Soy Santiago y esta es mi historia X

- Santiago –dijo malhumorada- Que hacías en el cuarto de tu hermano? Acaso durmieron juntos?

NOTA:

Estimadisimos y queridisimos lectores, aqui esta el capitulo 10, lo tenia escrito hace unos dias, pero como no escribire hasta mediados de septiembre, decidi publicar el 10 hoy y el 11 a finales de agosto, para ver si asi no me olvidan tanto u.u En fin, espero que les guste, y recuerden que leo sus comentarios y correos, solo que no he tenido tiempo de responder, no se olviden de comentar y valorar :) Abrazos y Besos!!!!

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CAPÍTULO ANTERIOR

Todo estaba listo para el primer “encontronazo”. Ya iba en camino a casa, y no podía sacarme a Santi de mi cabeza, es que no se si era impresión mía, pero estaba mas lindo, mas angelical, tierno, sin duda alguna seguía enamorado de el, y bueno necesitaba que volviéramos a estar juntos lo antes posible. Esperaba que todo lo que tenía planeado diera fruto y nuestra relación se haga fuerte, y sobre todo espero que eso no se vuelva a repetir, porque otra traición no toleraría, por más que me doliera si sería definitivo, no habría marcha atrás

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SANTIAGO:

Ver a Marco con Migue fue, digamos, extraño. Sobre todo porque Marco estaba un poquitín nervioso, no se notaba mucho, pero lo conozco tan bien que me doy cuenta de esos mínimos detalles. Además, me había dicho que salió a comprar algo en la tienda de la esquina, sin embargo no traía nada en sus manos. Durante el camino a su casa no hablamos mucho, yo iba pensando en lo que pudieran estar hablando antes de que yo llegara, Marco me preguntaba cosas tratando de sacarme conversación, tal como lo hace cuando estaba nervioso. Llegamos a su casa y no había nadie, como siempre, subimos a su cuarto y me tendí en su cama, Marco me miraba expectante, él sabía que le preguntaría acerca de que estaba haciendo con Migue en esa plaza. Soy muy celoso, celo a todos, a mis amigos, a mi papa, a mama, a Albert, hasta al mismo Marco, pero con Miguel era algo diferente, con él era MUY celoso, sin embargo no pensaba que ellos estuvieran en algo, ¿o sí?

  • Habla –le dije a Marco mirando al techo-

  • Qué? –respondió Marco haciéndose el desentendido-

  • No te hagas, Mark, sabes sobre que te estoy preguntando.

  • Sobre que? De pana no hay nada que contar.

Me senté en la cama viendo a mi amigo, con esa mirada que dice “¿En serio Marco?”

  • Quiero que me digas, de que hablabas con Migue en el parque –le dije pausadamente, lo más explicito que pude-

  • De nada en particular Santi, no seas tonto, no creerás que te estoy “soplando el bisteck” o si? –decía fingiendo indignación-

  • Hmm, ya –dije poco convencido- y como es que te lo encontraste allí?

  • Ya te dije, fui a comprar algo a la tienda y de regreso me lo conseguí allí.

  • A comprar algo –repetí con para convencerme- Y donde está ese algo? Regresaste a la casa con las manos vacías.

  • No había lo que fui a comprar.

  • Y que fuiste a comprar? que raro que no había, tantas cosas que venden allí.

  • Por Dios Santiago, ya deja el interrogatorio, no confías en mí acaso? –dijo Marco elevando la voz haciéndose el enojado-

No le respondí, me acerqué a su cara y escruté su mirada, estaba mintiendo, o al menos ocultándome información, lo conocía muy bien.

  • Mientes –dije secamente- pero ok, no preguntaré más, tarde o temprano me tendrás que contar, espero.

  • Pero por Dios, no hay nada que contaar Santiaagoo creemee –decía Marco un poco fastidiado-

  • Ok, ok, no hay nada, esta bien –le dirigí una mirada acusadora- Ahora, cuéntame, que fue lo que pasó con Esteban?

  • Aah es cierto –dijo Marco con emoción-

Obviamente no estaba convencido con la explicación de Marco, pero en algún momento me enteraría de que se trataba, no quería discutir con él, no en estos momentos. Marco me había dicho que fuera a su casa para contarme algo que le pasó con Esteban, estaba muy emocionado, comenzó a contar.

