Soy muy puta y lo tengo loco a mi marido

Mira la foto de mi culo y comprenderás a mi pobre esposo. Y él comprende a sus amigos, pobre.

SOY MUY PUTA Y LO TENGO LOCO A MI MARIDO 01

Por TALLER ERÓTICO.

El problema con mi esposo Eduardo es que todos me cojen. Es por mi soberbio y enorme culo. Cualquier hombre que quiero que me garche, sucumbe cuando me ve el culo. Pobres muchachos. Y eso es desde que era chica, así que también mis tíos, e incluso mi abuelo, sufrieron tremendas erecciones cuando me sentaba en sus faldas. Poco a poco me fui dando cuenta de mi poder y, probando probando, hice correr a más de uno. Está mal que lo cuente, pero mi abuelito fue el primero, y como era el más cercano le culeé el miembro muy seguido. Para el pobre era sólo verme y tener una erección. Así que me divertí bastante a su costa. Cuando cumplí los catorce años, me subí a la falda de uno de mis tíos, y mientras soplaba las velitas y cortaba la torta, le hice tal masaje con mi culazo en la verga que, cuando me levanté, la mancha de su semen en el pantalón se había extendido casi hasta las rodillas.

A los veinte años me casé con Eduardo y desde entonces lo he tenido a merced de hermoso y poderoso trasero.

Eduardo protesta un poco por mi gusto de andar desnuda, pero él tampoco puede resistirse a mi tremendo culo. Así que con moverlo un poquito, lo tengo comiéndomelo. Al final termina aceptando que otros hombres me vean. Literalmente lo tengo aplastado por mi culo. Con tal de tener mi soberbio culo en su cara, mi marido se deja hacer cualquier cosa. Eso es lo bueno de ser joven y linda. Aunque creo que con este culazo puedo seguir dominando hasta más allá de los sesenta años.

Y sabiendo lo que le produzco a otros hombres, mi ángel se va a hacer cualquier otra cosa, porque sabe que su mujercita va a recibir garcha inexorablemente. Así que me espera haciéndose pajas.

Por ejemplo con Norberto, que es un amigo suyo.

Siempre le miro el bulto a Norberto, para ver como lo tengo de excitado. Y mientras charlamos lo sigo calentando, con gráciles movimientos de mi culo y miradas seductoras, viendo como la carpa en sus pantalones sigue creciendo hasta superar los noventa grados. Al principio Norberto procuraba evitar que se notaran sus brutas erecciones, pero cuando se diió cuenta que mi marido siempre se iba a otra parte, dejándonos solos, ya no ocultó más sus erecciones.

A mi me gusta ponerlo a mil, sin dejar que me toque, mirándole la cara cada vez más excitada por mis deliveradas acciones tentadoras. Se puede sentir como la leche le va llenando las bolas. Así que cuando al fin lo dejo, con sólo tocarme Norberto se corre inconteniblemente, sin que por eso deje de estar al palo. Ahí es cuando yo aprovecho, ya que después de su orgasmo casi instantáneo, Norberto está en condiciones de aguantarme al menos quince minutos hasta que se corre nuevamente.

Me encanta aprovecharme de Norberto, Me subo arriba de él y le uso la pija para darme un mete-saca muy a mi gusto. El segundo polvazo se lo saco bastante fácilmente, pero no dejo que se le baje, y ahí comienzo verdaderamente a esmerarme. Y entonces le trabajo la cara con el orto para liquidarlo completamente. Norberto yace casi groggy bajo el trabajo magistral de mi culo, mientras se lo voy restregando arriba y abajo con toda mi saña.

Eso es lo bueno de coger con amigos de mi marido, los conozco bien y juego con ellos como se me da la gana.

Cuando al fin no puede resistirse más y me entrega toda su leche, me sigo moviendo para mantenérsela dura y bien parada, y continúo con la gran garchada por cerca de una hora.

Es un juego inovente, pero el pobre queda en estado de inconsciencia. Y entonces yo me voy a buscarlo a Eduardo, que me espera en la cama completamente al palo, pensando en la la garchada que me debe de haber estado dando Norberto.

Por más pajas que se haga, mi marido siempre sigue al palo conmigo. Y cuando yo le muevo el culo ante los ojos, la leche le va subiendo por su erecto nabo y se corre sin poder evitarlo. Y ahí comienzo la gran garchada con mi esposo. Con todos los chiches, claro.

Para cuando termino con él, también se queda inconsciente.

Pero eso te lo cuento otro día. Así que yo me voy a buscar algún lindo machito para ponerlo contento.