Soy Fefa de nuevo (2)
Os aclaro dudas sobre el anterior relato
Hola soy yo de nuevo, Fefa.
He recibido algunas cartas haciéndome preguntas sobre mi pasado. El porqué no quería ser chica, etc. Espero que con esta nueva carta os aclare todas las dudas.
Pasé mi infancia en un pueblo, el cual no os lo voy a nombrar, por razones obvias. Sólo diré que está muy al sur.
En mi pueblo, como en todos, creo, las mujeres están simplemente para servir a los hombres. Ser su criada, tener sus hijos, abrirse de piernas cuando ellos quieran, etc.
Mi madre era una de estas mujeres. Siempre callada, obediente con su marido y solícita con sus hijos. Su vida consistía únicamente en tenernos contentos a todos. A veces mi padre volvía a casa borracho. En estas ocasiones era terrible. Mi madre nos escondía en el sótano mientras la oíamos llorar al recibir algún golpe y los quejidos al dejarse hacer por mi padre.
En estos momentos me juré que yo nunca sería igual que mi madre.
En el colegio siempre vestía de chico. Me comportaba igual que ellos, y despreciaba cualquier referencia a la feminidad. Me hice fama de marimacho.
Al terminar el instituto, adopté definitivamente la imagen de chico, cambiándome el nombre, recortándome el pelo y tras rogar a mi padre, con el consentimiento de mi madre, fui a vivir con mis tíos a la ciudad.
Estos me presentaron como un sobrino.
Desde ese momento nunca más volví al pueblo. Hablaba con mi madre por teléfono y nunca preguntaba por mi padre.
Tras esta aclaración continúo con mi historia, justo después de salir del hotel, tras la increíble noche vivida.
Cuando llegamos a casa, bajé del coche y les di un beso de despedida. Apresuradamente subí las escaleras.
Mi tía estaba en la ventana de la casa y me vio.
Nada más entrar por la puerta me dijo muy seria:
¿Fefa que haces vestida de esa manera?
No preguntes tía por favor. Le dije ruborizada y salí corriendo a mi habitación.
Ella me dejó. Era muy comprensiva. Nos llevábamos muy bien y siempre había comprendido mis extrañas manías de ser un chico liberal.
A ella le habría gustado tener una sobrina, pero nunca había intentado obligarme a cambiar.
Ya en mi habitación me quité toda la roma y metiéndome en el baño.
Me notaba toda sucia y agotada.
Mi imagen, en el espejo, era lamentable, tenía la vagina y el culo totalmente dilatados, moretones en brazos y pechos. Al sentarme en el inodoro, me salió un enorme chorro de leche del culo.
Verme en este estado me hizo despertar como de un sueño, y por primera vez me di cuenta de lo que había hecho; yo el chico independiente, que no quería saber de los hombres, me había dejado hacer una cogida terrible.
Pensé: ¡Al que no quiere pan se le llena el plato!
Luego me di cuenta de otra cosa. No había usado condón, y yo nunca tomaba anticonceptivos. No los necesitaba hasta ayer, pues era un chico.
Esto no podía volver a ocurrir. Angustiada me acosté en la cama dejándome dormir. No desperté hasta la hora de la cena.
Tuve pesadillas. En la cama, tapada hasta la cabeza no me atrevía a levantarme. Que podía hacer ahora. Mi vida había cambiado para siempre. Me sentí desesperada.
Bajé a cenar con mis tíos. No hablamos casi nada. Mi tía me miraba pero no decía nada.
Después de recoger mi tío se fue a dormir y nos sentamos en el salón con una taza de café.
Estuvimos conversando de cosas intrascendentes. Yo me sentía muy mal por lo que había hecho. Al final no me pude aguantar y le conté todo lo que había sucedido.
Mi tía calló un rato y luego me dijo:
TIA:
o Cariño. Cuando era joven también cometí locuras, pero debes aprender de ellas y saber cuando parar.
YO.
o Ya. dije sollozando.
o Pero es que no me forzaron.
o Nunca me había sentido de esa manera y me gustó mucho.
TIA:
o Claro hija.
o Eres una mujer.
o Una hermosa mujer pero no lo sabías.
o Eso no quiere decir que lo que hiciste estuvo bien.
YO:
o Y que hago tía.
o No me atrevo a presentarme ante ellos de nuevo y decirles a todos los demás que soy una chica y no un chico. Y Juan y Antonio: dios
TIA:
o Tranquila. Debes irte un tiempo a reflexionar y encontrar esa mujer que llevas dentro y que anoche atisbaste por primera vez.
