Soy Santiago y esta es mi historia XIV

Te juro que nunca más te seré infiel, y amarte así como te amo ahora. Porque aún te amo “mi ángel” –dije recordando lo que decía uno de los lados del dije de la cadena que Migue llevaba en su cuello y que yo le había regalado en nuestro primer mes aniversario- Aún te amo, y muchísimo.

NOTA:

A los nuevos lectores: Deben leer los capítulos anteriores para poder enteder lo que sucede, pues la história está un poco avanzada :)

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De verdad se me cae la cara de vergüenza por haberme tardado tanto, pero es que últimamente mi vida se ha visto envuelta en un caos de obligaciones que ya no me dejan respirar, y me hacen desear que ya llegue diciembre para tener un descanso. Que cosas, ya el año se nos fué en volandilla y el 2013 se avecina. Pero en fin, espero me entiendan por qué me he tardado tanto, y espero que aún recuerden mi história y sigan con ganas de leerla :( no se olviden de dejarme sus comentarios y valoraciones, para mi es muy importante leer todas y cada unas de sus opiniones. recuerden que pueden escribirme cuando quieran a mi correo. Besos y abrazos.

frick-boy@hotmail.com

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RESUMEN

Refresquemos la memoria: En los capítulos anteriores Santiago y Miguel tenían cada uno sus propios planes para apresurar su reconciliación. Todo iba muy bien hasta que en el capítulo annterior Daniel le dijo a su primo que quería tener sexo con él y lo besó bajo la mirada atenta de Santiago que observaba la escena al lado de su mejor amigo. Sin embargo, Santiago sigue con sus planes de volver con Miguel, y las ganas de ambos de volver a estar juntos son cada vez más fuertes.

¡Enjoy!

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Miguel

Había llegado a la casa luego de haber estado un rato meditando en el parque. Le había enviado un mensaje de texto a Marco para ver si habían solucionado el problema del carro de Albert, pero no me contestó, algo que me pareció raro, pero le resté importancia.

Sin duda, el beso que me dio Daniel me había dejado muy sorprendido, y a la vez me había hecho reflexionar un poco sobre la situación de Santi y mía. Me había convencido de que lo buscaría en la fiesta y bailaría con el por lo menos una canción, mucha gente del colegio iba a estar allí, pero no me importaba como reaccionasen, lo único que me importaba era romper definitivamente la barrera que había creado la infidelidad de Santiago. Ya estaba preparado para perdonarlo, en realidad siempre lo estuve, pero sentía que ya lo había perdonado del todo, pues recordaba lo sucedido y ya no me afectaba demasiado. Tenía planificado mas o menos lo que haría: llegaría con Daniel, entraríamos un poco en ambiente, me encargaría de que mi primo se divirtiera y se entretuviera para yo poder ir hasta donde Santi sin ningún tipo de distracciones, estaría sólo para él, mientras bailemos, le diré al oído que lo sigo amando y le propondré que se venga conmigo al apartamento, para una vez aquí, consumar nuestra reconciliación. Sí, definitivamente eso es lo que haría.

Estaba en mis pensamientos, cuando entra Daniel a la sala, llegaba una hora más tarde que yo del parque. Yo estaba recostado en el sofá, me miró sin ningún tipo de expresión, se dirigió a la cocina, mientras mi mirada atenta lo veía, hasta que salió de mi campo visual. Recordé de nuevo el episodio ocurrido esta tarde, y en cierta forma el beso no me desagradó, puede que haya confundido mis atenciones, o qué se yo, lo que no me gustó para nada fue esa actitud tan arrogante, yo sé que no somos niños, y perfectamente podríamos tener sexo sin ningún tipo de compromiso y sin ningún tipo de sentimiento de  por medio, pero si yo accedía a eso, estaría faltando a mis principios, pues para mi el sexo es algo más, y aparte, estaba Santi, aún seguía loco por el, y eso no me permitía mirar hacia los lados a buscar otras opciones, no sé si será una virtud o que, pero soy así, y no iba a dejar de lados mis principios por Daniel.

Mi primo salió de la cocina con un refresco en la mano, atravesó la sala bajo mi mirada atenta, si embargo el no me miró, no se le notaba molesto, sin embargo parecía ignorarme.

  • Recuerda que mañana es la fiesta, si necesitas comprar algo, o hacer algo mañana antes de la fiesta, avísame para llevarte o algo –le dije mientras pisaba el primer escalón, dispuesto a subir a su habitación-

  • Si pienso ir a comprar algo, pero iré yo solo, a que hora es la fiesta?

  • No se, después de las 10:00 p.m. supongo.

Terminó de subir las escaleras sin responder, saldría solo, no me importaba, era hasta mejor, me ahorraba futuras incomodidades. Me preguntaba que estaría haciendo Santiago en estos momentos.

