Soy Gay, o no. Acaso importa? Me gustan las pollas
Os cuento mi experiencia de cómo poco a poco fui descubriendo el placer de comer polla y sentir la leche en la cara.
Hola a todos. Me llamo Jose y tengo 26 años. Soy un chico del montón, ni alto ni bajo de flaco ni gordo ni alto ni bajo.
Si hay algo que destacar son mis
ojos verdes
esmeralda y
mi
cara de niño bueno.
Apenas de sale barba por lo que tengo una piel suave y lisa que suele
gustarles mucho
a los hombres.
Siempre me he definido a mí mismo como
hetero
, pero desde hace algún tiempo decidí no etiquetarme. Me gustan las mujeres, esto lo tengo claro, pero también me atraen los hombres. En concreto me encantan las pollas.
No me siento atraído al género masculino en general, es decir, cuando voy por la calle no me fijo en los hombres, en si es guapo o feo o si me enrollaría con él. De hecho, mis experiencias homosexuales hasta ahora se limitan a sexo oral. No me cierro a nada y es posible que en un futuro no muy lejano amplié mis miras y me decida a tener sexo con un hombre, pero eso ya se verá y ahora mismo no viene al tema.
Antes de empezar quiero daros algo de contexto. Desde bien pequeñito me han gustado las mujeres. Tengo un amigo que tenía un videoclub, de esos que ya no quedan donde la zona de películas porno estaba separada por una cortinilla de bolas. Debido a esto siempre teníamos surtido de películas porno, algo poco habitual antes de la globalización de internet. Mis primeras pajas fueron en compañía y fui cuando descubrí lo morboso de la situación.
Con el tiempo y debido a la calentura que llevábamos, ya que en esa época teníamos 15 años llegamos a masturbarnos el uno al otro, pero nunca llegamos más. El punto de inflexión de mi vida llego un par de años después. Tengo un primo que es 2 años mayo
r
que yo, pero que vive lejos po
r
lo que apenas nos vemos un par de vece al año.
Normalmente los veranos venía a mi casa debido a que vivimos cerca de la playa y el al ser del centro de España no podía acceder a ello.
Al igual que con mi amigo solíamos ver películas porno y por una circunstancia imprevista los cimientos de mi existencia cambiaron. Lo recuerdo como si fuera ayer. Antes de nada, he de decir que mi primo tiene una polla enorme. Probablemente la más grande que he visto en mi vida. No es especialmente
larga,
pero si es muy gorda.
La cuestión es que se lesiono el brazo jugando al futbol en la playa y yo como buen primo accedí a “ayudarle” a hacerse pajas. La primera vez que lo hicimos no pasó nada especial, pero hubo una
ocasión
en la que no me aviso cuando se iba a correr, y por la postura en la que estábamos me pringo toda la cara. En
principio
me dio mucho asco,
más
que nada por sensación, pero una vez pasado el momento me di cuenta que no era tan asqueroso.
Ese hecho aislado provoco en mi un mar de dudas. Tocar la polla de mi primo no me desagradó, es más me resultaba excitante y que se hubiera corrido en mi cara, más o menos no me disgusto. A partir de entonces la curiosidad me pudo y poco a poco fui cruzando barreras. Chupé mi primera polla con 19 años, a mi primo precisamente, y la verdad es que me gusto. Tal vez otro día os cuente como sucedió. El resultado de todo esto y a donde quiero llegar es a la primera vez que deje que un chico se corrie
ra en mi cara de forma premeditada.
La experiencia muy maravillosa tanto para mí como para él, y descubrió en mi algo que jamás pensé que me podría gustar. Es más, incito a todas las mujeres que les repugna la idea que lo prueben al menos una vez en su vida, pero con mente abierta. Si lo haces con la idea de que te va a dar asco no lo vas a disfrutar, y te vas a perder una experiencia muy excitante y morbosa solo por prejuicios. Hay quien piensa que dejar que se te corran en la cara es denigrante, pero yo lo veo al revés. El poder que tienes sobre tu chico cuando está a punto de correrse y le sientes temblar, ese momento justo antes de correrse, es el que más disfruto.
Sin más introducción me dispongo a contaros com
o
sucedió todo. Debido a mi vida como
hetero
y por miedo a que alguien me descubriera, la
fantasía
que
tenía
en la cabeza de que quería sentir como alguien se vaciaba en mi cara era más difícil de cumplir. Tuve que recurrir a los anuncios anónimos de las páginas de contacto para encontrar a alguien que cumpliera mis requisitos. Discreto y que se corriera mucho. Lo demás de daba igual. Gordo, calvo, feo, mayor… todo eso era secundario. Al final ni con un hombre de unos 40 años que se había separada de su mujer y buscaba descargar tensiones. Todo perfecto para mi caso, ya que vivía solo y por lo tanto no teníamos que ir a un descampado donde nos pudiera ver alguien.
La
cuestión
es que quedamos y
acudí
a su casa. Cuando
llegué
y lo vi, la primera impresión era lo que me había imaginado. Un hombre medio calvo y con unos kilos de más. A
mí
no me importo la verdad.