  • Mira resulta que Esteban y yo fuimos a la fiesta de María Fernanda, esa a la que tu no quisiste ir –me miró con cierto reproche-

  • Marco por Dios con quien iba a ir yo?

  • Con Esteban y conmigo pues.

  • Si claro, y andar “ lampareando” –dije irónicamente-

  • Bueno es cierto, y menos mal que no fuiste –dijo Marco riendo-

  • Eres un “ coño e’ madre” Mark –dije poniendo los ojos en blanco- Sigue con el cuento pues.

  • Bueno, salimos de allí como a las 3 de la mañana, iba un poquito trastornado por el alcohol y tal, pero no mucho tú sabes que no me gusta tomar.

  • Continúa coño-dije con impaciencia-

  • Bueno, salimos de allí y Esteban me llevo a un hotel –cayó súbitamente esperando mi reacción-

  • Un hotel? o un motel?

Marco sabía que no me gustaba eso de estar yendo a Moteles a tener sexo, o sea, no tengo nada en contra de eso, pero no me siento cómodo, por eso su reacción.

  • No vale, un hotel a toda regla.

  • Ajá y entonces.

  • Bueno, fue algo así como una luna de miel o algo –rió a carcajadas mientras yo lo miraba burlonamente por su tontería- En la cama había rosas y había velas en la habitación y todo.

A mi amiguito le brillaban los ojos de solo recordar el suceso, me alegra que su relación fuera bien, se notaba que se querían y todo lo demás, a pesar de todos los rollos familiares que tienen cada uno, y por el detalle que Esteban está aun en el closet.

  • Bueno fue demasiado chévere, obviamente tuvimos sexo

-Cuéntame, con lujo de detalle.

  • Ok, ok –decía Marco entusiasmado- Bueno, entramos a la habitación y luego de salir de mi embobamiento me lancé sobre el a besarlo, estaba agradecido, primera vez que estoy en un hotel con ese propósito. Lo besé tan profundamente que podía sentir el aliento a alcohol que emanaba de nuestras bocas. Me dirigió poco a poco a la cama y nos tendimos allí. Quise comenzar a quitarle la camisa pero me dijo “Tu tranquilo mi amor, limítate a disfrutar”-. Esas palabras me estremecieron. Comenzó desabrocharme la camisa desde el primer botón, dándome besos por todos lados, a medida que mi pecho se iba descubriendo, el acariciaba cada extensión de piel con sus labios y su lengua. Tu sabes como me encanta eso Santi, me hacer erizar, ¡mira de tan solo recordarlo me erizo! –dijo mostrándome sus vellos erectos y su “piel de gallina”-

  • Continúa vale.

  • Bueno ya, cuando fue a desabrocharme el cinturón se enredó todo –Marco sonreía como bobo- Pero yo lo ayudé obvio. En fin, me quitó el pantalón y el bóxer y mi miembro salió como un resorte. Inmediatamente lo tomó con sus manos y se lo metió a la boca. Naguará , se siente tan bien, es una sensación tan… tan no sé, es demasiado bueno, esa boca húmeda y cálida, la sensación de succión, esa lengua recorriendo todo mi miembro, uff, sin palabras.

  • Pero era la primera vez que te hacía sexo oral? –le pregunté extrañado, me daba la sensación de que era primera vez-

  • No, era la segunda, pero es que la primera no fue tan así, me entiendes? Es que siempre que tenemos sexo es algo rápido, con miedo de que alguien llegara, y bueno anoche era distinto, teníamos toda la noche para nosotros.

  • Ah, ya, entiendo, continúa por favor –la narración de Mark me tenía un tanto excitado, es que mi mente elabora todas y cada una de las imágenes, y lo veía tan claramente que era casi imposible no excitarse con la situación-

  • El seguía chupando mi pene como una paleta, y era increíble. Trataba de respirar profundo y no agitarme tanto para no venirme en su boca tan rápido, pero si seguía así no iba a aguantar, así que se lo dije. Su lengua se trasladó a mis pelotas –Mark rió como niño pequeño al decir esto- y volví a erizarme, pero es que se siente tan rico Santi, se metió cada uno de mis testículos en su boca y chupaba, otras veces mordía el escroto, en verdad si estaba disfrutando. No se en que momento sucedió pero su boca se encontraba en mi ano chupando fervientemente y yo jadeaba a mas no poder. Claro, jadeaba poco, no quería que escucharan las personas de la habitación vecina. Tu sabes que esa es mi debilidad Santi –Yo sólo asentí- Bueno, ya estaba deseando que me penetrara, así que cuando el se incorporó un poco yo le puse mis piernas su cintura como dándole a entender lo que quería. Pero nop –Marco paró su narrativa, mirándome con picardía y expectante-

  • No quee?, coño dime.