Santiago

Ver a Migue y a Daniel en el parque, fue frustrante. Sin embargo había decido olvidar aquel incidente, mañana sería otro día, y Migue y yo volveríamos a estar juntos, no sabía que haría o que diría, sin embargo estaba decidido a hacer algo, algo que pusiera fin a toda esta situación.

Marco y yo, a pesar de tener ese amargo sabor de boca, lo pasamos bien comiendo helado como en los viejos tiempos. Aproximadamente una hora más tarde, Albert nos fue a recoger, ya el carro estaba bien. Y ahora me encontraba en mi cuarto, con mi celular en las manos tratándome de decidir si le enviaba un mensaje de texto a Migue o no. No se me ocurría algo bueno para decirle, y me estaba frustrando un poco al no tener ni una chispa de creatividad para redactar un simple mensaje de texto.

- Te veo mañana en tu fiesta. Ya eres bachiller, Felicidades. Te amo!

No  estaba tan complacido con lo que había escrito, pero no importa, algo es algo.

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Eran las 5:30 de la mañana y ya no podía dormir más, estaba dando vueltas y vueltas en la cama, solo había una explicación: ansiedad. Estaba muy expectante por lo que sucedería en la noche, y siempre que va a suceder algo importante, me da mucha ansiedad, y el primer síntoma es la falta de sueño. Decidí levantarme, fui al baño y me aseé. Me senté en el borde de la cama a pensar en lo que haría, ni siquiera eran las 6:00, que podría hacer para matar el tiempo.

Me sentía incomodo, esa sensación de expectativa me acompañaría sin duda en todo el día, y por experiencias anteriores, sé que es muy agotador mental y físicamente sentirse de esa manera. Inmediatamente recordé lo que mamá muchas veces me había recomendado para despejarme un poco de vez en cuando: salir a correr. Me gustaba correr, el detalle estaba que era muy perezoso como para levantarme temprano a diario. Pero hoy era perfecto, no tenía nada que hacer, tenía energías y lo mejor de todo, aún era muy temprano.

No dudé un segundo más, y me levanté de la cama para colocarme ropa adecuada: unos shorts color gris, con una camiseta blanca, los zapatos deportivos que usaba para ir a jugar tenis, que por cierto tenía como dos meses que ni siquiera jugaba tenis. Busqué mi iPod, me coloqué los audífonos, y puse mi lista de reproducción favorita: Guns n’ Roses.

Salí de la casa y respiré el aire frío que soplaba a esas horas, ya estaba el cielo claro. Comencé a caminar un por las amplias aceras de la manzana mientras iba calentando y estirando. Comencé a correr a un ritmo constante, me encantaba como la brisa golpeaba mi cara y llenaba mis pulmones, la zona era tan tranquila, llena de árboles, ideal para correr todas las mañanas. ¿Cómo es que no hago esto a diario? –me pregunté a mi mismo- La “ansiedad” había ido calmándose poco a poco, y ahora estaba mas relajado, y todo me parecía tener un brillo especial: el cielo estaba totalmente despejado, los pájaros revoloteaban por doquier, el césped de las casas con el rocío mañanero, todo era perfecto. Casi podía respirar el clima de esperanza que flotaba alrededor mío, esta noche al fin me reconciliaría con Miguel, de una vez por todas.

Seguí corriendo a un ritmo constante, y la calle estaba desierta, no había siquiera vehículos circulando por ahí, y no era de extrañar, era casi la última manzana de toda la urbanización. En una de las casas más adelante, vi que un muchacho venía saliendo de su casa, se le notaba más joven y bajo de estatura que yo, iba con ropa de deporte, y cuando llegó de lleno a la acerca, comenzó a estirar mientras iba caminando. Continué trotando a mi ritmo, mientras me acercaba cada vez más a él. El chamo seguía estirando absorto, con audífonos en sus orejas al igual que yo.

Al pasarle por un lado, volteó su mirada y me saludó con un movimiento de cabeza, a lo cual contesté de la misma manera. Y vaya que el muchacho era muy guapo, pero eso no me importaba, pues hoy todas mis energías estabas concentradas en Miguel, y ese pensamiento me mantenía en paz conmigo mismo.

Continué corriendo con la mente practicante en blanco, hasta que me percaté de que alguien corría a mi lado, vi, y era el muchacho que además de correr a mi lado, me estaba hablando, pero no podía escucharle pues tenía la música a todo volumen en mis orejas.

  • Disculpa, no te escuchaba –le dije mientras me quitaba el auricular de mi oreja izquierda-

  • Si, ya me di cuenta –dijo sonriendo- Te decía que hoy hace una mañana muy chévere para correr, y que no te había visto nunca por aquí corriendo.

  • Ahm, es que es primera vez que salgo por esta zona, siempre salgo por los lados del parque.

  • Hm ya, Santiago, verdad?

