Soy la amante de mi propio padre PARTE 1
La relación entre mi padre y yo, se ah convertido en una aventura tan fuerte, que no me permite soltarlo por ningún motivo. Jamás pensé llegar a tal punto de convertirme en la segunda mujer de mi propio padre, y que sin duda, no me arrepiento de nada. Hasta ahora.
Ser la mujer especial para un hombre es algo sumamente lindo. Pero la palabra especial se puede usar en varios aspectos. Y en mi caso no puedo quejarme. Ser una amante puede ser divertido, emocionante, romántico, una aventura llena de adrenalina pura, pero…ser la amante de mi propio padre, es sin duda otro juego. Mi nombre es Carolina. Una chica de 20 años que esta perdidamente enamorada de su propio padre. Para los que ya me conocen, hoy vengo a platicarles un relato que me ha traído loca. Todo este juego con mi padre es hermosamente rico. Y aventurarse con un hombre adulto, guapo, y atrevido, es algo que no se puede ignorar. Ya en otros relatos hablé sobre la fuerte atracción que tengo hacia mi papá, y que no me arrepiento de demostrárselo cada día. Ambos nos damos mucho amor de muchas formas. Con besos, caricias, en la cama, en la cocina, en su cuarto, en el mío, incluso cuando mamá está en la casa. Nuestro romance es tan descarado y cínico, que no nos importa quién esté presente.
Este divertido y emocionante juego comenzó hace dos semanas. ¿Y porque comenzó ahorita si nuestro amor no lo demostramos diariamente? Porque hasta hace dos semanas nos dejó de importar la presencia de mi mamá y la de mi hermano, y decidimos arriesgarnos y subir un poco el nivel de adrenalina. Quizás suene estúpido, pero no hace tan monótona ni aburrida nuestra historia.
Todo empezó un lunes. Era día de ir a la escuela. Me levanté como normalmente lo hago. Al vestirme, me miraba que tan bien me quedaba la ropa. Si lucía sexy, fresca, linda. No soy una chica fea. Soy bonita o al menos tengo lo mío. Soy de piel blanca, complexión delgada, pechos medianos y trasero levantado. Aunque no hago mucho ejercicio como antes, mi culo luce lindo. En fin. Me puse un mallón negro, una blusa color vino y unas zapatillas color vino, igual. Me peiné, me retoqué un poco la cara. Eran 6:30 am. Me hice de desayunar un huevo con jamón y un jugo de naranja. Mamá y papá sólo daban vueltas. Mamá arreglándose sus aretes, y papá su corbata. Ella entró al baño y yo fui a la cocina a dejar mis platos. En ese momento entró papá. Mientras dejaba los platos sobre el fregadero, metió su mano en mi entrepierna por detrás. Di un saltó.
- Te vez linda con este pantalón, me susurró al oído derecho.
- Gracias.
Giré quedando frente a él y abracé su cuello con mis brazos para terminar mis labios en los suyos. Nos besamos unos segundos. Sus manos tomaron mi trasero y apretó mis nalgas.
- Que culo más rico.
- ¿Te gusta mucho, papi?
- Muchísimo.
Agarró el resorte del pantalón y me lo bajó desnudando mi culo. Quedaba al aire mi calzón. Abrió mis nalgas haciendo que mi prenda se me metiera. Se pegó a mí. Dios, su miembro empezó a levantarse poco a poco. Mordí mis labios y le sonreí.
- ¿la sientes?
- Si.
Metió sus dedos en mi calzón y acarició la entrada de mi trasero.
- Mmmm que rico, dijo.
El roce de sus dedos en esa zona me empezó a excitar. Lo hacía ligeramente. La punta de sus dedos rosaba mi arrugado y apretado orificio. Me mordía los labios ante esos ricos roces. Me pegó bien a él de modo que su verga chocara con mi ombligo y sus dedos tuvieran la libertad de adentrarse en mi culo. Y así fue. Empujó su dedo medio hasta meter la mitad. Me mordí el labio inferior.
- Mmmm!!! Que rico entra, dijo.
- Si.
Pegué mi cara a su pecho. Olía tan rico. Al ser más alto que yo, estaba de puntas. Retiró su dedo y lo probó. Sonrió. Luego me besó.
- Te sabe bien.
No sabía que sabor tendría mi trasero, pero el punto es que estaba limpia. Se escuchó que salió mamá del baño. Se apartó de mí. Me subí el calzón y el pantalón tan rápido como pude. Papá estaba en el refrigerador. Sin decir nada salí de la cocina. El corazón me palpitaba. No sabría que hacer si nos descubrieran. Caminé al baño para lavarme los dientes. Luego, arreglé mi mochila y me fui a despedir de mamá. Cuando fui a despedirme de papá, estaba desayunando.
- Ya me voy papi.
- Bueno, corazón.
Caminé, y al llegar a la mesa, miré hacia atrás de mí revisando que mi mamá no viniera. Regresé la mirada a papá y me y incliné para darle un beso en su linda boca.
- Cuídate, nos vemos al rato.
- Si.