  • Bueno, caminó arrodillado sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre mi pene, pero sin estar penetrado. Comenzó a moverse lentamente haciendo fricción su trasero contra mi miembro mientras me besaba, yo estaba en las nubes Santi, imagínate. Bueno, separó sus labios de los míos y me dijo en un susurro “Hoy quiero que me penetres amor mío”.

  • Ya va, ¡¿QUÉ?! – mi cara era de total asombro, en una oportunidad Esteban había dejado claro que el hacía siempre el rol de activo, pues no le gustaba que lo penetraran, así que mis ojos estaban como un par de huevos fritos al escuchar lo que Mark me contaba-

  • Si, te lo juro Santi. Yo quedé helado, nunca había penetrado a alguien, y bueno no era el más experto, y quería que Esteban disfrutara. Supongo que supo mi preocupación porque me dijo que el se encargaría, y así lo hizo. Tomó mi pene con su mano y lo dirigió a su entrada, una vez ubicado comenzó a presionar. No te imaginas que placer sentí Santiago, era algo indescriptible. Esteban estaba tan estrecho que me dolía un poco, era una sensación de dolor placentero, su cara obviamente reflejaba dolor, pero aguantó. Todo mi pene estaba en su interior, y yo sentía que estaba alucinando, podía sentir con detalle como sus paredes anales se amoldaban a mí, y se sentía tan rico Santi.

Yo sabía de que estaba hablando mi mejor a migo, yo mismo había experimentado esa sensación cuando estuve con el mismo, era extraño porque a pesar de que Mark y yo tuvimos sexo, nuestra amistad no se deterioró, al principio me sentía un poco incómodo, pero el con su humor y su manera de llevar las cosas, le restó importancia al asunto y seguimos siendo como hermanos, por eso y por tantas cosas es que quería tanto a mi loco de remate como a veces le decía.

  • Lo mejor fue cuando comenzó a subir y bajar lentamente. ¡DIOS MÍO! Es tan delicioso, y al parecer Esteban también estaba disfrutándolo porque comenzó a gemir. Estaba que perdía la cabeza Santi, sentía un cosquilleo en todos lados, la fricción era algo espectacular, y de un momento a otro sentí como el ano de Esteban se contraía apretándome más fuerte, y allí fue cuando caí en cuenta de que el estaba eyaculando sobre mi abdomen, y yo en su interior, fue uno de los orgasmos más placenteros que tuve Santi, te lo juro.

  • Me imagino Mark, es diferente, que fino que hayas experimentado eso con Esteban.

  • Si, muy bueno. Tu no llegaste a penetrar a Miguel verdad?

  • No, al único que he penetrado...-dudé en decirlo- fuiste tu.

  • Todavía te incomoda lo que pasó entre nosotros, Santi? No seas tonto vale.

En ese momento sonó mi celular era papá que estaba esperándome fuera, recordé que la camioneta que manejaba Henri estaba en mantenimiento.

  • Mark me voy, nos vemos mañana.

  • Dale esta bien. Ven dame un abrazo vale, que se que no estas conforme con la explicación que te di sobre Miguel y yo en el parque pero te lo juro es cierto.

Siempre me habían gustado los abrazos de mi amigo, eran muy relajantes.

  • Tranquilo Mark, que si tu no me lo dices yo lo averiguaré –dije deshaciendo el abrazo al escuchar a papá tocando la bocina del auto indicándome que me apurara-

  • No seas así Santiago. Mira por cierto, no hagas planes para el sábado, vamos a ver una película.

  • Si? Dale pues. Con quien vamos?

  • Como que con quien Santi, nosotros dos.

  • Solos?

  • Si solos, que tiene? No puedo invitar a mi mejor amigo a ver una película? –decía Mark en su típico tono novelesco-

  • No seas dramático Mark, esta bien vamos el sábado.

Papá no dejaba de tocar la bocina, parecía molesto, así que salí de la casa y me monté a toda prisa en el carro.