  • Si –le dije un poco desconcertado-

  • No creo que me conozcas, pero yo a ti si, vamos a la misma escuela, solo que yo voy un año menos que tu. Por cierto, me llamo Tomás, pero puedes decirme Tom, o Tomy, como quieras.

  • Mucho gusto Tomás. Oye, disculpa, pero es que no acostumbro a hablar mientras corro, ya sabes, por la fatiga y todo eso –le dije lo más amable posible, no quería parecer grosero. Y es que era cierto, si hablaba mucho me daba un punzada en el abdomen y me era imposible seguir corriendo, y hoy quería por lo menos correr dos manzanas, a penas llevaba una-

  • Ok Santiago, no te preocupes, pero no te molesta que corra contigo, verdad?

  • No vale , para nada.

Continuamos trotando, y me sentía bien, salir a correr había sido buena idea, mi angustia había desaparecido, y ahora estaba corriendo con un amigo nuevo, “Cool! –pensé- Seguimos trotando hasta que me pareció habíamos llegado al final de la urbanización, era una especie de calle ciega, en la que comenzaba una especie de bosquecillo que daba acceso a una pequeña colina, nunca había caminado por este sitio, así que decidí dar la vuelta para regresar.

  • Espera –me dijo Tomás- No te apetece correr por la colina?

  • No lo sé, nunca he estado por allí –le dije algo indeciso-

  • Yo si, siempre corro por allí, hay un sendero y la cima de la colina es accesible, hay una vista genial desde allí.

  • Hmm, no se –dije dudando-

  • Dale vale , no seas así –me dijo con toda la confianza, como si nos conociéramos de antes-

  • Ok, vamos.

Comenzamos a entrar al sendero trotando, había árboles altos, sin embargo era bastante luminoso, Tomás iba adelante pues era quien conocía el camino. Y en verdad que el sitio era demasiado genial, se respiraba un ambiente puro, y todas esas aves cantando lo hacían aún mejor. Mientras íbamos avanzando, los árboles se hacían más dispersos, hasta que entramos a una especie de claro, no había árboles, era la cima de la pequeña colina.

  • Listo, ves que es rápido llegar aquí –dijo Tomás deteniéndose-

Yo no podía hablar casi, estaba hiperventilado. La vista era en serio genial, la urbanización quedaba en una zona alta, y ahora en esta colina, estábamos un poco más alto, se podía apreciar un poco la ciudad, tampoco es que era el mejor mirador, pero si era un sitio muy chévere.

Me senté en una piedra muy grande a recomponerme y coger aire de nuevo. Tomás se sentó en el suelo, mirándome. Me miraba de forma graciosa.

  • No sales a correr muy seguido, cierto?

  • No, estoy fuera de forma –decía respirando sonoramente- Antes lo hacía más seguido.

Tomás siguió mirándome, y en realidad me estaba incomodando un poco, no me gustaba que me miraran fijamente.

  • Que? Que pasa? –le dije mostrando mi incomodidad-

  • Es que te quiero preguntar algo, se puede?

  • Estem, bueno, si dale.

  • Bueno, es que quiero saber como es eso de tener novio, de ser gay pues.

  • Y por qué preguntas eso? Por que me lo preguntas a mi? –le dije un poco desconcertado-

  • Es que yo se que tu y Miguel son novios y me inspiras confianza pues, quiero saber como es eso. Mira, te cuento –dijo suspirando- Es que hace dos años, cuando entré al colegio, conocí a un chamo , estudia conmigo y bueno, me flechó pues, yo me fui acercando y ahora somos muy buenos amigos y cada vez me estoy enamorando más de el, y bueno, yo siento que el también siente lo mismo.

  • Exactamente que es lo que quieres saber? O mejor dicho, que te frena a decirle lo que sientes por el?

  • Es que me da miedo, quiero hacer las cosas bien, si le confieso que me gusta, y si por suerte el siente lo mismo y somos novios no me gustaría que fuese en secreto o algo así.

  • Y que te hace pensar que van a mantener todo en secreto?

  • Mi familia no sabe que a mi me gustan los hombres, y no se, no me siento preparado para decirles.

  • Por qué? Te va a rechazar?

  • No lo sé, en realidad no creo que me den la espalda, lo que me frena es yo mismo, no tengo el valor suficiente.

  • Mira, yo creo que eso es algo por lo teneos que atravesar siendo gays, aunque mi familia lo aceptó muy bien, demasiado bien diría yo, es algo inevitable, no puedes esconder eso para siempre. Sin embargo, no es bueno que te presiones, primero dile a tu amigo todo lo que sientes, y ve si el te corresponde, luego decides lo que harás, una cosa por vez.

  • Bueno si, voy a intentarlo. Tenía pensado hacerlo hoy, a provechando que lo veré en la fiesta que hay en la noche, tu sabes, esa por los de 5to que se gradúan.

