Soy la esclava de la mujer de la limpieza 4

En casa de la madura mujer de la limpieza de mi oficina, me convierto en el juguete de ella y de su marido. A él le da morbo usar a una jovencita sumisa y hacer cornuda a su mujer en su cara.

-Cuarta parte-

En la cocina, tiré los envoltorios a la basura. Después me saqué despacio el pañuelo de la boca. Estaba lleno de fluidos: semen, flujos, babas... Me arrodillé frente al cubo de la basura y lo retorcí para escurrirlo.  Antes de tirarlo, lo mojé con agua del grifo  para limpiarme. Me froté los pechos y el vientre para limpiarme el semen, y necesité escurrir el pañuelo un par de veces de tanta cantidad que Jenaro me había dejado. Tuve que quitarme el maltrecho sostén, que estaba tan pringado que tiré directamente. Después limpie los flujos que encharcaban mis muslos y pubis con el pañuelo. No me atreví a frotarme la raja por miedo a quedarme embarazada con los restos de semen de semejante cabrón, así que tiré el pañuelo a la basura, me lavé las manos y me limpié con papel de cocina y agua. Estaba desnuda, a excepción de las medias y del collar.

Cuando entré en el salón, Jenaro se había desnudado completamente, y Carmen frotaba su pecho y su barriga con la colonia cara que yo le había regalado. Al llegar hasta ellos ví que su pene flácido descansaba sobre el sofá, en una gran mancha de semen. Aún resoplaba con los ojos entornados.

Carmen, que seguía completamente vestida, me miró de arriba abajo

  • Te has limpiado la lefa de mi marido.

  • Sí, y me ha costado. Estaba empapada.

  • ¿Te he dado yo permiso para limpiarte la lefa de mi marido?

  • … eh....

  • Jenaro es un macho ibérico. ¿Entiendes? Su semen vale como el de un toro bravo. -decía acariciando suavemente el pene de su marido- ¿Qué has hecho con él?

  • Lo... lo he escurrido todo en la basura.

  • ¡Malcriada! No sabes lo que valen las cosas. Además no has sabido ni limpiarte, aún hueles. Ven aquí.

Carmen me cogió de un muslo y me acerco, dejándome de pie desnuda frente a Jenaro, tan cerca que mis medias rozaban sus rodillas. Se echó colonia en las manos y empezó a frotarme la cara, el cuello, los pechos, el vientre... mi piel brillaba al reflejo de la lámpara. Me hizo separar las piernas para frotar el “51” de vello recortado en mi pubis. Jenaro miraba la operación. Pude ver como su pene volvía a crecer lentamente, hasta que Carmen me hizo darme la vuelta para frotarme el trasero. Me magreó a placer y después me giró para mirarles de nuevo.

  • Esto ya está mejor. Pero has ido a la cocina y has vuelto de vacío. ¿No sabes traernos de beber?

  • Sí. ¿Que traigo?

  • Trae el champán que está en la nevera y 3 copas.

  • Sí señora.

Volví a la cocina y saqué el champán. Lo dejé sobre una bandeja que estaba en la encimera, y me puse a buscar las copas. Las encontré en una estantería alta. Al darme la vuelta, ví que Carmen me miraba desde la puerta.

  • Ya tengo las copas y el champán.

  • ¿Que es eso?

Carmen señalaba el suelo frente al grifo. Había pequeños charcos de agua gotas de otros líquidos.

  • Eso... bueno, es de cuando me he estado limpiando antes.

  • ¿Y dejas nuestro suelo así? ¿Tú que clase de invitada eres, niña?

  • Lo siento Carmen, ya lo limpio.

Dejé las copas sobre la bandeja y cogí el rollo de papel de cocina. Me agaché para secar todos los restos del suelo.

  • No seas vaga y límpalo como es debido. Toma esta bayeta y frota.

  • Sí Carmen

  • Ni Carmen ni leches. Llámame señora. A ver si tratándote como a una criada se te quita esa actitud de niñata.

  • Sí señora -decía mientras frotaba el suelo con la bayeta húmeda.

  • Y quiero que lo hagas bien, esfuérzate. Ponte a cuatro patas y límpiame el suelo.

  • Sí señora.