Me enderecé y salí de la casa. Durante la escuela todo fue normal y aburrido. Como todos los lunes. Durante la última clase me llegó un mensaje. “Memoria llena”. Me dirigí a galería, y empecé a borrar algunas fotos que no eran de suma importancia. Mientras revisaba, encontré una imagen con papá. Me quedé viéndola detenidamente. A pesar de ya tener de 44 años, sigue estando guapísimo. Al menos para mí. Me gusta su forma de ser, su actitud, todo de él. Tiene ese porte tirándole a deportista. No está musculoso. Si fuera así no me gustaría. Pero si tiene los músculos un poco marcados. Es delgado, alto, piel clara, pelo entre ondulado y lacio. No dudo que en su trabajo tenga sus admiradoras. Todos tenemos, tanto hombres como mujeres sin importar a veces la edad, siempre y cuando uno se cuide en el aspecto personal. Tenía tantas ganas de verlo, de besar, de tocarlo. Y que él también lo hiciera. Borré algunas imágenes, a excepción de esa, y abrí WhatsApp. Le escribí.
- Hola, papi.
Dos minutos después contestó:
- Hola, preciosa. ¿Qué pasa?. ¿Necesitas algo?
Se preocupaba tanto que esos detalles me mataban aún más por él.
- Me pasa que quiero y necesito verte, escribí con un corazón y un emoji sonriendo.
- Jaja ya nos vimos está mañana, corazón.
- Y me gustó mucho. Me gusta tener tus manos por todo mi cuerpo. Sentir tu calor y respirar ese aroma fresco de ti que me vuelve loca.
- Yo igual disfruto igual de ti. Me encantas toda. Hoy te veías muy linda y rica.
- Jaja gracias, papi. Tú te veías muy guapo y elegante como siempre.
- Gracias, hermosa.
- Oye.
- ¿Qué pasó?
- ¿Quieres ver algo?
- Claro, ¿Qué es?.
Me levanté de mi asiento y salí del salón dirigiéndome a los baños. Entré a una cabina y me desabroché el pantalón bajándomelo al igual que el calzón. Chequé la pantalla. Aún estaba en linea. Me senté en la taza, separé mis piernas y con mis dedos de la mano derecha separé mis pliegues para luego tomarle una foto a mi depilada raja. La tomé y la envié. Esperé a su reacción.
- Dios santo!!! Que rica está!!, respondió junto con muchas caritas y varias lenguas.
- Jajaja ¿te gustó?
- Si, hija. La tienes muy antojable. Sería rico pasarte la lengua y abrir esos pliegues.
Mi entrepierna reaccionó ante esas palabras. Mis pliegues se abrían lentamente.
- Si. Sería muy agradable tenerla ahí, conecté con una carita sonriente.
No respondió, sino hizo algo mejor. Un segundo después de mandarle mi mensaje, apareció una imagen de esa gran verga que guarda en sus pantalones. Dios mío, estaba muy parda. Se veía que estaba en su oficina. La tenía como si fuera un plátano, apuntando hacia arriba.
- ¿te gusta eso?
- Dios, papi!! Si!! La tienes muy rica.
- Como quisiera que te montarás aquí ahorita mismo.
- Si. Me encantaría. Se me antojó mucho probarla.
- ¿Si?. Cuando regrese a la casa, vemos si puedes.
- Claro.
- Bueno, corazón. Tengo que seguir trabajando. Te veo en la casa. Y gracias, por la imagen. Me alegraste el día.
- De que, papi. Gracias a ti también. Nos vemos.
Volví al salón hasta terminar la clase. Al llegar a casa, mamá estaba preparando la comida. Comimos ella y yo. Al terminar hice mi tarea hasta las 6 de la tarde. Guarde mis libretas y fui a la sala a ver la tele. Diez minutos después, llegó mi hermano. Me saludó, igual a mi mamá y se encerró en su cuarto.
- ¿Qué ves?, preguntó mi mamá.
- Pues veo que hay.
- Busca una película.
Se sentó a mi lado. Vimos una película que ya había comenzado. “Los fantasmas de mis ex”. Casi a unos minutos de terminar la película, entró papá.
- Hola, hola, ya llegué.
- Hola!!, lo saludé.
Su llegada me alegraba el poco día que quedaba. Mi corazón palpitaba y mis ojos se agrandaban al verlo. Tenía tantas ganas de abrazarlo y de aventarme sobre él. Dios, necesitaba de sus manos, de sus ricos besos. Pero era imposible garantizar ese momento teniendo a mi mamá entre nosotros. Sin duda era un obstáculo, una barrera, un estorbo. Mamá se levantó eh hizo mi trabajo. Lo abrazó y lo besó. Sentía la sangre recorrer todo mi rostro. Los celos me comían lentamente. Me miró de reojo. Decidí evadir su mirada y miré aún lado.
- ¿te preparo algo?, le preguntó mi mamá.
- Si. Un café, por favor, linda.
Levanté las cejas y dejé caer mi mentón quedando con la boca abierta con expresión de: ¿disculpa?. Decirle eso en mi cara, fue una completa ofensa. Caminó hacia el sofá dónde estaba. Se inclinó para darme un beso y giré la cabeza evitando que sus labios no tocaran los míos.
- Tengo que actuar lo más natural posible, pero si te quieres comportar así, adelante, me dijo serio y en voz baja.
Caminó hacia el pasillo que lleva a las recámaras sin dejar de verme. Su mirada retadora solo me causaba más enojo. Su cuerpo desapareció entre la obscuridad. Algo tenía que hacer, no podía quedarme como estúpida soportando como le habla. Aventé el control y caminé a su recámara.
