Soy Santiago y esta es mi historia IX

Miguel

NOTA: Se me cae la cara de la vergüenza por tanto tiempo sin publicar, disculpenme de verdad no fue mi intencion. Pero si sirve de algo, les cuento que clasifiqué en lo del concurso (^.^)/ y ahorita ando un poquito complicado con los preparativos, reuniones y todo lo demás, estoy a punto de enloquecer, pero bueh. Este capítulo lo he escrito de pedacito en pedacito, y ya por fin puedo publicar. Espero aún me recuerden T_T

Este capítulo es un poco diferente, yo se que el relato se llama "Soy Santiago y esta es mi historia" pero hoy nos saltaremos un poco las reglas y tendremos un narrador diferente, me parece que lo haría un poco interesante, y veríamos otro punto de vista de la situación.

En fin, ustedes son los grandes jueces, solo les pido que no sean tan duros u_u jejeje. Otra vez me disculpo por la tardanza y esperooo poder publicar pronto el siguiente, y si no puedo, tengo la certeza de que esperarán por mi, ¿VERDAD QUE SI? ok u.u jeje que lo disfruten!

PD: Por cierto, algunos me han escrito al correo y al messenger y no les he podido responder, a ellos UN SALUDO, UN ABRAZO Y UN BESOTE :3

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El sonido estridente del despertador sonó, me desperté con la respiración acelerada y sudando un poco.

  • Maldita sea, fue solo un sueño –me lamentaba yo al ver que en mi cama no estaba Migue.

Me toqué debajo del pantalón y estaba mojado, había sido un sueño húmedo, muy intenso.

Demasiado fácil y perfecto para ser verdad.

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Soy Miguel y hoy les contaré la historia de Santiago desde mi punto de vista.

Creo que ya tienen suficientes referencias de mí y mas o menos saben como soy, común y corriente, nada del otro mundo.

En fin, estos últimos días habían sido fatales, ver a Santiago con su hermano en esa cama me destrozó, sobre todo porque él mismo me había dicho que en una oportunidad se sintió atraído por su hermano, y por lo visto todavía le atraía, hasta el punto de acostarse con el.

Me sentí como un idiota, decepcionado, engañado, y muy dolido con Santi, pero sin embargo lo amaba, lo amaba profundamente, y eso me hacía perdonarlo, pero no le pondría las cosas tan fáciles, lo haría “sufrir” un poco para que en verdad determine si me ama tanto como yo lo amo a él y esta situación no se repita.

El ruido de mi despertador sonó, eran las 6:00 a.m, sin embargo yo llevaba despierto hace un rato, me revolvía entre mis sábanas, me sentía feliz, y es que el hecho de que Santi me escribiera anoche me indicaba que me extrañaba, no había podido dormir bien pensando en que otras cosas hará para que Santi sufriera un poco mi lejanía. Y todo no pudo ser más perfecto, me había visto saliendo de la heladería con mi primo Daniel y pensó que era su “reemplazo”. No pude evitar alegrarme, definitivamente usaría a mi primo para darle celos.

Mi primo Daniel era de la misma edad de Santi, de la misma estatura y todo, y muy guapo a decir verdad, pero no despertaba en mi ningún sentimiento ni deseo, yo solo tenía ojos para mi angelito Santi, se que suena ridículo, si, y hasta un poco masoquista, pero es que estaba enamorado profundamente, lo adoro, ni siquiera tengo palabras para describir lo que siento por el. Su traición hirió mi orgullo, es cierto, pero el amor que siento hacia el seguía intacto.

Extrañaba absolutamente todo de el, su cercanía, su cuerpo, su piel tan suave, con pequeños vellos dorados, y su olor tan peculiar, era como a fresas, vainilla, no sé exactamente, pero provocaba lamerlo por toda la eternidad. Su cabello sedoso, que tanto me gustaba acariciar y oler. Pero sobre todo era su personalidad, era como un niño travieso,  pícaro y angelical a la vez.

Tuve que desechar mis recuerdos, pues estaba comenzando a tener una erección, y si me hacía una paja llegaría tarde a clases.

