Soy Santiago y esta es mi historia VI

No te merezco.

Dedicado a Javier, una persona capáz de sumergirte en una "mágica irrealidad".

Todo había vuelto a la normalidad, ya hasta casi me había olvidado de lo que ocurrido con Pedro, pero últimamente andaba muy excitado, tenía sexo con Miguel todos los días, a el no le molestaba, por el contrario estaba fascinado, pero se me hacía extraño que siempre tuviera ganas, yo no era así, me había considerado siempre un chico tranquilo, pero en fin, no le di demasiada atención.

Justo hoy cumplía un Mes desde que Migue y yo nos hicimos novios, el me había comentado que quería hacer algo especial y que se lo dejara todo a el. Me sentía emocionado, ya quería que fuese de noche, y bueno, a penas eran las 6:00 a.m y me estaba alistando para ir al colegio.

Realmente estaba un tanto preocupado por el colegio, pues lo estaba descuidando un poco, y es que, a no ser por esas horas que estaba en el colegio, pasaba todo el día con Miguel, primero teniendo sexo y luego haciendo cualquier otra cosa, no estudiaba casi, y no hacía del todo bien los trabajos. Si llego a bajar el promedio, mi mama me mata –me dije-

Estaba desayunando y de pronto me entra un mensaje de texto, era Marco

“Santiago, si puedes llega temprano al colegio hoy por favor”

-¿Santiago? Pero si Marco nunca me dice Santiago –pensé un poco preocupado

Desde que soy amigo de Marco, el nunca dice mi nombre completo, siempre Santi, y las pocas veces que lo hacía es porque era algo serio. Apuré mi desayuno y le dije a Henri que me llevara al colegio.

Al llegar, no había casi nadie, todavía era temprano. Al pasar por el patio busqué a Marco con la mirada, no estaba. Me adentré al edificio y no había nadie, salvo el señor conserje que llevaba unas cajas no se para donde. Entre a nuestro salón y me encontré con Marco sentado al ultimo puesto, recostado sobre el pupitre con su cabeza entre los brazos, llevaba sus audífonos

  • Marco –le llamé moviéndolo para que me escuchara

Al levantarse me encontré con su cara, y ¡que cara! tenía los ojos rojos de llorar y unas ojeras enormes.

  • Que pasa Marco –le dije alarmado, sentándome en el puesto a un lado

  • Bueno Santi, que Esteban terminó conmigo –dijo con su voz muy triste y quebrada- pero eso no es lo peor –dijo soltando una lágrima-

  • Cuéntame Marco que pasó.-

  • Lo que pasa Santi, es que Esteban y yo íbamos a tener nuestra primera vez- comenzó marco con su relato- Yo estaba muy emocionada, y tenía muchas ganas, y el también quería, pero no estaba seguro, y siempre que íbamos a hacer algo más, él era quien lo paraba. Pues ayer luego de salir del colegio, fuimos a mi casa, mi mamá y mi papá se iban de viaje porque tenían que recoger unos resultados de una prueba médica y tendríamos la casa para nosotros. Llegamos he hicimos el almuerzo, todo normal, como siempre, luego del almorzar fuimos a mi cuarto, nos besamos y yo quería tener sexo con él, llevábamos 4 meses de relación y nunca habíamos hecho nada de nada –contaba Marco-

En ese momento comparé mi relación con Miguel, y me sentí un poco mal, pues yo me había acostado con Miguel el primer día que comenzamos a tontear.

