Soy Santiago y esta es mi historia XII

Mi hermano había entrado a mi habitación y estaba sentado en mi cama, mientras yo estaba acostado en ella, y estaba tan absorto a mis cada vez mas frecuentes reflexiones mentales, que no me había dado cuenta de que el estaba allí hasta que me habló

NOTA:

Saludos Amigos, estoy un poco triste porque ya no comentan y valoran mis relatos :( pero en parte se que lo merezco por pasar tanto tiempo sin publicar. Pero prometo que escribiré lo más rápido que pueda y publicaré lo más frecuente que mis circunstancias lo permita. En fin, comenten, valoren, y no me olviden ;C

PD: Hace unos días tuve la oportunidad de conocer a una persona que fue uno de mis lectores, luego amigo, luego psicólogo, terapeuta y crítico personal. Fué muy genial, lástima que el encuentro duró muy poco ;C En fin, a él le dedico este capítulo :D

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CAPÍTULO ANTERIOR

- Besar esos labios de nuevo, me supo gloria, no se cuanto tiempo más pueda estar sin ti. Y quiero que sepas que ese balonazo que le di a tu amigo, a pesar de haber sido por accidente, no me arrepiento, más bien me alegra. Te amo demasiado.

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A mi amiguito, El Maracucho :3 Espero verte de nuevo algún día!

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  • Eres un coño e' madre Santiago -decía Marco riendo a carcajadas- Lo hiciste a propósito, como si yo no te conociera.

  • Te lo juro Mark, si lo hubiese planeado no me hubiese salido tan bien -mentí-

En realidad el pelotazo que le di a Daniel fue planificado, es decir, quería hacerlo, pero no sabía si en realidad iba a pasar, y para mi suerte, sucedió. La cara de Migue me decía que le había parecido divertido, pues tenía esa cara de estar aguantando la risa. Y le hice saber que fue intencional al yo también dibujar en mi rostro una media sonrisa.

De lo que si me sorprendí es de ese beso, estaba sorprendido conmigo mismo. Marco me había dicho que lo hiciera, que no había hecho absolutamente nada para recuperar a Miguel, solo unos insignificantes mensajes de texto que en realidad no representaban mayor cosa, y era cierto.

  • Pero que puedo hacer Mark? No se me ocurre nada -le dije el día anterior cuando estábamos en mi cuarto haciendo un informe-

  • No se Santi, apretújalo contra una pared, le dices algo sexi, lo besas, lo que sea Santi, pero debes hacer algo mas que simples mensajes.

Todo se había prestado para ese beso. El encuentro en el club fue más que planificado por mi, le dije a Marco que fuéramos al club, el le diría a Migue, y de seguro éste no perdería la oportunidad para ir con su primo y que yo los viera juntos. Y en realidad me sentía muy bien al saber que Migue estaba utilizando a Daniel para darme celos, el día después de la salida al cine volví a revisar los mensajes en el celular de Marco y efectivamente era un plan montado por Migue ayudado por Marco y Esteban. Me sentía un poco enojado al ver que Marco no hacía ni señales de contarme lo que estaba pasando, pero en fin, estaba "ayudando" a Migue a darme celos.

Y en el fondo, no los sentía, estaba muy seguro de tener el amor de Migue todavía, sin embargo, ver a Migue muy sonriente en la piscina, mientras jugaba con su primo y de paso con el traje de baño de Daniel en su mano, me preocupó,  y me sentí, mas que celoso, triste, pues quería ser yo el que estuviera con Migue en esa piscina, y no el pesado de su primo. Pero debía mentalizarme, tal como lo había estado haciendo, que esas eran las consecuencias de mi error, debía asumirlas, y aunque me doliera, debía lidiar con eso, y no me quedaba más que desear que todo pasara rápido, y poder seguir al lado de mi amor.

