Soy la putita de mis compañeros de la facultad
En la intimidad de los grupos de estudio, Mariano y Juan me fueron haciendo su putita
Cursaba el segundo año de la facultad con 19 años. Los inicios de mí vida sexual había estado marcado por relaciones con hombres. Algunas de esas experiencias las he relatado en esta página. Mí primera vez fue con un compañero de colegio, Tomás (ver: Últimos días colegio con Tomás que tiene tres partes) y al volver del viaje de egresados empecé la relación con un maduro (Ver: Dos jóvenes y un maduro) que duro un año. Con él aprendí muchas cosas y me entregué como no había imaginado. Me sentía su chica y tuve experiencias muy calientes que relataré en otro momento. Pero una vez que rompí la relación con él no volví a estar con otro hombre durante muchos meses. Siempre había mantenido oculta mí sexualidad y comencé a tener relaciones con mujeres que también me gustaban, aunque ninguna duro mucho. Siempre sentía que necesitaba algo más y el sexo no me terminaba de satisfacer y en la intimidad de la masturbación siempre me excitaba pensando en hombres, además de que siempre acompañaba una paja con masturbación anal con algún juguete.
A medida que pasaban los meses mí necesidad de estar con un chico era mayor pero no me animaba o no sabía cómo hacer. En ese momento vivía con mis padres, mí sexualidad era oculta y no había tantos chats y apps como ahora. Además con Tomas habíamos cortado toda relación y no tenía ningún amigo que me acompañe a algún bar gay. Una fin de semana de octubre, empezando los primeros calores, mis padres se habían ido por el fin de semana y estaba sólo en casa. Después de dudarlo mucho, de decidirme y arrepentirme, fui sólo a una disco gay que estaba de moda, a la cual iban también muchos chicos y chicas hetero. Después de mucho dudarlo decidí ir, sabiendo que si estaba muy solo me volvía.
Al llegar me sentía incómodo y temeroso de que algún conocido estuviera ahí. Estuve un rato dando vueltas solo hasta que me empezó a sacar conversación un fulano un tanto pesado, pero me quedé un rato hablando con él hasta que en un momento decidí volverme a mí casa, con tanta mala suerte que me crucé con compañeros y compañeras de la facultad que habían ido en grupo. No era amigo de ellos pero estaba seguro de que me habían visto. Y si me vieron seguro que notaron que me había puesto pálido del susto. No sabía que hacer, si borrarme o quedarme simulando que había ido con otros amigos al igual que ellos, pero el momento fue demasiado para mí y me volví a mí casa.
Los días transcurrieron y me fui olvidando del evento, nadie en la facultad me mencionó nada por lo que me estaba convenciendo de que nadie me vio. Una tarde estaba en una clase de consulta junto a un compañero que se llamaba Mariano. Un chico rubio, de 1,80 aprox. Muy lindo de cara, con una boca grande y buen cuerpo. Era uno de los más populares y siempre rodeado de chicas. Al salir de la clase se me acerca para hablar. Ambos estábamos preparando el mismo exámen final, por lo que me ofreció ir a su departamento a estudiar. Era de una ciudad cercana y como muchos chicos sus padres le alquilaban un departamento. Yo no interpreté otra cosa que el estudio y acepté con gusto.
Al día siguiente estaba en el departamento de Mariano. Un lugar lindo, con un dormitorio y una sala amplia dónde nos pusimos a estudiar. Durante toda la tarde no hubo ningún comentario ni conversación por fuera de lo que estábamos leyendo. Cuando empezó a anochecer me invitó a comer algo y descansar unas horas. Acepté con gusto, Mariano me caía bien y estaba lejos de ser un chico creído por su belleza, aunque era imposible no notarla. Por el calor estaba con su torso desnudo y realmente tenía muy buen físico. Me invitó a ponerme cómodo e hice lo mismo, aunque mi físico lejos estaba de ser como el de él. De altura éramos casi iguales, pero soy más delagado y lo que resalta de mí son mis piernas torneadas y una linda cola que a todos mis amantes anteriores les había encantado. Además desde que empecé a salir con el maduro siempre la llevé sin un sólo pelo al igual que mí entrepierna.
