Soy cornudo . . . y me gusta (6)

Viene Ramiro, el jefe de mi esposa, a pasar la noche con ella a nuestra casa, todas las cosas que pasan en esa noche loca.

Muchas gracias por sus encendidos comentarios, seguiré escribiendo lo que hemos pasado mi esposa y yo, les recuerdo que lo narrado tiene una antigüedad de más de seis meses, por lo que ya estamos bastante avanzados en muchas otras cosas.

También les comento que mi mujer no sabe nada de que estoy escribiendo lo que hace, por lo que es un poco complicado que le de sus recados, jeje, realmente no se como reaccionaría a la noticia de que sus “aventuras” (así le llama ella a sus puterías) están colgadas en internet.

Les recuerdo brevemente como es ella: tiene estatura media, es delgada, morena clara, cara bonita, cabello largo y negro, casi sin pechos, culazaso espectacular y piernas muy bien torneadas; se me olvidaba, tiene 28 años. En cambio yo soy alto, velludo, algo rellenito, blanco, cabello negro de barba.

Después de que ella me terminó de contar como se la había tirado en el baño del restaurante al cliente le rogué que me contara como fue que terminó cogiendo con el director de la empresa, pero me dijo que un relato por noche era suficiente, además de que ya le había terminado de limpiar todos los mecos que le había dejado y que no estaba excitada para continuar, así que me tuve que aguantar la calentura y continuamos con nuestra noche normal, aunque cuando nos fuimos a dormir se dio el siguiente diálogo:

  • Oye –le dije-, mientras tu estabas comiendo verga en el baño del restaurante, tu jefe me llamó para avisarme que pasado mañana va a venir a pasar la noche contigo en nuestra cama, ¿cómo ves? Le pregunté
  • ¿Y qué quiere que hagas mientras pasa la noche conmigo amor? Me pregunta ella.
  • Pues quiere que vea cómo te enchufa y que limpie todas sus corridas de la noche. Le contesto algo avergonzado, aunque aún con la excitación a tope.
  • ¿Y qué te parece eso? Me sigue preguntando ella.
  • Pues mírame. Le dije sinceramente y mostrándole la tremenda erección que seguía teniendo; para mi sorpresa ella me abrazó.
  • Te amo muchísimo, es algo que Ramiro me presionaba mucho para hacer, clavarme en nuestra cama, y la verdad es que me sentía mal de hacerlo, pero ahora con tu permiso me encanta la idea; me encanta que seas así de consentidor, que te guste llevar los cuernos de manera que quieras ver como mi macho me culea en nuestra propia cama, me encanta saber que puedo contarle a alguien mis aventuras y me va a entender, no solo a entender, le va  a gustar todo lo que hago, eres un amor.

Después de decirme eso me la chupó hasta que me vine en su boca, cuando en un momento me la quería coger me dijo que estaba irritada por tantas cogidas que le dieron ese día, además de que seguramente estaba encantado de saber que había sido así; que a mí, como un buen cornudo consentido le gustaba saber que su mujercita putita pasaba por la mayor cantidad de vergas que podía. Obviamente no podía resistirme a eso y terminé en cuanto me lo dijo, así que siguió humillándome:

  • Ya vez cornudito consentido, te gusta tanto saber que tu mujer es una zorra que en cuanto te lo digo terminas como un chamaco calenturiento. Me dice mi esposa.
  • Si me gusta. Le digo tímidamente.
  • Dilo más fuerte cornudo pendejo. Me grita mi mujer.
  • Me gusta que seas una zorra puta. Respondo más fuerte.
  • ¿Y qué más? ¿Qué te gusta saber? Me pregunta ella estrujándome la verga con una mano y los huevos con la otra.
  • Me gusta saber como te entregas a otros, como otros te tratan como una piruja cualquiera, me gusta probar como machos de verdad riegan a mi mujer en sus agujeritos, me encanta el sabor a macho que traes, es una demostración de que eres una puta perdida, me va a encantar ver como otro te va a dar verga en nuestra cama. Le digo completamente excitado de nuevo.
  • Así me gusta cornudito. Termina, se voltea y se duerme.