  • Estábamos besándonos y la temperatura cada vez subía más, me tenía súper excitado y al parecer el también lo estaba –continuó narrando- Yo ponía especial esfuerzo en excitarlo para que al final no se echara para atrás y termináramos todos calientes. Al parecer me funcionó, le dije que quería estar con el y aceptó. Nos fuimos quitando la ropa lentamente, con caricias, besos y palabras de amor. Ya estábamos desnudos y me subí sobre el, le besaba muy profundamente, metía hondo mi lengua, lamí sus orejas, besé su cuello, chupé sus tetillas, y yo solo con eso me sentía en las nubes Santi, estaba que estallaba de excitación –continuaba mi amigo con un deje de melancolía y yo observándolo atentamente - Seguí bajando hasta llegar a su pene babeante, me lo metí en la boca sin pensarlo, me supo a gloria. Esteban se retorcía y acariciaba mi cabeza, para luego tomarla con las dos manos y marcar su propio ritmo, follándome, fallándome la boca. Paró en seco e hizo que subiera de nuevo sobre él, me besaba esta vez con más pasión, metiendo su mano entre mi raja, masajeando mi ano con sus dedos, yo estaba que moría, se sentía tan rico. Me pregunto si quería que me penetrara, y yo le respondí afirmativamente. Giramos en la cama y el ahora quedó sobre mi, apoyado en la cama con mis piernas en sus hombros, dirigió su miembro a mi entrada y presionó, me dolió, me dolió mucho, siguió intentando pero no entraba. Decidimos probar en otra posición, le alcancé un bote de crema humectante para que usara como lubricación; yo me posicioné bocabajo con el culo en pompa, embadurnó mi ano con abundante y fría crema y luego se embadurnó su cipote, y volvió a intentar, esta vez si entró un poco. Me dolía a horrores, pero era un dolor placentero y no quería que parara, hasta que por fin entró toda, y sus bolas chocaron contra mis nalgas. Una vez que mi ano se acostumbró, comenzó el clásico mete y saca, un tanto torpe, pero lo estaba disfrutando. Luego del dolor solo sentía placer, un placer que nunca había sentido y superaba por mucho la sensación de tener un dedo ensartado mientras me masturbaba. Era excitante, nunca había sentido mi miembro tan erecto, lo sentía más grande. Cambiamos de posición y volvimos a la inicial, yo tumbado boca arriba con mis piernas en sus hombros, y me volvió a penetrar, esta vez sin dolor, un escalofrío recorrió mi cuerpo de punta a punta, se podía escuchar claramente el sonido de nuestras pieles chocándose, Esteban me besaba y me decía que me amaba, me sentía en un sueño, estaba perdiendo mi virginidad con el hombre que yo quería y que era hace ya 4 meses era mi novio. Comenzó a hacerme una paja y yo no pude aguantar más, y vacié toda mi carga sobre mi abdomen. Al terminar mi orgasmo sacó su miembro y se posicionó para venirse en mi cara, se masturbaba frenéticamente y yo no perdía detalle, justo cuando estaba eyaculando en mi cara… -Marco paró de contar, al parecer tenía un nudo en la garganta-

Le tomé la mano, y empecé a acariciársela para que se calmara, mientras le pasaba una mano por su cabello, a todas estas el salón aún estaba desierto, habíamos llegado muy temprano.

  • Justo en ese momento entró mi papá al cuarto –me dijo rompiendo en llanto-

En ese momento se me partió el alma, sabía por lo que mi amigo estaba pasando, su papá, General de La Guardia Nacional, era un tipo súper rudo, antipático, y tenía a Marco sometido a una estricta disciplina. Imagínense lo que significa para un hombre así encontrar a su hijo con un tipo en la cama y de paso llenándole la cara de semen.

  • Te podrás imaginar como reaccionó mi papá – me decía un poco más calmado- se alteró horrible, le dijo a Esteban que abandonara su casa inmediatamente, estaba hecho una fiera, Esteban como pudo se colocó el pantalón y salió corriendo. Mi papá me dijo que me arrodillara en el piso, así desnudo y todo y con el semen de Estaban en la cara. Se sacó su cinturón del pantalón y con lágrimas de impotencia comenzó a azotarme con el, me decía que era una vergüenza para la familia, y que maldecía el día en que había convertido en maricón, me pegaba fuerte, pero lo que más me dolía eran sus palabras, estaba decepcionado de mi Santi, y es que peor suerte no puedo tener, justo en mi primera vez, pasa esto. A mí y al pato Lucas solamente nos pasa esto Santi–Trató de sonreír cuando dijo eso.

Tenía mi corazón encogido por el sufrimiento que estaba pasando mi mejor amigo. Se subió las mangas del abrigo que llevaba y vi las marcas del cinturón, alargadas, unas moradas y otras un tanto verdes, que se marcaban perfectamente en su piel blanca. Era tan triste, me levanté del puesto y tomé mi mochila y la de Marco, y me las coloqué en el hombro las dos. Extendí mi mano para que la tomara, me miró extrañado

  • Vámonos –le dije-

  • ¿A dónde Santi? Además tenemos clases.

Lo miré con cara de estar diciendo “En serio Marco, ¿vas a quedarte en ese estado a ver clases?”. Sonrió, entendió perfectamente lo que le quería decir, tantos años de amistad había formado en nosotros una fuerte conexión, éramos capaces de hablarnos con la mirada, el era mi otro hermano, y lo quería profundamente como tal. Y estoy casi seguro que el también me consideraba su hermano, él era único hijo. Me tomó la mano y salimos del salón, recorrimos los pasillos para salir, ya estaba llegando las personas, pero no me importó, seguí con la mano de Marco agarrada, mi amigo me necesitaba y eso me importa más que cualquier comentario.

Salimos de la escuela, y caminamos calle abajo, aun tomados de la mano, llegamos al parquecito donde Migue y yo tuvimos nuestro primer encuentro. Paré un taxi y nos montamos, ambos en la parte trasera.

  • ¿A donde vamos Santi? –me pregunto Marco-

  • Al parque de la Represa Señor por favor –dije en voz alta para que Marco y el taxista escucharan.

