Soy Gay, o no Parte 3: Poniendo el culo
Relata mi primera experiencia anal , y como Juan me rompió el culo por primera vez
Hola de nuevo, quiero daros a los gracias a todos los que me habéis escrito y por los comentarios que habéis dejado. Lo que quiero contaros esta vez es lo que sucedió un tiempo después de mi primera experiencia con Juan.
Tras lo bien que lo pasamos ambos en nuestro primer encuentro la relación entre ambos se extendió en el tiempo. Quedamos de forma asidua una vez por semana más o menos y acababa siempre de la misma manera. Yo de rodillas con una peluca de mujer y cubierto en semen de Juan.
Llevaríamos ya más de dos meses cuando decidí que estaba listo para dar el siguiente paso. A pesar de nunca haber sacado el tema con él, sabía que le atraía la idea de follarme el culo, más aún si me vestía de mujer y yo mismo empecé a fantasear con tener sexo anal con Juan, pero antes de decidirme definitivamente a dar ese paso investigué un poco.
Al principio me daba un poco de miedo. Leí de casos de gente que acababa en el medico con fisuras anales y cosas peores, pero como siempre pasa con internet ni todo es como lo pintan ni te tiene que pasar ti. Aun así, no lo descarté, y a antes de decir que no de forma definitiva preferí investigar con mi cuerpo de primera mano para comprobarlo. Me compré un par de juguetitos para probar mis límites y averiguar si de verdad dolía, si era tan peligroso como comentan en algunos sitios de internet y so me gustaba la sensación de tener una polla en el culo.
La lista de la compra incluyo dos dildos uno de unos 18 cm y otro de 22, un par de plugs anales de diferentes tamaños, un enema re utilizable, crema depilatoria y lubricante a base de agua para no dañar las pollas de látex y lubricante a base de silicona por si al final acababa follando con Juan.
Antes de empezar me di una ducha para estar bien limpio y me apliqué la crema depilatoria por toda la zona genital, desde la polla hasta el culo. Después utilicé el enema para dejar mi recto bien limpio y cuando ya estaba listo me senté en el borde de la bañera y empecé a jugar con mi ano. Lo masaje un poco con la yema de los dedos y la sensación no me disgustó. Me empapé los dedos de lubricante e introduje uno en el recto. La sensación fue rara. Jugué un poquito con mi dedo, y cuando consideré que estaba listo introduje un segundo. Esta vez lo note más. Seguí dilatando mi esfínter hasta que tenía tres dedos dentro.
Cuando pude introducirlos sin problemas cogí el primer dildo de color negro de unos 18 cm y lo embadurné de lubricante. Coloque la punta del mismo en la entrada de mi culo y presione, pero no quería entrar. Resulto más difícil de lo que creía, pero apreté el culo como si fuera a ir al baño y entonces la cabeza entro sin oponer resistencia. La sensación que tuve en ese momento me encanto.
A penas tendría dentro de mi ano un par de centímetros, así que continúe introduciendo el resto dentro. Empujé suavemente con la mano y comprobé que mi esfínter a penas ofrecía resistencia. Pude notar el tacto frio del lubricante y del látex penetrándome y cuando la tuve toda dentro me sorprendió de lo fácil que había sido y de que no me había dolido.
Con toda la polla dentro sentía que algo raro, la sensación de estar lleno es difícil de explicar. Es como si tuviera que ir al baño, pero sin la parte desagradable que ello implica. Me encanto, no os voy a mentir. Tras estar un par de minutos con el dildo dentro para que mi ano se acostumbrara comencé a introducir y sacar el dildo de mi culo con un ritmo pausado pero constante. En ese momento comencé a descubrir los placeres del sexo anal. De repente sentí como que me corría, pero ni siquiera me había tocado la polla hasta ese momento. No sabía que estaba pasando, pero me encantaba. Seguí moviendo mi mano arriba y abajo dentro de mi ano y poco a poco me fui dejando llevar hasta que me tuve que apoyar en la pared de la bañera para no caerme tras alcanzar un éxtasis desconocido hasta entonces para mí Tenia todo el pecho lleno de líquido pre seminal y eso que mi polla estaba flácida.