A pesar de todo por fin había aceptado en voz muy alta lo que me gustaba, lo que me encantaba y sabía también que a mi mujer le encantaba que fuera así; me quedé excitado pero satisfecho, ya mañana le enseñaría la ropa con la que recibiría a su macho el miércoles.

Al otro día veo que se va a trabajar vestida como una verdadera zorra: una tanga de hilo dental pero de encaje rosa con un minúsculo triangulito delantero, un bra de encaje de media copa muy sexy también rosa, una minifalda a medio muslo volada de color roja, un topsito muy sexy y escotado de color negro y un saco rojo corto, la verdad es que se veía preciosa y algo zorrona.

El día fue muy normal así que volví a ver a mi mujer hasta las 8 de la noche, en cuanto llegó casi de inmediato me dijo que nos fuéramos a nuestro cuarto, se tiró en la cama, se abrió de piernas, se sacó el tanga y me puso a comerle el culo que estaba repleto de mecos, mientras yo hacía mi trabajo de limpieza anal mi esposa me contó que seguramente Ramiro se estaba guardando para mañana porque la evitó durante todo el día, por lo que me extrañó que viniera con el culo rebosante de leche, a lo que me dijo que el Director de Administración y el Gerente de Sistemas la usaron por el culo esa tarde, aclarándome que no fue al mismo tiempo sino que primero se la enculó el Gerente de Sistemas (el cual es mi tocayo Alberto) encima de la copiadora del trabajo que está en la sala de archivo y después el Director de Administración (que se llama Alejandro) le pidió que fuera a su oficina y que también terminó empinada sobre su escritorio recibiendo verga por el culo, claro que a ambos les dijo que le acabaran bien adentro en el culo, que tenía que acordarse de mí y de mi pasión por la leche de sus machos. Finalmente, cuando salió de atenderlo ya se había ido Ramiro.

Ese día tampoco me dejó cogerla por ningún lado, pues me dijo que quería estar entera para que al otro día se entregara de manera completa y total a su jefe, así que después de terminar de comerle toda la leche de macho que se le chorreaba por su culito seguimos normalmente con nuestra noche.

Al otro día extrañamente se fue vestida muy poco sexy, eso sí con la obligada tanga de hilo dental, pero solo con un traje sastre que ni siquiera estaba ajustado, me dijo que no quería provocar a nadie para que estuviera completa para en la noche.

Y llegó la noche, ese día llegué a casa como a las 7 y mi esposa ya estaba ahí, se estaba bañando para recibir a su macho, tenía toda la “ropa” que se iba a poner ese día, el baby-doll moradito que le compré con su tanguita a juego, además de unos zapatos de tacón rojos impresionantes que la harían ver más culona y piernona si cabe. Después de terminarse de bañar se me acerca, me abraza, me besa cachondamente y empieza a vestirse y perfumarse, ya que termina nos sentamos en la sala a esperar a Ramiro.

Más o menos a las 9 de la noche escuchamos un coche y esperamos a que tocaran a la puerta, cuando así sucede mi mujer se levanta a abrir la puerta y efectivamente es su jefe quien entra, de saludo se dan un buen beso de lengua mientras Ramiro le acaricia las nalgas de manera muy rica por debajo del baby-doll, cuando terminan su jefe dice:

  • Que rica te ves putita mía, ¿cómo me dijiste que se llama el cornudo?
  • Se llama Alberto papi, que bueno que te gusto. Le responde mi mujer.
  • Muy  bien cornudito, veo que me obedeciste bien, me gusta como se ve la zorra de mi mujer. Ahora pórtate bien y tráeme una cubita con ron, que vengo sediento. Me dice eso mientras sigue acariciando el trasero de mi esposa.
  • -Yo no sabía qué hacer- Amor mío, haz lo que dice mi macho, por favor. Me dice mi mujer.

No tengo de otra así que voy a prepararle su cubita al amante de mi mujer, pero cuando llego a la sala de nuevo la escena es increíble, Ramiro está cómodamente sentado en nuestro sofá con las piernas bien abiertas, mi mujer está a un lado suyo pero de rodillas sobre el sofá comiéndole tremenda vergota, aunque ni tiempo le dio de quitarse el pantalón, solo tenía desabrochada la cremallera, cuando llego me dice:

  • Dame la cuba, mira que bien come verga tu mujer, es muy buena haciéndolo, oye cornudito, mientras ella me para la herramienta tu vele lubricando el bizcocho, ponte a comérselo.