Empezamos a hablar con Mariano, a contarnos de nuestras vidas. Notaba que su mirada era distinta, observaba mis piernas depiladas y empezó a llevar la conversación a otros temas. De si estaba de novio, que me gustaba con las chicas y cosas así. En un momento me dijo que se quería ir a bañar, que tenía mucho calor. Aproveché para decirle que me iba pero me pidió que lo espere y tomábamos una cerveza antes de que me fuera. Acepté pero me quedé confundido. No sabía cuánto era por buena onda o si pasaba algo más. Me puse un poco nervioso y expectante. Estuvo unos diez minutos en el baño y cuando salió vino directo a la sala. Estaba sólo con su toalla en la cintura y su cuerpo húmedo. Le caían gotas por su torso y mi mirada se perdió en su figura. Se sirvió un vaso de agua de espaldas a mi, estaba en silencio como procesando o esperando algo. En un momento se dio vuelta y se dirigió hacia mi. Yo estaba sentado mirando como se acercaba hasta que se quedó parado al lado mío con su entrepierna a la altura de mí cara. No sabía que decir ni que hacer hasta que Mariano rompió el silencio: "te gusta lo que ves?". Me puse muy nervioso y sólo pude afirmar con mí cabeza. El estaba serio y se desprendió la toalla de su cintura dejándola caer a sus pies.
Ante mí estaban sus hermosas piernas desnudas y una polla gruesa a mitad de camino, con unos pocos vellos en el pubis. Me quedé mirando y él agarró una mano mía y la dirigió a su entrepierna. Era la última señal que necesitaba. Acaricié su polla mientras sentía cómo crecía en mí mano. Se ponía cada vez más gruesa y dura. Tenía un buen tamaño. Una hermosa polla para sentir y chupar. Sin esperar más me la metí en mí boca produciendo un suspiro en mi nuevo amante. Empezó a acariciar mí cabeza mientras yo chupaba a mi antojo. Estaba muy caliente, quería que me coja ahí mismo, necesitaba una pija en mí cola después de tanto tiempo. Me pare y empezamos a besarnos. Me bajé mis shorts junto a mí boxer quedando completamente desnudo. Ahí estábamos a mitad de la sala, con nuestros cuerpos pegados, besándonos, sintiendo su pija dura junto a la mía mientras yo lo abrazaba de la cintura y él me acariciaba mí cola. La agarraba, tocaba y acariciaba. Se ve que le gustó mucho. Luego me giró y se arrodilló para degustar el agujero de mí colita. Me besaba las nalgas, pasaba su lengua por el interior. Me tenía en las nubes mientras mi respiración se agitaba. Me incliné sobre la mesa apoyando mis manos para levantar mejor mi cola y que él pudiera acceder mejor a mí agujerito. Luego se incorporó, se colocó un preservativo y quiso cojerme pero si entraba así nomás me iba a doler. Lo frené, pego su cuerpo contra el mío mientras frotaba su polla entre mis nalgas. Ensalive un par de dedos y me empecé a dilatar mientras el seguía a mis espaldas besándome por el cuello y la oreja que me volvía loco. Luego agarré su herramienta y la coloqué a la entrada de mí cola. Le pedí que lo haga despacio y de a poco entró su glande. Sentir una pija nuevamente en mí cola me estremeció. La quería toda dentro mio. De a poco fue entrando hasta que sentí su pubis rozar mí cola. Esa polla me abría mucho. Sentía que me llenaba. Yo gemia y me empecé a mover. Acompañaba el ritmo de su penetración que se empezaba a acelerar. Escuchaba el ruido de mí cola rebotando contra su cuerpo. Me agarraba de mí cintura con fuerza, me daba nalgadas que me encantaban. Le pedía más, gemia, le decía que me encantaba su pija. Me sali y me acosté sobre la mesa con mí cola al borde y mis piernas abiertas. Me empezó a cojer en esa posición. El estaba con los ojos cerrados y yo lo miraba mientras gemia y me masturbaba. Me encantaba como entraba esa pija. Me masturbé hasta que acabé en un orgasmo potente corriéndome sobre mí abdomen y con chorros que llegaron hasta mí cara. Él siguió un par de minutos hasta que sentí que estaba por terminar. Su ritmo aumentaba y terminó en un orgasmo con gemidos fuertes. Sentía como su preservativo se llenaba de leche dentro de mí cola.
