Soy la perra de mi perro

Esa noche mi novio me dejó insatisfecha, no me pude resistir, mi perro se volvió mi amante.

Toda mujer necesita de una buena penetrada el viernes por la noche. La semana había sido larga y yo apenas me había masturbado dos veces para sacarme el estrés. Mi novio y yo vivimos en casas separadas. Bueno, de hecho, yo vivo en un departamento. Ese viernes salí del trabajo con mi vagina húmeda imaginando como fallaría con mi novio. Estaba deseosa. Para mi desgracia cuando fue a mi departamento me dijo que no podría quedarse esa noche porque le tocaba trabajar como guardia en el bar nocturno de "Afrodita". Fue una gran decepción, pero le mire con mi cara más seductora, mordiendo mis labios y le hablé excitada.

  • ¿Al menos podrías darme una chupada, no? Mirá como estoy...

Y le tomé de la mano y la coloqué en mi entrepierna humedecida. El no pudo resistirse, me arrojó en el sillón del comedor y me bajo las bragas como un animal ansioso por deborarme. Me lambia y yo gemía, lo hacía rápido, de costado... pero abandonó mi placer antes de que pudiera llegar al orgasmo.

El maldito se fue dejándome más caliente que antes. Mi perro presenció toda la escena, y cuando lo vi jadeante, con su larga lengua cayendo de su hocico vino a mi mente una idea alocada... ¿y si me la chupa?

Sabía que existe gente practicando zoofilia, pero nunca se me había ocurrido ser una de ellas. Me le quedé viendo unos segundos mientras debatía si era una locura o una maravillosa idea. Juro que cuando vi su polla roja desenfundada por la excitación que corría en su cuerpo supe que era lo indicado. Ambos estábamos exaltados. Kiko es un joven pastor alemán, apenas un año y dos meses... era un perro virgen. Admito que eso me sedujo aún más.

Empecé a masturbarme un poco viendo su lengua, imaginando cómo me la chuparía, me puse de pie y fui hasta él para que oliera los fluidos de mi vagina en mi mano. Enseguida los lambio, y de un salto fui hasta mi sillón y me abrí de piernas como una bailarina. Él entendió, Kiko se aproximó hacia mi con la punta de su pene sobresalido y empezó a darme lenguetazos en mi vagina.....¡Ahhh, que riicooo!.... se sentía tan bien, tan placentero... mmmm.... su lengua ocupaba toda mi vagina, no dejaba lugar sin probar. Las piernas empezaron a temblarme por la satisfacción que me daba, era poderoso. Me hizo llegar al primer orgasmo en menos de diez minutos. Dejo de haberme y mientras mantenía mis piernas estiradas hacia arriba intentó montarme... yo me asusté y me lo saqué de encima. Una cosa era que me diera placer y otra era dejar que me penetrara. Me lo saqué de encima y lloriqueo. Mis ojos se desviaron directo a su polla. Estaba bastante salida, nunca lo había visto así, era grande.

En ese momento mi mente se nubló absolutamente. Al verle la polla y pensar en lo deseosa que estaba ese día por der penetrada me dejé llevar por mis impulsos e incentive a que mi perro se subiera sobre mí en posición de misionero... enseguida empezó a moverse pero le erró  a mi vagina. Me moví un poco hacia abajo y pude sentir como su punta soltaba sus fluidos, mi corazón se aceleró como nunca me había pasado y excitada como estaba lo arrime hacia mí

¡Ay por dios! Grité, y su enorme miembro entró en mi concha. Empezó a follarme como me merecía, me la metía y sacaba a buen ritmo, llenando mi cuerpo de un placer nunca antes experimentado.

  • Aaaah, siii, mmmm...

Empecé a gemir como la perra que era, aullar haciéndome la loba, SU loba. Sus fluidos entraban en mi concha y los fluidos se derramaba por mi pierna. Entregada al placer empecé a mover mi culo y con mis manos lo sujete del lomo empujándolo hacia mí, para que todo su miembro entrara y .... ¡AAAAAH! Tuve un hermoso orgasmo... su miembro era más grande que el de mi novio. Se notaba más grande y más ancho, acaparaba toda mi vagina.

Era su perra, yo era su perra... me fallaba duro y yo gritaba de placer, envuelta en esta hermosa locura sexual. Mía gritos empezaron a ser ahogados, estaba a punto de tener ni tercer orgasmo cuando sentí en mi vagina como una enorme bola entraba en ella y el éxtasis en mi cuerpo se volvió abismal...

Ese día tuve mi primer experiencia animal. Me volví su perra, fui su hembra en celo. Pero no fue el último día en que lo hice ni fue el único perro con el que he follado.

Tengo muchas más historias, llenas de desenfreno. Si te gustó esta anécdota, apoyarme, hazmelo saber y compartiré más. Tal vez un día me anime a subir un vídeo. ; p