Me levanté de la cama con energías, esos mensajes de mi “cosito” me habían puesto de muy buen humor. Entre al baño y me asee, tarareando cuanta canción se cruzara por la mente. Me vestí y bajé a desayunar.

Mi primo Daniel estaba en la mesita de la cocina desayunando cereal, me recordaba mucho a Santi. Iba a estar en la casa por 2 semanas mientras sus pasas regresaban de viaje, el vivía en otra ciudad, también era hijo único, y no entiendo como haría con todos esos días de clases que perdería.

  • Buenos días Dani, que tal dormiste? –le pregunté a mi primo mientras yo servía mi cereal.

  • Bien primo, como un tronco –sonrió- que vamos a hacer hoy? naguará , que tortura tener que esperar a que salgas de clase, cuando llegues habré muerto de aburrimiento.

  • Que exagerado –dije sonriendo- no se, ya veremos que se me ocurre.

Comimos el desayuno mirando el noticiero, noticias de crímenes, de políticas y otras cosas a las que realmente no le prestaba atención.

Dani me miraba de reojo de vez en cuando, eso me incomodaba, no me gusta que me observen, me pongo nervioso. Cuando el notaba que yo lo veía, desviaba la mirada al televisor. Apuré mi desayuno porque me incomodaba un poco, por eso, y por que también llegaría tarde.

Sentí que mi celular vibró en mi bolsillo, era un mensaje de texto, de Santiago, mi corazón se aceleró y no pude evitar sonreír

­- “Buen día amor de mi vida, que todo te salga bien hoy y sea un día muy productivo. Te quiero”

Estaba emocionado, era increíble el efecto que tenía Santiago sobre mí. Quería saltar, bailar y todo lo demás, pero me contuve.

  • Uy, y esa cara de felicidad, te escribió la novia? –preguntó Daniel sacándome de mi ensimismamiento.

Si bien es cierto que mi papá y Nora saben que soy gay, son pocas las personas de mi familia que también lo saben, y mi primo creo que no lo sabía, me lo confirmaba con ese comentario, no recuerdo habérselo contado alguna vez, mi primo y yo no fuimos nunca tan cercanos ni había la suficiente confianza. Además nuestra familia no era unida, y vivíamos todos dispersos, no compartíamos mucho, así que no creo que ellos sepan lo mío, y en resumidas cuentas no me importa.

  • Ehm –sonreí- no vale , yo no tengo novia. Mira ya me voy, llegaré tarde, no vemos ahora.

En la escuela todo estaba tranquilo. Llegué a toda prisa, casi corriendo por los pasillos, me conseguí a Bruno, uno de mis amigos

  • Por que corres Migue, hoy no tenemos clases primera hora, no t acuerdas? –dijo Bruno conteniendo la risa-

- Coño e’ la madre , es cierto –siempre olvidaba ese detalle, sin embargo esa hora libre la usaba con mis amigos para echar broma un rato.

Fuimos al segundo patio, siempre nos sentábamos en el césped debajo de un árbol a hablar durante esa hora. Últimamente no me reunía mucho con mis amigos, pues le dedicaba gran pate de mi tiempo a Santiago.

Los muchachos no perdían oportunidad para molestarme, ellos sabían lo mío con Santi, de hecho uno de ellos era novio del mejor amigo de Santiago, Esteban, a partir de allí fuimos más cercanos.

Mi grupo de amigos no era grande, eran 3 solamente, conmigo éramos 4. Ellos eran mis únicos amigos así cercanos, yo soy de tener pocos amigos, y ellos se ganaron mi confianza. Esteban y yo éramos gays, Bruno era bisexual y Roberto era hétero, pero un hétero muy moderno, nunca nos llegó a recriminar algo ni nada.

Ellos decían que Santiago me había envenenado con algo y por eso ahora actuaba diferente. Era cierto, mi cambio de actitud fue radical. Al principio era el típico popular y que se la da de “bravo” pero eso solo era una fachada, quería encajar en ese nuevo colegio, y así lo hice. Con mi grupo de amigos nunca tuve que fingir nada, siempre compaginamos, y ahora que tengo a Santi, bueno tenía, mi cambio se materializó aún más. Y es un alivio, tener que estar fingiendo algo que no eres, cansa mucho.