  • ¿Por qué te tardaste tanto Santiago? Si te llamé antes de llegar es porque no quería que te tardaras –dijo papá muy molesto-

  • Disculpa papá – él no contestó-

Se notaba que papá estaba molesto, no hablaba acerca de nada mientras íbamos camino a la casa, algo extraño en él. No podía soportarlo, tenía que preguntarle que pasaba, el ambiente era realmente tenso.

  • Papá, que pasa? –le pregunté un poco nervioso-

  • Que pasa me preguntas Santiago? –respondió un poco irritado- Que pasa? Te parece poco lo de Albert? Te parece poco que Omar me haya llamado para saber que fue lo que sucedió contigo y con Miguel? La empresa no está en el mejor momento, y … -papá elevaba la voz paulatinamente, pero paró de hablar súbitamente-

  • Que pasa? –le pregunte algo extrañado-

  • Nada Santiago, ya deja la preguntadera –respondió gruñón dando fin a la conversación.

Llegamos a la casa y yo me disponía a salir primero del carro, pero papá me tomó del brazo con fuerza evitando que saliera. Me preocupé de inmediato.

  • Que pasa papá? –mi padre me observaba apretando la mandíbula y apretando con su mano mi brazo.

  • Discúlpame por mi actitud hijo, pero tenemos que recortar los gastos, esta claro?

  • Si papá.

  • Bien, entra a la casa, yo voy a pasar por la oficina, nos vemos mas tarde.

Entre a la casa un poco más aliviado, pensé que pasaba algo peor, pero al parecer solo era un mal momento de la empresa, y estaba seguro de que lo resolvería.

La casa estaba en silencio, como siempre, sólo que ahora lo notaba aún más, me había acostumbrado a que Migue me hiciera compañía, o a ir a su casa, y ahora no tenía nada que hacer. Ya me había puesto al corriente con el colegio la verdad me sentía aburrido.

Subí la escalera y me dirigí a mi cuarto, pasé por enfrente de la habitación de Albert y me pareció escuchar el TV encendido, decidí tocar y pasar un rato con mi hermano, en verdad estaba muy aburrido.

  • Pasa –dijo mi hermano al otro lado de la puerta-

  • Hola. Que haces? Estoy aburrido –le dije a mi hermano haciendo un intento de puchero-

  • Aburrido? pero si acabas de llegar de la calle –dijo haciéndome un hueco en su cama-

  • Si, pero es que ya no tengo nada que hacer –dije acostándome junto a él, cubriéndome con el gran edredón, hacía frío, tenía el aire acondicionado a baja temperatura-

Era extraño estar así con Albert luego de lo que paso, al igual que con Mark nunca hablamos de eso, y no hay incomodidades ni nada, bueno, al fin y al cabo mi vida no era normal, o al menos eso me parecía. Estar cerca de Albert siempre fue agradable, me sentía protegido, y ahora estando con el en su cama el contraste del frío que había en la habitación y el calor que emanaba su piel era un contraste muy agradable. Luego de que mi hermano y yo tuvimos sexo, ya no sentía esa atracción como antes, si me seguía resultando muy lindo y todo lo demás, pero ya no era nada sexual, no se si es porque ya estuve con el y esa curiosidad se esfumó, o fue algo que sucedió en mi subconsciente que eliminó esa atracción, a ver las consecuencias que trajo acostarme con él, léase: perdí a Miguel.

  • Sabes que papá me dio un susto hoy cuando me traía a la casa –le dije saliendo de mis pensamientos-

  • Si? Por qué, que pasó? –respondió el desviando la mirada del televisor-

  • Bueno, venía muy muy muy molesto, pero luego me dijo que era por que no iban las cosas bien en la empresa.

  • Si, ya lo sabía, a mi también me comentó algo al respecto, y me dijo que recortara los gastos. Pero no te preocupes Santi, tengo el Piano-Bar y nos esta yendo muy bien, a la hora de cualquier contingencia tenemos algo con que subsistir, no es mucho, pero algo es algo.

En ese momento recordé porque es que quiero tanto a mi hermano, con ese sentido de responsabilidad y madurez que siempre lo caracterizaba, y que no se en donde carajos lo escondió cuando decidió consumir drogas.

El haberle dicho a mis padres sobre las drogas de Albert había sido muy beneficioso, mi hermano estaba asistiendo a un grupo de ayuda para superar la adicción, y bueno a la final no resultó tan grave como yo creía, resulta que según las pruebas que le aplicaron mi hermano sólo era consumidor “recreativo”, a diferencia de su amigo que si tuvo que ir a una clínica de desintoxicación por orden judicial.