De vuelta al mundo real, y sin estar seguro de que había pasado quise continuar con la experiencia. Saqué el segundo dildo de su envoltorio, este ya de unas dimensiones considerables, similar al tamaño de polla de Juan. Le unté una cantidad generosa de lubricante y lo acerqué a mi recto. Intente introducírmelo suavemente, pero debido a la diferencia de grosor con el anterior me fue imposible, por lo que cambie a una postura más apropiada para ello. Me tumbe en el fondo de la bañera y levante las piernas lo suficiente como para apoyarlas sobre la pared y la mampara de la misma. En esa posición lo intenté de nuevo y esta vez si conseguí introducírmelo. Primero la cabeza, que pensé que me iba a partir en dos, pero tras esperar un poco a que mi ano se dilatase lo suficiente continúe su progreso dentro de mi recto.
Poco a poco y con paciencia me fui introduciendo centímetro a centímetro toda la polla en mi culo hasta que sentí los huevos del dildo chocar contra mí. En ese momento me percaté de lo que había conseguido, tenía dentro del culo una polla de más de 20 cm y apenas había sentido dolor al hacerlo. Estaba en las nubes así que continúe con mi objetivo para averiguar si podría con la polla de Juan. Empecé a mover la polla dentro y fuera despacito, primero solo sacaba un par de centímetros, pero pasado un tiempo ya podía sacarla prácticamente entera para volver a introducirla hasta el fondo.
El tacto frio del látex se transformó en cálido, supongo que por el rozamiento, y la sensación placentera de estar lleno de polla me inundó. Mi mano de movía sola, cada vez más deprisa, y no pude hacer otra cosa más que con la otra mano empezar a masturbarme. Cuando mi orgasmo se aproximaba mi cuerpo se tensó y justo cuando me iba a correr de forma involuntaria mi ano se contrajo y comenzó mi corrida. Jamás hasta entonces había sentido un placer igual. En la posición que estaba y con la boca abierta mi propio semen me baño. La probé por primera vez y su sabor me gustó.
Cuando mi cuerpo dejo de convulsionar y mi cabeza dejo de dar vueltas me di cuenta de lo que había pasado, y llegué a una conclusión inequívoca. Me encantaba y con Juan iba a ser todavía mucho mejor. Si con una polla de plástico se sentía así no me podía imaginar que se sentiría con una polla de verdad. La experiencia que acababa de tener me había abierto los ojos además de otras cosas jajaja.
Ya con las cosas claras quería darle una sorpresa a Juan, y sin decirle nada me preparé a conciencia. Primero fui a un centro de depilación donde me dejaron como el culito de un bebe, eso sí doler me dolió lo que no está escrito, pero mereció la pena. Después fui a una tienda a comprarme ropa de mujer, maquillaje y una peluca rubia lisa bastante larga. Elegí un conjunto que me gustó especialmente, una falda a cuadros por encima de la rodilla y una blusa blanca. Completé el conjunto con unas medias negras y unos zapatos de tacones negros preciosos pero incomodísimos eso sí. Respecto a la ropa interior me compré un conjunto de encaje negro con unas ligas bordadas. Cuando pague en la caja la dependienta muy amablemente me preguntó si lo quería para regalo, supongo que pensaba que era para mi novia.
Cuando llegué a mi casa, me lo probé todo y me miré en el espejo la imagen me impactó. Allí estaba frente al espejo vestido de arriba a abajo de mujer y me encontré atractiva. Esa fue la primera vez que me vi a mi mismo como una mujer, y no como un hombre, pero no me importó en absoluto, eso sí, si me llega a ver alguien en ese momento me habría muerto de vergüenza. Una vez superado el shock, guardé todas las cosas y di el día por concluido.
El día siguiente había quedado con Juan, y apenas pude dormir pensando en lo que iba a pasar. Juan no sabía nada, y tenía curiosidad por ver su reacción cuando me viera y le dijera porque estaba vestido así.
Llegó el gran día y ya tenía todo listo. Metí todas las cosas en una mochila y me dirigí a casa de Juan. Me planté ante su puerta y toque al timbre. Cuando me abrió la puerta me dio un par de besos en la mejilla como siempre hacia y me invito a pasar. Cuando cruce el umbral de la puerta se percató de la mochila y me pregunto y yo lo dije que era una sorpresa.
Se sentó en el sofá, como hacia siempre y puso una película, yo mientras tanto me excusé y me dirigí al baño a cambiarme. Primero antes de nada me apliqué un enema para asegurarme que todo estaba como debía y me puse todo el conjunto. Adicionalmente me introduje un plug anal para ir dilatando antes del gran acontecimiento. Me puse un poco de maquillaje, no es que sea experto en ello, pero me pinte los labios de color rojo, me di un poco de sombra de ojos y un me coloree un poco los mofletes. Completé todo con un perfume de mujer y me preparé para salir del baño. Me dirigí por el pasillo hacia el salón, y casi me mato con los tacones, pero como pude me compuse y seguí caminando.