- ¿tengo que soportar el cómo le hablas?, le pregunté seria al entrar.
Se aflojaba su corbata.
- Ya te dije porque.
- Pero no quiero que lo hagas en mi cara.
- Pudiste estar en otra parte, pero no. Estabas ahí con ella.
- Pero no quiero que lo hagas.
- Tu no me mandas, ¿escuchaste?
Apreté los dientes y sin pensarlo, y mucho menos pensar en las consecuencias, le solté una cachetada. Su expresión cambio. Arrugó su frente y me agarró de la garganta empujándome hacia la pared.
- Que sea la última vez que haces eso, ¿entendiste?.
Rara vez lo veía enojado. Y más conmigo. Dios, pensé que me pegaría, pero no fue así. Mi espalda y mi trasero estaban recargados en la pared. Me apretaba el cuello.
- ¿me escuchaste bien?, remarcó.
- …si.
- Ponte a pensar en lo arriesgado que es esto.
Trague saliva. Me costaba respirar un poco.
- ¿o qué?, ¿tan urgida estás?, ¿eh?
Al tener su mano izquierda apretándome el cuello, su otra mano se encargó de desabrochar el botón de mi pantalón y bajar el cierre. Metió la mano a mi calzón y empezó a frotar mi vagina.
- ¿esto es lo que quieres?, preguntó enojado.
Dios mío. A pesar de que lo hice enojar, conseguí lo que quería. No me importó tanto que se enojara. Al contrario, su enojó hizo que me frotara más rico. Sacó su mano y se chupó los dedos. La volvió a meter y siguió rascando mis pliegues y mi sensible clítoris.
- …así!!
Le pedía más de sus dedos. Me rascaba muy rico mi rajita.
- ¿Sientes rico?
- …si, contesté entrecerrando mis ojos.
Mordí mi labio inferior sofocando esos gemidos que inconscientemente mi boca querían liberar. Apoye mis manos sobre su brazo izquierdo. Se acercó a mí, soltando poco a poco mi cuello hasta quitar su mano. La subió por a mi mandíbula. Con su pulgar jugaba mi labio inferior.
- ¿te gusta que te rasque?
- …ajá.
Sus dedos no paraban de sacudir mí clítoris. Sentía muy rico. Al estar más pegado a mí, metió sus dedos, medio y anular a mi vagina. La yema de sus dedos tocaban la parte de mi pelvis. Empezó a rascar. Sus movimientos eran como si estuviera llamando a alguien.
- …más. Mételos más.
Necesitaba sentir sus dedos más adentro. Aunque sus dedos eran largos, no eran lo suficiente para sentir ese placer que necesitaba sentir. Sin saber cómo, logró adentrarlos más y a la vez sacudirlos. Sonreí de lo bien que sentí.
- ¿así está mejor?, me preguntó.
- Si. Así. Aaahhh!!
Mi cintura se empezó a columpiar como reacción ante sus sacudidas. Puse mis manos sobre sus hombros y los apreté. Se me cerraban los ojos. Disfrutaba verme. Todo iba bien hasta que su odiosa voz de mi mamá interrumpió el momento.
- Ya está listo!!, gritó. .
- Ahora voy!!!
- No, no vayas, espera, le pedí con una voz entrecortada.
Retiró sus dedos de mi vagina y me los metió a la boca.
- Chupa
Lo hice. Succioné el sabor ácido de mi concha. Segundos después, me dio un beso y salió del cuarto. Dios, no podía quedarme así. Necesitaba más de sus manos. Me subí el pantalón y salí. Me metí al baño para revisarme la cara. Todo bien. Salí y los acompañé. Mientras papá tomaba y charlaba con nosotras, ella le acariciaba el brazo derecho. Algo que a mí me hacía arder la sangre. Volteó a verme y dio un sorbo de su café.
- Hasta mañana.
Me levanté y me fui sin decir nada más. No estaba de humor y mucho menos para estar soportando ver como lo toca. Me puse mi pijama y me acosté. Estuve viendo Facebook y platicando con unas amigas. Tocaron mi puerta.
- ¿Quién?
- Yo.
Mi madre.
- ¿Qué pasó?
- ¿Se puede pasar?
- Mmm…si.
Al abrir vestía un camisón que le llegaba a la mitad de los muslos. No es fea. Por algo tengo lo mío. Ella es igual de piel blanca, delgada a pesar de su edad, cabello lacio. Del rostro tiene un parentesco a la actriz Nicole Kidman. Claro no tanto. Lo digo porque los rasgos de mi mamá son algo finos. Y es lo que a mí me molesta. Que sea bonita. Compañeros de la escuela una vez me molestaron diciéndome que si les presentaba a mi mamá. Claro, son hombres, pero que prefieran más con una madura que con una joven como yo, es algo que molesta y es una grosería. Y más cuando se trata de tu madre. En fin. Me preguntó que si estaba bien. A lo que yo le contesté que si. Que no tenía nada de qué preocuparse. Se despidió de mí dándome un beso en la frente y salió. El reloj siguió avanzando hasta dar las 11:00 pm. Sin duda esperaba a que él entrara, pero no fui así. Apagué la televisión, bloqueé el celular y me dormí.