  • Ja! –sonreí- Parece que esa fiesta unirá a más de una pareja.

  • Por que lo dices?

  • Por nada, no me hagas caso. Nos vamos? –dije comenzando a caminar de regreso-

Comenzamos a descender, y volvimos a trotar suavemente, no dejaba de parecerme genial el sitio, y me parecía que no sería la última vez que lo visitaría.

  • Que te parece si hacemos una carrera hasta la calle? –me dijo Tomás cuando ya faltaba poco para llegar-

  • Dale –inmediatamente comencé a correr-

Tomás estaba desprevenido, por lo cual tomé la delantera. Iba corriendo esquivando las ramas que se atravesaban y cuidando no tropezar con alguna piedra u otra cosa que me hiciera tropezar y caer. Ya podía ver la calle, y detrás de mí venía Tomás gritándome que era tramposo, y era cierto, había hecho trampa, y eso me causaba mucha gracia, venía hiperventilado y riéndome.

Ya había salido del bosquecillo y me dirigía a la acera, pero pisé el filo de la acera y me resbalé, por lo cual caí al suelo aparatosamente.

  • Mierda –dije al caer contra el pavimento-

  • Santiago, verga , estas bien? –me dijo mientras me ayudaba a levantarme de suelo- Pero que pasó? Como te caíste?

  • No se, ni idea, pisé mal, no se.

  • Eres el mejor, no te caíste bajando de la colina, para caerte en la acera –eso me dio mucha risa, no se porqué, pero comencé a reírme a carcajadas y a el se le contagió la risa.

  • Mierda, estoy sangrando –dije mirando mi codo y mi rodilla, me había raspado al caer y ahora sangraba bastante-

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Daniel

Había dormido  bien toda la noche, luego de pensar que  haría para vengarme del estúpido de mi primo, no se me ocurrió nada interesante y al final el sueño me venció. Sin embargo, había soñado algo que me dio una idea de que podía hacer.

Me levanté enérgicamente de la cama y abrí las cortinas para ver  la ciudad. Y me apeteció salir a dar una vuelta por el centro, ya casi eran las 10 de la mañana. Me metí a bañar, mientras me quitaba el short me percaté que tenía una tremenda erección, “¿Why not?”-pensé-. Me metí a la ducha, abrí el grifo para que saliera el agua fría, tal como me gusta.

El agua entró en contacto con mi piel haciendo que me estremeciera y surcaran escalofríos por toda mi anatomía. Comencé acariciando mi pecho, pellizcando suavemente mis pezones, mientras mi otra mano bajaba por mi abdomen lentamente hasta llegar a mis genitales. Mi mano pasó de largo hasta mis bolas, las acariciaba lentamente, mientras el agua bien fría me recorría desde la cabeza, ya mi cuerpo se había acostumbrado a la temperatura y resultaba muy agradable. Tomé mi pene desde la base y subí poco a poco por el tronco hasta el glande, muy suavemente. Comencé a recordar cuando Miguel me observó mientras me pajeaba, creyendo que yo no sabía que él estaba allí. El morbo comenzó a incrementar.

Me imaginaba follándole la boca a mi primo, que se tragaba todo mi pene haciendo que su nariz chocara contra mi pubis. Mi mano subía y bajaba a un ritmo constante por todo mi miembro, mientras me encontraba allí de pie en la ducha, con la frente apoyada en la pared cubierta de baldosas. Abrí un poco los ojos y miré hacia la puerta con la esperanza de que mi primo estuviese allí y quisiera participar, pero no, maldita sea, si que le tengo ganas al cabrón ese.

Continué masturbándome mientras imaginaba con le rompía el culo a mi primo, justo allí, de pie en la ducha, el recibía mis embestidas casi frenéticas, mientras gemía ruidosamente y se masturbaba su propio miembro. Sentía que me corría, por lo que aumente el ritmo de mi paja, varios chorros de mi semen chocaron contra la pared enlozada, para luego resbalar por ella e irse por desagüe como el resto del agua.

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Salí del edificio colocándome los lentes de sol, y comencé a caminar por la acera. Había decidido ir a un centro comercial que quedaba como a 3 cuadras del edificio. Andaba solo, me topé con Miguel cuando bajé a la cocina y apenas crucé palabras con él. Ahora caminaba por la calle con mis pantalones apretados que según mi parecer, me quedaban muy bien, y creía que era cierto, pues la gente a veces me observaba, hombres y mujeres, y eso me encantaba.