A Carmen le apetecía putearme como lo hizo en el baño de la oficina. Me puse a de rodillas, y empecé a restregar fuerte a 4 patas. Desnuda, mis pechos se movían. Carmen me observaba con los ojos brillantes. Estaba visto que le ponía cachonda putear a una jovencita, obligándole a hacer el que es su trabajo diario como limpiadora de una manera humillante.

  • Vamos fregona, ¡dale fuerte! Quiero ver cómo brilla

  • Sí señora

Las palabras salían de su boca arrastrándose. Estaba excitada puteándome. Yo también. Notaba la tira de  látex de mis medias tensa contra mi piel al moverme, y los pezones endurecerse. Empecé a mojarme. La miré de reojo y vi que se había metido una mano bajo el escote y se estaba tocando un pecho. Eso me encendió más, y me puse a fregar con las piernas abiertas y arqueando la espalda, para que viera mi rajita. Me puse tan cachonda que notaba mis flujos colgar.

Llegué fregando así hasta la esquina. Me alcé un poco para quedarme de rodillas y me dí la vuelta. Jenaro estaba de pie junto a Carmen, desnudo y mirándome. Ni me había dado cuenta, tan cachonda como estaba. Con un brazo rodeaba a su mujer y le cogía un pecho. Su polla ya tenía un buen tamaño. Sonreí y dije:

  • Ya he acabado, señora

  • De eso nada, Laura. Has ido dejando un reguero detrás de tí. Límpiate la raja, y vuelve a ponerte a cuatro patas ahora mismo.

Era verdad. Me sequé los colgajos de mi sexo con papel de cocina y volví a agacharme. Tiré los papeles a la basura y cogí la bayeta. Caminé como una perra hacia la pareja, limpiando mis propios fluidos. Jenaro me miraba las tetas y magreaba las de su mujer. Al llegar delante de ellos, me interrumpió.

  • Joder Carmen, no te pases tanto con Laurita, que es nuestra invitada.

  • Necesita aprender a limpiar las cosas, que esta juventud está muy mal.

  • Yo creo que ya ha aprendido bastante por hoy. Venga Laura, ponte de pie.

Me puse de pie con la bayeta empapada en la mano

  • ¿Verdad que has aprendido, Laura?

  • Sí Jenaro y Carmen, he aprendido a limpiar bien vuestra suelo si lo mancho. -dije sonriendo-

  • Buena chica. Anda, escurre la bayeta y tírala que está asquerosa de flujo de perrita.

  • Sí Jenaro. Y de paso os limpio la encimera.

Escurrí la bayeta en el fregadero mientras me miraban. La mojé y froté la mesa. Mi culo se movía delante de ellos. Jenaro se separó de Carmen y se puso detrás de mí. Me abrazó desde atrás, rodeándome con sus brazos. Podía notar su capullo rozándome el trasero.

  • Mmm Carmen, ¡esta chica es un encanto! Mira cómo lo limpia todo

  • Gracias -dije sonriendo-

  • No sé Jenaro, ensucia más que limpia.

  • ¡Tú y tu obsesión por la limpieza! No le hagas caso Laurita, dame un besito.

Me dió la vuelta y cogiéndome de la cintura me dió un piquito. Pero el contacto de mi piel tersa y oliendo a colonia le excitaban. Me apretó más hacia sí, y pronto tu pene rozó el escaso vello púbico que Carmen me había dejado. Empezó a besarme los labios, y terminó metiéndome toda la lengua, que acepté sumisamente. Estaba enrollándose descaradamente con una chavala delante de su mujer.

Me cogió el trasero y lo apretó. Su pene crecía y lo notaba palpitar contra los labios de mi rajita, que ya estaban mojándole el capullo.

  • Bueno Jenaro, ¡deja ya a Laurita, que la vas a hacer sonrojar!

Carmen le interrumpió, cogiéndole de la cintura y atrayéndole hacia sí. Jenaro se resistió un poco pero dió dos pasos atrás junto a su mujer, sin dejar de mirarme. Un fino hilo de flujos colgó por un momento entre su capullo y mi vulva. Joder, ese Jenaro hubiese sido capaz de follarme sobre la encimera, a pelo y delante de su mujer.