Dé repente desperté. Mis ojos se abrieron en medio de la oscuridad. No sabía que hora era. Revisé mi celular. Las 1:38. Oí risas. Eran de mi mamá. Me levanté y me asomé a el pasillo. Si eran ellos.
- Oye, espera, ahorita no, la escuché decir.
Seguían riendo. Salí rumbo a su puerta y apoyé la oreja derecha para escuchar mejor.
- Vamos. Ya están dormidos, no escucharán.
- No. Es que…
- Es que nada.
Mi madre no quería obedecerlo.
- Mmmm que rica, dijo ella.
Sabía de qué hablaba y eso me provocó intentar abrir la puerta. No podía quedarme sólo a escuchar. Giré la perilla poco a poco sin hacer ruido.
- Eso, sigue, dijo mi papá.
Estaba a punto de estallar. Estaba furiosa sin ver nada aún. Logré abrir. Empuje la puerta cuidadosamente hasta verlos. Mis pupilas se dilataron sin duda alguna. Tanto por la poca luz pero más por esa escena que mis ojos veían. Mi madre le chupaba el miembro a mi papá. Veía como se la metía toda. Estaba hincada frente a él con la cara metida en su entrepierna. Se la chupaba con ganas. El rostro de mi papá reflejaba mucha excitación.
- Ven acá, le dijo.
Ella se arrastró hacia él y se quitó el camisón quedando solo con su calzón. Lo montó sin metérsela. Le agarró los pechos y comenzó a chupárselos.
- Así!!
Ella sólo miraba el techo y acariciaba el rostro de mi papá. Lengüeteaba sus puntas. Se las jalaba. Cubrió ambos senos con sus manos y los apretó. Los chupaba como si los bebiera.
- Que bien chupas!!
Mi papá le dobló el calzón que cubría su culo, se chupó el dedo medio y se lo metió en el ano.
- Sii!!! Que rico!!
La maldita disfrutaba de todo lo que él le hacía. Siguió chupándole las tetas y penetrándole el culo. Ella agarró su verga con su mano derecha pasándola para atrás y se la empezó a jalar. Lo masturbaba.
- ¿quieres que me la meta?
- Si. Hazlo. Ándale.
Se destapó la vagina y levantó un poco el trasero. Acarició su vagina con su glande.
- ¿Qué esperas?, métetela.
Una última caricia y adentro ese trozo en ella.
- Aaahhh!!! Que rico!!!
Mi papá disfrutaba como nunca penetrando a mi mamá. No podía ver el rostro de ella, pero supuse que también lo disfrutaba como yo lo disfruto cuando él me coge.
- Está bien dura, mi vida.
Ella comenzó a saltarle. Salía la mitad de su miembro y volvía a entrar.
- Dios, me encanta, dijo mi madre bastante excitada.
Estaba ardida. Los celos me comía viva. No sabía qué hacer para detenerlos. El cuerpo de mi madre parecía ser el de una joven de 25 años. Lucía un cuerpo joven, fresco, lleno de vida. Su blanca piel hace llamar la atención de muchos hombres, sin duda. Pero me dolía más que mi papá la disfrutara como nunca. Sus manos la tomaron de la cintura para tenerla quieta suspendida en el aire a uno centímetros de su miembro y comenzó a penetrarla con ganas.
- Aaahhh!!! Dios!!! Siii!!! Qué delicia!!! Así!!!
Las palabras de mi mamá eran la más seria evidencia del gran placer que mi padre la hacía sentir. Se agarró el culo. Pasó sus dedos por su ano bajando hasta tocar su verga. Regresó y se penetró su orificio anal con el dedo medio. Lo metió todo.
- Sigue!! No te detengas!! Cógeme!!
- ¿¿Te gusta mi verga, mi vida??
- …sii!!! Me encanta tu vergota!!! Me entra bien rico!!
Se retiró los dedos del culo y se los chupó.
- Que rico!!! Chúpatelos, preciosa!!
Tragué saliva al ver la semejante porquería que mi madre había hecho. No pensé que a ella también le gustara hacer ese tipo de cosas. Escupió sus dedos y recogió su saliva con la lengua.
- ¿a qué te saben?
- A culo. Amargos.
- Que rico. Sigue haciéndolo.
Mi papá no paraba de cogérsela. Ella se volvió a escupir los dedos y humedeció su sucio culo. Los rascó y se metió dos dedos. El índice y el de en medio. Se los metió todos hasta que sus nudillos tocaran sus arrugados pliegues de su ano.
- Me gusta!! Métela toda!!!
Ella le pedía con toda amabilidad que la penetrara. El sin duda lo hizo.
- Mmmmm!!! Que ricoo!!!
Movía sus dedos dentro de su culo. Parecía que se rascaba. Se los sacó y se los chupó nuevamente la asquerosa.
- Que sabrosa te vez haciendo eso.
- ¿Te gusta verme?
- Claro.
Una vez que se sacó los metió a la boca nuevamente. .
Ver eso. Se que la mayoría de la gente vería eso muy repugnante. A mi también me parece pero a veces es excitante eso. Pero ver que mi papá haga eso con ella, me daban ganas de jalarla de sus greñas y quitarla de ahí. Me paré, caminé con un paso acelerado hacia la cocina y tome un vaso. Cerré los ojos y lo aventé hacia un rincón descargando esa furia.
