Soy Santiago y esta es mi historia XIII

- Definitivamente hoy no eres tú, Santi –dijo negando con la cabeza- Ya te lo dije, yo me encargo de Daniel y tu le sacas conversación a Miguel, ni puta idea de lo que van a hablar, pero tu te encargas de el - yo sólo asentí-

NOTA:

Hola de nuevo amigos. Gracias por volver a comentar y valorar, sus comentarios son muy importantes para mi :3 para compensar tanto tiempo perdido, aquí les dejo otro capítulo. Espero que les guste, aqui la historia comienza a intensificarse, y este es el inicio de varios sucesos que sesenvocarán en otro, ok no digo mas :X jeje! En fin, recuerden valorar y comentar, si quieren hablar conmigo personalmente para alguna sugerencia o algún comentario más personalmente, aquí les dejo mi correo. Besos y abrazos!!

frick-boy@hotmail.com

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CAPÍTULO ANTERIOR

  • Pero tranquilo, es algo que no se repetirá. Primero tu tienes a Miguel, y debes serle fiel y todo lo demás. Y segundo, somos hermanos, y yo te quiero como tal. Que digo te quiero, ¡Te amo! Te adoro, ¡todo! pero como hermanos, no hay ese sentimiento que se tiene con una pareja. Y me di cuenta, que si me atraes o me atraías era algo sencillamente físico, sexual, curiosidad tal vez. Y creo que no es justo dañar una relación entre hermanos, por algo así. No se si me entiendes.

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Miguel

Estaba tan entusiasmado con la idea de encontrarme con Santiago en el parque que miraba la hora a cada momento esperando que se hicieran las cinco de la tarde rápido. Ya tenía claro lo que iba a hacer, le iba a poner fin a toda esta situación, le diría que lo perdonaría y lo invitaría a ir conmigo a la fiesta de fin de año, que sería el día siguiente. Oficialmente estábamos de vacaciones, y la semana próxima sería mi cumpleaños número 18, tenía planificado un viaje a la playa con mi Santi, sólo los dos, sería como una especie de luna de miel reconciliatoria –no pude evitar reír al pensar en esa palabra- En fin, hoy le pondría fin a todo, ya no aguantaría más estar sin Santi, y en realidad lo amaba tanto como para darle otra oportunidad así tan rápido, no se si sería un riesgo, o si Santiago ya había aprendido la “lección”, no lo sabía, pero dicen que el amor perdona todo, ha de ser por algo.

Estaba tan ansioso que no podía quedarme tranquilo, me levantaba de la cama, me asomaba por la ventana, iba a la cocina, volvía a tenderme en la cama y mi ansiedad no mermaba. Ya faltaban media hora para las cinco de la tarde, decidí ir a ver si Daniel estaba listo, pues tarda un montón en alistarse para salir.

Salí de mi habitación y caminé por el pasillo que conducía a su habitación, en esa dirección pase enfrente de la sala en donde estaba el piano, e inmediatamente recordé el inicio de  nuestra historia, recordé que habíamos cantado allí los dos, y me sentí tan a gusto con el, tan rápido, como nunca antes había estado con nadie, al recordar todo aquello me embargó un sentimiento de alegría, sabía que volveríamos a estar como antes, borrón y cuenta nueva.

Aceleré el paso  y me situé en frente de la puerta de la habitación de Daniel, toqué dos veces y no contestó. Insistí un par de veces más, aún sin obtener respuesta. Decidí entrar, la puerta estaba sin seguro. Al entrar en la habitación me di cuenta de que se estaba duchando, pues se oía el agua caer. Miré mi reloj y vi que era un poco tarde, tomando en cuenta lo que demora en arreglarse, así que decidí tocar la puerta de baño para decirle que se apresurara. Me acerqué a la puerta del baño decidido a abrir la puerta, pero unos sonidos muy peculiares me detuvieron.