  • Laurita es muy tímida ¿Cómo le das esos besos? ¿No ves que es muy jovencita y tú estás hecho un abuelo?

  • No, si era un besito cariñoso de nada, como es tan maja -sonreía como un cabrón-

  • Anda, no le hagas incomodar. Vamos al salón. Laura, coge tu la bandeja

Cogí la bandeja con el champán y las copas y caminé hacia el salón. La situación, para mí era morbosísima: un momento me estaban humillando y tratando como a una puta y al siguiente me hablaban cariñosamente y me trataban como a una joven conocida del pueblo. Y todavía no había podido correrme. Todo mi cuerpo palpitaba.

Carmen y Jenaro me seguían de la mano. Me aseguré de mover bien el culo para que lo viesen. En el salón, coloqué la bandeja sobre la mesita mientras ellos se sentaban en el sofá. De pié, me incliné y comencé a llenar las copas mientras ellos miraban mis pechos.

  • Siéntate entre nosotros Laura, que vamos a poner la tele.

Me senté entre ellos y cogí una copa. Dí unos sorbos mientras pensaba que por suerte Jenaro se había sentado en el mismo sitio de antes, porque no me gustaría haber tenido que sentarme sobre la mancha de semen. En la pantalla se veía un programa del corazón. Carmen cambiaba de canal, buscando el del reproductor multimedia.

  • Voy a poner el vídeo de nuestra boda.

Comenzó el vídeo de su boda, que se veía bastante mal porque era una grabación vieja. Hablábamos como en una reunión normal: ellos nombraban a la gente del pueblo que aparecía y me preguntaban si los conocía. Algunos eran familiares míos. La situación era extraña: lo que normalmente sería algo aburrido, era me parecía muy morbosa: los tres en el mismo sofá, Carmen vestida, Jenaro totalmente desnudo y yo... vestida como una puta.

Al acabar el vídeo, Jenaro cogió el mando.

  • Ahora voy a poner un vídeo que me encanta, Carmen

  • Pon lo que quieras cariño, que para eso es tu cumpleaños.

Jenaro se movió con torpeza entre las carpetas, hasta entrar en una llamada “porno”. Había montones de películas en ella.

  • Laura, ¿te importa que ponga una película “fuerte”? Como eres jovencita igual te da corte.

  • … N-no Jenaro, pon lo que quieras. Estoy en vuestra casa.

  • Gracias

Seleccionó una carpeta que ponía “Laura”. Uffff....

  • Ya verás Laura, en esta película sale Carmen con una chavala muy puta.

  • Jajaja cariño, cómo te gusta la película que te hice, ¿eh?

  • Sí Carmen, ya lo sabes. Has visto cómo me la he pelado como un mono viéndola. Me he corrido con cada minuto. Tú misma me has pajeado unas cuantas veces con ella.

  • Ya lo creo. Me hacía daño el brazo de tantas veces que me lo has pedido. Ya ves Laurita lo que hay que hacer para tener al marido contento. Nada Jenaro, ponla y disfruta. A ver si a Laura le gusta.

Enseguida empezó a reproducirse la grabación que Carmen había hecho en el lavabo de la oficina. La película con la que Jenaro se la había estado cascando sin parar varios días. Mi vídeo.

Comenzaba conmigo frotando el baño, con el cuerpo empapado. Se me marcaba todo y se me transparentaban los pezones. Jenaro ya se estaba tocando la polla con la mano izquierda, embelesado con la pantalla. Mientras, me acariciaba el pelo con la derecha.

  • Mira Laura, ahí está Carmen en el trabajo. Y mira qué chavala tan guapa está con ella. Tiene unas tetas y un culo que te cagas. Debe tener tu edad.

  • S-sí, debe ser de mi quinta

  • Aproveche para grabarla mientras la obligaba a limpiar conmigo. Es jovencita y está de muy buen ver, y sabía que a Jenaro le encantaría verla en pelotas.

  • Me gusta verla en pelotas y sobre todo ver cómo la puteas, Cariño

  • Si, te gusta, ¿eh, cabronazo? ¿Te pone verme puteando chavalitas? Pues pajéate a gusto cariño.

Jenaro se la cascaba a buen ritmo viéndonos en la pantalla y mirándome las tetas mientras me acariciaba el pelo. Yo no podía ni moverme, viéndome en la pantalla junto a Carmen. Ella comenzó a desnudarse, desabrochándose el vestido.