- ¿¿Qué pasó??, preguntó mi papá al llegar a la cocina.
- Nada, dije seria.
Levanté la mirada hacia sus ojos. Tres segundos después me fui. Caminé rápido y me encerré.
Durante los días siguientes no le hable de buena forma. Y si lo hacía era frente a mi mamá para que no sospechara nada. El viernes de esa semana todo dio un giro inesperado. Mamá aún seguía trabajando. Él, por otra parte llegó temprano. 6:30 para ser exacto. Y mi hermano en los antros y fiestas, como todos los viernes. Entró a la casa y gritando:
- Ya llegué!!
Di un respiro. Tenía mi oportunidad para desquitarme por lo que hizo. Necesitaba desahogarme. Me paré de la cama y salí descalza. Al verlo a lo lejos, parado cerca de la puerta. Aceré mi paso. Caminé directamente hacia él muy seria. Al llegar a él, le solté varios golpeas en su cara. Se encogió e intentaba detenerme.
- Dijiste…que ella…no es…suficiente…para ti.
Mis puños no estaban llenos de energía por lo que también le di de patadas.
- Detente!!! Para!! Carolina!!!
Entre gritos y golpes, logró esquivar y agarrar mis puños. Mis lágrimas brotaban de mis ojos. No podía contener el llanto.
- Para!!! Yaaa!!! Detente!!!, me gritó.
Bajó mis brazos aventándolos. Justo cuando bajó la guardia, le di una cachetada con todas mis fuerzas. Se tapó la cara. Lo dejé. Me encerré en mi cuarto. 20 minutos después cuando mucho entró sin tocar. Al estar acostada me di la vuelta dándole la espalda. Cerró y se recostó junto a mí.
- Tu crees que es fácil esto. Pero no es así. Actuó lo más natural, dijo.
- Ya no importa. Ya me quedó todo claro.
- No entiendes, ¿verdad?. ¿Te has preguntado qué pasaría si tu madre se entera?.
- Eso que importa. Tú dijiste que no es buena para ti. Pero me di cuenta de que no es así porque te gustó hacerlo con ella la otra noche.
- ¿y que querías que hiciera?, ¿Qué me negara y registrara mi celular pensando que tengo una amante, o algo parecido?
Entendía su punto. Pero estaba deshecha por ver lo que hizo con mi madre. Mientras me hablaba, acariciaba mi brazo izquierdo. Giré mi cuerpo para verlo. Al quedar frente a frente tuve la oportunidad de tocarlo. Jugué el botón de su camisa. Su mano izquierda apartó el fleco de mi rostro colgándolo por detrás de mi oreja derecha. Se inclinó y me dio un beso la frente. Luego en mi nariz, pasando a mi cachete derecho y al final, a mis labios. Darme ese tierno beso, me hizo olvidar el enojo. Me encantaban sus besos. Mordía suavemente mis labios. Atravesé su boca con la lengua hasta tocar la suya. Combinábamos nuestra saliva. Me pegué a él. Me abrazó la cara con sus largas manos. Dejándonos llevar por el momento, nos acomodamos, quedando él arriba de mí sin dejar caer todo su peso. Bajó a mi cuello. Lo cubrió de sus ricos y suaves besos. Mis manos vagaban por su pelo, y las suyas, acariciaban mi estómago, mi ombligo, mis costillas. Siguió bajando. Respiró mis pechos por arriba de mi blusa. Continuó hasta mi estómago y me subió la blusa. Besó mi ombligo. Subió mi blusa hasta quitármela con mi ayuda. Quedé sin nada que me cubriera los pechos. Sus labios rosaron mis costillas, su nariz respiraba el aroma de mi blanca piel. Y sus manos. La derecha para ser claro, apretó mi entrepierna. Levanté la pelvis ante su apretón que hizo calentarme más. Al tener puesto un mallón, parecía que nada me cubría esa zona. Por lo que la sensación de su mano era muy rica. Su pulgar formaba círculos mi vagina, y su índice y dedo medio presionaban la entrada mi culo como si quisiera meterlos con todo y calzón.
- Que rico oler tu calzón después de metértelo en el culo.
Susurrarme al oído sus perversidades hacía que aumentaran más mis ganas de coger, y de permitirle hacerme lo que él quisiera. Su boca estaba a unos dos centímetros de mi seno izquierdo. Seguía besando y recorriendo mi piel hasta llegar a mi pezón. La tomó con sus labios y lo apretó. Mordí mis labios ante su rico mordisco. Hizo lo mismo con mi otro pecho. Se apartó y me puso boca abajo. Me unas palmadas en las nalgas y enterró su cara en mi trasero, dando un profundo respiro en él.
- Dios, que rico huele.
- Jaja, ¿Qué tanto?
- Riquísimo.
Sus dos manos separaron mis nalgas y volvió a meter su rostro a mi zona. Olfateó mi apestoso trasero. Llevaba dos días usando el mismo pantalón, y disfrutaba del aroma. Sacó su cara y me mordió el glúteo derecho. Luego me dio una nalgada.
- Qué lindo trasero tienes, mi amor.
- Si, ¿verdad?
- Si.
Sin dejar pasar más el tiempo, metió los cuatro dedos de cada mano dejando el pulgar al aire, y jaló mi pantalón junto con mi calzón.