Por la mañana, mi tía, pues yo no me atrevía a salir, fue a comprarme la pastilla del día después y quedé más tranquila.
No me deje ver con nadie del grupo. Durante todo el día estuve pensando que hacer hasta que en la noche tomé una decisión.
No les volvería a ver. Nadie me iba a obligar a repetir semejante humillación.
4 días después, preparé mis maletas y me marché a la costa del Sol.
Ya en el taxi, mi tía me gritó que la esperara, viniendo a la ventanilla para decirme:
Cariño han llamado tus amigos Juan y Antonio.
Les he dicho que te has tenido que ir al pueblo a visitar a tus padres.
Gracias tiita. Dije.
¿Como se lo tomaron? Pregunté.
No muy bien; intentaron interrogarme, pero no les dije nada.
Gracias tía.
Al llegar a la costa del Sol estuve 4 días encerrada en mi habitación; me había venido la regla, lo cual me tranquilizó mucho.
Estuve meditando que hacer con mi vida.
Asomada a la ventana veía las chicas en la piscina, bañándose y luciendo sus esbeltos cuerpos al sol escasamente tapados por un corto biquini.
Parecían muy femeninas y me gustó. Había cambiado mi forma de pensar tras aquella loca noche.
Me di cuenta de que había sido una boba al intentar ser lo que no era.
Al amanecer del quinto día, cogí mi bolso y bajé corriendo a recepción.
Le dije al portero, que por favor me indicara una boutique donde poder comprar ropa bonita, como la que llevaban las chicas de la piscina.
El, coqueteando, me dijo que si esperaba 10 minutos, a que terminara su turno, me acompañaría.
Parecía muy simpático por lo que accedí.
Ya era hora de que actuara como las demás chicas.
Estuvimos toda la tarde de tiendas. Me aconsejó que comprar.
Me probé un montón de cosas, a cual más atrevida, lo que hacía aparecer un montón de curvas, que no sabía que tenía.
El, cada vez que me veía salir del vestidor, daba un largo silbido de admiración.
¡Joder tía, que buena estás!
Me ruboricé, pero me gustó. Cuanto había cambiado.
Fuimos al hotel y quedamos para cenar.
Marcos, que así se llamaba, era un chico de unos 20 años, de estatura mediana, delgado y guapo.
La cena estuvo muy bien y luego nos fuimos a bailar a una discoteca.
Estuvimos toda la noche. Por la madrugada me acompaño al hotel y nos despedimos. Quiso subir pero le dije que no estaba preparada.
Al día siguiente bajé a la piscina con un tanga y un pareo. Al quitarme el pareo para meterme en la piscina, pasé entre 3 chicos dándome cuenta de las miradas de admiración que todos lanzaban.
Me sentí atrevida, lo que me hizo caminar con un contoneo femenino.
- Tía buena dijeron.
Estuve todo el día en la piscina.
En mi habitación por la tarde me acosté desnuda en la cama y dejándome dormir. Desperté muy excitada. Había soñado con Juan y Antonio.
Me enfadé un poco con migo misma, eso no podía volver a ocurrir. Había venido a la Costa del Sol a olvidarles.
Ya no era un chico. Mi pasado había quedado atrás. Fran ya no existía, sólo Fefa; una mujer guapa y femenina.
Muy femenina pensé, mientras ojeaba una revista de ropa interior, que había comprado, pues tenía que ponerme al día rápidamente. En ella salía una chica totalmente desnuda.
Con la revista en la cama me puse ante el espejo a compararme.
Mi cuerpo era similar al de ella; incluso, mis pechos, que yo pensaba eran pequeños, superaban a los de la chica. Sólo había algo diferente. Mi vagina parecía un bosque comparada a la suya. Si quería ser sexy de verdad, tenía que llegar hasta el final.
Cogí unas tijeras y una maquinilla de afeitar. Pasé toda la tarde hasta completar el trabajo. Afeité mi sexo; Lo dejé totalmente rasurado.
Viendo el resultado me vinieron a la mente el sueño que había tenido.
- Si Juan y Antonio me vieran de esta manera. Ummmmm. Me excitó muchísimo este pensamiento. Tumbándome sobre la cama, cerré los ojos y acaricié mi vulva, dejando volar mi imaginación; soñando con el día, en que a base de polla me habían hecho mujer. Entre jadeos, me corrí.
Después del orgasmo, me sentí culpable. Era débil y debía de cambiar. Tenía que olvidarles como fuera.
Por la tarde Marcos me vino a recoger para ir a cenar.
Ya en la discoteca nos tomamos unas copas y bailamos muy apretados. Me sentía femenina, mujer y me dejé llevar. Por primera vez en la vida, no me sentía una intrusa. Estaba en mi papel de mujer.