Jenaro dejó de acariciarme el pelo y me puso la mano en el muslo. Me separó un poco las piernas, y su mirada iba de mi rajita a la pantalla.

Carmen se quitó el vestido, quedándose en ropa interior. Empezó a acariciarme el brazo, y yo comencé a respirar más deprisa y a mojarme. Jenaro me abrió más las piernas.

El vídeo mostraba la escena en que Carmen cogía mis pechos y los mostraba a la cámara.

  • Estas escena me encanta, Laura. Mira como coge Carmen sus pechos. A esa esa del vídeo le gusta que la traten como a una zorra.

  • ...ufff... si... le gusta

  • ¡Y tanto que le gusta! ¿Has visto que tetazas tiene? ¿Cómo se le han puesto los pezones? Eso es que es una auténtica puta.

  • Era una auténtica perra cariño, me lo pasé en grande con su cuerpo. Le hice limpiar el cagadero en pelotas, la humillé... creo que yo también me voy a tocar.

  • ¡Joder claro! Pajéate a la salud de la hija de puta esa.

Sin reparos, Carmen se quitó el sostén y las bragas, mostrándonos sus pechos y su felpudo. Estaba totalmente desnuda. Se puso de rodillas a mi lado, magreándose un pecho y frotándose el coño.

Yo estaba quieta entre ambos, con las piernas abiertas y mojándome. No sabía que hacer. Se estaban masturbando sin complejos delante de mí, insultando mi imagen en el televisor. Actuaban como si la chica de la pantalla fuese otra. Carmen miró mi raja y la vió húmeda.

  • Laurita, cariño, puedes tocarte tu también.

  • Esque... no se....

  • No tengas vergüenza. Nosotros siempre lo hacemos. Tú eres como de la familia.

  • Tócate Laura, la puta esa del vídeo pone cardíaco a cualquiera. ¡Disfruta! -dijo Jenaro, mirando mis tetas mientras acariciaba mi muslo.

  • Jenaro, es que es tan jovencita que igual no lo ha hecho nunca. Mira, haz así como yo.

Carmen se abría el coño con una mano y se frotaba con la otra mano, sonriéndome y mirando mi raja. Joder, me trataban como a una jovencita mientras me insultaban en la pantalla. yo tenía los pezones como piedras.

Despacio, llevé mi mano hasta mi entrepierna. Comencé a tocarme por las ingles y después el pubis, para calentarlo. Después empecé a acariciarme el “51” de pelo sobre mi rajita mientras miraba a los ojos a Jenaro. Él dejó de mirar la pantalla, me miró a los ojos, miró cómo tocaba el su número en mi piel íntima, y a los ojos de nuevo. Con su mano libre me abrió bien de piernas para ver cómo lo hacía y arrecció el ritmo de su masturbación. Carmen me cogió de la barbilla y me hizo mirarla. Estaba de rodillas bien abierta, se había metido tres dedos y sus flujos resbalaban hasta el sofá.

  • Muy bien Laura, tócate así, sigue. Yo te ayudo a acariciarte.

Me volvió la cara hacia Jenaro, cuya boca ya estaba babeando, y con la mano me cogió suavemente un pecho. Lo empezó a magrear, levantándolo a la vista de su marido. El se acercó muy despacio hacia mi boca. Juntó los labios con los míos mientras yo aceptaba su lengua sumisamente. Empezamos a enrollarnos en la puta cara de Carmen mientras ella se masturbaba furiosamente. Jenaro soltó su pene y comenzó a sobarme el otro pecho.

  • Pajéame, Laura. La tengo muy dura

Obediente, moví mi mano lentamente hasta su pene, y comencé a acariciarlo mientras nos besábamos. Después la cogí con toda la mano y desplacé la piel arriba y abajo. Agradecido, su miembro empezó a manar líquido preseminal.

  • Enséñame cómo te enrollas con esta cría cariño, quiero verlo.

