Soy gorda

comenzar a calentarse, buscar por la red fotos de zoofilia y llamar al perro para mamarle la polla y dejarse penetrar por él, por todos sus agujeros...

El día de hoy, navegando en la red, tropecé por casualidad con la pagina web de relatos, llevada por la curiosidad, hacía click en todos los link que tiene, la verdad ya a mis cincuenta años, ya nada referente al sexo me sorprende; pero al llegar a la sección relatos, al ver la sección zoofilia tuve una extraña sensación. Entré a esa sección y empecé a leer las experiencias que allí relataban, fue cuando me di cuenta que tenía el calzón mojado, hacía tiempo que no me pasaba esto, pues aparte que soy separada hace mucho tiempo, no he tenido mayores experiencias, pues soy una mujer gorda, tengo un enorme trasero y aún un buen par de buenas tetas, pero hoy por hoy el mundo es de las mujeres delgadas. Yo más bien trato de disimular mis abundantes atributos con unas ropas largas y bastante holgadas.

Bueno retomando mi narración, cada vez me calentaba más, hasta que sentí todo mi cuerpo excitado. Yo no podía creer que una mujer pudiera tener sexo con un perro, yo tengo uno y nunca se me pasó por la cabeza tener algo con él. Bueno, decidida a seguir en lo que me había metido, entré al portal de Altavista y puse zoofilia en su buscador. Lo que siguió me dejó perpleja. Ante mis asombrados ojos siguió un desfile de tanta lujuria, que creí estar en el mismo infierno, tenía todos los sentidos clavados en al pantalla de la computadora, no sentía el tiempo que transcurría. Solo veía y veía, sentía una humedad pegajosa entre las piernas, tenía la vagina inundada de fluidos...

Era increíble el enorme tamaño de los miembros viriles de aquellos perros, como eran chupados, mamados, como entraban en los agujeros de aquellas mujeres.

Me logré incorporar de la silla frente a la computadora, solo para prender un cigarrillo, la mano me temblaba, aspiré una larga bocanada, tenía la vista clavada en el pene gigantesco de un perro negro que una hermosa muchacha acunaba tiernamente entre sus senos, mientras posaba sus carnosos labios en la base del órgano, allí donde esta esa bola.

Hice click en otra foto, que inmediatamente se agrandó, era la misma chica con casi toda la verga del animal dentro de su boca, y la siguiente foto casi me desquicia: el animal tenía enterrado la totalidad de su enorme miembro en el ano de la rubia. Ese fue el colmo. Una idea había prendido en mi cerebro, llamé a la empleada de la casa y la mandé a comprar, (lo que se me ocurrió en ese momento) al centro de la ciudad.

Aguardé con impaciencia que cerrara la puerta. Ya a solas en la casa llamé a mi perro, este vino presuroso a mi lado agitando la cola. Que habrá dicho el pobre animal, apenas lo tuve a mi lado lo tumbé, a pesar de lo pesado que es, y me abalancé sobre él , buscándole frenéticamente su miembro, después de mucho manipular, de su capucho de pelos emergió una punta colorada, lo capturé con los labios y lo succioné con avidez, sintiendo como crecía y se engrosaba con cada caricia que le daba. El perro no permaneció indiferente, más bien algo debería percibir con su delicado olfato pues empezó a meter su hocico entre mis piernas, tuve que separar bastante las piernas pues mis muslos son bastantes gordos, su nariz muy fría me hacia cosquillas en la suave piel de mis entrepiernas. Con una sola mano, y gran dificultad logré deshacerme de mi calzón, su primer lengüetazo en plena vagina casi me levanta del suelo, pero yo estaba bien sujetada, pues para ese momento ya tenía toda su erección dentro de la boca.

Pero el perro no se iba a contentar sólo con que se lo mame, pues trataba de levantarse, yo hubiera querido quedarme allí para siempre mamando pero también mis otras partes clamaban por su pedazo de botín, así que dejé de mamar y allí en la alfombra me volteé y me puse en cuatro patas ofreciéndole a mi propio perro el enorme espectáculo de mi colosal trasero.

Este, inmediatamente llevado por su instinto , me montó rodeándome con sus patas delanteras por el talle, atrayéndome fuertemente hacia él , con tanta violencia que me lastimaba la delicada piel de mis caderas.

Decidí ayudarlo, pues su verga no encontraba el camino adecuado, pues me hincaba las nalgas, mi húmeda vagina lo recibió, transportándome al verdadero paraíso, sintiéndome mujer por primera vez, con su pelvis me golpeaba fuertemente las nalgas haciendo que mis tetas, se balancearan de un lado para otro, como me dolían las rodillas, debido a mi peso, traté de acomodarme y lo único que hice fue que la verga se saliera, por unos instantes su miembro se deslizó entre mis nalgas, en mi afán de que entre otra vez levanté levemente el trasero, con lo cual la trayectoria del pene varió por algunos milímetros, lo suficiente para que se fuera por el camino equivocado.

Antes de que reaccionara mi ano era violentamente forzado, ahogué un aullido de dolor, el dolor era insoportable, pero pronto fue reemplazado por un intenso placer, pues bastó que mis dedos se rozaran con mi clítoris para que me viniera en un agonizante orgasmo, fue cuando volteé el rostro y me vi en esa humillante postura en el amplio espejo del tocador, un hilillo de saliva se resbalaba por mi boca entreabierta...

Janju.