Soy la puta de mi vecino

Buscaba plan para follar y no sabia que el hombre que conocí en el chat era mi vecino de enfrente.

Como de costumbre me encontraba chateando en busca de alguien con sitio para follar. Primero suelo mirar mis contactos del messenger por si alguno quiere repetir, después entro en el chat de mi zona y busco guerra.

Me gusta el chat porque es un proceso de selección divertido, primero voy teniendo varias conversaciones a la vez, y poco a poco voy descartando a los candidatos a petarme el ojete.

Uno de ellos, con quien estuve chateando largo rato, me pareció muy majo, a pesar de ser madurito, unos 45 años, decidí darle una oportunidad, ya que con los demás lo tenia mal.

Conversamos durante una hora al menos, incluso nos vimos por cam, decidimos no enseñar la cara, ya que estaba casado y quería discreción. Nos mostramos el cuerpo y vi su enorme rabo, nos dijimos todo tipo de guarradas, nos calentamos a cien y decidimos quedar.

Hasta el momento todo era muy normal, no era la primera vez que había quedado con maduro, estaba bien físicamente y además yo quería esa enorme polla dentro de culo. La sorpresa vino cuando me pidió quedar en su casa, ¡cual fue mi sorpresa cuando la dirección que me dio era la de la puerta de enfrente a mi casa!

En ese momento no le dije nada, esperé hasta la hora acordada y me presenté en su puerta. Me abrió con la confianza de un vecino, quizá algo nervioso pensando en si venia su pareja mientras yo estaba ahí. No sospechaba nada de que su pareja era yo mismo.

Nos saludamos cordialmente y una vez dentro de casa me volví a presentar con mi nick. Su cara cambió de repente, parecía asustado, pero le calmé diciendo que yo buscaba la misma discreción que él y que nadie se iba a enterar de lo que hiciéramos.

En menos de un segundo se lanzó sobre mi besándome y acariciándome todo mi cuerpo, yo le seguí y fuimos bajando las manos hasta sobar bien nuestros culos y dedicarnos a tocar el paquete.

Nos fuimos desnudando de camino a la habitación, esa habitación donde tantas veces le había oído follar con su esposa. Una vez en calzoncillos pude ver como se notaba esa tremenda polla que había deseado tener toda la tarde. La mía, no muy grande por cierto, se veía como una tienda de campaña en mi entrepierna, pero la suya no, la suya era un polla de hombre, cerca de los veinte centímetros de carne gorda y dura.

No pude esperar más a meter la mano dentro de su calzón y tener ese pene en mi mano, que no daba de si para tanto rabo. Él me los bajó con una mano y comenzó a masturbarme con delicadeza. Separamos nuestras bocas y fui recorriendo su torso con mi lengua hasta llegar a mi tesoro.

Lo lamí durante unos minutos de rodillas para empaparlo bien antes de metérmela en la boca poco a poco, él me agarraba la cabeza y marcaba el ritmo, con el que me iba entrando más polla en la boca hasta caber toda entera.

Con el tiempo iba subiendo el ritmo de mete-saca en mi boca, me la estaba follando con ganas mientras me masturbaba yo solo. No tardo mucho en parar y agarrarme con firmeza la cabeza, enseguida supe porqué.

Comenzó a correrse en mi boca entre espasmos, no es algo que me guste, pero en ese momento me volvía loco. Toda su leche me llenaba la boca hasta casi ahogarme. Lamenté por un instante que una vez se hubiese saciado ya no me follaría el culo como deseaba. Pero esa sensación se pasó en cuanto me levantó y nos besamos compartiendo su semen entre con nuestras lenguas.

Luego fue él quien al separar nuestras bocas me tumbó sobre la cama y me comió la polla con esmero, estoy seguro que no era la primera y se le notaba pericia con la lengua. Me volvía loco de placer, tanto que en varias ocasiones estuve a punto de correrme también, pero sabía contenerme para que dure más.

Se levantó y se puso sobre mi para formar un 69, me encantaba la idea de tener de nuevo su polla tan cerca de la boca, aún me relamía del sabor de su semen, cada vez más dulce y con ganas de que vuelva a correrse en mi boca.