Ese beso. Era algo que venía deseando hace días, y que hoy gracias a la valentía que me dio esa imitación de "cuba libre" me atreví a hacerlo. Ya no estaba tan sentido con Marco por no contarme lo del supuesto plan de Migue, pero me sentía bien porque me había apoyado cuando le dije que comenzaría a hacer cosas para acercarme a Migue de nuevo, tenía que ser muy atrevido, lanzarme con todo, no darle espacio a Migue para que pensara que no tengo el suficiente interés en él ni en recuperar nuestra relación. No. Yo estaba decidido, siempre lo he estado, nunca he dudado del amor que siento por Migue. Es cierto, le he fallado en cuatro ocasiones, ¡CUATRO! Parece mucho, y en realidad lo es, traicionar la confianza de la persona que "amas" en cuatro oportunidades, es fuerte.

Pero es que cuando pasó lo que paso con Pedro, Marco, el señor del piano bar y Albert, fue algo sencillamente carnal, solo sexo, sin sentimientos. Y en verdad me había arrepentido de sólo tres infidelidades, y sobre todo con la de Albert, pues al fin y al cabo esa fue la causa de que Migue no estuviese a mi lado. Pero de lo que sucedió con Pedro, de eso no me arrepiento. Se que es descabellado, es impensable tener sexo con alguien en la situación en la que me encontraba con Pedro. Había sido algo especial, no me había enamorado de el ni nada de eso, es ese sentimiento de saber que ayudaste a una persona, por lo menos ayudarlo saber que se siente compartir esa sensación de un beso cálido, de el rose de pieles. No se si Pedro fue del todo sincero conmigo al contarme todo eso, pero yo le creí y lo cierto es que no me arrepiento, más bien me gustaría saber que sucedió con el, hablar con el, pero en fin, ahora debía centrar mis energías y mis esfuerzos en recuperar a Migue, ya tenía la mitad del camino hecho, porque Migue aún me amaba.

  • Marco, quieres que te diga algo que yo se que tu sabes pero que no me quieres decir? -le dije a mi amigo con la mirada en mi PC, viendo fotografías de Migue y mías.

Estábamos en mi casa, el viendo TV acostado en mi cama y yo viendo fotos en mi computadora. Le iba a decir que yo sabía acerca del plan de Migue y que lo estaba ayudando, porque quería hablar con mi amigo sobre eso, y quería que me ayudara a reconquistar a Migue o a acelerar nuestra reconciliación, ya no aguantaba, necesitaba saber que tenía a Migue conmigo y que las cosas fuesen como antes, lo necesitaba.

  • Ya va. ¿Que? -dijo Marco arqueando las cejas de esa forma tan extraña como solo él sabe hacer-

  • Que si quieres que te diga algo que yo se que tu sabes pero que no me quieres decir? -dije viéndolo despegando mí vista del computador y mirándolo fijamente-

  • Ok dime que es eso que yo se -dijo tomando cruzando sus brazos sobre su pecho, como a la defensiva-

  • Yo se que el acompañante de Migue se llama Daniel, que es su primo, y que lo está utilizando para darme celos y tu lo estas ayudando -dije mirando de nuevo la computadora.

Seguía pasando las fotos mientras miraba de reojo a Marco, de quien se había apoderado un breve silencio, estaba como meditando, en si afirmarlo o negarlo.

  • Me leíste los mensajes en el celular, verdad? -dijo negando con la cabeza- Es que eres arrecho carajito , no se te ha quitado la mala costumbre de leer mensajes ajenos.

  • Marco tu sabes que yo tengo derecho de saber a quien le escribes y de saber que es lo que tienes en ese teléfono -lo dije en el típico tono de novia celosa-

  • Derecho? -soltó una carcajada de lo más sincera- Ajá y que te da ese derecho?

  • Que eres mi mejor amigo y mi hermano de otra madre -dije haciéndole ojitos y poniendo voz tierna-

Mi amigo ante eso suspiró y puso los ojos en blanco. Tenía mucho tiempo que no trataba así a mi amigo, después de que pasó lo que pasó entre nosotros, yo mismo nos había impuesto una cierta distancia, muy mínima, pero que sin embargo el mismo me había demostrado que no hacía falta esa distancia, que seguíamos como antes. Y ¡como quería a ese traidor!, que ayudaba a Migue y a mi no, era mi mejor amigo en toda la vida.