- Mira que rico
Sus palabras justificaban lo bien que le fascinaba ver mi culo completamente desnudo. Sonreí un poco apenada. Agarró mis nalgas, las separó y me dio una lenta y larga lamida desde mi vagina hasta mi coxis. Dios mío, su lengua húmeda lubricaba por completo mis pliegues y mi ano.
- Que rico sabe.
- ¿Te gusta chupármelo?
- Si, preciosa. Te sabe muy rico el culo.
Darme una rica lamida en esa zona tan sucia, me hizo retorcer ligeramente el cuerpo. Un escalofrío me envolvió toda. Me dio una palmada en mi nalga izquierda haciéndola temblar.
Luego la chupó y la mordió. Sus dientes se marcaban en mi piel. Separó mis glúteos y plató su boca en mi agujero para luego lamerlo.
- Mmmm que rico, dije.
- Si, corazón, que delicia de culo tienes.
Disfrutaba de su lengua limpiando mi orificio. Sentía un cosquilleo muy agradable. Estiré mi brazo derecho hacia atrás y presioné su cabeza en mi culote. No dejaba de lamerme. Cerré mis ojos y me mordí los labios cono reacción de sus ricas lamidas.
- Que rico me lames.
- ¿Si, preciosa? ¿Te gusta cómo te como el culo?
- …si. Lo haces bien.
Levanté un poco el trasero. Dios, empujaba la punta de su lengua en mi agujero como si me fuera a penetrar con ella.
- Métemela, papi. Me gusta.
Su lengua parecía una brocha. Lamía de arriba hacia abajo y la empujaba a mi entrada. Quité la mano de su cabeza y me acaricié el trasero. Quitó su cara de mi cola dándome la oportunidad de tocarme. Resbalé mis dedos en mi zona. Rosaba mi ano y mis pliegues. Estaba muy mojada. Su saliva cubría toda mi zona. Regresé a mi agujero anal y lo penetre con el dedo más largo de mi mano derecha.
- Eso, preciosa, métetelo bien.
- ¿Te gusta ver lo que hago?
- Si. Me excita mucho.
Metía y sacaba el dedo. Lo untaba en mis paredes anales. Disfrutaba de como adentraba mi largo y delgado dedo en ese agujero. Sus manos sólo mantenían separadas mis nalgas y mi vagina. Lo fui sacando poco a poco. Justo cuando lo hice, lo atrapó con su boca para chuparlo. A pesar de tenerlo en mi sucio culo, se atrevió a probar.
- Dios, ¿te gusta eso?.
- Si, corazón.
Succionaba mi dedo, lo lamía. Lo retiré de su boca y me lo limpie en la blusa.
- Que rica sabes, Caro.
- ¿A que te supo?
- Ácido, pero me gustó.
Se subió sobre mí recostando su pelvis sobre mi trasero. Dios, su miembro estaba duro y largo. Tenía puesto solo el bóxer.
- ¿tan rápido te quitaste el pantalón?
- Si, mi vida. Tengo unas ganas de romperte el culo.
- Que rico.
Movió su cadera untándome su gran verga en mi trasero.
- La tienes bien dura, papi.
- ¿Te gusta?
- Si.
Se bajó el bóxer y recargó su verga en mis nalgas. La tenía caliente.
- Siéntela. La tengo lista para cogerte bien rico, susurraba en mi oído derecho.
- Si. Me gusta. Está bien rica, papito.
- ¿Quieres que ya te la meta?. ¿Qué te introduzca esto en tu rico hoyo?
- …si. Métemela. Quiero que lo metas.
- Déjame aflojártelo
- …ajá
Se chapó su índice y dedo medio de su mano derecha y los bajó a mi trasero. Los apoyó en mi ano y los empujó lentamente hasta meterlos.
- Mmmm!!! Que rico!!, dije.
- ¿Sientes muy rico?
- Si, papi. Sigue, métemelos, le pedí en voz baja y mordiéndome los labios.
Continuó penetrándome el ano. Mi entrada fue abriéndose poco a poco y al mismo tiempo apretando sus largos dedos.
- Lo tienes bien rico, hermosa. Me encanta como te entran mis dedos.
- Si. Se siente rico.
Al tenerlos bien adentro, sacudió mi cola.
- Se mueve bien tu culo.
Mientras sacudía mi trasero empujaba más sus dedos.
- Así!! Métemelos más!!
- Me encanta como lo dices, dijo besando mi hombro izquierdo.
Los sacó y me los metió a la boca sin decir nada.
- Chúpalos, preciosa!!
Aunque no me sentía como hacerlo, no tuve de otra. Chupé sus dedos. Los probé con toda tranquilidad.
- ¿a que te saben?
- Raros. Amargos.
- Mm que rico.
Untó su verga en mi trasero. La tenía bien paradota.
- Separa las nalgas, me ordenó.
Lo hice.
- ¿lista?
- …ajá.
Colocó su punta en mi agujero semiabierto, y la empujó lentamente. Al no poder meterla, escupió mi ano y su verga y la colocó de nuevo. La empujó y logró meterla. Apreté mis labios. Me dolía.
- Despacio, despacio, dije.
- Tranquila.
Levanté el culo, a lo que él aprovechó para enterrarla descaradamente.
- Aaahhh!!! Dios mío!!!
- Ahorita se te pasa, relájate.
