Soy La Mujer del Jefe II
Mi vida de nena sigue en la prisión con muchas sorpresas en mi vida
Mi vida transcurría como nunca la había soñado, pero era maravillosa, estaba enamorada(o) de mi Jefe Negro, era su nena servicial, todo el día era una mujercita que le cocinaba, lavaba su ropa y hasta lo bañaba, esta era una mis ocupaciones favoritas porque siempre terminábamos teniendo sexo en la ducha frentes a sus hombres, que se excitaban y hasta se masturbaban, mientras me taladraba el culo bajo el agua. Casi todos los días teníamos sexo, si él estaba cansado yo le hacía una buena mamada para relajarlo, me tragaba todo su semen, me encantaba andar todo el día con el culo lleno de su simiente. Yo me cuidaba mucho, mi pelo estaba más largo, hacía mucho ejercicio, full depilación, mi dueño me conseguía buenas cremas y perfumes, ropa linda y sexy y maquillaje, para que su perra blanca siempre estuviera hermosa.
Pero no todo era miel sobre hojuelas, las luchas internas eran terribles, además yo me había convertido en la perra blanca más linda y sexy del penal, era uno de los botines más deseados de la prisión.
Los blancos no soportaban que la perra blanca sexy fuera de los negros, la lucha se intensificó, un día cualquiera, estaba a pies pelados, pelo suelo, tanga y baby doll, haciendo la cama, cuando llegaron los blancos, era el jefe con 4 hombres más, casi me morí del susto, me amordazaron, me ataron de pies y manos y me raptaron, me llevaron al galpón de la cárcel, no a sus celdas, yo sabía lo que venía.
Me rompieron las bragas y me dejaron sólo con baby doll, el jefe me hizo hincarme a sus pies, me tomo del pelo y metió toda su verga en mi boca, comenzó a fallármela, yo me ahogaba y comencé a babosear, pero él seguía, hasta que sentía que comenzó a gritar y descargo todo su semen dentro de mi boca, saco su verga de mi boca y la tapo con su mano, mientras me decía trágatela todo perra, me tuve que tragármelo todo, otro me levanto la cola y me dejo en cuatro patitas, como no estaba lubricada sabía que me iba a doler, me monto y me lo enterró todo de un viaje, mi grito creo que lo sintió toda la prisión, me bombeo rápidamente y entre gritos me lleno con su simiente, luego el otro ocupó su lugar y me dio hasta que se vino dentro de mí, estaba llena de semen, me escurría por el culo. El último que era el más joven, me cambio de posición, me puso en la pose del misionero, comenzó a besarme apasionadamente, yo estaba lubricada con el semen de los otros hombres, lo que me hizo más placentero el sexo con él, especialmente porque me trataba con cariño, me bombeaba con más suavidad, besaba mi cuello y metía su lengua entera en mi boca, fue tanto que me empalé, sólo él se dio cuenta, me dijo al oído eyacula conmigo, y así fue, me contuve para no se dieran cuenta, mientras que él se fue entre gritos de placer, me dijo al oído te amo.
En ese momento gritaron los guardias, todos salieron corriendo, él me tomo de un brazo y me ayudo a salir del lugar, me llevó hasta el inicio de la calle de los negros, donde me desmayé.
Desperté en la enfermería, donde el enfermero me dijo te tendrás que quedar varios días antes de volver a tú celda, con una sonrisa, me dijo estás muy rota. Así pasaron tres semanas, ya me sentía bien, trataba de no pensar en todo lo que había ocurrido en mí vida. Volví a mi celda con mi propietario, me recibió con cariño, esa noche no tuvimos sexo, dormí abrasada a él, pero no pude evitar pensar en ese muchacho blanco que me declaró su amor.