  • Entonces? -dijo Marco con la ceja levantada-

  • Entonces que? -dije contrariado pues estaba sumido en mis pensamientos-

  • Que quieres de mi ahora que sabes todo eso?

  • Ahm, eso. Bueno, muy fácil, ya que tu estas ayudando a Migue con un plan, ahora me ayudaras a mi a hacer uno.

  • Ahgss -dijo Mark acostándose en mi cama- Ustedes si son necios, en vez de hablar personalmente entre ustedes de una vez y me dejan a mí fuera de todo esto.

  • Aaah, con que esas tenemos. Ta' bien Marco no me ayudes, yo pensé que podía contar contigo pero bueno, déjalo así -dije asumiendo el mismo tono de melodrama que frecuentemente usaba Marco conmigo-

  • No seas ridículo Santiago que no te luce, además no he dicho que no te voy a ayudar -dijo con una sonrisa en sus labios-

Mis ojos brillaron, obviamente sabía que el me ayudaría.

  • Es más, ya tengo pensado más o menos que puedes hacer -me dijo Marco levantándose de la cama y sentándose en el posa brazos de la silla de la computadora en donde me encontraba sentado yo, al momento que me pasaba un brazo por los hombros.

  • Verga, pero estabas que estallabas por hablar conmigo de eso, verdad Marquito? -le dije mirándolo con los ojos entrecerrados a manera de desprecio-

  • Cállate y escucha. Tu "plan" consiste en dos sencillas fases. Primero: hoy mismo, en la tarde, a eso de las 5:00 de la tarde, vamos a dar una vuelta por el parque de la represa, tu y yo, como los mejores amigos que somos -puse los ojos en blanco por el tono de juego que tenía mi amigo- "Casualmente", nos encontraremos con el par de tórtolos y yo le sacaré conversación a Daniel y mientras tu hablas con Migue. Le vas a sacar conversación, que sea interesante, si es posible lo apartas un poquito, le tienes que decir seximente que lo extrañas y que no puedes vivir sin el, algo así, no sé, dejaré eso en tus manos, confío en tus dotes actorales.

  • No seas payaso Mark, cual es la segunda "fase"?

  • Bueno, la segunda fase va a ser el viernes, acuérdate que el viernes es el último día de clases y acuérdate también que Migue y Esteban se gradúan del cole y van a hacer una fiesta ese día en la noche toda la sección que se gradúa. Allí te encontrarás de nuevo con el, yo me encargo de Daniel y tu te encargas de Migue, tienes cancha libre Santi, si quieres te lo llevas a la cama de una -dijo subiendo repetidamente la ceja en una seña de "picardía".

  • Verga Mark, pero lo tenías todo pensado -le dije visiblemente entusiasmado-

  • Por su puesto Santi, yo soy muy buen aliado. Si te pudiste dar cuenta, todos estos encuentros funcionan tanto para tu plan, como para el plan de Migue, el pensará que esos encuentros son para que tu lo veas con Daniel, cuando en realidad es para que tu te acerques y hables con el. No tienes que agradecerme Santiago, lo hago de corazón porque te quiero -dijo con ínfulas de superioridad, haciéndose el interesante, acto seguido, rió a carcajadas-

  • Me dejas sorprendido Mark, de verdad me gusta el plan, y lo vamos a llevar a cabo -decía yo mientras frotaba mis manos en forma maliciosa-

  • Me pregunto como sería de desastrosa  tu vida si no me tuvieras aquí para idear tus planes -dijo negando con la cabeza y una amplia sonrisa en su rostro-

  • No te hagas el importante, no seas ridículo -dije al momento que lo empujaba, con mas fuerza de lo conveniente-

Marco estaba sentado en el posa brazos de la silla, con el empujón calló, y su cabeza sonó contra el piso en un ruido que hasta a mi me dolió.

  • Marco disculpa, disculpa, disculpa, de pana no lo hice a propósito te lo juro.

Marco se frotaba la parte trasera de su cabeza con una mueca entre risa y dolor en su cara.