Nuestra ciudad vive gracias a la industria del arroz, por lo tanto hace muchísimos años construyeron una represa para que se pueda sembrar en invierno y verano, aquí en Venezuela solo tenemos dos estaciones climáticas: una lluviosa y una seca. Esa represa era muy importante en la vida de todos, había un parque justo al lado de ésta, desde el cual se podía ver todo el embalse, era tan grande que en ocasiones no parecía tener fin, y da la sensación de estar en el mar.

Llegamos y luego de pagar bajamos del taxi. Tomé a Marco de la mano de nuevo y nos dirigimos a una zona en la que se veía todo el embalse, el parque era realmente grande y muy hermoso, con muchos árboles, sobre todo árboles de Araguaney, un árbol cuyas flores son amarillas, y cuando está floreado, es amarillo completamente, ese el árbol nacional de Venezuela.

Llegamos al sitio y marco se acostó en el césped, no habíamos dicho ninguna palabra, Marco lo que necesitaba era mi compañía.

  • ¿Por qué mi papá no pudo reaccionar como el tuyo Santi? ¿Por qué a mí? –dijo desviando su mirada del cielo para observarme.

No pude responder, no sabía que decir.

  • Resulta que mi papa y mama ya iban en camino a lo del médico, pero se les quedó algo en casa, regresaron y mamá se quedó en el carro mientras papa subía por los papeles, él vió que mi mochila estaba en el mueble de la sala, fue a mi cuarto a decirme que se habían regresado a buscar esos documentos y bueno, fue allí cuando sucedió –continuaba relatando Marco, dirigiendo su mirada al cielo, nublado, el día estaba gris y un poco frío – Luego de pegarme, me dijo que me vistiera, y que me lavara la asquerosidad que tenía en la cara, y salió del cuarto. Luego de hacer lo que me dijo, me lancé en mi cama a llorar en posición fetal, mi madre entró y me encontró así, me tomo entre sus brazos y llorando me dijo que todo iba a estar bien, que le diera tiempo a mi padre de asimilar eso, que ella no me abandonaría. Y en ese momento sentí un alivio, sabes, así como una esperanza, por lo menos  tenía a mi madre y todavía podían solucionarse las cosas. Mi madre me dijo que se tenían que ir, que no podían faltar a esa cita médica, que te llamara para que me hicieras compañía, pero yo quería estar solo. Antes de ellos irse mi padre entró a mi cuarto, y me dijo que no deshonrara más a la familia mientras ellos estén fuera; lo que me había dicho mi madre me había animado un poco, así que decidí llamar a Esteban pero vi que tenía un mensaje, era de él, me sentí un poco emocionado, pero eso no me duró mucho –suspiró, y continuo contándome- El mensaje decía que ya no podía seguir conmigo, que había sido un error nuestra relación y que ahora era posible que mi papá le contara al suyo todo lo que había sucedido, que era mejor dejar las cosas hasta allí. Eso me destrozó, no tanto porque todo se terminaba, sino porque el mensaje solo aludía a el, a lo que le afectara, al miedo de que su familia se enterara, ¿y yo? no pensó en mí, no le importó lo que yo estoy pasando, me dejó solo, huyó por la derecha. Mi mundo se vino abajo de nuevo, pensé que el estaría ahí, que el sería alguien en quien yo podía apoyarme, pero no, es cobarde, no creo que un cobarde merezca mi amor –dijo de nuevo con lagrimas en sus ojos, con un deje de amargura-

  • Mark, pero quizás esté abrumado por todo esto, no es que lo esté defendiendo, pero quizás solo tenga miedo –dije por fin, nos habíamos girado y estábamos los dos acostados sobre el pasto, de lado, cara a cara, yo viendo como las lágrimas salían de sus ojos sin fin aparente, Dios, como me dolía verlo sufrir así.

  • Fuera lo que fuese Santi, ya esta listo ya termino, ya estoy solo en esto –dijo-

  • Solo no Mark, me tienes a mi, tu sabes que siempre puedes contar conmigo, eres como mi hermano, tonto –le dije tratando de sonreír, solo respondió con una sonrisa, y se volteó para seguir mirando el cielo.

Yo me quedé en mi posición, observando a Marquito, era muy lindo, blanco de piel, nariz perfilada, sin duda tenía rasgos angelicales, labios finos pero rosados, ojos marrón y cabello negro, antes lo usaba cortito, al estilo militar como el Hitler que tiene como papa lo obligaba, pero ahora lo llevaba un poco mas largo, no mucho, pero le quedaba muy bien. Giró su cara hacia mí y me dedicó una sonrisa, pero con la expresión cansada, seguro no había dormido nada.

  • Santi, no he desayunado, ¿será que podemos comer algo? –me dijo rompiendo mi concentración en el-

  • Si claro, vamos a mi casa –me levanté de un salto-

El también se levantó y quedamos frente a frente, sentí una ganas inmensas de abrazarlo, y así lo hice, lo abracé con todas mis fuerzas, hasta creo que le hacía daño, lo abrace, porque es como mi hermano, siempre iba a estar ahí para el, no importa por lo que sea que estuviese pasando, siempre podía contar conmigo, así se lo hice saber, con ese abrazo. La situación era tan emotiva que se me escaparon unas lágrimas, no se que hubiese pasado si mi papa me hubiera rechazado, sería muy triste, en extremo triste. No importa que Estaban ya no esté con el, yo si estaba, nos separamos, el también tenía lágrimas en sus ojos.