  • Quieres ver una película? Este programa está chimbo –dijo mi hermano sacándome de mi entretenido recuento mental de los acontecimientos-

  • Si dale, cuales tienes? –le dije incorporándome en la cama-

Tomó el control del TV y se desplegó una lista de las películas que tenía almacenada en la memoria. Ninguna me parecía interesante.

  • Espera, sube –le dije a mi hermano, deseando en mi mente que fuese la película que me pareció haber leído-

  • Cual?

  • Esa, esa –no lo podía creer, era una película basada en un libro que había leído hace algún tiempo y me encantó, y quería ver la película pero se me había olvidado y no la había buscado-

  • ¿El niño con el pijama de rayas? –dijo riendo- Quieres que lloremos aquí?

  • Dale vale, no seas así, yo no la he visto y quiero verla –le decía en tono de súplica-

  • Santi pero si ya leíste el libro, que necesidad tienes de ver la película. Las historias pierden muchos detalles cuando las adaptan para el cine.

  • No importa, quiero verla –ya me estaba comenzando a desesperar, yo estaba consciente de eso, pero aún así quería verla-

  • Ok, bajo tu propio riesgo eh-

La película comenzó, con la Alemania de los 40’, con Bruno recorriendo el Berlín de antaño, y todo era tal cual había imaginado en mi lectura del libro que apenas duró 4 horas.

Para los que no han visto la película o leído el libro, les cuento. Se trata de un niño alemán, Bruno, cuyo padre era soldado Nazi. El padre es transferido a un campo de concentración llamado Auchviz, un campo de exterminio judío. Bruno tiene 8 años y no comprende la gravedad del asunto. Se mudaron una casa cerca del campo de concentración, separados por un pequeño bosque y un alambrado. Bruno podía ver desde su cuarto el campo de concentración, y un día decidió explorar, allí es cuando conoce a un niño judío que estaba del otro lado de la cerca, llamado Shmuel, y se hacen amigos.

La película transcurría y todo iba bien, era justo lo que había leído. Albert repartía su atención entre la película y yo, de vez en cuando reía con mis expresiones.

  • Quieres que te traiga algo? Voy a la cocina –dijo interponiéndose entre mi vista y el televisor-

  • Quítateee. Si hay, trae papas fritas y jugo de naranja.

  • jugo de naranja –me miró extrañado- eso no combina con las papas, mejor refrescos.

  • Haz lo que quieras Albert, deja terminar de ver la peli, vale.

La película iba de maravilla, y cada vez me estresaba más cuando veía las atrocidades hechas por los nazis. El momento cumbre se acercaba, Bruno había atravesado el alambrado que delimitaba el campo de concentración, y vestía el uniforme a rayas que le había conseguido Shmuel. Se dispusieron a buscar al padre del amigo judío de Bruno, pues se encontraba perdido. Mientras buscaban, sonó un silbato y una aglomeración de personas y los niños quedaron atrapados entre la muchedumbre en movimiento. Ya sabía lo que se avecinaba, y mi corazón latía muy fuerte. Una de las cosas que me caracteriza es vivir las películas y las historias que leo, y esta en particular me ponía a sufrir mucho.

  • No vayas a llorar por favor –dijo Albert en tono burlesco, decidí ignorarlo.

La muchedumbre, en la que iban los niños, era dirigida a una “cámara de gas” para ser exterminados, los guardias decían que los llevaban a un lugar cálido y seguro.

  • Malditos –dije en voz baja sumamente indignado. Albert sólo sonreía con mi reacción-

Los niños entraron a la cámara de gas junto con las demás personas. La historia termina con Bruno y Shmuel agarrados de la mano muriendo en la cámara de gas. La situación era presentada en la película de manera abrumadora, imágenes sombrías, no había cadáveres ni imágenes fuertes, pero todo se prestaba para pensar lo peor, lo que en realidad pasó.

Era tan triste, no concebía y aún no concibo como el odio y las guerras pueden producir situaciones como esas, sencillamente indignante.

Me había controlado para no llorar, sin embargo tenía los ojos humedecidos y estaba tenso, pues reflexionar en que ese tipo de “exterminios” existieron realmente en la Alemania Nazi me ponía de mal humor.

  • Santi, es una película  no te estreses –decía mi hermano al ver mi cara-

  • Yo se, pero es una película basada lo que sucedía realmente.