La verdad es que ya estaba excitado solo de ver como mi mujer estaba comiéndole la reata a su jefe con gran desesperación, así que no tuve ningún problema en ponerme detrás de mi mujer, arrodillarme igual que ella sobre el sofá, hacerle el hilo dental a un lado y empezar a lamerle la panochita, primero no estaba tan mojada, pero casi de inmediato mi esposa empezó a inundarse y solo escuchaba que me decía:

  • Mmmppppffffggggghhhhh, que rico lames cornudo de mierda, déjame bien lubricada para cuando mi macho quiera hacerme suya.

La verdad es que entre más cosas como esta me decía yo estaba más excitado, y mientras mi mujer y yo estábamos duro que dale Ramiro tranquilamente se estaba tomando su cubita, cuando se la terminó dice:

  • Muy bien, vámonos a tu cuarto –me dice señalándome - que ya quiero montar a tu mujer.
  • Está bien Ramiro, con gusto quiero ver como un verdadero macho la monta. Le contesto.
  • Me encanta que seas así de consentidor amor mío. Interrumpe mi mujer.

En cuanto llegamos al cuarto su jefe dice:

  • Haber zorra veme desnudando y tu cornudito también te quiero ver en pelotas.

Inmediatamente mi mujer lo empieza a desnudar y yo empiezo  a hacer lo propio, cuando terminamos su amante dice:

  • Cornudo quiero que te acuestes en el suelo boca arriba, putita quiero que te arrodilles con tu pucha sobre la boca de tu marido y sigas comiéndome el rabo. Nos ordena.

Estamos muy excitados y hacemos lo que nos dice, un rato largo pasa mi mujer comiendo el rabo de su jefe y, por lo tanto, yo comiéndole su puchita, nunca la había sentido tan mojadita, estaba muy excitada; pero después que su jefe quiso nos dice:

  • Ahora quiero que tu esposo te abra las piernas mientras te ensarto, acuéstate boca arriba en la cama y deja que tu esposo se ponga delante de ti y te abra bien bonito las patas para que yo pueda clavarte como se debe, pero no debes tocarlo para nada, esta noche eres solo mía y él es un instrumento para ayudar a enchufarte.
  • -Hacemos lo que nos dice, mi mujer se acuesta en la cama, se quita la tanga y levanta las piernas, para que yo le tome los tobillos y se las separe bien rico-. ¿Así está bien jefe? Le pregunto a Ramiro.
  • Si claro. Contesta Ramiro.
  • Entonces la zorrita de mi mujer ya esta lista para que se la enchufe, cuando quiera. No puedo con la calentura y termino diciendo esto.
  • Vas a ver como una verga de verdad se clava a tu mujer y la hace gritar de placer, no que tú, mírate, tu verga no es muy grande y a parte ya estas haciendo panza ¿Cómo no quieres que esta hembra se busque otros machos que la atiendan? Dice Ramiro.

Veo como se toma la tranca con una mano y la penetra de un solo empujón, su jefe está de pie al lado de la cama dándole bastante duro a mi mujer, Brenda solo dice:

  • Más, más, que rico coges, tu si eres un macho no como mi marido que no me llena así, mmmmhhhhhh, rico, rico, aaaahhhhh, aaaahhhh, enséñale a este cornudo como se trata a una zorra como yo.
  • -No me aguanto la arrechera y digo- Que bien se está cogiendo a mi mujer, nunca la había escuchado así, dele a la puta.

Estoy ardiendo y mi mujer también, de Ramiro solo escucho un montón de bufidos y gruñidos, pero se aguanta terminar, aunque en un momento se detiene y nos pide:

  • A ver, acuéstense como si fueran a hacer un 69, solo que tu –dice mirando a mi mujer- para bien el culo que te lo voy a romper, mientras le rompo el ano a tu mujer quiero que le comas la panocha, y tu puta ni se te ocurra tocar a tu marido con la boca, el solo va a disfrutar hoy viendo como un buen rabo hace disfrutar a su mujer.
  • Si jefe. Le decimos los dos casi al unísono.