Era una especie de jadeo muy leve que se colaba entre la madera contrachapada de la puerta. El ratoncito de la curiosidad me impulsó a pegar mi cabeza de la puerta, en un esfuerzo para poder escuchar un poco más lo que sucedía pero no logré escuchar nada más, el ruido del agua ahora hacía que los sonidos no fuesen nada claros. Me retiré de la puerta para salir de la habitación, pero  mi curiosidad se acrecentó un poco y decidí abrir ligeramente la puerta. El corazón me latía fuerte, me sentía expectante, con esa sensación de ansiedad que te da al hacer algo que no deberías. Tomé la manilla de la puerta y la giré, rezaba para que la puerta no rechinara al momento que empujaba. Y allí lo vi, sentado en una especie de banquillo que todos los baños de la casa tenían, la puerta corrediza de la ducha era de vidrio completamente transparente, por lo que podía observar en detalle lo que allí sucedía.

Estaba mi primo sentado masturbándose, de una manera muy suave, parsimoniosa, que me pareció sensual, mientras recorría su torso con su mano libre. Tenía los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás pegada de la pared de baldosa y la boca entre-abierta. No pude evitar posar mi mirada en su miembro, algo en mis pantalones se revolvió haciéndome sentir incómodo, si embargo no podía dejar de mirar. Su pene era de un tono de pie muy blanco al igual que el resto de su cuerpo, más debajo se encontraban sus testículos, con el escroto completamente contraídos por la acción refrescante del agua supongo. Mi primo seguía en su labor, parecía no tener prisa, que estaba disfrutando de su masturbación, por un momento se me olvidó el por qué me encontraba allí. Mi mirada fue recorriendo el cuerpo de mi primo, subía desde su pene, recorriendo su zona púbica, totalmente rasurada, recordándome mucho a mi Santi, en si todo mi primo me recordaba a el, pero obviamente mi chico era más lindo que Daniel. Subiendo por su abdomen descubrí que tenía los chocolaticos marcados, cosa de lo que jamás me había percatado, leves vellos castaños, ahora oscurecidos por el agua, se enfilaban llegando al ombligo para luego desaparecer. Por un momento sentí que descubriría, pero al observar su rostro vi que seguía igual de absorto que antes, por lo que continué mirando, era algo más fuerte que yo, que quería observar, y así lo hice. Mi primo bajó su mano libre hasta sus bolas, las cuales acarició suavemente, mientras que  mi cuerpo respondía a los estímulos visuales que estaba recibiendo. Toqué por encima de mi pantalón y mi miembro estaba duro, no estaba tan excitado como hacerme una paja, así que deseché la idea.

Volví a mirar, y noté que mi primo se estaba acariciando el ano, un tanto torpe por la incómoda posición, pero aún así seguía absorto, con la misma paciencia del principio. Miré a mi primo completamente, parecía uno de esas fotos eróticas, pues en verdad mi primo era muy atractivo, quizás le falte estatura, pero sigue siéndolo. Su mano se hundía cada vez más profundo en su trasero, supongo que se estaba penetrando con algunos dedos. El ritmo de su masturbación creció. Se mordía los labios, los leves gemidos que escuché al entrar en la habitación, crecieron un poco más, sin llegar a ser exagerados. Su pecho se hinchaba al compás de la respiración, mientras su mano frenética subía y baja el prepucio por un glande rosado y brillante. El momento del clímax llegaba, lo anunciaban pequeñas contracciones visibles en el cuerpo de mi primo, hasta que varios chorros de semen salieron disparados, quedando algunos en su mano y parte en el abdomen. Decidí salir rápidamente, pues era cuestión de segundos en los que recuperaría el aliento y continuase bañándose, dejé la puerta del baño así entre abierta, salí casi corriendo fuera de la habitación, cerrando con sumo cuidado la puerta del cuarto. Mi corazón latía fuertemente, tanto por la excitación como por el riesgo de que me pudiese haber visto, por mi cabeza aparecían pequeñas gotas de sudoración. En realidad me había excitado el condenado, vamos, que también tengo hormonas.

Me recosté en la cama como para calmarme un poco, y para que se aliviara la presión en mis pantalones. Tomé mi celular y vi un mensaje, era de Marco.

- Miguel, vamos a llegar como 20 minutos tarde, disculpa.