Nos besamos y seguimos bailando. Al llegar al hotel subimos a mi habitación. Íbamos los dos un poco colocados. Yo estaba dispuesta a entregarme.
Al entrar, marcos se fue al sofá y sacó de su bolsillo una bolsa de algo blanco y se puso a extenderlo.
¿Qué haces? Dije intrigada.
Esto es total. Dijo el.
Eso no será droga? pregunté.
¿Por qué? ¿tienes algún problema?
Si. Dije. No me gusta.
Pues no tomes. Y sin pensarlo se esnifó una raya por cada agujero de su nariz.
Luego ante mi asombro, se bajó los pantalones y empezó a ponerse coca en la cabeza de su pene.
Era de un tamaño normal, pensé, no como el de Juan y Antonio. Este pensamiento me dio rabia. No me los podía quitar de la cabeza.
Enfurecida, más con migo misma que con el pobre Marcos, le dije que se fuera inmediatamente.
El se enfadó mucho, me llamó frígida e intentó abalanzarse sobre mí. Le propiné una patada entre las piernas y quedó enroscado en el suelo. Era patético. Le eché y me fui a la cama.
Al día siguiente vino a la piscina a pedirme perdón. Que el no era así; Que el coloque le había hecho comportarse mal y mil excusas más. Al final me dio pena. Pasaron los días e íbamos todos los días a la playa. Nunca volvió a propasarse, dándome tiempo a acostumbrarme a mi nueva condición.
Llevaba a la playa un biquini muy cortito, en el que quedaban todo mi culo a la vista y haciendo top-Less. Un día tumbada en la arena boca abajo, en que Marcos me ponía crema-solar por la espalda, noté unas manos mayores, más rudas, que me acariciaban por todas partes y me volví sorprendida.
¿Que pasa? ¿Quien es? Dije, encandilada por el sol.
Hola Fran. Dijo una voz conocida.
Somos nosotros dijo otro.
Tus amigos del barrio.
Mi corazón dio un vuelco; eran Juan y Marcos.
¡Que hacéis aquí! dije casi gritando.
Te hemos estado buscando por todos lados.
Marcos que veía todo esto, no entendía nada. ¿Porque esos tíos me llamaban Fran? Y encima me metían mano por todos lados. Sin poderse aguantar dijo:
Dejadla en paz, ¿No veis que estáis molestando?
Calla niñato dijo Juan. No te metas en lo que desconoces.
Tranquilo Marcos, dije, son unos amigos.
Más que amigos, Fran. Dijo Juan sarcásticamente.
No me llaméis Fran, soy Fefa
Vaya, Vaya, se ve que te dejamos huella. En el barrio eras un chico y aquí una hembra.
Y vaya hembra. Dijo Antonio relamiéndose.
Ni amigos ni nada, marchaos. Dijo Marcos al ver el cariz que tomaba la conversación.
Antonio se encaró con Marcos y le espetó:
largo niñato.
Antonio era quizá más bajo que Marcos pero este era mucho más delgado. Sus espaldas y sus brazos parecían los de un niño comparado con los de éste.
Marcos me miró un poco asustado y al ver que no hacía nada por defenderle, agacho la cabeza y se fue.
¿que hacías con ese niñato? Preguntó Juan.
Es un amigo. Contesté.
Además porqué te tengo que dar explicaciones, puedo estar con quien quiera.
De eso nada. Te dijimos que eras nuestra mujer.
Yo tomo mis decisiones. Dije un poco enfadada.
¿Es que acaso no sueñas con nosotros? Preguntó.
Nn o! mentí trabándome un poco.
No me lo creo.
Juan se acostó a mi lado y dijo:
¿Es que te hemos hecho algo?
No. No es eso. Es que lo que hicimos no está bien.
No te gustó? Preguntó Antonio acostándose por el otro lado.
Ss i, Nn o. respondí trabándome un poco.
Es que no está bien. Dije muy nerviosa.
Además estaba muy colocada pues si no yo no hubiera accedido a lo que me hicisteis.
¿Acaso piensas que te forzamos?
Si. Contesté un poco contrariada. No quería seguir con esta conversación.
¿Eso te hace sentir mejor? Preguntó Juan.
No contesté.
Sabes que ya no puedes vivir sin nosotros. Dijo Antonio.
Hemos venido a follarte de nuevo. A hacerte comprender quien eres de verdad, pero esta vez no te vas a escudar en que te forzamos. Me espetó Juan.
Si cariño, te vamos a follar, pero antes tendrás que suplicarnos. Dijo Antonio.