Jenaro me giró la cara hacia Carmen y empezó a lamerme los labios. Yo saqué la lengua y lamí las babas que le colgaban de la boca. Los dos miramos a Carmen a los ojos exhibiendo la obscena imagen de un maduro gordo enrollándose con una jovencita atractiva. Nos empezamos a besar tiernamente como si fuésemos una pareja de enamorados, solo que lo hacíamos delante de su mujer mientras ambos me tocaban los pechos.

Cogí la mano de Jenaro y la deslicé por mi vientre, hasta que sus dedos acariciaron mi vello púbico. Se entretuvo jugando con el número. Tenía la raja muy caliente y mojada. Separé las piernas.

  • Por favor Jenaro, méteme mano. Estoy muy caliente

  • Vaya, Laurita, estas yendo muy lejos. Pensaba que eras una chica formal -dijo Camen-

  • Por favor, no aguanto más

  • No sé ¿dejar que me hagas cornuda en mi cara?

  • Por favor, te lo suplico. Deja que tu marido me toque. O tócame tu.

  • Eres el regalo de mi marido y quiero que él sea quien disfrute de tu cuerpecito

  • ¡Si, si! ¡Pues que lo haga Jenaro! ¡Por favor!

  • Sólo te dejaré ser el juguete de mi hombre esta noche si prometes obedecerle en todo

  • ¡Lo prometo! ¡Lo prometo!

  • Díselo

  • Jenaro, prometo hacer lo que me digas. Me esforzaré en hacerte disfrutar. ¡Por favor Carmen!

  • De acuerdo Laura. Jenaro, úsala como quieras pero enséñame bien cómo me haces cornuda

  • Claro cariño, observa bien.

Me cogió de la nuca y me acercó a Carmen. Delante de ella me besó, pero babeándome toda la boca.

Posó su manaza caliente sobre mi raja, apretándola primero y acariciando con las yemas de sus dedos todo mi sexo. Gemí con su lengua en mi boca, saboreando sus babas mientras mi raja se encharcaba.

Jenaro se apretó contra mí, rodeándome con un brazo y haciéndome tumbar sobre el sofá. Su pene duro y pringoso resbalaba sobre mi vientre. Mientras me masturbaba con una mano, con la otra me agarró del trasero. Entre besos balbuceaba:

-¡Qué buena estás, Laurita! Qué culo más duro tienes.

Bajó su cabeza y empezó a lamerme las areolas. Yo tenía los pezones muy duros y grandes de la excitación, y muy pronto estuvieron cubiertos de sus babas. No paraba de gemir.

Carmen aprovechó que mi carita estaba libre y temblorosa. Se acercó a mí y, sin dejar de masturbarse compulsivamente, se puso a besarme dulcemente. Yo abrí los ojos y respondí a sus besos con tímidas lamiditas a sus labios. Con una mano cogió la pringosa verga de Jenaro y comenzó a cascársela sobre mi cuerpo. Ella sudando me dijo:

  • Hija de puta, que cuernos me estáis poniendo.

  • Qué, cariño, ¿te vas a poner celosa de Laura?

  • No es eso, cabronazo

  • ¿Te pones celosa porque es jovencita y está buena? ¿Te molesta que disfrute sobándola?

  • ¡Que no! Es que me he puesto muy puta de veros así y me estoy tocando como una loca

  • Joder, pues aprovéchate un poco de ella tu también, que hoy la tengo de novieta -me estrujó contra él- ¿no es así, Laura?

  • Sí, Jenaro, esta noche soy tu novia, tu regalo

  • Pues venga Carmen, no te cortes

Se cogió un pecho, y puso su arrugado y oscuro pezón sobre mis labios.

  • ¡Chúpame los pitones putita, que me van a reventar!

Empecé a chupar suavemente, pero ella estaba muy excitada y apretaba el pecho contra mi boca, así que abrí más la boca y me puse a succionar toda su areola, como un bebé. Ella gozaba terriblemente de mi chupada. Mientras que con una mano se cogía el pecho, soltó la polla de Jenaro y comenzó a magrearme los pechos. Noté cómo me los pringaba de líquido preseminal de su marido. De su vagina, desatendida, colgaban chorros de flujo hasta el sofá. Jenaro, al verlo, se rió:

  • Joder Carmen, ¡estás chorreando como una perra!.

  • Ufff... esque tu “novia” me pone mala. ¡qué bien chupa esta boquita!