  • Migue, acompáñame al cafetín un momento –dijo Esteban de repente-

Me extrañó un poco pues eso ponía fin a la amena conversación que estábamos teniendo todos. Pero me imaginé acerca de que se trataba, seguro que Marco le dijo a Esteban que hablara conmigo para que volviera con Santi, y estoy más que seguro que Santiago estaba detrás de todo eso. Esteban pidió dos té helados con  limón y comenzó a hablar.

  • Mira Migue, lo que pasa es que Marco me dijo que hablara contigo para que vuelvan tu y Santiago –dijo mi amigo.

No pude aguantar una pequeña sonrisa, lo sabía, sabía de qué se trataba.

  • Tu mas que nadie sabes que no me gusta eso de estar metiéndome en las relaciones ajenas Migue, pero lo hago porque Marco me lo pidió, solo por eso. Y no te voy a tratar de convencer de que vuelvas con el porque esa es tu decisión –concluyó Esteban-

  • Sospechaba que se trataba de eso –le dije riendo- Mira, que te parece si me ayudas con un plan que tengo, que dices.

Esteban rió y asintió en señal de aprobación.

  • Mira, tu sabes que mi primo Daniel está en mi casa estas 2 semanas verdad –Esteban asintió- Pues resulta que Santi nos vió saliendo se una heladería y pensó que el es un chamo con el que estoy saliendo.

  • Y como sabes que Santi piensa eso? –Pregunto Esteban interesado-

  • Bueno, porque ayer me escribió un mensaje de texto y me dijo.

  • Y tu le respondiste? –continuó Esteban-

  • Si, le respondí con frases cortas, pero lo hice. No te imaginas de que tan buen humor me pusieron esos mensajes –decía yo riendo como un tonto recordando esa breve conversación-

  • Ya veo que estas de buen humor –dijo Esteban riendo- Bueno continúa, que tengo que ver yo?

  • Bueno, tú le vas a decir a Marco que estoy comenzando a salir con Daniel, pero no le vayas a decir que es mi primo. Estoy seguro que le dirá a Santi y éste se preocupará, y bueno “ o corre o se encarama” -dije citando un refrán venezolano mientras reía-

  • Bueno dale, yo te apoyo, es hora de sembrar cizaña – decía Esteban mientras intentaba reír maliciosamente- Mira y si Santi se aleja porque cree que ya no lo quieres?

  • Eso no pasará Esteban, tienes que dejarle claro a Marco que yo todavía quiero a Santi pero estoy muy decepcionado y por eso estoy saliendo con Daniel, para intentar olvidar a Santiago.

  • Ok, ok, dale, hoy mismo hablo con Marco –concluyó mi amigo.

En ese momento sonó el timbre que indicaba cambio de clases, eso significaba que debíamos entrar al laboratorio de química.

Lo que me había dicho Esteban me puso a dudar, era cierto, quizás Santi se aleje, conociéndolo por su orgullo es muy probable, pero si me quiere tanto como yo a él, no pasará nada –trataba de alentarme yo mismo-

  • Miguel, anda al depósito y dile al encargado que te de esto –decía el profe de química extendiéndome un papelito, dándole fin a mis pensamientos-

Salí por el pasillo, atravesando las puertas cerradas de los salones, con los alumnos dentro, quizás fastidiados de ver clases. Al final del pasillo dos siluetas salían de un salón, uno reía a carcajadas y el otro veía una gran mancha verde en su camisa del uniforme.

  • No seas coño e’ madre Marco, no te rías, que por tu culpa me cayó esa vaina encima –era Santi-

Era “MI” Santi, que trataba de sacar esa gran mancha sin mucho éxito. Estaba lindo, como siempre, con su cabello largo, tenía meses que no se lo cortaba, no importa le quedaba muy bien.

Caminaban y se acercaban a mí, con dirección al baño, ninguno de los dos me había visto, Santi frotando su mancha con un pañuelo y Marco ayudándole. El corazón me latía fuerte, quería abrazarlo y besarlo allí mismo, pero no, debía controlarme, todavía tenía que ejecutar mi plan.

