Soy muy puta y lo tengo loco a mi marido (3)
En el subte un muchacho muy atractivo decidió que mi culo merecía ser apoyado.
SOY MUY PUTA Y LO TENGO LOCO A MI MARIDO 03
Por Bajos.
En el subte un muchacho muy atractivo decidió que mi culo merecía ser apoyado. Y se aboco entusiastamente a la tarea. Claro que, como mi culo merece realmente ser apoyado, pude notar inmediatamente el tamaño que portaba el muchacho, y comencé a frotarle el culo contra la polla, para que comprendiera que no me desagradaba.
Cuando comprendí que con un poco más de eso, el pobre se correría, me detuve y arreglé para que viniera a mi casa. Eso sí, le pedí que se demorara una hora porque yo quería liquidar a mi marido, así no nos molestaba. El muchacho se quedó bastante alucinado, especialmente después del beso que le dí.
Así que me fui a casa a hacer lo necesario para ultimar a mi marido. Ya sabes que Eduardo vive al palo conmigo, y cuando lo manipulo con mi culo, no tarda casi nada en correrse.
Así que me puse en bolas. Él ya sabe que cuando yo lo provoco con mi culo es porque estoy por recibir alguna visita, pero eso no le importa, y comienza a besarme el culo con devoción.
Comienza por lamerme el culo completo, y poco a poco lo voy orientando para que me lama en el interior de la raya. Ahí se prende y comienza a llegar cada vez más adentro con su lengua. Esa es la parte fácil, porque agarrándolo de la nuca le doy unas cuantas culeadas en la cara, y con eso se viene inexorablemente en pocos minutos.
Pero él ya sabe que estoy por recibir algún amigo y que tendrá que echarse por lo menos otro polvo, para no tener ganas de molestarnos a mí ni a mi visita.
De modo que deja que le frote mi soberbio culazo contra su polla, y cuando está de nuevo completamente al palo, comienzo a pellizcársela con mis rotundos glúteos. Él se queda como paralizado, porque esa caricia lo vuelve loco, y yo pongo todo mi empeño en liquidarlo. Me lleva unos quince minutos más de eso, para sentir como su pija comienza a pulsar dentro de sus pantalón y va enchastrándolo por dentro con su semen.
En otro momento habría juzgado que con esos dos polvos alcanzarían para que se fuera a dormir completamente desmoronado. Pero aún teníamos media hora hasta que llegara el muchacho que había conocido en el subte, así que decidí asegurarme. Lo llevé hasta su dormitorio y le senté el culo en la cara cnsiguiendo un nuevo empalme, pobrecillo. Mi culo sobre su rostro, lo puede completamente y puede acabar con tan solo un ratito de removidas de mi culo. Pero como quería asegurarme de ultimarlo completamente, mientras le culeaba el rostro, le hice una hermosa paja, tardando lo más posible.
Quedó completamente despatarrado sobre la cama, inconsciente y en Babia.
Ya podía ocuparme de mi visita
El muchacho llegó con diez minutos de retrazo. Me explicó que era por asegurarse de no encontrar a mi marido. Le expliqué que ya no tenía nada que temer de mi marido, y que podía jugar conmigo como se le diera la gana.
El muchacho entendió enseguida, pero ya estoy acostrumbrada a esas reacciones de los hombres. En general me entienden muy rápidamente. Debe ser que soy muy explícita.
Bueno, la cuestión es que lo primero fue continuar con el trabajo que venía haciéndole en la polla con mi culo. Es decir, ponérsela entre mis glúteos y pellizcársela desfachatadamente, sin dejar que me la metiera. El muchacho se adaptó muy rápido a la situación. Otra no le quedaba, ya que venía con la leche a mitad de camino. Yo me moví con apretones lentos y no muy fuertes, porque quería hacerlo durar. Pero no hubo caso, entre el calor de mi culo y los apretones, el pobre se corrió casi de inmediato.
Pero yo quería que el chico continuara, así que apelé a su sentido estético. Y le presenté mi culo en toda su irresistible belleza.
Eso dio un resultado inmediato, así que me puse unas medias en red, para que resaltara mi culo, y se lo di a chupar, para hacerlo sentir bien feliz.
Creo que nunca se sintió tan feliz en su vida. Digo, porque las lamidas y besos que me dio fueron más desesperados e intensos que los de mi marido, y eso ya es mucho decir.
El pobre muchacho, totalmente dominado por mi morboso culo, se prendió con ambos brazos, mientras yo se lo movía sensualmente, enloqueciéndolo, hasta que se vino con tanta abundancia como antes.
Pero como yo seguí dándole culadas en el rostro, su nabo comenzó a endurecerse nuevamente, Y entonces decidí que ya era hora de sentir ese nabo en mi orto. Y nunca encontré macho alguno que al ofrecerle mi ojete, se resistiera. Yo abrí bien mis nalgas, para que el muchacho pudiera encularme bien enculada. Y me la hizo sentir hasta la garganta. Como acababa de hacer echar dos polvos, esta vez tardó más, y yo apretándosela con malicia me eché tres polvos, mientras recordaba como lo dejé a mi marido, totalmente despatarrado, en menos de una hora de culearlo. Con este simpático muchacho íbamos por el mismo camino.
Hay que reconocer que este chico la tenía muy gorda, y hubo momentos en que me tuvo en estados próximos
al lirismo. En esos momentos llegué a pensar que al que verdaderamente amaba no era a mi esposo sino a vaya, no me acuerdo su nombre. Qué crimen, con semejante poronga. Ese tipo de olvidos es lo que me hace pensar a veces que yo un poco infiel.
La cuestión es que este muchacho me abrió el orto en todas las direcciones, es decir que se dio bien el gusto con mi ojete.
Cuando mi marido viera como me lo había dejado, seguramente se haría una paja.
Pena no haber continuado la relación con este muchacho, pero quedó tan destruído después de cinco polvos que se fue arrastrándose como pudo, y olvidé pedirle sus datos. De cualquier modo nunca tengo problemas en conseguir nuevos amigos, y les miro bien el bulto para ver si están bien dotados, porque yo soy muy romántica y me gusta que el hombre me haga sentir.
Pero yo tenía razón cuando pensé que mi marido al ver como me había dejado el orto mi amigo, se iba a hacer una paja. Sólo me equivoqué en la cantidad. Se hizo tres pajas. Y después lo dejé lamerme el orto nuevamente.
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