Cuando llegué a la puerta del salón paré un instante y entré. La cara de Juan cuando me vió era un poema. No hacía falta que me dijera lo mucho que le gustaba. Su polla comenzó a ponerse dura y eso me dio toda la aprobación que necesitaba. Caminé hacia el despacito y me arrodillé frente a su miembro. Juan me dijo lo guapa que estaba y lo mucho que le gustaba y en ese momento fue cuando mi conversión a sissy llegó a su fase final. Intenté poner la voz de mujer más sexy que pude y le dije a mi macho.
Yo: ¿Cariño, quieres que tu putita te la coma la polla? (Era la primera vez que le llamaba así)
Juan: Claro que, si putita, ya sabes que es toda para ti
Yo: Que ganas tengo de sentir tu polla en mi cara y en mi boca, hoy no he desayunado y tengo mucha hambre
Juan: No te preocupes, no me la he casado desde la última vez que viniste, así que te voy a dar la leche acumulada de una semana.
Yo: Que bien papi, la quiero toda en mi boca, me la tragaré como una buena chica.
Tras la conversación comencé con mi faena. Me aparté el pelo a un lado, sostuve tu polla contra su barriga y le di un lametazo desde los huevos hasta que llegué al capullo, para continuación abrir la boca e introducirme el capullo entero dentro.
Comencé a succionar despacito pero firme, recorriendo el tronco por completo con mis dedos sin sacarme el capullo de la boca. Con una mano le masajeaba los testículos y con la otra empecé a acompañar los movimientos de mi boca subiendo y bajando a lo largo del tronco hasta que hacia tope en mi garganta. Debido a que la tiene demasiado gorda y larga me fue imposible engullírmela entera.
Seguí un rato más mamándosela despacito para después sacármela de la boca, posarla sobre mi cara e introducirme un huevo en la boca. Lo chupé y lamí despacito mientras con mi mano derecha le hacía una paja. Cuando me arte de chupar sus huevos me introduje una vez más su polla hasta donde pude y seguí chupándosela esta vez más deprisa y con más fuerza.
Tras un buen rato mamando Juan se levantó del sofá y me obligó a sentarme sobre mis propios pies para después sujetarme de la cabeza y follarme la boca. A mí no me atrae mucho esta práctica, pero por satisfacer a mi macho estoy dispuesto a hacerlo. En un par de ocasiones empujó demasiado profundo y me puse a toser de forma involuntaria. Cuando me quise dar cuenta ya tenía la polla lleva de babas y Juan me la saco de la boca para golpearme la cara con ella mientras le lamia la parte baja del tronco y los testículos.
No sé cuánto tiempo paso, pero guie a Juan para que se sentara de nuevo en el sofá y me decidí a comérsela con ganas. Me introduje de nuevo su polla en la boca ya hora con las dos manos se la chupé con ansia. Movía mi boca arriba y abajo, sacándomela de vez en cuando para recorrerla entera con mi lengua y volver a metérmela en la boca, mientras mis manos recorrían todo el tronco. Puse todo mi empeño para intentar que Juan llegara al orgasmo.
Aceleré mis movimientos y apreté más mis labios contra su polla. Succioné con todo mi empeño hasta que noté que la polla de Juan palpitaba lo que me anuncio que se iba a correr, y justo en ese momento solté la polla con mis manos y me separé. Juan me miró de forma desconcertada sin saber muy bien que estaba pasando:
Juan: ¿Qué haces putita, me iba a correr, porque paras ahora?
Yo: Antes te dije que tenía una sorpresa y no quiero que te corras hasta que te la de.
Juan: Una sorpresa, creía que ya me la había dado.
Yo: No papi, la sorpresa es esta…
Me di la vuelta, levanté el culo y me subí la falda, para que Juan pudiera verme el culo a través de las braguitas negras que tenía puestas. Las aparté a un lado y le mostré mi culito con el plug dentro para confirmarle lo que quería.
Yo: quiero que me folles papi, me he vestido así especialmente para ti, y quiero que me folles como a una buena putita.
Juan: Vaya, esto no me lo esperaba, eres una buena zorra. No te preocupes, tu macho te va a dar toda la polla que necesites.