Pero en cuanto se volvió a empalmar se puso en pie y fue a sacar un preservativo de una chaqueta que había colgada y me lanzó un bote de lubricante de la mesilla. Lo usé para dilatarme el culo, pues me imaginaba lo que venía a continuación, lo que llevaba toda la tarde esperando.

Se puso el condón y se tumbó sobre la cama esperándome. Limpié el resto de lubricante de mis manos sobre su polla y me puse en pie sobre él. Bajé mi culo sobre su pene y lo encaré hacia mi trasero. Me fui moviendo poco a poco para abrir mi agujero con su polla.

En unos cuantos intentos ya me entraba y poco después me la metía hasta el fondo. Era tan grande que me hacía daño, pero esa sensación pasó y dejó paso al placer, un placer inmenso que me hacía estremecer.

Era yo quien llevaba el ritmo, y lo fui subiendo hasta cabalgar sobre tu enorme tranca como una amazona, en ese momento era una zorra en celo y le pedí que me llamase puta. Él me insultaba y me masturbaba la polla, pero yo no le dejaba, quería correrme de puro placer anal.

Me hizo levantar y me puso de cara la pared, me abrió las piernas y me folló de pie, como tantas veces había visto en las películas porno, giré mi cabeza para besarnos mientras me taladraba el culo. Estaba extasiado de placer y no dejaba de repetirle que yo era su puta, que follo mejor que la zorra su mujer, a lo que el me daba la razón.

Le eché hacia atrás y me puse a cuatro patas sobre el borde de la cama, no tardó en volver a follarme como un puta, y yo le respondía moviendo el culo para sentir toda su verga dentro de mí. Yo me arqueaba y el me embestía con desprecio, de sus sucias palabras surgían deseos que no podía satisfacer con su esposa, a quien desde ese momento miraré con otros ojos.

Se volvió a separar y lo tumbé de nuevo sobre la cama, para volverlo a cabalgar, yo estaba casi a punto, sin que haga falta tocarme el pene me acabé corriendo sobre su pecho. Me dijo -"Eres una zorrita muy mala, mira como me has puesto. ¡Límpialo!"- No me apetecía sacarme su verga, pero me excitaba ser tratado como una fulana, así que me retrasé y le lamí todo el semen del pecho, subiendo hasta llegar a su boca y compartir mi semen como el antes había hecho conmigo.

Estuvimos un rato intercambiando saliva y semen con nuestras lenguas, nos volteábamos abrazados sobre la cama, sintiendo su miembro aún palpitante y deseoso sobre mi vientre. Estando encima mía agarró mis piernas con firmeza para separarlas y metérmela entera en mi culo, repitiéndome constantemente que soy una puta, soy su puta.

En el momento de correrse, sacó la polla de mi culo, se quitó el condón y vino a correrse en mi boca, pero no le dio tiempo y me llenó la cara de semen, a pesar de haberse corrido unos minutos antes, aun lanzó mucha leche sobre mi rostro.

-"Estas hecha una guarra"- Me dijo sonriendo de satisfacción, a lo que le respondí en tono jocoso, -"Ahora deberías limpiarme tu a mi, ¿no?"- Me dijo que si, pero cuando esperaba que me lamiese la cara con su lengua, me cogió de la mano, me acompañó al cuarto de baño y me invitó a entrar en la bañera.

Pensé que la idea era ducharme, pero me sorprendió orinando sobre mi. Mi respuesta inmediata fue arrodillarme para que me limpie la cara con su orina. Me bañaba entero, de la cara a la polla, mi reacción inmediata fue meterme la polla en la boca mientras aun estaba meando, llenándome la boca de orina y placer. Se esforzó por alargar el flujo todo lo posible hasta que se quedó sin más.

Entró en la bañera conmigo, y abrió el agua para ducharnos, nos besábamos y sobábamos el uno al otro, yo me pasé casi toda la ducha con su polla en la mano, que pese a no estar dura como un rato antes, estaba apetitosa y aun mucho más grande que la mía.

Al acabar la ducha nos fuimos a vestir, recogiendo la ropa del pasillo, y comentamos lo bien que lo habíamos pasado. Le dije -"Cuando quieras tienes a tu puta en la puerta de enfrente"-, no me contestó, pero me guiñó un ojo y nos despedimos cortésmente, desde entonces hemos follado a menudo en su casa y en la mía, además de hacer otras fantasías que contaré en otra ocasión