Al ponernos de la manera que quiere Ramiro, empiezo con mi trabajo y veo en un excelente acercamiento como su amante se toma su palote de la base, escupe en el culo de mi mujer, la toma por las caderas y empieza a penetrarla poco a poco, veo como su tremenda vergota (que no está depilada) se va incrustando poco a poco en el ano de mi mujer, como su agujerito posterior se va abriendo cada vez más para dar paso a ese monstruo de carne, sigo con mis lamidas a su conejito, pero me encanta ver como un par de huevos enormes, redondos y peludos chocan con las nalgas de mi mujer, al principio los huevos solo se restriegan con mi frente cuando penetra con bastante trabajo el todavía cerrado ano de mi esposa; pero con cada embestida sus huevos se mueven mas y mas, por lo que mientras le como la panocha a mi mujer es inevitable que algunas de las lamidas vallan a dar a los huevos a su jefe, pues le daba tan duro que sus huevos pegaban con sus nalgas y su puchita; al principio cuando veía que se la iba dejar ir toda por el culo a mi esposa trataba de concentrarme en lamerle el clítoris, y así solo sentir los huevos de Ramiro en mi frente sin peligro de volvérselos a lamer; sin embargo, entre más se estaba enculando a mi mujer, ella más se movía y también, más sudaba su jefe, por lo que el olor que estaba respirando era increíblemente erótico, ese olor combinado de sudor y fluidos corporales que a mí en lo particular me vuelve loco, por lo que empecé a lamer como loco, le chupaba el clítoris a mi esposa, le metía la lengua lo más adentro de su conejito que podía y si, también le lamía los huevos a su amante, esas bolas redondas, enormes y peludas, me encantaba lo que estaba haciendo, y tanto a mi mujer como a su jefe también.

  • Si, sí papi, encúlame más fuerte, dame, dame, más, más, rico, rico, más fuerte, más fuerte, que rico coges. Decía mi mujer.
  • Eso es zorra, para más el culo para que tu macho te encule como se debe. ¿Te gusta como te clavo hasta el fondo? Le preguntaba Ramiro.
  • Si papi, aaaahhhh, más, más.

Yo tenía la boca demasiado ocupada como para participar en esa conversación y cuando Ramiro estaba a punto de terminar dentro del culo de mi esposa trata de meterle lo más adentro posible su vergota a mi mujer, cosa que aprovecho para comerle completamente los huevos a Ramiro, se los lamo, se los chupo, me meto primero uno y después otro en la boca; cuando de repente se escucha un rugido del jefe de mi esposa y un grito por parte de ella indicándome que ambos habían terminado; se quedaron todos sudorosos y acoplados unos minutos más, cuando Ramiro se retira del interior de mi esposa, empieza a salir mucha leche que atrapo hábilmente con mi boca y salgo de debajo de ella, su macho está recostado boca arriba jadeando recuperándose de la estupenda cogidota que le dio a mi mujer, ella está boca abajo con las piernas abiertas, momento que aprovecho para ir a limpiarle el resto de corrida que sigue saliendo de su agujero posterior, aún es mucho semen el que lamo con avidez, es delicioso participar en la gran cogida que le dan a mi esposa y después limpiarle el culo de la corrida de su amante, en eso Ramiro dice.

  • Me voy a echar un sueño para recuperarme, cuidadito y tocas a mi hembra, cornudo de mierda.
  • Si señor –y dirigiéndome a mi mujer-, voy a dormir en el sillón. Le digo mientras señalo un pequeño sillón que tenemos frente a la cama.
  • Está bien amor, yo me duermo con Ramiro. Dice mi esposa.

No se cuánto tiempo me dormí, solo sé que me despertaron los gemidos de mi esposa cuando su jefe se la empezaba a enchufar en la típica pose del misionero, se veía riquísima mi mujer con un hombre entre las piernas que la hacía moverse muy rico, me acerco lo más sigilosamente posible pues no quiero interrumpir a los amantes mientras dicen:

  • Mmmmppppp, mmmmppppggggghhhhh, ya quería cogerte durante toda una noche y en tu cama de matrimonio, que morbo, aaahhhh. Dice Ramiro.
  • Si papi, que rico me coges delante de mi marido, dame más, dame más. Contesta mi mujer.