Ni lo penséis. Les respondí.
Jajajaj. Se rieron.
Antes de 24 horas vas a venir a suplicarnos que te follemos.
Nunca dije más firme. Eso ni lo penséis. Yo soy independiente y elijo con quien estar. Ningún hombre va a dominarme.
Nosotros no somos ningún hombre, somos tus machos.
Además no sólo nos suplicarás que te follemos, sino que tú nos follarás a nosotros.
Me fui poniendo tan nerviosa que cambié la conversación.
me voy a bañar dije. Y me puse de pie. Ellos al verme lanzaron un silbido.
Joderrr. Pedazo de hembra estás hecha.
Noté como se les inflaba el bañador. El paquete que se atisbaba era enorme lo que me hizo ruborizarme y empezar a sudar.
Ellos al ver la dirección de mi mirada, se rieron.
Jajajaja. No aguantarás ni 12 horas sin venirnos a suplicar hembra.
Me volví, enfadada y salí corriendo en dirección al agua.
Ellos se levantaron y echándose a correr me cogieron por los brazos y me llevaron en volandas hasta el agua.
Una vez dentro, empezaron a jugar. A lanzarme agua. Parecían niños traviesos. Sus gracias me hicieron reír.
Fuimos nadando hacia una boya que estaba fuera de la playa. Al llegar, me cogí a un cabo. Ellos mientras nadaban a mí alrededor.
En esto Juan se hunde y sale con el bañador en la cabeza como si fuera un gorro. Antonio al verlo se echó a reír y le imitó.
Chicos. Por favor. Que os van a ver.
Desnúdate Fefa. No seas boba.
No. Si seguís por ese camino me marcho.
Hice intención de nadar hacia la playa, pero Juan que estaba a mi espalda, me cogió por detrás, pegándose mucho a mí.
Notaba su polla clavándose en mi espalda. El muy cabrón estaba empalmado.
¿Qué haces? Dije.
Quieta cariño no pasa nada.
Me dijisteis que no me ibais a forzar, dije un poco asustada.
Y lo vamos a cumplir.
Tú nos follarás a nosotros. Dijo Antonio.
Pero antes nos lo suplicarás.
Entonces que haces? Pregunté pues había notado como el muy cabrito había rodado la tira de mi biquini y había puesto la cabeza de su pene en la entrada de mi vagina.
Antonio, aprovechó el momento en que hablaba con Juan, se me acercó por delante y abrazándome me puso la cabeza de su polla en el chocho, dejándome emparedada como un sándwich. Notaba como se tocaban las dos cabezas en los labios vaginales.
Sólo te estamos dejando sentir lo que te estás perdiendo. Y me dieron una estocada, metiéndome ambas cabezas un trocito por el orificio de mi vagina.
Hayyyy grité, pues no estaba preparada.
Me la sacaron restregándomela uno por el culo y otra por los labios vaginales. Esto me sofocó. Notando mi desesperación, me soltaron.
Volví nadando todo lo rápido que podía hasta la playa
Una vez allí cogí mis toallas y me fui al hotel.
Antes de entrar, llegaron corriendo a mi lado.
¿A donde creéis que vais? Les pregunté.
Tranquila mi amor; te hemos dicho que no te íbamos a forzar.
Tú vendrás a nosotros.
Ni lo penséis volvía a repetir.
De todas maneras estamos en la 25.
¿Estáis quedándoos aquí? Dije extrañada.
Si contestó Juan.
¿Nos vemos después para cenar?
Solo para cenar? Pregunté.
Claro cariño.
Bueno, si es así vale. Y me fui a mi habitación.
Al llegar a mi habitación mi corazón latía como una locomotora. Como podían estar ellos allí. Era imposible. Me duché y mi cuerpo estaba totalmente erizado. Mi clítoris latía.
Haciendo una enorme fuerza de voluntad me dije que No. No puede ser. Me vestí y bajé a recepción.
Inconscientemente me había puesto el vestido que ellos me habían regalado.
! Mi cuerpo se revelaba contra mi!
Nunca, me dije. Nunca más.
Bajaron a la media hora y al verme ambos sonrieron con un aire de suficiencia que me sacó de quicio.
NO penséis nada malo casi les grité.
Si me seguís mirando así subo y no ceno con vosotros.
Tranquila mi amor. No te vamos a decir nada dijo Juan cabizbajo como un niño bueno.
Me cogieron por la mano y salimos del hotel.
En la cena procuré no beber casi nada, para que no me pasara lo de la otra vez.
Por debajo de la mesa, ambos me tocaban los muslos, a lo que yo respondía retirando el pie.
Quietos. Dije. Por favor.