Miré a mi alrededor y recordé cuando estaba pequeño y venía con mi familia a visitar a los tíos, en verdad que todo había cambiado, había pasado de ser un pueblo a una ciudad, tampoco era una metrópolis, pero si se notaba el cambio. También había notado que había muchos chamos que estaban buenos. Caminando de allá para acá, desde chamos con uniformes de liceo hasta hombres jóvenes vestidos de traje. Cuando me vine a dar cuenta, ya tenía la pija parada de nuevo. Mientras ingresaba al centro comercial se me ocurrió una idea: quizá podría hacer cruising. Revisé mi billetera y había dos preservativos.

El cruising no era algo nuevo para mí, de hecho, lo había hecho varias veces en dos centros comerciales de mi ciudad. Entré al centro comercial y comencé a observar el panorama. La experiencia me indicaba que debía buscar los baños menos concurridos del lugar, y como no conocía el sitio, decidí comenzar desde el ultimo piso hacia abajo, el C.C tenía en total 3 pisos y una especie de sótano en el que comenzaba el estacionamiento. Subí a un ascensor y llegué  al último piso. Al salir, justo a mi derecho vi unos baños, pero inmediatamente me percaté de que era concurrido, pues las salas de cines estaban cerca, lo deseché. Continué paseándome por el tercer piso y los otros 4 baños que allí había también eran concurridos. Bajé por las escaleras mecánicas y paseé por el segundo piso, allí era peor la cosa, los baños estaban abarrotados, pues allí se encontraba la feria de comida. En el primer piso había menos baños, pero seguía la misma historia. Maldije mi suerte y me dirigí hacia el sótano, un poco malhumorado  por no haber conseguido nada aún. Allí había sólo un baño, pero éste se encontraba completamente desierto.

  • No jodas –me dije a mi mismo-

Decidí salir de aquel baño al ver que no conseguiría ni siquiera que me chuparan la verga. Mientras me dirigía a la puerta, entró un chico como de mi estatura con el cabello castaño y algo largo. Inmediatamente me toqué el paquete sobre el pantalón, a ver si respondía a la invitación que le estaba haciendo, ni corto ni perezoso, el chico puso una mano sobre mi paquete y comenzó a sobarlo enérgicamente mientras me miraba desafiante y lascivo directo a los ojos. Le tomé la cara con mis dos manos y lo besé salvajemente.

  • Sabía que venías a esto. Te vi merodeando por ahí y decidí seguirte.

El chico me dirigió a uno de los últimos cubículos sin dejar de besarnos, al entrar, inmediatamente se agachó, desabrochó mis pantalones y se tragó mi verga completica, de mis labios se escapó un pequeño suspiro, si que sabía como utilizar su boca el cabroncito este. Tomó mi mano y la puso sobre su cabeza, invitándome a marcar yo mismo el ritmo de la embestida, así lo hice. Lo agarré del cabello y comencé a dirigir el ritmo, el chamo era un maestro, se la tragaba completa y al parecer ni le afectaba, en cambio quería más.

  • Tienes condón? –me preguntó sacando unos momentos mi pene de su boca para luego retomar la labor.

  • Claro rey –le dije lascivamente-

  • Estás achantado corazón, sácalo pues.

No me hice de rogar, saqué de mi billetera un condón y me lo puse a la velocidad de la luz. Ya el chamo se había quitado sus pantalones y tongoneaba seximente un culito muy apetitoso, blanco, sin pelo y redondo, no exageradamente grande, justo como me gusta.

Me acerqué a él apretándolo contra la puerta de cubículo mientras le restregaba mi verga por su raja, lo besaba, le mordía el cuello y la oreja.

  • Ya métemelo weón , que esperas –me  dijo jadeante-

Sonreí un poco pues ese era mi objetivo, que me pidiera que lo penetrara. Así lo hice, mi pene resbaló con un poco de dificultad en su interior, pues faltaba un poco de lubricación. Comencé a embestirlo, y que culo más rico, se sentía estrecho y caliente. El chamo se masturbaba a sí mismo, mientras me besaba y gemía quedamente. Lo embestía enérgicamente, pasaba mis manos por su pecho, halaba su cabello, pellizcaba sus pezones, y el jadeaba sin parar.

-Voy a acabar corazón –me avisó-

Aumenté el ritmo de mis embestidas y tomé su pene para masturbarlo yo mismo, el chamo gemía igual de bajo pero ahora más frecuente, hasta que sus contracciones anales sobre mi pene me avisaban que estaba teniendo un orgasmo, en es momento estallé yo en mi propio orgasmo, llenando el condón de mi semen y mi mano del semen de mi pareja espontánea. El chico se subió los pantalones, me plantó un beso y salió del cúbiculo.

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Santiago

-Nunca sales a correr en las mañanas, y justamente que sales hoy, llegas a la casa todo mallugado y sangrando –decía Albert riéndose-

No le respondí, solo lo miré serio y puse los ojos en blanco. Le pedí a mi hermano que me llevara al Centro Comercial, e íbamos en camino.