Después de un rato de estarla montando de esa forma le dice que ahora le toca a ella darse unos buenos sentones en la verga, cuando se quita de encima de mi esposa me ve, se sonríe, se recuesta boca arriba en la cama, mi esposa se prepara para clavarse encima de frente a él cuando Ramiro dice:

  • No zorra, voltéate, quiero ver como tus nalgas se comen mi verga, y tu cornudo, quiero que tomes mi verga y que se la acomodes en la entrada del culo a tu mujer, no la sueltes hasta que tu vieja se haya comido todo mi rabo y después quiero que le empieces a lamer la puchita y mis huevos.

Mi esposa se voltea para darle la espalda y espera a que yo le tome la verga a su jefe, yo nunca había agarrado otra verga a parte de la mía, pero estaba terriblemente caliente por hacerlo, y es que la verga del jefe de mi esposa es enorme, venosa y cabezona, por lo que al tomarla siento que está muy caliente y dura, pero a la vez su piel es tersa, por lo que no puedo evitar agitar mi mano, pero cuando lo hago escucho:

  • No seas maricón, deja de andármela pelando y monta a tu mujer en mi verga, ya tendrás tiempo de mamarme los huevos. Dice Ramiro.

Inmediatamente pongo la punta de su nabo en la entrada del culo de mi mujer y espero a que se la coma toda para iniciar con mi labor, le empiezo a lamer la puchita a mi mujer y los huevos a su macho, cuando mi esposa tenía la verga completamente adentro yo lamía desde las bolas de su hombre hasta el clítoris de ella, se me hacía súper cachondo; volteaba a ver la escena que se reflejaba en el espejo del tocador de la recamara y era de infarto, un hombre acostado en nuestra cama de casados tomando a mi mujer de la cintura y ella recargada sobre los pectorales de su macho, sentada a horcajadas mientras su querido esposo estaba de rodillas sobre la cama con la cabeza entre las piernas de los amantes lamiéndole la panocha a ella y a el los huevos. Después de un buen rato de estarse culeando a mi mujer de esa manera, Ramiro dice:

  • A ver zorrita, quiero terminar en tu boca y ver como le pasas la leche a tu marido mientras se besan.

Inmediatamente se desmonta mi mujer de su macho, y empieza a comer el rabo mientras me dice:

  • Mientras le como la reata tú sigue lamiéndole los huevos, amor.

Y ahí estaba la pareja de esposos, una comiendo rabo y el otro lamiéndole los huevos al macho. Se veía que lo hacíamos bien, porque su jefe no dejaba de gemir y bufar, hasta que gritó:

  • ¡¡¡¡¡Así, recibe mi semen zorra de mierda, me vengo, me vengo!!!!!

Después de la venida de su hombre, él levanta la cabeza y le dice a mi mujer que abra la boca, que quiere ver la corrida que le dejó y que no se la tragara, en cuanto mi esposa lo hizo, Ramiro le dice que me bese en la boca y que nos pasemos mutuamente sus mecos, cosa que hacemos con gusto, después de unos besos muy cachondos entre mi esposa y yo en los que compartimos la lefa de su hombre, éste nos dice que nos traguemos su nutritiva lechita, al terminar abrimos la boca para que no le queden dudas. Al final se durmieron ellos en la cama de nuevo y a mi me toco el sillón.

Ya por la mañana al levantarme veo que no está ni mi esposa ni su jefe, cuando los veo venir de bañarse, el trae puesto mi toalla alrededor de su cintura y mis chanclas para bañarme y ella viene desnuda. Se visten para ir a trabajar, ella se va muy sexy y cachonda (normalmente como se va vestida siempre), con una tanguita de hilo dental, una minifalda rosa y un topsito blanco con un saquito rabón rosa, mientras se visten platican y bromean, ya al final se despide mi esposa de mi con un tremendo beso muy cachondo y me dice al oído:

  • Gracias por la magnífica noche que permitiste que pasara, estuvo riquísimo, platicamos cuando regrese.
  • Nos vemos cornudito –me da la mano Ramiro-, lástima que no te despertaste, me terminé clavando a tu mujer bien rico en el baño, además de que hubieras tomado tu lechita de los buenos días, pero no importa, me verás seguido por acá.

Y así es como se fueron.

Continuará. . .