  • Si me hubieses dicho que te ibas a poner así, mejor ni la veíamos –dijo Albert cruzándose de brazos-

  • No seas ridículo Albert, me voy a dormir, chau-

  • Ya te vas? Yo no tengo sueño todavía –dijo haciendo puchero- Quédate a dormir aquí vale.

Lo pensé por un momento, pero no tenía nada que perder.

  • Ok, dale, pero dame espacio, la cama es grande.

Esa noche la pasamos chévere, vimos otras películas y era muy tarde, en realidad no se a que hora me quedé dormido. Había tenido un sueño muy extraño, era como si estuviese en la película del Niño con el pijama de rayas, pero sólo que yo era uno de los guardias que echaba el químico para exterminar a los judíos en la cámara de gas. Era realmente angustiante, era como si mi cuerpo no respondiera a mis pensamientos, pues mientras echaba el químico en mi mente sabía que estaba mal, pero no podía dejar de hacerlo.

Me desperté sobresaltado, más por mi hermano que estaba llamándome que por el sueño.

  • Santiago levántate ya, que es tarde, tienes colegio y te toca irte con mamá, sabes que no le gusta esperar –me decía Albert abriendo las cortinas de su habitación, haciendo sufrir mis ojos con la luz que entraba.

  • Ok ok –me levanté de la cama acelerado, con los ojos entrecerrados por la luz y todavía no estaba completamente despierto.

Salí al pasillo con destino a mi cuarto, cuando la voz de mi madre por poco me mata del susto.

  • Santiago –dijo malhumorada- Que hacías en el cuarto de tu hermano? Acaso durmieron juntos?

Perfecto, lo que faltaba, que mi mamá piense que Albert y yo tuvimos sexo de nuevo.

  • Mamá, tranquila, no pasó nada. Anoche vimos varias películas y ni siquiera me enteré cuando me quedé dormido.

Mi madre me miró con la ceja levantada hasta el tope.

  • Eso espero Santiago, ahora vete a arreglar que me toca llevarte al colegio y tengo que estar temprano en la oficina.

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El viernes había pasado súper rápido y casi sin darme cuenta ya era sábado e iba camino al cine a ver una película con mi estimado amigo Marco. Algo que me llamó poderosamente la atención, era que no había pensado en Migue en todo el viernes, y me preocupé, y es que yo mismo me conozco, y fácilmente pierdo el interés en las cosas y en las personas, pero no permitiría nunca que Miguel saliera definitivamente de mis pensamientos, y menos ahora que me había respondidos los mensajes de texto que le envié hace unos días. Eso es, le enviaré un texto antes de llegar al centro comercial.

- Olvido :/

Fue lo único que escribí, no se me ocurrió nada mejor, y tampoco es que era el momento de tener una conversación con él, en pocos minutos entraría con mi mejor amigo a una sala de cine y sería muy descortés de mi parte perderme la película por enviar mensajes. Mi celular vibró, había respondido.

- Aunque ese mensaje no tenga respuesta alguna, lo estoy haciendo para no ser descortés!

Sonreí con eso, aunque sonó muy ácido, era cierto, a Migue nunca le gustaban esos mensajes que no tenían una respuesta definida.

- No seas tan ácido amorcito, sólo quería que supieras que no te he olvidado, y que te quiero muchísimo, y te extraño :(

Sabía que no respondería, desde su punto de vista ese era otro mensaje sin respuesta definida, y no me importaba demasiado, sólo quería hacerle saber que no lo olvido y que lo extraño.

Al guardar mi celular noté que Marco me miraba con cierta mirada de reproche. Suspiré

  • Deja el rollo Mark, sólo era un mensaje

  • Es triste y lamentable Santiago, te invito a una salida de mejores amigos y tú solo envías mensajes, es triste –decía mientras negaba moviendo la cabeza de lado a lado.

Marco era el chamo más dramático que conozco, y a mi me encantaba, me causaba mucha gracia cuando se ponía así, sobre todo porque sabía que la mayoría de las veces era jugando.

Entramos al centro comercial y comenzamos a caminar en dirección al cine, despacio, al fin y al cabo estábamos paseando.

  • Sabes que anoche Albert y yo dormimos juntos –Marco abrió los ojos como plato- Pero ya va Mark, déjame terminar, no pasó nada.

  • Seguro Santiago? –Decía mi amigo con una mueca exagerada de incredulidad-

  • En serio Mark, lo juro. Sólo vimos unas películas ahí y me quedé dormido casi sin darme cuenta.