Ya teniéndolos en frente, Marco subió la mirada y me vio, inmediatamente le dio un leve codazo a Santi para que me viera. Santi primero vio a Marco y luego me dirigió la mirada a mí, se veía tan tierno con un pañuelo en su camisa y con su cara de despistado observándome fijamente. Nunca despegué mi mirada de sus ojos grises, Santi formó una sonrisa en su rostro, hizo amago de decir algo pero yo apreté el paso y corté el contacto visual situando mi mirada al frente. Antes de bajar por la escalera volteé y lo observé, su expresión era de resignación observándome con un deje de preocupación en las cejas y en sus ojos, seguí bajando y salió de mi campo visual.

Me sentía satisfecho, la fría indiferencia era muy efectiva, pero no me gustaba ver a Santi así, adoro a ese carajito como no he amado a nadie, pero si quiero estar con el, necesito estar seguro de que sus sentimientos hacía mi sean igual de fuertes.

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Las clases habían transcurrido normalmente ese día, iba camino a casa, muerto de hambre, es lo que siempre sucede cuando desayuno muy ligero. Por mi cabeza no rondaba nada más que como llevar a cabo el famoso “plan” con Santiago, necesitaba que me viera con Daniel en una situación que se preste para pensar en que tenemos algo mi primo y yo, pero no tan fuerte como para que Dani se de cuenta.

Podría forzar un encuentro en el centro comercial, le diría a Esteban que llevase a Marco y a Santi al cine y que allí nos viera, pero es que no me terminaba de convencer, y tampoco se me ocurría nada mejor, definitivamente le pediría ayuda a Esteban.

Pero, ¿y si le digo a Marco que me ayude y sea mi cómplice? O sea, le contaría el por qué de todo eso, obviamente, y le haría prometer que no le contaría nada a Santi, además el lo conoce muy bien, podría ayudarme a planear todo.

Definitivamente haría eso, pero luego de comer. Al entrar en la cocina vi que Nora le servía la comida a Dani.

  • Que bueno que llegaste mijo , siéntate que se enfría la comida –decía Nora en su tono de Abuela regañona-

Como siempre una vez servida la comida Nora se retiraba del comedor.

  • No ique morirías del aburrimiento? –pregunté a Dani en tono burlón.

  • Menos mal llegó Nora y me revivió a tiempo –dijo poniendo los ojos en blanco- de pana Migue que ladilla ,  mitad del día solo aquí.

  • Pero es falta de confianza primo, puedes salir al centro comercial, al club, al parque de la represa, a todos lados.

  • Yo solo, que divertido –decía con ironía evidente- En fin, no me queda de otra.

Seguimos con el almuerzo sin hablar, me dedicaba a mi plato preferido de todos los tiempos, un plato típico venezolano, el pabellón criollo, me encantaba y con el hambre que traía aún más, caraotas negras, arroz blanco, carne mechada y plátanos fritos en tajadas: la combinación perfecta.

  • Mira primo, y las novias que tal?

Daniel había hecho la pregunta que yo más odiaba en la vida, me parecía tan innecesaria, y al parecer era la pregunta favorita de tíos, primos y demás familiares.

  • En realidad no tengo –dije con una mueca de fastidio-

  • Y eso primo?

  • En realidad no hay ninguna razón –siempre decía la misma respuesta, para cortar la conversación.

  • Yo tampoco tengo novia.

No respondí nada, el primo al parecer quería hablar, pero yo quería terminar de comer, y así lo hice. Me levanté de la  mesa rápidamente, y subí a mi cuarto, dejando a mi primo aun comiendo.

Busqué mi celular y llamé a Marco.

  • ¿Aló?

  • Hola Marco, como estas? Es Miguel.

  • Miguel? Ehm, bien y tu?

  • Chévere. Mira quiero hablar contigo sobre algo, “semi” importante.

  • “Semi”? como así?

  • Bueno, semi porque para mi es importante pero no es algo de vida o muerte.

  • Ah, ya. Santiago.

  • Si, eso mismo. Dime cuando y dónde nos podemos ver.

  • Bueno Mira, yo ahorita no quiero estar en mi casa, así que si quieres nos vemos en el parque ese que está en la esquina cerca de mi casa. Sabes cual?

