Soy Santiago y esta es mi historia
Actualmente en retrospectiva me doy cuenta lo descabellado que es ver a tu hermano atractivo sexualmente, pero bueno, cosas de la edad quizás.
Soy Santiago y esta es mi historia: algunos sucesos que ocurrieron durante mi adolescencia. Tengo un hermano llamado Albert me lleva cuatro años de diferencia, y para cuando comenzó todo esto el tenía 19 años y recién entraba a la universidad, y la verdad es que mi hermano era precioso, o al menos yo lo veía así. Era muy responsable y maduro, también era muy inteligente y atlético, siempre me ayudaba con los deberes del liceo, y lo quería muchísimo y ese sentimiento siempre estuvo allí, pero a medida que iba creciendo, iba fijándome en cosas en las que nunca me había fijado, me refiero a su atractivo físico, y en realidad mi hermano comenzó a gustarme físicamente y algunas veces me imaginaba en escenas subidas de tono con él, al principio me daba un poco de remordimiento pero más adelante las hormonas me subyugaban y más de una vez me hacía pajas imaginándome a mi hermano. Hace mucho ya me había dado cuenta de que las niñas no me atraían, por otro lado Albert estaba realmente bueno, era alto, delgado y fibrado, tenía el cabello castaño algo largo y bien cuidado y un color de ojos espectaculares: negros, profundos como una noche sin luna, en resumidas cuentas era precioso, o al menos para mí.
Ya estaba claro que mi hermano me atraía mucho y me inspiraba una ternura y una seguridad inigualable. Desde hace mucho tiempo el estaba pendiente de mi, mis padres siempre se ausentaban y éramos mi hermano y yo junto con la ama de llaves hasta que ellos llegaban de trabajar. Pasábamos mucho tiempo solos y Albert tomó el rol de hermano mayor y protector, de allí nació ese vínculo de hermanos tan estrecho. Nuestros padres dirigían una compañía de procesamiento de arroz, una de las más grandes de Venezuela y sin duda la más grande del estado en donde vivíamos y se ocupaban de tal manera que no nos dedicaban mucho tiempo a nosotros, sin embargo cuando compartíamos todos como una familia era muy divertido y pasamos tiempo de calidad como dicen algunos.
Mi hermano y yo estábamos en un equipo de judo, Albert ya estaba en cinturón amarillo, y yo apenas poseía la cinta que indicaba –según el sensei- “ingenuidad y pureza”, o sea el blanco.
Un día en las prácticas, el sensei ordeno a los de mayor rango a ayudar a los inexpertos aprendices a desarrollar capacidades en posiciones defensivas. A mi me tocó mi hermano, no se si por casualidad o el destino, no lo se. La posición que nos indico el instructor se llama “ yoko shiho gatame ”, mi hermano tomó la posición ofensiva y yo la defensiva. El se posicionó de rodillas a un costado de mi cuerpo a la altura de mis costillas, un brazo bajo mi cuello, el otro bajo mi pierna izquierda y juntando finalmente las manos bajo mí espalda quedando sus brazos en forma circular rodeando y apretando mi cuerpo. Una vez en esa posición me dijo:
-¿Listo Santi?
Al alzar mi vista a su cara me encontré con una imagen espectacular que me encantó, no le respondí a su pregunta, solo asentí, la imagen era realmente hermosa, el con una media sonrisa, con sus ojos un poco achinados y un mechón de su cabello castaño caía diagonalmente sobre su frente, esa imagen me dejó sin habla, el borró un poco su sonrisa y me observó por unos instantes, nuestras miradas se cruzaron y sentí como una especie de escalofrío por toda mi espina dorsal, me sentía como flotando inmerso en esa noche que representaban para mi sus ojos, un momento mágico sin duda. Pero como nada es eterno el sensei ordenó que comenzáramos. Mi hermano empezó a ejercer fuerza sobre mí para evitar que yo me levantara. Yo empujaba con mi pierna libre y mi espalda tratando de zafarme. Al poco tiempo lo conseguí, me zafé y quede en el tatami boca abajo, inmediatamente Albert se puso sobre mi enrollando su brazo derecho bajo mi cuello en una posición de estrangulamiento . Todo su cuerpo estaba sobre el mío. Inmediatamente me encantó esa cercanía, y sentí algo duro en mi trasero.
Mis alarmas de adolecente cachondo se encendieron ante lo que podía ser una erección, me sentí excitado casi instantáneamente.