Sabes que esta noche te vamos a follar toda. Dijo Juan.
Esta y todas las noches de tu vida. Dijo Antonio.
No seáis bobos dije más tranquila. Nunca me plegaré a vosotros.
Además esta vez no te vamos a dar la excusa de que estabas demasiado borracha para darte cuenta de lo que hacías.
No te vamos a dejar beber; y encima nos follarás tú a nosotros.
Te vamos a llevar a nuestra casa y te vamos a hacer nuestra mujer.
Te casarás con ambos y pariras nuestros hijos. Lo tenemos decidido. Dijo Juan.
Jajaja. Me hizo mucha gracia su ocurrencia.
Eso no ocurrirá nunca.
Volvieron a la carga con sus pies.
Después de cenar nos fuimos a la Discoteca.
Nada más llegar, Juan me cogió de la mano y me sacó a bailar.
Vamos cariño, ¿bailar si podremos?
Claro, contesté.
Me llevó al centro de la pista y empezamos a bailar.
Luego vino Antonio y bailamos todos juntos.
Durante la noche, Juan y Antonio bebieron bastante, pero a mi solo me dejaban beber refrescos.
Miraba a las parejas bailando, y pensaba que mi vida era un poco loca: Primero quise ser hombre y luego cuando descubrí mi feminidad, no era uno sino dos de los que me había enamorado.
Empezó una canción lenta y Juan me apretó hacia él. Noté el bulto de su pantalón, lo que me dio un vuelco en el estómago. Bailamos muy apretados contoneándonos hasta que noté que me abrazaban por detrás. Antonio me cogió por la cintura y noté como me clavaba el pantalón.
Cerré los ojos y me dejé llevar. Me besaban, me lamían el cuello, me mordisqueaban las orejas. Me sentía como en una nube. No existíamos nadie más en el mundo que nosotros tres.
Cuando terminó la canción, abrí los ojos observando como todo el mundo nos miraba. Algunos me miraban como si estuviera desnuda. Ellas con desprecio.
Frustrada les dije:
- ¡BASTA! Esto no puede ser.
Ellos sonreían, notando mi debilidad. Su aire de suficiencia me hizo hervir la sangre.
Di un zapatazo y un chillido de rabia mirándoles con furia a los ojos. Ellos seguían sonriendo como si nada y me espetaron:
Toma cariño estamos en la 25. Y me pusieron la llave de su habitación en el bolso.
Ve y suplícanos que te follemos.
Esto fue la gota que colmó el baso. Me di la vuelta y me marché.
No me siguieron.
No cogí un Taxi y fui paseando por la avenida hasta el hotel. Necesitaba un poco de aire fresco.
Veía las parejas besándose en los jardines. Por donde quiera que mirara, el sexo estaba presente.
Fui a la playa para ver si me refrescaba la brisa del mar.
Bajo un barco observé a una pareja.
Me escondí para ver que hacían y vi como ella le bajaba los pantalones y le mamaba la polla.
es más chica que la de Juan y Antonio * pensé.
Al darme cuenta de lo que me había venido a la mente cerré los puños y lancé un improperio.
¡JODER! Ellos no se dieron cuenta y siguieron con lo suyo.
Ella, ya estaba de 4 patas mientras él se la metía por detrás. Sus jadeos me pusieron la piel de gallina y no pude seguir viéndoles. Salí corriendo como una loca.
Ya en el Hotel subí a mi habitación, me puse el pijama más largo que tenía, cogí un baso de leche que había pedido y me acosté a ver la tele.
Mi cuerpo temblaba como si tuviera fiebre.
En la tele, había una película muy aburrida por lo que me puse a hacer zaping con el mando, hasta que llegué a un canal, en el que se veía a una tía follando con 2 tíos.
Eso fue demasiado para mi. Me dije que todo se confabulaba para excitarme, que yo era más fuerte que todo el mundo y que podría soportarlo todo.
Nadie me iba a obligar a hacer lo que yo no quisiera.
Desafiándome seguí mirando la tele. Iba a demostrarle, a no se quien, que era capaz de luchar contra el deseo.
Nada ni nadie me podía obligar a hacer lo que yo no quería.
La mujer de la película gozaba como una loca. La imagen enfocaba directamente a donde le entraban las dos pollas, era increíble. Cuando se le salio la que tenía en el culo le dejó un boquete enorme, del cual le salía un chorro de leche.
* Las pollas de mis machos están más infladas que las tuyas, **** Le dije a la tía de la tele. Hablando ya como una loca.
** Además, para que te aguantes, cuándo descargan, son como bocas de incendio **** Seguí, riendo histéricamente, ante mi ocurrencia.