Me parecía perfecto, pues de aquí a que se terminara de arreglar Daniel también llegaríamos después de las cinco.

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Llegamos al parque y Marco y Santi no habían llegado, el punto de encuentro era una especie d mirador, o en realidad era como un muelle o algo así, desde el cual se podía apreciar la totalidad del embalse. Dani no se había tardado en estar listo, traía consigo una alegría contagiosa. Decidí que pasearíamos por el parque, no quería que sospechara que estábamos esperando a alguien.

  • Cuéntame primo, que te han parecido estas dos semanas aquí?

  • Han estado bien, no han sido las mejores vacaciones, pero bueh, que se hace.

  • Ingrato –le dice mirándolo despectivamente-

  • Coño pero como quieres que me divierta si casi nunca salimos a ningún lado, no se que raro te dio por que vengamos aquí hoy.

  • Pero tampoco es que la pasaste tan mal o si? –le dije- ¡No respondas! –reímos- Oye te tengo una propuesta, mañana vas conmigo a la fiesta de despedida y así te diviertes un rato y quizás consigas una “aventurita” antes de irte.

  • Una aventurita? Que clase de aventurita?

  • La aventura que tú quieras –reí-

  • Una aventurita –repitió para sí mismo y soltó una carcajada- Ok acepto la aventura, DIGO, ir a la fiesta –volvimos a reír-

Caminamos por las aceras del parque, había mucho movimiento, niños jugando, parejas paseando, personas mayores hablando entre sí sentados en los banquitos, vendedores. Hacía mucho viento, algo que me encantaba de ese parque, esa brisa refrescante que llega a los lugares en los que hay cuerpos de agua extensos. Respiré profundo ese aire limpio, un aire que no iba a encontrar en las grandes ciudades. A pesar de ser pequeña, casi un pueblo, esta ciudad no la cambio por nada, papá nunca logró sacarme de aquí cuando tuvo que irse a trabajar a la capital. Guardaba muchos recuerdos de este parque, cuando salíamos a pasear los domingos en la tarde los tres, papá, mamá y yo, justo antes del atardecer, por eso me encantaba tanto esa hora, en la que el sol se va ocultando pero aún queda suficiente luz. Recordé cuando aprendí a andar en bici, justo en este parque. En ese momento me invadió un sentimiento de nostalgia, no de tristeza, de nostalgia, por los momentos tan especiales que pasamos cuando mi familia estaba completa.

  • En que piensas –interrumpió Daniel mis pensamientos-

  • En mi mamá –le dije con una leve sonrisa en mis labios cargada de nostalgia-

  • La debes extrañar burda verdad.

  • Si, “burda” –le dice acentuando esa palabra típica de los chamos del centro del país, algo que le causó mucha gracia y comenzamos a reír.

Continuamos caminando con dirección al punto de encuentro con Marco y Santi, seguíamos charlando animadamente.

  • Sabes primo, te confieso que antes no me caías tan bien, pero ya no, ahora si me caes –dijo mi primo riendo mientras nos sentábamos en un banquito, con una vista panorámica del embalse.

  • Dios, tu sinceridad es arrolladora –dije riendo-

  • En serio primo, es que antes eras medio gafo y me disculpas –Daniel reía muy animado- De verdad, todo rubio, con pecas, flaquito, sin sabor –continuaron las carcajadas-

  • Ah ok, sin sabor. Y ahora si estoy sabroso?

  • Algo, tampoco te creas que estas buenote , pero si se te puede echar un ojo-

Eso me dejó un tanto descolocado, pero decidí no hacerle cerebro al asunto, a fin de cuentas estábamos en tono de juego, ¿o no?

Ya se estaba ocultando el sol, el paisaje era muy hermoso y mi Santiago no aparecía, pero no lo sentía tan importante porque me sentía a gusto con Daniel hablando de cualquier cosa.

  • Primo y nunca me dijiste si tenías novia –continuó Daniel con la conversación-

  • Ehm –dudé un poco- No, no tengo –y era verdad, no tenía, “novia”-

  • Ahm, y novio?