  • Y que películas vieron?

  • Vimos varias, pero no me cuerdo mucho, ya tenía sueño y no les presté atención. De la que si me acuerdo, es la primera, “El niño con el pijama de rayas”.

Marco inmediatamente hizo un sonido de fastidio y puso los ojos en blanco.

  • Si eres necio Santi, que ladilla pana , no te bastaba con leer el libro, no, tenías que ver la película –decía Marco con un tono entre recriminación y juego- Te agradezco que no me atosigues como cuando leíste el libro, contándome la historia, ok?

  • No seas así Marco –le dije riendo-

Llegamos a la taquilla para comprar los tickets. Y había una cola, no muy larga, como de costumbre en el cine todos los sábados, sin embargo no estaba tan larga. Delante de nosotros había un muchacho que captó mi atención, estaba de perfil, y me parecía conocido, pero no lo llegué a distinguir pues cargaba una gorra, sin embargo se le veía que tenía el cabello algo castaño. Era muy atractivo, como de mi porte, y con una nariz muy bonita, pero no era eso lo que me llamaba la atención, era que se me hacía muy familiar, pero no identificaba donde lo había visto.

Marco se dio cuenta de que observaba al muchacho, e inmediatamente comenzó a sacarme conversación, algo que lo caracteriza cuando está un poco nervioso. Decidí ignorar al muchacho y a prestarle atención a lo que Mark decía, ignorando su a penas perceptible nerviosismo.

Una vez compramos los tickets, fuimos a comprar las cotufas (palomitas de maíz) de rigor, y uno que otros dulces. Entramos en la sala, estaba medio vacía, faltaban unos minutos para que proyectaran la película. Nos sentamos casi al final y seguimos conversando.

  • Sabes que mi papá ayer cuando me fue a buscar a tu casa, estaba súper estresado –le dije a mi amigo-

  • Si? y eso? que pasó, cuéntame.

  • No me dijo gran cosa, me dijo que la situación de la empresa no estaba del todo bien y tal, y que recortara los gastos, sólo eso.

  • Ah ok, naguará Santi, que problema, bueno de todas maneras no gastas mucho que digamos.

  • Bueno si, trato de controlarme.

En ese momento entró el muchacho que me había llamado la atención en la cola para comprar los tickets, y detrás de el venía ¿Miguel? Ahora entiendo, el chamo de la cola es el mismo con el que andaba Migue hace unos días en el centro, y hoy vinieron al cine.

  • Mark, ve, ese no es Miguel?

  • En donde? –Decía Marco recorriendo la sala con la mirada-

  • Ese que se está sentando, allí, míralo.

  • Verga, si es. Con quien anda?

  • Con el mismo chamo con que lo vi en el centro el otro día, recuerdas que te conté?

- De pana ? –decía Marco con una sorpresa que me pareció sospechosa, pero que  sin embargo ignoré.

¿Qué como me sentía viendo a Migue en el cine con ese chamo ? Pues celoso, MUY celoso, sobre todo porque era atractivo y lo sentía como una amenaza, y por otro lado porque amaba a Migue, y aún lo consideraba mi novio.

Lo cierto es que la película comenzó y yo no le prestaba atención. Sólo veía unos asientos más abajo a Migue con su “amigo”. De cuando en cuando le susurraba algo al oído, se acercaba mucho, más de lo conveniente. Sentía mis mejillas calientes, estaba muy celoso, pero que podía hacer? Nada. Que representa eso en comparación de ver a tu novio en la cama desnudo con otro hombre? Nada. Los que estaba sintiendo en esos momentos no le llegaba ni a los tobillos a los que llegó a sentir Migue cuando me vio con Albert, así que no podía hacer absolutamente nada, aguantar callado esa tortura, no podía salirme de la sala, no podía hacerle eso a Marco que quería que pasáramos un rato juntos, lástima que esa parejita perturbaba mi “diversión”.

La película iba aproximadamente por la mitad, y mis monólogos internos y mis celos por Migue no me dejaban concentrarme en la película, cada vez que trababa de prestar atención, mi mirada se desviaba automáticamente unos asientos adelante. En un momento determinado Miguel se levanta de su asiento con dirección a la salida, supongo que se dirigía al baño, pero antes de salir de nuestro campo visual volvió su mirada hacia nosotros, y Marco también lo observaba, al darse cuenta Marco que lo veía, éste dirigió su mirada a la pantalla automáticamente.