  • Me tienes jodido con eso de "disculpa, disculpa, disculpa".

Su cara fue tal que no pude aguantar las carcajadas. Era incontrolable, su expresión era acusadora, divertida y otras cosas mas que desencadenaron carcajadas que salían directamente de mi estomago. Inmediatamente se le contagió la risa.

  • ¿Te vas a reír? -decía mi amigo muerto de risa.

Marco se abalanzo sobre empujándome, haciendo que yo, al igual que el cayera al piso. Mi amigo me daba golpes en forma de juego nada fuertes, me aplicaba llaves, hacía como si me ahorcara, pero yo cada vez me reía más, tenía un ataque de risa incontrolable, de esos que me dan con frecuencia sin motivo aparente y que tenía tiempo que no me pasaba.

Seguimos forcejeando entre carcajadas incontrolables por todo el piso de mi habitación, hasta que Marco comenzó a hacerme cosquillas.

  • Ah si, con que quieres reírte.

Sus dedos se movían rápidamente en mis costillas, en mi cuello, pies, y en todos lados. El sabía que ese era mi punto débil, mi cuerpo es un campo minado de cosquillas: desde la punta del cabello a la punta de los dedos de los pies.

  • No Marco, cosquillas no -le decía entre risas-

Las cosquillas me afectan de tal manera, asi que decidí poner de mi parte y dar la batalla, agarré a Mark de las muñecas y me senté sobre él.

En ese momento se abrió la puerta de mi cuarto.

  • Santiago, aquí está lo que me dijiste.

Era mi papá con una bolsa en las manos. Al vernos en esa posición puso una cara no muy agradable, y me dirigió una mirada que desde el principio de los tiempos significaba que estaba un poco estresado. Yo sólo asentí, mientras papá colocaba la bolsa sobre mi cama y Marco y yo nos levantábamos del piso.

-Santi, nos vemos más tarde entonces -dijo Marco despidiéndose también de mi padre.

Marco salió de mi habitación y papá tras de él. Me sentía, ¿bien? Pues si, me sentía feliz, todo se había tornado más esperanzador, es decir, ya no veía tan perdida mi relación con Miguel, y Marco estaba ayudando mucho. Sabía que pronto estaríamos juntos. No podía esperar el momento de abrazar a Migue de nuevo, de que el olor de su piel inundara mis fosas nasales, extrañaba esos besos que solo él sabe dar. Y ¿por que no? Extrañaba tener sexo con el, porque negarlo, si me encantaba, era muy pleno todo, en el sentido de que no simplemente era sexo vacío, era esa sensación de plenitud que te satisfacía en todos los aspectos, esa sensación de estar con la persona correcta.

Me lancé en mi cama mirando al techo y no mirando nada realmente, recordando muchos momentos vividos con el, mordiendo mis labios al recordar el placer mutuo que nos dábamos, mientras que a la vez una fína capa de lágrimas humedecía mis ojos si llegar a formarse lagrimas realmente, al recordar esa mañana en la que decepcioné terriblemente a mi amor. Pero eso ya estaba hecho, y no volvería a suceder, tenía la certeza de que recuperaría a Migue para no dejarlo ir jamás; a veces tenía la sensación de que lo nuestro no pasaría de ser un romance adolescente, pensaba en todos los planes, sueños y metas que tenías Migue y yo, individualmente y por separado, incompatibles entre si, el quería incursionar en el arte, aun no decidía por que faceta se decidiría, y yo con mis múltiples sueños y ambiciones, entre las cuales, la principal era estudiar una carrera empresarial, para ciudar de la compañia de la familia.

Era algo que me preocupaba, Migue estaba por graduarse del colegio y entraría a la universidad, y el año entrante me tocaría a mi. Ya esas decisiones eran palpables, ya no formaban parte de un futuro que veía lejano. He de confesar que me asustaba la idea de crecer, llegan responsabilidades, decisiones que tomar y muchos cambios. Ni siquiera anhelaba la mayoría de edad que tantos jovenes desean para ir a discos, ser mas "independiente" y otras cosas que conllevan tener 18 años. No era que no quería crecer, era algo inevitable, lo que no quería era verme inmerso en ese ajetreo de decidir que hacer con tu vida y cual camino elegir.