-Y que vas a comprar en el centro comercial? –me preguntó Albert cambiando de tema-

-No se, tenía pensado en comprar una camisa para colocarme en la noche para la fiesta.

-Ahm, ya. Y con quien irás? Digo, como no estas con Miguel, con quién irás?

  • Con Marco y Esteban.

Mi hermano me vio con cara de reproche

-¿Qué pasa? –le dije sabiendo que diría que iría de lámpara de Marco Y Esteban-

  • Vas a ir de lámpara –me dijo-

  • No seas gafo Albert, voy con ellos, pero hoy me reconciliaré con Miguel.

  • Si? Que bien. Y que harás?

  • Aún no se, ya veré que me ocurre.

  • El sexo nunca falla –dijo y me miró con cara de estar aguantando la risa-

Inmediatamente me puse rojo como un tomate, pues tenía planteada la idea de que tener sexo de reconciliación con Miguel.

-Eso!! Picarón –dijo mi hermano soltando una carcajada al ver mi reacción.

  • Madura Albert, por Dios.

Me bajé del carro en una de las entradas del centro comercial después de despedirme de Albert. Entré al centro comercial y comencé a caminar por la planta baja viendo las tiendas de ropa masculina, con los audífonos puestos. Sin embargo, lo poco que había visto no me había gustado mucho. Seguí caminando y me disponía a subir a la siguiente planta. Continué caminando, absorto, hasta que sentí que alguien palmeaba mi hombro. Al darme vuelta, vi que era Daniel el primo de Miguel quien me hablaba muy sonriente cosas que no escuchaba por tener los audífonos puestos.

-Daniel, Hola –le dije un poco desconcertado quitándome los audífonos-

  • Santiago, no me estabas escuchando. Que tonto soy –dijo sonriendo- Como estas vale , que haces por aquí?

  • Ando viendo que puedo comprar, pero hasta ahora nada me ha gustado, y tu que haces por aquí?

  • Matando el aburrimiento, no hay nada mejor que hacer –hizo una mueca de fastidio-

  • Y Miguel? –pregunté con el trago amargo de recordar el beso entre ellos en el parque-

  • En la casa, él es muy aburrido, sabes. Oye, no te molesta que te acompañe? En serio, estoy muy aburrido.

-Ehmm –dudé un momento- Dale, está bien.

Comenzamos a caminar de nuevo, mientras mirábamos las vidrieras de las tiendas.

  • Y hasta cuando estarás aquí? –le pregunté tratando de romper el  silencio incómodo que se instaló entre nosotros-

  • Hasta mañana, hoy es mi último día aquí y espero que mejore en la fiesta, porque realmente he estado un poco aburrido.

Al parecer Daniel solo necesitaba un pequeño impulso para comenzar a hablar, puesto que después parecía no querer callarse. Me comentó que estaba en casa de Migue porque sus papás estaban de viaje de dos semanas, al preguntarle porqué no le habían permitido quedarse solo en casa, me dijo con una sonrisa orgullosa, como si se tratase de un gran logro, que la última vez que lo habían dejado solo en casa, hizo un fiesta descomunal que se había salido de control y hasta preso por una noche fue a parar.

-Pero claro, yo me disfruté la noche en la policía, estaba abarrotado de alcohol, y a penas me acuerdo de eso –dijo riéndose como si fuese lo más gracioso del mundo.

Continuamos caminando,  y en una de las tiendas vi una camisa manga larga de un color azul que me enamoró inmediatamente, era un azul oscuro muy intenso, y pensé que le vendría perfecto a un pantalón negro que tenía en casa, inmediatamente creé más o menos la imagen de mi posible look para la fiesta, y me gustó lo que imaginé.

  • Entremos aquí Daniel, creo que tenemos un ganador.

Al entrar en la tienda, venía saliendo un chico muy lindo de cabello castaño, y observó unos segundos a Daniel y mostró una pequeña sonrisa, apenas perceptible; Daniel hizo lo mismo. Que raro –pensé-. Le resté importancia al asunto e inmediatamente le pedí a la chica que me mostrara la camisa que me había gustado. Fui al probador y al verme con ella, me encantó aún más.

Al salir, vi que en el probador de al lado estaba Daniel probándose también una camisa de manga larga, pero ésta era verde oscuro, y a decir verdad le quedaba muy bien.

-Que opinas? –dijo volviéndose para mirarme- Me la llevo? Es que soy muy indeciso para comprar ropa.

-Si, llévatela, está linda esa camisa.

Luego de pagar, salimos de la tienda y Daniel propuso que fuésemos almorzar algo en la feria de comida del centro comercial, estaba hambriento, así que acepté.

Había estado con Daniel en el centro comercial casi toda la tarde, y parecía ser un chamo algo chévere, muy entretenido, excepto porque a veces es algo engreído, por eso y por el hecho de que lo había visto besando a Miguel es que no terminaba de convencerme. Nos despedimos con un apretón de manos y un “Nos vemos en  la fiesta”.