No podía desaprovechar una situación como esta, así que sin pensarlos dos veces comencé a mover mi trasero contra aquél trozo de carne duro disimulado por aquel judogi (uniforme de judo). Estos movimientos estaban pasando desapercibidos por los expectantes debido a que yo trataba de zafarme de nuevo y al mismo tiempo trataba de disfrutar la sensación que me daba restregar mi trasero por la herramienta de mi hermano. ¡Dioos!! Me sentía en la gloria. Pero de nuevo el odioso sensei interponiéndose en mi felicidad:
-¡Suficiente! –Dijo con voz fuerte-.
Inmediatamente nos colocamos en pie y nos pusimos uno frente a otro para hacer la reverencia de costumbre como saludo, Albert no me vio directo a los ojos –supongo que por vergüenza o algo-.
-Hemos terminados por hoy –dijo el entrenador- han estado muy bien chicos -dirigiéndose a nosotros- pueden retirarse.
Me apuré al ir a las afueras del gimnasio con una erección tan fuerte que me dolía, quería llegar rápido a casa para hacerme una paja monumental rememorando aquel acontecimiento con mi hermano. Me detuve y recorrí con la mirada el estacionamiento y allí estaba Henri –el chofer que mi papá nos había puesto porque el no tenía tiempo para irnos a buscar a todos lados- al lado de la camioneta. Corrí hacia allá. Al llegar, Henri me dio las buenas tardes y me abrió una de las puertas traseras, mi hermano venía detrás de mí, lo saludó el chofer y se sentó a mi lado en el asiento trasero de la camioneta. El recorrido a casa dura aproximadamente cuarenta minutos cuando no hay tráfico ya que vivimos en una especie de villa a las afueras de la ciudad en una zona residencial “privilegiada” medio campestre. Albert no mencionó una palabra pero noté que me miraba con el rabillo del ojo. De pronto Henri dijo:
-Muchachos hay algo de trafico creo que tardaremos –dijo-
Me frustré inmediatamente porque quería llegar rápido a la cada a hacerme una paja con urgencia.
Saque mi iPod inmediatamente y me hice el dormido, mi erección no había pasado: ¡Que tortura! –Pensé para mis adentros-
Por fin llegamos a la casa. Henri aparco la camioneta frente la gran puerta de roble de la casa. Yo baje rápidamente, abrí la puerta y subí a toda prisa las escaleras a mi cuarto, una vez allí me quite el pantalón del judogi que todavía me traía y pude apreciar en mi bóxer azul celeste una mancha de liquido pre seminal.
Me dirigí al baño que queda en mi habitación y encendí los chorros de la bañera y sin esperar a que se llenasen me quité el bóxer y me introduje en ella cayendo sobre mí un chorro de agua templada. Suspiré de lo agradable que estaba. Comencé a tocar todo mi torso concienzudamente recordando esa sesión de práctica tan alucinante. Recorrí cada una de mis tetillas acariciándolas y pellízcandolas suavemente con mi mano izquierda. Mientras mi mano libre no estaba de perezosa, acariciaba mis testículos con una suave capa de vellos –era lampiño, y eso no me molestaba- suavemente mientras el agua subía poco a poco de nivel. Cuando la tina estuvo llena, cerré la llave y comencé a acaríciame el pene suavemente, mientras imaginaba a mi hermano besándome el cuello, los labios, lamiendo mis orejas, besándome en la boca intensamente y recorriendo toda la extensión de mi cuerpo con suavidad. Poco a poco iba aumentando el ritmo de mi paja. Subía y bajaba el prepucio que cubría mi glande rosadito de pre-adolescente. Seguía imaginando que mi hermano lamía mis tetillas, las mordisqueaba y las succionaba, una por vez. Luego recorría todo mi abdomen con su legua, la introducía en mi ombligo moviéndola circularmente arrancándome suspiros y resoplidos. Su lengua bajaba un poco más hasta llegar a mis ingles y le daba pequeños mordiscos hasta llegar a mi glande ya de un rojo intenso. Imaginaba que se lo metía a la boca y lo succionaba mientras yo le revolvía su cabello algo largo y muy lacio, recorría con su lengua el tronco de mi verga con unos escasos 12 o 13 cm. Se metía uno a uno mis testículos para succionarlos. Sencillamente me sentía en el paraíso, tocando el cielo, flotando, etc. etc. etc. Mientras iba llevando mi paja a un ritmo frenético que casi me hacía daño, con mi mano izquierda acariciaba mi ano y presionaba la punta de mi dedo índice sobre mi esfínter nunca antes penetrado, no me animé a meterme un dedo porque sentía molestia. Sin embargo acariciar ese anillo de carne muy cerradito me excito aún más. Y de pronto sentí que mi ano se contraía en espasmos continuos y mi pene se hinchaba un poco y se hacía un tanto más grueso, hasta que me invadió esa sensación tan increíble del orgasmo. Los espasmos recorrían todo mi cuerpo y las rodillas me temblaban un poco. Fue una de las corridas más abundantes que había tenido. Yacía acostado en la tina aún con la respiración entrecortada recuperando el aliento. Continué aseándome y salí del baño con una toalla enrollada a mi cintura. Fui hasta el closet y saqué unas bermudas blancas de tenis que me iban pequeñas de largura pero perfectas de cintura y me coloqué una guardacamisa (así es como le dicen en Venezuela a las camisa de tirantes de deporte para hombres), finalmente me calcé mis sandalias de esas de goma de andar en casa para salir a comer algo a la cocina, el hambre me tenía viendo en blanco y negro.