Me tomó de los brazos empujándome su vergota.
- Pa..pá!!
- Ssshhh, tranquila, tranquila.
Tener su miembro bien metido me ardía espantosamente. Sentía que me desgarraba. La dejó adentro unos minutos, mientras su cara vagaba por mi cabello, mi cuello y mi espalda.
- Me encantas, hija. Tu piel es tan fina y suave.
- ¿Ahora soy yo la que te gusta?
Al no parecerle lo que le dije, retiró su miembro dejando como 7 centímetros adentro, y me la enterró con fuerza
- Aaaaaaahhhh!!!!! Rayos!!!!
- Pues cálmate!!
- No hagas eso!!!
- Cállate, si bien que te gusta.
Lo volvió a hacer, pero esta vez la metió despacio.
- Otra vez, le pedí.
- ¿Ahora si te gusta?
- …si.
Lo repitió unas cuantas veces. 7 para ser exactas. Me encantaba cono entraba y salía de mi ano, su larga vergota.
- ¿sientes rico, preciosa?
- …si, me gusta.
- ¿Si?, ¿te gusta que te empuje la mierda?, me preguntaba con un tono de voz rudo.
- Si, también!!
Metía y sacaba su verga de mi culo. Sentía yo muy rico. La sacó poco a poco dejando su glande adentro y me enterró con rudeza su miembro haciéndome gritar de placer. Podía sentir mi orificio bien estrecho. Me resbalaba con facilidad.
- Se siente excelente meterte la verga
- Sii!! Sigue!! Métemela toda, papi!!
Al volver a meterla, la enterró con delicadeza haciendo que lo disfrutara mucho. Su verga llegaba muy adentro.
- Que ricoo!!, dije muy excitada.
- Si, ¿verdad?.
- …sii
- Tócate, mi amor. Ráscate la concha, ¿si?.
- Lo que tú quieras, papi.
Metí mi mano derecha por debajo de mí, y tapé mi entrepierna con la palma de mi mano. Froté mis pliegues con mis dedos y empecé a jugar con ellos. Formaba círculos. Poco a poco mi clítoris comenzó a endurecerse. La combinación de ser cogida por el culo, y masturbarme, era increíble. El placer aumentaba cada segundo que pasaba.
- Te voy a quitar el pantalón para que estés más cómoda.
- …ajá.
Al retirar su verga, sentí un alivio y una sensación muy rica. Podía sentir mi agujero muy estrecho. Levanté un poco los pechos de la colcha para girar la cintura y mirarlo. Se quitaba el bóxer. Su gran miembro de unos 20 centímetros le bailaba de un lado a otro. La tenía muy parada y húmeda. Giré mi cuerpo quedando boca arriba y lo miré. Caminó a la cama y me quitó los calcetines, tomo el resorte de mi pantalón y lo jaló hasta quitármelo. Mi calzón quedó atorado en mis rodillas. Lo jaló también, y al quitármelo, lo respiró. .
- Que rico huele. A culo y a tu rica vagina.
Simplemente reí de pena. Lo aventó al suelo y se subió a mi cama. Conforme se fue acercando a mí, besaba mis pantorrillas, mis rodillas. Fue avanzando hasta mis muslos. Continuó y llegó a mi entrepierna. Metió su cara y lamió mis pliegues.
- Mmmm, sii!!!, reaccione ante esa rica lamida.
- Que rica está.
Volvió a resbalar su lengua adentrando a mis arrugados pliegues. Los separó con la punta de su lengua. Llegó a mi clítoris y lo lengüeteó un poco.
- Que rico!! Chúpalo!!!
Un placer invadía mi cuerpo. No me dejaba quedarme quieta. Apretaba los dedos de los pies y mis piernas se abrían inconscientemente. Mientras me chupaba, metió dos de sus dedos en mi culo, lo que lo hizo más placentero. Puse mis manos sobre su cabeza. Mi pelvis se levantaba inconscientemente. Dios, sentía muy sabroso.
- Sii!!! Me gusta!! Aaahhh!!!
- Te sabe muy rica, mi amor. Estás exquisita.
- Co…geme!! Papi!!! Házmelo!!
Dejó de lamer, y se limpió la boca. Subió en mí y me besó el cuello. Lo abracé. Separé mis piernas dejándolas flexionadas con los pies al aire.
- ¿quieres que te la meta?
- Si, métela!!
Sonrió y miró a mi entrepierna. Agarró su verga y acarició mi vagina. Golpeaba mis pliegues con su punta. La untaba metiéndola ligeramente.
- Vamos, papi, cógeme.
Dio un respiro y la insertó en mí.
- Aaahhh!!! Siii!!!
- Que rico!!! ¿La quieres bien metida?
- …sii!!! Métela toda!!!
Sonrió y me penetro hasta el fondo.
- Dios, que rico!!
- ¿Te gusta cómo te entra?, preguntó con una voz entrecortada de la excitación.
- Sii!!
- Siento de maravilla, Caro. Me encanta cuando te cojo.
- ¿Si?, ¿mejor que mamá?
- Mejor que ella. Aaahh!!! Dios!!
Me encantaba verlo invadido de placer. Cerraba sus ojos cada vez que me penetraba. Lo acaricié. Mis dedos resbalaban por su rostro.
- Quiero que me montes, preciosa.