¿Qué me pasa? ¿Acaso ellos tienen razón?
- Ummmm. Gemí como una zorra.
Este fue demasiado para mi.
Mi vulva empezó a soltar flujo. Mis pezones se erizaron y mi clítoris se dilató dolorosamente.
Me lo toque con un dedo, asombrándome del tamaño que tenía, estaba muy dilatado, tanto que cuando me puse de pie me salía hacia fuera como si fuera un pene.
Me dolía mucho el vientre. La excitación era tanta que mi vejiga estaba a punto de reventar, de ganas de mear.
Temblaba de excitación y estaba totalmente erizada.
No me dije ya sin resistencia.
Tenía que aguantar como fuera. Se me ocurrió masturbarme, para ver si podía calmarme.
Si no conseguía desahogarme rápidamente sabía que no iba a poder aguantar.
Volví a mirar a la tele y vi como la tía les mamaba el rabo a los dos, hasta que se corrieron el su boca.
Era una auténtica zorra pues después de que ambos se corrieran, abrió la boca enseñándoles toda le leche que la habían echado y se la tragó, para luego relamerse como una gata mirándoles a los ojos.
Aparté la vista de la tele. Al levantar la cabeza vi la llave que me había dado Juan y ya no pude más, era una idiota, en el piso de arriba tenía a dos hombres que me podían desfogar mucho mejor de lo que yo pudiera.
Además, para que negarlo, lo deseaba.
Sabía que si subía no habría marcha atrás. Me iban a follar por todos lados, Intentaría que no me preñaran, pero es que su rabo estaba tan delicioso.
ummmmmmMMMMMM. Gemí a la vez que temblaba.
Desesperada, casi sin el control de mi cuerpo, cogí lo primero que tenía a mano. El pareo y sin nada más encima me dirigí a la puerta.
Di marcha a tras y cogí dos condones que había comprado, en previsión de tener una relación con el pobre Marcos, y salí como una loca a buscar mis dos machos.
Corrí por las escaleras y llegué a su habitación. Casi no meto la llave en la cerradura, de los temblores que tenían. Muy al fondo de mi mente oía una vocecita que decía:
* No entres fefa pues ya no podrás dar marcha atrás**
No hice caso.
Estaba muy oscuro.
Pensé ir primero al baño pues me estaba meándo pero fui a mirar primero la habitación. Quería darles una sorpresa cuando llegaran.
Cuando entré la sorpresa me la llevé yo, pues ambos estaban en la cama, totalmente desnudos, con la sábana por encima.
Entra zorra. Te estábamos esperando.
Te dijimos que ibas a venir a suplicarnos que te cogieramos y aquí estas.
Ummm, dije sensualmente.
Me quité el pareo y me quede denuda ante los dos. Contoneándome.
Al verme como estaba con los pezones apuntando al techo de duros y mi conejo rasurado, la sábana que les cubría empezó a subir. Parecía una tienda de campaña.
Abrí mucho los ojos, fantaseando como me iban a follar. Me dio un sofoco que casi me caigo al suelo.
- Ahhhhhhhh. Gemí
Se relamieron y quitaron la sábana dejándome ver sus pollas. Eran enormes, mayores de lo que yo las recordaba. Gordas, grandes, venosas, totalmente descapulladas y todas para mi.
Empezaron a pajearselas ante mis ojos.
Hice intención de acercarme pero dijeron:
No. Suplícanos que te follemos.
Ummmm. ¡Por favor! No me obliguéis a hacer eso.
Querían humillarme hasta el final.
Suplícanos que te follemos.
Ummmm. ¡Por favor! Gemía yo lascivamente, alargando el momento y contoneándome de gusto, pues ya no había resistencia posible.
¡Dilo! Dijeron ambos autoritariamente, pues, de la calentura que les había provocado estaban a punto de correrse.
Y empezó a salirles leche por el rabo.
Ummmmmmm. ¡Os suplico que me folléis! Dije desesperadamente pues se escapaba su leche.
Ummmmmmmmmmm. Por favorrrrr. Dije ya sin ánimo de oponerme. Estaba totalmente entregada, dominada.
Ven que te las vas a comer toditas.
Ummmmmmmmmmmmmmmmm. Miau. Maullé, lanzándome sobre sus rabos, y mamándoselos muy despacito, saboreando el momento. Primero a uno y luego al otro. Mi piel temblaba cada vez que pasaban sus manos por encima. Se me ponía la carne de gallina.
¿Sabes que te tienes que follar tú hembra? Dijo Antonio.
Ummmm. Dije con la boca llena, para luego sacarla y gritar.