  • Ehm, tampoco – no quería dar explicaciones, y además en este momento tampoco tenía novio, pero eso pronto iba a cambiar porque tendría de vuelta a Santiago dentro de poco-

  • Y por que no primo? Digo, si se puede saber.

  • No se primo, en realidad no hay ninguna razón –le dije para sacarme el lazo- Y tu? Tienes novia? O novio?

  • Ni una, ni otro, primo yo no soy de esos que andan con novios o novias, lo mío es mas casual, cuando alguien me gusta, voy por ese alguien y ya –dijo con cierta arrogancia-

  • Uy, que chulo –dije riendo- Y te gusta alguien?

  • Si, si, hay alguien que me gusta –dijo mirando al lago-

  • Hmm, y que has hecho para tener ese alguien, DIGO, como dices que cuando te gusta alguien “vas por ese alguien y ya”.

  • No he hecho nada, pero lo voy a hacer –dijo mirándome con cierta picardía-

  • Si? Y que harás? Si se puede saber, claro.

  • Claro que se puede saber primo, haré esto… -Acto seguido, me besó-

DANIEL, MI PRIMO, ME ESTABA BESANDO. Era algo muy irreal para mí, que digo irreal, era algo en extremo extraño. Sin embargo mi cuerpo no respondía ningún estímulo que mi cerebro producía.

  • Que, ¿no te gustó? –me dijo luego de haberse separado de mis labios-

  • No Daniel, ¿estás loco? –le dije- Tu eres mi primo.

  • Por favor Miguel, no me vengas con esas, sabes muy bien que “ carne de primo se come

Estaba estupefacto, Daniel había tenido un completo cambio de actitud, ahora era arrogante, auto-suficiente, chulo, y con eso de “carne de primo se come” me dejó completamente descolocado.

  • Pero a ver, por que no, ¿no te gusto acaso? –me dijo un poco irritado-

  • No, no es eso. No me gustas, yo tengo ojos solamente para otra persona, y así no estemos juntos no pienso serle infiel, y menos contigo que eres mi primo.

  • Miguel, te estas escuchando a ti mismo? “No estamos juntos, pero no pienso serle infiel”. Pff, que edad tienes? 12 años? por Dios. Además, no digas que no te gusto, porque muy bien que disfrutaste el espectáculo privado que te di mientras me duchaba.

  • ¿Qué? –estaba aturdido, efectivamente me había visto espiándolo en el baño, ¡mierda!-

  • No te hagas el tonto, que me observaste mientras me masturbaba, y bastante que lo disfrutaste, vi varias veces como te tocabas por sobre el pantalón –dijo dirigiendo su mirada a mi entrepierna-

En realidad no sabía que decir en mi defensa, me había dejado sin armas, sobre todo porque sus afirmaciones eran ciertas.

  • A ver primo, te propongo algo, y mira que ya lo he pensado y re pensado y me parece una idea genial –paró como para ver mi respuesta, pero no contesté- Te propongo, que mañana después de la fiesta, cuando lleguemos al apartamento, tu me darás  las despedida que yo me merezco, es decir, una noche de sexo.

  • ¿Qué? Estás loco –le dije incrédulo- A demás, desde cuando eres gay?

  • Siempre he sido bisexual primito, sabes, uno nunca termina de conocer a las personas, así que, te anotas o que?

  • No Daniel, te dije que yo amo demasiado a una persona y no le seré infiel, así que eso de una noche de despedida con sexo no va, o por lo menos no conmigo.

  • No seas idiota Miguel –me dijo alzando un poco la voz, mientras yo miraba a nuestro alrededor si alguien estaba escuchando semejante conversación- Yo no te estoy pidiendo que te enamores de mi, ni que seamos novios, ni que vivamos felices por siempre en una viña ubicada en la pradera floreada, no, te estoy proponiendo sexo, sexo puro sin remordimiento ni ataduras.

  • Lamentablemente para ti, eso no va conmigo.

Me miró por unos segundo, se le notaba la ira y la frustración en sus ojos, sentí un poquito de temor y estrés, pues el no tenía porqué reaccionar de esa manera, yo no quería acostarme con el y punto final.