  • Qué guarra eres, cariño -rió-

  • Tú si que pareces un cerdo, con esa polla chorreando hace rato encima de Laura.

  • Es que ya no aguanto más. Vamos Laura, que quiero follarte por primera vez. Túmbate.

Jenaro me soltó  y Carmen me dejó sitio, poniendo un cojín en su lugar. Obediente, me acosté a lo largo del sofá, con la cabeza sobre el cojín, los pechos apuntando al techo y las piernas temblando dentro de mis medias.

Jenaro no perdió el tiempo. Se arrodilló delante de mí, agarrándose el pene con una mano y sonriendo enseñando los dientes como un sátiro. Empezó a doblarse sobre mí hasta que su capullo tocó el pelo recortado de mi pubis. Me manchó el vello con su líquido preseminal.

Entonces comenzó a frotar su polla a lo largo de toda mi raja, que estaba encharcadísima.

  • ¿Te la vas a follar a pelo, Jenaro?

  • ¿Con lo jovencita y limpia que está? ¡Ya lo creo!

  • No es por eso, animal. A ver si la vas a preñar. Por lo menos córrete fuera

  • ¿Con todas las pajas que me he hecho pensando en ella? ¡Ni hablar! Me la voy a follar, me voy a correr dentro y con lo burro que estoy seguro que la lleno de semen. Luego le das una pastilla

tuya o lo que sea. ¿Me has oído, Laura?

Yo me estremecía a cada pasada de su miembro por mi raja. Estaba temblando de excitación.

  • S-sí Jenaro

  • ¿Algún problema con que me corra dentro de tí?

  • No, haz conmigo lo que quieras, Jenaro

  • Como debe ser. ¡Por algo eres mi “novia”! Ahora te voy a joder bien a gusto

Colocó su capullo sobre los labios de mi raja y empezó a apretar. Mi vagina estaba lubricadísima, pero su miembro era grande y le costaba. Pensé por un momento que su polla era como una pequeña copia de él: calvo, gordo, sudoroso y babeante. No se por qué, pero secretamente eso me excitó aún más y deseaba que me jodiese, que se metiese dentro de mi y gozase de mi calor. Poco a poco consiguió metérmela entera, muy adentro. Para ello me agarró de los glúteos con sus enormes manos. Yo estaba con los ojos cerrados, sintiendo cómo me mancillaba, cómo se abría paso con su tripa entre mis jóvenes caderas, cuando sentí su lengua lamer mis labios. Estaba inclinándose para enrollarse conmigo mientras me follaba. Entreabrí la boquita para él, deseando ser su juguete. Me metió la lengua, jugó conmigo y luego me chupeteó, empezando a mover el culo cada vez mas rápido contra mí. Oía su respiración forzada y el chapoteo de nuestros sexos. Sentía los suaves golpes de sus testículos al embestirme. Muy excitada, empecé a chupar las babas que le colgaban de la boca y a mover un poco mis caderas hacia él para darle más placer.

  • No te quejarás, ¿eh Jenaro?, Laurita está siendo complaciente, mueve el culito y todo. ¡Hasta las babas te chupa!

  • ¡Ahhh joderrr! ¡que gusto me está dandoooo esta putita!!

  • Tanta jodienda y no te has comido la tarta ni nada. Toma, a ver si vas a perder fuerzas.

Carmen cogió un plato con tarta de chocolate y una cucharilla, y empezó a dar de comer en la boca a Jenaro. Él no paraba de bombearme. Jenaro masticaba encima de mí, y caían trocitos de chocolate sobre mi cara. Con una mano me los limpié.

  • Que te pasa, Laurita, ¿no te gustan mis babas?

  • Ahhh... ahhhh.... t-tenía chocolate...

  • ¿Tú quien te crees que eres para despreciar los alimentos de esta casa? -terció Carmen-

  • Ahhh... ah... ¡Perdón!

  • Pues ahora vas a ayudar a mi marido a comer. Abre la boquita, niñata.

Abrí la boca un poco más, ya que boqueaba buscando aire a cada embestida. Carmen cogió una cucharada de tarta de chocolate y la acercó a mi boca

  • No te la comas, que no es para tí. Déjala en tu boca y así Jenaro podrá comer cómodamente mientras te folla

Dejó caer la tarta en mi boca. Sumisa, dejé la tarta en mi boca y miré a Jenaro a los ojos.