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Por alguna extraña razón, el tiempo pasó volando, ya casi eran las 10:30 p.m. y yo apenas acababa de ducharme, en cualquier momento pasarían a buscarme Marco y Esteban para irnos a la fiesta. Estaba un poco estresado, pues papá me había dicho que tenía permiso hasta las 3:00 a.m., y que máximo podía tardarme media hora en llegar a casa, y que si incumplía la hora de llegada, no me darían permiso para cualquier otra cosa. ¡Rayos! Eso me dejaba menos tiempo para llevar a cabo mi plan de reconciliación con Miguel, pero no me importaba incumplir con el permiso que me dieron mis papás, si las cosas iban bien, amanecería en la cama de Migue, de tan sólo pensarlo se me dibujaba una enorme sonrisa en el rostro.

Mi celular sonó, era un mensaje de texto de Marco.

-Vamos saliendo para allá, más te vale estés listo y no nos hagas esperar.

No respondí el mensaje, sabía que tardarían al menos media hora en llegar. Inmediatamente me coloqué los pantalones color negro que me gustaban mucho, me quedaban algo ajustados, me coloqué las medias, y zapatos casuales color negro, me coloqué la camisa y no me decidía en si llevarla por fuera o por dentro del pantalón, al final decidí llevarla por dentro y colocarme un cinturón negro de cuero que completaba el cuadro. Me abrí los dos primeros botones de la camisa con la finalidad de verme sexi para mi querido Miguel, al ver las pequeñas placas militares de metal que colgaban en mi pecho recordé fugazmente a Pedro, sin embargo debía apurarme, todo parecía estar bien, excepto que mi cabello todavía estaba húmedo.

-Mierda! No puedo llegar así.

En ese momento recordé que en el baño de abajo había un secador de cabello. Bajé las escaleras casi corriendo, me metí al baño y encendí el secador de cabello a máxima velocidad (o temperatura). En unos minutos mi cabello estuvo seco. Subí de nuevo corriendo las escaleras, y al entrar en mi cuarto vi que tenía una llamada perdida de Marco y estaba llamando de nuevo.

  • Voy bajando –le dije apenas contesté la llamada.-

Tomé mi billetera y revisé que tuviera dinero, mis llaves, me eché perfume y di el último vistazo a la imagen que proyectaba de mí el espejo, al parecer todo en orden.

-¡A-rre-cho! –me dijo Marco separando acentuadamente las sílabas al verme- se nota que vas con todo.

  • No seas gallo Marco, verga, tu tampoco vas nada mal –dije mirando de arriba a bajo a Marco-

El llevaba una camisa color marrón casi mostaza y pantalón negro y Esteban una camisa color gris y pantalón negro igual que nosotros. Nos veíamos algo elegantes.

Llegamos al lugar de la fiesta y entramos. El ambiente realmente estaba genial, había gente a más no poder, la música electrónica y las luces tipo disco hicieron que me entraran ganas de bailar. Recorrí el lugar con la mirada para ver si localizaba a Migue, pero fue casi imposible por la cantidad de gente que había y por la poca iluminación.

  • No sabes si ya Miguel llegó? –le pregunté a Esteban-

  • No, aún no, me dijo que llegaría más tarde.

Nos acercamos a la barra y pedimos unas bebidas. En todo momento miraba a mí alrededor, deseando que llegara Migue. En eso siento que alguien me toma del brazo, mi corazón se aceleró al pensar que podría ser el, pero no, era mi amiga Karla.

-Hola Santi, estas guapo –me dijo dándome un beso en la mejilla- Con quién andas?

  • Hola Karlita, también andas linda, ando con Marco y Esteban –le dije con una mueca de incomodidad-

- Lámpara ? –me dijo asintiendo comprensivamente- No seas tonto, ven que estamos casi todo el grupo bailando en el centro de la pista de baile, vine solo a recargar –dijo mostrándome su trago- Ven, y deja a esos tórtolos allí.

Sin esperar mi respuesta me tomó del brazo y me condujo hasta la pista. Al ver a mis compañeros de curso bailando tan animadamente, en seguida me entraron ganas de bailar, y pensé que no estaría mal bailar un rato mientras Migue llegaba, así que manos a la obra.

Comencé a bailar con Karla en un principio, al ritmo de una canción de David Guetta, pero luego se convirtió en todos con todos, divirtiéndonos a más no poder. Me había tomado sólo 2 tragos, quería estar sobrio, porque creo que está demostrado que tomo malas decisiones estando ebrio.

Luego de bailar por una hora consecutiva, decidimos ir a sentarnos en una de las esquinas del local, así como otros espacios, tenían unos sillones y algunos pufs en donde se podía descansar. A mitad de camino veo una cara que me resulta familiar, era Tomás.