“Hmm, algo pasa”- Me dije a mi mismo en mi interior. En primer lugar, ¿por qué Migue iba a voltear y ver específicamente a la zona donde nos encontrábamos? y ¿por qué Mark lo miraba y al yo observarlo apartó la vista automáticamente? Mi “sexto” sentido me decía que todo tenía que ver con el encuentro ese de Marco y Migue tan raro en ese parque. Necesitaba averiguarlo.

Pasé minutos pensando en como podía hacer para enterarme de lo que sucedía, Migue ya había entrado de nuevo a la sala y ocupado su puesto, y a mi aún no se me ocurría nada. No podía preguntarle a Marco, evidentemente no iba a soltar prenda.

  • Santi, voy al baño, quieres algo? –me dijo marco susurrando-

  • No, no quiero nada, tranquilo.

Mark había dejado su suéter en el asiento, cuando se estuvo un poco alejado lo tomé, tanteé uno de los bolsillos con la esperanza de que haya dejado su celular, y ¡Bingo! allí estaba, en uno de los bolsillos frontales del suéter. Inmediatamente busqué la bandeja de entrada. Habían mensajes míos, de Esteban y de un numero que me pareció muy familiar, era el de ¡Migue!. Abrí uno de los mensajes. Decía

- Dale así quedamos, gracias Marco por todo, de pana.

Ese mensaje no me decía nada en concreto, así que busqué uno más antiguo.

­ - Si yo sé, pero esperemos que Santi no crea que ya no lo quiero o algo, sólo quiero darle celos. Y por mi primo no te preocupes, no creo que malinterprete nada.

No lo podía creer. ¿Primo? ¿Celos? Tenía tantas ideas en mi cabeza que no había llegado a una conclusión en específica. Por suerte, se me ocurrió levantar la mirada, en ese momento venía Mark entrando a la sala, guardé el celular en donde estaba.

Entonces quiere decir que Migue me quiere dar celos con ese chamo y Marco lo está ayudando. Me sentía eufórico, en el mensaje decía que Migue me quería, ¡ME QUERÍA! o sea que hay esperanzas. No podía borrar la sonrisa de mi rostro. Marco lo notó.

  • Que paso? porque te ríes? –preguntó mirándome divertido-

  • De nada, una parte graciosa de la película que acaba de pasar.

  • Ah si? –me miró entre sonriendo y desconfiado- Y de que se trataba que te resulto gracioso?

  • No preguntes Mark, quien te manda a ir al baño.

La película terminó y yo ni siquiera sabía de qué trataba, pero no me importaba, estaba feliz. Obviamente no le diría nada a Mark sobre los mensajes que leí ni de lo que me enteré. Les seguiría la corriente, me mostraría muy dolido de ver a Migue con ese chamo, supongo que Mark le contará en algún momento mi reacción.

  • Ya va Mark, esperemos a que salga Migue con el chamo ese, no me lo quiero cruzar en la salida –le dije fingiendo una expresión de tristeza-

Miguel y su acompañante salieron –aún no sabía su nombre, debía averiguarlo- y unos minutos mas tarde salimos nosotros. Camino a casa iba desahogándome con Marco.

- Naguará Mark, que triste encontrarnos a Migue con ese tipo en el cine. Naguará –decía mirando por la ventana y negando con la cabeza-

  • Si, súper chimbo . Pero que, estas celoso?

  • Por favor Mark, que pregunta –le dije mirándolo con incredulidad de que me haya preguntado eso- Obviamente estoy celoso Mark, MUY celoso, pero más que todo triste, porque al fin y al cabo el gran culpable soy yo.

Seguí “desahogándome” todo el camino, hasta que Mark y el taxista me dejaron en mi casa. Sin duda Mark le diría todo eso a Migue.

Entre a mi cuarto, me desvestí y me lancé a la cama en bóxer, ni siquiera me puse alguna de mis ropas para dormir. Estaba feliz, SUMAMENTE FELIZ. Ya podía vernos a Migue y a mí como novios otra vez, dándome sus besos, sus abrazos y todo lo demás. Decidí enviarle un mensaje de texto, mi plan era seguirles el juego.

- Te amo inmensamente, aunque ya me hayas conseguido un remplazo. TE AMO MIGUEL BEROES, y eso no va a cambiar .