Recorrí sin prisa el pasillo de las habitaciones y note que la puerta de mi hermano estaba entreabierta. No aguanté la curiosidad y me asomé a su alcoba. Lo que vi me dejo sin palabras, mi hermano se estaba masturbando a un ritmo asombroso, imagen que podía apreciar sin ser descubierto por el gracias a un gran espejo frente a su cama y que se veía desde la puerta. La imagen hizo que rompiera mi propio record, ya que me empalmé en menos de un segundo, al tocarme el pene por encima del pantalón corto sentí que me dolía –obvio, con la tremenda paja que me había pegado quede algo dolorido- por lo tanto rechace de la idea de hacerme una segunda paja, solo me limite a mirar y a disfrutar de semejante espectáculo. Nunca había visto a Albert pajeándose, y allí estaba el: acostado sobre su cama dándose en el pene durísimo, bajando y subiendo su prepucio. De pronto vi que bajaba una mano y empezaba a manosearse el ano, cosa que me impresionó mucho, y luego se metió el dedo medio, las tres falanges resbalaron a su interior sin mucha dificultad. Quedé con los ojos como un par de huevos fritos. Desde mi posición podía ver todo con la calidad de los asientos VIP. A los pocos segundos se estaba corriendo abundantemente: pude contar hasta siete trallazos de espeso semen, el primero le llegó a su cabello, el segundo y tercero en su pecho desnudo y los demás en su vientre. Se quedó inmóvil en su cama tratando de recuperar el aliento, aún con los ojos cerrados y las mandíbulas apretadas.
Inmediatamente retiré mi cara de la puerta y me dispuse a ir a la cocina rápidamente para que Albert no me cachara violando la privacidad de su masturbación. Bajé rápidamente a la cocina corriendo y con dificultad para respirar de lo exaltado que estaba. Llegué a la cocina y entré violentamente, allí estaba Martha, su presencia me tomó por sorpresa y me agité más por la impresión de encontrarla ahí –que tonto soy –pensé para mi mismo- ya que Martha pasaba en la cocina la mayor parte de su tiempo-
-Que pasó mi niño –me dijo con cara de preocupación- parece que debió haber visto al mismísimo diablo.
(Al diablo no Martha –pensé- a un ángel masturbándose-)
-No pasa nada Martha –le respondí con una sonrisa - tengo hambre- Le dije haciendo un pequeño puchero haciéndome el niño mimado
-¿Qué quiere comer mi niño? –Me dijo con voz de quien le hace cariñitos a un bebé- ¿Te preparo un Sándwich?
-Si por favor –le dije aún más mimado que antes
Salí de la cocina por la mampara de vidrio que comunica la cocina con el patio trasero en donde está la piscina. Me acosté en una de las sillas grandes que hay en la piscina de esas que parecen un diván. Me acosté allí bajo la sombra del toldo a procesar las imágenes que habían captado mis retinas y que mi cerebro no daba crédito.
-¿Será que Albert es gay o algo así? –me pregunté-
El echo de que se masturbara y se estimulara analmente me sorprendió y me llevó a pensar que Albert era gay o por lo menos bisexual, pero no sabía como hacer para confirmar lo uno o lo otro.