¡No puedo más, las quiero dentro!
Cogí el condón que llevaba en la mano, me lo puse en la boca para que no se dieran cuenta, y empecé a ponérselo a Juan.
Solo le entró un poco por la cabeza, contrariada, hice presión con la mano para que entrara completamente. Fue tanto el apretón que di, que el condón, sin poderse estirar más, se rompió por la cabeza, dejando su enorme polla descapullada ante mí.
Ya no pude más; era demasiado, el condón se había reventado al no poder asimilar el cacho de polla del muy cabrón
**y mi conejo se va a reventar también pensé cachondamente **.
Mi clítoris empezó a latir, mis pezones parecía que se iban a estallar.
La excitación fue tanta, que verles sus rabos totalmente empalmados, con lo que quedaba del condón alrededor del tronco, en la polla de Juan, y sobre todo, al ver manarles la leche, que me dejé ir; No pude llegar a metérmela.
Me corrí, me corrí allí mismo viendo a mis dos machos, fue tanta la tensión que tenía y la flojera que esto me causó que a la vez que me corría noté como me dejaba mear.
No podía pararlo, mi uretra se distendió completamente y me mee encima. No tenía control sobre mi cuerpo. Me bajaban los chorros por los muslos y caí a la cama encima de ellos desmayada.
Esto fue ya demasiado para ellos y se abalanzaron sobre mí, sin compasión.
Uno me cogió por los brazos y el otro me abrió las piernas enchufándome el rabo hasta los cojones.
Chooffffff. Hizo mi breva.
UGuuuummmmmmmmm. Gemí yo como una vaca en celo.
Me dio un par de envestidas y se corrió llenándome completamente.
Antonio empujó a Juan sin decir nada y ocupando su sitio me la clavó. No pudo aguantar mucho y se corrió también abundantemente.
Ummmm solo podía decir yo.
Ummmmm. No podía hablar, sólo gemir y gemir.
Era como cuando una perra en celo se deja al fin montar por todos los machos que hay a su alrededor.
Me pusieron de 4 patas y mientras Juan volvía a clavarme Antonio me metía el rabo el la boca. Yo mamaba y gemía a la vez. Me estaban dando lo que necesitaba en ese momento: Polla y más Polla.
Me vais a preñarrrrrRRR, cabronefff. Pude decir entre jadeo y jadeo.
Eso pretendemos zorra.
Te dijimos que ibas a ser nuestra hembra y hoy te vamos a preñar. Te vamos a hacer un montón de niños.
AggggUmmmmf. Me volví a correr.
Toma cabrona vuélvete a mear toda me dijo Juan. Y se corrió. Me llenó completita mientras yo jadeaba con mi orgasmo.
Ummmmuuuuummmm.
Antonio ocupó su sitio y le limpié la polla a Juan. Así estuvimos más de 2 horas, yo en el centro y mis machos cambiando de posición; Hasta que quedamos exhaustos en la cama.
Yo en medio de ambos tendida boca arriba con mi breva manando ríos de leche.
Me dejé embelezar un poco hasta que noté la humedad de la polla de Antonio que me había pasado el pie por encima.
Me escabullí abajo hasta ponerme a la altura de su pinga. Se la cogí y se la mamé suavemente, despacito, remangándola arriba y abajo, lamiendo; abajo y arriba. Slup. Ummmmm.
El siguió acostado mientras su hembra le mamaba el rabo. Juan que nos había visto me acercó la suya, a la boca y dijo:
a mi también mi amor.
Siiiiii. Ummmm dame tu pollita, cariño y se la cogí introduciendo la cabeza en mi boca. Era enorme solo me cabía un trozo de ese pedazo de polla. Se la estuve admirando a la vez que se la relamía. El espectáculo era increíble
Ellos se miraban y alucinaban al verme totalmente entregada.
Se las mamaba despacio, no quería que acabaran muy rápido. Me encantaba ver esas enormes pingas con sus cabezas brillando y los enormes troncos llenos de venas, solo para mi y me regodeaba chupando y mamando, tenía en mente hacerles lo que había visto en la Televisión y que me había vuelto loca.
Mi boca se hacía agua esperando el manjar de mis machos. Con la saliva que salía, abundantemente de mi boca les pasaba la lengua de arriba abajo para dejárselas bien pringadas.
El primero en correrse fue Juan, mamé y mamé hasta sacarle la última gota e hice lo mismo con Antonio. Luego me puse a la altura de su cara para que me vieran bien y abrí mi boca enseñándoles toda la corrida que me habían dado, y me lo tragué.