  • Verga Santi, no aguantas dos pedidas para llorar –dijo riendo y secándose las lagrimas

  • Si eres tonto Mark, vámonos –comenzamos a caminar, le pasé un brazo por los hombros, tomamos un taxi y regresamos a mi casa.

La casa estaba sola, Martha no estaba, le preparé dos sandwichs a Marco, y serví un vaso de jugo de naranja, yo no tenía hambre, solo lo observé comer, en silencio, nadie hablaba, de vez en cuando sonreíamos. Luego de comer lo acompañé a mi cuarto, le dije que durmiera un rato. En ese momento sonó mi celular, era Miguel, salí del cuarto.

  • Aló –contesté

  • Se puede saber por que mi amorcito no vino al cole hoy –dijo, y yo con una sonrisita tonta

  • Aay Amor, si supieras –suspiré

  • Que pasó nene?

  • Marco tuvo un problema serio con el papá, está aquí en mi casa, mal, muy mal, triste pues

  • Ah, que mal –dijo sin darle importancia, cosa que me molestó- y ¿bueno a que hora te paso buscando para salir a celebrar nuestro primer mes? –me dijo con tono juguetón-

  • Migue, amorcito –le dije tratándolo de suavizar- tenía pensado quedarme con Marco, es que me da mucha cosita dejarlo solo, con lo mal que la está pasando, me parece que es mi deber quedarme con el.

  • Santiago por favor no me vayas a cancelar lo que tenía planeado –me dijo conteniendo su molestia-

  • Amor pero es que mira, Marco esta mal, en serio, su papa lo consiguió teniendo sexo con Esteban y bueno te podrás imaginar.

  • Santiago pero por Dios, es nuestro primer mes, no importa, Marco se recuperara, pasa el día con el mañana pero hoy no Santiago, hoy no –dijo frustrado

  • Miguel, Marco me necesita, nosotros podemos celebrar otro día, no estoy cancelando, te pido que lo pospongamos –dije casi perdiendo la paciencia.

  • Ok, pasa tu día con el, que lo disfrutes. Feliz Mes-Aniversario por cierto –colgó

Estaba enfurecido, como me cuelga así, que le pasa. Entiendo que es nuestro aniversario y teníamos planes pero tiene que entenderme, Marco me necesita y no puedo dejarlo solo, si Miguel no lo entiende, pues que se joda –me decía a mi mismo-

Sin embargo, me había dolido que Miguel me colgara así de la nada, intente respirar, calmarme, lo logré y fui al cuarto a ver como estaba Marco.

Estaba dormido, se le veía tierno, más tranquilo, me acosté a su lado con cuidado para no despertarlo. Me acosté de lado para observarlo mejor.

  • Pero como es posible que Miguel se molestara por quedarme a apoyar a Marco, es mi mejor amigo, es lo mínimo que debo hacer –discutía en mi interior, y de un momento a otro me quedé dormido.

Al despertarme, Marco me observaba, y de repente, me besó. Un beso tímido, muy suave, a penas si movía los labios, y yo apenas le correspondí. Estaba confundido, pero me gustó. Marco me miraba expectante, y yo lo veía fijamente. Esta vez fui yo quien lo volví a besar, esta vez más fluido, más profundo, poco a poco fui agregándole lengua al beso, un poco apasionado. Mi mente estaba en blanco, no quería pensar nada, sabía que si pensaba iba a sentir remordimiento, por serle infiel, a Migue, de nuevo, pero en cierta forma sentía que lo merecía por haberme colgado hace rato, sería una pequeña venganza, una venganza de la cual no se iba a enterar.

Decidí no pensar para no arrepentirme. Marco se montó encima de mí, y yo empecé a recorrer su cuerpo con las manos, su cuerpo era firme, no recuerdo haberlo tocado así nunca antes, y me gustó. El sólo acariciaba mi cabello, metía sus manos entre ellos, tímidamente. Coloqué mis manos en sus nalgas, firmes, grandes y paraditas, ese era un atributo de Marco que nunca pasaba desapercibido, y menos por mi. No lo esperaba, lanzó un suspiro.

Comenzó a desbotonarme la camisa, a medida que iba quitando me iba besando el pecho, me la quitó por completo y se trasladó a mi pantalón, aflojó mi cinturón, quitó el botón y bajó el cierre, los haló desde mis pies y los saco, en ningún momento tocó mi pene, se le notaba algo desorientado, como que no sabía que hacer.