Lo que me interesaba estaba bastante más abajo. No sabía si la tenía grande o pequeña, solo que según me dijo él se corría mucho.
Nos saludamos, el hombre se acomodó en el sofá, y se desabrocho el pantalón. Yo cogí unos de los cojines que tenía
y lo pu
s
e a sus pies.
Me arrodille frente a
él
y me coloque entre sus dos piernas.
Él
puso una película porno en la tele y me dijo.
Adelante, t
odo tuyo.
Termine de desabrocharle el pantalón y liberar su polla. La verdad es que no est
aba mal. Estaba circuncidado y
l
a
tenía ya un poco
morcillo
n
a
. No era excesivamente larga ni gorda. Lo que si tenía era una cabeza enorme como un champiñón, y unos huevos gigantescos. El hombre a petición mía se había depilado por lo que se podía apreciar perfectamente.
Sin entretenerme más empecé. Le pegué un par de lametones y me introduje la cabeza en la boca.
Al ser bastante gruesa me costó un poco pero enseguida me acostumbre. Se notaba que se había duchado, algo que agradecí, aunque fuera luego a mancharme. Comencé a succionar poco a poco mientras me ayudaba con la mano, y poco a poco me fui introduciendo más y más hasta que mi boca alcanzo su vientre. De
vez
en cuando le la sacaba de la boca y la lamia desde la base hasta la punta para luego volver a introducírmela en la boca y seguir mamando. El hombre se fue soltando, y poco a poco empezó a ser más participativo, alabando mis artes
mamatorias
y diciéndome guarradas. Todo esto me excito mucho a
sí
que subí un poco más el nivel de zorrita.
Empecé a mantener contacto visual mientras se la comía, algo que a los hombres les suele excitar mucho y de vez en cuando me la sacaba de la boca y me golpeaba la cara y la lengua con ella mientras le decía lo mucho que me gustaba su polla y cuanto lo estaba disfrutando. Todo esto pareció excitarle mucho, porque empezó a tensarse y a entrecortársele la voz. Yo no quería terminar tan rápido, así que afloje un poro el ritmo hasta que se calmó un poco.
Continúe con mi tarea, Se la mamaba fuerte y profundo, pero despacito. Con una mano acompañaba los movimientos de mi boca al metérmela, mientras la mantenía en su base cuando me s acabada y le pasaba la lengua alrededor sin sacármela de la boca, mientras con mi otra mano acariciaba sus testículos. Tras más de 15 minutos de mamada ya estaba súper cachondo y
tenía ganas de recibir mi premio así que aceleré mis maniobras y empecé a ejercer más presión tanto con mis manos como con mi boca. Todo esto lo complemente con mi lengua en su frenillo.
Pareció surtir efecto porque pude sentir como tensaba las piernas, y la respiración se le aceleraba. Cuando hablamos por correo no le había dicho que quería la leche en mi cara, solo le dije que la quería en mi boca, pero como según él se corría mucho le pedí que me echara la
lefa
en la cara y en la boca.
Él no se lo esperaba y le encantó la idea. Cuando estaba a punto de correrse se puso de pie y yo me coloqué debajo de su miembro con mirándole a los ojos mientras se pajeaba esperando al clímax. Justo cuando anuncio que se corría cerré los ojos y saqué la lengua, situándome a pocos centímetros de su polla. Enseguida note el primer trallazo en mi cara. Estaba ardiendo y sentí como golpeo en mi mejilla derecha. Los siguientes chorros me cubrieron la cara casi por completo y todavía tenía suficiente leche como para echarme más en la lengua hasta llenármela por completo.
Permanecí unos segundos disfrutando del momento y esperando a que terminara de correrse para cerrar la boca, y abrir los ojos para mirarle fijamente y tragarme lo que tenía en la boca. Su leche era
súper
espesa, lo bastante como para que los resto que
tenía en mi cara se quedaran pegados y apenas se deslizara
n por mi cara.
Una vez tragado lo que tenía en la boca, volví a introducirme su polla en la boca y se le limpié los restos que tenía en el rabo. Como una buena zorrita recogí los restos de leche con mis dedos y me la fui tomando toda.
El sabor no es que fuera maravilloso,
en realidad es lo de menos,
es el hecho en si lo que más me p
one. Sentir la leche en la cara, lo caliente que está, la textura, como resbala por mi cara
y tragármela es lo que más me excita con diferencia
. Los momentos previos a cuando se corren en tu cara, ahí de rodillas con la boca abierta y la lengua fuera
pufffff
….
Cuando terminé
, la verdad es que había sido una corrida de caballo volví a mirarle a los ojos, y en ese momento me dijo que había sido la mejor mamada de su vida y que si quería tendría leche todas las semanas.
Yo estaba súper salido y con ganas de repetir
por lo que me parecía buena idea y
se lo hice saber. Me dirigí al baño a límpiame la cara y cuando terminé nos despedimos. Al llegar a mi casa me hice una paja hasta que
terminé
sobre mi pecho.
Quedamos un par de veces más, hasta que encontré alguien asiduo que me gusta más, pero eso es otra historia para otro día. Espero que os haya gustado y que hayáis disfrutado leyendo tanto como yo contando lo que viví.
Un saludo