Ya me estaba dando la idea de que mi hermano pudiese desearme así como yo lo deseo a él, eso lo tenía que confirmar pero la gran interrogante era ¿Cómo hacerlo? “Que pasaría si me le insinúo y estoy equivocado y no me desea, y si se molesta y me abofetea, o le dice a mis papás o peor aún deja de hablarme y de tratarme”. Todas esas ideas rondaban mi cabeza y me torturaban. También cabía la posibilidad de que si me deseara y me rechazara porque esta mal visto ese tipo de cosas entre hermanos. Todo eso me llevó a llegar a la conclusión de que dejaría que todo fluyera lentamente, pero eso sí, tenía que saber si yo le gustaba a Albert si o no, porque iba a enloquecer. En eso llega Martha y me dejo un sándwich y un vaso de Coca-Cola.
Mientras disfrutaba mi sándwich vi que Albert se acercaba por uno de los laterales de la casa y que daba con la piscina, al verme hizo un impulso como para darse la vuelta –cosa que me sorprendió y me preocupó-. Inmediatamente le saludé con la mano y le hice señas para que se acercara. Albert tenía puesta una bermuda blanca un poco ceñida a la altura de las rodillas, una chemiss rosada con finas rayas blancas y sus tenis grises marca converse que tanto le encantaban. ¡Que lindo! –Pensé- seguro va a salir.
Se acerco a mí e inmediatamente se ocupó el diván a mi lado.
-¿Quieres? –le dije mostrando en una mano el sándwich a medio comer y en la otra el vaso de Coca-Cola-
No, no tengo hambre –me dijo con una mueca rara pero divertida-
¿Vas a salir? –le pregunte-
-Si, voy al centro comercial con Javier a pasear un rato–me respondió viendo hacia la piscina-
¿Javier? –Dije para mis adentros-
Javier era el mejor amigo de Albert desde hace años desde que comenzó el liceo, y la verdad es que Javi también tenía lo suyo, estaba bien lindo en realidad, era un rubio hijo de padres italianos y también con dinero –pero no tanto como nosotros- y aunque estaba un poco gordito la verdad es que si era lindo. Siempre tenia celos de Javier ya que se encerraban en el cuarto de mi hermano y pasaban horas y horas jugueteado, hablando, riendo y haciendo quién que otras clases de cosas –eso me enardecía de celos, pues no sabía exactamente que hacían-. Albert y yo siempre habíamos sido unidos, pero desde hace como un año para acá no jugaba casi conmigo como antes, no me abrazaba con la misma frecuencia y ya no hablamos casi. Yo asumí que como ya estaba creciendo todo habría de cambiar, pero la verdad es que extrañaba su cercanía.
De pronto sonó el cel de Albert, era Javier, indicándole que ya estaba en la entrada principal de la casa y que se apresurara. Albert se paro de un salto del diván, me dijo ¡chao hermanito! -Revolviéndome el cabello- nos vemos más tarde! Lo vi con mi cara bien seria porque iba muy alegre para mi gusto –definitivamente estaba celoso-
Inmediatamente se me vino una idea: “Revisar en la portátil de mi hermano”
Salte de un tirón del diván, pase por la cocina deje el vaso y el plato sobre el mesón (Martha lo lava –pensé-) y subí las escaleras, en un santiamén estaba prendiendo la computadora de mi hermano. Mi sorpresa fue que me pedía la contraseña de usuario.
¡Coño! –Exclamé- ¿cual será? –Pensé un poco- Aaah ya –dije con emoción-
Ingresé la fecha de nacimiento de mi hermano: 15/01/91
“BIENVENIDO” Salió en la pantalla. ¡Si! –Exclamé – Que predecible es mi hermanito.
De inmediato abrí el explorador de internet y ubique en la barra de herramientas la pestaña de “Historial” –cosa que me había enseñado a hacer mi amigo Marco, para que borrara el historial de búsqueda de mi pc y no me pillaran al ver las pestañas de páginas porno que yo abría con frecuencia).