  • Santi, quieres acompañarme al piano bar? Tengo que arreglar unas cosas para abrir en la noche, hoy me toca a mi.

Mi hermano había entrado a mi habitación y estaba sentado en mi cama, mientras yo estaba acostado en ella, y estaba tan absorto a mis cada vez mas frecuentes reflexiones mentales, que no me había dado cuenta de que el estaba allí hasta que me habló.

  • Hasta a que hora? -le dije mirando mi reloj- Quedé en salir con Marco a las 4.

  • No se, voy a organizar para dejarle todo listo a Lucho para que abra en la noche. Además, te puedes ir de una vez arreglado y pasamos buscando a Marco y los llevo al sitio a donde van.

Medité un poco su propuesta, me parecía bien, lo único es que estaría 2 horas sin hacer nada.

  • Dale, espera me baño y nos vamos -le dije a Albert levantándome de la cama-

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  • Esto cada vez que vengo esta diferente -dije entrando al local del piano bar completamente iluminado.

  • Si bueno, lo que pasa es que quisimos que el lugar se renovara constantemente para que los clientes no se aburran y vengan siempre.

Y en verdad que les había funcionado esa estrategia, había entrado solo tres veces, contando esta, y daba la sensación de estar en otro lugar.

Ahora no había las sillas convencionales de alto regular ni las mesas que las acompañaban, ahora estaban unas mesas más bajas y unas especies de sillones con un material parecido al cuero. Las paredes pintadas de verde aceituna o algo parecido y adornos que daban la sensación de un lugar muy elegante.

  • Albert, naguará, tienen una tremenda inversión aquí, las cosas parecen lujosas -le dije a mi hermano examinando los centros de mesa, que eran como una lampara/jarron, no entendí muy bien el concepto de tal diseño.

  • Pues exactamente, "parecen" lujosas. Son cosas que hemos recolectado y restaurado, otras compradas, y así.

El negocio de la venta de entretenimiento, y establecimientos asociados a expensas de licores son muy rentables y lucrativos, y por lo que podía apreciar, Albert tenía ese sexto sentido empresarial como lo tenían papá y mamá y que yo esperaba tener.

  • Papá fue quien me financió para comenzar, y sabía que esto podía generar buenos ingresos, no tan grandes como la arrocera, pero algo es algo -decía mi hermano mientras cambiaba unos bombillos en la parte del pequeño escenario.

Una parte de mi no se había preocupado nunca por el dinero, de donde salía ni nada. Nuestra familia a pesar de tener ciertos "privilegios" nunca hemos sido ostentosos, ni derrochadores, eso lo habíamos heredado nosotros sin duda, jamás habíamos pedido mas cosas de las necesarias, siempre nuestros padres se adelantaban y nos compraban cosas.

Se me vinieron a la mente tantos recuerdos vividos con mi familia, mi familia adoptiva, pero familia al fin. Esos recuerdos, en su mayoría eran en vacaciones, navidades, cumpleaños y otras temporadas, pues papá y mamá se ocupaban mucho en la empresa y éramos mi hermano y yo para todo, solo nosotros. Mi modelo, de quien siempre estuve orgullos y de quien hasta me sentía atraído físicamente.

Y ahora que lo veía luchando con esa instalación eléctrica, cambiando el interruptor para encender los bombillos, un poco sudado y mordiéndose el labio inferior como siempre hacía cuando estaba concentrado, seguía siendo ese hermano que tanto quería y del que tanto me sentía orgulloso.

  • ¿Por qué lo hiciste? Nunca entendí tus razones -le dije mientras le pasaba un destornillador a Albert-

Me miró confundido por un momento, pero al ver mi mirada supo de qué le hablaba.

