Soy la esclava de la mujer de la limpieza
Como me convertí en la amante, la esclava, la perrita y el juguete de la señora de la limpieza de mi oficina, y más tarde de su marido.
Me llamo Laura y tengo 29 años. Soy una chica muy normal, no me gusta destacar y visto discretamente, aunque cuido mi vestuario para ir a trabajar, poniendome algo formal. Tengo el pelo castaño oscuro en media melena y la piel morena. Y soy heterosexual, al menos eso creo, la única mujer con la que me he sentido así es con ella, con Carmen. Con la guarra de Carmen.
Ella es mucho mayor que yo, tiene 50 y tantos, y solo de pensar en como suena ya me da cosa contarlo... y a la vez me pone terriblemente cachonda. ¿Estaré acaso loca?
Ella siempre viste las batas típicas de limpiadora y no se arregla mucho para trabajar, va más bien desaliñada. Viene con el pelo rizado algo revuelto, que por cierto le empieza a clarear, hasta se le ve el cuero cabelludo cuando te fijas. De joven debió ser guapa, y debía tener buen cuerpo. Aún tiene el pecho firme y la bata se lo marca, aunque tiene las caderas ya muy anchas. Los ojos muy negros y su tez morena resaltan el blanco de sus dientes, esos que enseña cuando se divierte conmigo.
Pero voy ya a empezar a contar como empezaron los acontecimientos que han dado un giro a mi vida.
Nunca habíamos tenido conversaciones más largas que la cháchara normal a la hora del café: que si el tiempo, que si algo de un programa de la tele... Sólo alguna vez hablábamos algo más sobre mi familia ya que conoce a mis padres y tíos.
Hasta que un día, la sorprendí... ¡mirándome las tetas! Era un día de verano y yo había entrado en la oficina hacía un rato. Estaba contestando correos y ni me daba cuenta de que ella limpiaba por mi mesa. Al girarme a coger un papel la miré y... ¡estaba con la cabeza vuelta hacia mí, mirándome el pecho a un par de palmos! Cuando la miré siguió limpiando como si nada sonriendo, y dijo que enseguida acababa mi mesa. Se dió la vuelta y yo miré mi escote a ver si llevaba algo suelto, o manchado, no se... pero lo que pasó es que me dí cuenta de que tenía los pezones marcándose claramente en mi camisa blanca. No me daba cuenta pero el aire acondicionado estaba muy bajo y se me habían hinchado los pezones un montón. Por eso ella me miraba. Me dió corte, pero porque me podía haber visto algún compañero, no porque pensase que ella tuviese ningún interés en mi anatomía.
Bueno, no quería ponerme más ropa encima porque hacía calor, además en mi mesa no tenía a otros cerca que me fuesen a ver, así que pensé que ya se me bajaría y si no da igual porque cuando saliese sí me pondría la chaquetilla. Así que seguí trabajando.
Pero el caso es que ¡ella segía mirándome! no me hubiese dado cuenta si no es porque el fondo de pantalla que tenía puesto en el ordenador era oscuro y veía el reflejo de ella limpiando, y me daba cuenta de que cuando ella pasaba la fregona por detrás de mí, levantaba la cabeza y miraba sobre mi hombro hacia mi escote. Yo estaba mosqueadísima con el tema, me extrañaba que otra mujer, tan mayor y que conocía estuviese mirandome el pecho, por mucho que se me marcasen los pezones. Intentaba ignorarla, pero no me podía quitar de la cabeza la situación.
Y para colmo, me pidió que me levantase para poder fregar en el sitio donde me siento. ¡qué le iba a decir! me puse de pie y aparté la silla mientras ella empezaba a pasar la fregona, y apoyé el trasero sobre la mesa, esperando a que acabase. Se agachaba para empujar bien el palo, y entonces me dí cuenta de que ella llevaba desabrochados los primeros botones de la fea bata de limpiadora. Pensé que debía tener calor, aunque ahora no sé si no lo hizo aposta... el caso es que nunca me había fijado en la cantidad de pecho que tenía, pero estaba dandole tantos meneos a la fregona que se le bamboleaban y apretaban contra el pico del escote, mientras la cadena de oro le daba golpecitos. Entonces ella me miró, y advirtió durante un instante que le miraba. Yo no tenía interés cuando la miraba, no sé, era por que ella me había mirado, y porque estaba desabrochada... pero no se que pensaría ella. Me sentí violenta.
Ella acabó de limpiar y antes de que me sentase empezó a darme conversación "mientras se secaba el suelo". Me preguntó por mis padres, por mis tíos... ¡pero de vez en cuando me miraba otra vez el pecho! ¡y yo seguía con los pezones como piedras!