Hice click en la pestaña y se desplegó una lista de nombres de páginas visitadas por mi hermano recientemente, pero hubo una que capturó mi atención decía: “Gay Videos page 1- XVID…”
Mis alarmas se dispararon inmediatamente. Hice click en ese nombre y se abrió una página… No podía dar crédito a lo que veía, era la página de inicio de una página porno, pero de porno gay. ¡Diooos! –Dije algo alegre pero confundido- ¡A Albert le gusta el porno gay! Pulsé el recuadro de uno de los videos que indicaba el visto esa última vez. Y comenzó a correr el. Trataba de un tipo musculoso con una verga impresionante que le daba un beso negro (más tarde me enteré que eso se llamaba así) a un jovencito rubio, el rubio gemía mucho y la compu tenía el volumen bastante alto, y temí que Martha escuchara eso, así que le di pausa, cerré la puerta con el pestillo y le instalé los audífonos a la PC. Al bajar la mirada me encontré con el bóxer usados de mi hermano, enrollado cerca de la cama. Lo tomé, lo extendí y puede ver en el interior de este había una mancha de precum seca, visible gracias a que el bóxer era negro, ese era el bóxer que uso mi hermano hoy en la práctica, lo recordé porque lo vi al cambiarse en el vestuario del gimnasio. Inmediatamente lo lleve a mi nariz y me inundó ese olor particular característico de la sustancia pegajosa que el aparato reproductor excreta como lubricación al estar excitado: ¡Sí, ese día sin duda había excitado a mi hermano! Me sonreí al pensar en mi logro. Sin dudarlo puse mi lengua sobre la mancha y en poco tiempo estaba succionándola. Olfateé la parte donde se posan los testículos, olía a hombre sudado, eso me excito aún más –si eso es posible-. Le volví a dar play al video, y con los grandes audífonos de mi hermano en las orejas y su bóxer en mi nariz vi como transcurría el video. El rubio gemía sonoramente al tiempo que el tipo le comía el agujero.
-¡Fuck me! –Sí, el video estaba en inglés- fuck me please. Cum inside me! I love it, don’t stop, don’t stop! More hard, more hard, right there… Yeeahh
Baje mi bermuda corta de tenis y recordé que no llevaba ropa interior –sonreí de lujuria- y comencé a hacerme una paja lenta tratando de disfrutar al máximo de ese video y del olor del bóxer usado de mi hermano. Subía y bajaba lentamente mi mano por mi tronco llenándolo del precum que brotaba de mi excitado glande, subía y baja mi prepucio lentamente sin apartar la vista de la pantalla de la PC y sin apartar el bóxer de mi nariz.
El rubio del video estaba siendo culeado por aquél tipo musculoso en mi pose porno menos preferida: a cuatro patas como una perra en celo, el rubio gemía como tal, como una perra (me parecía un poco denigrante esa posición pero sin duda se veía perfectamente el pene taladrando ese agujero). Esos gemidos intensificaron mis sensaciones, y del orificio de mi glande emanaba más y más precum. En un cambio de escena, se mostraba al rubio cabalgando al tipo musculoso, cosa que me permitía observar con muchísimo mas detalle como el gran pene salía y entraba de su ano. El rubio movía su cadera arriba y abajo, y en forma circular. Hasta que acabó sobre su vientre gracias a una paja que se hacía: no paraba de gemir. Yo también comencé a sentir esos signos propios del orgasmo, pero la siguiente escena hizo que aumentara mi ritmo en forma frenética, el tipo musculoso se hacía una paja y acababa en la cara de chico rubio. Esa imagen me dio tal morbo que comencé a sentir el orgasmo con sus respectivas contracciones y temblores. ¡Aaahjjj! –Suspire- ¡que gustazo! Una vez recuperado mi aliento me levante de la silla y apague la portátil de mi hermano. Volví a colocar el bóxer en la misma posición e intenté enrollarlo como lo había conseguido, desconecté los audífonos de la PC y salí del cuarto sin dejar rastro.
Esa noche ideé dormir con mi hermano y debía encontrar rápido una excusa, dormir con el me permitiría llevar mi juego a seducir a mi hermano y ver que lograba.
Entré a mi cuarto y noté que había muchísimo calor, fui a buscar el control del aire acondicionado. Presioné en botón de ON pero no funcionó. ¡Perfecto! Mi aire se había descompuesto. La excusa perfecta que además era verdadera… ¡Que alegría! –Pensé para mí- estaba ansioso de que llegara mi hermano, a penas eran la 7 de la noche y el llegaría sobre las 9. Esa noche intentaría algo más.
Actualmente en retrospectiva me doy cuenta lo descabellado que es ver a tu hermano atractivo sexualmente, pero bueno, cosas de la edad quizás.