Lo recosté en la cama y me subí a el, repetí lo mismo que hizo el, le quité la camisa en medio de caricias y besos, y sólo suspiraba. Le bajé sus pantalones con su bóxer de una vez y salió su pene, ya erecto, circuncidado y casi del mismo tamaño que el mío, quizás un poco más largo, pero no era mucha diferencia. Sin dudarlo fui al ataque de su miembro, lo chupaba con dedicación, no estaba seguro si era la primera mamada que recibía pero quería que disfrutara. Chupaba fuertemente, alternando lametones en su tronco y bolas, así como mordiscos a su escroto, me adentré bajo su periné y con mi lengua alcancé su ano, se lo veía un poco irritado, o quizás era imaginación mía, o tal vez pudo ser porque hace poco tuvo su primera penetración. Seguí chupando con ímpetu, mordía sus nalgas de vez en cuando, y alternaba la acción entre su ano  y su pene. Marco se retorcía de placer,  jadeaba y gemía sonoramente.

  • Santi, penétrame por favor –me dijo Marco con la excitación en cada una de sus sílabas, mientras paraba de lamerle el culo y me colocaba en posición para penetrarle.

Nunca había penetrado a nadie, en el sexo con Miguel siempre tomaba el rol de pasivo, era casi automático, y aunque alguna que otra vez se me ocurrió penetrar a Migue, nunca lo materialicé, nunca se lo dije ni di pié para hacerlo. Pero hoy iba a ser la primera vez que lo hacía, e iba a ver que tal.

Coloqué mi glande en su entrada y comencé a presionar, buscaba en su rostro un gesto de dolor, pero lo había, así que continué. Sentía como su culo se tragaba mi miembro. Era una sensación sin igual. Sentía como sus paredes anales se amoldaban a mi pene. Me sentía en el paraíso.

Comencé un mete y saca a un ritmo intermedio, Marco empezó a gemir, me encantaba ver las muecas de placer que hacía debajo de mi. Continuaba penetrando, sacando y metiendo a un ritmo constante, quería que durara. Marco comenzó a masturbarse lentamente, como prolongando el placer. Me recosté sobre el para besarlo, sin parar el mete-saca, el dejo de masturbarse y posicionó sus manos sobre mis nalgas y comenzó a masajear vigorosamente, eso me excitó sobremanera y aumenté el ritmo de mis embestidas.

Cambiamos de posición por iniciativa de el, se arrodilló dándome la espalda, y colocándose como perrito, sin perder tiempo volví a penetrarlo, y lo embestía aferrándome a su cintura. Seguía masturbándose y yo aumentando el ritmo cada vez más. No sabía cuanto tiempo aguantaría, pero sabia que no sería mucho, estaba casi al tope, y la estrechez del ano de Marco era la responsable de eso. Se incorporó y quedamos pegados, yo aún detrás de el, con mi pecho pegado a su espalda, y mi pene enchufado en su trasero, cada vez era mas audible el chapoteo que producían nuestras pieles. Comencé a masturbarle, frenéticamente, era extraño masturbar un pene circuncidado, pero aún así seguí, mi mano resbalaba por su glande, ayudado por la gran cantidad de precum que botaba. Comenzó a correrse en mi mano, sentí su semen resbalar y sentí las contracciones de su ano contra mi pene. Estalle en un orgasmo yo también, en su interior. Súper placentero. Mi pene salió de su ano y nos acostamos en la cama recuperando el aliento.

  • Es mi primera vez como activo –le dije observándolo-

  • Y es la primera vez que me hacen una mamada –dijo con usa sonrisa-

  • ¿Sabes que esto no cambiará nada verdad? –le dije- Seguimos siendo amigos, los mejores amigos.

  • Si, lo sé –dijo cambiando su expresión y desviando la mirada-

¿Qué rayos pasa aquí? –pensé-

Comencé a preocuparme e imaginarme un montón de situaciones.

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Marco se había quedado dormido de nuevo y yo no paraba de darle vuelta a su reacción, no quería que llegase a pensar que esto cambiaría nuestra situación, yo no sentía nada por el más que un cariño especial, fraternal, de mejores amigos y de hermanos de otra madre, sólo eso.

No quise darle vueltas al asunto, me levanté de la cama, me coloqué un bóxer limpio y un short y salí de mi cuarto. No encontraba que hacer, me sentía un poco aburrido, y culpable, muy culpable porque le había sido infiel a Migue, por segunda vez, con Marco, pero en cierta forma se lo merecía por colgarme la llamada. ¿A quién quiero engañar? ese no es motivo para acostarse con tu mejor amigo –me recriminé-

Salí al patio trasero, vi la piscina y sin pensarlo me lancé a ella y me dispuse a flotar como una hoja, sin pensar en nada. Así pasaron horas, sin hacer nada, flotando, el día nublado se había ido y ahora había sol, mucho sol, pero me sentía bien, no quería pensar.

Al final de la tarde Marco  se fue a su casa, estaba mejor con su problema pero ahora había algo más que lo preocupaba, nos preocupaba en realidad, nos despedimos con un abrazo y cierta tensión.