Mariano sacó su polla de a poco, fue hasta su habitación y volvió vestido. Lo veía como incómodo o culposo, por lo que decidí decirle que me iba. Bajamos por el ascensor en silencio y nos despedimos de manera fría. De regreso a casa pensaba que había sido un impulso y se sentía con culpa por haber estado con un chico, pero yo estaba contento por haber disfrutado de ese hermoso chico y por volver a sentir una polla en mí cola.
Al día siguiente como si nada me envió un mensaje de si me esperaba para seguir estudiando, como si nada hubiese pasado. Al ver el mensaje sonreí y le respondí que llegaba a la misma hora. Esa tarde fue extraña. Mariano hablaba poco pero actuaba como si nada hubiese pasado. Por dentro pensaba que no sabía cómo manejar la situación pero si no hubiese querido más nada no me hubiese invitado de nuevo a su casa. Luego de un par de horas de estudio donde no me podía concentrar mucho decidí tomar la iniciativa. Mariano estaba en cuero con unos shorts deportivos que marcaba su bulto. Parecía no llevar ropa interior. Me levanté de la silla y me acerqué. El me miraba serio y yo con una sonrisa pícara. Le dije "déjame hacer algo" y me arrodillé entre sus piernas. El no decía nada y tampoco se resistió. Esa fue la señal para continuar.
Le bajé sus pantalones y ya tenía esa hermosa pija semi parada. La agarré con una mano y la metí a mí boca y se le puso dura al instante. Gemía y suspiraba. Yo seguía con mí trabajo, acariciaba mí cabeza y se empezaba a soltar. "Querés la lechita en la boca?", "Que putita que sos, me encanta como me la chupas", "te voy a romper la colita de nuevo". Además de calentarme a mí, esos comentarios lo calentaban a él mismo y a los minutos empezó a acabar en mí boca. Potentes chorros de leche llegaron hasta mí garganta. Mariano gemia mientras yo intentaba tragar todo. Estaba muy caliente. "Que rica leche hermoso, me encantó". Fui al baño a limpiarme y nuevamente Mariano estaba en silencio. No quise preguntarle nada para no incomodarlo y seguimos estudiando. Luego de una hora me dijo que se iba a duchar, pero esta vez salió todo desnudo, me miraba desde la puerta del baño. A mí se me hacía agua la boca y sin decir nada le sonreí, fui hasta donde estaba y nos empezamos a besar. Rápidamente me fue sacando la ropa y fuimos a su habitación. Esa tarde estuvimos horas cogiendo. Lo cabalgue, me cogió en cuatro, parados. Ambos tuvimos dos orgasmos hermosos. Esa noche me reveló que me había visto en el bar gay pero que el resto no se había percatado y que sólo le contó a Juan, otro compañero de la facultad. Ahí me enteré que ambos eran bisexuales aunque en el clóset. Juan era un morocho muy lindo. Un poquito más alto que nosotros, delgado pero fibroso, de ojos grandes y verdes que volvía locas a chicas y chicos. El resto de esa semana la pasé en casa de Mariano estudiando y cogiendo. Cada día se ponía más guarro, cuando cogíamos se calentaba mucho y me decía que era su putita. Me encantaba estar en ese rol y le respondía con voz melosa asumiendo el papel. Hacia afuera yo parecía un chico hetero más, pero en la intimidad era muy pasivo y con Mariano empezaba a recuperar el tiempo perdido.