  • Si dale, nos vemos allá.

  • Dale pues.

Le diría a Marco lo que tenía pensado y con suerte el accedería a ayudarme. Me metí al baño a ducharme, para luego cambiarme e irme. Despojé de mi cuerpo la ropa del uniforme y me metí al chorro de agua tibia. Me encantaba el agua a esa temperatura, siempre me había relajado, y luego de los entrenamientos de waterpolo me venía muy bien para ayudar a destensar mis músculos.

Recordé que ya no practicaba waterpolo en el colegio. Por una parte estaban las clases, que cada vez eran más fuertes,  y por otro lado estaba mi Santi, todo mi tiempo libre se lo dedicaba a él, recuerdo la discusión que tuvimos cuando dije que abandonaría el equipo.

  • Amor sabes que decidí no estar más en el equipo de wáter.

  • Y más o menos por qué esa decisión? –dijo Santi con la ceja levantada-

  • Bueno amorcito –le dice rodeándolo con mis brazos desde su espalda- es que ya no me queda tiempo, y prefiero estar contigo.

  • No Miguel –dijo malhumorado deshaciendo el abrazo- bajo ninguna circunstancia permitiré que dejes el equipo por mí.

“Bajo ninguna circunstancia permitiré”… Santiago me sorprendía, mucho, no me había acostumbrado a sus arranques de hablar “elegante” como le decía yo, siempre lo hacía cuando estaba molesto.

La razón por la que decidí dejar el equipo, no fue por Santi del todo. Cuando papá comenzó a trabajar en Caracas y yo vivía prácticamente solo, decidí entrar al equipo, Esteban me animó, era una especie de escape, para no sentirme tan sólo en esta vida y ocupar mi tiempo y mi mente. Desde que murió mamá todo ha sido muy difícil, papá y yo no nos la llevamos precisamente bien, mamá era el pegamento que unía nuestra familia. En fin, lo de entrar al equipo resultó, por dos años ocupó mis tiempos libres, y ahora que tenía a Santi no lo necesité mas.

El agua tibia de la ducha caía suavemente sobre todo mi cuerpo, esparcía el jabón en gel sin mucha prisa, dejándome llevar por los recuerdos. Mi piel estuvo más sensible de un momento a otro, y es que recordé como hice contentar a Santi esa tarde: con sexo.

Mientras por su boca salían un montón de razones por las cuales no dejar el equipo, mi mente solo observaba esa boca rosada moviéndose sin parar, no lo escuchaba, solo veía sus labios perfectamente delineados, labios no muy gruesos pero con una forma prefecta y un color apetecible, enmarcada en la piel de porcelana de mi ángel. Sin pensarlo dos veces me lancé a besar esos labios, dulces como una fruta tropical, él luego de sobreponerse a la sorpresa me correspondió. Me había dicho en una oportunidad que mis besos causaban un efecto muy grande en él. Craso error, el tonto me había confesado su criptonita, y yo la usaba cuando estaba enfadado, nunca fallaba.

Sus brazos se enrollaron en mi cuello, y mis dos manos posaban una en cada costado, adivinando su piel por sobre su camisa. Fui desprendiendo esa tela que cubría su torso, necesitaba sentir piel con piel, sentir su calor, su tersura.

En un santiamén ya estábamos los dos sobre mi cama, sin ninguna prenda que entorpeciera el andar presuroso de nuestras manos sobre nuestras pieles. Me encantaba oler su piel, olía a fresas, mezclado con su sutil perfume. Sentir su piel en la punta de mi nariz era muy placentero, para mí, y para el también. Mi lengua se posó sobre uno de sus pezones, recorriéndolo lentamente, dándole mordiscos a penas perceptibles, primero uno, luego el otro. Bajé por su estómago plano, no había ni un solo músculo marcado, nunca le ha gustado hacer ejercicios, sin embargo la gordura huía de él. Su ombligo, mi juguete predilecto, a diferencia de mí, Santi no tiene muchas cosquillas, así que podía escarbar en ese agujerito con mi lengua hasta la saciedad, mientras el se retorcía y gemía.

