Soy La Mujer del Jefe
Llegué a la cárcel más peligrosa de mí país y cumplí mi sueño de ser una hembra deseada y amada
Apenas me desnudé para ir a la ducha pude ver la mirada de lujuria de los otros presos, blanco, totalmente depilado, delgado, tonificado, con mi culo respingado, redondo y duro, mi pelo largo hasta los hombros, todos sabían que quería pene, entonces me siguieron un grupo de hombres blancos que me acorralaron en la ducha, me pusieron contra la pared y me dijeron que me iban hacer su perra, me agarraron el culo y querían besarme, en ese momento llegó el clan más poderoso del penal, los negros, todos desnudos y armados, su jefe les dijo esa perra es nuestra, el jefe de los blancos lo insulto y los escupió en la cara. Realmente los blancos me querían para ellos, estaban dispuestos a enfrentar a los negros para que fuera de ellos.
El jefe de los negros, que medía 1,90 m, musculoso, feo, con un pene que a lo menos medía 20 cm, mientas que el blanco media por lo menos 1,85, era guatón, su pene más pequeño. Se acercó al negro, pero este fue muy rápido y lo acuchilló dos veces en el estómago, todos salieron corriendo, unos de los negros me tomo como si yo fuera una muñeca y me cargó en su hombro, corrieron por los pasillos de la prisión hasta llegar hasta su carreta, me metieron en una celda y me dijeron que me callara, obviamente yo estaba a mil y dispuesta a quedarme callada.
Se sintieron gritos y presos corriendo, los guardias gritando, pero todo quedó en nada, el jefe de los blancos no murió y se quedó callado de todo lo ocurrido.
Yo estaba desnuda, llegó el jefe de los negros, me traía ropa de mujer, me dijo que de ahora en adelante era su perra, su mujer. La ropa que me trajo era un vestido rojo de vinilo mini y una micro tanga roja, zapatos rojos de taco, además me entregó crema y perfume. Yo me dispuse a ponerme esa hermosa ropa, me puse crema, la micro tanga, el vestido y los zapatos, me perfumé y espere al jefe.
Al rato llegó el jefe, venia totalmente desnudo, al verme se sonrío y pude ver su cara de lujuria, tenía un verdadero trofeo por ser el macho alfa, una blanca que iba hacer su perra. Se sentó en la cama y me dijo que le sirviera un trago, él tenía un freezer en su celda, tenía whisky y hielo le serví su trago, entonces me dijo chúpamelo, me incline frente a él y comencé a masturbarlo, hasta que estuvo totalmente duro, le bese su cabeza y me lo tragué entero, se lo chupe, lo lamí, le chupe sus testículos, al principio no me gustó su sabor, pero pronto estaba a mil, estaba loca con esa verga, la amaba. Me levantó y me bajo las bragas, me mantuvo el vestido. Él se paró, saco de un mueble lubricante, sabes cuantos culos este negro rompía en la cárcel, me dio vuelta, me inclino y comenzó a untarme el lubricante en el culo, metió su tremendo dedo dentro de mi estrecho culo y comenzó a girarlo para soltarme, al principio fue doloroso, pero pronto comenzó a gustarme, me empale con mi pequeño pene. Cuando sintió que estaba lista, me día vuelta, me subió el vestido hasta la cintura y me tiro sobre la cama, me levantó las pierna, pudo ver mi pene totalmente erecto, me dijo te gusta perra, estas a mil, se inclinó sobre mí, tomo su pene con su mano y me la puso en la entrada de mi ano, comenzó a penetrarme, era muy grande para mi estrecho culo, pero con lubricante comenzó a entrar, yo respiré profundo y recibí en mi interior a mi macho, me lo metió enteró, su cuerpo entero se inclinó sobre mí, estábamos en la pose del misionero, yo abrí mis piernas totalmente, su peso, su pene me tenían totalmente abierta, su boca busco la mía y yo la recibí con ganas, abrí mis labios y deje que su lengua se metiera entera en mi boca y jugara con mí lengua, cuando sintió que yo estaba acostumbrada y el dolor había disminuido, comenzó su mete y saca, primero suave, luego fuerte y luego muy fuerte, yo comencé a gritar, creo que toda la prisión podía sentir como ese negro follaba a su hombre mujer perra en su celda, me estaba partiendo el culo, su lengua dentro de mi boca, su tremendo peso sobre mí, mis pierna ya no podían abrirse más, su verga llegaba hasta mi próstata, estaba loca, comenzó a dar verdaderos bramidos, me apretó contra él, su lengua se introdujo hasta mi garganta, cuando sentí su tremenda explosión dentro de mí, al mismo tiempo que yo eyaculaba, sentí cuando este macho negro me hizo su hembra, realmente en ese momento lo amé. Se separó de mí, yo quedé con las piernas abierta, no podía moverme mucho, desde mí culo escurría el semen de mi dueño.