Había sido tan aburrido el resto de la tarde, que había hecho todas mis tareas, y ahora me encontraba en la sala leyendo un libro que hace tiempo había comenzado  pero había detenido su lectura, porque ahora mi vida tenía cosas “más interesantes”.

Estaba enfrascado leyendo “El round del olvido”, de un escritor venezolano llamado Eduardo Liendo, la lectura estaba muy entretenida, eran aproximadamente las 7:00 p.m. y estaba sumergido en las hojas amarillentas del libro cuando suena el timbre de la casa, una vez, dos veces, tres, cuatro, y nadie iba a abrir la puerta. Me levanté del diván de lo más estresado, maldiciendo la inoportuna visita. Al abrir la puerta quedé sorprendido, gratamente, pero esa sorpresa agradable se convirtió en una culpa tremenda, un millón de pensamientos culposos inundó mi cabeza recordando la escena que tuve con Marcos, mientras Miguel con una sonrisa y ojos de cachorro me tendía una Rosa de un color que me resultó muy extraño, era pálida pero era verde, muy linda

  • Feliz Mes-Aniversario Amor –me decía aún ofreciéndome la rosa, yo la agarré sin decir nada- Es verde porque tengo la esperanza de que disculpes mi actitud esta mañana.

Lo abracé muy fuerte sin decir nada, el gusano de la culpa estaba carcomiéndome el cerebro, una fina capa de lágrimas noté en mis ojos, parpadeé varias veces y desapareció, respiré y separé nuestro abrazo, esbocé una amplia sonrisa para ocultar todo el remordimiento que sentía

  • Claro que te disculpo amor, no puedo estar molesto contigo –lo besé, lo mas apasionadamente posible.

Y es que me sentía fatal, era la segunda vez que le era infiel a Migue, la primera, con Pedro, no me reportaba tanta culpa como la de hoy, con Marco.

  • Ya que no pudimos salir a cenar, te traje la cena –dijo mostrándome una canasta puesta en el piso a un lado de sus pies- Vamos al patio

Me tomó la mano y emprendimos la marcha hacia allá. El patio era grande,  a mamá siempre le ha gustado ocuparse del jardín, sembrando plantas, y árboles, tenía unas cuantas fuentes pequeñas para que las aves se bañaran en ella, junto a la piscina, además de los divanes, habían un juego de muebles de hierro blanco, bajo una estructura metálica que asemejaba un toldo, pero en vez de lona, estaba cubierto de una planta de enredadera, dirigí a Migue para que cenáramos allí, pero me detuvo

  • No, quiero que comamos allí –me dijo señalando un Sauce Llorón que estaba un poco alejado.

Ese sauce era especial para nuestra familia, sobre todo para mi mama, había sido un regalo de mi papa en uno de sus aniversarios, lo mandó a traer de no se que lugar y mi mamá lo cuidaba mucho, ella lo llamaba su tercer hijo. Se encontraba en un rincón “especial” del patio, rodeado de plantas florales. Nos dirigimos al lugar y al llegar hice ademán de sentarme en el césped, el me detuvo. Rebuscó en la canasta y sacó una tela de cuadros rojo con blanco, de esas que usan para los picnics y es como un cliché obligatorio. Lo tendió en el piso.

  • Es un poco tarde para un picnic, ¿no crees? –dije sonriendo y sentándome-

  • Lo sé –dijo riendo también, pero no importa, eso lo hace más especial, verdad? –dijo con una sonrisa y emocionado

Aunque era de noche no estaba oscuro, el patio estaba iluminado con focos estratégicamente colocados de manera que resaltaban los tres árboles que habían (entre ellos el sauce), las pequeñas fuentes y algunas que otras flores, las piscina estaba especialmente iluminada, se veía muy lindo el patio de la casa de noche, y la luna casi completa, le daba un toque aún más especial.

Migue comenzó a sacar las cosas que traía en la canasta. Todo lo traía en recipientes de plástico debidamente tapados, por lo que no veía su contenido, eran dos, sacó una bolsa de papel en la que se podía ver dos panes baguette, sacó dos copas y una botella de vinotinto.

  • SI mi papá nos ve tomando vino, nos mata –le dije divertido tomando la botella en mis manos

  • No te preocupes por eso Santi, nos lo merecemos –decía el aún acomodando las cosas

Observé la botella en mis manos, en la etiqueta pude ver que era un Carménere del 2006, Carmín de Peumo.

  • La saqué del bar de mi papá –decía en tono travieso-

Observé los avances de Migue y ya había vaciado todo el contenido de los recipientes, en bandejas metálicas, me sorprendió, y no pude evitar sonreír, había un plato con queso, picados en trozos, en una bandeja pequeña el pan picado en rebanadas, y en otra frutas: uvas, normales y verdes, peras y manzanas picadas y varios gajos de mandarinas.