Su pene perfecto y blanco reclamaba mi atención, sin dudarlo lo metí a mi boca. Él había sido el primero que le practicaba sexo oral, y me fascinaba, me esmeraba en transmitirle el mayor placer posible. Mi boca succionaba su glande, con tanto ímpetu que hacía ruido, mi concentración era tal que no escuchaba los gemidos que emanaban de la garganta de mi novio. Mi novio, me sentía tan bien en pensar en Santi como eso, al principio me sentía raro, pero me encantaba saber que Santi y yo éramos eso una pareja. Una pareja que por los momentos no está junta, pero que pronto lo estará, porque yo ya perdoné a Santi en mi corazón, porque lo adoro, pero como dije antes, no se la pondré fácil, porque si hay algo que tengo es orgullo y dignidad.

Mi boca hambrienta transitó el camino desde su pene hasta su ano. Ese anillito de carne rosadito que ya conocía y me encantaba. Los primeros lengüetazos no se hicieron esperar, y las acostumbradas exhalaciones de mi cachorro se hicieron presentes. Chupando como si el destino de la humanidad dependiera de ello, tratando de que mi amante disfrutara al máximo.

A todas estas, ya me estaba pajeando bajo el agua tibia de la ducha, no sin antes enjuagarme bien el jabón, pues suele irritar mis partes nobles al pasar mucho tiempo en contacto. Recordando el arrugado ano de Santo, recordando el olor de su más profunda intimidad, un olor que siempre era agradable, que por más sudado que hubiese estado siempre olía a él, a fresas.

Estar un rato chupando ese delicioso agujero me tenía a millón, necesitaba penetrarle, necesitaba sentir la calidez de su agujero contra mi falo. Poco a poco fui subiendo, ocupando mi posición entre sus piernas abiertas en señal de invitación. No me hice de rogar, clavé mi estaca firme pero cuidadosamente. Ese contacto con el interior de mi amado era maravilloso, su calor, esa estreches que seguía intacta, como la primera vez. Esa fricción tan maravillosa. Me incliné para besarlo.

En la ducha de mi baño mi masturbación se aceleraba, recordando esa sensación tan maravillosa que es estar en el interior de alguien. A mi nunca me han penetrado, con Santi he estado dispuesto a experimentarlo todo, pero no se nos ha presentado la oportunidad. Yo nunca se lo he pedido y el tampoco.

Su respiración en mi oreja, sus brazos en mi  cuello y sus piernas enrolladas en mi cintura. La cama se movía lentamente al ritmo creciente de mis embestidas, no podía esperar un solo minuto más, necesitaba venirme en el interior de mi amado. Me incorporé un poco y sin dejar de embestir comencé a pajearlo, sus gemidos fueron acrecentándose en señal inminente del éxtasis. Aumenté mis embestidas. El fruto del placer fue derramado en su estómago, mientras yo me veía dentro de él, podía sentir claramente su ano contrayéndose contra mi erecto miembro, anexándole un placer adicional, el placer de saber que estábamos conectados.

En mi solitaria masturbación ya había derramado mi semen sombre mi mano, los restos se iban por el drenaje. Mientras  terminaba de recordarnos, tendidos en mi cama, abrazados, flotando como una pluma y el olor de la habitación con olor a sexo.

  • Esto no puede seguir así Migue –decía Santi rompiendo el silencio de la habitación.

  • Que cosa?

  • Esto pues, cada vez que discutimos o algo, lo solucionas con sexo. No es justo, me haces sentir débil.

No pude más que reírme a su reclamo, y besarlo profundamente, con la pasión que me trasmitían sus ojos grises.

  • Si eres tonto Santi.

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Ya estaba sentado en uno de los banquitos del parque en donde me reuniría con Marco. Había llegado unos minutos antes, así que pensaría en algo para mi plan.

Pero es que por más que pensaba no se me ocurría algo realmente bueno, solo se me ocurrió que Santi nos viera a Dani y a mí en una situación ambigua, pero solo eso? Quería algo más pero no se me ocurría. También me frenaba el hecho de no querer que Santi creyera que ya lo había reemplazado completamente, solo quería sembrar en el la semilla de los celos.