  • En que siglo vives mijo ? Por Dios, no seas anticuado. Piénsalo bien, no tienes que responder ahora –dijo adoptando un tono de voz sensual- Puedes meditarlo con tu almohada esta noche y me dices mañana, te lo juro que no te arrepentirás –intentó besarme de nuevo pero le desvié la cara-

  • Te dije que no, te lo repito y lo mantengo: no tendré sexo contigo –en su mirada se notaba la furia contenida-

  • Ok, te lo pierdes. Pero dime algo, quien  es ese alguien que no te permite “divertirte”? Es el amiguito tuyo ese, Santiago?

-no contesté-

  • Ah, con que es ese carajito , yo sabía que ese “cambio de luces” el otro día en el club no eran de gratis –soltó unas carcajadas- déjame decirte que mal gusto no tienes, porque el chamito esta bonito, pero primo, tu lo que necesitas es un papacito como yo –dijo en tono medio morboso-

  • Daniel, primo, ya te dije que no, en serio, consigue a otro candidato, pero de verdad, conmigo no cuentes –le dije en el tono más pasivo que pude-

  • Ok, ok, no insisto más, no soy de los que jalan bolas , pero bueh, espero que no te pese haberme rechazado, no es una amenaza eh, solo digo.

Daniel se levantó del banquito y dio unos pasos alejándose un poco.

  • A dónde vas? –le dije-

  • Déjame que por lo menos “disfrute” por mi mismo, estos días que me quedan aquí, por cierto, me voy más tarde, y sólo.

Mi primo siguió caminando, hasta que desapareció entre la gente. Yo aún no podía salir de mi asombro por lo que acaba de suceder, mi primo era bisexual y quería una “noche” de sexo conmigo, y a parte se había molestado por que le dije que no, era algo para mí, increíble. Y no puedo negar que verlo en la ducha me gustó y demás de eso, me excitó, pero considero que tengo mucha fuerza de voluntad para resistir ese tipo de “tentaciones”, y más ahora que estaba cada vez más cerca de regresar con mi amorcito Santiago, que por cierto no sabía en donde estaban ni por que no habían llegado. Saqué mi celular para enviarle un mensaje a Marco pero ya tenía uno de él.

- Miguel, disculpa pero al carro de Albert se le dañó una cosa y no vamos a poder llegar, luego vemos como cuadramos el “plan”.

Sentí un poco de alivio pues por razones obvias el encuentro no se iba a poder dar como debería. Me quedé otro rato observando el paisaje y el panorama, la gente yendo y viniendo absorta, y pensando en que si tan sólo Santiago hubiese tenido la fuerza de voluntad suficiente, así como la tuve yo hoy, hubiese resistido a la tentación de acostarse con su hermano, y hoy estuviésemos bien, como si nada. Pero bueno, como dice  mucha gente, las cosas pasan por algo, de nada sirven los arrepentimientos ni las suposiciones de lo que hubiese sido, tenemos el presente y con eso es lo que tenemos que luchar para tener un mejor futuro, en mi caso, mi futuro lo veía con Santiago hasta cierto punto, y era por ello por lo que tenía que luchar.

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Santiago

  • Que suerte tenemos, justo hoy se viene a dañar esto –dije un poco estresado-

  • No seas así Santi, que esto le pasa a cualquiera –me dijo Marco poniendo los ojos en blanco-

Íbamos en camino al parque, Marco, Albert y yo, cuando el carro comenzó a fallar y mi hermano tuvo que desviarse al taller más cercano, al parecer no era nada grave, sin embargo me sentía estresado.

Luego de la charla con Albert me sentía muy raro, era como una extraña sensación de que algo iba a suceder, como un presentimiento o algo, y la verdad que me estaba incomodando la situación.

  • Ya le dije a Miguel que llegaríamos un poquito tarde –Me dijo Marco, a lo cual no respondí-

¿Por qué me sentía así? No me gustaba nada esa sensación. Debería estar alegre porque vería a Miguel, y estaría a pocos pasos de recuperar nuestra relación.

