas, chupetones, acompañado de mis sutiles suspiros y respiración agitada. Cada vez que sus labios entraban en contacto con mi piel, era una sensación cada vez novedosa, que transmitía paz, calidez, y por sobre todas las sensaciones, muchos escalofríos.

Bajaba por mi pecho y estómago sin dejar ningún espacio que no haya besado. Se ubicó en medio de mis piernas e introdujo mi pene erecto a más no poder, en su boca. Comenzó con lamiendo mi glande, luego el tronco hasta llegar a mis testículos, todo de manera muy suave, mi cerebro se dedicaba exclusivamente a sentir, a nada más. Chupaba igual de lento pero con gran esmero, cosa que no pasaba desapercibido por mí, a pesar de encontrarme en una especie de trance de placer. Tenía la capacidad de notar muy bien ese tipo de detalles, y muchos otros. Como por ejemplo el amargo episodio por el cual atravesó nuestra relación. Luego de que mi padre nos viera en mi habitación, Esteban desapareció, es decir, salió de mi casa y me dejó solo con mi problema. Me sentí devastado, primero por que afectaba mi vida familiar, y segundo, porque el no estuvo allí conmigo.

Fueron unos días sumamente duros para mí, en mi casa algo tan cotidiano como cenar, se convirtió en la situación más incómoda que podía imaginar, y sólo esperaba que llegase la mañana siguiente para ir a clases y salir de casa, y él no estaba allí para hacerme compañía. Lo odié, pero era un odio de mentiras, porque yo sabía que realmente lo que hacía era amarlo, quizás por eso dolía más. Solo fue hasta esa tarde en el colegio que me abordó cuando me disponía a irme a mi casa, cuando con lágrimas en los ojos que lo perdonara, que estaba aterrado por toda la situación pero que desde ese momento en adelante estaría conmigo en esa y otras miles de situaciones que se presentaran, en sus ojos empañados vi sinceridad, y justo en ese momento recibí mi primer beso bajo la lluvia, el destino conspirando.

Esteban me abrazaba fuertemente, mientras su miembro entraba y salía de mi interior sin ningún tipo de objeción. Mis piernas abrazaban su torso y se cruzaban en su espalda, como queriendo que nunca dejase esa posición. Su ritmo era lento y profundo, haciéndome tocar el cielo. Me sentía completo, pleno, feliz, querido. Nuestros orgasmos llegaron casi simultáneamente, mientras nos abrazábamos con todas nuestras fuerzas, como para asegurarnos de que nuestros cuerpos fueran uno solo.

Miguel

Atravesamos la puerta de salida del club dispuestos a tomar un taxi, yo no podía caminar en línea recta, pero mi amorcito me llevaba sujeto de la cintura, veía todo doble, e incluso triple, sin embargo pude percatarme que ya estaba amaneciendo.

Subimos al asiento trasero del taxi, y enseguida comencé a besar a mi hermosos angelito, me sentía feliz de que estuviésemos juntos de nuevo, pero lo que más me entusiasmaba era que íbamos camino a mi casa, e íbamos a tener una escena de sexo de reconciliación, de tan solo pensarlo ya estaba excitado. Tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para mantenerme despierto, hasta que finalmente llegamos.

Subimos hasta mi cuarto besándonos durante todo el trayecto. Al llegar a mi habitación, lo lancé literalmente a mi cama y comencé a besarlo salvajemente. Le repetía que lo amaba, infinidades de veces, era cierto, y ni siquiera el alcohol podía borrar de mi mente, ese hecho. Desprendí sin vacilar su hermosa camisa color verde, y recorrí todo su pecho con mi lengua, chupando enérgicamente sus pezones. Seguí bajando de manera casi desesperada hasta llegar a la cremallera de su pantalón, del cual lo despojé luego de desbotonar el cierre y bajar la cremallera, no llevaba ropa interior, lo cual puso mi morbo a mil.

Me prendí de su pene a chupar como poseso. Quería penetrarlo, sentirlo mío, sentir que todavía me poseía. Comencé a chupar su ano, para prepararlo antes de ser penetrado. El gemía, sabía que le encantaba, y en sus gemidos podía traducir que quería que lo penetrara. Así lo hice.

Mientras lo penetraba, me incliné para besarlo, estaba disfrutándolo al máximo, esto sellaba nuestra reconciliación. Sin embargo, el alcohol hacía efecto en mí, y sentía que de un momento a otro caería dormido. Hacía un esfuerzo tremendo para mantenerme en pie, era la primera vez que teníamos sexo después de lo que pasó, por lo tanto debía dar la talla.

-Amor –me dijo susurrando- no termines todavía, quiero... –dudó un momento- quiero penetrarte, puedo?

Su voz era tan sensual y angelical a la vez que no pude negarme. Nunca lo había hecho, y me sentía nervioso, pero confiaba en él. Me arrodillé en la cama ofreciendo ofreciéndole mi culo en su totalidad, cerré mis ojos, me relajé y me dispuse a disfrutar de mi primera penetración anal.

Él se acomodó detrás de mí y comenzó a hacer presión contra mi esfínter. Me dolía un poco, pero aguanté. Comenzó a entrar poco a poco, y sentía un dolor extraño, un dolor placentero. Una vez penetrado  completamente, esperó unos segundos y comenzó a bombear lentamente. El dolor fue pasando, sentía un placer muy diferente al que había sentido antes. Era muy intenso, y sentía que mi pene cobraba más fuerza, es decir, se hinchaba un poco más y fue más abundante la emisión de precum. Definitivamente fantástico.

Mordía y lamía mi oreja, haciendo que la sensación fuese multiplicada. Su ritmo aumentó significativamente, y me sorprendió ver el aguante que tenía mi amorcito. De repente comencé a sentir que se avecinaba mi orgasmo, era algo increíble, y sobre todo por que casi ni me había tocado, la sensación se hizo mas intensa, hasta que chorros de semen salieron disparados de mi miembro, al momento que sentía como mi recto se llenaba del semen caliente de mi chico.

Me derrumbé en la cama, exhausto, y busqué su cuerpo caliente y desnudo a tientas, pues ya tenía los ojos cerrados. Me quedé dormido abrazado a su cuerpo, con un “Te amo” flotando por el aire.