Un primer encuentro sería en el centro comercial, otro sería en el piano bar de Albert y otro podía ser paseando por el centro, y Marquito se encargaría de llevar a Santi a todos esos lugares en el momento justo.

  • Hola –Salí de mis pensamientos con un sobresalto, estaba tan concentrado que no me di cuenta de que Marco se había sentado a mi lado.

  • Hola Marco, disculpa es que no te vi llegar.

  • Tranquilo ya me di cuenta –decía Marco acomodándose el gorro tipo pasamontañas que traía puesto- Ahora dime de que se trata, rápido que Santi va a venir a mi casa en un rato.

  • Ok, bueno te explico. Tú sabes todo lo que ha pasado, no? –Pregunté para estar seguro-

  • Ajam

  • Bueno, a pesar de todo, yo adoro a Santiago, y ya lo perdoné, pero como podrás intuir, todavía me queda algo de orgullo y no quiero volver así como así, quiero que “aprenda” una lección y así no se repita.

  • Ajam, pero yo que tengo que ver?

  • Bueno, es que quiero darle celos con Daniel, el es mi primo y esta de visita y lo voy a, digamos, utilizar.

  • Mira Migue, tu sabes como es Santiago; esta bien yo puedo aceptar pero queda bajo tu riesgo que el se quiera alejar o algo por el estilo.

Era cierto, ya lo había pensado mil veces, que posiblemente Santi se alejase, pero iba a arriesgarme.

  • Marco pero tu que eres su amigo, Santi todavía me quiere? –le pregunté con toda la preocupación mostrada en mi ceño fruncido-

Marco me observó como si acabara de decir lo más estúpido de mi vida, puso los ojos en blanco y contestó.

  • No seas tonto Migue, claro que te quiere, te adora.

  • Pero no entiendo, como es que se acostó con su hermano?

  • No se Miguel, no le he preguntado y no pienso hacerlo. Pero ajá, dime que es lo que vamos a hacer por fin.

Ya Marco me había dado luz verde y contaba con su ayuda. Aunque no me ayudaba mucho que digamos, solo se limitaba a oír lo que le decía y complementaba algo con uno que otro comentario, pero ideas en sí no habían de parte de el. En fin, yo me conformaba con saber que me apoyaba por si algo se me escapaba de las manos.

  • Mira Miguel, y ese primo tuyo es hetero seguro? –pregunto Marco interrumpiéndome-

  • Si claro, bueno no se, por que?

  • Bueno que sabes tu si esas salidas que planeas o si mal interpreta tus atenciones o que se yo, uno nunca sabe Migue, y el piense que quieres tener algo con el? ahí se complicaría la cosa.

Era cierto, y no lo había pensado, y además no creo que Daniel sea gay.

  • No importa Marco, luego veo si algo sucede. En fin ya sabes, el sábado llevas a Santi al cine con la excusa de que vamos a ver una película, entramos en la misma sala y todo ustedes se sientan hasta el final y nosotros delante de ustedes y yo me pondré un poco cariñoso para que Santi nos vea, si va?

  • Insisto, deberías poner al tanto a tu primo para evitar malentendidos.

  • Tranquilo Marco que eso no pasará.

A pesar de sentirme seguro de que algo así no pasaría la mariposa de la duda revoloteaba en mi cabeza.

  • No voltees pero Santi va pasando, coño, ya son las 5 –me dijo Marco susurrando-

Como acto reflejo volteé inmediatamente, y venía pasando mi angelito en la acera de enfrente del parque. Caminaba con los auriculares en sus orejas escuchando música, supongo, traía los mismos lentes de sol que el primer día de nuestro encuentro, es increíble, pero cada vez lo veía mas lindo. Iba con una bolsa de compras en una de sus manos y en la otra iba comiendo una barquilla, estaba embobado viendo como le proporcionaba lametones a ese cono de helado.

  • Coño, te dije que no voltearas, no quiero que nos vea porque no quiero darle explicaciones. A ver, que le diré? –decía marco con tono acusador-

  • Cierto, cierto. Ojalá que no se cambie de acera.