Me estaba poniendo roja por la situación... quería disimular y actuar normal para quitarle hierro a la situación mientras hablaba, pero notaba mis pezones contra la camisa mientras hablaba y veía sus pupilas bajar y subir de mi cara hasta ellos... me costó algún tartamudeo el continuar hablando y respondiendo a sus preguntas sobre mi parentela, mientras ella sonreía con esos dientes... ¿no se daba cuenta? ¿se divertía con la situación? ¿o se reía de mi?
Al final el suelo se secó y pude sentarme de nuevo y ponerme a trabajar. Ella se fué. Me relajé, y pude notar entonces cómo mi corazón latía más deprisa. Me había puesto muy nerviosa.
Al final de la jornada, me fuí a casa pero le dí vueltas a la cabeza durante todo el día, hasta cuando me acosté. Me había violentado, pero me había hecho sentir deseada. Incluso me acaricié un poco antes de dormirme.
Al día siguiente volví a la oficina como siempre, preguntándome si la cosa iba a continuar. Por si acaso, al llegar subí la temperatura del aire acondicionado. Pero a la hora de siempre, Carmen volvió a limpiar la oficina. Y lo primero que hizo la muy guarra es decir ¡buf, que calor! y bajar la temperatura. Yo no quise quejarme, pero ya me preparé para vigilar si me miraba. No sé si quería que lo hiciese o no... Carmen empezó a limpiar las mesas y dejó la mía para el final. Cuando me llegó el turno, ya podía notar mis pitones contra la camisa.
Me dió los buenos días con una sonrisa, y solo al verla ya empecé a ponerme colorada. Ella debio darse cuenta porque no dejó de sonreír todo el rato, pero no me miraba el pecho. No podía sospechar lo que me iba a hacer... ¡empujó mi vaso de café y lo desparramó por encima de mi camisa y mi falda! Dí un salto y me miré: ¡joder, que mancha! ¡todo el conjunto! Ella dijo ¡huyyy lo siento Lauri, tranquila que lo arreglamos en u nmomento!, me cogió del brazo y me llevó hasta el cuarto de baño.
Encendió las luces y una vez dentro, echó el cerrojo. Me dijo "quítate la ropa que la lavamos en un momento". Me quedé parada un momento, pero ella abrió el grifo y con una de sus sonrisas me dijo "venga, ¡que se va a secar la mancha!".
Me desabotoné la camisa mientras ella no dejaba de mirarme. Toda roja y apretando los labios, me la quité y se la dí. Ella me dijo "entiendo que estés enfadada. ¡Perdoname!"
Parece que creía que mi cara era de enfado, así que me esforcé en sonreír y decirle "no pasa nada, gracias por ayudarme". Mientras metía la camisa en el agua que llenaba la piqueta, me miró y me dijo "dame la falda, corre, que lo lavo todo junto". Me desabroché y quité la falda y se la dí, y ella me la quitó de las manos rápido para meterla en el agua.
Me había quedado sólo con el sostén, las bragas, las medias y los zapatos, todo negro. Medio desnuda en mi oficina, Y ahí estaba de pie en el lavabo, mientras Carmen estrujaba mi ropa mojada. Que situación...
El aire acondicionado tambien tenía una salida en el cuartito de baño, y yo en paños menores sufría los efectos: mis pezones se declaraban claramente en el sostén como dos dedales.
Carmen dejó mi ropa en remojo y se sentó en la taza del wc. Me miró y dijo "¡huy! creo que me llega un mensaje". Yo no había oído nada... pero ella sacó el movil con naturalidad, lo abrió y empezó a tocar botones... el caso es que oí el sonido del obturador de la cámara del aparato.
Me quedé de piedra. ¿me había hecho una foto? ¡Dios! Si fuese así, ¿para que la querría? Pero no me atreví a decir nada. ¿y si me equivocaba, que pensaría ella? Conocía a mis padres...
Tecleó un poco más y dijo "era mi marido, ya le he contestado", y me mostro la pantalla: mensaje saliente... ¡mensaje MMS saliente! ¡LE HABIA MANDADO MI FOTO!
Carmen me miraba con su sonrisa malvada mientras yo me quedaba con la boca abierta, sin saber qué decir... pero antes de que pudiese reaccionar, se puso de pie, cogió mi camisa del agua y diciendo "ahora a secar" la puso sobre un radiador.
"Esto tardará un rato en secarse y no puedes salir así, que vestida tan guapa y con lo que has crecido" -dijo mirándome las tetas y señalándolas con la cabeza- "tus compañeros se te echarían encima". Yo ya estaba como un tomate de roja, sintiéndome indefensa.
"¿Me harías un favor mientras esperas?"