Me quemó un poco la garganta porque era mucha cantidad y salio un poco por la comisura de mis labios. Me quedé mirándoles a los ojos y luego con mi lengua me relamí el resto que se había salido, utilizando los dedos de mi mano para recoger hasta la última gota que se había salido.
Este espectáculo fue demasiado para ellos y se les volvió a empalmar los pollones.
- venga hembra. Fóllanos tú ahora.
Me subí encima de Juan y muy despacio, contoneándome, me fui clavando su polla hasta llegar a los huevos.
Cuando me encajé bien le dije a Antonio le dije a Juan.
Vamos cariño lléname el otro agujerito.
Bien zorra. Nos estás fallando tú a nosotros.
Te dijimos que no ibas a poder aguantar.
Claggrooo. Pude decir, pues, de una estocada, me la había metido hasta los huevos.
Soy la tía más zorra del mundooooo. Dije gritando
Yo soy vuegstra hembra, vosotros sois mis machosssssss. Ummmmmmmmmmm.
Me estuvieron dando bomba un buen rato. Se habían corrido ya 4 veces cada uno y solo llevábamos 3 horas follando.
Sácamela cariño. Dije mimosamente.
Porqué dijeron ambos a la vez.
Quiero que me pongáis en el sillón de 4 patas y que vayáis haciendo cola para darme por el culo.
Te gustó cuando te lo hicimos la primera vez. Dijo Juan sonriendo
Ummmmm. Dije moviendo mi culito para encajarme bien la pinga que me estaba dando por el culo.
No he parado de soñar con eso.
Ummmm. Creo que en ese momento me hicisteis hembra de verdad.
Antonio se me desclavó, con un sonido de Chofffff, y pude despegarme de Juan.
Fui moviendo mi cola por la habitación hasta el salón.
Ya a cuatro patas en el sillón y con ambas manos, separé mis nalgas para que mis machos me cogieran.
Me estuvieron dando por el culo más de 1 hora; mientras uno me daba pinga, el otro esperaba pacientemente su turno.
Yo jadeaba y gemía sintiendo la gran cogida que me hacían.
Mi culo parecía la boca del metro. Abierto y chorreando leche y más leche.
Cuando terminaron, intenté levantarme para ir a mear, pero no podía caminar derecha, mi culo estaba enormemente abierto.
¿Donde vas zorra?
A mear. Dije.
De eso nada méate ahí mismo.
No hizo falta que me insistieran, me sentía como una perra en celo. Me escarranché y acariciándome mis pechos a la vez que les miraba a los ojos insinuantemente, Mee en la alfombra.
Ellos me miraban extasiados.
No te vamos a dejar ir nunca. Dijo Antonio
Eso espero. Contesté mimosamente.
A partir de hoy piensa que eres nuestra mujer. Dijo Juan.
Ummmmmmm. Pues esta es nuestra luna de Miel. Dije temblando de deseo.
Y la vamos a aprovechar bien.
De aquí vas a salir cargada.
Le creí. Estaba en mis días fértiles.
- Ummmmmm. Preñada como una perra. Dije relamiéndome, mirando como crecían sus pollas.
Juan me llevó a la cama en brazos. Como a una novia cuando la meten en la habitación, para su noche nupcial.
Me tumbó boca arriba sobre la cama, y besándome me la clavo suavemente, haciéndome el amor. Mientras Antonio acostado a mi lado y acariciando mi cabeza esperaba su turno.
Por la mañana desperté en medio de ambos.
Me volvieron a follar los dos a la vez, para, una vez terminaron, dejarme en la cama e ir a pedir el desayuno.
Me lo trajeron a la cama pues yo no podía levantarme de lo agotada que estaba.
Cariñosamente, me colmaron de atenciones, dándome de comer.
Ese día no salimos de la habitación. Follamos a casi todas horas. A veces uno se quedaba viendo la Tele mientras yo, iba con el otro, a cogemelo. Casi no me dejaban descansar pero yo me sentía tan enamorada, de ambos, que tan solo, con verles el rabo empalmado me valía para volverme a excitar.
Era mi luna de miel y la quería aprovechar al máximo.
Algún día bajábamos a la piscina a bañarnos. No aguantábamos mucho. Solo con tocarme para ponerme bronceador, o yo verles el paquete ya hacía que necesitara que me montaran de nuevo.
Diez días después salimos de la habitación para volver a la ciudad.
En la recepción vi a Marcos. Al verme abrazada a mis dos hombres, agachó la cabeza.
Solo volví a casa de mi tía a recoger mis pertenencias y me fui a vivir a su piso.
Ya no me vino la regla.
Adiós. Espero que os haya gustado. Ya os contaré otras historias de mi vida