Soy la puta de mi jefe

Mi jefe me convierte en su puta

Mi vida era un continuo tobogán de emociones. Por un lado, mi vida matrimonial era feliz, una mujer maravillosa, dos hijas que eran mi luz, y el futuro más o menos asentado. Y por otro mi vida laboral. Ya llevaba casi 10 años trabajando en la notaría, donde ingrese con apenas 20, recién terminados mis estudios superiores, y allí comenzó mi doble vida. Me explico.

Don Pedro, el notario de donde trabajaba, había sido y era amigo de mi padre. Cuando me quise incorporar a la vida laboral, fue él quien me ofreció un puesto en su Notaría, en un principio sería un simple auxiliar y que si me esforzaba, podría ascender. Hasta hay todo perfecto, yo ponía todo el empeño en realizar mis funciones a la perfección, trabajaba más horas que nadie, y había noches en las que me quedaba hasta tarde para adelantar trabajo para el día siguiente. En una de esas ocasiones, y habiendo terminado las tareas, y como hacía de vez en cuando, me relajaba viendo porno gay por Internet, me masturbaba viendo hombres follando, chupando pollas y gozando entre ellos. Yo ya tenía novia en esa época, y mi vida sexual con ella era muy placentera, pero había algo latente en mi interior, y el sexo gay me llamaba mucho la atención. Nunca había tenido relaciones con hombres y ni tan siquiera me lo planteaba. La noche en cuestión, y casi terminando de pajearme, viendo como dos mulatos enormes enculaban a un jovencito de mi edad más o menos, con dos rabos enormes, una mano se apoyo en mi hombre.

—Anda, vaya sorpresa Juanito.....

Era Don Pedro, mi jefe, que había entrado en el despacho en silencio. Mi ereccion se bajo de repente, cerré el ordenador, y de un salto me incorpore intentando recomponer mis formas.....

—Don Pedro, perdóneme no esperaba que viniera nadie, acabo de terminar mi trabajo y no se como me ha dado por hacer esto.... Ha sido una tontería....

Pedro solo me dijo que iba a su despacho, y que no me fuera, que esperara allí. Yo notaba todo mi cuerpo temblar, mi cara ardía de lo roja que debía de estar, y no sabía como poder salir de aquel embrollo.

No se cuanto tiempo transcurrió, esperaba de pies, esperando las consecuencias de mis actos, y ninguna explicación que se me ocurría era coherente, al cabo de un rato interminable Don Pedro me llamó desde su despacho, fui hacia allí por un pasillo que se me hizo interminable, entre y él me esperaba sentado detrás de su enorme mesa.

—No sé cómo vas a poder explicarme lo que he presenciado. Es inimaginable para mí que seas consumidor de porno homosexual, y que además te masturbes aquí, en tu puesto de trabajo, yo no me meto en la vida particular de mis empleados, pero si exijo que aquí tengan decoro. Tú, un joven prometedor, con novia, hijo de mi mejor amigo... No tengo ninguna queja de tus desempeños aquí, incluso pensaba darte más responsabilidades, pero lo de hoy me hace replantearme tu futuro. No sé cómo me lo vas a justificar, pero en mi mente está la idea de llamar a tu padre y contarselo, es mi obligación como amigo.

–Nooooo, por favor, se lo suplico. He cometido un error enorme. Despidame, diga que mi rendimiento no es óptimo, incluso acuseme de robar o de drogarme, pero no le diga a mi familia el motivo por el que ha sido.

Todo eso se lo dije llorando, con temblores, mi cerebro echaba humo, aquello era el final de mi vida en el trabajo, mi novia me dejaría, y para mí padre, con su estricta educación, seguro que me echaría de casa y no me volvería a dirigir la palabra. Se produjo un silencio enorme por su parte, solo se escuchaban mis hipidos, llorando.

—Eres maricon? Cuanto llevas viendo sexo de maricones? Con cuantos hombres has estado? Te gusta que te follen? La chupas a tíos por ahí?

Todas esas preguntas las hizo de tirón, sin pausa, mirandome directamente a los ojos, y encendiendo un enorme puro habano.

Intente tranquilizarme, le debía de contar la verdad, era inútil mentirle.

— No, Don Pedro, no soy maricon, no he estado nunca con ningún hombre, para nada, jamás he chupado una polla, y lo de ver porno es algo esporádico. Hoy estaba viendo eso, pero generalmente es porno heterosexual.