"Sí, claro. ¿que?" (Hubiese hecho cualquier cosa para terminar con ese momento)
"Mira, tengo que fregar el suelo del baño. Lo hago con la fregona, pero por alrededor de la taza no llego y me he de agachar. Tengo la espalda y las rodillas tocadas, ¿te importa limpiarlo tú mientras yo te limpio la mancha de la falda?"
"Ah... bueno... no se si..."
"Tranquila que es muy fácil y es poca superficie. Toma este trapo, mójalo en la pica y frota por ahí"
Me dió el trapo sonriendo. Lo cogí, mojé y me agaché para limpiar. Me daba un poco de asco, pero quería acabar ya, que Carmen me limpiase la falda, vestirme e irme a sentar. El corazón me iba a 100 por hora.
"La falda ya está, la pongo a secar... pero tu sigue cariño, que yo mientras paso la fregona por el resto, que para eso no me he de agachar. ¡No te dejes la parte de atrás!"
"Pero Carmen, es que atrás casi no llego"
"¡Claro que sí niña! Pon las rodillas en el suelo y estírate que llegarás"
Bueno, no me había dicho "ponte a 4 patas y friega" pero eso era lo que me estaba pidiendo. Resignada, me arrodillé sobre las baldosas esperando no romper las medias y a 4 patas empecé a frotar la parte de atrás, agachando la cabeza para no darme contra la taza. Eso me hacía estar en una posición tan forzada que los pechos casi me tocaban el suelo mientras mi culo apuntaba hacia Carmen. No quería ni pensar cómo me estaría mirando, si era cierto que se interesaba por mí. Menos mal que no podía ver su cara...
Empecé a escuchar cómo pasaba la fregona alrededor de mí. Sólo el pequeño espacio bajo mi cuerpo estaba sin fregar. Pero entonces colocó la fregona entre mis zapatitos, y empujando hacia dentro me dijo "ojo Lauri, aparta las piernas que frego debajo de ti". Las estaba apartando cuando noté el contacto del palo de la escoba contra mis muslos, sus moviemientos de mocho me forzaban a separar las piernas. ¡que cuadro! yo a 4 patas y separando las piernas, ofreciendo mi trasero y sin poder mirarla. Ella tenía todo el control. Sólo esperaba que la fregona no me tocase los pechos ¡que asco!, mientras casi deseaba que el palo que me acariciaba los muslos me acariciase más arriba...
Cuando el mocho estaba casi quieto justo bajo mi cintura, dije "aquí está muy agarrado" y empecé a frotar frenéticamente el suelo, moviendo el culito hacia el palo. Al fin pude sentir su roce contra mis labios a través de la braguita, que se mojó inmediatamente fruto del contacto...
"¿PERO QUE ESTOY HACIENDO?" Pensé. "¡Estoy loca o qué!"
Cabreada conmigo misma y con mi líbido inesperadamente desatada, me bloqueé e intenté levantarme de golpe para acabar con todo, vestirme como fuera o, o... no sé...
Con tanto ímpetu lo hice, y tan precipitadamente, que no me dí cuenta de que el cubo de fregar estaba sobre la taza del WC, y de lo rápido que me levanté lo hice saltar, salpicando abundantemente todo mi cuerpo y el de Carmen de cintura para arriba. Qué horror.
Me quedé petrificada, con todo el sostén empapado y el agua bajando por mi estómago, mientras que Carmen, que se había mojado toda la parte de delante de la bata, soltaba la fregona para coger el cubo rápidamente y ponerlo de pie para que no se acabara de caer.
¡Pero bueno niña! ¡La que has armado! ¡ya puedo volver a fregar! Dijo de mala leche
¡Lo siento lo siento lo siento...!
Pasados unos segundos, su cara volvió a lucir una sonrisa, a mi parecer mas cínica:
"Bueno, bueno, tranquila Lauri, que esto se arregla también... y sólo es agua. Quítate el sostén y las braguitas que las remojamos y las ponemos a secar... Y como son poca tela se secarán rápido" -dijo mientras se quitaba la bata. No llevaba debajo más que una brajas y un sostén... ¡que era transparente! ¡vaya con Carmen! ¿asi vestía bajo la bata mientras trabajaba? Podía ver unos pechos muy generososo, con unas areolas enormes, llenas de bultos, y unos pezones redondos como avellanas.
"Yo he tenido más suerte que tú y sólo me he mojado la bata de faena, que me da igual que esté sucia, la echo a lavar todos los días. Aunque la ropa interior también la llevo muy gastada y ligera, para ir fresca. Anda Laura quítate eso que te vas a enfriar, y además te has de lavar que ese agua está sucia que da asco"
Tenía razón. La ropa interior mojada y el aire acondicionado me empezaban a poner la carne de gallina. Y ya no me cubrían casi pues se me veía todo a través de la tela empapada.