  • ¡Ah! Eso -suspiró- Me creerías si te dijera que ni yo mismo se en que maldito momento llegué a esa situación? -me dijo volviendo su mirada a la instalación-

Conocía muy bien eso que mi hermano me decía, había pasado por eso en muchas oportunidades, pero ninguna como las últimas 4 situaciones en las que me vi envuelto sin saber como llegué hasta allí.

  • Me creerías si te dijera que se exactamente de lo que hablas? -le contesté-

  • Me imagino que te refieres a lo que pasó entre nosotros dos -afirmó sin despegar la vista de lo que hacía-

  • Si, a eso, y a otras tres oportunidades más.

  • ¿Qué? -dijo mi hermano con su rostro denotando sorpresa. Dejó de hacer lo que hacía y me observaba atentamente, invitándome a que le contara.

No estaba seguro si contarle sobre mis otras tres infidelidades, lo medité un momento, y al final decidí si decirle, que tanto podía perder? Nada.

  • Una de esas fue con Marco...

  • Ah, así que Marco si es gay -dijo interrumpiéndome- Continúa.

  • Pues si hermano, una vez el estaba mal porque tenía problemas con su novio -omití su nombre- Y bueno, a mi no se ocurrió otra cosa que besarlo, y una cosa llevó a la otra, y así terminé yo montándole los cuernos a Migue.

  • No se, estoy entre sorprendido y normal, o sea, es raro pero no me sorprende demasiado. Ajá y las demás ocasiones?

  • Otra fue con... -callé súbitamente, dudaba entre contarle lo de Pedro o contarle lo del señor en el piano bar y que de paso trabaja con papá-

  • Con quien?

  • Con... -suspiré- recuerdas el día en que vinimos Migue y yo? La primera vez que vinimos.

  • Ajá

  • Bueno, tu sabes que Migue se tuvo que ir y yo me quedé contigo.

  • Ajá -decía Albert con un poco de impaciencia-

  • ... -suspiré de nuevo como armándome de valor- Bueno, luego de que el se fue, un señor muy guapo se sentó en mi mesa, hablamos un poco, el cantó, me dedicó la canción, y lo cierto es que terminamos en los baños de aquí en una "situación" que no pasó a mayores porque el tamaño de... Su, "coso" era muy grande -dije todo rápido como si escupiera las palabras-

Albert estaba muy sorprendido, sus cejas estaban alzadas y sus labios formaban una "O"

  • Santi, pero esa fué la misma noche que tu y yo...

  • Si lo sé. No me preguntes mas nada Albert, te lo agradecería mucho -le dije desviando la mirada, me sentía ligeramente sonrojado- Y bueno, el día en que le dije a papá lo tuyo, que fui a la compañía, vi a ese mismo señor, trabaja en la empresa, que tal?

Albert negó con la cabeza.

  • Ajá y la tercera situación?

No sabía si decirle, es decir, lo de Pedro fue algo que supera los límites del comportamiento racional. Tener sexo con un desconocido, estando secuestrado y que además ese alguien sea tu captor, bueno, eso no es común.

  • Me vas a decir si o no? -dijo mi hermano perdiendo la paciencia. A estas alturas de la conversación, estábamos sentados en el piso de madera del pequeño escenario.

  • Albert, te digo si prometes no juzgarme, regañarme o preguntarme cosas.

  • Si, dale dime. Lo prometo.

Lo miré a los ojos como para convencerme de decirle. Y es que necesitaba contarle todo a alguien, ni siquiera Marco sabía sobre Pedro, pero esta conversación de mi hermano representaba algo así como una alternativa de aligerar mi carga emocional.

  • Bueno, el otro fue con el que me tuvo custodiado cuando nos secuestraron a Migue y a mi. No fue violación, yo quise, no comentes nada.

  • Ya va, ¿QUE? -decía Albert sorprendido y visiblemente molesto- Es que perdiste la cabeza o algo, Santiago? Como se te ocurre -dijo Albert levantándose- Te pasaste de irresponsable, quien lo sabe? Naguará es increíble Santiago, ¡Increíble!

  • Prometiste que no me juzgarías, regañarías o preguntarías cosas.