Luego de esa semana de sexo y estudio rendimos el final que nos fue muy bien a los dos, pero por el resto de los días no nos volvimos a ver. Yo estaba feliz porque me daba cuenta que una buena polla era lo que necesitaba y con Mariano me sentía libre. Ese viernes recibo un mensaje de él invitandome a un bar para festejar. Acepté con gusto. Tenía ganas de pasar la noche con él y después de unos días sin su polla ya la extrañaba. Pero me llevé una gran sorpresa cuando llegué al bar y lo encontré a Juan con Mariano. El corazón me empezó a latir a full. Me imaginé que Juan sabía todo pero no entendía por qué estaba ahí. Pero Juan, al igual que Mariano, era un chico muy agradable. Unos años mayor que nosotros, con más mundo encima. Nos divertimos mucho y el alcohol empezó a correr. Parecíamos tres chicos heteros pero por dentro sabíamos que la noche iba a terminar en otro lado. Juan nos propuso de seguir en su casa que tenía algunas bebidas y estaba cerca del bar y al llegar no hubo mucho preámbulo. Los tres sabíamos para que estábamos ahí. Juan se fue al baño y Mariano me empezó a besar y al minuto estaba arrodillado entre sus piernas chupándole la polla mientras el se encontraba recostado en un sillón. Cuando Juan salió se sentó a su lado mientras se tocaba su paquete por encima del pantalón. Mientras se la chupaba a Mariano lo ayudé tocandosela, notando como crecía. Hacía casi dos años que no estaba en un trío con dos chicos y me sentía en las nubes. Juan se bajó su pantalón y ropa interior hasta sus tobillos dejando a la vista una polla larga y morena de buen grosor que se curvaba hacia abajo. Nunca había tenido una así. Debe haber medido unos 20 cm o un poquito más. Lo empecé a masturbar mientras seguía con la de Mariano en mí boca. Sentir esa polla caliente en mí mano me dieron ganas de probarla y no tardé en cambiar hasta que se me empezó a cansar un poco la mandíbula. Me incorpore, me pare delante de ellos y me saqué la remera y el pantalón quedando sólo con mis boxer bien ajustados. Los miré con una sonrisa y me dirigí a su habitación moviendo mí colita. Los dos me siguieron con sus pollas rebotando. Yo estaba muy relajado. Quería gozar de con esos chicos. Me saqué lo que me quedaba de ropa, me acosté boca arriba en la cama con las piernas abiertas invitando al que quisiera comenzar. Vi que Juan venía hacia mi, me puse un poco de saliva en mí cola y lo esperé. Se acostó sobre mí, lo abracé, abrí bien mis piernas y empezó a penetrarme. Lo hizo despacio pero no costó mucho. Su polla entraba con relativa facilidad y a los segundos Juan aceleraba su ritmo haciéndome gemir. Mariano acercó su pija a mí boca pero me era incómodo chupársela en esa posición, por lo que le pedí a Juan que me coja en cuatro para degustar de manera más cómoda la del otro chico. Mariano me decía guarradas y hablaban entre ellos: "viste que putita que es? Le encanta la pija", "vas a ser nuestra putita de ahora en más?" y yo asentía con la cabeza. Me calentaba mucho pensar que esos dos chicos me cojan cuando quieran.