  • Hey accidentado!! Como sigues de las heridas? –Dijo Tomás dándome un abrazo y riéndose-

  • Si, búrlate, que si no hubiese sido por que tú me invitas a esa colina, no me hubiese caído así –le dije haciéndome el ofendido-

  • Resulta que ahora me vas a culpar por que eres torpe, ok esta bien.

  • Bueno ya sabemos que me caí, podrías dejar el tema? –dije riendo- Pero cuéntame, le dijiste a tu amigo lo que tenías que decirle?

  • No, no me he atrevido –me dijo un poco cabizbajo- Es que nos estamos divirtiendo tanto que no quisiera estropear la noche. Pensándolo bien, no creo que sea buen momento, ni el lugar correcto.

  • Si, me parece tienes razón. A ver, y cual es tu amigo? Para darle el visto bueno –dije guiñándole el ojo y riendo-

Tomás miró hacia atrás y me señaló a un chico de camisa celeste, muy atractivo y que estaba conversando amenamente en un grupo de chicos y chicas.

  • Oye, no está nada mal eh –dije entre carcajadas-

  • Epa, no lo mires que es mío ¿ok? –dijo en tono de juego.

En ese momento siento que algo en el bolsillo de mi camisa vibra, era mi celular, un mensaje de Marco.

- Donde te metiste? Estamos con Migue en el segundo piso. El Daniel rompió record, apenas lleva 20 minutos aquí y ya se fue a bailar. Apúrate.

Una sonrisa acompañada con nervios se dibujó en mi rostro.

-Disculpa Tomás, Miguel llegó, voy a reunirme con el. Suerte con lo de tu amigo.

-Dale Santi, que disfrutes la fiesta.

Mientras me dirigía a la parte alta del lugar, iba pensando en lo que haría al ver a Migue, pero ninguna de las ideas terminaba de convencerme. Al acercarme pude ver a Migue y a Marco hablando mientras miraban hacia abajo pegados a la baranda, pues era como una especie de mezzanina que permitía tener una vista panorámica de todo el club, en especial la pista de baile, una pantalla gigante y el área en donde se encontraba el DJ.

  • Hola –dije al acercarme a Marco y a Migue-

Y Migue andaba realmente guapo, llevaba una camisa color vinotinto con unos pantalones negros ajustados que le marcaban su trasero de deportista, no pude evitar morderme el labio. Los dos se dieron vuelta hacia mí al escuchar mi voz.

  • Por fin mijo –dijo Marco poniendo los ojos en blanco-

  • Hola Santiago –me dijo Migue con una apenas perceptible sonrisa en sus labios-

  • Como estás Miguel? –dije Mirándolo de arriba a bajo- Vaya que estás guapo. Por cierto, felicidades por tu graduación.

  • Gracias, también estás guapo.

Se instaló por un momento un silencio incómodo, que en realidad no era silencio, pues la música del lugar llenaba todos loes espacios, sin embargo, ninguno de los tres hablaba. Mientras tomaba el trago de mi vaso, pude percatarme que Migue llevaba la cadena que le había regalado en nuestro primer mes aniversario. Inmediatamente entró en mí una nostalgia muy grande, un sentimiento que jamás había experimentado, una opresión en el pecho y unas fuertes ganas de llorar, pues había recordado lo maravilloso que había sido Migue conmigo ese día. La cena bajo el sauce llorón de mamá, con vino, frutas y la música de Chopin de fondo. Recordé lo feliz que había sido ese día, y lo feliz que se veía Migue. Reflexioné sobre los eventos que sucedieron luego, como Miguel nos consiguió a mi y a Albert desnudos en mi cama, y recordé lo triste y gris que era mi vida sin tenerlo. Sin pensarlo dos veces me abalancé casi violentamente sobre Miguel, lo apreté fuerte mientras mis ojos se llenaban de una fina película de lágrimas, acto seguido, lo besé.

El tiempo se detuvo, la música dejó de sonar, y me sentía flotando en el aire al ver que Migue no me había rechazado, y que en vez de eso me estaba respondiendo con uno de esos besos que tanto extrañaba, que hacía que mi piel se erizara cada segundo, y que mi mente navegara en la más espesa nebulosa. Separé mis labios sólo para hablarle al amor de mi vida, ya unas lágrimas habían rodado por mis mejillas.

-Migue, te lo ruego por favor, perdóname, te amo, y ya no puedo vivir sin ti. No sabes lo que me duele pensar que cada día nos estamos separando más, y no quiero que eso suceda. Te juro que nunca más te seré infiel, y amarte así como te amo ahora. Porque aún te amo “mi ángel” –dije recordando lo que decía uno de los lados del dije de la cadena que Migue llevaba en su cuello y que yo le había regalado- Aún te amo, y muchísimo.