Yo: Quiero que me folles bien profundo, para sentirme toda llena de polla, pero hazlo con cariño papi, ya que eres la primera persona que me va a follar.
Juan: Claro que si putita mía, te voy a follar con mucho cariño.
Después de la conversación me dirigí al baño a por el lubricante y volví al salón. Juan estaba esperándome con la polla tiesa y se me abalanzo tirándome al suelo de espaldas. Tumbados en el suelo me froto su pollón contra el culo y note lo dura que la tenía. Nos incorporamos los dos y Juan se volvió a sentar. Yo me baje las braguitas sin quitarme la falda y me saque le plug del culo. Cogí el bote de lubricante y me eché una buena cantidad en la mano, para después aplicármelo bien por todo el culo. Eché un poco más sobre la polla tiesa de Juan y me dispuse a introducirme su miembro. Dándole la espalda el sostuve la polla con una mano y me fui sentando poco a poco sobre él. Cuando sentí el contacto con de su polla con la entrada de mi culo hice fuerza con el abdomen, como si tuviera que ir al baño para facilitar la entrada. El capullo enorme de Juan entro sin apenas ofrecer resistencia, pero debido a la anchura preferí tomármelo con calma y esperarme un tiempo a que mi ano se dilatara antes de seguir con la penetración. Cuando consideré que ya era suficiente seguí mi descenso, parándome cada cierto tiempo para acostumbrarme al tamaño, hasta que sus huevos hicieron tope con mi culo y comprobé que tenía toda la polla de Juan dentro de mí. La sensación de lleno que me invadió fue indescriptible. La calidez de una polla de verdad en comparación con los consoladores no tiene nada que ver, la rigidez y el tacto son totalmente distintos.
Espere un minuto más o menos para empezar a subir y a bajar mis caderas sobre el regazo de Juan. No sentí ni un ápice de dolor mientras los hacía, estaba en la gloria y los gemidos de mi macho probaban que él estaba disfrutando tanto como yo. Tras un par de minutos cabalgando, me sujetó de las caderas y empezó a follarme más rápido. En ese momento os juro que casi me muero. Las penetraciones eran cada vez más rápidas y profundas y no pude contener mis gemidos. Empecé a decirle guarradas, sobre lo bien que me follaba, sobre lo puta que era y lo mucho que adoraba su cipote. Juan por su parte no se cortaba y alababa lo bien que cabalgaba y lo rico que tenía el culo.
No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, pero Juan quiso cambiar. Hizo que me sentara yo en el sofá. Él se puso de rodillas frente a mí y me puso las piernas sobre los reposabrazos, para insertarme el cipote en posición similar al misionero. La penetración en esta postura fue un poco más complicada, pero al poco tiempo ya estaba follándome con ímpetu. Esta fue la primera vez que estuvimos frente a frente, por lo que podíamos ver las expresiones del otro mientras follábamos. La cara de Juan estaba toda roja e hinchada, y sus gemidos apenas audibles ya que tenía la boca prácticamente cerrada, como si le diera vergüenza que le oyese. Yo por mi parte ya me había desinhibido y gemía con la boca abierta, mordiéndome los labios y con mis manos en las caderas de Juan acompañando los movimientos. Le pedí que me quitara los zapatos, y cuando mis pies estaban libres crucé las piernas tras el trasero de Juan para sentir aún más la penetración y acompañar sus movimientos con mis piernas.
Podía sentir la totalidad de su cipote recorriendo mi esfínter y abriéndome por dentro. El placer que sentía era distinto y nuevo para mí. Como si me fuera correr sin tocarme la polla. De hecho, allí estaba, olvidada como si no existiera, por lo que me la cogí con una mano y empecé a masturbarme al compás de los embistes de mi macho.
Tras un buen rato follando fui yo el que quise cambiar, esta vez me senté en el suelo a 4 patitas y le mostré mi culito para que me follara por detrás como a las putas. Pero Juan me levanto del suelo y me alzo en su regazo. Frente a frente apenas unos centímetros separaban nuestros rostros cuando coloque mis piernas en su espalda y juan me la clavó. Empezó a follarme súper rápido en esa posición tan rápido que mi cabeza empezó a dar vueltas y no sabía si subía o bajaba. Estaba en la gloria y no quería que parase. Tan ido estaba que no me di ni cuanta cuando Juan me llevo a su habitación y me poso sobre la cama. Ahora si me ordenó que me pusiera a cuatro patas, porque quería follarme como a las perras.