Luego cabalgue a Mariano mientras Juan me daba de chupar. Me encantaba sentir la pija de Mariano abriéndome todo y él estaba enamorado de mi cola que no paraba de agarrarla y nalgearla. Pasados unos minutos no dábamos más. Me pidieron que me recueste boca arriba mientras uno a cada lado se masturbaba acabando en mí cara y en mí pecho. Se las limpié y luego Juan me hizo acabar de una manera hermosa. Trajo un juguetito de él, de un tamaño similar a su pija, y me lo empezó a meter mientras me masturbaba. El ritmo y la profundidad de la masturbación anal hizo que llegue a un orgasmo con mi pija semi parada, acabando una abundante cantidad de leche. Mí cola quedó muy abierta y yo lleno de semen. Me fui a limpiar y esa noche tuvimos una segunda vuelta.
A partir de ese día empezamos a hacer "grupo de estudio" en la casa de Mariano o de Juan. Les calentaba mucho que fuera su putita. A veces con los dos, a veces con uno de ellos. Llegado fin de año me pedían más. Para una fiesta que hubo en el campus de la universidad me dieron una tanguita y me pidieron que la lleve debajo del pantalón. El campus era un lugar abierto y muy grande, con muchas zonas oscuras. Cada cual podía hacer lo que quisiera si se alejaba un poco. En la intimidad no tenía problema de ser la putita de esos hermosos chicos. Con ellos me había vuelto más femenina aunque mantenía mi apariencia hacia afuera. Pero no me animaba a hacer nada en público.
Esa noche la pasamos con un grupo grande de amigos y amigas. Tanto Juan como Mariano cuando podían me decían cosas al oído que me calentaban. En un momento Mariano me dijo que me esperaba en un edificio alejado del campus. Con muchos nervios fui dónde me había pedido. Si bien tenía miedo a que alguien me pudiese ver, por otro lado sentía cierta "protección" con ellos. Al llegar me agarró de la mano y me llevó hacia la parte trasera del edificio que había un muro y estaba todo muy oscuro. De fondo se escuchaba la música de la fiesta pero en ese lugar no había nadie. Nos empezamos a besar y como siempre el empezó a tocar mi cola. Lo notaba que estaba empalmado. Sabía que cualquiera que nos viese iba a darse cuenta lo que estábamos haciendo. Iba a ser imposible disimular pero ya no me importaba. Quería que Mariano me haga suyo y me estaba calentando estar en un lugar público por primera vez. Le desabroché el pantalón para tocar esa hermosa pija mientras que él hizo lo mismo, tocando mí cola desnuda que tenía sólo la tanguita. Lo calentó mucho eso y me bajó los pantalones para poderme tocar mejor. Me sentí muy expuesto al quedarme sólo con la tanga y mis zapatillas. Me sentía muy puta pero por dentro me encantaba. Me bajé para chuparle la polla que estaba a punto de estallar. "si putita así, chúpame la pija, te voy a dar toda la lechita". Mientras estaba de rodillas chupando esa polla llegó Juan que había venido más tarde para no levantar sospechas. Puso su pija a medias al lado de la de Mariano y las fui chupando alternativamente. Luego me hicieron parar, me agaché para chupársela a Juan mientras que Mariano se puso detrás mio, frotando su pija por mí cola con la tanguita puesta. Me la corrió, ensalivo mí agujerito y su pija y sin dificultad empezó a entrar. Me penetraba de manera profunda e intensa. Yo gemia mientras chupaba la polla de Juan. Luego cambiamos hasta que Mariano acabó en mí boca y mí otro amante lo hizo en mis nalgas. Me saqué la tanga para limpiar su corrida, me puse el pantalón y guarde la tanguita en mí bolsillo. Yo no había podido acabar pero me dijo Juan que me quede tranquilo. Que esa noche la terminábamos en su casa. Regresamos a la fiesta de a uno como si nada hubiese pasado. A partir de ese día se empezó a volver costumbre hacerlo al aire libre, en baños de la facultad o de estaciones de servicio. Los dos eran muy viciosos y les daba mucho morbo compartirme.
Así fue como me iba convirtiendo en la putita de mis compañeros...