Pero efectivamente cruzó la calle y venía diagonalmente a donde nos encontrábamos sentados Marco y yo. Pero Santi estaba tan entretenido que no se había percatado de nuestra presencia. Seguía su camino y aún no nos había mirado directamente. A punto de salir de su campo visual, echó una mirada al parque, pero siguió su vista al frente, al instante volvió su mirada hacia nosotros que lo veíamos fijamente, se detuvo y ladeó la cabeza y se quitó los lentes.

  • Mierda –dijo Marco- Y ahora que le diré?

  • No sé, solo sonríe.

Santi se acercó a nosotros con una sonrisa entre sorprendido y confundido.

  • Hola –dijo Santi con su sonrisota que tanto me desarmada, pero aún su expresión de sorpresa no desaparecía- como estas Migue?

  • Hola, bien gracias –respondí secamente, tenía que ser consecuente con el plan-

  • Que haces aquí Marco, sabías que iba a tu casa –Santi se dirigió a Marco al ver que no le seguía la conversación-

  • Es que venía de comprar algo allí en la tienda de la esquina y me conseguí a Migue y nos pusimos a hablar un rato –decía Marco con un nerviosismo mínimo pero perceptible-

  • Hmm, ya –respondió un Santiago algo incómodo-

Un breve silencio se apoderó de la situación, mientras yo observaba hacia el otro lado del parque evitando la mirada de Santi a toda costa.

  • Ok bueno Migue, nos vamos, Chaito –dijo Marco levantándose de su asiento y extendiéndome la mano-

  • Dale, chao –le dije respondiendo el apretón e inmediatamente bajando la mano, como cerrando la posibilidad de que Santi hiciera lo mismo.

  • Chao Miguel –dijo Santi con una sonrisa medio cabizbajo-

  • Chao

Los amigos emprendieron el camino a casa de Marco, y yo con unas ganas de salir corriendo detrás de Santi y abrazarlo y besarlo tan apasionadamente como sea posible, pero no, debía ser fuerte y enseñarlo a que no debe serme infiel.

Si, todo estaba listo para el primer “encontronazo”. Ya iba en camino a casa, y no podía sacarme a Santi de mi cabeza, es que no se si era impresión mía, pero estaba mas lindo, mas angelical, tierno, sin duda alguna seguía enamorado de el, y bueno necesitaba que volviéramos a estar juntos lo antes posible. Esperaba que todo lo que tenía planeado diera fruto y nuestra relación se haga fuerte, y sobre todo espero que eso no se vuelva a repetir, porque otra traición no toleraría, por más que me doliera si sería definitivo, no habría marcha atrás.

Pero decidí sacar esos pensamientos negativos de mi mente, eso no sucedería otra vez, Santi me ama y yo a él.

Entré a la sala de la casa feliz, decidí buscar a Daniel para decirle que iríamos a ver una película el sábado, seguro le hará bien salir del encierro. Los busqué en la planta baja y no lo conseguí. Seguro estaría en el que provisionalmente era su cuarto. Todo estaba en silencio, mientras subía la escalera.

Toqué su puerta dos veces antes de entrar como siempre lo hacía, sólo que esta vez no abrió, estaba cerrada con seguro.

  • ¡Voy! –gritó mi primo detrás de la puerta.

Mi primo abrió, un poco transpirado, me atrevería a decir que se estaba pajeando.

  • Primo te vengo a decir que el sábado vamos a ver una película, para que no hagas planes –le dije irónicamente-

  • Por fin, se me concedió el milagro, todos los día en este encierro –dijo sentándose en su cama-

Cuando se sentó quedó a mi vista una erección que se dibujaba debajo de la larga y ancha camiseta que llevaba mi primo, no pude evitar no mirar y sonreír un poco al saber que efectivamente se estaba pajeando. Inmediatamente Daniel tomó una almohada y se tapó la zona en cuestión, intentó balbucear una excusa, apenado y sonrojado.

  • No te preocupes primo –dije riendo- estás en tu casa, puedes continuar con tu asunto –dije dándole la espalda y saliendo de su cuarto- Aah y una ultima cosa, el sábado no te retrases por andarte pajeando –acto seguido solté una carcajada-

Mi primo también sonrió nerviosamente.

  • No seas coño e’ madre Miguel, ¡FUERA!