  • Que te pasa? –me dijo Marco frunciendo el seño-

  • Nada –dije intentado sonreír-

Obviamente Marco no se lo creyó. Decidí tratar de olvidar esa sensación y poner mejor cara. En poco tiempo estaría con el chico que me hacía feliz y que me importaba.

El mecánico le estaba explicando algo acerca del carro a mi hermano, y la cara de Albert era tan graciosa, se notaba que no estaba entendiendo nada, sin embargo el hacía esfuerzo por comprender. Era tan guapo, en serio, pero esta vez lo veía de manera diferente, no sentía esa atracción casi obsesiva de antes, sin embargo no podía negar que mi hermano era atractivo. Tampoco podía negar el hecho de que me intrigaba sobremanera el saber si le gustaría repetir alguna vez lo que pasó entre nosotros, y tenía que ser sincero, a pesar de todo lo que eso representó y las consecuencias que trajo, a mí si me gustó y si me gustaría repetirlo alguna vez, pero no, no se puede, le debo fidelidad a Miguel. Me daba tristeza pensar en que si me gustaría repetirlo, pero no me podía engañar, me había gustado mucho, y me daba vergüenza conmigo mismo mis pensamientos, pero que podía hacer. Lo que si tenía claro, es que eso no sucedería, y lo haría por Miguel, por respeto a el, y al amor que el siente por mi, y al amor que siento por el.

  • Santiago, creo que tienen que irse en un taxi si quieren llegar a tiempo, porque me dice el mecánico que hay que cambiarle una pieza y se tarda como media hora –dijo Albert dirigiéndose a mi-

  • Si Santiago, vamos –Contestó Marco sin darme chance de responder-

  • Ok, está bien –dije yo finalmente-

  • Bueno, toma para que pagues el taxi –sacó de su billetera dinero-

Marco y yo salimos apresurados del taller, a tomar un taxi, el más apurado era Marco.

  • Santi naguará , acuérdate que hoy es ideal que lo veas, mañana es la fiesta y algo tienen que cuadrar hoy –dijo Marco un poco impaciente al ver que los taxis pasaban ocupados-

  • Cálmate Mark, si no se puede hoy, bueno, será mañana.

  • Ningún mañana Santi, es hoy.

Al fin un taxi sin pasajeros se detuvo y nosotros abordamos.

  • Que se supone que debo hacer? Según el plan, digo –le dije a Marco, un poco desanimado, la extraña sensación no se había ido del todo-

Marco me miró y puso los ojos en blanco.

  • Definitivamente hoy no eres tú, Santi –dijo negando con la cabeza- Ya te lo dije, yo me encargo de Daniel y tu le sacas conversación a Miguel, ni puta idea de lo que van a hablar, pero tu te encargas de el - yo sólo asentí-

Llegamos al parque de la represa y entramos por el acceso Norte, caminando apresurados entre las personas que trotaban, niños que jugaban, y perros que correteaban. Inmediatamente me inundó el aire fresco que caracterizaba el parque, respiré profundo varias veces, pero la angustia no se iba, decidí restarle importancia.

  • Quedamos en que nos veríamos ahí en el “mirador” donde siempre estamos tú y yo, camina rápido –dijo Marco-

Yo solo lo seguí, e iba caminando, estábamos llegando al lugar, y desvié mi vista hacia el embalse, estaba por ocultarse el sol, ese es mi momento del día preferido en todo el mundo, me encantan esos colores que se logran ver en el cielo y la sensación de tranquilidad que me transmitían. Estaba tan absorto mirando que tropecé a Marco, quien se había detenido súbitamente por alguna extraña razón.

  • ¿Qué pasa? – le dije-

Marco no respondió, solo me señalo con un movimiento de cabeza que mirara hacia adelante, estaba Miguel y su primo besándose. Inmediatamente ese sentimiento de angustia se acrecentó, alcé mis cejas porque en verdad me sorprendió, observé por un par de segundos, para luego darme la vuelta y emprender el camino de regreso.

  • Estás bien? Siento mucho que hayas tenido que presenciar esto –me dijo Marco cabizbajo caminando a mi lado-

  • No seas tonto, no lo sientas no es tu culpa, además, esto no es nada comparado con lo que vio Migue ese día en mi cuarto con Albert. Después de todo, me lo merezco, verdad? –dije forzando una sonrisa-

Marco no contestó, sabía que si me había afectado.