No me lo merezco –repetía en mi interior, mientras Miguel luchaba con sacar el corcho de la botella con el saca corcho de  su navaja Victorinox de Swiss-army. Luego de tanta lucha, por fin pudo sacar el corcho, con un jalón tan fuerte que casi se le cae la botella, nos partimos de risa luego de recuperarnos del susto. Sirvió las copas

  • Por nuestro primer mes, de muchos otros, espero –dijo él y chocamos las copas- ¡¡Se me olvidaba!! - Exclamó, rebuscó de nuevo en la canasta y sacó su iPod y la base con las cornetas y le dio play. Comenzó la música y yo creí que mi alma salió y volvió a entrar.

  • Baladas Para piano de Frederick Chopin –dijo

  • Lo sé –a penas pude articular.

Bebíamos el vino de nuestras copas acompañado con el pan y el queso, mientras el ambiente era completado por la Balada Nro. 23 en Sol mayor de Chopin ( http://www.youtube.com/watch?v=ZN7nZyicgxA ) Migue se había lucido con este detallazo, y a todas estas, yo no lo merecía, no me merecía nada después de lo que paso con Marco, decidí callar mis pensamientos y dedicarme a Migue, después de todo el sí lo merecía, y no arruinaría este momento.

  • Y cuéntame Santi, ¿Qué fue lo que le pasó a Marco? –preguntó Migue

Al parecer tenía que recordar a Marco, suspiré.

  • Su papa lo ha conseguido teniendo sexo con Esteban, es decir, con el rostro de Marco lleno de semen de Esteban.

Migue abrió los ojos como plato, estaba sorprendido.

  • Verga, no pensé que fuese tan grave, ¿que hizo el papá?

  • Lo jodió, y feo, con palabras denigrantes y demás, que era una vergüenza para la familia y todo eso. Esteban lo dejó, para rematar.

Ese desgraciado –dijo Migue, apretando los dientes- Mañana hablo con el.

Continuamos conversando, de eso, de todo, de nosotros. Y yo seguía erizándome frecuentemente con las notas hermosas notas de piano. Migue sirvió la cuarta copa, y yo me sentía mareado, aún así no dije nada.

  • Tengo algo para ti –me dijo buscando en su canasta, que parecía no tener fondo, pues era pequeña y Migue no paraba de sacar cosas de allí, haciéndome sentir peor de remordimiento por haberle sido infiel hace sólo unas pocas horas.

Sacó un estuche negro aterciopelado y un poco alargado y me lo dio.

Ábrelo –me dijo

Al abrirlo pude ver que era una pulsera de plata y en el fondo del estuche decía Cartier, la pulsera asemejaba una cadena, con eslabones entrelazados. Me la colocó y le dije gracias con un beso en los labios.

  • Yo también tengo algo para ti, espérame un momento, ya vuelvo –salí esmachetado para mi cuarto a buscar su regalo.

En un santiamén estuve de regreso, me senté en mi lugar y le extendí un estuche cuadrado, también aterciopelado pero azul marino. Lo abrió y allí vio su cadena, una cadena que me había ayudado a escoger mi mamá, con un dije que tenía grabado una silueta de un ángel en una de sus caras y en la otra tenía grabado “Mí Ángel” . Miguel sonrió abiertamente y me extendió la cadena ya fuera de su estuche para que se la colocara, me dio la espalda y se la coloqué. Un Miguel sonriente y emocionado me dio un “gracias” en casi un susurro. Se abalanzó sobre mí y me besó. Un beso profundo, tierno y erótico, que era acompañado por la “Gran Polonesa” para piano y orquesta de Frederick Chopin ( http://www.youtube.com/watch?v=7nFwsNExSaM&feature=endscreen&NR=1 )

Ese beso me tenía el alma casi fuera de mí, como sólo Migue podía hacerlo, introducía su lengua en mi boca, y estas interpretaban la más dulce y enigmática danza, acompañada por las notas de Chopin. Con una mano Migue acariciaba mis mejillas, y con las otras mi cabello, mientras las mías estaban quietas en los muslos de Migue.

El beso subía de intensidad, y sus manos se trasladaron a mi espalda, mientras yo con mis dos manos en su cabeza jugaba con su cabello, sin gel, como desde hace un mes lo llevaba.

Separó nuestras bocas y se posó en mi oreja, yo solo gemía mientras el la lamía, la chupaba y en ocasiones mordía, mientras de mi boca surgían suspiros y en mi piel mis vellos se erizaban. Había bajado por mi cuello, lamiendo y besando, y procedía a quitarme la camisa, en ese momento mi conciencia vino a mí y recordé que seguíamos en el patio de la casa.

  • Aquí no Migue –lo detuve- vamos a mi habitación-

Nos dirigimos casi corriendo hacia la casa.