Mentí en mi última respuesta y note que el se percató de ello. No me he descrito, yo soy muy delgado, de apenas 1,60, rubio, ojos verdes, y por aquella época tenía una pequeña coleta recogiendo mi cabello. Don Pedro, era un hombre de 50 años, muy alto, fuerte, con algo de tripa, muy moreno, con su pelo abundante peinado siempre hacia atrás y engominado. Su vestuario era impecable, siempre trajeado y con olor a perfumes caros.

—Juan, estoy muy decepcionado, y tus lágrimas me hacen ver que estas arrepentido. Pero en lo que te voy a proponer ahora esta tu futuro.

—Lo que usted me diga lo haré.

—Juan, me vas a comer la polla, ahora, aquí, en mi despacho. A partir de este momento, lo harás cuando yo te lo pida, te vas a convertir en mi secretaria particular, trabajarás conmigo, viajarás a mi lado y cuando quiera que hagas algo lo harás sin rechistar. Por supuesto te puedes negar, y salir por esa puerta, incluso podrás decir que te echo esta propuesta. Pero sabes que mi palabra tendrá más peso que la tuya, y que tú futuro pinta muy mal. Quédate, complaceme, y nadie sabrá nunca nada. Tu decides.

Estaba atrapado, el tenía razón, quien me iba a creer? En el historial de búsquedas de mi ordenador estaban las pruebas. Era una persona con una reputación intachable. Yo no era nada más que un auxiliar. Dije que si.

Me hizo avanzar hacia él y rodear la mesa. Me sorprendió ver sus pantalones ya bajados, sentado allí en su sillón. Sabía que su plan iba a funcionar. Allí me enfrente a mi primer pene. Enorme, oscuro, erecto, con un capullo color carmesí que vibraba.

—Vamos Juanito, lo has visto ya en Internet, haz lo que has aprendido. Sabes que lo estás deseando.

Me arrodille, cerré los ojos, y acerque mi boca a aquel rabo que se iba a convertir en el dueño de mi destino. Pensé que era cierto, lo había visto hacer cientos de veces. Lo introduje en mi boca, lo saboreaba, pasaba mi lengua por toda su extensión, saboreaba sus primerios efluvios. No quería reconocerlo, me sentía humillado.... Pero me estaba gustando. En el ambiente solo se escuchaban mis chupadas, los gemidos de Pedro, y se aspiraba el humo de su puro que se consumía en un cenicero. Sus manos se crisparon sobre mí cabeza, y comenzó a correrse en mi garganta.

—TRAGATELO MARICON.....

Yo tragaba toda aquella inmensidad de leche que expulsaba, lo notaba llegar a mi estómago, su sabor era dulce, supongo que ese momento me convertí en adicta.

Desde ese día me convertí en la amante de Pedro. Era su secretari@, viajábamos juntos a sus negocios, estuvo en mi boda, yo asistía a sus eventos familiares, fue padrino de mi hija mayor... Me desvirgo, en su casa, en una ocasión que su mujer estaba de vacaciones. Lo hizo con cariño, sin prisas, dándome pausa para no hacerlo doloroso, penetrando con suavidad, y hablándome como a una mujer. Era sorprendente, pero solo me hablaba en femenino cuando me follaba. Si solo se la mamaba, me trataba de maricon. Al follarme cambiaba y me llamaba nena. Yo no le cuestionaba, y solo procuraba cambiar el chip al volver a casa y hacer mi vida normal. Así transcurrieron 10 años.

En todo ese tiempo, cuando viajaba con él por motivos de trabajo, nuestras habitaciones en los hoteles eran diferentes, siempre era la misma rutina, reuniones, comidas, cenas y por las noches me hacía una visita. Me hacía chuparsela, o directamente me follaba. Jamás me tocaba más de lo imprescindible, ni un beso, ni una caricia. Se corría en mi y se iba. Yo me calentaba tanto, que al instante me masturbaba, pero sin que él lo supiera. Y salió un viaje inesperado a una ciudad costera. La reunión fue larga y aburrida, al terminarla, se habló de tomar una copa en un lugar cercano. Allí nos fuimos y nada más pedir la consumición, nuestros anfitriones se tuvieron que retirar por algo que les había surgido. Nos dispusimos a irnos casi con inmediatez, pero casi al momento el camarero nos trajo otras consumiciones, diciéndonos que estábamos invitados, pregunté que quien nos invitaba, y resultó ser una mujer espectacular que estaba sentada muy cerca de nosotros. Con un gesto nos indicó que nos sentaramos con ella. Era muy alta, guapísima, con una melena morena que agitaba con elegancia, sus manos me llamaron la atención por su tamaño grande, dedos largos y con una manicura perfecta. La agradecimos enormemente, su invitación, y dijo que se había percatado de como nuestros anfitriones se habían ido, ella también estaba plantada por su cita.