Y era verdad, me había afectado muchísimo, venía con la mayo de las esperanzas en continuar recorriendo el camino hacia la reconciliación con Migue, que al encontrarme con esa escena, fue como una onda de calor que te da justo en la cara.

  • No te preocupes Santi, igual mañana tienes chance en la fiesta de recuperarlo una vez por todas, no todo está perdido –decía Mark intentando darme ánimos-

  • Yo sé Mark, deja de lamentarte por esto, ya mañana si actuaré, ya lo verás –le dije guiñándole un ojo- Es más, vamos a comernos un helado y a olvidar lo que pasó, ya verás que mañana será el día decisivo, no paso un día más separado de Migue. Ah y envíale un mensaje de texto diciéndole que no vamos a llegar para que no espere.

  • Ok dale. Yo quiero mi helado de ron con pasas –dijo Mark sonriendo como niño-

Pedimos los helados en nuestro heladero favorito en el parque y nos sentamos en una parte en la que el césped estaba bien cuidado y estaba bastante iluminado, había bastante transeúntes y se respiraba un ambiente agradable.

  • Mark y como te va con Esteban? –le pregunté tratando de distraerme a mi mismo de esa escena que acababa de ver-

  • Bien Santi, pero no se, siento que estamos cayendo como en la monotonía no se, ya no siento la misma emoción que antes cuando nos vemos.

  • En la monotonía? –Dije mientras lamía mi helado-

  • Si, nos vemos en los mismos sitios de siempre, hacemos las mismas cosas, hasta tenemos sexo en la misma posición –dijo esto último bajando un poco la voz. No pude evitar reír con eso-

  • Mark, pero tú también puedes tomar de la iniciativa, para salir de esa rutina.

Así continué “disfrutando” de la tarde con mi mejor amigo, al que tanto quería y el que tanto me apoyaba. Somos amigos desde hace tanto que ni recuerdo como ni cuando comenzamos a ser amigos. Sin embargo la espina de lo que había presenciado hace unos instantes seguía clavada, pero me había prometido a mi mismo que no me afectaría demasiado, que el día siguiente en la fiesta me jugaría el todo por el todo.

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Daniel

Luego de semejante “ rebote ” que me echó el primo esta tarde, estaba en extremos picado . Como se le ocurre al idiota ese rechazarme, no le estaba proponiendo villas y castillos al gallo ese, solo le estaba proponiendo sexo casual y sin compromisos, pero mariquito tenía que ser, no puede, guardándole fidelidad a alguien que no está con el, bah, la gente y sus estupideces.

Continué dando mi supuesto paseo por el parque de mierda ese, tan grande y sin nada interesante que ver. Vi a un par de chicos que llamaron mi atención, comiendo helado, parecían una pareja, me sentí interesado por ellos y quería hacer algo para quitarme este aburrimiento, y no sé, se me ocurrió que con ellos podía sacar algo “bueno”. A medida que me iba acercando, los dos chicos se me parecieron muy conocidos, hasta que caí en cuenta. Eran los amigos de Miguel, por dios, y aparte, uno de ellos era el insípido de Santiago.

Miguel estaba totalmente loco, se negaba una noche de diversión conmigo por guardarle respeto a éste que ni era su novio y aparte salía con otro tipo.

Se le veía tan autosuficiente al idiota de Santiago, nunca me cayó bien, y menos cuando me pegó el pelotazo ese día en la cancha, de allí para acá lo odié, y más ahora que por culpa de él, no iba a poder disfrutar del cuerpecito rico que se gastaba mi primo.

Ahora que lo detallaba, el carajito si se parecía mucho a mí físicamente, y se me ocurría algo para vengarme de el y de su querido “no-novio”, es decir mi primo. Pero en fin, tendría toda la noche para pensar en algo que marcara mi estadía aquí, que más da. A fin de cuentas, la culpa la tuvo Miguel por rechazarme, ahora que se atenga a las consecuencias.