  • Espera –paró y emprendió su marcha de regreso hacia donde estaban las cosas, a un lado del Sauce

Al darme la espalda para regresar no pude dejar de observar el culo de Migue, y no pude evitar morderme el labio al imaginar lo que haríamos en solo momentos.

  • Para ambientar la habitación –me dijo sonriendo mostrando el iPod y la base de las cornetas.

Llegamos a la habitación, colocó el iPod en la mesa de noche y se recostó en mi cama, mientras yo encendía dos velones cuadrados aromáticos con esencia de mandarina que tenía en mi buró. Apagué la luz y la atmósfera era impresionante, la luz tenue de las velas junto con las maravillosas notas del piano arrullándonos.

Me acosté en la cama sobre él para continuar lo que habíamos comenzado en el patio. Ahora sí fuimos libres de desprendernos de nuestras ropas, el me quitó la franela blanca que traía, y yo le quité su camisa, botón por botón, besando cada pedazo de piel que se asomaba mientras removía los botones, la piel de mi pecho sintió la calidez del suyo, todo era lento, sin prisas, no era sexo, era hacer el amor.

Desabroché el botón de mis bermudas y el metió sus pies en ellas a la altura de mis caderas, las empujó hasta llegar a mis tobillos, terminé de retirarlas. Fui bajando por su torso desnudo, recorriéndolo con suaves y cortos besos, acompañados de unos que otros lametones y mordiscos.

Ya frente a su bragueta, solté el botón de su pantalón y bajé su cierre, fui quitando lentamente su pantalón con todo y bóxer, y frente a mí se develaba ese pene que tanto conocía. Una vez sus pantalones estaban fuera, me prendí a ese miembro palpitante, lo chupaba, besaba y lamía con parsimonía, mientras en el iPod de Migue se escuchaba a Chopin con “Tristesse” ( http://www.youtube.com/watch?v=ikBD3DcSGFM ). El ritmo de la mamada era lento, dedicado, quería llenar a Miguel con el más intenso placer, en gratificación a la noche mágica que me había regalado, y por otro lado quería pedirle un perdón silente por lo sucedido con Marco, en esta misma cama, hace solo unas horas.

Continuaba con mi mamada, recorría el tronco con mi lengua, metía cada uno de sus testículos en mi boca, arremolinaba mi lengua contra su escroto depilado, subía a su glande para lamerlo como si de una paleta se tratase, con lentitud, con calma, con amor, como queriendo asemejar las notas del piano con mis caricias. Miguel estaba trasportado, gemía quedamente. Se incorporó, poniéndole fin a esa exquisita mamada. Me recostó sobre la cama ahora yo tomando su posición. Se fue a mi miembro, lamía y chupaba con la misma dedicación que yo había tenido hace momentos, o quizás más, pasaba de mis testículos a mi ano, lamiendo mi orificio, y yo viendo toda clase de colores, con las notas del piano incrustándose en mi cerebro. Estuvo así por un rato, lamiendo mi ano, chupándolo, mordiendo de vez en cuando mis nalgas, ya no lo soportaba más, necesitaba a Miguel dentro de mí, con urgencia. Abrí mis ojos y Miguel me observaba desde abajo, pudo leer mi mirada, pudo leer mi necesidad y procedió a satisfacerla, se arrodilló en el colchón, con mis piernas en su cintura, dirigió su pene a la entrada de mi ano, y al ritmo de las notas del piano de Chopin en su obra “Nocturno” ( http://www.youtube.com/watch?v=GZbuA7r17uk&feature=relmfu ), comenzó su penetración.

Una penetración lenta, deleitándonos en el placer que me proporcionaba su pene y en el placer que le proporcionaba mi ano, su ritmo era lento, profundo, cada estocada invadía mis entrañas, hasta lo más profundo de mí ser, para luego retirarlo casi por completo y volver a repetir la operación. Estaba sobre mi, yo con mis piernas enrolladas en su cintura, mientras el me besaba profundamente, no había afán, nuestro único objetivo era disfrutar al máximo, el tiempo, nos sobraba.

Sentía como las notas de “Nocturno” Llenaban la habitación, mientras una suave brisa nocturna entraba por la gran ventana abierta, haciendo temblar las llamas de las velas, haciendo temblar también la tenue luz.

Recorría con mis manos la espalda de Migue hasta llegar a su culo, acariciaba sus nalgas, las apretaba al tiempo que besaba mi cuello y su pene entraba y salía de mi con la misma pasividad que un principio, estábamos disfrutando al máximo. El orgasmo de Migue se avecinaba, lo sabía porque su penetración era más profunda, igual de lenta pero profunda. Igual pasaba conmigo, sentía los signos inminentes de mi orgasmo. No fue sino hasta que Migue clavó su espada en lo más profundo de mi ser, cuando comencé a vaciarme sobre mi vientre, y Migue hacía los propio en mi interior.

Tanto placer, tanta felicidad y al final yo no era merecedor de nada de eso

  • No te merezco –dije en mi mente- No te merezco.