Soy la hija de adolfo míguez

Llevo toda mi vida viviendo en el mundo de la noche. Mi padre es el dueño del local más conocido de la ciudad. Y soy la niña bonita de todos sus amigos.

Me llamo África, he vivido desde los 5 años en un mundo de hombres; rodeada de sexo, drogas y alcohol desde los 15; y ahora, con 20 tengo a todos los amigos de mi padre (dueños de los mejores locales de la ciudad) comiendo de mi mano. Todos tienen hijos menos mi padre, que me tuvo a mi; la niña bonita.

Mi padre me ha pedido que pase esta noche en el local, ya que sabe de buena tinta que harán alguna redada y no quiere que me pillen en medio. Llevo pasando drogas blandas desde mis 18 a las celebrities de esta puta ciudad. Y es mejor que hoy me quede tranquilita, ya que es seguro que no pasarán por aquí.

Aún así, eso no quiere decir que no me lo vaya a pasar bien. Me pongo una falda de vuelo, una camiseta corta y unos tacones de escándalo, con unas medias por encima de la rodilla. Dejo mi melena negra suelta y hago que mis pestañas se dupliquen para resaltar mis ojos verdes. Bajo las escaleras y allí está André, el portero del bar que me acompañará, por si acaso.

01:30

Es la 01:30 y la pista está llena. Estoy en los reservados y puedo ver desde la cristalera (tintada para que los de fuera no puedan vernos) como el local funciona igual que todos estos años. Llegan dos chicos a la zona VIP y se sientan en la mesa contigua a la mía, tan solo estamos nosotros en los sillones, el resto de la gente baila en la pequeña pista del piso superior.

-Guapa, ¿no te aburres ahí solita? –pregunta el más alto, rapado y con unos ojos marrones bastante destacables.

-Aunque no lo parezca, siempre estoy acompañada- replico casi sin inmutarme. Escucho como se cambia de sillón para sentarse en frente del  mío, acaba de llegar la novia de su amigo. –En mi casa suele preguntarse si puedes sentarte.

-Es que estaba seguro de que lo estabas deseando –dice mirándome con lujuria.

-Yo no estaría tan segura… -digo manteniendo la vista en la cristalera.

-Bueno, eso se puede arreglar –y coloca su mano en mi rodilla.

-No me toques.

-¿O qué?

-O te estampo contra el cristal. Y si eso no es suficiente estoy segura de que los porteros me echarán una mano. –Digo mirándolo por primera vez a los ojos.

-No deberías creerte tan importante. Esos fuertotes están demasiado ocupados ahí abajo. – dice mientras coloca sus codos en las rodillas para apoyar su cabeza en las manos.

-Compruébalo si quieres –después de eso continuamos nuestra conversación, un toma y daca.

Un chico se acercó a mí para pedirme chocolate, y cuando le dije que hoy no vendía me agarró la muñeca. Tan solo tuve que llamar a André para que lo echase del local con un regalito de despedida.

-Te dije que soy intocable, aquí tienes tu demostración –el rapado asintió algo sorprendido. –Aunque intocable no significa que no folle- dije casi en un susurro acercándome a su boca.

-¿Y qué me dirías si te ofrezco ir a mi casa a tomarnos la última?

05:00

Después de haberme hecho de rogar para disfrutar de su seducción acabamos en su piso. Le pregunté si podría sacarme los tacones y el no puso ninguna objeción. Me quedé en mi metro sesenta y cinco. Me senté en un sofá blanco mientras él preparaba unas copas. En cuanto llegó y dejó las copas en la mesa se sentó a mi lado. Seguimos con el juego de seducción un tiempo hasta que me pegué a él para besarle.

Dejé un tímido beso en sus labios y sonreí. Él tenía los ojos cerrados y emitió un rugido a modo de queja por mi casto contacto.

-Shhh. No tengas prisa. Tenemos que ir despacio. Ya sabes, si me tocas André acabará contigo, estoy más que segura de que nos ha seguido hasta aquí.

Cogí su mano y la puse en mi cintura, y volví a acercarme a sus labios. Abrió los ojos mientras yo me sacaba las medias despacio y acarició mis piernas tímidamente. Luego subió su mano hasta mi cintura otra vez y la coló por debajo de la camiseta. Acarició suavemente mi espalda y se detuvo en el contorno de mi sujetador. Me acercó a él y acabé sentada encima de su regazo. Pude sentir como su miembro se encendía al contacto con mis muslos desnudos.

Acaricié su cara con ambas manos y le besé. Primero despacio, luego rápido, el fervor de mi sangre no me dejaba pensar. Empecé a acariciar su dorso, sus músculos bien trabajados y sus pezones. De repente toda nuestra ropa había desaparecido y yo ardía en ansia de placer. Me cogió en brazos y me llevó al dormitorio.

No le dejé tiempo a reaccionar y volví a ponerme encima de él. Notaba el roce de su polla con mi clítoris y no podía evitar algún gemido entre besos. Seguimos con el vaivén de caderas durante un buen rato hasta que bajé a conocer a su polla.

Estaba depilado, y aunque no era muy grande si que la tenía gorda. Eso hizo que me mojase aún más. Dí un largo lametazo a su polla y empecé a metérmela en la boca poco a poco mientras le pajeaba con la mano. El me pidió que me pusieses a cuatro encima de él para hacer un 69, y no me opuse. A duras penas podía evitar gemir con sus lametazos mientras me comía su dureza. Estaba tan duro como yo mojada. Cada vez que me la mentía en la boca sentía sus jadeos, y en cuando tocaba mi garganta sentía como omitía un gemido.

Lo mismo me pasaba a mí cuando él lamía mi clítoris a la vez que metía sus dedos en mi vagina. Sentía un maremoto de placer, una vez empezó a comerme muy rápido  y acompasó sus dedos con su lengua, no pude evitar correrme en su cara. Cosa que él agradeció.

-No sabes cómo me pones al mover así tus caderas. Y  tu coño está tan rico, y tan suave.

Mientras hablaba yo ya estaba encima de él, preparada para que me la metiese. La metí rápido y sentí como los músculos de mi vagina se dilataban para dejarla entrar. Solté un gritito, y el sacó una sonrisa.

Empezamos a movernos muy rápido compenetrados totalmente, mientras nos besábamos entre gemidos y palabras de placer.

Me puse a cuatro y le mostré mi culo para que me lo agarrase mientras me follaba. Metió su polla gorda y dura en mi coño a la vez que me azotaba. Empecé a sentir como iba a correrme con él dentro y no pude evitar gritar al sentir como los espasmos de placer llegaban. Me arrodillé y empecé a mamarle la polla muy rápido. Él puso su mano en mi cabeza y me folló la boca. Se corrió en mi garganta al poco tiempo, y yo disfruté de su sabor. Relamiéndome los labios.

-Ha sido un placer- dije nada más vestirme y desparecer por la puerta. Sin embargo el que estaba esperándome no era André sino Ricky. Pero eso ya es otra historia.