Después de un rato, y al contarle el motivo de nuestro viaje, ella nos confesó que era scort, salía con hombres acomodados, a los cuales hacía compañía de día y proporcionaba placer de noche. Me sorprendió su sinceridad.

—Pero tengo una sorpresa.... Soy travesti.

Pedro no pareció sorprenderse, pero yo no lo hubiera esperado. Selena, que así se llamaba, nos propuso tomar una copa en su casa. Yo era un poco más remiso, no me iba el sexo por dinero, pero Pedro dijo rápido que si. Ya en su apartamento, fui yo quien preparo las copas. Selena, se retiro a ponerse algo más cómoda. A su vuelta era más espectacular todavía, ennvuelta en una bata de raso negra, donde se adivinaban todas sus curvas. Casi al instante, ella y Pedro se dejaron caer en el sofá, las manos de uno desnudaban al otro, yo simplemente observaba como mi amante estaba con una Diosa. Después de unos escarceos rápidos, Pedro se acomodo detrás de ella, y vi perfectamente como la penetraba, ahí pude ver el pene de Selena, era aún mayor que el de mi hombre, mucho más claro de piel y algo más delgado, yo tenía una buena erección también, pero solo era un invitado de piedra. Selena me hizo un gesto para que me acercará, y como un corderito obedeci, con mucha habilidad al estar empalada fue capaz de quitarme la ropa, alcanzar mis labios y violar mi boca con su lengua. Mis ojos solo eran para su pene.

—Chupasela maricon...

Pedro me decía algo que yo deseaba.

Selena me hizo agacharme, y con violencia introdujo su enorme rabo en mi garganta.

—Lo sabía, se te nota, eres una mariconcita, lo note según os vi. Eres la nena... Vamos a hacerlo mejor.

Saco su pene de mi boca, e hizo que Pedro la sacará su pene del culo, le dijo que nos esperara. Me llevó de la mano a su dormitorio, y allí comenzó un remolino de cambios, me hizo ponerme un picardias trasparente, unas medias, me maquillo, me calzo unos de sus zapatos, yo simplemente me dejaba hacer, era una niña con su maestro. Ahí comenzó lo que soy hoy, era sumisa, me encantaba como me arreglaba, me sentía femenina, iba viendo los avances en el espejo, y no conocía el reflejo, era una mujer.

Cuando quedó satisfecha, de nuevo de la mano me llevó al salón. Mi hombre se quedó con la boca abierta, Selena me empujó hacia él, y por primera vez en 10 años, Pedro me beso, me acariciaba, sus brazos me rodeaban. Poco a poco me hizo arrodillarme y su rabo quedó a la altura de mi boca. Decidí hacerle la mejor mamada de mi vida, el era mi dueño, y yo le tenía que complacerá. Lo estaba haciendo bien, jamás había gemido como gasta entonces. Se dejó caer en el sofá, y Selena me hizo ponerme a 4, sabía que iba a ocurrir, yo era la puta esa noche. Me penetro rápido, mi ano estaba dilatado y acostumbrado. Sus golpes de cadera, hacían que la poya de Pedro entrarà mas en mi garganta. No se, el tiempo se paro, todo era placer, yo me corria sin tocarme por primera vez, y deseaba tener la leche de los dos en mi interior, primero fue mi hombre el que regó mi garganta, luego ella mis entrañas. Esa noche me follaron los 2,cada vez por un sitio, yo pedía más, era una perra, y mi ser era de una mujer, echa para proporcionar placer.

Al día siguiente, después de despedirnos de Selena, volvimos a nuestra ciudad. Todo volvía a la normalidad. Pasada una semana, en la cual Pedro no me había tocado, una mañana me dijo que debíamos de ir a hacer unas gestiones. Ya en el coche me indicó donde ir. Llegamos a una urbanización de la perifèria, discreta y apartada. Me hizo seguirle, y llegamos a un chalet. Entramos y me dijo que lo había alquilado para nosotros. En el dormitorio principal, había un ropero enorme, lo abrio, y allí había un arsenal de ropa femenina, maquillaje, lencería, zapatos, joyas....

—Aquí serás Joana...