  • Santiago, por Dios, como crees que no voy a comentar al escuchar semejante cosa. Quien sabe si ese tipo tiene una enfermedad o algo -decía Albert casi alarmado-

  • Para eso existen los preservativos -le dije como si fuera la cosa mas obvia del mundo-

Pero en realidad no habíamos usado preservativo, ¿o si? No recordaba, pero en fin, no importaba, Pedro no tenía ninguna enfermedad, ¿o si? Ahora estaba comenzando a estar ligeramente preocupado. Lo había pensado en "frío" y no dejaba de ser una locura, sin embargo sentía que Pedro era sincero, y se veía sano, pero uno nunca sabe.

  • Y ahora como sabemos si ese tipo no te contagió alguna enfermedad? -decía mi hermano en tono paranoico-

  • No exageres Albert, tampoco así -dije tratando de restarle importancia al asunto, aunque en realidad comprendiera la gravedad del asunto-

Mi hermano siguió reparando el interruptor, pero estaba estresado, y no paraba de hablar del asunto. Mas sin embargo no le escuchaba, solamente lo observaba mientras pensaba en esas cuatro oportunidades en las que perdí el control de mis impulsos. ¿Acaso siempre actuaría así en situaciones similares? Tenía mucho camino que recorrer, y tentaciones por las cuales atravesar y superar, y realmente no estaba seguro si me mantendría firme y no doblegarme ante deseos de ese tipo. Desconfiaba en mi mismo, pero tenía la seguridad de que no sucedería de nuevo, necesitaba recuperar a Migue y junto a él la confianza que el tenía en mi.

Yo tenía muy claro que quizás mi historia con Migue no sería esos típicos amores eternos tipo novela, sin embargo había tomado la determinación en que lo mucho o poco que durase, lo disfrutaría, e iba a hacer que Migue también disfrutase de nuestra relación, que si en algún momento ya no seguimos juntos, sea por el motivo que sea, siempre tenga un bonito recuerdo mío. Y eso solo lo lograría enmendando este error y volver a construir nuestra historia, de nuevo, sin segundos errores.

  • En que piensas?

  • ¿Aah? -Albert me había sacado de mis pensamientos-

  • Que en que piensas? -repitió-

  • Ahm, en todo... En nada.. En realidad no importa -dije encogiéndome de hombros-

  • Hmm -dijo no muy convencido-

Siguió en lo que hacía, esta vez estaba colocando algunas cosas en su lugar, un breve silenció se instaló entre nosotros.

  • No te gustó la vez que... -aclaró la garganta carraspeando- La vez que  estuvimos juntos?

  • ¿Por qué me preguntas eso? -la pregunta me dejó completamente descolocado, no me lo esperaba, pero sobre todo, no sabía que responder-

  • Simplemente tengo curiosidad de saber.

Sentía que era ese tipo de pregunta en la que ninguna respuesta era correcta.

  • Prefiero no contestar -dije decididamente- Por qué? A ti si te gustó?

  • Pues fíjate, a mi si me gustó, y mucho. -su cara era serena, le restaba importancia el asunto- Expandió, digamos, mis fronteras en el ámbito sexual.

No se porqué, pero me daba cierto pudor hablar de esos temas con mi hermano. No se si la palabra pudor era la correcta, pero no me sentía del todo cómodo, sin embargo, tampoco me sentía incómodo.

  • Pero tranquilo, es algo que no se repetirá. Primero tu tienes a Miguel, y debes serle fiel y todo lo demás. Y segundo, somos hermanos, y yo te quiero como tal. Que digo te quiero, ¡Te amo! Te adoro, ¡todo! pero como hermanos, no hay ese sentimiento que se tiene con una pareja. Y me di cuenta, que si me atraes o me atraías era algo sencillamente físico, sexual, curiosidad tal vez. Y creo que no es justo dañar una relación entre hermanos, por algo así. No se si me entiendes.

Tenía sentimientos encontrados, había entendido lo que me había dicho y también compartía su razonamiento, sencillamente estaba, sorprendido/confundido, no sabía bien que sentimiento era, así que sólo asentí.