- Si, lo que tú quieras, respondí ansiosa.
Ambos nos dimos la vuelta. Él se puso boca abajo.
- Pero quiero te sientes mirando hacia el frente, no hacia mí.
- De acuerdo.
- Me senté en sus muslos sin metérmelo aún.
Con mi mano derecha frote su verga bien dura. La tenia bien lubricada.
- Hazlo, linda. Métetela.
Levanté el culo y retrocedí un poco. Acaricié mis pliegues con su punta y en menos de dos segundos, la inserté dentro de mí.
- Aaaahhh!!! Eso, hermosa!!! Que ricoo!!!
- ¿Sientes rico, papi?
- Si, mi amor!! Siento muy bien. Vamos, sáltame!!
Lo obedecí de inmediato. Comencé a cabalgar su hermoso miembro.
- Eso!!! Que rico!!! Sáltame con ganas!!
- Mmm!!! ¿Así? Aaahhh!!!
- Sii!!! Dios!!!
Sin pararme, me manoseó el trasero. Su pulgar derecho, acariciaba mi ano. Formaba círculos sobre él, y presionaba.
- Mételo, le pedí.
Lo empujó lentamente hasta meterlo. Apreté el culo. Seguí brincando. Su verga se doblaba dentro de mí.
- Ven, recuéstate, me ordenaba.
Me dejé caer hacia él. Me tomó de la cintura y me elevó a unos centímetros sin de sacar su miembro. De la nada, empezó a cogerme.
- Aaahhh!!! Rayos!!! Que rico se siente!!, dije excitada.
- ¿Te gusta así?
- …ssiii!!! Se…siente súper bien!!
Mi voz se cortaba ante el semejante placer que mi cuerpo recibía. Bombardeaba mi vagina. El placer era indescriptiblemente fantástico.
- Más!!! Hazlo más rápido!!
- ¿Si?
- Sii!!
En un abrir y cerrar de ojos, me penetró como un loco desesperado.
- Aaaahhh!!!! Dios!!! Siii!!!! Así!!!
Dios santo, su cogida me volvía loca. Era un espléndido placer. Parecía que iba a explotar. No sabía si iba a aguantar mucho. Sentía muchas ganas de orinar. Sentía como si tuviera la vejiga muy llena.
- Siento que me vendré, me anunciaba.
- No, no,… espera!!!
- Siento muy rico!! Estoy a punto, Caro!!
- No, es…pera!!
Dio un fuerte respiro y aumentó el ritmo con fuerza.
- Si, si, si!!! Aaahhhh!!! Rayos, rayos, rayosss aaaahhhhhhh!!!!!! Diooossss!!!!
Un fuerte gemido fue acompañado de un admirable orgasmo. Dios santo, mi vagina soltó un chorro transparente que mojó su verga y sus muslos. Me soltó dejándome caer sobre él. Mis ojos se entrecerraban y mi cuerpo se retorcía. Sentía un placer extraordinario. No podía controlar mis movimientos. Rodeó mi abdomen con su brazo izquierdo, y con su mano derecha rascó mi vagina. Sentía riquísimo.
- Me encantó que te vinieras, susurró mi oído derecho
No podía responder. Mi cuerpo y mi mente aún no reaccionaban a la realidad ante ese hermoso orgasmo. Siguió cogiéndome lentamente. Metía y sacaba.
- Quiero venirme, preciosa.
- ¿si, papi?
- Si.
- Está bien. Si, hazlo.
Me bajó de él haciéndome aún lado. Separó mis piernas y las flexionó. Le dio varios golpes a mi vagina con su verga y sin esperar más tiempo, la metió.
- Aaahhh!!!, gimió.
Sus manos mantenían mis piernas flexionadas. Aunque ya había disfrutado de un esplendoroso orgasmo, su verga no paraba de darme placer. Cada vez que la metía, mi cuerpo recibía una sensación indescriptible y fabulosa. Aumentaba el ritmo de su penetración.
- Aquí voy!!! Aaahhh!!! Ya…casi!!!
- Vamos!!! Vente, papito!!! Lléname de semen!!
Mientras estaba al borde de bombardear mi concha, mis manos pellizcaban mis puntas. Me las jalaba. Su rostro reflejaba tanto placer. Sus ojos se cerraban y a la vez me miraban. Dé repente, me tomó de la cintura y me empezó a coger con desesperación.
- Sii!!! Sii!! Aquí voy, mi amor!!! Me vengo!! Aaaaaahhhhh!!!! Que ricoo!!! Siiii!!!!! Mierda, que sabroso!!!
Su miembro expulsaba una gran cantidad de semen. Pulsaba su verga.
- Eso, papito!! Que rico!! Lléname toda!!
- Siii!!! Dios mío!!!
Lo acerqué a mí. Lo abracé. Rodeé su cintura con mis piernas. Nos quedamos abrazados como cinco minutos. Esperamos a que se recuperara. Disfrutaba de su aroma.
- Me daré un baño, me decía como despedida.
- De acuerdo.
Me dio un lindo beso en los labios, diciéndome al mismo tiempo:
- Te amo, hermosa.
- Y yo a ti, papi.
Se levantó. Tomó su ropa y salió. Me quedé mirando al techo y empecé a reírme. Fue tan maravilloso terminar el día así. Sin duda.