El se acercó a mí y empezó a enrollarse conmigo, quitándome trozos de tarta con la lengua.  El muy asqueroso se excitó de verme tan entregada, y noté como me embestía más duro.

Me soltó el culo para agarrarme los brazos y así tenerme más dominada. Sonrió.

  • Ponle más chocolate en la boquita a mi novia, Carmen

Ella lo hizo con cara de viciosa. Entonces Jenaro, sujetándome fuerte, se dedicó a chupetear el trozo de chocolate dentro de mi boca, como un puerco. Yo estaba totalmente entregada, con la boca abierta y la mirada suplicante, dejándome hacer de todo.

Con el siguiente bocado fue todavía más asqueroso. Cogió el trozo entero de mi boca, lo chupeteó y mascó mirándome y dijo, con la boca llena:

  • Este para tí Laurita, que te lo mereces. Saboréalo

Y escupió el amasijo en mi boca.

Yo le miré a los ojos y lo mastiqué despacito, mostrándole mi obediencia. Jenaro me agarraba los brazos, y a sus manazas les sobraba envergadura para hacerlo y a la vez tocarme los pezones con los pulgares, divirtiéndose conmigo. Cada vez me follaba más deprisa.

Al final me tragué el chocolate, convertido ya en un líquido pringoso, y abrí la boca sonriendo, sacando la lengua un poquito.

  • Qué hijoputa eres, cariño. Cómo la tienes de enamorada.

  • Tú calla y ahora dame de beber, zorra. Quiero champán

  • Toma, que lo necesitas. Estás sudándolo todo encima de Laura como un cerdo.

Carmen cogió la botella, y dio un largo trago. Luego se llenó la boca con champán, y abriéndome la boca con sus manos, me lo escupió dentro.

  • Trágate ese champán, así te limpias la boca de chocolate. Pero el siguiente es para Jenaro, así que déjalo en tu boca.

Obedecí, tragando el champán tibio. Luego Carmen me llenó la boca de champán hasta que rebosó por mis labios. Al estar directo de la botella estaba más fresquito que el anterior.

Jenaro bebió, y como no podía ser de otra manera, lo hizo como un cerdo. Me agarró fuerte y empezó chupar el champán de rebosaba de mis labios. Resoplaba. Yo sentía su capullo duro frotar las paredes de mi vagina. Continuó sacando la lengua y lamiendo el champán dentro de mi boca, como si fuese un perro gordo. Sus lametones se hicieron más bestias, ya no se limitaba a la boca sino que empezaba en mi barbilla y llegaba casi hasta mis ojos. Noté como empezaba a correrse, un flujo muy caliente dentro de mi raja. Carmen me cogió entonces del pelo y metió la punta de la botella en mi boca, haciendo que el champán entrase y saliese de mi boquita sin parar.

Jenaro, frenético, me agarró fuerte y me jodió a placer, sin cortarse, corriéndose como un cerdo dentro de mí mientras bebía de mí el champán, lamía mi boca abierta, sorbía el champán que caía por mi cuello hasta mis pechos.

Carmen bajó su mano hasta mi raja y empezó a tocarme, sin dejar de meterme champán en la boca. Me frotó el clítoris mientras su marido me penetraba y me usaba como un juguete.

Yo me corrí entonces. Lo hice como una putita, temblando y totalmente entregada, sintiendo como el matrimonio de pervertidos abusaban de mí.  Ni siquiera recuerdo bien cuanto tiempo o cómo de alto gemí y grité.

Pero cuando recobré la respiración y abrí los ojos, lo primero que ví fué a Jenaro de rodillas. De su pene, todavía erecto, colgaban enormes pingajos que lo cubrían por completo. Los colgajos llegaban hasta mi raja. Desde las rodillas hasta el ombligo, yo estaba completamente embadurnada de su semen.

Carmen estaba acuclillada en el suelo junto a Jenaro y lamía el semen de su pene palpitante, mirándome. Al verme abrir los ojos, miró a su marido y le dijo:

  • Felicidades, cariño

Para comentarios, fantasías compartidas y sexo telefónico: super-morboso@hotmail.com