Con un suspiro, me quité el sostén y lo eché al agua. Sin atreverme a mirarla a la cara, pero adivinando su expresión, me bajé las braguitas, me las quité y las puse en remojo.
Sólo con las medias, mis zapatos y empapada de agua sucia. Mientras Carmen frotaba, yo me mojaba las manos y me frotaba los hombros, los pechos... me miraba al espejo y podía ver perfectamente cómo Carmen me miraba lavarme. Al frotarme me noté los pezones como piedras.
Cuando me limpiaba el vientre, trasero, y muslos, Carmen me miró fijamente a la rajita y me dijo "vaya, qué arreglado llevais el pelo las jóvenes ahora". Me había hecho las ingles esa misma semana y como era verano mi rajita estaba perfectamente recortada con una estrecha franja de pelo.
- "Yo nunca lo he llevado así, cuando yo era joven no se hacían estas cosas. Seguro que a mi marido le gustaría" -decía, mientras con descaro me metía una mano entre los muslos para separar un poco mis piernas desde la zona cubierta por las medias- "aunque claro que no le haría tanta gracia si lo viese en mí que en una chica joven y guapa como tú" -se reía
Yo no sabía si reirle las gracias para aligerar mi tensión, o poner mala cara... me limité a apoyarme contra puerta y mirar hacia el techo. Desnuda delante de Carmen...
Para empeorar las cosas, ella dijo "uf, me entran ganas de mear, bueno, ya que estamos"... y delante de mí no dudó en bajarse las bragas hasta los tobillos y sentarse en el wc. Yo, muerta de la vergüenza, esta vez la ajena además de la propia, volví a dirigir al techo mi mirada mientras enrojecía de nuevo.
- "Mira, ¿ves?, ¡yo lo llevo el coño todo al natural!"
Miré un segundo hacia ella, que sonriéndome se abrió de piernas en el wc para mostrarme su vagina. Efectivamente tenía abajo un pelo rizado y abundante, pero que no ocultaba sus labios. En cuanto la miré, ella empezó a mear, y ví salir el chorro dorado. La miré a la cara, que estaba poniendo de felicidad y diversión, y después miré al suelo.
Sin dejar de mear, alargó la mano hacia el móvil, lo cogió y dijo "voy a escribir una cosa a mi marido". Antes de que yo me diese cuenta de la jugada (como para pensar mucho estaba yo) oí de nuevo la cámara del movil. ¡Vaya foto debió hacer! Yo de cuerpo entero, apoyando la espalda contra la puerta, con todo mi cuerpo desnudo a excepción de medias y zapatos, mis pezones erectos y mi rajita recortada.
Al momento sonó el ruido de mensaje enviado. Poco texto debió escribir esta vez, la cabrona...
Ya me había adelantado hacia ella agachándome con intención de ver en la pantalla del móvil si se lo había vuelto a enviar a su marido, o a quién coño se lo enviaba, cuando ella estuvo como siempre rápida de reflejos:
- "Anda que cadena más bonita llevas" -dijo, echándome mano a la cadenita de oro que llevo en el cuello- "a ver, a ver..."
Estirando de la cadena me hizo doblar la cintura, dejando mi pecho a la altura de sus ojos y mi boca muy cerca de su frente. Casi perdí el equilibrio, y me tuve que agarrar del colgador de papel con una mano mientras separaba las piernas. Ella hacía como que examinaba mi cadenita mientras me miraba los pechos colgar, y detrás, mi raja. Y mientras, había acabado de orinar pero no se había limpiado. Me estaba puteando y bien.
Me soltó de golpe, se incorporó antes de que yo me moviese y con la raja delante de mi cara me dijo "dame papel, que tienes el rollo agarrado". Corté un trozo mientras miraba de soslayo cómo se subía las bragas hasta las rodillas y se lo dí antes de incorporarme. Carmen se limpió abriendo las piernas sin recato ninguno y tiró el papel a la taza.
Se subió las bragas, se puso la bata y mientras se abrochaba me dijo "bueno yo tengo que seguir que tengo mucho que limpiar, cuando esté la ropa seca vístete y ¡a trabajar!"
Cogió el movil y salió sonriendo, dejándome sola, desnuda, empitonada, con el corazón latiendo muy deprisa y mil preguntas que hacerme...
¿Como seguirá la historia? ¿Dónde irá la relación entre la joven tímida y la madura pervertida? ¿Que pasará con las fotos del móvil?
Se agradecen comentarios, críticas y sugerencias. Y quien se atreva, es libre de escribirme... siempre estoy dispuesto a fantasear por chat, msn o teléfono.