Me coloqué tal como el me pidió, con mi culo alzado al borde de la cama y la cabeza apoyada sobre el colchón. Con mucha delicadeza, pero sin detenerse ni un segundo Juan fue introduciendo cada centímetro de su pollón dentro de mi esfínter hasta que sentí su pelvis en mi culo no pude evitar soltar un gemido cuando toda su polla entro mi culo. Otra vez estaba relleno de rabo hasta el mango y una vez más estaba en la gloria. Las embestidas de Juan empezaron suaves, lentas y profundas, y poco a poco cada vez más rápidos. A veces me la sacaba entera del culo, la posaba sobre mi trasero y jugueteaba con la entrada para volver a metérmela otra vez. Cada vez que hacia esto mi espalda se tensaba y los pelos de la cabeza se me erizaban. Adoro la sensación de una polla frotando mi ano, e intentando entrar. Yo estaba los suficientemente cómodo para mover mis caderas adelante y atrás para acompañar las penetraciones de Juan, cuando de repente el placer me invadió. Sentí que me corría, y esta vez ocurrió, de forma descontrolada y como nunca antes me había sucedido el placer que sentí era tal que si me llego a morir en ese momento hubiese sido feliz. Jamás había descargado tal cantidad y pronto tenía toda la falda manchada de mi esperma.
En ningún momento Juan dejo de follarme, ya que a pesar de haberme corrido la sensación de placer no desaparecía. Tras un buen rato follándome los movimientos de Juan y los gestos me hicieron saber que su corrida se se aproximaba.
Giré mi cabeza para mirarle a los ojos y le dije:
Yo: Me estas follando muy bien papi, pero ahora quiero que me des tu leche como a una buena perrita.
Juan: ¿No quieres que te preñe putita?
Yo: No papi, quiero que me la des toda en la boca, quiero tragarme tu leche como una buena chica.
Juan: Esta bien putita, has sido una buena chica así que tu macho te va a dar tu premio.
Yo: Muchas gracias cariño, me la voy a tomar toda.
Juan: Mas te vale zorrita, si no te la tomas me voy a enfadar
Yo: Te lo prometo papi, ya sabes que soy una buen chica
Juan: Prepárate, que te voy a dar una buena dosis, llevo toda la semana guardándola para ti.
Yo: Oh si papi la quiero toda, calentita y espesita.
Juan: Aquí viene zorra abre la boca, es toda para ti.
Entonces Juan me sacó la polla del culo, yo me di la vuelta y me tumbé sobre la cama. Juan se subió a la cama y aproximó su polla a mi boca con el tiempo justo para que yo la abriera y el primer trallazo me llenase la cara y lengua de leche. Cuando sentí el calor en mi cara rodee el cipote de Juan con mis labios y trate de mantenerlos cerrados mientras Juan se vaciaba en mi interior. Tragué y tragué todo lo que pude, hasta que las convulsiones de Juan descontroladas y la cantidad de semen me obligaron a abrir la boca y dejar salir el semen que tenía dentro. A Juan todavía le quedaba suficiente leche como para soltar un par de trallazos más sobre mi cara.
Cuando terminó de correrse recogí todos los restos que pude con mis dedos y me lo tragué. Juan cayó rendido a mi lado y en ese momento, los dos frente a frente le sujeté la cabeza y le besé. Fue un beso, corto pero intenso, y de mis labios salieron unas palabras que a día de hoy todavía no alcanzo a comprender.
Yo: Gracias amor mío, me has follado como un buen macho.
No sé por qué, pero en ese momento se lo dije. Hasta entonces no lo había tenido en la mente. No sé si fue por la excitación del momento, pero sucedió. No me ha vuelto a pasar, pero lo cierto es que no me arrepiento.
Desde ese día Juan y yo hemos follado un montón de veces, pero como esa vez ninguna. No sé si por ser la primera, fue distinto, pero en cierto modo fue especial, tanto para mí como para él.
Ahora en mi casa, sentado frente al ordenador contando mi experiencia puedo afirmar rotundamente que me gustan las pollas, me gusta la leche y me gusta que me follen como a una perra. Se podría decir que soy unas Sissy, aunque nadie lo diría al verme por la calle, pero cuando mejor me siento es cuando tengo la polla gorda y sabrosa de Juan dentro de mis entrañas.
Espero que les haya gustado, esperare vuestras opiniones y comentarios, y puede que en otra ocasión os cuento otra de mis aventuras, a pesar de que sería repetirme.
Un saludo y un abrazo a todos los lectores de todorelatos.